Por Carlos Valdés Martín
Con motivo del desayuno del Foro Ave Fénix presenté
una breve ponencia sobre identidad nacional aplicado a México. De esa exposición
oral conservé las notas de ese día y en lo que sigue las mejoré para su lectura.
El título completo es “La identidad nacional a través de sus símbolos… ¿México en metamorfosis o hacia su
desaparición?”
1. Es tiempo de saber la verdad sobre el tema nacional. Por fortuna, este es un tema
familiar y todos ponen su parte en las piezas del rompecabezas. En mi opinión,
la cuestión nacional ha quedado de lado en el espacio académico convencional y
los motivos son el objeto de estudio, pues el tema “Nación” abarca varios
campos: economía, política, historia, filosofía… En especial, parecería que los
historiadores han abordado el tema, pero lo hacen como evento pasado y por
tanto no resuelven sino una mitad del rompecabezas, ya que lo interesante de
cada nación es que está viva y posee proyección hacia el futuro.
La verdad es un término sólido y brillante, aunque
polémico, las modas posmodernas prefieren colocarle una etiqueta de debilidad,
indicando que es “verdad relativa”. Sin
embargo, lo importante de la verdad es que lo sea y como tal nos traiga la
conformidad de nuestra razón con un objeto, de tal modo que el concepto que
tenemos de la “cosa misma” sea certero.
Un artista plástico tuvo la brillante idea de poner
la verdad a la cabeza de la nación. La operación fue alabada, pero luego
disimulada. ¿Adivinan qué sucedió? En la Columna de la Independencia está la
diosa griega Niké del triunfo con la guirnalda en la mano, pero nuestro pueblo
católico asumió que era un ángel ligado a la Independencia.
2. La nación nos es muy familiar, entonces preguntamos ¿Por qué no se sabe de ella su
verdad de un modo bastante espontáneo? Por lo mismo que del aire respirado no
se conoció su composición y propiedades desde el amanecer de la humanidad.
Debemos de tomar distancia respecto de lo familiar, para que nos lo sea menos y
comprender sus rasgos evidentes mirándolos como extraños, y —viceversa— viendo
sus rasgos extraños bajo una repetición. Lo familiar, no por serlo resulta lo
mejor conocido, al contrario cuando nos acostumbramos a una presencia casi
dejamos de notarla.
2.1 Hemos perdido sensibilidad ante nuestro ambiente nacional. Ejercicio para recuperar la sensibilidad ante nuestro “ambiente nacional”, imaginemos ese espectáculo ahora casi perdido de los hermosos lagos rodeados de volcanes y montañas, tierras fértiles y clima templado en lo que se llamó la región más transparente en la recreación poética de Alfonso Reyes[1] y repetida en la prosa de Carlos Fuentes[2]. Con la megalópolis eso se convirtió en una ironía. Sin embargo, gran parte de esa belleza sobrevive en las visiones de los volcanes tocadas por luces de mañana o tarde, por los arcoíris en los días de lluvia. Incluso la vista del tapete de luces nocturno visto en un avión acercándose al Valle de México, que es una visión con ventaja a la “ciudad luz”.
2.2 Nuestro ambiente está pletórico de maravillas y suelen ser los extranjeros quienes nos
vienen a recordar esas maravillas, que las miramos con ojos de trivialidad.
¿Quiénes popularizan a los chamanes de México? Gordon Wasson visitando a María
Sabina, y Carlos Castaneda inventando a Don Juan. Poner más ejemplos de
extranjeros mostrando las maravillas de nuestra tierra. Lo mismo sucedió en
siglos pasados, cuando siendo todavía colonia la visión de Humboldt sobre
nuestra riqueza y pujanza, conmovió a la entonces llamada Nueva España. Las
atrocidades del periodo de Porfirio Díaz tomaron un mayor realce cuando las
relató John Kenneth Turner en México
Bárbaro. Las hazañas de Pancho Villa se dieron a mayor fama bajo la pluma
de John Reed el periodista norteamericano. Todavía hoy le prestamos especial
atención a lo que se dice de nuestro país en la prensa extranjera, como si nos
entregaran una verdad especial.
2.3 Parecemos beduinos del desierto que todo lo
vemos cubierto de arena. La repetición nos vuelve insensibles: por eso ahora
estamos colocados entre dos insensibilidades. La repetición del aroma nacional
nos insensibiliza como oler siempre lo mismo, lo llaman el “efecto de la rana cocida”.
Como muestra el ejemplo de la rana cocida, la
insensibilidad alcanza niveles peligrosos. Y también la repetición de la
invasión masiva de influencias extranjeras en la economía y la cultura (mucho
es más en la incultura) nos insensibiliza ante ese fenómeno.
3. Previo. La identidad es un asunto de conciencia…
algunos pueblos se han identificado
fácilmente con su entorno natural y con ese sello han crecido. El entorno
natural se convierte en un símbolo de su
destino y carácter. Así, lo pueblos del desierto se han identificado con el
reto y la aventura, su problema para sobrevivir y capacidad de desplazamiento
ha sellado su destino peculiar como se muestra en árabes, judíos y mongoles.
Ese juego entre un pueblo y su entorno da tintes interesantes. ¿Han notado una
afinidad entre los suizos y Alpes? La
solidez de las montañas, la claridad de las nieves, la previsión ante la
adversidad. ¿Notan la afinidad entre los brasileños y el Amazonas? Tropical,
desbordante y generoso. La situación de los grandes lagos en las alturas es un
fenómeno excepcional, que marcó la trayectoria náhuatl. La toponimia de las
aguas nos sigue acompañando… Anáhuac significa al lado de las aguas.
Se narró con brevedad la leyenda de Narciso y Eco, pues ahí se muestran los extremos de
la conciencia y sirven como partida para comprender la gran conciencia
colectiva implicada en la nación. En ese relato, se muestra cómo el reflejo del
agua sirve para la conciencia.
3.1 El sentido etimológico de México, ahora se asume como “en el ombligo de la luna”. Se va a explicar esa leyenda y mostrar que tiene sentido. El ciclo del nacimiento de Huitzilopoztli es la explicación de esa leyenda, palabra que no se usa en sentido despectivo sino como en su origen “legenda”[3] que es lo leído.
3.2 La nación se refiere a un objeto-colectivo, es decir, a un grupo humano de
características muy importantes que afectan al individuo. En ese sentido,
existe una correspondencia compleja entre cualquier individuo y una o varias
naciones; viceversa, existe un efecto complejo de la nación sobre multitud de
individuos. Este tipo de objetos grupales no son tan sencillos de estudiar y su
conocimiento está en el campo de la ciencias sociales. Por su naturaleza la
nación no ha entrado por completo en alguna de las ciencias sociales académicas
como la economía, la política, la sociología, la historia, etc., al mismo
tiempo que entra en la consideración de todas ellas. Esta falta de estudio
suficiente por la academia es comprensible pues la complejidad del tema y su
intersección de materias exige complementar los enfoques.
4. Adelantando la
definición de nación, el término se refiere a un grupo humano grande
en el cual los miembros aceptan que pertenecen a él, conteniendo algún tipo
de identidad y compartiendo algunos de estos elementos como: origen étnico
común, tradiciones comunes, idioma común, economía común, cultura en común,
sistema político en común y una voluntad de mantenerse unidos. Lo peculiar es
que casi nunca existen todos los elementos juntos en las formaciones de
nacionales. Eso plantea una irregularidad en la formación de las naciones y una
discusión interesante sobre cuáles son los elementos más importantes y su
dinámica.
5. La nación es un tema de emociones. Recibe amores y
aborrecimientos; es una especie de pantalla colectiva donde se proyecta lo
mejor y peor de las colectividades. Debido a esa gran fuerza emocional del tema
es que brota el orgullo nacional.
En nuestro
país el sentimiento nacionalista ha mantenido un tinte positivo y ha sido la fuerza que ha movido a la gente, en los
momentos de debilidad como cuando sucedió la invasión francesa. Todos los
grandes movimientos en México han adquirido ese matiz de emoción patriótica: la
Independencia (forjadora
de la nación, aunque comenzó con cautela); la Reforma combatiendo a la
intervención francesa y al imperio; y la Revolución con su redescubrimiento de
nuestro país.
6. Al menos en tres ocasiones nuestro estado-nación ha sufrido cirugía mayor o hasta
amenaza de desaparecer en el siglo XIX. En un corto periodo ocurrieron la
invasión norteamericana de 1847; la amenaza separatista de Yucatán de 1846 y la
rebelión maya iniciada también en 1847 (para mí finalizada en 1934 con el
reparto agrario de Lázaro Cárdenas); y la invasión francesa (comienza en 1862 y
finaliza en 1867). Cuando el
sistema Estatal fue colonial durante tres siglos y, en sentido estricto, la
nación mexicana estaba “suspendida” aunque cabría una discusión sobre ¿qué tipo
de comunidad existió en ese periodo?
Afirmación: una nación
vigorosa se muestra por que sobrevive ante la adversidad. Los judíos
sobrevivieron al éxodo, diáspora y al campo de exterminio nazi. ¿Quién duda hoy
que los judíos representan una nación fuerte? La nuestra sobrevivió a la enorme
amputación territorial y, por eso mismo, renace más allá del Río Bravo.
Quizá buscamos una nueva prueba suprema, otra
travesía por el desierto desde Aztlán. ¿Requerimos perder nuestra nación para
que renazca el patriotismo? Coloquialmente eso es llama ser “hijos de la mala
vida” y luego buscar la redención.
6.1 Después del trance de las guerras con pérdida
territorial del siglo XIX y la cruel Revolución Mexicana, el sentido del nacionalismo mexicano se recuperó con una fuerza antes
desconocida. De pronto se agruparon circunstancias y se definió un fuerte
perfil para nuestra nación, al que yo denomino el perfil clásico. Esa
imaginación de charros, adelitas, sombrerudos revolucionarios y campesinos
indígenas con calzón de manta es tan robusta que nuestra modernización llega a percibirse
erróneamente como una traición.
Resulta curioso que luego de un debilitamiento
evidente surgió un fortalecimiento que todavía nos parece ejemplar. Es una oscilación que no es rara: los países
que han liderado al mundo también son presas de subidas y bajadas. Los EUA
tuvieron su cruel Guerra Civil que los mantuvo divididos y sangrados durante el
siglo XIX; resurgieron para colocarse como la superpotencia. Francia transitó
sus momentos de debilidad y agonía: perdedora ante Prusia y luego ocupada por
Alemania en la Segunda Gran Guerra.
7. Cuando los gobiernos
buscan manipular a las masas utilizan el tema nacional, aunque por
excepción ese utilitarismo resulta benéfico, como en la resistencia ante la
opresión extranjera. El imperialismo se
define como conquista y apoderamiento de pueblos ajenos, se abandera en un
nacionalismo de una potencia agresiva. Al mismo tiempo, un discurso imperial
pretende desbaratar el nacionalismo de los pueblos oprimidos, incluso ha negado
la humanidad de los indígenas rojos, amarillos y negros para no otorgarles
ningún derecho. Y eso ha ocurrido hasta hace poco tiempo: en la mitad de siglo
XX todavía gran parte del globo eran colonias descaradas. Hoy el discurso
imperialista se viste de globalismo: basta conquistar la economía y silenciar
el orgullo de los pueblos subordinados para someterlos a dictados imperiales.
Pregunto: ¿Qué sería hoy de un espía mexicano que tuviera la osadía de merodear
a los líderes de EUA y Europa como lo han hecho los norteamericanos? Calentaría
el cemento tras las rejas de alguna prisión de máxima seguridad.
8. En el siglo XIX la conquista imperial operaba territorial-militar, en el XXI es principalmente económica. La venta
de la cervecería FEMSA (marcas corona, etc.) tiene un equivalente monetario a un
país pequeño como El Salvador. Por un simple intercambio de acciones una
fracción del país queda en manos extranjeras sin disparar ningún disparo. El
tema podría ser tolerable si existiera una equivalencia, un intercambio
internacional de fragmentos económicos. Que los Slim o los Zambrano posean fragmentos
de la economía de muchos países ¿nos da una satisfacción nacional? Quizá
compensen flujos de capitales y balanzas comerciales, pero jamás restituyen al
país como tal.
9. Las mejores definiciones
de verdad que aplican a la nación son: idea clara y distinta que por
su evidencia es aceptada por la razón. La idea o concepto corresponde al
objeto y convence a la razón con su evidencia. Cuando respiramos y nos movemos
en una atmósfera nacional su existencia es evidente, pero su claridad y
distinción no emerge tan sencilla. La misma presencia constante de la nación nos
anestesia y por eso debemos recuperar la sensibilidad sobre el tema… Una
vez recuperada la sensibilidad separamos las partes no relevantes y enfocamos
su parte clara e indisoluble: el grupo humano que se reproduce.
10. La reproducción
humana es diferente a la de especies biológicas y posee sellos
característicos. De ahí la falla enorme de las “teorías” racistas sobre la
nación y de las tentativas de eugenesia. Las visiones racistas de suyo son argumentaciones
falaces que no crean teoría en sentido estricto, sino divulgan ideologías
imperiales. La reproducción humana
requiere de conciencia: unidad de
pensamiento, lenguaje y cultura. La reproducción
humana requiere de emoción: la
voluntad para mantener lazos, comunicación en el lenguaje y una cultura vital
arraigada en tradiciones. La reproducción
humana requiere de materia: una
economía de sustento, un espacio-territorio de vida y un poder para garantizar
la continuidad material de la comunidad.
El origen étnico común no garantiza la presencia de
todos los elementos de la reproducción
humana. Cuando el mismo origen étnico sucede en contextos adversos, entonces
faltarían casi todos los elementos de conciencia, emoción y materia para no conformar
una nación. De facto, la humanidad
entera posee un origen étnico común pero está dividida firmemente en grupos
nacionales dispersos, los cuales son las agrupaciones de la reproducción humana.
11. El límite
de una nación es la voluntad grupal activa: mientras un grupo manifieste y
actúe para agruparse como nación sí existirá. Lo contrario: la decisión activa
y colectiva de disociarse es suficiente para acabar con una nación. Pero esas
decisiones voluntarias convertidas en acción provienen de los estratos
profundos: emociones y materias. ¿Están materialmente unidos? ¿Están
mentalmente unidos? Como bien señala Anderson la unidad mental proviene de procesos reales: periódicos, revistas,
colegios, grupos educativos, lenguajes, gramáticas, diccionarios, acción del
Estado… La manifestación límite de una nación surge claramente en las guerras de liberación nacional,
donde arriesgar la vida y arrastrar las penurias consecuentes demuestra la
contradicción al extremo: morir los individuos para que viva la colectividad.
Las guerras imperiales, para imponer un poder ajeno al vecino, es la
declaración relativista al extremo: una nación contigua no existe para el
vecino bélico, sino que representa el potencial de su desaparición.
12. El viaje desde Aztlán con su travesía por el
desierto hasta alcanzar una tierra prometida evoca los límites superados y el
triunfo. Cualquier situación humana encuentra límites y el tránsito sobre ellos
marca el rumbo de la reproducción posible. El cruzar desiertos tras la frontera…
eso es repetir un arquetipo de sobrevivencia y triunfo.
13. Existe el tema de las naciones viables e
inviables, incluso, algunas hasta desaparecidas… En el siglo XIX se discutió el
tema de las naciones viables, preocupándose por descubrir el tamaño mínimo que
requería una nación para convertirse en viable. Además del tamaño importan
otros factores, quizá algunos imperios enormes tenían pies de barro y naciones
pequeñas se han mantenido unidas en el trayecto de milenios.
14. El tema
de la "X" de México como encrucijada. La palabra para designar al país recién
independizado fue discutida y ganó la posición de Servando Teresa de Mier, pero
esa opinión también nos trae una metáfora. La figura de la “X” nos provoca la
imagen plástica del cruce de fuerzas contrarias, con lo mismo que se arma la
palabra “encrucijada”. Esas fuerzas contrarias generan conflictos, pero también
indican la posibilidad de elección, pues cuando fuerzas contrarias se
equilibran en su antagonismo entonces una decisión debe cambiar el cuadro.
Estar ante la “X” representa la oportunidad de decidir. Si esta exposición
empezó con una pregunta se debe a que nuestro contexto representa una
encrucijada: ¿una metamorfosis viable o desaparecer? ¿ascender al nivel
superior o caer en agonía?... Mantenerse en agonía es insufrible y la
desaparición inaceptable; queda un único camino para la nación aguijoneada por
la adversidad, levantar la cabeza y nunca cejar hasta redimirse.
NOTAS
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