Por Carlos Valdés Martín
Presentación
Aquí se comenta a Benjamin Coriat, un autor que mantiene coherencia
conceptual y un mismo enfoque metódico en dos libros con un mismo objetivo de
estudio (el proceso de trabajo en los países capitalistas, en especial, los más
avanzados), aunque abarcan un periodo pródigo en cambios, algunos evidentes y
otros sutiles, desde las condiciones de producción que él analiza y muy
enfáticamente los cambios del ánimo político y enfoque de la capa intelectual
de la izquierda europea que él representa. Quizá valga la pena, tratar de hacer
cierto balance metódico de entrada. En el principio él se considera marxista,
pero su estudio detallado del taller, le lleva a emplear otra herramienta conceptual,
que sería preferentemente, el modelo de producción, "la producción en
masa", el fordismo en sí, que en ciertos momentos prefiere considerarlo como un "modelo de
acumulación", pero finalmente se impone como un objeto en sí, como la
realidad absoluta y el eje del capitalismo.[1]
Ahí, está el afán de novedad (tan francés) y de realzar lo encontrado como
el corazón del mundo, sin embargo, un afán tan obligado por el sismo que
representa el derrumbe de la URSS y se metamorfosis a la deriva, que para el
año 1990 todavía no resultaba clara. El primer libro, editado en 1979,
considera que el imperio del cronómetro y su modelo de producción es "la
mayor revolución de la historia humana". La intención fue continuar con
Marx y reportar su actualización: la producción en masa lo revoluciona todo,
las relaciones entre las clases, la expresión política, los sindicatos, el
estado, el modo de consumo, etc. Aunque concuerdo con el papel central de la
producción inmediata en las transformaciones totales de la sociedad, el
problema es que él prefiere enfocar a la producción como un modelo de
fabricación, a la técnica precisa de adaptación del trabajo a la producción,
como una totalidad completa que ella explica todo, y casi se queda sin
explicar. Pero abordar a la figura concreta de la fuerza de trabajo dentro del
taller como una totalidad generatriz, luego exige pasar a sus cambios, y
entonces la licuefacción de sus condiciones particulares de trabajo en el posfordismo
y la reorganización de los equipos de trabajos, etc. implica una
"aceleración de las épocas", entonces el efecto de repercusión
tendría una acción caleidoscópica: demasiados cambios en poco tiempo, sin
determinar cuáles son las transformaciones centrales. El segundo libro, fue
editado en 1990, así que entre el primer y segundo texto se levanta un Everest
de transformaciones, pasando por la explosión de la informática (en particular
los comienzos de la aplicación robótica) y la caída de los regímenes del Este.
Por lo mismo, el segundo se desinteresa por la continuidad con Marx y se deja
llevar por el movimiento de las realidades inmediatas, sin pretender
conclusiones tan firmes.
El cronómetro y el taller
En este libro resulta crucial su clasificación de las etapas de la
producción capitalista, analizando en base a sus características técnicas,
dividiendo en fases pretaylorista, taylorista, fordista y posfordista. Su
título intenta unificar la idea de los “tiempos y movimientos” de la técnica
para organizar el trabajo fabril, con la noción marxista superficial de que la
sustancia de valor es el tiempo, lo cual parecía coincidir superficialmente en
la fase de identidad entre capitalismo y métodos de Taylor, sin embargo, tal
suposición se difumina en el periodo posterior.[2]
Pretaylorismo. Considera Coriat que el capital se encuentra con
el oficio de los trabajadores como una precondición contra la cual ha luchado
arduamente desde la cuna. Los conocidos fenómenos de la revolución industrial
nos llevan a mostrar que así ha sido. Las capacidades profesionales del obrero
son expropiadas por la máquina, socavadas por el empleo de trabajo infantil y
femenil, así como por la utilización del stajanovismo
o destajismo. Obviamente, desde los tiempos de Adam Smith se sabía que el modo
para combatir el oficio (base artesanal de habilidades) el secreto estaba en
una división creciente del trabajo y el empleo de maquinaria.
Taylorismo. Después se habría de inventar una organización científica
del trabajo, representada en estudios de tiempos y movimientos. Además del
incremento de productividad, también está el objetivo de lograr que el
capitalismo controle plenamente la producción. Con esta organización del taller
se pretende destruir el oficio del obrero, su habilidad contenida, condición de
posibilidad para incrementar la explotación del trabajo, aumento de la tasa de
plusvalor.
Línea de montaje: la intercambiabilidad de
piezas (producción en masa) se une con el ritmo mecánico del desplazamiento de
piezas, así nace la cadena de montaje. Fecha: 1918. Lugar: EUA. Se les conoce
como "método americanos". Supresión creciente de la necesidad de
destreza en el fordismo. En los talleres Ford la capacitación de un día a un
mes representa el 85%, y la capacitación mayor a un año es de 1%. Así, irrumpe
una apoteosis del trabajo simplificado y la sencillez máxima.
También es notable la reducción de los stocks, por mayor simplicidad y
eficiencia. La meta era ya (sonido posmoderno): la producción sin depósitos.
La figura fordista del salario: Considera Coriat que
se presenta toda una racionalización del salario y un nuevo modelo de
acumulación con el fordismo. Recuerda que Taylor recomendaba un trabajo pagado
por piezas, con una mejor remuneración que alejara al obrero de las cajas de
socorro manejadas hasta entonces única y exclusivamente por sindicatos. Se
empieza aceptar que el obrero tiene gastos de reproducción. Hacia 1920, junto
con la generalización de estudios metódicos de tiempos de movimiento, también
crece en el gobierno de EUA la preocupación por un salario remunerador y una
duración razonable, así como seguridad social. Coriat observa nuevas normas de
trabajo y cambios en la función del salario, de tal modo resulta una inserción
novedosa del obrero en la acumulación. En 1914 Ford lanza una espectacular
iniciativa de Acuerdo general sobre
salarios, para ofrecer 5 dólares diarios, lo cual era un
salto descomunal, pues previamente se mantenía un promedio de 2.5 dólares
diarios. Se trata de un salto espectacular para el ingreso real obrero, pero
conviene considerar las funciones que cumple. Más salario es un remedio para
asegurar el aprovisionamiento de mano de obra, estabilizar la contratación de la
calificada y alejarlos del radicalismo. Particularmente, Ford pretende incidir
hasta en la vida privada del trabajador, el área "de sociología"[3] de la empresa tenía treinta
investigadores para observar el comportamiento privado de sus empleados, para
verificar que los gastaran de manera honesta y correcta; quienes a juicio de la
empresa eran viciosos perdían derecho a su alto salario. El salario alto está
acompañado por innovar cadenas y líneas de montaje con una supervisión más estricta,
por ese lado incremento en la productividad del trabajo, demostrado en que el
costo de producción por automóvil baja en cerca de 17%. Además la industria
produce a escalas creciente, la
Ford avanza de 200,000 coches en 1913 a dos millones en 1923.
Se pregunta Gramsci si el ritmo creciente de la producción en cadena
fordista no estará mermando tanto la fuerza vital de los obreros, que
aniquilará a las futuras generaciones.[4]
En particular Ford cree que no, pero si comparamos incremento en ingreso
monetario contra desgaste de vida está claro que los salarios "están lejos
de ser tan elevados como debieran"[5]. Aquí es evidente, que compara dos series inconmensurables, el dinero y la
vida, lo abstracto y la particularidad; nunca se puede medir la relación
interna entre ambas. Lo que resultó claro fue que el ingreso mayor se convirtió
en el eslabón clave para la estabilidad del sistema.
Por último, redondeando el argumento del salario, comenta Coriat que el
salario también tiene una función en la acumulación, también se convierte en
compra; los artículos de consumo proletario también se convierten en mercado capitalista,
dando origen a lo que se designará como "nuevas normas del consumo
obrero" (tomado de Aglietta), que es un eslabón que redondea la
universalización del intercambio mercantil.[6]
Producción capitalista en masa. En este punto se
observa nítidamente el método de Coriat, su tendencia a crear modelos
concretos, que luego se le multiplicarán como conejos (formas concretas del
proceso de trabajo novedosas). Su concepto de la producción en masa trata de
remitirlo a El capital, como gran
industria, pero sin toda su serie. En El
capital mira Coriat que las formas del proceso de trabajo son sólo soportes
a la producción de plusvalor. Para Coriat la novedad consiste en una
racionalización de la gran industria, donde advierte una "nueva base
técnica"; la base del proceso como intensificación de la extracción de
plusvalía masiva no la cuestiona, sino que considera la llegada hacia una
"forma moderna". En esta fase de análisis la novedad consistiría en
un redondeo del sistema, su extensión hacia la refuncionalización del consumo,
sustitución de tareas domésticas por procesos mercantiles, y establecimiento
del salario indirecto por el Estado, con lo cual se estaría gestionando de
manera capitalista la reproducción de la fuerza de trabajo. En especial, tiene
abundantes datos sobre la importancia de la seguridad social para redondear el
dominio sobre los trabajadores: seguro en desastres, en enfermedades, las
jubilaciones, etc.
Haciendo un esquema general, producción capitalista en masa sería una
novedad propia del siglo XX (fase iniciada con Taylor y terminada con Ford),
resultante de la unidad de cuatro "normatividades". a) Nuevas normas
de trabajo: tiempos y movimientos, especialización, separación
concepción/ejecución, que conduce al nivel b1) Nuevas normas de productividad:
línea de montaje y estandarización b2) Nuevas normas de producción: reducción
del valor unitario de mercancías, ampliación de las normas de escala, y más
intensidad y productividad del trabajo, b3) Nuevas normas del consumo obrero:
decae la economía doméstica previa, salario indirecto, producción capitalista
de bienes de consumo obrero. c) Producción capitalista en masa, resultante que
se expresa en: modificación de la relación entre las secciones de la
acumulación; nueva relación entre consumo productivo y reconstitución de la
fuerza de trabajo (aparece el "consumo en masa"); racionalización de
la gran industria.
Los elementos de Coriat no son irreales, y el único problema lo observo en
la relación entre novedad y continuidad. La mayoría de los aspectos no son novedosos
para el capitalismo, pero sí es importante la explicación del aumento del nivel
salarial metropolitano. Como él se ocupa por una explicación
"económica" recurre a una nueva funcionalidad del consumo obrero.
Dice: "hay una idea nueva aunque sencilla: la producción en masa supone la
distribución de un poder adquisitivo suficiente en forma de salario y de
renta"[7]. Esto lo observa Coriat como un dispositivo de política económica
anti-crisis, en todo empatado con las interpretaciones keynesianas de la
importancia de reducir la propensión al ahorro.[8]
De hecho la política de los años treintas, como el New Deal, regula para que no
baje demasiado el salario (mínimos, duración legal de la jornada, etc.), asiste
para un salario indirecto (prestaciones, servicio médico…) y garantiza consumo
hasta para los desempleados. Se establecen contratos colectivos de trabajo,
donde se establece que la condición para aumentar el nivel del salario depende
de la productividad creciente.
"Obrero masa multinacional":
Definitivamente bajo este concepto trata Coriat de atacar los mitos de la
industrialización del norte opuesta al subdesarrollo del sur. Existe un interés
de trasfondo político, pues se trata de mostrar a un sur-proletario opuesto a
un norte aburguesado, como la cuña de una madeja mistificada. Al interior
europeo se reintroduce el sur colonial, como migración de mano de obra, de tal
modo el sistema industrial del norte necesita obreros descalificados del sur. Coriat
ataca tesis dominantes, que suponen que la migración obstaculiza a la
modernización y al emigrado estorbo de la industria. Contrario a esto, afirma
que la modernización exige el consumo en gran escala de mano de obra no
calificada, resultado natural de la dinámica capitalista con su especialización
extrema y falta de concepción en la ejecución. De acuerdo a sus datos crece la
proporción de "empleo no calificado", y para mostrar esto sirven
emigrantes y también mujeres. Sin profundizar Coriat muestra un mercado laboral
"balcanizado", escindido entre los empleados oscuros, inmigrantes,
jóvenes, etc. y los empleados blancos y profesionales.
Crisis en la organización científica del trabajo (fordismo): Considera Coriat que las luchas obreras está centradas en los setentas en
la resistencia contra el tipo de trabajo de la producción en masa capitalista.
Hay crisis de eficacia y de legitimidad. Las cadencias infernales de las líneas
de montaje son eje de lucha, y se trata de los grandes movimientos de masa,
como el de 1968 y principios de los 70's. Incluso en una visión optimista
"Parece que el trabajo parcelario y repetitivo encuentra aquí una especie
de límite , una crisis de su eficacia como técnica del dominio
del trabajo" [9]. La resistencia parece más eficiente contra esa forma de trabajo, por
ejemplo es frágil ante la huelga en una parte de la cadena de montaje. Además
la resistencia molecular contra este tipo de trabajo se expresa en muy altos
índices de absentismo, rotación de personal y baja en la calidad de la
producción. Pero lo anterior es solamente una parte de la problemática más
conocida, también están problemas técnicos respecto del parcelación misma del
trabajo, como la generación de "tiempos muertos" y el crecimiento de
los gastos de vigilancia y supervisión, que se vuelven super-costos. La conclusión
de Coriat es que las técnicas Taylor-Ford se ha agotado como mecanismo de
extracción de plusvalor, ofreciendo una metáfora demasiado biológica, cual
esperanza catastrófica.[10]
Ante la variedad de estos problemas la solución capitalista típica sería
hacia "crear condiciones tecnológicas a toda prueba, a cubierto de errores
humanos"[11]. En mis propios términos, significa que la evolución posterior capitalista
sólo puede ser hacia la ciber-fábrica, nuevo paso de la automatización controlando
al trabajo vivo. Para Coriat el camino está en la sofisticación de la organización
del trabajo y "sobre todo, en la integración masiva de autómatas
industriales"[12].
Recomposición de la línea de montaje. Coriat estudia fenómenos que se
presentan en los 70's. Plantea la modificación a la línea de montaje
tradicional de Tavistock, que sigue a la cadena, pero sobre ésta se organizan
pequeños grupos que trabajan sobre un transportador central. La autonomía de
estos grupos de trabajo puede ser una trampa, medio para recuperar la
disciplina.
Caso Olivetti. Las características de la transformación de esta firma
italiana están sobre la línea de la 3ª ola: amplía mucho la gama de
fabricación; reduce la escala de fabricación por tipo de producto, y la obsolescencia
del producto mismo crece generando un riesgo de mercado.
La jerarquía del trabajo, la des-especialización y el obrero masa. Alrededor de los acontecimientos de la lucha proletaria europea de 1968 a 1978, Coriat se
pregunta sobre la relación entre la clasificación de los obreros en
especialidades con salarios distintos y sus aspiraciones. A grosso modo, lo que
opera la organización científica del trabajo y la tecnificación del proceso
laboral es hacia continuas pérdidas de la especialización (la pérdida del
oficio); se trata de una unificación hacia abajo, pues se pierde la importancia
de la calificación particular del trabajador. La calificación misma no
desaparece, existe interesantes tablas de clasificación de los obreros de los
diferentes países europeos; en ese tiempo se había llegado a clasificaciones
extremadamente graduadas de puestos de trabajos y niveles salariales, por en
ejemplo de 47 niveles salariales para 170 puestos de trabajo y 9 clases de
obreros especializados; a contrapelo, de esta gradación la tendencia
capitalista es hacia cierta simplificación de los puestos laborales y a su
"flexibilización". Con ese cambio "la ideología profesional2
dentro de los obreros, queda arruinada, cambiada por un impulso igualitario. En
especial, Coriat considera que existe una puerta de salto cualitativo hacia un
profesionalismo (el P-1F)
que está vedado al obrero manual, que se limita a especializaciones menores,
sin un horizonte estimulante. En las luchas de los setenta fue importante la
demanda de un salto en el escalafón profesional del trabajados, presentando
consignas tales como "P1F para todos"[13], de tal modo que se pretendía, por la lucha política, "el paso
colectivo y para todos" en la categoría laboral superior. Bajo este
panorama de especialidades obreras que se nivelan, está presentándose una
necesidad capitalista general "el mantenimiento de la alimentación de una
fuerza de trabajo numerosa y barata sigue siendo, por encima de todo, el
elemento central y obligado de toda política de la fuerza de trabajo"[14] Aunque
no lo discuta, la interpretación de su siguiente libro, desecha esa
interpretación, ante la elevación del nivel de vida del obrero occidental,
entonces el pauperismo se desplaza hacia la periferia y el desempleado, de tal
manera que es una ilusión creer que es el signo esencial del capitalismo;
obviamente, queda la "mancha del tigre", que dice: el salario del
obrero siempre quedará confinado al nivel compatible con la valorización del
capital. El trabajador del sector terciario adquiere de forma más acabada la
figura de proletario, de "obrero masa", expresado en las luchas
sindicales del sector.
Libro El taller y el robot, Ensayos sobre el
fordismo y la producción en masa en la era de la electrónica
Sobre el Prólogo. El "objeto rey" de
la automatización de los años ochenta fue el robot, considerado el objeto clave
que lleva al extremo la idea del fetichismo: los poderes sociales convertidos
en el cuerpo de un objeto, porque une en la tecnología tanto la eficacia
práctica de máquina, como la eficacia mental de computadora.
Gran parte de la discusión que interesa a Coriat es la permanencia o desaparición
de los métodos tayloristas/fordistas con sus características de modelo. Su
estimación es la continuidad esencial con ciertos cambios importantes, con lo
cual se tendría un "postaylorianismo" marcado por trabajo en
"islotes" o grupos de trabajo, la cadena de montaje puede pasar a ser
una red más compleja, y se abandona la
banda transportadora de ritmo fijo por una red de ritmos flexibles. Y la
producción misma, poco a poco, va pasando de las series de iguales productos
hacia las series menores con calidad y diferencia; incluso "la era de la
producción en serie de productos indiferenciados ha terminado"[15]. No desaparece la serie en sí, siguen existiendo economías de escalas,
pero los mercados se están segmentando. Esto se une a un sesgo positivo de que
"poderosas vertientes convergen para asegurar al valor de uso de los
bienes una importancia y una atención renovadas"[16], y de hecho, este argumento es central sobre su propuesta política
optimista, su salida de la crisis.
El corazón del asunto: la transformación del “taller” está en curso. Precisamente por los años de investigación y publicación, el autor
Benjamin Coriat se encuentra en mitad de procesos emergentes que implican
revisiones y reconsideraciones. Mientras su obra proviene de un “marxismo
clásico” que consideraba al proceso productivo como una confrontación entre el
capital y el trabajo a nivel concreto de la fábrica en continua transformación,
para la edición del libro, pareciera que las viejas convicciones arrastran
nuevas interrogantes. Mientras el primer libro cabría colocarlo en el nivel de
una investigación concreta muy útil y una oda al obrero sobrexplotado, pero sin
la sangría evidente de la Revolución Industrial, sino dentro de una exprimidora
ascética que saca valor al salario. En el segundo libro, ese anterior exprimir
al obrero cada pequeño gesto en la fabricación pareciera estar perdiendo sentido,
en favor de las reconfiguraciones constantes y las especializaciones de
producción, donde las máquinas cada vez más tecnificadas van sacando de la
jugada a las masas de empleados tecnificados o desvalorizados, pues cualquier
polo pareciera sometido a una legalidad cambiante. Bajo tal agitación
tecnificada el vínculo tan estrecho con El
capital se pierde en un remolino que trata más de innovaciones y
reconfiguraciones que de agotamiento físico y alienación mental, sin que esto
implique santificar al proceso de producción; sin embargo, el anatema contra el
capital como la cuna de todos los males se está diluyendo.
A nivel propiamente técnico los 80's lanzan la conjunción de la
microcomputadora, la informática, una electrónica mejorada y la robótica;[17]
repercute hacia una revolución en curso
y que se retroalimenta de manera colosal, que le parece que integra un nuevo
"sistema técnico" o una revolución tecnológica. La impresión es que
mientras en el texto del libro esa nueva revolución no está patente, ya en el
Prólogo, Benjamin Coriat la ha asumido y la reconoce con franqueza.
Desde el punto de vista de la materia de exposición, lo que se aborda son
una enorme variedad de procesos que flexibilizan y reorganizan los centros de
trabajo haciendo obsoletos los principios del taylorismo y el fordismo, sin
abandonar los criterios de eficiencia, eficacia y efectividad que exigen
ahorrar tiempo de trabajo y materiales para lograr utilidades en las empresas.
Todo lo anterior impactado por las nuevas tecnologías de computación,
informática y robótica que hacen posibles o impulsan los cambios detectados.
Muchas veces las modificaciones observables parecen figuras tan definitivas
como evanescentes, marcadas por una procedencia (el modelo japonés) o por una
técnica novedosa (Kan ban), sin que a lo largo del libro adquieran la
definitividad de la oleada taylorista y la introducción fordista. La
transformación en curso de los procesos de trabajo pareciera que no ha
adquirido su forma definitiva, como bien lo señala el autor, “En efecto, es muy prematuro pronunciarse con
respecto a las formas estabilizadas que puede revestir el modelo de crecimiento
y de desarrollo que puede establecerse sobre la base de esos elementos nuevos.”[18]
Existe una línea general que implica una relajación de las tendencias
tayloristas y fordistas, sin que se defina con claridad el proceso de
sustitución, sin que por ello desaparezca por entero el pasado.
Epílogo. A manera de conclusión Coriat confronta tres
posiciones sobre la transformación capitalista, que él llama
"argumentos", inclinándonos por el último. 1) El argumento
(neo)liberal supone que sólo el mercado sabe y que la empresa individual es la
reina de la selva; el camino social que propones es la profundización de la
dualidad social, entre operadores complejos (tecnoestructura) y simples obreros
con tareas trivializadas por la informática. El salario se condiciona por la
productividad, pero a la baja; se desplazan internacionalmente hacia la maquila
de salarios bajos. 2) El argumento liberal moderado o asistencial, en el cual
se mantiene al Estado como el único garante para restablecer una distribución
del ingreso más equitativa, estableciendo el ingreso mínimo y evitando un
estallido social; sin embargo, es fiscalmente caro, recordando que la democracia
es un lujo.[19] 3)
El argumento cooperativo y de democracia social, que trata de establecer una
ecuación de identidad entre un fuerte avance en la democracia en las relaciones
económicas con las potencialidades de la revolución tecnológica en curso[20]. Le parece a Coriat que la calidad en la producción se logra con más
participación del involucrado directo. La mejoría en la capacidad laboral exige
de la reinversión en capacitación, lo cual deberá retribuir más al trabajador.
Se espera que esto, junto con otras medidas operase en un círculo virtuoso, que
eleve la participación social y el ingreso de los trabajadores. Considera que
sus argumentos favoritos pueden parecer utópicos, pero recuerda que Ford
triunfó en el mundo de los negocios con los "altos salarios".
NOTAS:
[1] Para mayor precisión,
más que “dialéctica materialista” se desliza hacia un empirismo con vínculos
económicos, pues la dialéctica no es lo suyo, ya que el término “relación
social” lo fosiliza dentro de la fábrica, para mantenerse dentro de la tradición
obrerista. Para ser dialéctica debería remitirse a los demás niveles, que elude
en un economicismo obrerista. Cf. LEFEBVRE, Lógica
formal, lógica dialéctica.
[2] Quizá cabe señalar que
el concepto de tiempo pierde el sentido duro e ingenuo de la Era Victoriana,
según señala Foucault la vinculación entre la economía clásica y la “episteme
del positivismo”. Cuando el tiempo deja de poseer esa figura acumulable,
agonizan las ideas de fondo en David Ricardo y Karl Marx, alrededor del
valor-trabajo. En Las palabras y la cosas.
[3]CORIAT, El taller y el
cronómetro, p. 57.
[4] En esos años, Gramsci
era la gran moda del marxismo occidental, considerado como el teórico de las
superestructuras, efectivamente ocupado por la relación entre las bases
proletarias y el nuevo ambiente europeo. Sus Cuadernos de la cárcel parecían la
salida al marasmo de los partidos comunistas desprestigiados.
[5]CORIAT, El taller y el
cronómetro, p. 61, cita de Henry Ford.
[6] Curioso lamento que el
incremento del salario sea más consumo, por tanto el sistema se estabiliza y
retroalimenta en más producción, cuando la circularidad debería ser una
evidencia para cualquier pensamiento sistémico.
[7]CORIAT, El taller y el
cronómetro, p. 93.
[9]CORIAT, El taller y el
cronómetro, p. 125.
[10]CORIAT, El taller y el
cronómetro, p. 146.
[13]CORIAT, El taller y el
cronómetro, p. 190.
[14]CORIAT, El taller y el
cronómetro, p. 200. Visión antigua de al explotación como un mantener en la pobreza al
obrero.
[15]CORIAT, El taller y el robot,
p. 23.
[16]CORIAT, El taller y el robot,
p. 25.
[17] CORIAT, El taller y el robot,
p. 28, Prólogo:
“Está dispuesto un nuevo “cuadrado mágico”. Desde sus cuatro esquinas: la
informática, la electrónica, las telecomunicaciones y la robótica), se teje una
red nueva fuertemente interactiva de fuerzas productivas de inmensas
potencialidades.”
[19] Se elude la opción del
capitalismo autoritario, en el pasado la “vía Junker” y ahora la vía China, que
combina autoritarismo rojo con capitalismo salvaje en su economía.
[20]CORIAT, El taller y el robot,
p. 255. "En el centro de
las nuevas relaciones por construir se encuentran esta afinidad y esta
solidaridad esencial entre la calidad del trabajo y la de los productos".
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