Por Carlos Valdés Martín
Este relato pertenece a las anécdotas interesantes, que contaron los romanos clásicos[1]. El relato de Lucio Junio Bruto cuenta cómo su nombre provino de un apodo ofensivo que, al final, conservó con orgullo. Además, este personaje hizo algo trascendente en Roma que marcó el rumbo del futuro europeo por siglos y sus ecos resuenan hasta la actualidad.
En aquella época, la ciudad de Roma era gobernada por reyes, y el último se caracterizó por su tiranía, violencia e injusticias. Fue el rey Tarquinio el Soberbio, quien incluso mandaba a matar a familiares de quienes temiera por algún complot. Debido al temor, un sobrino del rey, el joven Lucio, aceptó ser tratado como un tonto, tras el asesinato de sus padres[2]; de ahí que le apodaran Brutus, que en nuestro idioma significa bruto: persona pesada y tonta. El relato cuenta que Sexto Tarquinio, hijo del rey, violó a Lucrecia a punta de espada. Ella era esposa de un primo del rey y era afamada por su honorabilidad. Lucrecia, tras denunciar el ultraje, se suicidó apuñalándose como forma de protesta y para preservar su honor. Esta violación conmocionó a Roma y desató una rebelión que Lucio Junio Bruto lideró con valentía. Cuando decidió que era el momento de actuar, la ciudad quedó sorprendida porque descubrió que no era ningún torpe y que era capaz tanto con la palabra como con las armas. La revuelta expulsó al rey y modificó las leyes para que nadie tuviera el poder de manera permanente. Lucio gobernó, pero respetó las leyes romanas y nunca quiso perpetuarse. Como resultado, abolió la institución de la monarquía en Roma, y se instauró la República, marcando un punto de inflexión histórico.
Este personaje conservó orgullosamente el apodo como parte de su nombre.
NOTAS:
[1] Tito Livio "Ab Urbe Condita" (Historia de Roma desde su fundación): Libro I, capítulos 56-60:
[2] “Bruto tenía buenas razones para ser enemigo de los Tarquinos, pues éstos habían dado muerte a su padre y a su hermano mayor. En verdad, según la leyenda, el mismo Bruto habría sido ejecutado de no haber fingido ser un débil mental y por ende inocuo.” Asimov. La república romana, p. 15.
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