RENÉ DESCARTES BIOGRAFÍA A DETALLE Y
SUEÑOS
A continuación está la
biografía detallada del filósofo René Descartes, con énfasis y apéndice sobre
sus famosos “Sueños” donde descubrió su vocación. La estructura se basa en el
libro de Richard Watson, titulado El filósofo de la luz, que Carlos
Valdés Martín resume y anota.
Prólogo:
Para ambientar la biografía de René Descartes observemos el ambiente de Francia y
Holanda durante el turbulento siglo XVII. La formación infantil y juvenil aconteció
en Francia, luego el periodo más feliz de Descartes fue su estancia en Holanda entre
1634 y 1640. Él se estableció con una mujer, con quien tuvo una hija; aunque después la
pequeña murió de enfermedad escarlatina, lo cual le causó un hondo pesar. A esa niña
la registró en una Iglesia reformada de Denveter, una parroquia bajo
religión protestante lo cual cuestiona el catolicismo del filósofo.[1]
Su patrocinadora la reina Cristina de Sueca, por imprudencia le provocó
la muerte, al citarlo para recibir clases de filosofía en la madrugada, a las 5
am, debiendo cruzar la ciudad congelada de Estocolmo. Hay una disculpa para la
joven reina, que poseía una condición física legendaria, siendo capaz de ignorar
al frío en ejercicios hípicos o bélicos. Con ironía se recuerda el comentario
de Descartes que en Suecia durante el invierno los pensamientos se hielan como lo
hace el agua.
1 Infancia
El filósofo nació el 31 de marzo de 1596. Su biografía señala la muerte
temprana de la madre, aunque hay una inexactitud de las cartas al referir este
hecho, pues ella murió tras parir al segundo hijo. Se confirma que existe la
leyenda de que nació cuando su madre tuvo que reclinarse en una zanja cavada en
la tierra a mitad de un camino; los habitantes de la localidad llaman al sitio
“prado de la antorcha o de la linterna”
[2]
Llama la atención su
prudencia religiosa: ante un protestante,
Descartes comentó que su religión era la misma de su rey y su nodriza
. [3] La
respuesta trae una ironía con el cambio de religión de los monarcas sucesivos y
con las migraciones.
Al buscar los linajes de Descartes, se descubre como antecedentes la
deformación del apellido (Descuartes y luego Deschartes)
[4], para concluir
casi con frustración que no se observa influencia por las líneas masculinas
notables.
El nombre Du Perron (de la Escalera o Escalinata)
[5] lo adopta
Descartes de una propiedad que tuvo la familia en Poitou, recordemos que la
tierra daba títulos aristocráticos a sus poseedores.
Especula sobre el uso de nodriza, los cuidados extravagantes que se daba a
los bebés como atarlos a tablas y con arillos; comenta sobre la consabida
condición enfermiza del filósofo desde la infancia.
Si bien Descartes se dijo católico, muchos de sus mejores amigos fueron
protestantes
y manifestó
una marcada tolerancia religiosa.
2 El estudiante
En 1604 se funda el Colegio La Fleche dirigido por jesuitas, que se estimaba
el mejor del reino. Reunía a unos 500 estudiantes, todos varones, muchos hijos
de las familias más notables del reino.
[8] Ahí estudió
Descartes desde adolescente, junto con un hermano mayor, ingresando en 1606. En
una carta menciona que el director tomó el lugar de su padre. No estaban
terminados los dormitorios del Colegio, así que ocuparon una casa cercana. El
sitio es una pequeña población en la región de Loire al centro-norte de
Francia. Los estudiantes permanecían en una especie de internado, con solamente
una semana de vacaciones oficiales, pero con 50 festividades religiosas,
permitiendo el descanso completo en periodos como la Semana Santa.
Watson cree que Baillet y otros difundieron mitos sobre el periodo escolar,
como la flojera de Descartes, que no la acepta. En esa escuela se sepultó el
corazón del rey Enrique IV asesinado por un estudiante católico fanatizado,
quedando como un gesto individual. La ceremonia fue pomposa e impresionante;
Baillet afirma que el filósofo participó en la guardia de honor.
[9]
Descartes cursó 8 años en la escuela La Fleche. Explica la amplitud de
estudios que se daban, desde latín, griego y francés, dominio de redacción,
esgrima, equitación, ingeniería (con orientación militar), poesía, modales,
desenvolvimiento social, lógica, moral, matemática… incluso se supone había
acceso a textos esotéricos, poco usuales de astrología, alquimia y magia.
[10] Al joven
estudiante le impresionó la matemática con su rigor y certeza absoluta. Estima
Watson que de alumno no era un genio escolar. El método jesuítico incluía el
debate, donde se cuestionaba con fuerza lo estudiado.
En 1616 había terminado el ciclo escolar, se dirigió a Potiers para
matricularse en Derecho y ese mismo año obtuvo el título de bachiller. La
ciudad se caracterizó por la agitación protestante con tintes políticos.
3 Isaac Beeckman
A esa edad optó por la carrera militar, en un regimiento francés al servicio
de Mauricio de Orange, comandante de una diminuta república protestante
holandesa, que luchaba contra el Emperador español, el mayor imperio de la
época, pero había establecido una larga tregua que duró 12 años. Había dos
regimientos franceses. El padre de las Repúblicas Unidas (el nombre de ese
embrión de Holanda)
Johan van Oldenbarnevelt fue traicionado por el
duque Mauricio que lo decapitó el 13 de mayo de 1619. Y dos semanas después de
la ejecución, Descartes abandonó Holanda y no regresó sino 10 años después, ya
muerto el duque Mauricio; aunque el filósofo nunca reveló sus motivos.
Entre 1618 y 1619 hubo turbulencias de guerra civil en Francia por la
sucesión y motivos religiosos, con el regreso de la intolerancia. En ese
periodo Descartes se alejó del país. Durante su estancia en Holanda, Watson
estima que resultaba un sitio ideal para los jóvenes franceses que prefirieran
la libertad de una región protestante, una zona próspera y alejada de los controles
monárquicos.
[11]
Conoce al pensador judío Beeckman en la ciudad de Breda el 10 de noviembre
de 1618. Watson señala que la anécdota difundida sobre un cartel público con un
concurso matemático debe ser falsa, apelando a un diario de Beeckman. El joven
Descartes fue tomado como discípulo encargándole resolver varios problemas
matemáticos y de física; por ejemplo, las proporciones matemáticas de las
vibraciones de los cuerpos, que fue respondida con un texto completo.
[12] Ahí descubre
sus inclinaciones intelectuales, aunque sigue enrolado en la milicia. Para
Watson este personaje será “el tábano” que dará vida intelectual a Descartes,
aunque el mismo fue tan cauto que evitó publicar sus propios logros en
física-matemática.
Según Watson, el amigo y confidente Mersenne intervenía para provocar líos
y, al parecer, acusó falsamente a Beeckman de presumir como suyos los avances
de Descartes, por lo que el filósofo estalló en furia contra aquel, como
atestiguan algunas cartas, donde lo acusa amargamente.
[13] Por su
parte, el biógrafo Baillet toma partido por Descartes y Watson lava el honor de
Beeckman.
En su inicio, la relación de Descartes hacia Beckman resulta tan afectuosa
que raya en lo pasional: “Amadme y sabed que olvidaría a las musas antes que
olvidaros a vos…”
[14] Para Watson
fue la figura paterna sustituta, de ahí, la emotividad del filósofo. Cita una
carta donde Beeckman lo tacha de ignorante, aunque optimista, y sugiere
“enviarlo más al norte”. Las heridas emocionales se enfriaron y cuando murió el
maestro Beeckman en 1637, el filósofo mostró interés aunque no pesar.
4 Reinos mágicos
Sobre el periodo formativo clave de 1618 a 1620, Watson aporta explicaciones
sobre el contexto y las situaciones de Descartes, para aclarar su posible
posicionamiento militar y explicar los pocos datos ventilados por el propio
filósofo. En ese periodo surge la revelación de los 3 sueños y la visión que lo
decidió a elaborar y exponer su doctrina; asimismo hay confusión sobre en qué
bando militar servía el pensador. Sobre el bando explica ampliamente que la
Francia católica, en realidad, apoyaba geopolíticamente al bando protestante,
pero se ha creído que el filósofo peleaba por el bando del Sacro-imperio junto
con los católicos españoles, lo cual descarta Watson. El contexto bélico se
llama la Guerra de los Treinta años que resultó una catástrofe humanitaria,
despoblando al Norte de Europa que bajó desde 20 hasta 7 millones de
habitantes, estimándose 13 millones de muertos.
Lamenta que Baillet parafraseó con liberalidad los Diarios personales de
Descartes de 1618-1621 en lugar de citarlos y luego se perdieron, donde
Watson critica que el primer biógrafo los adornó demasiado.
Watson señala el interés y afinidad de Descartes por personajes de filiación
Rosa-Cruz en especial por el matemático Fulhauber, por lo que considera
plausible, que se haya unido con gente de esa asociación (para entonces se
suponía disuelta por la persecución). [15] Considera
que Baillet intentó proteger la imagen póstuma de Descartes, quien negó
enfáticamente conocer a los "rosacruces". Watson señala algunos
indicios como una nota donde Descartes planteó dedicar un libro a “los hermanos
R.C.”[16] [16] La parece
evidente que hay un gran paralelismo entre las normas y objetivos de la antigua
asociación Rosa-Cruz con la vida del filósofo que es aceptable su contacto o
hasta filiación.
Reproduce el argumento de Frances Yates sobre el reino Palatino, de Federico
V y su afinidad con la leyenda Rosacruz, por las maravillas de su castillo. [17] La guerra
europea y el oleaje de contrarreforma produjeron una persecución furiosa contra
los "rosacruces", pero no desaparecieron de inmediato según han
supuesto importantes historiadores, como la misma Yates. Por su parte, Watson
encuentra los eslabones de contacto con esa asociación perseguida.
Por ejemplo, Cornelius van Hogeland participó en la herejía de la agrupación
Rosa-Cruz y fue uno de los mejores amigos de Descartes.
Hay gran duda sobre la participación en la Batalla de la Montaña Blanca,
pero en los escritos del propio Descartes no hay ninguna referencia a su
involucramiento. Al parecer, más bien él se emocionó con un descubrimiento en
ese periodo.
En región de Bohemia, Descartes se encontró a otro rosacruz: al matemático
Falhauber. El relato de Baillet muestra un pintoresco encuentro con
malentendidos y desafíos matemáticos. [18] Watson
encuentra una tenue prueba en un diario de Falhauber, donde dice que por esos
años conoció a un talentoso joven francés apodado “Polybius”, [19] que es el
mismo nombre que utilizó Descartes en un diario del año 1619. Entonces “en
Alemania o Bohemia, parece que Descartes se consideró rosacruz durante un
tiempo”[20] [20] y sus
propias reglas coinciden con el credo rosacruz. La prueba más contundente del
propio Descartes es el título de un proyecto que elabora: Diccionario
matemático de Polibio el Cosmopolita, dedicado a los sabios del mundo,
especialmente dedicado a la famosa H de la R C de A. Así, en la población de
Ulm fue Falhauber quien lo llamó Polibio, y esa ciudad es el sitio de las
llamadas revelaciones o sueños de Descartes. La forma latina de las iniciales
de Descartes era también coincidentemente R C (Renatus Cartesius). En esa época
Descartes tomó un lema de Ovidio “quien vive oculto vive bien”.
Además, las Reglas personales del filósofo semejan al ideario Rosa-Cruz
difundido en esa misma época: Curar gratuitamente; vivir modestamente adoptando
las ropas del lugar y respetar las leyes del lugar, conservando la religión de
nacimiento.
Primer sueño de Descartes
En su primera biografía de tallada, la culminación de la preparación de
Descartes se describió como una serie de sueños en una habitación caldeada en
la pequeña ciudad de Ulm. Los especialistas suelen aceptar lo planteado por
Baillet como hechos más que como alegorías y ahí Watson no adelanta ninguna
objeción aunque se queja.
“En el primer sueño, a Descartes lo intimidaban unos fantasmas o espíritus y
se sentía muy débil del lado derecho, así que hubo de inclinarse a la izquierda
para andar por la calle que lo llevaba hacia donde deseaba ir. Se avergonzaba
de caminar así, pero cada vez que intentaba enderezarse, ráfagas de viento lo
hacían girar tres o cuatro veces sobre el pie izquierdo. Continuó la marcha,
temiendo caerse, y al ver una escuela en el camino, entró en ella en busca de
refugio y socorro. Trató de llegar a la capilla de la escuela para rezar sus
oraciones, pero advirtió que se había cruzado con un conocido, así que intentó
regresar para saludarlo. El viento se lo impidió, empujándolo de vuelta hacia
la iglesia. Al mismo tiempo, en medio del patio de la escuela, alguien lo saludó
con amabilidad y le explicó que, si le apetecía, debería encontrar a un tal
señor N., quien tenía algo para darle. Descartes pensó que se trataba de un
melón procedente de tierras extranjeras. También se sorprendió de ver gente de
pie y bien erguida, mientras que él todavía estaba encorvado y desequilibrado,
aunque el viento que había estado a punto de hacerlo caer había amainado
bastante.” Anotemos que esta llamada ensoñación posee elementos ricamente
simbólicos, que retrotraen hacia los Misterios griegos, con el agregado del
elemento escolar, que se mezcla con lo religioso y exótico, semejando una viaje
ritual.
Segundo sueño
Sucede como con el milagro de Coleridge, que
despertó con una rosa soñada, aquí causa sospecha que despierte con un dolor de
costado. “Descartes despertó de este sueño con un dolor en el costado
izquierdo, de modo que se volvió hacia la derecha y permaneció despierto,
reflexionando un par de horas sobre el bien y el mal. Baillet sostenía que :
Descartes pensaba que un espíritu maligno intentaba seducirlo, así que rogó a
Dios que lo protegiera de los efectos malvados del sueño y del castigo de sus
pecados, los cuales, reconocía, eran tantos como para provocar rayos celestes,
aunque su vida fuera más o menos inocente a ojos de la mayoría de los hombres.
El segundo sueño llegó con estruendo. En él, Descartes oyó un ruido intenso
que tomó por un trueno y despertó aterrado; pero de inmediato vio chispas
esparcidas por la habitación, pues acababa de contemplar algo tan brillante que
la luz le permitía discernir los objetos más cercanos. En otras ocasiones había
visto chispas como aquéllas. Pronto se calmó y se durmió de nuevo.”[21] [23]
Anotamos que en este segundo sueño lo despertó el elemento fuego y miró una
intensidad de luz que no es normal, pues no corresponde al efecto natural de
una simple estufita, y de nuevo hay vestigios del ensueño con chispas
“esparcidas por la habitación”.
Tercer sueño
“En el tercer sueño, Descartes no tenía miedo, y hallaba una enciclopedia
sobre la mesa, lo cual le complacía porque creía que le sería útil. Luego,
aparecía un libro en latín, titulado Corpus poetarum, que él había
leído. Lo abría al azar en el verso: “¿Qué rumbo seguiré en la vida?” Entonces,
un desconocido le recomendaba un poema que comenzaba: «Sí y no.» Descartes
respondía que el verso pertenecía a uno de los Idilios de Ausonio [24] que figuraba
en esa antología, y que él conocía el libro al dedillo. Pero cuando buscó el
poema, no lo encontró, El hombre le preguntó dónde había conseguido el libro, a
lo que Descartes contestó que no sabía, pero que existía otro volumen que había
desaparecido y él ignoraba quién había traído uno y quién se había llevado el
otro. La enciclopedia reaparecía en el extremo de la mesa, aunque no estaba tan
completa como antes.”
Debo comentar para este tercer sueño que el filósofo encuentra dos libros
una enciclopedia y luego un compendio de poesía, hay dos poemas referidos como
“Sí y no” de Pitágoras y “¿Qué rumbo seguiré en la vida?” de Ausonio, asimismo
se dice encontró espléndidas ilustraciones.
La presencia concreta de textos de libros durante un sueño, muestra el
potencial de la mente humana, su sucesión es ya un portento, al cual agrega el
relato “magníficas ilustraciones”. [25] Además de
demostrar una inteligencia superior, en el relato hay elementos serios como si
se terminara el camino y eso fuera también un testamento o un rectificar
definitivo del rumbo.
Despertar tras los sueños
“Cuando Descartes despertó al fin, consideró que los poetas representaban la
revelación y el entusiasmo. El «Sí y no» [21] pertenecía a
Pitágoras, y aludía a la verdad y la falsedad en el encendimiento y las
ciencias humanas. Descartes decidió que el espíritu de la verdad había querido
abrirle las ciencias. Descartes decidió que el espíritu de la verdad había
querido abrirle las ciencias. E interpretó que la visita de un pintor italiano
al día siguiente confirmaba que los retratos eran una señal y que esta
revelación venía de Dios.
Según Baillet, Descartes entendió que los dos sueños intimidatorios le
advertían acerca de sus pasados desvíos respecto de la senda verdadera, pero el
tercero le mostraba cómo debía encarar el resto de su vida. El melón
representaba los encantos de la soledad. El viento era un espíritu maligno que
lo impulsaba en la dirección que quería seguir, hacia la iglesia, pero Dios
impedía que el demonio triunfara, aunque Dios había conducido a Descartes por
ese camino. El sueño del trueno se relacionaba también con sus pecados, pero
además era el espíritu de la verdad que descendía para poseerlo.
Baillet observó que era la víspera de San Martín, fecha en que la gente solía
embriagarse, pero Descartes llevaba tres meses sin beber vino. Hacía varios
días que se hallaba en un estado de entusiasmo y había predicho que los sueños
le llegarían desde lo alto.
Opinaba Baillet que después de aquella revelación Descartes juró realizar
una peregrinación a Nuestra Señora de Loreto, en Italia, y prometió también para
la Semana Santa de l620 concluir un tratado que estaba escribiendo. No tenemos
pruebas de que cumpliese estas promesas. Más aún, en Loreto está la casa donde
se supone que María fue transportada de forma milagrosa. “Cuesta imaginar a
este joven de inclinaciones científicas haciendo esa peregrinación, pero quién
sabe.”[26] [26]
La interpretación de Baillet sobre los sueños propone un giro católico al acontecimiento, que no está
probado, al agregar la supuesta intención del filósofo por hacer una
peregrinación para visitar una Virgen. La peregrinación no sucedió o no existe
ninguna prueba ni testimonio, por lo que resulta irrelevante. En cambio, otras
interpretaciones de los sueños dan un amplio contenido que los relacionan con
la “herejía rosacruz” y con hondos contenidos psicológicos. Dado que Descartes
siempre fue un pensador “tras la máscara”, sigue el espacio para descubrir la
verdad bajo tales aspectos. Watson elogia el libro de Cole The Olympian
Dream and Youthfull Rebelión of René Descartes quien reinterpreta los
sueños en la clave de que San Martín es el patrono de los abogados y el joven
filósofo rechazó esa vocación rompiendo con su familia.[27] Paul Arnold ofrece
otra interpretación, suponiendo que los tres sueños se derivan de las Bodas
alquímicas atribuidas Christian Rosencreutz, lo cual significaría que
Descartes leyó ese libro para inspirarse. [28]
5 El rebelde
En ese periodo el personaje dedicó tiempo
para los asuntos pendientes de familia, como las ventas de propiedades, alcanzando
la mayoría de edad legal de 25 años y solucionando desavenencias. Hay dudas
sobre si hizo el viaje a Italia y si no hizo la peregrinación señalada por
Baillet. La visita de Descartes a Paris en 1623 coincidió con una campaña de
histeria contra los rosacruces, cuando hubo alguna sospecha en su contra, pero
sin consecuencias.
En 1625 estuvo a punto de comprar un
puesto público (según la usanza de la época) para lo cual requería que su
familia vendiera más propiedades. En el transcurso termina arrepintiéndose con
el argumento de que no estaba preparado para asumir esa responsabilidad. Aunque
la familia se molesta, termina haciendo la adquisición del puesto para su
hermano el primogénito. Al recibir recursos de las ventas de las propiedades,
al parecer, resultó suficiente para que Descartes se mantuviera el resto de su
vida. Además Watson estima que el filósofo resultó un jugador muy profesional,
capaz siempre de ganar por su manejo de las probabilidades.
En París en el año 1626, conoció a Marín
Mersenne, un sacerdote de la orden de los “mínimos”, quien en lo sucesivo manejará
la correspondencia de Descartes.
6 Fuga
Hay mucha polémica sobre la religiosidad
de Descartes, que oscila entre quienes sostiene fue un católico devoto, quienes
lo suponen un ateo hipócrita que disfrazó su opinión, quienes señalan sus
simpatías por los protestantes o quienes elogian su indiferencia esencial ante
la religiosidad. Para Watson este filósofo sí era un creyente, pero de manera
peculiar. Las pruebas de la existencia de Dios fueron fundamento para una
física, pues para él la divinidad no interviene contra las leyes naturales. El
alma la consideró una esencia inmortal, más allá del cuerpo.
El amigo sacerdote Marín Mersenne
funcionaba como una revista en persona, porque escribía correspondencia
prolijamente, a cientos de personas por los confines de Europa, incluso supone Watson
que algunas cartas de Descartes, en realidad, son invensiones del fraile Mersenne.
Analiza la situación hacia 1628 cuando
Descartes decidió retirarse de Francia para habitar en las Provincias Unidas
(Holanda) y desarrollar sus trabajos alejados de su tierra natal y del ambiente
parisino.
Desacredita el modo de analizar de Baillet al aderezar la obra posterior de
Descartes sobre situaciones pasadas, entremezclando la vida previa con la obra
posterior. En especial refuta Watson la
influencia del cardenal Bérulle (a quien califica de maniático genocida) sobre
Descartes. Interpreta la emigración de Descartes como un gesto que se
solidariza con los protestantes aplastados por el fanatismo católico y también
de unión con el catolicismo tolerante que no aceptaba la Inquisición que ganaba
en Francia.
Rechazo de Descartes contra los juramentos,
cuando los considera equívocos, pues su efecto futuro sería una cadena contra
la libertad.
Señala que Descartes, en varias
ocasiones, solicitaba a Mersenne que mintiera sobre su paradero para no ser
importunado con visitas.
7 El perro de Descartes
Las citas más famosas sobre la máscara
del filósofo y su alejamiento: “Quien vive bien oculto, vive bien.”
La agrada la fraternidad en el
ofrecimiento de sociedad para un artífice de lentes, Ferrier a quien invita a
trasladarse para una sociedad productiva.
Señala que con los franceses mantuvo
relaciones epistolares, pero que en las Provincias Unidas, el filósofo sí se
reunió con las personalidades del país y logró relaciones firmes con
importantes personajes, el más señalado es Constantijn Huygens, de gran
influencia política y quien tenía su misma edad y luego vivió hasta los 91
años.
Ama Descartes su libertad y ocio, dice
temer más a la fama.
Recuerda que el ambiente de París es quimérico y poco adecuado para él, elogia
la tranquilidad de la campiña y, de hecho, vivió en ese tipo de regiones casi
todo el resto de su vida, con excepción de la estadía en Amsterdam, una capital
cosmopolita para entonces con 125 mil habitantes.
Otros motivos para ocultar su domicilio:
posible acoso de los católicos extremistas o reclamos de su familia por vender
propiedades y abandonar proyectos.
Motivos para moverse constantemente:
incluso la peste que todavía era recurrente en esas regiones.
La elevada autoestima de Descartes le
hacía ambicionar remplazar la filosofía aristotélica y escolástica con la suya,
convencer a la jerarquía católica de que su sumara a su proyecto, hacer un
libro pedagógico para la educación jesuita.
Descartes se apasionó por la anatomía y
visitaba una zona de carnicerías, la anatomía estaba de moda en Holanda en esa
época como lo muestra el cuadro de Rembrandt de la Clase de anatomía del Dr.
Tulp.
Elaboró su visión naturalista del mundo,
considerando a Dios un primer creador, pero sin aceptar al tradicionalismo del
Génesis.
De los animales no aceptaba que tuvieran alma, aunque poseía un perro. Hacia
1633 se entera de la condena a Galileo, cuando su libro El mundo estaba en
proceso de edición, por lo que se aterra y plantea evitar un gran riesgo,
aunque él habitaba en la región protestante.
Hacia 1634 tuvo una hija que llamó
Francine.
8 Francine Descartes
Señala pasajes del sentido del humor, por
ejemplo ante sus críticos a quienes no toma en cuenta, como si un loro lo
insultase o un perro le ladrase. El pasaje de que el “buen sentido” es lo mejor
repartido del mundo, en el inicio de las Meditaciones…
repite una broma de Montaigne
la cual asume como cierta, por el potencial raciocinio en todos.
Los partidarios formaban una especie de
Sociedad Protectora de Descartes, quienes los estimaban célibe y veían su
paternidad como un único desliz, como si la virginidad fuera la condición
natural para el filósofo.
En 1637 decidió publicar su Discurso del
método en francés junto con tres escritos, lo cual era innovador, y además
menciona el motivo como “para que las mujeres pudieran leerla”.
Pone ejemplos donde Descartes manipula el
ambiente, como engañar para que sea aceptada su concubina como ayuda doméstica
en una nueva residencia, ganando compañía y manteniendo las apariencias. Otros
casos donde encarga dar comentarios sobre terceros, poner a Mercenne a hacer
las peticiones.
Elaboró unos interesantes debates contra
las objeciones a sus Meditaciones
metafísicas. El biógrafo indica que sus respuestas eran irónicas, que se
encolerizaba y tardaba en olvidar.
9 Los geómetras
En su época Descartes fue reconocido como
el matemático más notable. ¿Cómo se llegó a esto? En especial destaca su
aportación para unir la matemática a la geometría mediante el procedimiento de
la geometría analítica. Para Descartes “la matemática era la obra más cierta y
más útil de Dios”.
La geometría con regla y compás era muy popular en el siglo XVII.
Explica los debates con matemáticos. Uno
entre un pretendiente que reta monetariamente a un discípulo que defiende los
métodos de Descartes; otro que no cuajó con Fermat, quien respetaba al filósofo
y evitó enredarse; y un tercero que sí lo retaba Roberval.
Ironía, por favor no me envíes escritos
de tal criticón “porque aquí ya tenemos suficiente papel higiénico”.
10 La princesa Isabel de Bohemia
La objeción de la culta princesa Isabel
de Bohemia a la teoría de la dualidad de sustancias entre el alma (inmaterial,
sin extensión, infinita, activa) con el cuerpo (material, extenso, finito,
pasivo) preguntando ¿cómo se conectan siendo de naturalezas tan opuestas?
Carta del 21 de mayo de 1643 cuando
Descartes prodiga “elocuencia cortesana” para halagar a la joven reina,
destacando la par de su belleza e inteligencia.
El filósofo le recomendaba evadir la depresión mirando su alrededor como una
representación teatral, donde Watson estima que esa repetitiva metáfora hace
suponer que Descartes así asumía su papel cual actor. Intentando confortar a la
princesa Isabel, el filósofo responde cual Cándido, para mostrar el lado amable
en toda desgracia, por ejemplo, la decapitación del tío Carlos I en Inglaterra.
También tomaba el papel de médico de la princesa. Como anécdota, se comportaba
como optimista de las visualizaciones para mantener el cuerpo sano (las
creencias de la visualización positiva, que no se supondrían en el padre del
racionalismo), con una acotación (de claro tinte profético) “A menos que… el
aire u otras causas externas no deterioren”
y recordemos que un “aire” gélido de Suecia precipitó su final.
Analiza ampliamente el gesto de dedicar
el Tratado a Isabel, porque no le convendría ante los católicos.
El Tratado
de las pasiones del alma lo escribió a petición de la princesa Isabel. Ella
tuvo una especie de exilio en Berlín, pues se sospechaba que conspiró para el
asesinato del amante de su hermana. Luego nunca se casó y terminó su vida como
Abadesa de un monasterio luterano.
11 Los predicadores
En las Provincias Unidas había una honda
división religiosa y política entre calvinistas ortodoxos y los “remostrantes”
que eran más liberales. Algunos predicadores ortodoxos comprendieron que el
racionalismo cartesiano socavaba el poder eclesiástico y lo atacaron. En la
ciudad de Ultrech, el debate contra su primer discípulo, Regius, provocó gran
revuelo y terminó en 1641 con la prohibición hacia tesis cartesianas expresadas
por éste profesor. Quien encabezó en instigó fue el predicador y rector
Voetius, que alentó comparar a Descartes con el martirizado Vanini, que además
de ateo y científico era homosexual. Descartes enfureció ante los ataques y
dedicó una carta, por ejemplo, de 200 hojas para desacreditar a Voetius. Éste
cometió el error de apelar a Mersenne para atacar a Descartes, a quien protegía
y estimaba. La disputa llegó a los tribunales, siendo demandado por atacar a Voetius.
Pidió protección a la diplomacia de Francia, lográndolo. Contraatacó a un
subordinado de Voetius, un tal Schoock que lo había atacado en un libro,
ganando el caso, hasta detenerlo y obligándolo a la retracción.
Un amigo, le recomendó a Descartes precaución
ante los predicadores, argumentando que “Los teólogos son como los cerdos.
Cuando les jalan la cola, todos chillan”
Y son peligrosos.
Con sinceridad Descartes no era ateo y
refutaba tal creencia, además de que era delito en el país.
Regla de vida que siguió Descartes:
respeta las leyes, costumbres y gobierno del lugar que habites, conservando la
religión de tu infancia (de tu madre o nodriza), actuando con moderación.
Además el filósofo mostró enorme
habilidad para lograr apoyo de altas esferas política, como el embajador
francés intercediendo ante el Príncipe de Orange, máxima autoridad en las
Provincias Unidas. Prestaba atención a la política local y era propenso a
solicitar favores.
12 La Fronda
Cumple una visita a Francia en 1644,
largamente pospuesta y forzada tras la muerte de su padre, que se obliga por el tema de la herencia,
repartida entre los hermanos. Habla de sus amistades y sus relaciones renovadas
al llegar. Se sabe que disputaba una masa de herencia en efectivo muy
considerable para la época, más de 120 mil libras. El autor Watson sospecha
que, al menos, Descartes recibió unas 20 mil libras, pero no hay un dato
exacto, y se retiró sin litigar por la herencia.
Luego viajó por Bretaña para atender
otras propiedades heredadas y a promover su obra entre destacados del país, en
especial, señala algunos jesuitas importantes. Watson explica que Descartes
intentó muchas veces ganarse a los jesuitas, pero también hubo algunos ataques
y debates como contra Bourdin, porque tenía la ambición de que su doctrina
fuera aceptada como la oficial de las escuelas religiosas.
Larga explicación de las intrigas
cortesanas en Francia, en especial de la duquesa Chevreuse
para definir al personaje sucesor que tradujo la obra de Descartes, el joven
duque de Luynes.
Hay una anécdota de la visita de Samuel
Sorbiére a Descartes, cuando el visitante pregunta por su biblioteca el
anfitrión lo conduce al establo para observar a un novillo en disección. Los
partidarios han interpretado esto en sentido favorable como demostración de que
el filósofo miraba directamente a la realidad, sin intermedios; pero Watson lo
pone en duda pues el visitante era un oponente que calificó con dureza a su
anfitrión atacándolo de ofensivo, oprobioso…
Curioso el considerar el cristal con que se mira.
Volvió Descartes a visitar París en 1647
por los negocios de la liquidación de la herencia. En esa ocasión se aprovechó
para una reunión cordial con algunos de los personajes que presentaron las
Objeciones a las Meditaciones metafísicas,
entre los que destacaban Hobbes y Gassendi (quien estando enfermo no pudo
asistir, pero a él lo visitó después),
con otros reconocidos locales como Mersenne y Roberval. Asimismo, Descartes visitó a Blas Pascal
quien también estaba enfermo y a los 21 años de edad ya había inventado la
primera calculadora. En esa reunión propuso un experimento (que realizó Pascal,
obteniendo fama) sobre una columna de mercurio que dio paso a la creación del
barómetro.
El rey Luis XIV concedió una pensión
generosa de 3 mil libras, lograda por la intercesión de los amigos y unos meses
después recibió otra semejante, al parecer, promovida por el ministro Mazarino.
Sin embargo, el destino turbulento del país convirtió en polvo tan pródigos
ofrecimientos, señalándose que terminó por recibir nada más que pergaminos sin
valor.
En 1626 Silhon publicó un libro que influyó
en Descartes, sobre lo cual no se ha prestado atención, titulado Las dos verdades, donde se plantea el
recurso a la introspección, para obtener la certeza absoluta que quien piensa
sí existe y que esa convicción sirve para demostrar la existencia de Dios.
En 1648, Descartes regresa a París y se aproxima
a la Corte, tomando un apartamento en las cercanías. Arriba se ha explicado
cierta afinidad con un hijo de madame Chevreuse. El libro explica los detalles
de la conspiración aristocrática contra la reina regente Ana de Austria y
Mazarino, el arribo de un ejército, que fue llamada la Fronda, en alusión a una
honda para lanzar piedras que se popularizó en la refriega. La población de la ciudad
se subleva instalando 1270 barricadas y Descartes sale huyendo, en situaciones
comprometidas.
Mersenne agonizaba en su lecho de muerte y ni por el viejo amigo de Descartes
se detuvo la huida. El autor repasa cómo entre sus familiares y amigos se abría
un foso de partidarismo opuestos y en plena rebelión militar, así que tomó
distancia. Analiza las cartas posteriores y la curiosa metáfora del invitado
que llega cuando en la cocina han derribado la cazuela y cunde la confusión. Se
promete (y no lo cumplirá) jamás volver a viajar en base a promesas.
La explicación de Watson sobre el viaje a
Suecia es una mezcla del aburrimiento de Descartes ante la soledad de la
campiña y los chillidos de los calvinistas en Holanda, unida a la búsqueda de
más reconocimiento, así que las vagas promesas de Cristina en la corte sueca,
resultaban atractivas.
13 La reina Cristina de Suecia
Señala el despunte del reino sueco en las
batallas de Europa, con su protagonismo para finalizar la Guerra de los Treinta
Años. Destaca la personalidad y talentos de la joven princesa Cristina —tan
vital, brava y resistente como inteligente— contendiente predestinada al trono
del país. Poco después de la muerte de Descartes, ella abdicó por su aversión a
“engendrar herederos”
Dicha princesa amaba las lecturas y gustaba de invitar pensadores a su Corte.
Hacia 1645 Descartes cobra mayor conciencia
de su debilidad, se siente avejentado y ensombrecido por las perspectivas de un
calendario próximo a su final.
Señala que las recomendaciones de
Descartes solían ser para sí mismo, pues evitaba sus debilidades. Señala el
cuestionamiento en De las pasiones del
alma sobre lo destructivo que es el arrepentimiento, pues siempre se
imposible de cambiar el pasado.
Watson explica los sucesivos
acercamientos entre Descartes y la reina Cristina promovidos por el diplomático
Chanut (amistad del filósofo), que incluyen gestos de zalamería de la época
memorable: “Si una carta me hubiera llegado desde el cielo… ni la habría
recibido con mayor respeto y veneración…”
El autor indaga para entresacar que Descartes sí deseaba acudir con la reina.
En misivas la reina le ofreció que acudiera el verano para aprender filosofía y
el filósofo indicó que prefería un año completo, para terminar su labor. En una
carta final, antes de viajar hacia Suecia, Descartes muestra sus preocupaciones
y temores ante ese viaje.
Antes de partir a Suecia, también escribe
a Isabel de Bohemia una efusiva carta, donde el comentario pidiendo
instrucciones, ha alimentado diversas teorías y especulaciones, sobre sus gestiones
a favor de su causa, en lo cual no cree Watson.
El viaje en velero desde Holanda hasta
Estocolmo duró un mes. Cuando se instaló en Estocolmo, la expectativa de
cercanía con la reina no se cumplió, pues ellas estaba enfocada al idioma
griego e impresionada por una maestro joven y guapo. Ella no estaba receptiva a
la filosofía de Descartes, que se aburría esperando que la situación cambiara. Los
primeros biógrafos en ese contexto, consideraron que Descartes, frustrado como
mentor, encontró un curioso encargo de la reina Cristina para celebrar la paz
de Münster, en una obra titulada El nacimiento
de la Paz, donde la misma reina protagonizó a Palas Atenea. Los versos son
elogiados como un logro destacado para quien se mantuvo ajeno a la poética y Watson
cree que el verdadero autor es Poirier.
Entonces quiere alejarse ya de Suecia, “deseo
solo tranquilidad y reposo, que son bienes que los reyes más poderosos de la
Tierra no pueden darlos a quienes no pueden obtenerlos por sí mismos”.
En menos de un mes posterior a estas líneas, Descartes estaría muerto, aunque Watson
no cree en las premoniciones.
El 1° de febrero de 1650 entregó una
propuesta para establecer una Real Academia de Suecia, encomendada por la
reina. Comenzó una fiebre, se auto recetó aguardiente; pasó dos días en cama
sin comer; le subió la fiebre, se negó a ser sangrado como era la costumbre médica;
le enviaron al doctor de la corte, a quien repudiaba y no aceptaba sus recetas.
En pocos días murió el filósofo, sus últimas palabras “es el golpe definitivo y
debo partir”
Aunque otros biógrafos dan versiones diferentes.
Conclusión
Watson señala la importancia de la obra
de Descartes para la filosofía y la ciencia occidentales desde su publicación.
Contribuyó ampliamente al avance de la ciencia. Comenta la relación con el tema
de Dios, sobre si se podría interesar en estas pequeñas criaturas, conforme la
imagen del universo se expande y los humanos resultamos más marginales. La
marginalidad humana en el cosmos provoca la metáfora de ser meros gorriones (o
menos, insectos) en manos de Dios.
El filósofo sostenía que sí hay un alma de naturaleza divina, que es inmaterial
e inmortal.
Descartes como anatomistas y practicante
de vivisección descubrió el funcionamiento de los sentidos, vía los nervios que
van al cerebro, hasta una recóndita glándula pineal y desde ésta se lanzan los
estímulos fluidos hacia los músculos y órganos, para operar fuertes reacciones.
Para Watson esto es una descripción genial del “arco reflejo” y estima que la biología ha sido cartesiana.
La medicina sigue estudiando el estímulo y respuesta, implica entender al
cuerpo como una máquina con líneas causales. Luego viene el salto de nivel,
donde el alma humana funciona como una especie de capitán del barco que percibe
las entradas por los distintos sentidos y resulta capaz de juzgar sobre ello y
tomar decisiones que no estaban inscritas en la cadena causal. Las partes
alma-cuerpo son tan disímbolas que provocan problema, con una doble hipótesis:
los cuerpos no afectan almas porque son corpóreos no inmateriales, y viceversa
las almas no son capaces de mover cuerpos, porque carecen de materia para
hacerlo.
La relación de hecho existe, pero sí es problemático explicarla y da pie a las
fantasías para influir en la conciencia. El vehículo de esta relación son los
impulsos de las sensaciones (o las conexiones neuronales, etc.) lo cual lleva a
la fantasía de falsificación del mundo. Otra cuestión es sobre la naturaleza de
tales sensaciones, si corresponden con lo real tras ellas; y Descartes pensaba
que eran diferentes.
Ahora continua la batalla entre quienes
sostienen la dualidad, donde el alma es independiente, frente a los
materialistas monistas que dicen solamente lo material existe, que el cerebro
es un simple sistema de recepción. Y los materialistas están ganando.
Continua Watson con los argumentos sobre la dualidad espíritu-cuerpo, siguiendo
el argumento cartesiano, indicando que lo percibido en los sentidos no es
espejo del acto material del cerebro; concluye que la mente (espíritu sensorial
e inteligente) es por completo diferente al cerebro (neuronal, químico,
eléctrico). Además solamente la máquina-cerebral-mental es consciente de sí
misma cuando ni el animal ni el ordenador lo son. Al contrario, una mente inmaterial no hay modo para que provoque
acontecimientos materiales y si lo hiciera rompería la cadena de causas
materiales, lo que implicaría un milagro y el rigor de la ciencia no encuentra
milagros. Los partidarios del mentalismo no tienen
modelos específicos o mecanismos precisos para explicar cómo una mente
inmaterial opera para actuar en el cerebro. Los materialistas rechazan que no
haya mecanismo alguno para que opere una mente inmaterial. Para Watson las dos
visiones provienen de Descartes: la mental que argumenta la existencia de un
alma separada del cuerpo, pero habitándolo y comunicándose por su medio; y la
materialista que indica la actuación mecánica del cuerpo, siguiendo las leyes
de la naturaleza. El autor Watson predice que en el siglo XXI los materialistas
lograrán demostrar que todo ocurre en el cerebro y perfeccionarán su
explicación hasta que resulte imbatible, los mentalistas que quedarán
arrinconados a una mente inmaterial que no explica nada; entonces se esfumará
“el fantasma de la máquina”
y se revolucionará el pensamiento con una opción de rigor material.
APÉNDICES SOBRE LOS 3 SUEÑOS
“Conocemos los hechos de esa
noche, fue porque él mismo los relató. Incluso en las primeras páginas del Discurso, de contenido autobiográfico,
hace referencia a la época en que "no teniendo cuidados ni pasiones que me
turbasen, permanecía todo el día en una habitación con una gran estufa, en la
que disponía de tranquilidad para entregarme a mis pensamientos". A través
de notas personales, recuperadas por Leibniz, y de sus diarios de viaje a los
que tuvo acceso su biógrafo, Adrien Baillet, se conoció el pintoresco suceso.
Descartes se encontraba en el ejército, a las órdenes de Maximiliano I, pero la
noche del 10 al 11 de noviembre
se refugió del frío de Baviera en la mencionada habitación de la estufa.
Allí tuvo tres sueños o visiones:
En el primero, aparecía él en un día con mucho viento, tanto que
le era imposible alcanzar la iglesia a la que se dirigía. Por el contrario, el
resto de la gente parecía no tener ninguna dificultad en caminar. El viento acaba por arrojarle
contra una pared y en estas está cuando un viejo conocido entra en escena y le
ofrece... ¡un melón! Al despertar, Descartes comenzó a preguntarse por el
significado de dicho sueño hasta que cayó dormido de nuevo.
Del segundo sueño despertó asustado por el enorme ruido de un
trueno. Al abrir los ojos creyó ver su cuarto lleno de chispas de fuego. Entonces, Descartes quiso
buscar una explicación física al fenómeno, pero no fue capaz. Le pudo de nuevo
el cansancio y cayó dormido.
En esta ocasión, Descartes soñó estar en una habitación, un estudio, con
la sola compañía de dos libros: un diccionario y una antología de poemas.
Deseoso de ver el contenido de este último, lo abrió y se encontró con la frase: “¿Qué camino debería
tomar en mi vida?”. Paró de leer, levantó la vista y vio a un hombre, un
desconocido, que le acercaba un papel. “Sí... y no...”. Estaba escrito en esa
nota.
Por tercera vez en la noche, Descartes despertó y se puso a pensar sobre
el significado de todo aquello. Los dos primeros sueños le habían llenado de
terror, pero el último le había tranquilizado y le había mostrado, finalmente, su camino. Aunque
los dos primeros hubieran sido obra de un demonio maligno, el último le había
hecho encontrar su camino en la vida: desatendiendo los deseos de su padre,
Descartes no sería ni soldado ni un hombre de leyes; sería un hombre a la búsqueda
de la verdad y a eso consagraría el resto de su vida.
Como señala Paul Strathern en su Descartes en 90 minutos: “No deja de
ser irónico que Descartes, el gran racionalista, encontrara su inspiración en
una visión mística y en unos sueños irracionales”. Como explicación, Strathern
enumera las que se han dado a lo largo de la historia: según el filósofo y
astrónomo Hyugens, el cerebro de Descartes se habría calentado demasiado debido
a la estufa; otros señalan “una indigestión, exceso de trabajo, falta de sueño,
crisis mística o el hecho de
que se había adherido recientemente a los Rosacruces. El melón (...) fue
motivo de mucho regocijo entre los lectores de la biografía de Descartes del
siglo XVIII, pero llegó a ser asunto más serio con la llegada en la era
psicoanalítica”.
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