Este tema es la 11ª parte de "AUTOMOVILISTAS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN"
Por Carlos Valdés Martín
Hoy
no circula y mañana tampoco.
En un país moderno, el viajar con rapidez no es un lujo caprichoso. ¿Si tu madre
o la abuela querida cae enferma no es indispensable moverte de modo rápido?
Para distancias muy grandes están los aviones, pero en un radio de centenares
de kilómetros lo más práctico es el vehículo particular. Ya no expliquemos el
consabido ejemplo de las madres que recogen a sus hijos a pie de la escuela,
pues temen por su seguridad. Para las madres su vehículo representa una cuna
extendida, aliada con una protección móvil. Este sentido del uso del automóvil
es básico y (verdad de Perogrullo) para eso se inventó y fabricó: para usarse.
Quitar un día el derecho a circular a algunos vehículos fue resultado de
“contingencias ambientales” y yo mismo lo miré con buenos ojos. Bastó un año
para darme cuenta que esa era una mala estratagema: se provoca más compra de
automóviles, y solamente se discrimina a los automovilistas pobres. La medida
en sí, quita sentido al automóvil, que deja de ser un derecho para convertirse
en una situación condicionada, casi un
privilegio.
La restricción del no circula, castiga sobre
situaciones peculiares y obliga a descansa un día a vehículos añosos. Sin
embargo, ¿cómo se determina la fecha? Con una medida arbitraria: el azar. Un
riguroso azar que me recuerda la ruleta rusa, así de dramático. No falta que
justo el día en que necesitabas el coche es cuando no circula. ¿Qué le sucede
al automovilista pobre cuando olvida esa falta? Queda atrapado en un corralón y
debe pagar una fuerte multa. Si no circuló ese día es porque su automóvil es
anticuado y por tanto no le sobra el dinero, luego si lo multan tendrá menos…
mañana tampoco circulará pues no tendrá para cubrir ni la gasolina.
Los radicales anti-auto piden un no-circula
universal. De modo tajante piden incrementar el castigo de no usar el
automóvil. Y de modo seudo-democrático exigen se aplique a todo vehículo, sin importar sean nuevos. Al
rato exigirán arrancar los dedos de los pies para ahorrar material en las suelas de
los zapatos que ahora son de vil plástico contaminante.
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