Por Carlos
Valdés Martín
“La luz excesiva es la mayor oscuridad…”[1] Peer Gynt.
La audacia y virtud de
anticipación del dramaturgo Henrik Ibsen han sido ampliamente aplaudidas y un
magnífico ejemplo es su obra Peer Gynt.
En esta obra se presenta un largo viaje hacia las dimensiones de la existencia,
mostrando las aspiraciones y fracasos del espíritu humano mediante un personaje
pleno de contradicciones. Bajo el aspecto formal se clasifica como drama romántico,
que ofrece rupturas que alimentaron a las vanguardias artísticas posteriores e
inspiraron a las siguientes generaciones[2]. En su
contexto cultural fue una obra escandalosa y atacada por su audacia, con la
curiosa peculiaridad que ha recibido sucesivas adaptaciones para convertirla en
cuento infantil. Esta obra ha despertado la admiración entre especialistas del
drama y pensadores, motivando reflexiones psicológicas[3] y
teatrales.
Escrita en 1867, cuando Noruega
formaba parte del reino de Suecia, unidas tras una derrota en las guerras
napoleónicas, cuando esa región se separó de Dinamarca. Para ambientar ese año,
cabe señalar fue célebre por el descubrimiento de la dinamita por el sueco
Alfred Nobel, quien la industrializó en un floreciente negocio, con gran
repercusión hacia otras actividades como la minería y hasta en la situación
militar, por el manejo de explosivos. El avance de la industrialización marca
la pauta en la economía que conquista los mercados mundiales, acompañada por
fenómenos de colonialismo territorial en Asia y África principalmente. Los
grandes imperios están siendo desafiados por las democracias ascendentes y el
nacionalismo creciente.
En el plano de las ideas las
monarquías europeas seguían enseñoreándose y frustrando los embates liberales,
mientras asomaban anhelos más igualitarios, por ejemplo se publica el primer
tomo de El capital de Karl Marx, obra
de enorme repercusión ideológica en el movimiento social y laboral. Al otro
lado del océano, es el año cuando la Francia de Napoleón III, se retira abatida
y pronto cae Maximiliano de Habsburgo, efímero emperador de México, quien es
fusilado, mientras Juárez restaura la República. En la música, está en auge la
producción operística y la gran producción sinfónica, donde es notable que la
musicalización de Grieg acompañó la primera escenificación de la obra teatral Peer Gynt. En la literatura europea
diversas tendencias florecían, especialmente las naturalistas, realistas y
románticas, capitaneadas por talentos de la talla de Víctor Hugo y Dumas, aunque
ya existen tendencias heterodoxas, destacando los poetas malditos, siendo el
año de la muerte de Baudelaire. En la pintura, predominan las academias
realistas siendo desafiadas por el impresionismo y conceptos de
vanguardia.
El protagonista
“¡Hay que ser fugitivo como una
poesía de juventud!”[4]: Peer Gynt.
La obra teatral está centrada en
un joven, Peer Gynt que permanece cual eterno adolescente atrapado entre sus
deseos fantasiosos, facilidad para mentir, irresponsabilidad manifiesta, amores
frustrados por su propio temor, etc. A tono con el personaje central, la obra
burbujea en fantasías, saltos de personajes irrumpiendo, anécdotas rápidas y
argumentos entrecortados; ese estilo corresponde con la juventud cristalizada
que pretende beber solamente la miel y escapar de cualquier dificultad; en tal
sentido, es otro de los personajes extremadamente modernos de Ibsen, pues el
adolescente permanente se ha convertido en un prototipo social[5]. La primera
escena lo presenta cual mentiroso empedernido, inventando que persiguió a un
alce y eso lo ha demorado. Sus exageradas fantasías reciben la complicidad de
su madre Aase, quien le riñe pero siempre solapa cuando los demás le reclaman;
ella trata de protegerlo, incluso cuando él se comporta más allá de la grosería,
por ejemplo, la deja atrapada en un tejado para escaparse a la fiesta de bodas
de su anterior novia. La novia Ingrid también corresponde insensatamente a
Peer, ella cancela la boda para seguirlo, luego por causa del escándalo tras desbaratar
el casamiento Peer queda exiliado en el bosque. En la misma fiesta de bodas
otra jovencita Solveig conoce a Gynt, quien la corteja estando borracho; de
principio ella lo rechaza, pero queda perdidamente enamorada. Luego ella pretende
reunirse con él durante su exilio en el bosque, donde él duda entre amarla o
no, pero al final la rechaza. En ese aspecto Gynt es un donjuán y representa al
machismo tradicional, pero ahí no se agota el personaje.
El personaje salta desde la
inocencia de sus deseos hasta la irresponsabilidad dañina de su
materialización, aunque sus intenciones a veces parecen cándidas, su capacidad
de auto-engaño lo empuja para actuar con deshonestidad y perjudicar a quienes
lo aman o, simplemente, se cruzan en su ruta. Acosado entre sus aspiraciones,
fantasías y autoengaños parece levantar únicamente la bandera de su ser
interior, reivindicándose cual individuo auténtico, apegado a su contenido único,
sin embargo, ese interior está sometido al golpeteo de las mismas falacias y
engaños perpetuos, por lo que está destinado a la desintegración completa. Es
válido preguntarse si este Gynt es continuación o ruptura del personaje
romántico que destacaba en el siglo XIX, mediante un perfil individualista,
emotivo y fantasioso[6]. Los
parentescos con los donjuanes y faustos son indudables, pero el matiz de un
niño perpetuo es harto evidente, engatusado por sus temores, comienza siendo el
hazmerreír de sus vecinos, ileso ante las peripecias de viaje y termina
cuestionado en su individualidad.
El largo viaje
“El camino es el mismo a la ida que a la
vuelta, lo mismo da dentro que fuera…“[7]: Peer Gynt.
Esta obra comienza en la casa
materna en una rústica comarca noruega, donde ambos elementos poseen plena
correspondencia[8].
La casa materna es una choza lamentable, recuerdo de una propiedad rústica que
antes floreció pero que la prodigalidad del padre, la descarrió hacia la ruina.
La comarca posee frescura e inocencia, desconocimiento del gran mundo, sometida
a prejuicios, ignorancia y fantasía, pero también es un hogar común.
Esta obra de teatro fue escrita
en 1867, aunque Henrik Ibsen solía adelantarse a su época, adquiriendo ecos que
serán típicos en la producción literaria posterior, más desentienda de las
fórmulas y del romanticismo o el realismo del siglo XIX. El camino del viaje
comienza en una comarca noruega, se traslada al desierto africano, el manicomio
de El Cairo y a las costas de Grecia, a un barco en altamar y regresa a su
mismo origen[9].
Su odisea, además de abarcar geografías, también se adentra en las regiones de
la fantasía, ingresando al reino de los duendes y troles, la religiosidad al
toparse con el diablo y un Fundidor de almas; recorriendo las edades humanas al
cubrir el arco completo entre la juventud, madurez y vejez cual tres pasos
alocados entre aspiraciones. Al mismo tiempo, es un viaje alrededor de la
identidad, en el que el personaje cree ser fiel a su yo, pero su hipocresía
interior, lo despista y jamás establece relaciones sinceras ni un vínculo con
su entorno, por lo que el amor fiel resulta un regalo inmerecido. El tema de la
identidad adquiere un tinte complejo por su relación con la locura y las ficciones
desvariadas más allá de cualquier razón. Igual que Ulises regresa a su
metafórica patria en Ítaca y lo espera Penélope, a Peer en la vuelta al país y hogar
lo sigue amando el personaje, Solveig, lo cual indica que la única salvación es
el amor sincero.
Inmoralidad cosmopolita, nación prejuiciada
El Acto III relata que Gynt ya se
embarcó en diversas aventuras y es un millonario excéntrico que se ha aprovechado
de lo más vil, pero engatusando su moral, pues ha traficado con la esclavitud
africana y ha contaminado hipócritamente a China (con una doble ración
contradictoria de ídolos y misioneros, de ron y biblias). Tras prosperar con la
esclavitud presume de haber manejado una plantación, que sería ejemplo pues les
dio una mínima educación a los negros y hasta les obsequió con bagatelas de fin
de año. Muestra que ha roto con su raíz moral originaria, señalada en la previa
muerte de su madre y la redondea con estos temas. Además está la ruptura con su
nación que se conserva como una colección de prejuicios. Cuando sus amigos le
preguntan por su nacionalidad, él se dice oriundo de Noruega, pero “por
vocación, ciudadano del mundo”[10] En seguida
nos receta los esquemas sobre el estilo de las diferentes naciones, con modelos
que han preponderado: América-felicidad, Alemania-erudición, Francia-ingenio,
Inglaterra-laboriosidad, Italia-dolce-far-niente
(dulce molicie) y Suecia-acero. Cabe aclarar que cuando la obra fue escrita
Noruega permanecía en unión forzosa con el reino de Suecia, desde 1814 debió
dejar su integración previa con Dinamarca, situación que no cambió hasta su
independización en 1905.
La pretensión fantasiosa de Gynt
es convertirse en emperador del mundo, para dar gusto a su yo “gyntiano”, que
es “el ejército de deseos, anhelos y ansias; es el mar de esperanza, goce y
temor”[11]. Este
es un relato fáustico pero agigantado, incluso caricaturizado, donde el joven
fantasioso y consentido se convierte en hombre sediento de emociones, dispuesto
a traicionar los ideales pactando con las causas más viles, como lo ejemplifica
su intento fallido de financiar a los turcos en contra de la Grecia oprimida[12].
De la esfinge a los locos
En un pasaje denso y cómico es
descubierto por un, en apariencia, hondo pensador alemán que resulta ser el
director de un manicomio, quien se impresiona con Peer que responde
enigmáticamente al acertijo de la Esfinge egipcia. Ahí, el alemán lo halaga y
reconoce como el Emperador de los enigmas porque ha enarbolado el “sí mismo”
como respuesta universal.[13] De ahí
lo lleva al manicomio que se ha invertido, tras la muerte de la Razón, la cual
deja de ser útil con la irrupción del “sí mismo” como la única respuesta válida
ante los desvaríos de lunáticos y de cuerdos. Este episodio muestra críticas a
la Razón desde un más allá posible en la locura, lo cual continúa temas
renacentistas pero anticipa las inquietudes modernas sobre la demencia.
Las locuras empiezan simpatizando
a Peer, pero el asunto sale de control y es rechazado, cuando el delirio se
convierte en suicidio. Este pasaje presente un triple aspecto intrigante: la
identidad (la afirmación del sí mismo como la respuesta al enigma profundo); el
ocaso de la razón y el elogio a la locura; (cuando la justificación del sí
mismo, extravía el principio de realidad que deja de exigir razones) y el
extremo del Emperador (cuando la ambición desbocada se revela como locura). Por
si fuera poco, este pasaje se teje con partes anteriores, cuando los desvaríos
remiten a escenas previas, como el pleito con los simios hace eco al interés de
un loco por renovar el lenguaje.
Religión tradicional y heterodoxia
“Sic transit gloria mundi”[14]: Peer Gynt. Frase latina que significa
“así de rápido pasa la gloria mundana”, se solía emplear en el ceremonial de
coronación del Papa para recordarle lo fugaz de su gloria terrenal.
La línea predominante de Ibsen incluyó
la renovación de ideas y la ruptura de moldes, pero publicó en un ambiente
religioso y monárquico, hostil a sus ideas. Sus atrevimientos provocaron la
prohibición de sus obras o cancelación de representaciones, por ejemplo otra de
sus obras, titulada Espectros. Aunque
no pretende romper con el cristianismo, la obra se toma libertades para
mostrarlo de otra manera, metamorfoseado mediante conceptos más abstractos, que
distorsionan la interpretación predominante. En lugar del drama tradicional del
cielo o infierno cristianos, se enfoca en el drama de que el alma sea fundida y
desaparezca. El diablo también es un personaje, pero menos terrible y hasta
esquivo, evitando ser el gran tentador. Sin embargo, el argumento más aterrador
que el infierno es la muerte verdadera y estricta, que en Peer Gynt es representada como una desaparición estricta del alma[15]. Sufrir
la fundición del alma es el más cruel castigo pues es la comprobación de la
muerte, sin más atributos.
Sin embargo, Ibsen estuvo rodeado
de un ambiente religioso, por lo que suele enmascarar o mezclar sus rupturas
con temas tradicionales, por eso nos encontramos con un final que cobija la
temática del yo con las virtudes teologales en el diálogo final donde el
protagonista pretende demostrar que sí fue él mismo en su existencia
aventurera, entonces su amada abandonada y en perpetua espera lo absuelve a su
manera, respondiendo con las virtudes teologales: “Peer Gynt: (…) ¿Dónde estaba
siendo yo mismo…, intacto, pleno…, rodeado de una aureola divina. / Solveig:
Conmigo en fe, esperanza y amor.”[16]
Elogio del desertor
“¡La mano en el bolsillo! Este
rasgo expresa todo el ser de este hombre.”[17] Durante
el elogio del cura en el funeral de un hombre, Peer descubre que debió tratarse
del desertor que descubrió mutilándose un dedo en el bosque, mientras se
ocultaba tras desbaratar la boda de su amada. El sentido elogio fúnebre muestra
la vida de quien sufrió gran penuria con tal de salvar su pellejo y luego se
dedicó infatigable a formar una familia y levantarse contra la adversidad
repetidamente; dejando la deshonra militar (la traición a la patria que se
advirtió de inmediato con la automutilación) a cambio de criar a sus hijos,
durante una lucha encarnizada contra la adversidad. Resulta interesante el
alegato entre los dos órdenes morales contrapuestos: la patria con su honor
militar, que fue quebrantado[18]; la
moral familiar, la cual fue respetada escrupulosamente y a eso dedicó su
existencia el difunto. El sacerdote es mediador fantasioso, ante ese heroísmo
privado, sepultado bajo un manto de oprobio público. En su frase final el cura
absuelve al difunto.
Del deseo y la espera
El personaje de Solveig representa
a la mujer dócil en el sentido tradicional quien espera, reproduciendo a
Penélope y a las “novias de pueblo” que permanecen fieles a la ilusión del
regreso. Su vínculo con la ideología cristiana que ha elogiado la devoción
pasiva es evidente. Ella, cual virgen inconmovible del deseo, en principio a
Peer le resulta insulsa y un mero objeto para otra conquista; la seducción
fácil lo anima, pero cuando adivina que habrá compromiso, huye. En otros
términos esa feminidad es el complemento perfecto del machismo, que sale a
ganar el mundo mientras ella aguarda. La prolongación de la espera, en lugar de
incitar una sana protesta, aquí se convierte en motivo de elogio casi
metafísico pues de ello depende la salvación del alma de Peer. Curiosa elección
de un final rosa en un dramaturgo que revolucionará los escenarios y las
ideologías con su posterior obra Casa de
muñecas, donde anuncia la diferencia radical entre los géneros y la opción
cuando la mujer ya no espera. La protagonista de Casa de Muñecas, Nora rompe su matrimonio porque rechaza seguir
esperando a que la felicidad llegue gracias a la posposición perpetua.
Metáfora de la cebolla y la autenticidad
Siendo que la obra se concentra
en el individuo y sus aspiraciones, el giro de la trama y su tención crecen al
final con la perspectiva de una muerte que se disuelve el alma. Surge el
Fundidor, personaje inventado que castiga la falsa individualidad, destruyendo
las almas inauténticas en un crisol que rescatará la materia prima. Cuando ya viejo
Peer regresó a su tierra natal, caído en desgracia y aislamiento, sobrevive en
el bosque desenterrando penosamente cebollas silvestres, entonces se desarrolla
un monólogo memorable. Arrastrándose y sacando cebollas silvestres se
imagina lo que dirá su epitafio donde recuerda sus pretensiones de convertirse
en emperador: “Aquí yace Peer Gynt, honra de su patria y emperador de todos los
demás animales”[19].
La pretensión le causa risa, se reprocha que él no es emperador sino una
cebolla y tomando una entre sus manos, va arrancando las capas para descubrir
su interior. Conforme arranca telillas al vegetal, avanza su diálogo interior.
Comienza con el exterior sucio y estropeado que representa sus fracasos;
continúa con el pasajero desprendiendo algo de sabor a él; luego arranca al
buscador de oro; al cazador de pieles en el Hudson; al investigador de antigüedades…
Los diversos desempeños de sus aventuras son desechados con cada telilla, a la
cual agrega comentarios sobre sus fallas, como “el profeta, fresco y lleno de
jugo; hiede a mentiras”. Va
desesperándose y corta varias capas a la vez, y la cebolla va desapareciendo,
termina quedándose sin nada en las manos: “He llegado hasta el final y ves lo
que he hallado: cortezas y cortezas cada vez más pequeñas ¡Qué bromas nos gasta
la Naturaleza!”[20]
El personaje queda desconcertado, pues su peregrinación por el mundo no ha sido
auténtica, sino una búsqueda caótica alimentada por expectativas dispersas, empujada por el deseo y la imaginación.
Las fronteras de la fantasía
“No, yo no puedo renunciar a mi
yo. Castigadme si queréis, pero perder mi propia personalidad, nunca.”[21]: Peer Gynt.
Al recapitular las diversas
situaciones por las que transita Peer encontramos una continua lucha contra las
fronteras humanas mediante el desplazamiento físico, pero más importante es la
fantasía y rebasar los límites morales en favor de un ego intoxicado. Al
madurar la pretensión de Peer es convertirse en emperador… ¿De dónde le
cuestionan sus comparsas? Acto seguido les responde: “Emperador del mundo”. La
fantasía exacerbada es un ácido disolvente, en el extremo amenaza con convertir
cualquier personalidad en un cúmulo de ilusiones desordenadas, próximas a la
locura, cuando las pretensiones vanas de Peer se frustran ante los obstáculos. Las
escenas con duendes son muy significativas pues ahí el personaje se hunde en el
ambiente de la fantasía y está dispuesto a convertir sus pretensiones en autosuficiencia.
El lema de esos enanitos del folclore es “¡Duende, bástate a ti mismo!”[22] y irónicamente,
esa frase no demuestra la auténtica personalidad, sino el sometimiento a la
ilusión pueril; por eso rebaja al humano hasta la condición de duende. El
donjuanismo de Peer también resulta otra frontera de ficción, pues sus
aventuras terminan en fracasos, por apresuramiento o por inviabilidad
manifiesta. La muerte y la trascendencia también adquieren el tono de farsa,
cuando descubre que no es aceptado ni por el demonio, pues su propia villanía
resultó de poca monta. Casi siempre la fantasía remite al engaño de otros o de
sí mismo, pero vuelto contra sí el engaño es mitomanía, cuando pretende burlar a
la muerte o al demonio. Paradójicamente, el discurso entero traza una obra
artística, por tanto la fantasía es su materia prima, su tejido utiliza la
“materia de los sueños” (Shakespeare); entonces, los cuestionamientos sólo van
hacia sus excesos… tras el largo viaje el arte ha vuelto a ensanchar el espacio
para la imaginación y ha triunfado en Peer
Gynt.
NOTAS:
[1]
Peer Gynt, p. 122. El deslumbramiento
es una metáfora escasamente empleada en la literatura, la intensidad de las
luces suelen representar la irrupción de la verdad, en este caso, el personaje
principal huye y se enreda en mentiras. Quizá esta noción del deslumbramiento
sea bien comprendida por los habitantes de las regiones muy cercanas al Polo
Norte, con sus largas temporadas de oscuridad invernal, advirtiendo que el
conocimiento profundo es gradual.
[2]
Ha sido muy citada la opinión de crítico literario Martín Lamm: "El drama
de Ibsen es la Roma del drama moderno; todos los caminos conducen hasta y desde
allí"
[3]
La admiración y el impacto de esta obra sobre Wilhelm Reich merecería un
estudio por aparte. Su biógrafo nos indica: “Aquel drama le produjo una
impresión enorme, hasta tal punto que lo leyó y releyó muchas veces, junto con
varias interpretaciones críticas, como si estuviera buscando un mensaje que le
parecía que Peer Gynt quisiera
transmitirle sin acabarlo de lograr” DE MARCHI, Luigi, Wilhelm Reich biografía de una idea.
[4]
Peer Gynt, p. 124.
[5]
Cuando la nueva generación rechaza a la anterior, la época es “de juventud”
conforme el perspicaz análisis de Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo, pues si la nueva generación rechaza a la
anterior, estará sometida a su propio impulso juvenil.
[6]
Por ejemplo, Mariana Cerrillo, “La construcción del yo en Peer Gynt de Henrik Ibsen”, expuesto en el Ier Congreso Argentino
de Historia del Teatro Occidental, organizado por UBA-Centro Cultural de la
Cooperación-Centro Cultural Ricardo Rojas, septiembre 2004
[7]
Peer Gynt, p. 160. Con esta frase la
obra insiste en la circularidad de la existencia y cómo la escapatoria debe
terminar en regreso, así como la función expansiva termina en una implosión
para descubrir la subjetividad.
[8]
El horizonte rústico de Noruega, donde creció Ibsen y regresó en repetidas
ocasiones es la matriz de este relato. Las relaciones entre la gente sencilla
con sus tradiciones y una mentalidad que busca despegarse de esa existencia
rural es tema constante.
[9]
En la metáfora del largo viaje que dura casi toda la vida, hay un gran eco con
la situación personal de Ibsen que había emigrado a Italia en 1864, permaneció fuera
de su país durante 27 años, regresando a su país hasta una edad avanzada.
[10]
Peer Gynt, p. 100. El “cosmopolitano”
es un tema moderno por excelencia, considerado tanto en su aspecto positivo
como negativo; aquí, predomina el lado inmoral del aventurero. Debemos destacar
la participación de Ibsen en el modelaje de la idea noruega, cuando no era una
visión dominante. Promueve la identidad nacional de Noruega mediante creaciones
e investigaciones del folclore popular, en una obra previa, vaticina la unidad
nacional, Los Pretendientes al Trono
de 1863, cuando un rey del siglo XII, Haakon Haakonssøn, sueña con la unidad
nacional: "Noruega fue un reino, será un pueblo. (...) ¡todos serán uno en
adelante, y todos serán conscientes de que son uno!" Con eso termina Ibsen
su etapa nacional y emigra durante muchos años.
[11]
Peer Gynt, p. 102.
[12]
Escandaliza a la buena conciencia europea, ya sea liberal o cristiana, además juega
al contrapunto de Lord Byron, aclamado como el mártir romántico de la libertad
Griega muerto en Mesolongi.
[13]
Este pasaje trasluce inquietudes filosóficas de Ibsen, pues la ampliación de la
razón había sido la bandera de la filosofía clásica alemana, la cual ya había
encontrado cuestionamientos, incluso los anuncios del existencialismo de
Kierkegaard y del irracionalismo de Schopenhauer y Nietzsche.
[14]
Peer Gynt, p. 187.
[15]
El sentimiento trágico de la vida de
Unamuno explica esa perspectiva ante la cual la caída en el averno resultaría
menos un castigo que la muerte estricta, con la desaparición del alma. El mismo
argumento en Peer Gynt resulta casi cómico pues el diablo se desinteresa de un
alma que no es tan mala, por más que intente presumir de villanías.
[16]
Peer Gynt, p. 198.
[17]
Peer Gynt, Acto V.
[18]
El sentido fuerte de la nación y su nacionalismo es un descubrimiento
brillante, aunque reciente para el siglo XIX europeo. Algunas de las
principales nacionalidades todavía estaban pugnando por su formación, como
Alemania e Italia, donde vivió Ibsen.
[19]
Peer Gynt, p. 182.
[20]
Peer Gynt, p. 182.
[21]
Peer Gynt, p. 180.
[22]
Peer Gynt, p. 185. El absurdo de la
autosuficiencia está implícito; nos recuerda la refutación griega al individuo
fuera de la “polis”, por lo que Aristóteles exclamó que era un “zoón politikón”, en Ética.
4 comentarios:
Una entrada excelente tanto en su profundidad como en sus fuentes.
Gracias por publicar esta sinopsis, promovió mi deseo de leer la obra que ya solicité. Como anécdota, les comento que llegué a interesarme en esta obra fruto de haber escuchado la excelente música incidental compuesta por Grieg, compatriota de Ibsen. Reitero mis agradecimientos
Ampliamente de acuerdo con el desconocido
¿Alguien conoce si existe un análisis de Peer Gynt hecho por Nietzsche? ¿Alguien sabe cómo puedo conseguir la versión o adaptación hecha por Alfredo Alcón, Franklin Caicedo y Lito Cruz en Argentina? ¿Alguien podría contestar por qué una obra tan profunda y compleja ha sido dirigida en sus representaciones a público infantil? ¿Habrá videos de Alfredo Alcón, Franklin Caicedo y/o Lito Cruz interpretando a Peer Gynt? ¿Cómo accedo a todas las representaciones hechas en todo el mundo, supongo que habrá mucho más de lo que está actualmente en You Tube?
Publicar un comentario