domingo, 23 de febrero de 2025

CABALLO MUERTO O LA TEORÍA DE LA NECEDAD

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

“Estaba muerto, pero nadie se lo había contado” dice el refrán de los abuelos. La empresa estatal fracasada es el Caballo Muerto más grande que pueda soportar cualquier país… El hecho de que existan otros caballos vivos no anula que este caballo (la empresa estatal) sea un enorme monumento al desperdicio inútil. Además la tendencia a cuidar a un caballo moribundo, nacida de la bondad y la caridad no hace que el caballo muerto reviva y sea eficiente.

El Caballo Muerto apesta después de fallecer, pero hay quienes se aprovechan con ese enorme cadáver: funcionarios, sindicatos, publicistas, etc.  Los beneficiarios proponen o imponen una serie de medidas para "salvar" y hacer crecer al Caballo Muerto:

Inyectar un presupuesto millonario de emergencia que implique un rescate, donde todo el país aporte su “granito de arena” hasta formar una avalancha de ayuda inmediata.

Premiar con unas vacaciones pagadas a los mejores destinos turísticos para el Caballo Muerto, acompañado por sus más fieles representantes.

Decretar una Ley que prohíba a los caballos morir y establecer multas para quien levante tumbas para esos animales.

Lanzar una campaña contra los periodistas que hablen mal de los Caballos Muertos…

Cuando el fracaso de los intentos por revivir al Caballo Muerto y volverlo un gran éxito alcanzan el límite imaginable, entonces llegan los voceros a gritar: “Son traidores a la Patria los que no quieren revivir al Caballo Muerto. Esos antipatriotas son los que no quieren revivir al Caballo Muerto, que con su resurrección solucionaría todos los graves problemas del país”.

Sin duda, doña Estulticia estará orgullosa de los adalides que siguen exigiendo mayores presupuestos para el Caballo Muerto.

 

 

domingo, 16 de febrero de 2025

UN DÍA DESPUÉS DEL DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD


 


 

Por Carlos Valdés Martín

 

Conforme el dulce eco del Día del Amor y la Amistad se apaga, entonces con más motivo elevaré al Amor y la amistad en sus infinitas emociones. Los místico, teólogos y religiosos afirman que el Amor es la manifestación suprema de la Divinidad y que no existe poder terrenal que se le oponga y su comprensión plena escapa (o trasciende) al simple entendimiento. Los poetas místicos apelan a algún sentido suprasensible para alcanzar esa plenitud, tal cual los cánticos de San Juan de la Cruz[1] o los arrebatos de Santa Teresa de Ávila[2]. Que son sentidos al límite, que traspasan lo evidente como el multifacético y terrenal Pessoa[3], o los militantes del materialismo como Neruda[4] y Octavio Paz[5]. La ebullición del amor está presente y no hay un instante por pequeño que sea del tiempo donde no haya una oportunidad que acontezca, por eso en los otros 364 días, conviene latir y sonreír. El Amor en su abrazo universal lo alcanza todo, sube hasta lo más etéreo, sublime y divino para descender hacia lo más terrenal y mundano como una piel y un roce de cabellos. Es Amor cuando se expande hasta lo más lejano de la mirada y deslumbra en cada estrella visible, se esconde en lo más usual como uno labios pintados en una servilleta y escapa hasta el óleo clásico del más afamado pintor renacentista. El Amor en su enlace universal nos atrapa a todos y trasciende fronteras (ahora que el inútil gesto de clausurar los espacios está de moda) para moverse sin descanso, por eso Cupido tiene alas. Y una vez que llega Cupido no se escapa ni el más ágil de los prófugos, por eso se le representa como una flecha… Por eso y por mucho más, los otros 354 días del año también son del Amor y la Amistad. 

 

NOTAS:

[1] San Juan de la Cruz, Noche oscura del alma y otros.

[2] Santa Teresa, Las moradas.

[3] Quizá más estimado por la multiplicidad y extensión, que aquí es una manifestación del Amor. Fernando Pessoa dice: “No sé cuántas almas tengo/ A cada instante cambié”

[4] Lo más famoso del chileno Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

[5] Del mexicano Piedra del sol, donde morir y amar se funden en un ritual ancestral. “Un sauce de cristal, un chopo de agua, un alto surtidor que el viento arquea…”