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domingo, 30 de septiembre de 2012

SOBRE “CLASEMEDIERO” Y OTRAS ANALOGÍAS DE LA MITAD

Por Carlos Valdés Martín

 Ha salido a luz un pequeño libro creado por autores de algún renombre en el mundillo mexicano; se titula Clasemediero por Luis de la Calle y Luis Rubio. Son personajes de influencia, ligados a una ideología con tintes de derecha, sin que prejuzgue su calidad. El librito resulta interesante porque intenta meter una discusión pública, sobre la imagen de las clases sociales de nuestro país y su posible comportamiento. También resulta un libro “educativo” por cuanto intenta mostrar una tesis única y hacerlo con gráficas de monitos, estadísticas, cuestionarios y resúmenes. Es decir, intenta establecer una pauta ideológica para que los clasemedieros se identifiquen con su ser y pautas, para que acepten a su país y perspectivas de clasemedieros; en ese sentido, no es casual que Luis Rubio presida CIDAC, organización de tipo difusión ideológica enfocada hacia una sociedad de mercado eficiente . Aunque me parece predomina una mezcla de empirismo y economía de culto al mercado, ponen elementos empíricos que apuntan a comprender el cambio socio-económico de las últimas décadas. Adelantando conclusiones, me parece que su tesis de la clase media creciente muestra que emerge el cognitariado en México, pues no logran definir a una “clase media”.

  El capítulo 1 donde intentar definir el ser (la realidad esencial, la naturaleza) de la clase media resulta el más débil, produciendo más preguntas que respuestas, cuando su función debería ser fundar el concepto a desarrollar. No encuentra una definición, sino que se contenta con un área, entre el sector bajo y el alto. Como ejemplo, cómico quizá, imaginemos un “médico-brujo” que nos dice que urge hacer crecer una “cosa” que esta en la mitad del cuerpo; pero como somos un paciente informado, solicitamos que nos diga qué es esa cosa para hacerla crecer. Como respuesta nos informa que es algo entre la cabeza y los pies; que esa zona es buena pues entre la cabeza y los pies sucede casi todo. Solicitamos una respuesta más específica y no la tenemos, en cambio nos recomiendan utilizar el término plural, que digamos hacer crecer las cosas que están ahí. Con su indefinición, estos autores terminan encontrando elementos muy dispares en ese sector medio, entonces deciden establecer el plural, catalogándolas como “las clases medias”, en especial, porque ahí se encuentran comportamientos opuestos y fuentes de ingreso antagónicas: tanto a los sindicalizados privilegiados y a los funcionarios de gobierno, como a los “creativos” (de ideas más avanzadas y más educados) o a los de tipo empresarial (los microempresarios), etc. En busca de una definición cita ampliamente a Richard Florida quien propone un grupo de “la clase creativa”, la cual posee más propiedad intelectual y la utiliza; lo cual se aproxima más a una visión del cognitariado. Le interesa definir el comportamiento político de las clases medias y la observa proclive a la democracia y opuesta a privilegios, a favor del estilo de vida moderno y urbano. Por último, las dos grandes causas de que surja este sector le parece a los autores que son “la estabilidad macroeconómica” y la reducción de la natalidad. Si bien, insisten en que la estabilidad macroeconómica es un factor causal, basta un mínimo razonamiento para contradecirlos al observar que no es una causa, sino un elemento de entorno que no está produciendo; lo estable de la macroeconomía detiene no mueve y en un contexto de crisis deja al país sin medios para crecer (atar las manos del Estado para un programa de inversiones mediante déficit controlado: típico keynesianismo). Como meta u objetivo, los autores estiman que México debe de consolidarse como un país de clase media , pues estiman que de este sector viene un reflejo de modernidad y democracia.

  El capítulo 2 procura demostrar la transformación ya ocurrida del país, para definirse mayoritariamente de clase media. Es el capítulo más divertido pero también el más disperso. El enfoque general es comparar de largos periodos multianuales, algunos largos comenzando en 1950, otros de unos pocos años para fenómenos más modernos como el Internet o las tarjetas de crédito. Una y otra vez las gráficas reflejan aumentos; algunas son comparaciones internacionales, donde se marca una posición relativa del país, como su baja tasa de crecimiento económico. Los crecimientos de productos nuevos (como los celulares), de servicios modificados (como el crédito y las tarjetas famosas) o los hechos en términos sin deflactar no deben llamar la atención y no tienen significación importante. Sin embargo, la acumulación de gráficas ascendentes contribuye a una impresión: país más rico, población más próspera, con más bienes y mejores condiciones de vida. Por ejemplo, datos de aumento de “esperanza de vida”, baja en la mortalidad infantil, caída de enfermedades típicas del atraso… dan un panorama optimista y saludable; sin embargo, una “nación proletaria” como Cuba o Vietnam ¿no tiene el mismo comportamiento? Al parecer sí, se comportan igual. Lo mismo sucede con el crecimiento de la escolaridad, donde más años de estudio y más universitarios son signos alentadores… sin embargo, los países socialistas con proletariado masivo ¿qué no se comportan también en ese sentido? De hecho, si estudiamos países aislados, también las máximas explosiones en educación y salud acontecen tras “revoluciones socialistas”, lo cual deja en el vacío las tesis del país clasemediero correlacionado con educación y salud. Casi la mitad del capítulo se dedica a mostrar los cambios de los patrones de consumo en México que muestran progreso en los ingresos, urbanización y cosmopolitismo. Comienza con una variación en la alimentación, al crecer el consumo de carne en un 100% de 90 a 2005; la cual a su vez bajó de precio promedio; y se liga con otros dos datos, el incremento del peso de la población, llegando a un problema de obesidad, dando la cifra tan alta del 30% de adultos obesos; junto con el dato las nuevas enfermedades principales como causa de mortalidad (diabetes y corazón). Si bien, no profundiza en esto último, sí hace énfasis en el crecimiento duplicado del gasto en salud de 90 a 2007 (siendo curiosa ironía que la sociedad más enferma sea un signo de avance). Usa el aumento de las compras de seguros, lo cual me agrada. Emplea varios indicadores para la vivienda, como el incremento de viviendas propias; de 60 a 2000 creció el número de cuartos promedio; avanzó mucho la dotación de servicios por vivienda; bajó la vivienda en renta y creció la propia; aumentaron los créditos a vivienda en 20 veces de 73 a 2007. El número de automóviles crece 5 veces de 90 a 2008. Marca un avance del servicio bancario, en particular tarjetas de crédito aumentaron de 2002 a 2009 en 4 veces. Señala al crecimiento del “comercio moderno” de las grandes tiendas en términos de metros cuadrados instalados en 4 veces de 93 a 2008.

  El capítulo 2 en un último subcapítulo lo dedica al entretenimiento e indicadores similares. Estima de 91 a 2007 que la cantidad de establecimientos de espectáculos creció 2.5 veces y en el mismo periodo las funciones de cine se cuadruplicaron. Incrementos todavía más impresionantes son los de servicios nuevos como internet (6.2 millones de hogares en 2008), celulares (72 millones en 2009, rebasando con mucho a los teléfonos fijos con 19 millones), y el aumento de la TV de paga. Respecto de los vuelos en avión marca un crecimiento (casi se triplican de 89 a 2008) y de los viajes al extranjero (en 81 un poco menos del millón a 3 millones en 2008). Los viajes dentro del país ya marcan una tendencia muy extendida, pues el 65% de la población los hace fuera de su ciudad al menos una vez al año, comparado con un 3% que viajó al extranjero. Como comentario de contraste, existe una interesante metáfora de Stanislav Lem sobre la reducción creciente el tiempo para viajar y las facilidades; la civilización entera (ciencia, técnica, economía) reduciendo el tiempo y facilitando los viajes a su extremo ¿Para qué ese afán en consumir menos horas en darle la vuelta al globo? Otro comentario, es que si sumamos algunos factores nos resulta la “sociedad-espectáculo”, por la coincidencia de más cines, internet, viajes, etc., nos genera una modificación de la estructura social y su modalidad de consumo, de hecho así lo plantea; la objeción inmediata es que esto no implica tanto una “clase media” sino una nueva relación entre el consumidor y su entorno, un efecto de época que han argumentado diversos posmodernos como Baudrillard y otros.

  Capítulo 3 dedicado a movilidad social. Los autores definen esto como el eje clave para una “sociedad de clase media”, por tanto ahí está el foco conceptual y “no hay concepto más importante” , donde se establece una “expectativa de mejora sistémica” . Sin que sea contundente, los autores contrastan (casi contraponen) movilidad con desigualdad (socioeconómica y de oportunidades, que no legal); aceptando la grave desigualdad en México, pero relativizándola con la perspectiva de la movilidad. Anoto que la desigualdad es una relación de situación (un corte sincrónico, un ahora) y, en cambio, la movilidad es una relación de sucesión (un moverse en el tiempo, viajando hacia una posición en sentido real o imaginario). Por mera hipótesis, los autores contraponen la movilidad con la desigualdad, como si bastara un movimiento (lateral, transversal, sucesivo) suficientemente rápido para equilibrar el sistema (al menos en expectativas) y rescatar un grado aceptable de igualdad; jamás asumen que la movilidad (en este sistema en particular) también es hacia la caída y la separación; en nuestro presente el movimiento genera desigualdad (de modo principal) e igualdad (de modo secundario). Detectan fenómenos curiosos de la conciencia ante el movimiento: gran parte de la población cuando cae fuertemente en sus ingresos no se da cuenta (negación psicológica?) y reconoce que la mayoría de los mexicanos cree que hay más oportunidades de las que existen . La movilidad social positiva la ven los autores como proveniente de una “igualdad de oportunidades”, la cual parece depender de cierto entorno favorable: suma de educación, sistema de salud y facilidad para migrar. Al ahondar, plantean que de la productividad depende el salario, y que la productividad depende del conocimiento, por tanto del nivel educativo; en fin, el facto clave sería la educación en condiciones de mercado. Pone un cuadro relacionando nivel de ingresos y escolaridad . En la parte final de este capítulo, hace algunos planteamientos sin estadística, para cuestionar la informalidad económica, pedir más normatividad y regulación económica, anhelar un equilibrio entre la protección al trabajador y su movilidad.

  Capítulo de Conclusiones: Sus dos tesis centrales son que México se ha convertido en un país de clase media y que el futuro mejor del país depende de engrandecer a la clase media. Esto primero se confronta con la visión mayoritaria que estima que el país está polarizado entre la minoría rica y la mayoría en nivel de pobreza, con los intermedios aplastados. Y el verdadero problema de método es que no alcanzan a definir que ese “sector” medio sea una “clase”, grupo definido en posición (producción, dinámica, identidad); más bien parece, una bolsa adecuada para quitar los extremos. Tampoco es un “justo medio” aristotélico, aunque los autores coquetean con esa visión, pues no ofrecen una posición de justicia o moralidad definida. Mi propia visión indica que hay un fondo importante en ese segmento: crece el cognitario (junto con una cogni-pequeñaburguesía y arriba la cogni-burguesía), el cual sí posee perfil de clase social, con producción y dinámica definida, con motivos para tener más ingresos y con capacidad para negociar el pastel social. El segundo objetivo de engrandecer a la clase media, sale por descontado, si se pretende abatir la pobreza. De nuevo el método, al ser un simple sector, eso no genera rumbo ni identidad al país. Me recuerda las intenciones de algunos los liberales del siglo XIX para formar una clase de rancheros medios como un remedio a nuestros males. Sin embargo, no es un objetivo en sí, pues la misma estrategia de movilidad, significa que cada individuo átomo, busca salir de su posición actual, como dijera Negri , implica un deseo nómada. Las vía estimadas para favorecer el crecimiento de la clase media que plantean son 4. Baja de la natalidad. Estabilidad macroeconómica. La apertura económica y eliminación de barreras a la inversión y al comercio; critico este punto, pues no lo demostraron en su libro, quizá para los autores (por su background de religión de mercado) les parezca obvio, pero no lo es, luego de décadas de fracaso en las aperturas comerciales, y de éxito de las tentativas heterodoxas de distinto signo . Expansión de servicios de educación, salud y combate a la pobreza. En este último punto, vale destacar está la colita derrotada del neoliberalismo, que asumen la imperfección del mercado sin reconocerla: genera miseria, falta de educación y enfermedad. De acuerdo, a mi lejano recuerdo, de Suzanne de Brunhoff la gestión capitalista más extrema deja algunos cabos sueltos, que están en la gestión de la misma fuerza de trabajo, la gestión de la moneda, la generación de leyes y otras regulaciones. Autores de tinte bastante neoliberal deben ir abandonando algunos aspectos del credo religioso del mercado, entonces toman pasos camuflados hacia la izquierda moderada y la heterodoxia. Aceptar que el Estado regule la economía mediante más normas es un desliz contra el credo neoliberal. Asumir el combate del Estado a la pobreza también rebate la perfección del mercado. En fin, pareciera que el “consenso de Washington” sigue a la retirada, pero dando la batalla, porque las tesis contrarias las copian como si no sucediera nada y la religión de mercado siguiera vigente.

sábado, 22 de septiembre de 2012

A CERCA DE LAS PASIONES DEL ALMA DE RENE DESCARTES. 2a Parte

Debido a la gran aceptación de este tema, estoy publicando la 2a. de tres partes de mi interpretación de la obra psicológica clave de René Descartes, Las pasiones del alma.

 Por Carlos Valdés Martín

Las funciones del alma Ya que las funciones corporales pertenecen a esos mecanismos descritos, las funciones del alma no están en sostener la vida, sino en los pensamientos (vistos en su sentido más amplio abarcando emociones, sensaciones e ideas), entonces “no queda en nosotros nada que debamos atribuir a nuestra alma, aparte de nuestros pensamientos, los cuales son principalmente de dos géneros, a saber: unos son las acciones del alma, otros son sus pasiones.” Por las acciones interpreta lo que proviene de nuestra alma, y las llama genéricamente “voluntades”, por cuanto corresponde a algo que hacemos nosotros, que reconocemos proviene de nuestro ser. Por las pasiones interpreta “todas las clases de percepciones y conocimientos que se encuentran en nosotros”, pero son recibidos, más que producidos por nosotros. Cuando Descartes indica pasiones equivale a recibir en el alma; cuando indica acciones equivales a generar algo el alma, como indican las “voluntades”. Finalmente, el objeto más preciso de su estudio serán las pasiones “del alma”, la cuales permanecen más cerca de una reflexión del alma para consigo, pues “se refieren particularmente a ella” , lo que ahora llamaríamos las emociones del alma, entonces la obra corresponde a una psicología moral: psicología (por sus causas) moral (por sus consecuencias).

  Manifestaciones de las funciones del alma: voluntad, memoria, imaginación, poder sobre las pasiones (acercamiento). Ya indicamos que la función activa del alma se manifiesta en voluntad, lo que se quiere, sin embargo, la acción ligada a la voluntad requiere de un aprendizaje o una situación, por ejemplo, para hablar basta la voluntad de pensar algo diciéndolo, sin que resulte necesario enfocarse en el movimiento de los labios y la lengua de cada letra, porque eso ya se aprendió, y se tiene el hábito de hablar conforme se piensa y esto se hace mejor que si se piensa en cómo generar cada sonido. Para el mecanismo de la memoria, Descartes cree que se recurre a huellas dejadas en el cerebro por el objeto que se desea recordar. Entonces el resultado es que la memoria sería una huella interior. Para imaginar cree que la glándula del alma empuja a los “espíritus animales” hacia poros del cerebro, “por cuya abertura pueda ser representada esa cosa” , con lo cual nos quedamos perplejos, porque ignoramos la capacidad que pudieran tener unos poros para generar representaciones. Acercándose ya al tema central de la obra, Descartes medita sobre el poder del alma respecto de las pasiones, empezando por considerar la dificultad existente para su control. Plantea que “Nuestras pasiones no pueden tampoco ser excitadas directamente ni suprimidas por la acción de nuestra voluntad, pero pueden serlo indirectamente mediante la representación de las cosas que tienen costumbre de ser unidas a las pasiones que queremos tener, y son contrarias a las que queremos rechazar.” Esto a su manera anuncia la importancia de darle sugestiones a la mente, de tal modo que se la encause hacia lo querido. Pone como ejemplo el miedo, el cual no se destierra con la simple voluntad de deshacerse de él, se necesita “las razones, los objetos o los ejemplos que persuaden de que el peligro no es grande; de que hay siempre más seguridad en la defensa que en la huida” . Ahora bien, este es un ejemplo, sin embargo conviene ampliar el enfoque, precisamente por ser tema central de esta obra.

  El dominio de las pasiones, los motivos de la dificultad para lograrlo y el mejor medio para alcanzarlo. El principio es que las pasiones se pueden dominar, pero las experiencias indican dificultades. La dificultad principal la encuentra Descartes en las grandes pasiones, justamente cuando también concitan fenómenos del cuerpo, estimando que las pasiones van acompañadas casi siempre de alguna “emoción que se produce en el corazón y por consiguiente en toda la sangre y espíritus que la acompañan” Este movimiento de emoción cardiaca amplifica la pasión, dificultando o imposibilitando su control. Las grandes pasiones suscitando grandes emociones del corazón impiden su control, con esto a su manera prefigura Descartes las interpretaciones psicológicas, las cuales hacen intervenir la emoción con su cualidad específica para oponerse a la razón, ciertamente que ahí no considera el movimiento autónomo de las emociones sino su vinculación con la voluntad. Las pasiones pequeñas están al acceso de la voluntad, pero las grandes no lo están. Ante la imposibilidad momentánea de controlar una gran pasión, lo más accesible a la voluntad es no consentir sus efectos y “contener varios de los movimientos a los que el cuerpo está dispuesto”. Asimismo, en este luchar interior, existe la falsa creencia de una lucha entre una parte inferior y otra superior del alma, pero a Descartes le parece que opera una única naturaleza del alma, simplemente está luchando el alma contra impulsos de los espíritus del cuerpo, los cuales le motivan a desear algo. Esta lucha aparente interior entre alma superior e inferior, indica la fuerza del alma, pues la débil sucumbe ante las sucesivas cargas de pasiones (reflejos de los sentidos, apetencias) y la fuerte se impone. Además el quedar sometido a pasiones (afecciones) del alma resulta patético por su naturaleza contradictoria, desplazando al alma débil en su constante cambio de intenciones, entonces “obedeciendo ya a una, ya a otra, se opone continuamente a sí misma, y de éste modo hace al alma esclava y desventurada.” , para lo cual pone como ejemplo la oscilación continua entre el miedo y la ambición.
Ahora bien, para que el alma no se deje arrastrar por pasiones que son ilusiones, requiere del conocimiento de la verdad, es decir, para no sufrir la pasión debemos partir de un descubrimiento de la verdad. Y esta interpretación va de acuerdo con una interpretación psicológica racionalista como la logoterapia. Aunque el alma puede iniciar como débil en su combate a las pasiones, puede adquirir un conocimiento de la verdad, y luego educarse. Ese proceso educativo del alma para dominar sus pasiones lo compara Descartes con el adiestramiento de los animales. Estima Descartes viable, “con un poco de industria, cambiar los movimientos del cerebro (…) sabiendo adiestrarlas y conducirlas.” En este punto todavía Descartes no precisa el medio para remediar las pasiones, adelante indica las virtudes como el vehículo para dominar las pasiones, y por seguir la virtud entiende Descartes actuar conforme la conciencia dicta .

  El arcoiris de las pasiones según su orden primero Entre los artículos 53 a 69 establece Descartes un arcoiris de las pasiones, proponiendo un orden. En estos apartados se pone de manifiesto su enfoque y los intereses de su estudio. Resulta interesante, también por la concatenación entre unas y otras pasiones, la consideración de su similitud, simplemente con el cambio de situación o variación temporal. Un argumento resulta interesante, incluso por su punto de partida, y aquí el filósofo elige cuidadosamente para establecer que la admiración tiene el primer lugar, y argumenta que “la admiración es la primera de todas las pasiones; y no tiene pasión contraria”. El motivo por su lugar primero casi es evidente, pues la admiración acontece “Cuando nos sorprende el primer encuentro de un objeto y lo juzgamos nuevo o muy diferente de lo que conocíamos antes o bien de lo que suponíamos que debía de ser” Entonces la admiración contiene novedad, implica que el objeto es nuevo para nosotros o eso nos parece. Cuando el objeto deja de contener la novedad o esa primera impresión, entonces se deja de considerar con pasión, porque el influjo ya no mueve al alma. Entonces conviene precisar que este sentido de admiración corresponde al término de “asombro”, impresión por lo inesperado o sorpresa, no correspondiendo a otro sentido de esta palabra, por cuanto implica una reverencia por lo bueno de una personas o situación, sino que solamente de debemos tomar como “sensación primera”, la impresión de novedad en el alma.
Vale comentar por nuestra cuenta que por tal causa la admiración es un sentimiento tan apreciado por los artistas, hay quien define la poesía como la creación de la admiración, y también es un sentimiento completamente normal en los niños, el cual regularmente mengua con la edad, aunque pocas personas mantienen la “capacidad de asombro”. También este sorprenderse está relacionado con el aprendizaje y la creación, pues sobre lo nuevo se aprende más que sobre lo ya conocido, así, el aprendizaje conserva una elegante tensión (o dialéctica) entre lo conocido y lo desconocido. La creación y la investigación sin duda se relacionan con lo nuevo admirado, pues sobre ese campo lanzamos las redes de la creación para descubrir lo antes ignorado.
 A partir de la admiración viene un par (consecuencia inmediata) que denomina la estimación o desprecio, quedando la estimación como admiración por la grandeza del objeto, y el desprecio establecido como la admiración por la pequeñez del objeto. Curiosamente, existe cierto contrapunto de tal admiración (esencialmente positiva) con el desprecio (básicamente negativa), pero así lo establece Descartes y no ofrece más explicación. Cuando la estimación o desprecio se aplican hacia la propia persona se crean las pasiones de magnanimidad-orgullo por la estimación y de humildad-bajeza por el desprecio. Como se observa, rápidamente Descartes va tejiendo las valoraciones-emociones, derivando unas de otras, según su grado y su aplicación principal. Desde la estimación-desprecio luego se deriva hacia la veneración-desdén, simplemente como niveles más hondos, desde la estimación se eleva hacia la veneración y del desprecio se cae en el desdén.
 Sobre la línea anterior de razonamientos se agrega la evaluación del objeto, que cuando estimado lo consideramos bueno o “conveniente, esto nos hace sentir amor por ella.” Entonces a la estimación unida a la bondad o conveniencia la convertimos en amor. Lo opuesto también es cierto, pues una cosa despreciada se presenta como “mala y nociva, esto nos mueve al odio”. En verdad, estas afirmaciones tan sucintas resultan difíciles de apreciar, por cuanto parecen derivar hacia un concepto utilitarista, de donde el amor proviene de una utilidad, el lado bueno del objeto amado, y en ese sentido todavía está lejos de los conceptos más románticos del enamoramiento como pasión irrefrenable, sino que pareciera emanar de una visión más razonable (o bien, racionalista) sobre el beneficio de lo amado y el perjuicio de lo odiado.
 En su progresión lógica de las pasiones, Descartes hace intervenir al tiempo, y entonces con la existencia del futuro define al deseo. Entonces el deseo es una proyección hacia futuro, pues se “desea adquirir un bien que no se tiene aún, o bien evitar un mal” . Como se puede observar esta definición del deseo resulta bastante práctica, definida por el simple desplazamiento hacia el futuro por venir, entonces es una definición muy alejada de la interpretación psicológica del deseo como una pulsión sin forma (el “id” de Freud) anterior a la percepción del objeto deseado, y también distante de la mitología del Deseo de Foucault.
 Y ya definido el deseo como expectativa o evitación de un porvenir, se aúnan las estimaciones de la factibilidad o imposibilidad de alcanzar bienes o evitar males. Cuando existen apariencias de conseguir lo deseado aparece una esperanza, y en cambio las pocas vistas de conseguirlo suscita el temor. Y los celos le parecen integrar una variación del temor. En cambio cuando la esperanza es suma se convierte en seguridad o certidumbre, y luego, “el temor extremado se torna en desesperación” Entonces establecemos las relaciones entre las pasiones hasta aquí definidas y nos resulta: admiración (origen o principio), deviene estimación o desprecio (según tamaño), conduce a la veneración-desdén (según intensidad), desemboca en amor-odio (según su valoración como bueno o malo), cuando agregamos el futuro se convierte en deseo, y al aparecer ya la factibilidad hacia lo deseado aparece la esperanza-temor, y en sus extremos se muestran como seguridad-desesperación. Si bien esta cadena (admiraciónestimación-desprecio-veneración-desdén-amor-odio-deseo-esperanza-temor) ya nos parece bastante larga, todavía falta una cadena situaciones donde se muestran nuevas variaciones de las pasiones. Así, complementando el cálculo de las pasiones, cuando alcanzar algo depende de nuestra actuación, aparece la dificultad para elegir los medios y tomar acción entonces hablamos de una irresolución. Opuesto a la irresolución le parece a Descartes el valor o la intrepidez, de los cuales una variación es la emulación. En fin, cuando de nuestra acción depende conseguir algo, se puede colocar el alma en la posición dubitativa, deteniéndose en la irresolución cuando se valoran las dificultades para alcanzar algo, o saltar hacia el movimiento de búsqueda del objetivo, el cual configura el valor o la intrepidez. Cuando se lanza hacia una acción, pero no se ha cumplido con la conciencia (disipar la irresolución), esto produce el remordimiento, que se refiere al pasado.
 Luego Descartes nos presenta otro par de las pasiones esenciales, correspondientes a la “consideración del bien presente” generando la alegría y si es la consideración del mal presente entonces emerge la tristeza. Aquí acento radica en la reflexión del tiempo presente, es la conciencia del presente, esta alegría o tristeza. Luego, este mismo tipo de consideraciones nos lleva hacia las demás personas, y al observar la alegría en quien se merece nos parece generar otra alegría, con la diferencia que cuando la alegría procede del mal para otros “va acompañada de risa y burlas” , entonces la burla es alegrarse de un mal ajeno. También si los consideramos indignos de un bien, nos mueven hacia la envidia, y si los juzgamos indignos de un mal nos mueve a la piedad.
 Al estimar la causa del bien o mal surgen la satisfacción o el arrepentimiento según sea el caso. Así, la satisfacción es reconocerse en la causa del bien, y arrepentirse implica definirse como la causa del mal. Entonces le parece a Descartes que la satisfacción es “la más dulce de todas las pasiones” y el arrepentimiento la más amarga. Luego clasifica una serie de emociones, las cuales simplemente define de acuerdo a su procedencia. La simpatía proviene del bien cumplido por otros, y el agradecimiento surge cuando ese bien lo recibimos nosotros. Su contrario está en la indignación causada por el mal que hacen otros, y la ira aparece cuando nosotros recibimos un mal causado por otros. La gloria o vanagloria proviene del bien que afecta la opinión de los otros, así como la vergüenza proviene del mal reflejado en la opinión de los otros. En base a la duración de las pasiones, aparece la consideración del hastío o saciedad, provocado por la duración de un bien, mientras que la duración de un mal disminuye la tristeza. Esta observación es mínima, y debo anotar que la teoría del consumidor de la economía subjetiva se basé en gran parte sobre esa pequeña observación: la reducción de la necesidad conforme dura el consumo de un bien. La añoranza proviene de recordar un bien pasado, lo que implica una especie de tristeza, y respecto del mal pasado al recordarse nace una alegría, un gozo.

  La clasificación de Descartes se diferencia de la principal clasificación de su tiempo (herencia medieval). Nos indica que su clasificación difiere de la común en su tiempo, porque los otros autores, sin indicar nombres, dividen las afecciones del alma en “comcupiscible et irascible”, hacia el placer y el enojo. Dice Descartes que rechaza esta clasificación porque parte de dividir al alma misma, cuando su interés es la unidad, pues “yo no encuentro en el alma ninguna distinción de partes” . Este unitarismo de principio resulta interesantes, pues abarca algunas discusiones y tomas de partido sobre la subjetividad humana, pues la psicología de tendencia científica (psicoanálisis) partió de la división de la conciencia, primero en partes estructurales concientes, inconscientes y supra-concientes, para ampliar la división entre presiones libidinales y tanáticas . Asimismo, como psicología de la conciencia la fenomenología se opuso completamente a la división de la conciencia, como se puede observar en los argumentos de Jean Paul Sartre .

  El motivo de ser seis las pasiones principales La cantidad de pasiones particulares le parece de número indefinido a Descartes, sin embargo, estima únicamente la existencia de seis primarias y simples. Siguiendo sus propias anotaciones de método, únicamente conviene fijarse en lo claro y distinto, prefiriendo lo simple a lo compuesto, y lo claro sobre lo indefinido. Entonces “sólo hay seis que lo sean, a saber: la admiración, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza; y que todas las demás son compuestas de algunas de estas seis o son especies de las mismas” Por lo mismo se dedica en especial a las seis primarias y después a sus subclases, como lo indicó en la parte anterior, con sus rasgos de tiempo, reflexión, relación con los otros, duración, etc. Admiración. Siendo la sorpresa por algo, esta impresión se relaciona con lo nuevo, así asume la posición de inicio. La estima como una pasión fuerte, pero no acompañada de movimientos de los órganos como otras que agitan el corazón, excepto que acontece el pasmo, una parálisis por una sorpresa o admiración. La admiración la encuentra especialmente útil para el aprender, ligada al saber . Estima se debe reforzar lo admirado con una atención, pues también se puede olvidar lo admirado. La cosa que capta la admiración se la juzga bajo el bello nombre de lo extraordinario. El exceso de esta pasión de admirar, se denomina como curiosidad excesiva, su desbordamiento es buscar “la rareza sólo por admirarla y no por conocerla” .

  Definición pro-racional de la utilidad de las pasiones. Descartes define en el artículo 74 la utilidad de la pasión en función del pensamiento, estimando el resultado de pensamiento que le reporta al sujeto, entonces su concepto de utilidad se deriva hacia el resultado del pensamiento, lo cual es poco común en la definición de utilidad. Afirma: “la utilidad de todas las pasiones no consiste sino en que fortalecen y conservan en el alma pensamientos que conviene conserve, y que sin ellas podrían borrarse fácilmente” . Dejando de lado la posible complejidad de la utilidad Descartes intenta reducirla a una dimensión de pensamiento, como el provecho para el pensamiento. Compárese con la compleja interpretación de Hegel cuando estima que la utilidad aparece cuando el sujeto descubre que cualquier objeto es para sí, una referencia a su propia medida y engranaje clave de la razón apropiándose del mundo. En este caso, con la breve definición de Descartes, si bien la utilidad la concentra en su servicio al pensamiento, también ahí queda una “conveniencia”, que representa un resabio de indefinición de la utilidad misma. Amor y odio En esta parte Descartes da la impresión de mantenerse anclado con la tradición medieval, en cuanto a la impresión sobre el amor, ya que evita considerar al amor sexual exaltado como eje de sus consideraciones. Según un par de reconstrucciones históricas , ese amor individual es una creación y no una situación universal, por lo tanto no siempre puede colocarse en el centro de las reflexiones, en ese periodo ya se utilizaba el término amor corrientemente para referirse a la pasión sexual de pareja , pero luego terminó predominando completamente, pues cuando autores posteriores colocan el título de amor ya sabemos a cual tipo de pasión atenernos . En este caso, su definición de amor es más suave y general, y se mantiene en el margen de las definiciones medievales (que por otra parte combate) de benevolencia y de concupiscencia, para procurar generalizar afirmando que las diversas situaciones de pureza hasta brutalidad manifiestan en común el amor, que la define como emoción que incita al alma “a unirse de voluntad a los objetos que parecen serle convenientes” , entonces simplemente amar es buscar la unión, y mejor ya considerarse en unión para no entrometer un elemento de futuro (como en el deseo). De ahí pasa a la definición de odio completamente equivalente, de una incitación a separarse de los objetos inconvenientes. Una vez establecida tal definición del amor, muchas pasiones manifestadas diferentes participan de esta definición de amor, unas tan opuestas a otras como la brutalidad del violador respecto del amor paternal desinteresado. Sin embargo, una diferencia que estima crucial Descartes es el grado de amor, para separar desde el simple afecto, pasando por la amistad hasta llegar a la devoción, y de nuevo se observa en esta gradación que el tema de la pasión amatoria-erótica no adquiere una posición propia, sino que el pináculo perteneciente a la devoción, está preferentemente pensado en relación a Dios, el príncipe, un notable o el país . Por el tipo de objetos sobre los que recae el amor distingue sobre las cosas bellas (lo denomina complacencia) y las buenas, asimismo con esta clasificación se distinguen dos especies de odio, el así denominado, y el que recae sobre las cosas feas a nuestros sentidos, denominado horror o aversión. Reconoce que estas dos especies “de complacencia y de horror suelen ser más violentas que las otras especies de amor u odio, porque lo que llega al alma por los sentidos la impresiona más fuertemente que lo que le presenta la razón” , y entonces son las “más engañan y de las que con más cuidado debemos guardarnos”; de tal manera que la potencia de los sentidos, se manifiesta de manera negativa, en la modalidad de violencia y engaño. La tarea es proteger a la razón de las rudezas de los sentidos enviando la complacencia del amor y el horror del odio, porque la razón queda turbada con tales efluvios. El deseo y sus proyecciones La parece a Descartes que el deseo es único, aunque comenta se ha acostumbrado a presentarlo dual, para separarlo en la búsqueda de un bien y la evitación de un mal, sin embargo, le parece que solamente son dos lados de la misma moneda como el buscar la salud y evitar la enfermedad. Ya comentamos que se refiere al futuro, se desea como proyección o previsión, se desea lo que no se tiene o existe todavía, mientras lo que ya se posee se ama o se odia. Sin embargo, reconoce Descartes que las emociones generadas por el deseo son muy distintas ya se trate de complacencia u horror. En este caso, así explica el horror, pues “lo ha instituido la naturaleza para representar una muerte súbita e inopinada, de suerte que, aunque sólo sea a veces el contacto de un gusano o el ruido de una hoja que tiembla, o su sombra, lo que produce horror, se siente por lo pronto tanta emoción como si se ofreciera a los sentido un peligro de muerte muy evidente, o cual provoca (…) la huida y la aversión” Entonces la fuerza del horror es porque esconde una revelación de la muerte, de tal manera que el gusano o la sombra implica evocación mortífera y por tanto agita el alma con todas sus fuerzas para la huida, y esta visión resulta interesante por cuanto corresponde muy estrechamente con el primer esquema de Freíd cuando estableció como pulsión básica el “instinto de conservación” formando al yo psicológico. La otra emoción contraria, la cual es la complacencia, cuando aparece en deseo también es muy fuerte, y le parece que más depende de una perfección imaginada, pues “proviene de las perfecciones que imaginamos en una persona” y la intervención del sexo la menciona con sutileza y dejándola en un segundo plano, para estimar que se debe al anhelo de una mitad perfecta de nosotros, siguiendo estrechamente la idea mostrada en el Banquete de Platón, de que “la naturaleza presenta confusamente la adquisición de esta mitad como el más grande de todos los bienes imaginables” Como se comprueba en la cita, esto corresponde la mitología del humano incompleto, que debe descubrir su mitad perfecta, por lo mismo anhela la existencia de vida en pareja, a la cual se le da “el nombre de amor más generalmente” . Por último, un comentario de Descartes que parece ofrecer un filo chusco sobre las consecuencias del deseo nacido de la complacencia (amor) y nos comenta: “También tiene efectos más extraños y es el que sirve de principal materia a los autores de novelas y a los poetas.” El comentario es breve, mas deja un sabor de boca a travesura de la ironía, declarando como “cosa extraña” al “amor de los poetas”; conviene recordar, hasta donde sabemos, una existencia muy reservada en lo amoroso de Descartes y este fue un texto dedicado a una princesa destinada a reina quien también parece haber optado por la soledad, Cristina de Suecia; quizá ambos solitarios, y el filósofo ya cercano a sus horas finales (aunque muere a los 54 años), ironizando a los poetas románticos y exaltados; ambos riendo discretamente mientras la ventisca invernal se colaba dentro del palacio real de Estocolmo. Ahora bien, entre el filósofo solitario y la inaccesible princesa destinada a ser reina de Suecia, me pregunto ¿acaso el único amor imaginable es un ansia de perfección más allá de los sexual? ¿no resulta indispensable desembocar en una equidad de inteligencias pero con distancia sideral entre el filósofo enseñando a una princesa real? ¿la relación entre el filósofo vagabundo y la princesa del palacio no reina el más inalcanzable de los deseos, de una naturaleza tan sublime y agreste que no se debía mencionar entre las “pasiones del alma”?

  De la alegría y la tristeza con su aparición inopinada. La alegría la define como el goce (o conciencia presente) del bien que se posee, bien recibido deleita o agrada, pero además ese agrado percibido luego se goza por saberse su posesión . En este aspecto merece el énfasis de tratarse de una emoción derivada, del cerebro percibiendo el bien recibido, típico acto de conciencia reflexiva en opinión de esta clasificación; primero aparece el sentido satisfecho en seguida puede aparecer la alegría, aunque no exista una clara reflexión. La tristeza se define como el opuesto, entonces resulta de la “incomodidad que el alma recibe del mal o por la falta de algo” , y de nuevo no es la impresión directa, el malestar inmediato por el mal, sino una segunda incomodidad que indispone al alma. Inventando un ejemplo, la piedra dentro del zapato duele y luego la persona queda triste por que en su largo camino no se quitará esa piedra dentro del zapato. El verdadero problema de esta definición y del este tema lo expone rápidamente Descartes, cuando desaparece la causa evidente. Indica “Mas ocurre a menudo que nos sentimos tristes o alegres sin que podamos señalar claramente el bien o mal que son la causa” , y entonces estamos un terreno pantanoso que Descartes desea esclarecer, y propone dos causas. La primera, es que el bien o mal realizan impresiones “en el cerebro sin intervención del alma”. La segundo que el bien o mal o “pertenecen sólo al cuerpo”. La tercera es que el alma no las considera sino otra forma unida con la del bien o mal en el cerebro. En cada caso se abre el gran problema de la psicología del inconsciente, de la separación de la emoción respecto de sus fuentes y respecto de su percepción. Sin embargo, Descartes insiste en el lado no problemático del tema, pues “la satisfacción de los sentido va seguida tan de cerca por la alegría y el dolor de la tristeza, que la mayor parte de los hombres no los distinguen” , sin embargo son de naturaleza distinta, como cuando se recibe dolor con alegría o se otorgan placeres que nos entristecen. Reconoce sin embargo la existencia de una fisura y que estas emociones emergen sin causa aparente o contraviniendo su aparente causa, es decir, emergen en la aparición inopinada. Opina Descartes que las gratificaciones de los sentidos “producen algún movimiento en los nervios que podrían dañarles si no tuvieran bastante fuerza para resistirlo” y este resistir y salir airoso de las impresiones de los sentidos “produce una impresión en el cerebro” para “testimoniar esa buena disposición y esa fuerza”, siendo un bien de alma que “suscita en ella la alegría.” . Es decir, que aquí suponemos como un testimonio de contra-fuerza, una resistencia del cerebro que percibida por el alma se reconoce como un bien, entonces alegra al alma motivada por su poderío. Con estos términos queda abierta la complejidad del alma a un nivel que no agrada a este discurso, cuando se basa en la unidad del alma como su principio rector, en el horizonte emerge la dualidad, la separación entre las partes internas y las contradicciones misteriosas, con las cuales se abrió el camino a la psicología del inconsciente. Y después esta aseveración de la alegría como testimonio de esa “fuerza interna” luego la corrobora mediante una tendencia tan ligada luego a la modernidad como el gusto por espectáculos como el teatro, que “parecen acariciarnos el alma conmoviéndola” . Entonces la repetición del movimiento de resistencia (la emoción “resistida”) nos lleva hacia una alegría repetida, bastando una especie de asociación, con el componente adicional de comprobar que durante el espectáculo permanecemos ilesos aunque recordemos males sufridos. Y como segunda comprobación refiere la osadía y gusto por las acciones difíciles de los jóvenes o también la nostalgia de los viejos. Los jóvenes obtienen el pensamiento de un bien al “sentirse bastante valientes, bastante afortunado, bastante diestro o bastante fuerte para osar arriesgarse hasta tal punto” , entonces la alegría no les viene de la dificultad o el peligro, sino en pensar su superioridad sobre tales males, y esa superioridad parece un bien. De manera parecida, una alegría que viene del recuerdo, cuando se rememoran males y se sonría de satisfecho, es porque “imaginan que s un bien haber podido subsistir a pesar de ellos” , entonces también de un mal recordado emana una alegría presente, y en surge una satisfacción, una pasión de contento.

domingo, 16 de septiembre de 2012

PRESENTACIÓN EN FERIA DEL LIBRO POLITÉCNICO: AGUAS REFLEJANTES, EL ESPEJO DE LA NACIÓN

El día 25 de agosto de 2012 hice la presentación de mi libro en la Feria Internacional del Libro del Politécnico. El evento fue muy exitoso y el público asistente mostró interés, permaneciendo toda la ponencia, lo que es signo de que resultó bien. A continuación está el texto preparado de la presentación. Como se acostumbra en estos casos, no me mantuve apegado al texto, y siempre es mejor improvisar que solamente leer un texto.

AGUAS REFLEJANTES, EL ESPEJO DE LA NACIÓN: LO QUE APORTA ESTE LIBRO
 Por Carlos Valdés Martín Presentación para la Feria Internacional del Libro Politécnico en Zacatenco, DF, el 25 de agosto de 2012.



Sí es un libro… que propone renovar la visión de nuestra nación acudiendo a una metáfora colectiva que ha sido poco observada. Las aguas que se mantienen en las alturas, por así decirlo son un fenómeno casi antinatural pero feliz, pues la ley de gravedad las empuja a escurrirse. Entonces los grandes lagos colocados en las zonas altas son un evento poco usual y menos típico es que ha marcado nuestra historia. No planteo un accidente geográfico, sino una visión porque los grupos humanos son resultado de un proceso de conciencia colectiva y las aguas han sido el espejo natural de los pueblos primeros. Ese tipo de espejo no proporciona un reflejo sencillo, sino uno complejo. Coloquémonos mentalmente frente a aguas que generan un reflejo imperfecto, pero donde podemos observar nuestro rostro. En esa observación sabemos que hay algo más, no es la imagen sencilla y perfecta del espejo industrial, donde la distorsión es una aportación para comprender la complejidad. Las aguas reflejantes proponen una metáfora renovada para comprender nuestro ser colectivo, una opción antigua para comprender nuestra nacionalidad. El ser colectivo se comprende a través de símbolos y este espejo de agua —conjunto de lagos— que fue la cuna de la civilización azteca proporciona una alternativa y complemento interesante para refrescar nuestra imagen colectiva. Una interpretación aceptada de Anáhuac, el nombre náhuatl para la región, es “hasta aquí las aguas” y es que nuestro espacio quedó acotado por aguas en las costas y en la cumbre de la capital ancestral. Y, curiosamente, las aguas de los ríos Bravo y Suchiate marcan las otras fronteras del México moderno, así que tenemos mares, ríos y lagos como su fronteras y vértices. Las aguas de los lagos poseen una cualidad metafórica especial al presentar una enorme extensión quieta, tranquila, pues no solamente indican su cuerpo sino que reflejan los cielos, es decir, su reflejo es un cielo duplicado, ya sea mostrando el esplendor del sol o el manto estrellado de la noche. Ante la depredación urbana del antiguo lago debemos imaginar el reflejo nocturno de la luna llena, y la sorpresa de los líderes aztecas cuando observaba que la geografía del sistema de lagos tenía un enorme parecido con el conejo dibujado en la Luna. En una interpretación ahora aceptada se cree que la palabra México indica el ombligo de la Luna, donde el mapa de nuestro Valle de México, corresponde a la visión de la Luna llena, y la fundación de Tenochtitlán correspondía al obligo de la Luna. 

Entonces la peculiaridad de un espejo de aguas contrasta con la visión de otras metáforas importantes. Por ejemplo, el “laberinto de la soledad” que nos propone Octavio Paz para simbolizar nuestra nación, posee muchos méritos, sin embargo, nos deja en el extravío y el desamparo, pues del laberinto solamente escapan los héroes. Los símbolos no se oponen ni se desmienten entre ellos, pero contrastan al ser muy distintos. En otro ejemplo importante, las aguas nos remiten a la vitalidad, al origen vital de las cosas, por eso las entendemos como origen o “cuna”, nos indican que la existencia es un fluido como lo indicó el filósofo Heráclito. En ese sentido, pueden ser un bálsamo para visiones como el legado de Samuel Ramos, quien puso el acento en un “complejo de inferioridad” como el rasgo distintivo de nuestra nación pero no propuso una metáfora central y ha sido muy influyente al retratar una parte importante de nuestro ser colectivo. Las aguas quietas, con su reflejo de los cielos, nos indican que aquello que parece un mundo inferior es una visión engañosa, que cada vez que miramos hacia el suelo (dimensión de lo inferior) nos devuelve una señal el cielo. En mi enfoque no busco fronteras sino un vórtice que junte fuerzas mentales. La conciencia trasciende el captar algo externo, para también obtener una visión interna, recibir una retroalimentación, y esa ese es el efecto espejo o función reflejante. La imagen que regresa te dice quién eres; en particular, la imagen nacional no te dice quién eres en lo individual, pero sí te muestra tu propio ser en lo colectivo, por eso es importante la identidad nacional. La identidad es un modo de conciencia, también puede haber una no-identidad u otras variaciones. Lo importante es que un espejo colectivo se vincula con la reflexión. Esta palabra “reflexión” es importante, porque viene de reflejar y eso quiere decir en su raíz etimológica; que luego les gustó a los filósofos. Así, una reflexión es poner en espejos las ideas, para obtener ideas elaboradas. Entonces con la metáfora de las aguas reflejantes sirve para indicar otro modo de conciencia, donde la relación entre el individuo y su nación es expansiva y no se delimita a una identidad sencilla, como el signo de igualdad de las matemáticas, sino una correlación compleja entre la parte y el conjunto. 

Sí es un libro… que bucea en temas profundos. El tema nacional es fácil convertirlo en una colección de lugares comunes como: “los mexicanos somos flojos” “o somos un relajo” o “somos un país corrupto”. El tema nacional es fácil convertirlo en cliché y, entre nosotros, en motivo de autocrítica mórbida y hasta de desprecio. Para superar el lugar común debemos irnos hacia las causas y buscar el polvo bajo el tapete, rascar bajo las apariencias. En el mediodía del siglo XX se estableció un modelo o visión de nuestra nación, que pareció muy aceptable y terminó siendo ignorado o convertido en cliché. En el texto se hace una investigación sobre esa visión dominante de la nación en José Vasconcelos, Samuel Ramos y Octavio Paz, para dar el paso siguiente y actualizar nuestra imagen nacional. 


Sí es un libro… dedicado al tema más familiar y cotidiano, pues a diario respiramos nuestro aire y pisamos suelo patrio. Sin embargo, lo más familiar no por ello nos resulta más conocido. Con situaciones a las que nos acostumbramos, nos sucede como en las narraciones de detectives, lo que está a la vista pasa siempre desapercibido. Así, México pasa desapercibido pues nos resulta tan natural y familiar: lo vemos y no lo observamos, lo oímos y no lo escuchamos, lo palpamos y no lo sentimos. Por ejemplo, La polifonía nacional del tache al mariachi, p 43-47 aborda los sonidos de la nación. 

Sí es un libro… donde el personaje principal es la nación mexicana, pero no es un texto de nacionalismo, y contiene una crítica al mal nacionalismo, el llamado chauvinismo. Los escritos finales están dedicados a otros países y hasta discuten el fenómeno imperialista actual, el cual tiene una dimensión muy interesante e incluso especulativa ¿están desapareciendo las naciones bajo el manto del Imperio? (Ver La nación redescubierta p. 183-193) En lo expuesto, no existe ni gota de odio y rencor hacia otras naciones, ni acepto la superioridad racial de un pueblo sobre otros. Me importa la originalidad de nuestro pueblo, la vitalidad que no permite someterlo al rasero de otros pueblos e idiosincrasias. 

Sí es un libro… que mantiene una novedad importante y desacuerdos importantes con los principales autores del pasado de la filosofía de lo mexicano; diría que en eso es un texto disidente. Hay desacuerdos importantes con Ramos, Paz y Vasconcelos. Pero también es un texto muy agradecido con la larga aventura intelectual de quienes han desarrollado la reflexión nacional. Debo hacer énfasis en esto: creo que la teoría de la nación debe renovarse y darle un enfoque distinto, para que no predomine el mito sino la presencia viva de la comunidad. Uno de los aspectos del enfoque es que evito la búsqueda de un “mexicano esencial”, a la manera de un modelo básico. Con esa dificultad se encontraba Samuel Ramos, que peleaba entre una esencia del mexicano y su presencia, y el tema se complicaba porque su explicación es histórico psicológica, ya que planteó esto: existe un sentimiento de inferioridad nacional, surgido de un aborto histórico. Sí un aborto, ahora que se discute tanto este tema: este filósofo social consideró que nuestros problemas y rasgos se deben a un gran aborto, pues México nació antes de su madurez, débil ante el extranjero y mirando al modelo Europeo, y asumiendo una inferioridad. Esa explicación de una psicología social del sentimiento de inferioridad deriva de una teoría psicológica aplicada, y tuvo bastante popularidad; de hecho, el tema se repite hasta en programas deportivos para explicar el mal funcionamiento de la selección mexicana de fútbol. Existe un, digamos, dilema interesante. Ramos insistió que la inferioridad era más una ilusión psíquica motivada por la historia; sin embargo, el referente son las relaciones con el exterior y sabemos bien que sigue existiendo un conflicto exterior asimétrico, en especial las relaciones con Estados Unidos son desequilibradas, y se puede argumentar una inferioridad real. Situaciones tan terribles como la impotencia ante la violencia sobre los emigrantes al otro lado del Río Bravo indican una inferioridad de fuerzas ante EUA. Si vieron las imágenes sobrecogedoras de un emigrante electrocutado y pateado por guardias fronterizos, de nombre Anastasio Hernández, nos viene a la cabeza que no existe un complejo de inferioridad ante el extranjero, sino una situación real. Por tanto, la explicación de la nación no la he basado en una psicología, la cual es un derivado de una realidad colectiva. 

 Sí es un libro… sostenido en una investigación histórica significativa, pero no es un libro de historia. Hay un breve recuento de la forja de la nación, para explicar el proceso de formación nacional, en la medida que unos 700 años se pueden resumir. Es difícil sintetizar y siempre será posible agregar algunos rasgos a cuadro de nuestra. Y por lo mismo, no es un libro de historia dedicado a recopilar la sucesión de eventos en orden cronológico, pues este procedimiento es complementario. De hecho, quizá una de las aportaciones interesantes del texto sea la interpretación de tiempo dual de la nación: dividido contradictoriamente entre el mítico y eterno, enfrentado al calendario histórico. La fundación intemporal corresponde a la visión del mito, el momento en que ocurre no tiene una cantidad, es un cero absoluto, un principio; pero las naciones modernas, exigen calendario y sucesiones. (Consultar páginas 20 a 23, tema “El tiempo del origen…) 

 Sí es un libro… que respeta la complejidad del fenómeno nacional. Si el reduccionismo ha sido cuestionado en las ciencias sociales, con más razón se debe cuestionarlo en el tema nacional. Cada país es un sistema complejo agrupando otros sistemas complejos a nivel política, economía, cultura, etc. De hecho, algunas de las críticas hacia las teoría anteriores se motivan por la simplificación excesiva, por ejemplo, la teoría de Samuel Ramos del sentimiento de inferioridad como fundamento del fenómeno mexicano. Sí es un libro… que no acepta que todos los mexicanos sean iguales en su carácter e idiosincrasia; asumo un enfoque distinto para no quedar atrapado en el callejón sin salida que dice “todos los mexicanos son así”. El proceso de cambios es rápido y deja muchas definiciones obsoletas, por ejemplo la participación de la mujer en la sociedad y el cambio en las costumbres sexuales dejan fuera de lugar los dos modelos del macho mexicano y la mujercita sumisa. Para superar esos temas del machismo y la virginidad sumisa como la esencia mexicana se requieren de nuevas herramientas mentales; porque la presencia de una comunidad nacional vital no depende de esas costumbres, tan contrarias a la mentalidad avanzada, que hoy parece predominar en el país. (ver páginas 135 a 143 parte Frente al perfil…) 

 Sí es un libro… con tema político, pero no en el sentido vulgar de las relaciones de poder y las exigencias para votar en uno y otro sentido. Los políticos que no comprendan su nación serán unos fracasados, destinados a empantanarse o quedar sometidos a tendencias ajenas. Una nación es una entidad política, cuando las comunidades se dividen surge la política por otros medios, y eso se denuncia en un capítulo especial. A su vez, la existencia de predominio imperial sobre los pueblos genera tensiones políticas. También, la forma del Estado moderno está íntimamente relacionada con la textura de las naciones. 

 Sí es un libro… que proporciona herramientas intelectuales poco usadas o conocidas para interpretar a la nación. El antecedente de este libro es una extensa investigación del tema nacional en el materialismo histórico y las predicciones sobre la desaparición de las naciones entre los principales autores socialistas. Después de las investigaciones concluí que el fenómeno nacional no es transitorio y se resiste ante los ataques imperiales, el colonialismo, etc. Sin embargo, también me convencí de que era difícil comprender las dinámicas nacionales, si nos contentamos con ideas preconcebidas. 

 Sí es un libro… que no exige una lectura completa de todas sus partes, ya que es una colección de ensayos. La relación entre las partes no resulta por completo evidente. En el prólogo se explica el enfoque de cada ensayo, y los que conviene leer como un conjunto. 

 Sí es un libro… que contiene un descubrimiento feliz donde la visión literaria se une con la interpretación histórica y teórica. La existencia de una imaginación material como comprender qué son las aguas, el título del libro, proviene de la crítica literaria (Ver el inicio: páginas 11 a 13). Las aguas sirven para imaginar y comprender, en este caso han servido para reflejar y dar conciencia a México. Otro aspecto en extremo interesante ha sido el vínculo de la gran literatura con la formación nacional mediante la lengua y las extensiones mentales. Se puede afirmar que de acuerdo a los grandes libros, queda delineado el proyecto de nación. Ahora que los candidatos buscan tanto bonitos proyectos de nación, podemos hacer la correlación directa de ese libro singular que fue la Enciclopedia francesa y la visión de la República, que cimbraría a Francia unas décadas después (ver páginas 158-159 La Enciclopedia, el discurso ilustrado y el proyecto Republicano). Creo que bastaría, únicamente este descubrimiento para recomendarles que leyeran el libro. 

Sí es un libro… donde se emplea con amplitud el material histórico y la representación simbólica para conjugarlas y contrastarlas. Pero he preferido, reducir al mínimo lo que se llama el “aparato teórico” de las citas a pie de página, para que la lectura sea amena y no perderse entre las referencias. Sí es un libro… que abre perspectivas. Me he preguntado con seriedad si las naciones en general —y en particular la nuestra— prevalecerán. Para cuestionar la dinámica, ya actuante y presente, he utilizado la metáfora de un águila bicéfala, donde la unidad ancestral se ha convertido en una dualidad importante, pues del otro lado del Río Bravo ha crecido una comunidad enorme que dibuja un México diferente, a mitad de camino entre la asimilación plena al american way of life y la vista hundida en sus raíces. 

 Sí es un libro… que en el futuro será más necesario, porque las complejas relaciones de nuestro país y el mundo seguirán un camino de encuentros y conflictos ante el cual no permaneceremos indiferentes. En el contenido no sufriremos un chantaje moral que nos obligue a tomar posiciones, pero es claro que la situación nacional presentará altibajos, crisis y conflictos que pedirán la toma de posición entre los mexicanos. ¿Estamos preparados para ese futuro?

sábado, 15 de septiembre de 2012

SOBRE LA COMPLEJIDAD: HACIA LA NACIÓN 2.0 Y MÁS

Por Carlos Valdés Martín





Cuando nos encontramos con un tema complejo procuramos simplificarlo, de lo contrario resultaría inmanejable, casi por instinto de defensa (incluso, hasta reflejo de pereza), astutamente convertido en útil del razonamiento por Occam[1] y en método por Descartes[2]. Causa impresión que desde el siglo XIX la ciencia social y política intentó simplificar el tema nacional, para reducir la nación a pocos principios básicos y de preferencia a uno en exclusiva. La simplificación debe cuidarse en extremo, pues su mala factura provoca múltiples equivocaciones; la referencia perezosa a múltiples causas sin determinar también es perjudicial pues no conduce a nada, pues sustituye el pensamiento por la mera descripción. Por ejemplo, encorsetar el tema nacional (tan complejo social y cultural) dentro de la etnia cayó por la ladera resbalosa del racismo (la raza superior) y la reproducción del grupo quedó reducida a las simples cenizas, disfrazadas de sangre roja (o azul) y piel blanca (antagonista de la negra o de cualquier ficción de contaminación). Esa vertiente de “reducir demasiado aprisa y con error” ha dificultado el comprender. Además el método (que se repite, una y otra vez) y la sutileza de Marx en su ambición de una ciencia de la totalidad social decayó en reduccionismo[3], aunque contaba con la dialéctica (que pocos manejaban) y la referencia a la totalidad hegeliana (que ponían de cabeza, por tanto dejaba de ser tan útil y precisa[4]), y poseían una interesantísima referencia hacia la base económica, que no embonaba con las demás piezas del rompecabezas pues la nación jamás ha sido pura economía, además no la medía ni cuantificaba. La otra vertiente en los estudios de la nación ha sido su reducción al Estado nación, donde la identificación sencilla ha traído a un callejón sin salida del tema político, que es relevante cada vez que las naciones se oponen a sus Estados o cuando surgen fenómenos multinacionales, ahora tan en boga con la emigración, la red mundial de comunicación y las empresas trasnacionales. 

Alcanzar la complejidad en un modelo directo
Si el modelo de pensamiento usado es simple (en sentido estricto) entonces alcanzaremos la simplicidad y jamás comprenderemos la complejidad. La comprensión de la geometría surgió con una simplificación del espacio, al suponerlo en una especie de vacío y capaz de describirse bien con líneas rectas perfectas hacia cualquier dirección. Si se agrega más complejidad al modelo de la geometría, suponiendo un espacio curvo (lo cual es loable para visiones de física relativista o para el movimiento sobre la superficie terrestre, etc.) la comprensión se vuelve más compleja y pierde parte de su carácter intuitivo. Para describir el espacio no resulta suficiente comprender la línea recta, sino que nos obligamos a comprender también las curvas de todo tipo. Con el tema nacional la reflexión ha permanecido sumergida entre modelos demasiado sencillos para explicarla y, también, simplistas para negarla.
Cuando los antiguos intentaron comprender su sociedad política, recurrieron a la visión de un organismo (biológico), para establece un modo de acercamiento, sin embargo esta descripción ofrece un límite, pues la sociedad contiene una complejidad mayor. Esa complejidad tendemos a reducirla, achatarla y sobajarla, de tal modo que para los antiguos el rey encarnaba una cabeza mandando sobre los pies-súbditos. El ser humano posee mayor complejidad respecto del organismo animal, cuando agregamos su mente, con sus lados racional e irracional, con su entendimiento y su cultura simbólica, además de agregar el peso de la interacción social: en fin nos encontramos con una complejidad específica, pero cuando observamos el todo social o estatal, tendemos a apreciar esto cual si fuese una estructura-mecánica. De hecho, la máquina es muy importante como modelo de cierta complejidad menor, pero atractiva y desafiante para entenderla. Una parte de las discusiones de la teoría social, y con ella del tema nacional, se basan en las disyuntivas de reducción de lo personal y social al nivel de la estructura, que es el nombre teórico de la imagen maquinista (la gran ley o tendencia, que baja varios escalones del sistema complejo sin que decaiga en un simplismo).

La simplificación nacional y el patriotismo
Una parte importante del tema nacional se basa en la simplificación cuando la nación queda identificada como unificación pura (una e indivisible) y hace su espejo con el individuo, así establece una especie de relación matemática de función, donde existe la correlación entre la variable única del individuo, con el conjunto mayor y también único de la nación. Sin embargo, el tema de la madre patria demuestra la unidad de este simbolismo en su simplificación (una madre como individuo colectivo, meta-social) con su doblez, justo cuando se denomina como patria (término de origen masculino, para los romanos la herencia del padre), y lo que aparentaría formar una identidad simple y funcional, se convierte en un rompecabezas. Si fuera simple la identidad entre el individuo nacional y su nación, entonces resultarían innecesarios los estudios de este tema, sin embargo, resulta un doblez enorme: la identidad nacional no queda terminada por la ecuación de igualdad simple donde la suma de los mexicanos es igual a México y México es igual a la patria, en signos “todos los mexicanos”= México = patria”. En un ejemplo problemático, la ecuación queda detenida, y muchos compatriotas rompen su pacto originario cuando se comportan confusos o nada patrióticos, mientras los extranjeros resultan patriotas[5], entonces siempre hay una línea de fuga y se desdibuja la ecuación simple y de igualdad. Conforme el patriotismo es una elección, su presencia no es una simple emanación natural desde una nación, sino el gesto de voluntad concentrada de quien realiza el acto patriótico.
Debemos anotar que el operador de identidad simple (en matemáticas el signo =) es poderoso y eficaz. Permite una comprensión y doble vía con sentidos bien distintos. La opción donde la cadena larguísima de igualaciones va hilando a una enorme masa del tamaño de una sociedad o nación, por ejemplo imaginemos una sucesión de signos igual donde cada ciudadano representa un voto y entre ellos cuentan solamente uno, donde está la base de la democracia formal. La otra opción donde la igualación establece una relación única, por ejemplo, la nación mexicana con todos los mexicanos. A cualquier correspondencia cabe buscarle su fisura, incluso a la más tautológica, y por tanto, ejercer una crítica sobre esas identificaciones que también sirven para la “identidad psicológica” entre la persona y su grupo.

El engaño de la unidad biológica, la sangre y el racismo
En mi perspectiva la nación es una unidad de reproducción radicalmente distinta de la biológica, porque es una reproducción social con todas su complejidades, donde importa tanto el lenguaje como el alimento, la demografía como la economía, el sistema político con sus grupos sociales y los mitos fundacionales con la perspectiva de futuro. Lo que reproduce cada nación es al grupo integrado por una multitud de individuos con ciertas potencias alimentadas por su “contexto-nación”, su supra-reproducción. Esta reproducción está más allá de la biología, aunque esté ligada a la reproducción biológica del grupo. Justamente ver la unidad nacional como biológica, señala una antípoda del pensamiento complejo, pues es simplificar para establecer un lazo, que termina siendo cuerda para ahorcar. Es suficientemente conocida la vertiente racista del nacionalismo y el callejón sin salida al que desemboca, que no resulta práctico detallarla. Basta recordar que el cuerpo metaboliza de manera diferente a la reproducción de una sociedad. Si alguna reproducción significa el fenómeno de la nación, es la de cada sociedad.
El fracasos de las teorías racistas empujó para olvidar y dejar de lado el componente de lazos consanguíneos de las naciones, pero ese olvido sería omitir un aspecto del conjunto. El global se integra con todas las partes y ninguna desaparece en el devenir hacia el conjunto. Las poblaciones cuando permanecen juntas durante largos periodos, por fuerza terminan siendo parientes, por tanto comparten rasgos físicos o su material biológico, que ahora llamamos genoma. Pero la biología actúa lenta, mientras la cultura es rápida; la proximidad de poblaciones es más cultural y de metabolismo económico, que intercambio de genes. La sangre común fue una descripción metafórica que distorsionó al concepto científico[6], la proximidad racial se define por los genes, los cuales se comparten más al interior celular que por el parecido de la piel y los rasgos externos. 

La nación ¿sirve de modelo a la complejidad?
Al parecer los componentes míticos y políticos de la nación —por tanto su utilidad ideológica— no han permitido su empleo correcto para modelo de la ciencia social en el nivel de la complejidad. Para empezar abundan desacuerdos sobre la naturaleza de la nación; el acuerdo es más por la existencia de cada objeto nacional, aceptando a Francia y a Holanda como fenómenos nacionales y no aceptando a familias o regiones bajo esa definición.
Conforme la teoría de la complejidad adquiera un cuerpo teórico más robusto en  ciencia social se fortalecerá, hasta asimilar el concepto y modelo de nación en sus múltiples dimensiones. La nación es una modalidad de la sociedad, así como el mercado o la masa son otras caras de esa colectividad, el conjunto presenta diferentes densidades y nos permite observar distintas relaciones y facetas, según lo abordamos como agrupaciones de transacciones económicas en el mercado, como relaciones legales y de poder en el Estado, como convivencia inmediata en la masa, etc. En esta serie parecería que la masa ofrece el término más sencillo como mera agrupación inmediata de gente, sin embargo, en cuanto sistema psicológico y de relaciones culturales ya tiene sus complejidades (espectáculos de masas diseñados y efectivos únicamente en multitud como el circo romano o concierto “rockero” moderno).
La simple agregación no implica complejidad, para eso basta contar en mayor  número. Además de más elementos, importa la dificultad del sistema mismo. Una primera visión es el caos o el laberinto, donde la mente espontáneamente encuentra un desafío; aunque otra totalidad amigable como el territorio o la nación define otro tipo de laberinto que sea acogedor.
¿Dónde resulta la nación (en concepto global) especialmente amigable para aceptar la complejidad? En el aspecto que la nación es unidad de múltiples determinaciones y de distintos niveles de realidad. Por ejemplo, la relación entre nación y unidad lingüística posee su divergencia perpetua, acontecen líneas asíntotas, pues jamás las naciones son monolingües exclusivas. 

La realidad virtual nacional 2.0
La densa capa de emisiones luminosas y sonoras que nos moldean y permiten interactuar mediante mensajes crece de modo continuo… es la virtualidad avanzando cual bola de nieve para convertirse en avalancha sobre la ladera nevada. El antecedente remotísimo fue el mensaje dibujado en el muro de la caverna, pero ese tipo de medio corresponde más a la “capa cultural”, definida como el cultivo de una segunda naturaleza, que poco a poco nos humanizó; en otros términos, también la densidad de la economía fue engrosando, pues los objetos producidos y consumidos integran cultura[7]. Antes lo más específicamente cultural parecían los objetos que no satisfacían el consumo del cuerpo sino el mental, como adornos, literaturas y religiones. La capa virtual posee una consistencia derivada y anexa a la cultura, por ejemplo, el libro electrónico es una variedad del libro, la película en la televisión es una variedad del celuloide; por eso la fantasía de Borges, el poeta ciego, prefiguraba fenómenos de la realidad virtual como la web o el videojuego[8]. La densidad de las emanaciones electromagnéticas posee cualidades especiales, no reducidas a su medio técnico. En extremo importante produce la interacción entre personas y códigos computacionales, que hacen un juego de respuestas predefinidas de tal complejidad que parecen lenguajes inteligentes, capaces de jugar ajedrez o guiar máquinarias económicas o de guerra; en cierto sentido cristaliza el extremo del fetichismo tan denunciado y temido por el marxismo filosófico[9].
A primera vista, la nata planetaria de la realidad virtual está opuesta a la nación, como medio material de la globalización, aunque esta afirmación merece el bisturí de la duda. La comunicación más allá de las comunidades nacionales existe muchos siglos antes, varios idiomas han crecido transfronterizos y esto sucede desde antes de la virtualidad: el español para el imperio colonial y sus partes liberadas, el latín como lazo de la iglesia católica universalista, etc. Con el medio electrónico el alcance instantáneo de los mensajes es mundial, la red de redes corresponde a una lógica de expansión instantánea hasta el último pliegue del sistema de internet, las acotaciones de frontera resultan diques obsoletos que aún hay, o bien, son resultado del sistema de comunicación debajo de ese medio universal. En estricto sentido a los mexicanos no les interesa la moda indonesia y viceversa; la posibilidad de comunicación queda delimitada por la práctica del horizonte de intereses y de los lenguajes de base, la impenetrabilidad entre idiomas, que es horadada por sistemas de traductores simultáneos, aun así se mantiene algún estilo de incomprensión y el ámbito de los mensajes locales, sin intereses mutuos entre mexicanos e indonesios.
La nación se mantiene a pesar de la red de redes de comunicación y la creciente virtualidad del planeta, esto se debe a su consistencia interna. Tal sostenerse se comprueba con las naciones dentro de la Unión Europea, que no se disuelven con facilidad dentro del mercado común y su flujo de intereses. Habrá quien crea que las naciones son efecto pasajero o hasta una reliquia del particularismo[10], otros creemos que lo concreto (local, distinto, separado, reticente, resistente) no se disuelve con el encantamiento de lo universal (mercado mundial, globalización, imperio del dólar, red de redes). De facto, la nación misma adquiere su dimensión virtual, entonces la previa dureza de su discurso, el arsenal de sus nostalgias, la coherencia de sus habitantes y demás, también transitan por su integración hacia la nata virtual. Así, en el siglo XIX los llamados “pueblos sin historia”[11] —cuando carecían de Estado y de lengua literaria propios— se estaban disolviendo, amenazados con la integración multinacional dentro de imperios, ahora también algunos sectores nacionales que manifiestan escasez de virtualidad (débil sistema informático, lento internet, pobre investigación en sistemas computacionales, carencia de software…) sienten la presión de la amenaza, un gesto de extinción proveniente del exterior demasiado capitalista y anudado por las siglas www: la telaraña planetaria. Lo que en el siglo XIX fue la debilidad del sistema de comunicación de los pueblos sin lengua literaria (sin gramática propia, sin literatura popular…) ahora está en su debilidad de la virtualidad por escasez de productos informáticos.  Lo que antaño era la falta de una industria ahora es la debilidad de un sistema terciario informático, que resulta un “hándicap” para las naciones “atrasadas” que luchan por mantenerse y destacar en el tercer milenio.
En los siglos XVIII-XIX-XX, las naciones necesitaron de un Estado y de un sistema de comunicación con una lengua literaria (nacional), como respuesta tuvieron el resurgimiento de lenguas nacionales, el sistema de ediciones, ampliación de la educación universal y el Estado nacional. En los siglos XIX y XX, las naciones requirieron una economía con industrias y un fuerte mercado de productos, ahora requieren de fuertes sectores de servicios, con redes de ciberespacio y producción de contenidos multimedia; de otro modo, quedarían al garete.

Conclusión
La tarea actual para comprender a las naciones es superar ya esa visión premoderna, integrando la virtualidad en su comprensión. El avance más pujante y significativo es y será acordar su complejidad para comprender a cada nación como objeto complejo en sí mismo (trascender una estructura interactuando en otras), más allá del nivel organismo biológico y de multitud (a nivel de agregado). La nación incluye vida (cuerpos vivos) y sociedad (agregado colectivo, con sus relaciones específicas) y adosa sus componentes de reproducción, política y cultura. En fin, la nación siempre es un sistema englobando e interactuado con sistemas, afectado y moviéndose entre ellos, por tanto opera en la esfera de la complejidad.
Los intentos por simplificar demasiado el fenómeno nacional han fracasado; las tentativas por arrasar fronteras o cerrarlas también se han frustrado. Las experiencias pasadas de integración y desintegración acontecen sin que exista una interpretación razonable de lo sucedido Ya es tiempo de prever los procesos de integración y nacionalización en el marco de una sistema de economía y comunicación muy integrado. Las expectativas futuras no indican una desaparición del fenómeno nacional, pero sí hacen deseable su comprensión para desarrollar una estrategia de convivencia planetaria, que sea conforme a la complejidad de las naciones y su entrada en una fase de comunicación 2.0 o más.



 NOTAS:


[1] La famosa navaja de Occam que nos invita a reducir las causas de una explicación, de ser posible a una; lo cual trae un aroma a teología monoteísta, pero resulta servicial a aclarar las explicaciones. Convertido en pereza mental no lleva a considerar un único árbol como el bosque mismo, el caso cambiando al conjunto complejo, en fin, desapareciendo la complejidad.
[2] Según el Discurso del método se alcanza las mínimas partes, para manejarlas y luego reconstruirlas, pero la pereza mental no permite completar estas fases.
[3] En especial, el sometimiento de una teoría al interés político crea una supercarretera hacia la debacle mental, tal como se muestra con el ascenso del estalinismo. Cf. TROTSKY, La revolución traicionada y La internacional comunista después de Lenin.
[4] La dialéctica de Hegel avanza por grados de complejidad para comprender la realidad, eso queda clarísimo en la Fenomenología del Espíritu y todo su sistema. Sin embargo, su tesis era tan avanzada (y compleja) para su tiempo que no era visible, con lo cual su posible contribución para una visión de la complejidad quedó marginada, pues sus continuadores prácticos —que eran los marxistas— insistían en ponerlo de cabeza y convertirlo en materialismo unidimensional.
[5] Ejemplos de esos curiosos comportamientos aparecen en el anti-nacionalismo de los conservadores mexicanos del siglo XIX, aceptando la invasión francesa y trayendo al príncipe Maximiliano para gobernar México; la afiliación de Lorenzo de Zavala por la causa de Tejas, el sitio donde terminó su días; el ímpetu de Garibaldi por liberar fuera de su propia patria, cual peregrino del patriotismo electivo.
[6] Que las distorsiones resultaban funcionales para mantener sistemas de dominación entre grupos de rasgos distintos, en una lógica militarista, que aprovechaba la psicología y el miedo. Cf. REICH, Wilhelm, Materialismo histórico y psicoanálisis.
[7] Para Baudrillard, la posmodernidad trae aparejada una inversión del sistema donde el consumo se impone sobre la producción, el simbolismo devora la producción; lo cual no es estrictamente cierto, pero marca un síntoma importante. Cf. Baudrillard, Jean, El sistema de los objetos y El espejo de la producción.
[8] Los cuentos de Borges son clásicos, con El Aleph nos avisa de un ordenador conectado al universo; La biblioteca de Babel y El libro de arena anuncian la red y sus servicios de enciclopedia virtual; Tlön, Uqbar y Orbis Tertius anuncia la visión de otro mundo con leyes físico-mentales anómalas; Las ruinas circulares señalan hacia la creación del personaje circular del videojuego; etc.  
[9] Los efectos de separación (actos opuestos) entre las personas, se convierten en movimiento aparente de las cosas: precios, mercados, crisis, dinero, bolsa. Este conjunto alcanza un nivel superior de los productos del trabaja humano (toda cosa es producto del trabajo por principio) y parece moverse como cosa insuflada de vida autónoma, que por la realidad virtual alcanza su extremo: un mundo no habla con su propio código, como fetiche al que las personas siguen. Cf. Kósik, Karel Dialéctica de lo concreto y Gorz, Historia y enajenación. En ese sentido, el marxismo no cae por el muro de Berlín derribado sino por la oleada de la revolución de la computación. ¿O creen que es mera coincidencia? Cf. Toffler, Alvin y Heidi, El cambio del poder.
[10] Basándose en Benedict Anderson, algunos autores interesantes y serios coquetean con una construcción imaginaria (en el sentido lindando en la ficción) de las naciones, como BARTRA, Roger, La jaula de la melancolía. Otros, como Hobsbawm, cautelosos ante el nacionalismo de derechas y nostálgicos de un internacionalismo marxista añoran el decaimiento de las naciones.
[11] Tema cuestionado a Engels, por más que tuviera una sólida formación, Cf. Rosdolsky, Roman, Friederich Engels y el problema de los pueblos sin historia.