Por Carlos Valdés Martín
El
poeta chileno, el tan recordado autor de Veinte
poemas de amor y una canción desesperada, visitó México y quedó enamorado
de todo lo bello. Resulta feliz que destacara nuestros mercados.
Con
fuerza y claridad, desde un inicio, identifica a nuestra patria con los mercados: “Porque
México está en los mercados. No está en las guturales canciones de las
películas, ni en la falsa charrería de bigote y pistola. México es una tierra
de pañolones color carmín y turquesa fosforescente. México es una tierra de
vasijas y cántaros y de frutas partidas bajo un enjambre de insectos.”[1]
Esta elección no es gratuita ni superficial, el poeta la tomó perfectamente
consciente. Nuestro mercado público ha permitido la convergencia de personas y
productos provenientes de distintos orígenes, integrando una mezcla multicolor.
Ese confluir de elementos diversos engarza de modo perfecto con la poesía de
Neruda, marcada por unificar la variedad de toda América, expresada en el Canto General.
A los mercados los elogia y convierte en poesía: “donde la legumbre es presentada como una flor y donde la riqueza de colores y sabores llega al paroxismo”[2]. Y no se crea que esta fue una impresión pasajera, ni un amor adolescente a primera vista, pues él visitó durante tres años nuestros mercados.
Además
este poeta fue un curioso trotamundos que viajó cuanto pudo para alimentarse de
impresiones que lo acompañaron siempre. Cuando un artista viajero concluye que
algo es lo mejor del mundo conviene
tomar su opinión. Si lo dijera un publicista dudaríamos, pero este artista es
creíble. En la opinión de Pablo Neruda ¿adivinan cuáles son los mejores
mercados del mundo? Y no solamente los mejores de América, sino el mundo entero.
Si contestaron que los mexicanos son los mejores, han atinado a la primera
oportunidad. Neruda nos dice: “Todo esto lo dan los mercados más hermosos del
mundo. La fruta y la lana, el barro y los telares, muestran el poderío
asombroso de los dedos mexicanos fecundos y eternos.”[3]
Resulta una pena que nosotros mismos volteemos de lado y prefiramos llenar un “carrito” (empujados en automático por la mercadotecnia televisiva) perdiéndonos del maravilloso viaje al mercado público. Resulta comprensible que como simples ciudadanos sin una cultura poética no tengamos noticia de tales maravillas ¿Nuestras autoridades tampoco leyeron a Pablo Neruda? Parece que algunas sí lo hicieron y, poco a poco, van dirigiendo sus pasos hacia los tradicionales mercados públicos.
PD: Este artículo fue publicado por primera vez en 2013 en la página electrónica "Mi mercadito", dedicado a los mercados públicos en México.
NOTAS:
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