Por Carlos Valdés Martín
Esta
novela ofrece una apariencia sencilla y ha sido celebrada por el motivo
contrario: representar la filosofía existencialista. Esta obra, El extranjero, ha recibido fama de su
autor y viceversa, en especial, Albert Camus está presente en el conflicto
francés cuando cambia la perspectiva conservadora y la opinión pública acepta
un socialismo con tinte libertario y existencialista[1]. Esta
obra publicada en 1943 está ubicada en el periodo de la Guerra Mundial y sus
tensiones. Al poco tiempo, también esta novela será observada con otra luz,
pues pocos años después Argelia se convulsionó con vehemencia por separarse del
colonialismo y esta lectura posee un fino dispositivo para cuestionar el estatuto
y hasta el instinto coloniales[2].
El estilo de la novela es fuertemente objetivo, con
un tono marcado por expresiones cortas, carentes de adornos y casi desaliñado. Las
frases breves al “estilo Azorín”[3] sirven para dar una
impresión de puros hechos duros y rudos. La anécdota es descarnada y con un toque
de violencia, aunque no se ubica dentro de los géneros negros. Primero la
muerte de la madre del protagonista Meursault, quien se comporta frío y esquivo
ante el deceso y funeral, diríase que sus emociones quedan anestesiadas. Con
trivialidad el protagonista reinicia su trabajo y un amorío baladí con una chica
conocida. Después sobreviene una cadena de acontecimientos casuales; ocurre el
pleito de un recién conocido suyo, luego en un encuentro siguiente él mata a
balazos a un árabe.
El personaje principal, Meursault carga con la
narración mostrando el mundo en primera persona, bajo un manto de indiferencia
y aislamiento[4].
Desde afuera, en gran medida parece un tipo normal, pero queda marcado por un
asesinato casual, el cual —según su justificación— es provocado por un calor
agobiante y la facilidad impensada de portar el revolver de un amigo casual[5]. En la otra mitad
exterior, el personaje queda marcado por una imagen terrible de insensibilidad,
su condición de habitante colonial y por la condena moralina al expresar un
ateísmo ingenuo[6].
Una combinación de opiniones exteriores y la torpeza de Meursault para exponer
su defensa en tribunal lo empujan hacia la pena de muerte. Este personaje
merece el título de anti-héroe porque no manifiesta esa lucha típica contra la
adversidad[7], sino una especie de
hastío y angustia indiferente ante su castigo; al final, incluso desea que su
acosamiento termine en la tumba.
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El estilo descriptivo corto y enérgico, carente de
adornos resulta áspero y hasta decepcionante. Contamos con la explicación de que
se narra desde un personaje sencillo, por tanto queda bien abandonar el estilo
y dejarlo a ras de piso. También está el sello del ímpetu juvenil del autor y
una pretensión realista del novelista[8]. Desde esa perspectiva,
para convencernos de la verosimilitud, vale bien el recurso de un estilo tan
seco. Por si fuera poco esas frases cortas y sin adornos se adaptan a la idea
de un ambiente pobre y rodeado por un desierto, que es a la vez natural y
humano.
Tampoco se piense que esta es una novela sin técnica
narrativa o descriptiva, pero el autor optó por la sobriedad y sobre ese tono
se mantiene. De hecho, la sencillez del fondo mediante la austeridad desértica
(metafórica y de facto) sirve para resaltar lo esencial de la trama, evita las
distracciones.
Merece recordarse la descripción de ambiente saturado
de calor antes del asesinato, la cual se distingue por adquirir intensidad
poética, en ese sentido ese es el símbolo natural de esta novela: calor
agobiante y desértico[9].
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La enajenación recíproca expresada en la distancia y
oposición entre personajes se expresa bien en el título. El
protagonista es extranjero en su
propia tierra colonizada por franceses; ante su madre fallecida hay un
abismo; ante el árabe que mata se señala otra distancia; frente a los jueces
que lo examinan y arrinconan en la culpabilidad hay otro precipicio[10]; también
hay otra ajenidad ante el sacerdote que lo presiona alarmado y desesperado porque
el personaje es ateo; y, por último, la distancia de la muerte como final
insondable.
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En
alguna medida, esta novela incluye argumentos de relato policíaco aunque sin la
típica investigación sobre hechos, en cambio expone una condena por las
apariencias. Lo sucedido es evidente desde el momento en que
ocurre, pero la motivación para perdonar o condenar a muerte mantiene una
tensión más larga. En el argumento se atisba que la diferencia cultural y de
creencias prejuicia a los jueces, sin embargo, tarda en resolverse el
veredicto; de hecho la opinión del abogado parece ir en sentido opuesto y
espera un fallo favorable. Cualquier relato policíaco se urde entre la ley y el
delito, colocando al robo o la muerte como prendas de premio o castigo; en este
caso es el sentido mortal lo que atraviesa la narración. La relativa eficacia del
aparato de policía, deteniendo con facilidad y encerrando con eficacia, más que
un halago significa un reproche por manejar a gentes como simples bultos. La
tensión se centra en la decisión del tribunal, con un desenlace contrario a lo
que consuela al público con la prevalencia de justicia; aquí importan las
apariencias y el prejuicio racial para condenar al protagonista.
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Otro
de los temas fundamentales es la facilidad de la muerte y la doble tragedia que
implica el asesinato asequible. Primero nos presenta una muerte “natural” por
vejez, que se toma sin lamentaciones, como un acontecimiento de la biología.
Luego surge el crimen sin sentido, sucedido por una especie de mecánica de
situaciones. Meursault ultima a quien no conoce ni siente rencor, es una trivial
secuela de un pleito ajeno unida al largo argumento sobre el calor insoportable
como motivación. El personaje parece convencerse
que el calor lo empujó al acto extremo y sin sentido de disparar a un extraño,
es decir, cree en su irresponsabilidad.
El asesino está condenado a muerte antes de ser
atrapado, pero la mecánica del juicio lo lleva hasta la conciencia aguda e
inmediata del desenlace[11]. Además del juicio está
el argumento filosófico de la mortalidad completa. En este caso se da un matiz
filosófico sobre la muerte en la perspectiva del ateísmo, un final sin consuelo
religioso. El contraste entre el creyente y el reo es convincente. Esa muerte
abismal y sin consuelo resulta terrible. El tema visto en retrospectiva
arrastra hacia las discusiones del existencialismo ateo de la posguerra y por
eso resultó también una obra oportuna, ofreciendo un argumento para una
discusión posterior: anticipaba el temperamento de la literatura francesa de
posguerra, tan marcado por Sartre.
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El relato
posee un matiz anti-colonial manejado con discreción. Recordemos que la novela
se publicó en Francia durante la Guerra Mundial cuando esa nación quedó
postrada ante el nazismo. Además Camus fue huérfano, hijo de un francés
emigrado a Argelia, así que vivió y se identificó con la condición de pobreza
de la población local, aunque desarrolló fuertes raíces intelectuales hacia
el país galo. En ese sentido, la obra posee una crítica discreta y eficaz al sistema
colonial, con su incomprensión hacia el nativo convertido en extranjero en la
propia tierra. También en ese sentido, la novela es anticipatoria pues muy
rápido surge el movimiento anticolonial[12] y el nacionalismo
argelino logra independizar al país. De
ese modo, la obra se verá como una
expresión de los nativos incomprendidos y arrinconados bajo el sistema colonial.
NOTA:
[1]
El existencialismo es una
corriente filosófica que se distingue a partir de la intervención de
Kierkegaard, quien puso en el primer lugar de la filosofía el problema humano, confrontándose
con el universalismo de Kant y G.W.F. Hegel, que eran corrientes relevantes en el
centro de Europa al inicio del siglo XIX. En la Francia del siglo XX esta
corriente adquiere un vuelco, para devenir en más bien atea y materialista. Cf.
SARTRE, Jean Paul, El ser y la nada, El existencialismo es un humanismo.
[2]
En ese periodo está a
punto de triunfar por completo el “principio nacional” al romper el
colonialismo europeo como presencia fundamental. Bajo esa nueva perspectiva de
nacionalismo duro, entonces el paradigma de nacional-extranjero adquiere una
preminencia desconocida en el periodo previo más imperial y
dinástico-cosmopolita. Cfr. VALDÉS MARTÍN, Carlos, Las aguas reflejantes, el espejo de la nación.
[3]
VIVALDI, Martín, Curso de redacción.
[4]
El personaje del individuo aislado para la crítica literaria social de Lukács
representa una clave del horizonte del capitalismo. Ese aislamiento le parece
al crítico literario que contiene la clave del comportamiento amoral y falto de
razonamiento, en otras palabras implica el arribo de la “conciencia cosificada”.
Cfr. LUKACS, Georg, Significación actual
del realismo crítico.
[5]
En la perspectiva
existencialista es un gran tema el absurdo de la vida y la ausencia de sentido;
frente a ese vacío del mundo exterior, existe una contraparte del vacío interior
que justifica la angustia como sentimiento básico de la existencia. Cfr.
BIEMEL, Walter, Sartre.
[6]
De modo sagaz el relato
insinúa que la condena se debe más que nada al efecto de intolerancia religiosa
y cultural, pues la pena de muerte resulta un veredicto inusual para los
asesinatos.
[7]
El héroe es posee una
estructura psicológica y fenomenológica, cabría preguntarse por la definición
de su figura opuesta, que no es propiamente un villano antagónico. Cfr.
CAMPBELL, Joseph, El héroe de mil caras.
[8]
Existe una larga tradición
de distintos estilos realistas, en el siglo XX se formaron diversos.
[9]
El desierto posee una
compleja utilidad psicológica y simbólica; por tradición, el desierto permite
la irrupción de la visión extraña, conjura espejismos, ángeles o demonios. Cfr.
BACHELARD, Gastón, La tierra y los
ensueños de la voluntad.
[10]
El abismo y la separación
es la condición fundamental del personaje, de ahí que la extranjería es
separación, por tanto, una manera negativa y fatal de tomar el espacio; en
términos posteriores me parece una “desterritorialización”, donde la persona
pierde siempre la tierra, aunque esté bajo sus pies. Ningún consuelo o
situación le da alguna apropiación al personaje. Cfr. DELEUZE, Gilles y GUATTARI,
Felix, Kafka: por una literatura menor.
[11]
Cualquier proceso judicial
implacable e injusto, en el ámbito literario queda marcado por el hito de
Kafka, aunque no sabemos si existió alguna influencia directa, ya que el checoslovaco
tardó en ser difundido. KAFKA, Franz, El
proceso.
[12]
Como evento político
cultural, también representa el repudio de los propios franceses a su propio
colonialismo, sentido más como problema que como ventaja. Cfr. FANON, Franz, Los condenados de la tierra. “la
aristocracia colonialista: no puede concluir su misión retardataria en Argelia
sin colonizar primero a los franceses” p. 11.