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sábado, 11 de mayo de 2013

OBAMA IMPARTE LECCIONES DE NACIONALISMO MEXICANO



Por Carlos Valdés Martín

Resultó divertido y útil para educarnos un discurso de Obama en su visita a México. Como ya existen millones de votantes que le interesan nos enseña cómo agitar un discurso nacional sin caer en extremos ni sonrojarse.
La modal neoliberal y globalofílica ha creado un sentimiento de inferioridad en el tema nacional, que presenta novedades ante el malinchismo tradicional. Ahora se cae en la modalidad del ¿Qué dirán? Ellos, los otros, extranjeros, superiores e inalcanzables. El gatillo del sentimiento de inferioridad de quien carece de fuerza interior regresa bajo el tema de la globalidad.
Debe aparecer el Presidente de piel oscura para señalar la admiración por lo mexicano para que algunos empiecen a levantar la cabeza. ¿Por qué Francia, España y EUA sí tiene su instituto cultural internacional para levantar la cabeza en todo el mundo señalando las maravillas producidas en su país? En cambio, la buena idea de crear un Instituto Octavio Paz que levante el nombre del país y sus logros culturales se queda como una buena idea a la que nadie le hace caso pues quedó en el baúl de un candidato perdedor.
Viene Obama y en su discurso demuestra que hizo bien la tarea: recuerda a Rivera, Kahlo, Sor Juana, Paz y hasta cita un poema de Amado Nervo dedicado a Benito Juárez. Por cierto, el prócer Juárez soslayado en el Bicentenario. ¿Qué salvarnos de Francia y Maximiliano no fue una Segunda Independencia?
Por si fuera poco, llega Obama y halaga a los mexicanos presentes con el ejemplo de Rafael Navarro González, ayuda a analizar información que viene del Curiosity en Marte y aportando ciencia en su máximo nivel para la superpotencia.  Mientras que en nuestros “sexenios perdidos” se siguió expulsando al talento y regateando recursos para el SNI.
Y, para evitar las lamentaciones, encontramos que el halago a la nación mexicana cantado por Obama también trae oferta de trato entre iguales. Otras veces, el tema de “somos iguales” entre mexicanos y norteamericanos ha sido una mascarada o ficción de cancillerías. Todos sabemos que existe desproporción de recursos económicos y por tanto de poderes fácticos. En esta ocasión, el Presidente visitante no impuso ninguna condición en lo oscurito. Ni los detractores la han encontrado, aunque conservo un capítulo para mi sospechosismo. Además, Obama reconoció su parte de culpa con el tema de la droga y el tráfico de armas. Eso sí es un notición, pues una mala tradición del Norte tiende a negar cualquier clase de falla propia que cause males sobre el mundo. Es la mala tradición de que “me creo perfecto” y no escucho críticas. Este cambio resulta interesante y sano: es la autocrítica de la superpotencia.

Por último, Obama pone acento en un tema nacional clave: el futuro. Con una retórica recuperada a partir de Luther King Jr., Obama manda el mensaje de un sueño posible. Si una nación está viva debe marcar un rumbo futuro. La única dirección de la existencia es el rumbo fijo en el mañana. Una nación que se contenta única y exclusivamente con su pasado está en agonía y moribunda. El pasado es una referencia indispensable, pero la nación funciona en la bisagra que unifica pasado, presente y futuro. Al hablar de que también los mexicanos tenemos derecho a un sueño (en el sentido de un ideal realizable) y lo lograremos, el Presidente Obama nos da lecciones de una acertada aplicación del nacionalismo mexicano.
Si el visitante anota que nuestra comunidad nacional está moviéndose tras un sueño ¿no lo ven también nuestros líderes de opinión, intelectuales y políticos? Los mexicanos de a pie nos quedamos esperando una respuesta.




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