domingo, 16 de febrero de 2025

UN DÍA DESPUÉS DEL DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD


 


 

Por Carlos Valdés Martín

 

Conforme el dulce eco del Día del Amor y la Amistad se apaga, entonces con más motivo elevaré al Amor y la amistad en sus infinitas emociones. Los místico, teólogos y religiosos afirman que el Amor es la manifestación suprema de la Divinidad y que no existe poder terrenal que se le oponga y su comprensión plena escapa (o trasciende) al simple entendimiento. Los poetas místicos apelan a algún sentido suprasensible para alcanzar esa plenitud, tal cual los cánticos de San Juan de la Cruz[1] o los arrebatos de Santa Teresa de Ávila[2]. Que son sentidos al límite, que traspasan lo evidente como el multifacético y terrenal Pessoa[3], o los militantes del materialismo como Neruda[4] y Octavio Paz[5]. La ebullición del amor está presente y no hay un instante por pequeño que sea del tiempo donde no haya una oportunidad que acontezca, por eso en los otros 364 días, conviene latir y sonreír. El Amor en su abrazo universal lo alcanza todo, sube hasta lo más etéreo, sublime y divino para descender hacia lo más terrenal y mundano como una piel y un roce de cabellos. Es Amor cuando se expande hasta lo más lejano de la mirada y deslumbra en cada estrella visible, se esconde en lo más usual como uno labios pintados en una servilleta y escapa hasta el óleo clásico del más afamado pintor renacentista. El Amor en su enlace universal nos atrapa a todos y trasciende fronteras (ahora que el inútil gesto de clausurar los espacios está de moda) para moverse sin descanso, por eso Cupido tiene alas. Y una vez que llega Cupido no se escapa ni el más ágil de los prófugos, por eso se le representa como una flecha… Por eso y por mucho más, los otros 354 días del año también son del Amor y la Amistad. 

 

NOTAS:

[1] San Juan de la Cruz, Noche oscura del alma y otros.

[2] Santa Teresa, Las moradas.

[3] Quizá más estimado por la multiplicidad y extensión, que aquí es una manifestación del Amor. Fernando Pessoa dice: “No sé cuántas almas tengo/ A cada instante cambié”

[4] Lo más famoso del chileno Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

[5] Del mexicano Piedra del sol, donde morir y amar se funden en un ritual ancestral. “Un sauce de cristal, un chopo de agua, un alto surtidor que el viento arquea…”

 

 

 

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