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miércoles, 10 de abril de 2024

LA DIPLOMACIA EXIGE TENER TACTO

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

Diplomacia es mano izquierda, habilidad en el trato, artesanía de las relaciones humanas, savoir faire, cortesía, tacto, saber callar a tiempo y conocer cuándo se debe hablar...” Enrique Rojas (Autor y catedrático español)

 

El tacto sirve para descubrir las diferencias entre la aspereza y la suavidad; así, esa cualidad física —cuando arraiga en la personalidad— permite un comportamiento sutil en las relaciones humanas. La cualidad del tacto en las actividades cara a cara permite ganar amistades y neutralizar a los hostiles. Algunos pueblos convirtieron en un arte el buen trato, a lo cual llamamos tener gentileza con el prójimo.

El empleo de guantes —cuando no se trata de protección para el trabajo ni un adorno superfluo— representaba la delicadeza en ese trato. El tacto se llamó gentileza y cortesía, que adquirió notoriedad entre los franceses, tal como lo muestra Michel de Montaigne, dejando abierto su castillo, aunque hubiera bandoleros en los alrededores[1].

El trato fino ante los semejantes integra a la excelencia diplomática.

La falta de tacto define la grosería, muestra de incivilización. El obrar con tacto importa para que nuestras propias asperezas no hieran a nuestros semejantes.[2] Quien sigue el camino de la virtud, aprende a tener tacto.

Sabia virtud la de tener tacto, con él acercarse y por su suavidad convencer.

 

 NOTAS:



[1] Montaigne, Ensayos.

[2] En el libro de Magister sobre el 2do. Grado.  

martes, 2 de abril de 2024

RESUMEN Y ANÁLISIS DE TESIS DE FILOSOFÍA DE LA HISTORIA DE WALTER BENJAMIN


 


 

Por Carlos Valdés Martín

Antecedente

El pensador Walter Benjamin alcanzó notoriedad por la tragedia, al terminar como un mártir de la persecución. Por su condición de judío alemán quedó expuesto a hostilidad con el ascenso del nazismo. Rodeado de esas circunstancias terribles, al menos tres de sus escritos alcanzaron notoriedad, destacando su crítica de la violencia, sus tesis sobre la historia y la interpretación del arte ante la modernidad. Su crítica de la violencia ha sido poco comprendida, pues con sutileza filosófica asume la violencia revolucionaria[1], por más que el militarismo y la agresividad le repugnaran. En lo que sigue planteo un análisis sobre sus tesis de filosofía de la historia, que retomaron auge tras las polémicas alrededor de la modernidad y posmodernidad[2].

El desenlace trágico

La trágica figura de Walter Benjamin resulta entrañable, pues tras su trayectoria creativa él termina perseguido por el régimen fascista, cuando se extiende por Europa como sombra de tormenta. El escritor con su salud menguada, huye tras la caída del régimen francés ante Alemania, luego termina bloqueado entre el fascismo nazi y el franquismo por lo que opta suicidarse el 26 de septiembre de 1940. La narrativa de sus desventuras trágicas se entrevera con un texto serio, elaborado por Benjamin: esforzándose por desentrañar el enredo del siglo XX, cuando —según la tragedia— se interrumpió su escritura.

Observemos el tratamiento del prologuista y editor Bolívar Echeverría, quien aborda a la obra de un modo retorcido pero erudito. El prologuista toca a Benjamin (adelante también citado como WB) como la lira de un arcano sagrado, saltando entre fragmentos de textos y dando un cuestionamiento parcial. Acto final, el prologuista convierte ese caleidoscopio para reverenciarlo, en el extremismo del fiel ante la obra de Marx, intentando que el Genio individual haya arrancado el Gran Secreto del Mundo, para escarbar entre sus signos... sugiere el ánimo de religiosidad en etapa adolescente, cuando los sacerdotes romanos interpretaban el vuelo de las aves para establecer los augurios. Curiosamente esa actitud identifica (sin espacio para dudas) a los exégetas de la sabiduría tradicional, pues el pretérito encierra todas las claves, ante la cuales la nueva idea (como se muestra en la práctica) resulta en desviación, falsificación, malentendido, estalinismo, socialdemocracia, oportunismo… en fin, las mil variedades del error ante la “sagrada escritura”.[3] Mientras el propio Benjamin diluye el círculo cerrado de una teoría exclusiva para operar la alquimia de curiosas mixturas juntado el milenarismo judío con la revelación “materialista histórica”, donde dibuja una continuidad secreta. A contrapelo del eclecticismo del personaje; por su parte, el editor Bolívar Echeverria sobrescribe una operación inversa para convertir al trágico Benjamin en un santón de “pureza” marxista. La moral sí justifica respetar el sacrificio del intelectual huyendo, pero resulta hasta risible la operación de recuperarlo para demostrar la infalibilidad de Marx cual patriarca Moisés científico.

El desenvolvimiento trágico del personaje, como siempre, contextualiza la obra y ofrece matices para su comprensión. El autor fue un intelectual judío que huyó de la mancha tiránica que el fascismo extiende sobre Europa, además, su salud empeoró y sus temores crecieron. Benjamin intenta escapar del fascismo por vía de España, que, siendo otro gobierno fascista, no arropaba una persecución tan estricta hacia los judíos, por lo que esperaba fuese una puerta hacia Portugal y desde ahí hacia América. Sin embargo, una afinidad entre el fascista católico y el gobierno de Hitler consentía la deportación de quienes se sospecha antinazis, así que los temores estaban fundados.  

Las expectativas de Benjamin para la huida fallan por el papeleo burocrático de visas, entonces él junto con un par de acompañantes quedan momentáneamente detenidos en una pequeña localidad de España. La amenaza de regresarlo a las manos nazis se cierne sobre las cabezas de los fugitivos y Benjamin cae en la desesperación, pues anticipa el peor desenlace de una inminente deportación, cárcel, maltrato, tortura, vejaciones y asesinato… Desde antes, él precavía que resultaría intolerable caer en manos de la Gestapo y, por eso mismo, cargaba una dosis letal para el suicidio. En la soledad de un cuarto de hotel el teórico, sintiéndose atrapado, se precipita para ingerir una dosis letal. En su rápido desenlace dejó una breve nota suicida y encargos para sus amistades. Por fortuna, sus acompañantes lograron seguir la ruta de escape y refugiarse fuera de Europa; así, existe la posibilidad de que sus temores nunca se hubieran concretado. Aunque por el contexto dramático fue un claro suicidio inducido por el acoso del ambiente.

El texto es una breve colección de notas que “en 1940… envía por correo a su amiga Gretel Adorno… más como un manojo de hierbas juntado en paseos pensativos”.[4] Aunque el comentario reduce el alcance de estas reflexiones, la posteridad les ha dado la mayor relevancia, especie de testamento intelectual en materia de Historia y su crítica, recibiendo una bendición y rescate, como lo sucedido con Gramsci que es más celebrado por sus anotaciones en un texto provisiona, que son sus Cuadernos de la cárcel. Lo publicado pertenece a los “escritos náufragos”, que son rescatados ante nuestra empatía frente a la tragedia personal[5].

Las matanzas fascista y estalinista en el ánimo de los marxistas

El ánimo de los partidarios del marxismo occidental y los antifascistas fue marcado por una honda conmoción, tras los pactos de Stalin con Hitler de 1938, y las noticias sobre el horror que se levantaba sobre la cristalización de las teorías comunistas con los campos de exterminio de la dictadura socialista y la aniquilación de la generación de Lenin durante las parodias de juicios en Moscú de 1936. Los más estudiosos y escrupulosos entre los marxistas de esa generación del principio de siglo XX europeo quedaron conmocionados por el desencanto de una sociedad comunista que se convirtió en pesadilla; sus propios camaradas se encargaban de convertir los horrores en un nuevo modelo social, que convertía en esperpentos todos los ideales de Marx y sus sucesores. La amarga realidad de la construcción del “Estado socialista o comunista” triunfante era tan horripilante que la mayoría de los discípulos sinceros tardó demasiado en comprenderla. Por desgracia, las peores noticias confirmaban a las malas, para darse cuenta que los dirigentes y su Estado comunista, no se dedicaban a edificar el paraíso de los proletarios sino su cárcel colectiva y a encumbrarse como la élite aristocrática que antes juraban combatir. Y también la mayoría de los partidarios del Marx en el espacio capitalista europeo estaban desprestigiados por otra modalidad, que se llamaba complicidad con el sistema. Cuando, la versión socialdemócrata parecía solidificada como la otra parte del legado marxista en Europa con sus chapucerías políticas y su adaptación a los vaivenes del capitalismo. “Benjamin parte del doloroso reconocimiento de que todo el movimiento histórico conocido desde mediados del siglo XIX como “revolución comunista” o “socialista” ha terminado por ser un intento fracasado.”[6]

Bajo tal derrumbe de los ídolos, Benjamin marca las líneas de un discurso alternativo, rescatando lo mejor del marxismo y también del mesianismo judío, burilando en sus Tesis una fuerte mezcla de experiencia e imaginación… que no quedó preparada para darse a la luz pública, representando más una gestación que un parto. En ese periodo, criticar abiertamente al estalinismo equiparaba en peligros como atacar al fascismo; varios de los líderes que habían cuestionado a Stalin fueron asesinados, incluso en países neutrales. Por su parte, el fascismo arropaba una dictadura sin disfraz dedicada a perseguir a los opositores, en especial, estigmatizando a los judíos.

El ensueño de la cultura europea y la universalidad

“El sueño de una cultura europea en el que vivió Walter Benjamin es un sueño que comenzó a adquirir perfil a finales del siglo XVIII, el Siglo de la Luces… Era un sueño que intentó contrarrestar los efectos devastadores de la barbarie nacionalista”.[7] Este sueño surge desde el racionalismo, la Razón descubierta da las visas para los ciudadanos del mundo, productores universales y comunicadores universales... el múltiple sentido afirmativo de la humanidad entera. En sentido contrario, la barbarie marca la ruptura del universalismo; el nacionalismo ultramontano es otro de los uniformes para la invasión militar o la explotación salvaje, como también lo vistió el falaz socialismo y comunismo. En el contexto irracionalista, cualquier divisa justiciera sirve pretexto para sojuzgar y de parapeto para emboscar.

La intención de Benjamin era rescatar la parte nutritiva de la tradición religiosa y cultural: “Que pretendía continuar, pero en el registro laico, lo que la ecclesia catholica… bajo el inseguro nombre de “Europa”, la validez de la socialidad abstracta y universal del intercambio mercantil, de esa socialidad que resulta indispensable”[8] Con el ensueño adicional de negar para el presente capitalista el atributo universal para entregarlo intacto al futuro hipotético utópico: simple confundir el presente por un futuro intocable.

Posición del judío entonces

Sobre la ubicación del pueblo judío “George Steiner, que el pueblo judío no puede ni necesita tener ya otro territorio que no sea el libro, la Escritura,”[9] La Escritura misma es el acto del pensar, por tanto lo comunicable y lo que alcanza el pensar, la plataforma obvia de la universalidad, que se pretende colocar en la producción, bajo cierto peculiar Punto de Vista, según la explícita armazón de Lukács —que perfecciona lo dicho por Marx, para deificar al proletariado—,[10] que convierte a El capital en las Escrituras; lo cual es evidente para un judío, pero no para otros ojos.

“La identidad de la cultura judía… Es una identidad que puede ser nómada”[11]  Esta afirmación es más una concesión a Deleuze, aunque Bolívar no da contenido relevante a esa afirmación, que se pierde el contenido de lo judío.

Nostalgia por un marxismo purificado en Benjamin

El prologuista Bolívar reclama al europeísmo civilizado que: “dejaba de ser comprensible la actitud de Adorno; una actitud que compensaba la amargura y el desengaño por un sueño que se ha desvanecido —el proyecto fracasado de levantar una cultura universal de corte europeo.” La crítica se aplica al singular “comunismo” de Bolívar, el compensar la amargura del estalinismo real, por un marxismo purificado, propio para las utopías después de la utopía, para un enmascarar la propia nostalgia por lo nunca sucedido. El gesto propio de cada renovación religiosa que cuestiona al Vaticano con su milenio de oprobio y propone una nueva secta que vuelva a Cristo redentor, es decir, aquí volver a Marx y convirtiendo a Benjamin en un apóstol martirizado e incomprendido, el cual no alcanzó a mirarse en ese sentido.

Unión de utopismo y mesianismo

En las tesis de Benjamin, para el prologuista Bolívar Echeverría se hace evidente “un esfuerzo de reflexión sumamente especial que pretende reconectar premeditadamente dos tendencias… la tendencia al mesianismo, por un lado, y la tendencia al utopismo, por otro.”[12] Entonces para Bolívar “lo que Benjamin propone en estas reflexiones es lo siguiente: introducir una radical corrección mesiánica al utopismo propio del socialismo revolucionario: sacar de su escondite al “enano teológico” que es el secreto de la eficiencia discursiva del materialismo histórico.”[13]

La tesis de Benjamin posee un dejo de cansancio o desesperación, conforme que no llega un proceso revolucionario que frene al fascismo, ni de una construcción social superior a las democracias burguesas. Bajo ese cansancio, Bolívar afirma que “La percepción del mundo como esencialmente perfectible es propia del utopismo occidental.”[14] Posee una profunda conexión con “En esta historia, que se muestra dominada por el mal, vislumbra sin embargo la posibilidad de que aparezca algún día el momento de la redención, del acto o el sacrificio mesiánico capaz de integrar al mal humano en el bien universal,”[15]

Para Echeverría el “El núcleo reflexivo o el punto teórico central… el intento de mostrar que una teoría de la revolución adecuada a la crisis de la modernidad capitalista sólo puede cumplir su tarea de reflexión si es capaz de construirse al combinar el utopismo con el mesianismo haciendo que ambos se exijan mutuamente a dar más de sí mismos.”[16] A simple vista, indica que el utopismo socialista es una religión irracional... lo cual derrumba al marxismo, para convertirlo en simple consolación.

La seducción de la posición de Benjamin

Para Bolívar “esta especie de nostalgia por el presente, que ilumina al discurso de Benjamin cuando habla de lo político, hacen de él un discurso especialmente fascinante. En medio de una situación de crisis generalizada de la cultura política y del discurso político en cuanto tal, la aproximación de Benjamin a ellos, tan excéntrica, tan extemporánea, tan “fuera de la realidad” como parece estar, se enciende con una capacidad desbordada de irradiar sugerencias, y adquiere una capacidad de seducción inigualable.”[17] Entonces, Bolívar Echeverría, encuentra cierto moralismo por lo imposible, curiosa confesión de partes, para una teoría que ha afirmado ser la más radical y realista posible; cuando, resulta plagada de ilusiones y espejismos evidentes. Por mi parte, Benjamin conserva una reserva de honestidad intelectual, por lo que evita la militancia en un periodo de posiciones absurdas, como someterse al stalinismo (matando a los propios partidarios) o de combatir activamente a un nazismo que rebasaba las fuerzas de un individuo aislado y débil.

Tesis I

Una de las más conocidas, siendo más una metáfora curiosa y pesimista. Revela que hubo una máquina de ajedrez que ganaba infaliblemente a cualquier humano oponente. Había un truco de mago, con un detalle desagradable: “dentro de ella había un enano jorobado que era un maestro en ajedrez y que movía la mano del muñeco mediante cordeles”[18] Resulta que el jugador infalible, pero engañoso, es el “materialismo histórico”; simultáneamente una maravilla y un engaño. Curioso que en ese contexto haya un ensueño que materializaría décadas después con las súper-computadoras de juego, inaugurado con Deep Blue ganando una partida al campeón mundial de ajedrez Kásparov.

El engaño es estilo antiguo: hay un enano que es maestro de ajedrez, moviendo el tablero y fingiendo que es el autómata. Ese enano maestro lo atribuye Benjamin a la teología, la cual describe como “pequeña y fea” que se esconde bajo el marxismo. Aquí, la teología es una antigua trampa, contrahecha pero eficaz para ganar… ¿Dónde estaba esa religiosidad fea en el marxismo? Pronto se denominó “culto a la personalidad”, que se arrodilló ante Stalin, pero se disfrazó de marxista-leninista.

La ventaja de las metáforas raras es que señalan demasiado y escasean en su conceptualización. ¿Realmente la teología gana en todo? Sería temerario el afirmarlo, en cambio, el fascismo estaba ganando la partida; el viejo enemigo (el liberalismo) se convertía en refugio (hacia donde intentó escapar). Estas tesis deben haberse escrito próximas a 1940, cuando ya había un asunto tan ignominioso y jorobado como el pacto Hitler-Stalin. Los viejos admiradores de la revolución, cuando no estaban cegados, estaban colapsados de horror con ese pacto de opuestos, y Benjamin era de los últimos.  

Hagamos un juego freudiano con esta metáfora. La metáfora del autómata ajedrecista se ha conservado por otra ventaja: parece un sueño de locos. Mezclando la máquina y el falso humano (el androide de la época temprana, simple títere que simula vida); el enano deforme que provoca un asco, mientras resulta de una eficacia impresionante; el débil resulta fuerte… Además, el humano normal está fuera, porque explícitamente será el jugador perdedor. La visión edípica resultará muy confortada: el enano es el niño y gana, pero se esconde; el padre es el humano externo y perdedor; la máquina con sus espejos falsos y cordeles es la madre infalible, pero manipulada por el hijo. La alianza es interior, el niño se esconde en la máquina materna y atormenta al jugador padre, inventando un adulto falso que lo protege. Con el ardid, el niño-enano siempre triunfa, el padre-jugador siempre pierde, el autómata-máquina-maternal siempre gana y esconde al niño interior[19]. Sin embargo, ese esquema edípico no es perfecto, el niño-enano siempre es feo a cambio de su ganar; el autómata madre siempre depende del aspecto feo del niño, que hace trampa. La inmoral trampa gana, la justicia nunca se logra. El niño permanece culpable y escondido; en una zona confortable, pero sin lograr jamás decir lo básico: “yo soy quien gana”. La madre autómata se mantiene con una mascarada falsa, atormentando al jugador-padre, que siempre es remplazado (es una serie de padrastros). En la felicidad de ese triunfo hay una trampa que jamás se confiesa, por tanto, el triunfo nunca es definitivo, debe repetirse bajo el mismo engaño; una loca carrera de satisfacciones vicarias, pero reales[20].

A nivel teoría el juego consta únicamente de dos niveles: marxismo y teología, que está unidos por un engaño. La invencibilidad del marxismo, aquí Benjamin la reduce a un ardid teológico. La afirmación, a primera vista resulta muy desconcertante, y más cuando se supone proviene de una especie de “marxista”. El señalamiento de que Marx hizo una religión casi siempre proviene de enemigos acérrimos de su teoría; al contrario, Marx parecía haber sido el gran materialista radical, quien derrumbó el “opio del pueblo”[21] de las religiones y abatió el “fetichismo” de la mercancía[22]; movilizando al fantasma del comunismo[23]. El argumento de Benjamin parece apuntar hacia una “inversión” de Marx para declararlo religión, es decir, un símil con lo que pretendió Marx sobre Hegel. ¿Un seudo-materialismo con corazón teológico? Algunas teorías sí lo han planteado así, en especial, una curiosa de Jorge Cuesta, señalando que la materia ocupa el sitio de Dios: eterna, inmutable, omnipresente y omnisciente, luego la teoría deviene en religión de Estado[24]. Tardaría hasta un Marcuse para sustentar una especie de teoría en ese sentido[25], pero más hacia Stalin y no directamente contra Marx.

Tesis II

A su propia tendencia mesiánica la señala como débil, surgida desde un eco del pasado; abandonando la línea usual del marxismo-leninismo sobre un futuro radiante para la humanidad; aunque justifica bajo la suposición que las generaciones pasadas pusieron una esperanza en las presentes, es decir, los antepasados pusieron una débil esperanza de redención en el presente. Resulta una extraña versión para justificar un presente de redención, sustituyendo al proletario presente por el antiguo. ¿Tendencia del historiador a justificarse con el pasado y dedicándose a revivir a los muertos? Al parecer sí.

De hecho, lo compara con un cortejo a la mujer actual y que tienen “hermanas que ellas ya no llegaron a conocer”. Acontece otra cadena de amores curiosa; aquí, la “amada fantasiosa”, esta acompañada por las hermanas muertas (las generaciones pasadas). Curiosa conexión, para complementar la primera máquina. Aquí las hermanas desconocidas parecen ser más celestinas fantasmas que chaperonas (inhibidoras) de las citas; sin embargo, eso confiere una “débil fuerza mesiánica”.  

Cuando juntamos esta metáfora de la tesis II con la I, se completa una rara familia edípica: frente al primer triángulo del niño-enano escondido para ganar, se suman las hermanas fallecidas que permiten una cita, pero el resultado evoca una “débil fuerza”, lo cual debería ser atributo de vejez, no para el cortejo.

Tesis III

Benjamin señala al cronista que no distingue entre acontecimientos “grandes y pequeños”, una condición verdadera, pero no en su actualidad, sino para un tiempo extraño. Esa falta de separación entre “grandes y pequeños” corresponde a una verdad exclusiva de un sujeto preciso que es “la humanidad redimida”. Ese sujeto colectivo de la “humanidad redimida”, corresponde a un concepto amado por el marxismo, ahí si un estado supremo desde el cual imagina su superioridad moral y la realización de sus creaciones. Benjamin argumenta que ese sujeto colectivo adquiere lo que en broma se llama un “súperpoder”, que es volver “citable su pasado en cada uno de sus momentos”. Tomando textual ese argumento, más bien cabría señalar que es una ensoñación feliz del historiador profesional, que se convierte en el gran apropiador del tiempo pasado: hacer citable cada momento pasado, sea grande o pequeño. Esa perspectiva del sujeto “humanidad redimida”, lo convierte en un tiempo, al que denomina “Día del Juicio Final”. En este sentido, el final de los tiempos del mesianismo, lo coloca como un súper-poder del sujeto colectivo para recuperar todos los tiempos: un happy end para el historiador.

En estricto sentido, ¿quién es capaz de recuperar todos los acontecimientos “grandes y pequeños” del pasado? En estricto, nadie es capaz de pescar con esa red todos los peces incluso él mismo convertido en pez; la recolección de todo lo pequeño desborda a cualquier red histórica. Pero, entonces porqué sería importante ese “ideal” de salvar todo pasado. Hay un anhelo de integrar y una especie de superioridad absoluta del punto de vista. Esa paradoja de un punto de vista y acción privilegiado está presente en Para una crítica de la violencia, un tanto camuflado, pero ahí late[26].

Tesis IV

Benjamin asume que la lucha de clases se concentra en conseguir lo elemental de alimento y sustento, pero argumenta en favor de lo otro que no está ahí. Aquí, el pensador pareciera defenderse ante una culpa asumida, que el filósofo historiador no se ocupa del pan y la sal sino de asuntos más “elevados”, que no están empatados con una emancipación proletaria.

Para un discurso marxista clásico de esa época, la única lucha justificada es la proletaria por su pan y sustento, ya que la expropiación universal está en curso. El historiador del arte necesita justificar cuando no acude de rodillas a la trinchera proletaria y aquí Benjamin expone su argumento para defender las “cosas finas y espirituales”, porque se forman “de confianza en sí mismo, de valentía, de humor, de astucia, de incondicionalidad, y su eficacia”. Afirma que hay algo valioso en esas delicadezas. Como respondiendo a una acusación, Benjamin defiende sus amadas emanaciones del arte y la cultura, como flores. Argumenta que el discurso de la lucha de clases (el marxismo) “Como las flores vuelve su corola hacia el sol, así también todo lo que ha sido, en virtud de un heliotropismo de estirpe secreta”.

Siguiendo con la familia edipizada del relato: entonces el pretendiente (el niño-enano) que le hace ganar juegos a la máquina autómata, ahora está interesado en cortejar, así que lleva el ramillete de flores. El gesto está escondido, pero lo justifica un “heliotropismo” secreto. Una observación sutil y correcta de la biología, aquí se convierte en justificación para estudiar el arte. Pero ¿por qué habría que justificarse cual una falta de hereje ese feliz y maravilloso trabajo de estudiar el arte o la historia? Porque Benjamin ha asumido la culpa del “materialismo histórico”, la culpa de la leyenda del gran despojo al proletario del que todos son culpables, en la mayor medida. Entonces el niño-enano debe servir a la causa de ganar juegos de ajedrez (argumentar falacias para ganar torneos mentales) y engañar a los padres (apropiadores, capitalistas) que se frustran y se van. En el intermedio, el niño culposo consigue algunas flores para agradar a la chica que ama, porque las flores miran al sol. ¿Cuál es el sol?[27] Un segundo padre, que ha escapado de ciclo de los engañados y es la pareja de ese autómata ajedrecista; es el inventor de las reglas del ajedrez, una especie de mega Padre-Dios de bondad que ha diseñado una redención: un Sol mayúsculo más allá del sol minúsculo. Sin embargo, de nuevo Benjamin asume una condición secreta para ese entregar flores a las chicas agraciadas, y debe volver a la función del enano-niño que secretamente genera las jugadas del autómata (la cual, en estricto sentido, no gana, porque hace trampa).

Tesis V

Benjamin alude a la velocidad, que provoca la escapatoria de la historia. Él se presenta contra el historicismo, teoría de la historia que cree haber atrapado al tiempo fugaz, y rechaza a de Gottfried Keller.

La sensación de vértigo ante la historia resulta propia del anti-modernismo, por más que no supongamos que Benjamin lo sea con claridad; pero sí es un rasgo de los conservadores y nostálgicos[28]. ¿Qué otra cosa resulta con el historiador de vocación o profesional? Dedicarse a mantener la vista atrás no hace que el presente vertiginoso y el futuro incierto sean los tiempos favoritos del historiador y del nostálgico. Termina la tesis de Benjamin: “Porque la imagen verdadera del pasado es una imagen que amenaza con desaparecer con todo presente que no se reconozca aludido en ella.”[29]

La crítica del lector: el instante veloz como la amenaza para la historia. ¿Quién se siente amenazado por la velocidad misma? El rústico, el moroso, el lento, el apático… A Benjamin el presente le parece aliado con el bando ganador (hasta ahora lo ve como “la clase dominante”) y por tanto con vocación para llevarse también al pasado, el pasado está por quedar hurtado en el presente. // El filósofo de la historia, Benjamin declarara su disgusto por la velocidad sonaría congruente; pero, simultáneamente, pretende ser parte del coro de los “profetas del futuro”. Entonces Marinetti (del Manifiesto futurista) sería el antagónico antagónico de WB, sin embargo, el cambio posee una problemática densa que la velocidad oculta: para la persona el cambio es salto, metamorfosis y transformación profunda. El cambio cualitativo, desde el más pequeño y sutil hasta el más hondo queda oculto por la velocidad interpretado como simple aceleración que oculta al propio cambio. La impresionante ventaja de Hegel frene a Marx es que no requiere de una velocidad portentosa para entender cada cambio sutil, en los despertares y oscilaciones de la conciencia[30], los sentidos físicos, las tramas sociales, demostrados grado a grado en su Fenomenología del espíritu[31]. En cambio, Marx, quiere un salto espectacular y único llevado por una locomotora (la máquina más veloz conocida en su siglo XIX) con la esperanza que con un único viaje (un final terrible de revolución violenta) se llegue a una estación estabilizada, como lo descubre Marshal Berman, cuando descubre que tras la revolución Marx sueña el final de las contradicciones y su movimiento, así, un soñador de nuevas estabilidades[32]. La dialéctica hegeliana permite muchas velocidades, en cambio, Marx propone un modelo de viaje alocado y llegada a la estación, caso de locomotora[33]; por un movimiento acelerado que oculte todos los demás movimientos, por tanto ha servido para las mistificaciones del movimiento.  

Tesis VI

Además de desagradarse con la velocidad (o con alguna variedad veloz) se lamenta que “la tradición” está bajo riesgo de quedar expropiado por la clase dominante, lo señala como una tarea para “arrancar” la tradición de las manos de la clase dominante. ¿Cuál ese valor de la tradición? En simbolismo nacional, la tradición suele ser la patria y sus aromas rurales. ¿A eso se refiere Benjamin? Curioso resultaría que la “teoría revolucionaria radical” (marxista) se ocupe de rescatar a la tradición y hasta salvar a los “muertos”. Pero sí lo señala textual Benjamin: “tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence.” Resulta curioso que no sea Cronos el que está venciendo en el tiempo y que el pasado no sea cubierto por un sudario, sino que está vivo (tradicionalismo vital) y que está a punto de ser robado o expropiado. Una famosa frase de Marx, para señalar el desdén revolucionario por el pasado, es una bíblica donde anota que “los muertos entierren a sus muertos” (El 18 brumario de Luis Bonaparte). Lo señalado por Benjamin se coloca en la antípoda: salvemos a los muertos regresado a un estado próximo a los vivientes; él regresaría por los zombies.

Tesis VII

Aquí Benjamin radicaliza su postura hacia una izquierda más próxima al pasquín (en cuanto, levanta la piel del pasado, para afirmar simples tripas sin distinción), por cuanto agita la indignación sobre los oscuros pasados de los vencedores, convertidos en cultura de oropel.

Benjamin rompe lanzas contra un historiador consolidado en Francia del siglo XIX, llamado Numa Denis Fustel de Coulanges, quien tuvo su obra más afamada en La ciudad antigua, estudio sobre la polis griega y romana, centrada en las relaciones entre sus sistemas religiosos, instituciones políticas y de propiedad. En principio, Benjamin lanza un ataque tímido hacia la empatía o falta de ésta, hacia los actores del pasado; a Fustel lo señala como falto de empatía o apático (manera de tildar una pretensión de objetividad en Fustel que no le agrada a WB). Señala que el “materialismo histórico” (seguramente Marx y/o Engels en algún pasaje textual) ha roto con el procedimiento de Fustel, y esto se debe a una empatía. En un salto como de maroma de circo, esa “apatía”, la convierte WB en otra emoción, para citar aprobatoriamente a Flaubert, el novelista de Cartago, que señala su honda tristeza al tratar ese tema. Anoto la curiosidad, de que Flaubert es novelista y nunca pretendió en su drama Salambó el retratar con fidelidad a Cartago, por más que empleara las técnicas realistas[34]. Al regresar a su terreno WB dice que el historiador historicista está en el terreno del vencedor, entonces la observación de WB, se convierte en acusación, pues afirma que el historiador como Fustel, tiene “la empatía con el vencedor”. Debo notar que WB afirma esto más en general, no únicamente para el caso Fustel, sino aplicado a todos los “historiadores historicistas”. Ahora bien, sin transición alguna salta hace una tercera síntesis, por la cual pasa de la victoria al saqueo y una cuarta, saltando del saqueo hasta la cultura misma, interpretada como en el peor maoísmo durante la llamada “revolución cultural” (por agazapar una atrocidad): “No hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de barbarie.”[35] Por este apresuramiento de falacias montadas por WB convierte a “toda cultura” en un acto de barbarie y opresión, con un extremismo más propio de los guardias revolucionarios de Mao, que no proviene de erudito Marx ni del bohemio Engels. Congruente con sus premisas, WB señala que entonces la historia del marxista repudia la cultura y su transmisión, inventando una tarea diferente el historiador, que metafóricamente “Mira como tarea suya la de cepillar la historia a contrapelo.” El cepillar a contrapelo define una operación del caballerango con las pieles de los caballos, una tarea que respeta al animal. Operar a contrapelo proporciona una limpieza más profunda, pero no termina la operación, luego viene el peinado normal.

Crítica legal: el principio jurídico y humano señala que los hijos no son responsables por los crímenes ni deudas de los padres, por tanto, quedan liberados de las faltas de sus antecesores. En ese sentido, el argumento de WB, —común en el marxismo y alguna religión (matar a los hijos de los infieles)— representa un atropello al derecho, a la lógica, a la historia y a la misma cultura. Por cultura se entiende una herencia general (en saber, arte, facilidades, refinamiento) que muchos otros pueden disfrutar, más allá de quienes la generaron; por eso cultura es generosidad. Ahí está el sentido profundo de la cultura: bienes que se dispersan en beneficios entre millones de seres humanos y a través de las generaciones. El contrapelo de esta versión hipocondríaca de WB grita que “pero el patricio romano oprimió al plebeyo y éste azotó al esclavo”; entonces, el hipocondríaco encuentra una enfermedad hace dos mil años y quiere revivirla[36]. A esta versión de la continuación de las culpas de WB conviene señalar que parcialmente está en Marx, pero no tan radical como lo planteado; pues, el bien cultural no lo radicaliza Marx como una cosa bárbara y sangrante por siempre, sino que esa cadena perpetua lo deja Marx para el “valor-trabajo”, dejando esa radical maldición para el capital[37], pensado como valor que se valoriza, fruto del despojo del proletario. Frente a la creación cultural, como el arte y la literatura, Marx y Engels no extienden ese argumento de la cadena del pecado conservada metafísicamente. Ese concepto irracional sí es más de tipo religioso, como el manejado por el catolicismo en el “pecado original” que no se borra por las generaciones, excepto en la redención del Salvador. Para WB toda riqueza y cultura deviene en pecado original, imposible de lavarse sin un “reino de los cielos” establecido en la tierra.

Crítica animal: resulta curioso que el remanente de lo valioso perdido en la historia pretérita para rescatar, la imaginación de WB lo vea como un animal, para cepillar de modo terapéutico. La conexión psíquica que señala desde el comienzo con un niño-enano, aquí ha evolucionado a un adulto, que, sin contraparte humana, se solaza con el beneficio y contacto hacia la parte animal, en especial, la equina. El contacto profundo con la parte animal importa desde el alba de la humanidad, hasta lo oscuro de la psique, por eso el totemismo es tan estable, en El pensamiento salvaje[38].

 Tesis VIII

Con pesimismo, Benjamin señala que la barbarie fascista que padecen, no es la excepción sino “en verdad es la regla”. Pesimismo ante su experiencia democrática, que señala cual excepción en la cual no confía. Cree que el fascismo (y sus variantes) es la regla para la historia.

WB asume que está luchando contra el fascismo, señalando que esa lucha es “nuestra”. Enfrenta al argumento del progreso, reiterando que el fascismo no es excepción, sino que el progreso es la rareza. Resulta curioso negar una escala del tiempo para sustituirla por el “mileniarismo”[39], aunque suena a mascarada de la (ilusión de) Revolución.

Tesis IX

Esta metáfora histórica basada en un cuadro de Klee ha sido la otra más célebre de Benjamin, en parte, por ligarse con su tragedia personal. En su huida, WB atesoraba ese cuadro de Klee con la esperanza de obtener dinero para financiar su escapatoria. Sabemos que, en esos momentos de urgencia, el arte resulta difícil de vender[40].

Siendo rigurosos, la interpretación de Benjamin no implica apegarse al dibujo mismo, al contrario, el cuadro mental que WB comparte es uno muy diferente al pintado por Paul Klee[41], y sirve como la metáfora más poderosa, recordada con cariño por los admiradores del historiador.

La imagen en sí del ángel rompe en la forma (estilo naif de Klee), aunque mantiene en la semiótica las pautas tradicionales, con las alas y su afinidad aérea; mientras su originalidad está en el argumento añadido y por la fantasía de Benjamin para su desplazamiento, que retrocede de espaldas[42]. El aspecto y detalles avanzan hacia una personificación, en un paso más, una metáfora de Benjamin recrea un personaje al que da el nombre de “ángel de la historia”. Este avance en la teatralidad se logra mediante la descripción del ángel (novus): “Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas.” Hay ojos y boca que incluyen gestos bajo una interpretación subjetiva que otros no verían. El gesto de “ojos desorbitados” indica una reacción ante lo extraordinario, una emoción excesiva que atraviesa las ventanas del alma. La “boca abierta” es un gesto más usual, que aquí es fácil asociar al pasmo o al gritar. Los ojos y boca están plasmados en un rostro que voltea hacia el pasado (acto de la historia misma). El gesto de las alas angelicales “tendidas” resulta difícil de catalogar, en cambio, la descripción del vuelo arrastrado por el huracán señala el dramatismo de una fuerza irresistible. Benjamin agrega las emociones para este personaje “ángel de la historia” que son el querer detenerse y “recomponer lo destruido”, esto porque mira una “catástrofe única” que acumula “ruina tras ruina”[43].

El argumento original es una especie de movimiento hacia atrás, como señalando un tiempo invertido, una acronía extraña. A la imagen WB le agrega dramatismo señalando que el viento es un huracán que lo arrastra hacia el paraíso, señalando un absurdo: el arrastrarse inverso hacia el espacio perfecto (la zona teológica). Curiosamente, el huracán adquiere también un sentido de personificación cuando se vuelve el antagonista con el ángel; la dinámica del movimiento la impone el huracán, el cual posee fuerza que se impone al ángel, y además una direccionalidad que va desde el mítico paraíso hacia el futuro. A ese huracán, Benjamin le agrega un nombre que lo convierte en personaje, lo llama “Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso.” La descripción de este personaje (personalización de una típica fuerza natural del viento embravecido) se complementa con una geometría-geografía de dos ejes. El eje horizontal aéreo: movimiento desde el paraíso hacia el futuro empujando al ángel. El eje vertical terrestre: desde el suelo se acumulan las ruinas, pues “el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo”. Estos ejes del escenario descrito se cruzan (recordemos la cruz cristiana) y en sus extremos están los portentos de la religión (paraíso, cielo) y la materia (desde la tierra las ruinas del pasado que acumuladas son un anti-portento).  

Crítica teórica en defensa del progreso (o decadencia): Esta es la más celebrada metáfora de Benjamin, y con suficiente razón. Posee muchos méritos de elaboración literaria y teatral, con personaje y escenario. El problema es que no viene un argumento para sustentar su posición teórica insinuada, al contrario, abre un abismo entre la teoría a defender (materialismo histórico o marxismo) que presume ser radicalmente transformadora (por un cambio revolucionario, montar una locomotora de la historia) para colgarla de una tesis harto metafísica, que es la unificación de todo pasado en un único montón de ruinas, con lo cual se entra en una teología de redención[44] contrapuesta al materialismo estricto que WB afirma profesar. El argumento de WB tiene un doble filo si lo observamos como una máquina extraña[45], que por una parte produce la columna de escombros subiendo hasta el cielo, y en el otro el huracán (columna horizontal) que produce alejamiento del paraíso (anti-objetivo, alejamiento de la condición primaria ideal) y la sensación de horror asombrado en el ángel, convertido en impotente espectador, en ruta del progreso, convertido en una dirección del anti-paraíso. En esta doble maquinación, sucede que opera una inversión del deus ex machina (la grúa que tae al dios para un final feliz del teatro griego). De modo curioso, la máxima separación imaginada (paraíso-horror sucedido; tierra de ruinas acumuladas-cielo inalcanzado) se mantiene unida en ese movimiento del viento, movimiento de ruinas acumuladas, movimiento del ángel, ánimo y vista del ángel viendo el paraíso perdido y las tierras arruinadas; entonces, se reúne la máxima separación sentida, junto con una unificación trágica. Este cuadro dramático, en sí mismo, sugeriría una tragedia eterna, pues el protagonista ángel es impotente, el antagonista huracán no encuentra obstáculo, el detritus ruina no tiene un límite imaginable. En una mentalidad religiosa pesimista el cuadro es un dechado de perfección, nada queda por hacer. En un discurso revolucionario marxista, ese cuadro es un injerto extraño; aunque la crítica externa al marxismo ha mostrado mecanismos de religiosidad, conservadurismo, etc., que no son adecuados al núcleo revolucionario, pero que sí sirvieron perfectamente para la instauración conservadora del estalinismo y el maoísmo[46]. Anoto que WB siempre manifestó su mejor intención, mientras que el empleo de la metafísica en el estalinismo fue una práctica perversa para monopolizar el poder contra los proletarios de carne y hueso.

Tesis X[47]

Síntesis: La regla conventual de meditación era para alejarse del mundo, para WB esta regla aislacionista le semeja al fracaso de la socialdemocracia alemana.

Tesis XI

Síntesis: Los fascistas aplastan a todos, pero la debacle socialdemócrata fue por confiar en progreso, su base de masas e insertarse en aparato de Estado[48].

Síntesis: Conformismo cáncer de socialdemocracia, con falaz creencia que nadaba con la corriente, ganado con más trabajo (enriqueciéndose así). Mejorar trabajo para dominio sobre la naturaleza es marxismo vulgar.  

Tesis XII

Síntesis: “El sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida misma”[49], se alimenta más del recuerdo de esclavitud que del futuro liberado.

Ironía inevitable: Tesis clave del marxismo político, que empuja hacia el absurdo ¿Escuchas la voz de esa persona en este mismo cuarto?  

Tesis XIII

Síntesis: Para WB la teoría socialdemócrata se basó en la idea de un progreso sin término, representando un avance humano sobre un tiempo lineal y vacío.

Tesis XIV

Síntesis: WB para defender su “tiempo del ahora”, refiere a la acción de Robespierre recuperando a la antigua Roma “que él hacía saltar del continuum de la historia.”[50] Liga actuación de la moda (con una metáfora de salto del tigre) con la pura revolución, “salto dialéctico que es la revolución, como la comprendía Marx.”

Tesis XV

Síntesis: El salto de la historia se refleja en imponer un nuevo calendario, como lo hizo la Revolución Francesa. Benjamin cita con jocosidad una anécdota de disparos contra los relojes de las torres en la Francia revolucionaria[51].

Tesis XV

Síntesis: WB afirma, con temeridad, que el marxismo posee un concepto del presente sin continuidad, que detiene el tiempo.

Crítica desde la economía política marxista: La teoría del valor es el extremo de continuo del tiempo, pues vuelve sólido cada segundo trabajada, que jamás desaparece en el intercambio. Este tiempo de ruptura, implica tirar al retrete a la teoría del valor-trabajo de Marx. Aquí WB dibuja un anti-marxista al extremo; aludiendo a una revolución absoluta, con su propio tiempo milenario (religiosidad naif).

Tesis XVI

Síntesis: WB ataca al historicismo y defiende al “materialismo histórico” en términos que denotan furia. A esa escuela histórica la llama “burdel” y al clisé “hubo una vez” lo considera una “puta”, al parecer, porque afirman la intocabilidad del pasado. Par WB el marxismo muestra su hombría generando su “salto” que es la revolución.

Ironía psicológica: Este acceso de furia, merece un mayor estudio ¿Qué sucede con ese horror ante la lubricidad de una teoría histórica?

Tesis XVII

Síntesis: Critica al llamado historicismo que crea una historia universal sin estructura, simple adición de hechos, por tanto, una acumulación inútil. WB contrapone al materialismo histórico[52], únicamente, al considerar que provoca una detención de lo pasado y por una “mónada” que es la ruptura absoluta.

Tesis XVIII

Síntesis: WB afirma que la lucha de clases sintetiza su “tiempo mesiánico”.

Por otro lado, elogia la aplicación concreta y las respuestas concretas, al parecer, es una referencia a Lenin[53], con su política realista, común pretexto para el oportunismo estalinista, bajo la ilusión de que todo momento trae una oportunidad revolucionaria.

Tesis XIX

Síntesis: WB cita a un biólogo con la feliz metáfora de las escalas del calendario de la vida orgánica del planeta frente al breve calendario de la civilización, los cinco mil años del homo sapiens equivalen a un segundo. Le provoca a WB una escala instantánea donde se vale su tiempo mesiánico vale.

Calendario famoso por retomarlo Carl Sagan, como el calendario cósmico[54].

Reflexión: El calendario es un instrumento intelectual sofisticado, aunque su utilidad resultó evidente hasta que se consolidó la práctica agrícola, requiriendo de esa unión entre observaciones astronómicas precisas, medios de registro (incluso escritura) y manejo matemático. El calendario diseña una máquina del tiempo anterior al reloj, pero independiente de éste. La relación entre calendario y reloj resulta laxa. La mejora continua o revolucionarse del reloj no afecta directamente al calendario y viceversa. La relación del calendario con los fenómenos de las estaciones sí adquiere una conexión clave. Las mayores disyuntivas para los calendarios ha sido adaptarse a la precesión de los equinoccios (solar) o seguir las fases de la luna, siendo que el calendario Gregoriano unifica ambos principios, juntando un año solar de 365 días y meses aproximados a las fases lunares. El ánimo de WB apunta hacia un gesto milenarista de refundar calendarios y otro gesto revolucionario de balear las torres de relojes, cuando él enfatiza tanto en la excepcionalidad milenarista. El argumento que desmiente a este Benjamin, está en el hecho de que la mayor preocupación de los asoladores de calendarios[55], únicamente se contenta en colocar un nuevo año 1 y pegar rótulos nuevos a los meses. El calendario de los jacobinos franceses fue más una parodia de etiquetas superpuestas que una auténtica modificación. Incluso Marx se burló de la teatralidad de los revolucionarios burgueses de Francia[56], y eso pareciera omitirse.    

A manera de conclusión

En cuanto Benjamin aborda una apología del materialismo histórico para oponerlo al marco del historicismo entra en terrenos pantanosos, donde plantea pocas interesantes metáforas y presenta desafíos intelectuales, que se ahogan en su propio suelo. Tres metáforas han adquirido celebridad merecida, aunque no han resultado en un diálogo intelectual. Lo anterior procuró levantar elementos para dialogar con sus Tesis de filosofía de la historia, por más que aportan poco para la teoría y discusión intelectual. La metáfora del “ángel de la historia” resulta entretenida y permite estirarla en diferentes direcciones. La metáfora del autómata ajedrecista se presta para las interpretaciones psicológicas. El calendario condensado, aunque sea un préstamo, sigue siendo un fermento interesante para ajustar las escalas del pensamiento.

Los temas sobre una crítica al progreso y la exigencia de contar con estructuras adecuadas para interpretar la historia resultan significativos y se insertan, por ejemplo, en el diálogo sobre la posmodernidad. Hay un potencial conflicto entre basarse en el progreso y sostener la revolución radical; clara disyuntiva entre un continuo y la opción de la ruptura[57]. El esfuerzo por injertar una aportación teológica (enfocado en el tiempo milenario) en el cuerpo del marxismo, resulta errático frente a Marx, mientas es adaptable ante las fábulas estalinistas, termina por ser escandaloso para un análisis más mesurado.



[1] Benjamin, Para una crítica de la violencia. Suele malinterpretarse como una crítica ética a toda violencia, cuando no lo es, siendo una sutil elaboración sobre la excepcionalidad de la “violencia de los oprimidos”, asimilando de nueva manera la noción revolucionaria. Sin embargo, como él también fue pacifista se evidencia una dualidad implícita.

[2] Perry Anderson, Modernidad y revolución. Algunos celebran que Benjamin se apartara de la idea de “progreso”.

[3] A modo de adivino, el propio Marx se burló de la “sagrada familia” que se establece entre el líder pensador y sus seguidores, refiriéndola a Bruno Bauer, pero también a GWF Hegel, que irónicamente se repetiría contra él mismo en un nivel caricaturesco y en estricto sentido trágico, cuando él se convierte en el pretexto para una avalancha de atropellos y vilezas de sus seguidores cuando adquieren en poder político, aunque sea en escala mínima. Marx y Engels, La Sagrada Familia o crítica de la crítica crítica de 1843.

[4] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, en Introducción en Walter Benjamin Tesis sobre la historia y otros fragmentos.

[5] A veces, hay un excelente rescatista, que engrandece a las figuras. ¿Qué es Vasari el gran comentarista del Renacimiento? ¿Qué sucede con Stendhal el monumental comentarista del Renacimiento? ¿Cómo logran Deleuze y Guattari posicionar Artaud tras un programa censurado? ¿Qué convierte a Van Gogh en un notable autor a partir de las cartas a su hermano Theo?

[6] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 6.

[7] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 9-10.

[8] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 10.

[9] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 10.

[10] La radicalidad de Historia y consciencia de clase empezó pronto a molestar a los camaradas comunistas, que terminaron censurándolo y obligando a Lukács a entrar por el camino infernal de las “autocríticas”.

[11] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 11.  Para Deleuze y Guattari el “nomadismo”, implica todo un programa socio-político, señalando un sesgo que sustituye la visión del sujeto revolucionario proletario, cambiado al “nómada” moderno, desplazado por el sistema. Véase “La máquina de guerra” en Mil Mesetas.

[12] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 12.

[13] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 13. Convierte en un elogio, lo que evidencia un problema trágico, pues el estalinismo y posteriores dictaduras que pretende seguir el marxismo, operan como “teologías laicas”, en plena contradicción, que afirman un dogma que es insostenible; cuando la única forma de sostenerlo proviene del truco teológico: convertirlo en palabra de Dios. La denuncia la hace bien Marcuse en El marxismo soviético.

[14] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 14

[15] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 15.

[16] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 16. El malabarismo de combinar un doble error conceptual, para “esperar” que opere un acierto, resulta insufrible.

[17] Bolívar Echeverría, Benjamin, la condición judía y la política, p. 17. Como demostraré adelante, la capacidad metafórica de Benjamin sí existe, pero es más literario-metafórica, sin mayor sustento teórico.

[18] Benjamin, Tesis sobre filosofía de la historia, p. 1

[19] Esta retorcida imagen de WB, también cabe interpretarse en términos de una fantasía de mascarada proletaria: el genio enano es el intelectual que sirve de proletario, para las satisfacciones ajenas del padre burgués y la madre máquina, un sistema que explota al cognitario y permite su operación a cambio de su esclavitud. El fluido es el saber no el valor-trabajo y su pago es la sociedad del espectáculo. Comparable a la teoría de Baudrillard, en Cultura y simulacro; explicando el espectáculo como simulacro en “La precesión de los equinoccios”.

[20] La “loca carrera” es un concepto de fenomenología del sentido, con filo muy literario de Deleuze en su Lógica del sentido, aplicando desde el conejo de Alicia.

[21] Desde La sagrada familia se observa un esfuerzo por desmontar toda religión y deshacer el reino del cielo en la tierra como una falsa consolación.

[22] El capital, desde el capítulo 1.

[23] A partir de El manifiesto comunista.

[24] Jorge Cuesta, Ensayos.

[25] Marcuse El Marxismo soviético y Caminos de utopía.

[26] Ese título de Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia, provoca equívocos y lecturas superficiales; pues, bajo se finura intelectual, sostiene que la violencia de la clase revolucionaria es permisiva, frente a la cadena de las otras violencias, en general, tan condenables. Resulta memorable, su definición inicial como cruce entre acción física traspasando la regla moral, pero en adelante se enreda en la excepcionalidad. ¿Qué el fascismo no invoca la excepción de su violencia justificada por su raza o su nación únicas? El proletariado revolucionario es otra invocación a esa excepcionalidad violenta, que termina siendo una bandera pervertida en las manos del tirano de ocasión. Trotsky casi se da cuenta de ello en Su moral y la nuestra, cuando critica el principio jesuítico de separación entre medios y fines, como un absurdo.  

[27] En la República, con su metáfora de la caverna, generatriz de tantas otras metáforas del pensamiento, se descubre que el Sol resulta imposible de mirar directamente, de ahí tantas dificultades. Las flores de Benjamin, afirma que son heliotrópicas, orientadas al sol; pero la luminosidad constantemente escapa de todas sus metáforas: bajo la mesa (otra caverna), el huracán que no permite moverse, etc.

[28] Resulta significativo, que en una nota sobre la historia de WB, se confiese su anhelo anti-revolucionario: “Marx dice que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero tal vez se trata de algo por completo diferente. Tal vez las revoluciones son el manotazo hacia el freno de emergencia que da el género humano que viaja en ese tren.” Benjamin, en sus notas y variaciones sobre las mismas Tesis sobre historia, en el archivo Ms-BA 1100.

[29] Esta tesis de Benjamin invita a una radicalidad, que únicamente es contestada por la literatura. Por ejemplo, Borges explica en Otras inquisiciones, que levantar murallas y quemar bibliotecas son gestos unificados por el emperador chino, que revelan una complicidad en ese intento de detener el tiempo.

[30] La interpretación de Ortega y Gasset del efecto hegeliano es una paulatina aceleración del tiempo histórico, adelantado al ritmo de generaciones cada quince años.

[31] Véase, Ramón Valls-Plana, Del yo al nosotros, cuando interpreta a Hegel como pura inter-personalidad, movimiento de las existencia humanas.

[32] Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire.

[33] La otra gran metáfora de Marx sobre la revolución es la partera de la historia; entonces también funciona esa dualidad: rápido el parto, y luego una gran estabilidad en el individuo.

[34] Flaubert expresa una honda tristeza por Cartago destruída, reflejada en Salambó.

[35] La acusación contra la barbarie fue un argumento que atravesó los milenios desde los antiguos griegos enfrentando a sus vecinos, con lenguaje incomprensible. Benjamin salta el argumento para plegarlo a todo occidente; imitando un argumento de Engels en El origen, de la familia, la propiedad privada y el Estado.

[36] La hipocondría moral es una vocación presente en el fascismo, tan repudiado por WB, en sus consecuencias de opresión; tal como lo muestra Fromm en El miedo a la libertad.

[37] Famosa su interpretación desde el Manifiesto comunista, pero perfeccionada en El capital, sin embargo, el término valor de Marx contiene un error metafísico, como si el valor-trabajo se conservara eternamente en lo producido.

[38] Levi Strauss, El pensamiento salvaje. De ahí que siempre haya un nivel de “humanimal” que fusiona ambos polos por más que la modernización desplaza a la naturaleza, para convertirla en algo neutral, en Adorno y Horkhimer en Dialéctica de la ilustración, cuando plantean también la “desantropomorfización”.

[39] Hobsbawm como historiador afín al marxismo, ha mostrado la recurrencia del milenarismo en los movimientos populares, marginales y hasta de bandoleros en muchos ensayos, como los agrupados en Bandidos y en Rebeldes primitivos

[40] Benjamin intentó venderlo, pero sin éxito. Esperaba lograr dinero suficiente para escapar hacia América.  

[41] La imaginación de Benjamin parece más próxima al ángel del juicio final, que se ilustra en algunas alegorías del Tarot como el Raider Wait en la carta XX, el Juicio, combinada con un huracán.  

[42] Las afirmaciones sobre el cuadro contienen interpretaciones en extremo subjetivas de Benjamin sobre el movimiento, la mirada, el ambiente alrededor (paraíso, escombros) y emociones del ángel. Algunos elementos son de plano invenciones de Benjamin: escombros, paraíso, etc.

[43] Esta afortunada metáfora de WB, resulta de una “serendipitia” del azar, porque esa obra de Paul Klee existe, fue una creación independiente que entronca a la perfección con las preocupaciones de Benjamin.

[44] En la Tesis VI Benjamin ya había colocado un comentario del Cristo y el Anticristo para ilustrar su explicación. En esa parte, parecería una incursión más casual, pero si juntamos lo ahí planteado con esta más famosa Tesis IX, entonces ya queda el sentido teológico más claro.

[45] Utilizo libremente la interpretación de Deleuze-Guattari sobre las máquinas deseantes, que separa en tantas variaciones.

[46] Un ejemplo, son tesis disidentes como disidencia polaca de Jacek Kuron y la de Rudolf Bahro en La alternativa. Más conocido es Herbert Marcuse, que revela la parálisis de los comunistas y su conservadurismo en el llamado socialismo real.

[47] En adelante intentaré sintetizar al mínimo.

[48][48] Especie de descargar la furia contra el vecino, que no te ha salvado del criminal. Sesgo trágico de la izquierda europea, que se combatió ferozmente mientras Hitler ascendía victorioso y terminaría por aniquilar a todos. La policía de Stalin también contribuyó ampliamente al truinfo de Hitler, como se puede ver en España, última advertencia o en Stalin, organizador de derrotas, de Trotsky. Para un análisis más objetivo desde la izquierda, está Claudín con su La crisis del movimiento comunista. Por ejemplo, describiendo la actuación de los comunistas franceses: “Cuando Mólotov (dirigente de Moscú que manejaba su política exterior) presenta a Francia e Inglaterra como las potencias agresoras y a Alemania animada de intenciones pacíficas, el partido hace suya esta posición, que además de falsear burdamente la realidad, es suicida en las condiciones francesas. En una palabra, el partido comunista sirve en bandeja a la reacción los argumentos ideales para presentarlo como partido de la traición nacional.” Vol. 2 p. 7.

[49] Una tesis audaz, que se convierte en su propia caricatura. Ha sido ampliamente desde la propia izquierda, en Mészaros sobre su maestro Lukács, uno de los más lúcidos para enarbolar esa teoría del sujeteo revolucionario para mirar la historia.

[50] Esta frase para aludir a Robespierre, inevitablemente evoca el mecanismo de las guillotinas que hacen saltar las cabezas. La revolución identificada con la máquina de muerte y el tigre (el adversario animal) la biología de muerte del depredador.

[51] Igual, podría señalar la idiotez extrema, semejante al incendiar panaderías para combatir el hambre, donde la violencia se imagina que destruir lleva una ganancia.

[52] Interesante la crítica de Foucault en Las palabras y las cosas, cuando demuestra que convertir toda teoría en “historia” fue un modelo obligado por el ambiente del modenismo que fue aniquilado por la nueva “episteme” del siglo XX. En el periodo, anterior todo eran “historias”, siendo la vida sujeta a la “historia natural”, la tierra bajo una “historia geológica”, buscando una “historia del universo” (aún sin explicaciones, pero Laplace la ideó que el polvo estelar se comprime para dar una historia a los planetas), y lo culmina Marx al convertir todo lo humano en un “materialismo histórico”, omni-abarcante. Entonces, según Foucault ese modelo de aplicar la “historia” a todo, está muerto en la teoría emergente del final del siglo XX.

[53] Quizá el clásico del astuto político, sea Lenin, La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, luego vuelta un galimatías de oportunismo vía los Partidos Comunistas estalinizados y dominantes en el último periodo de vida de Benjamin.

[54] Carl Sagan en Cosmos y en Los dragones del Edén.

[55] El rasgo del milenarismo, para cambiar calendarios ha sido analizado desde otro punto de vista por la fenomenología de la religión en Mircea Eliade, al comprender la temporalidad religiosa, como un eterno ahora. En Tratado de historia de las religiones.

[56] Las parodias romanas y el intento de “tabla rasa” a Marx le resultan sinsentidos, que con corresponden con su propia perspectiva revolucionaria, en El 18 brumario de Luis Bonaparte.

[57] El debate alcanzó celebridad dentro de la socialdemocracia alemana entre Karl Kautsky y Rosa Luxemburgo, en la colección titulada Reforma o revolución.