Por
Carlos Valdés Martín
Este es un
texto de sumo interés que proviene de uno autor ícono del pensamiento de
izquierda. La fama de Mattelart fue curiosa pues comenzó por una crítica a los
cómics de Walt Disney[1] y, además, con su
participación en la tragedia de la Unidad Popular en Chile. Por una parte,
representa al marxismo del siglo XX y, al mismo tiempo, muestra el callejón de
complejidades al que nos conduce la modernización de la modernización. El ánimo
del autor está en la tradición de izquierda: contra el sistema y en favor del pueblo.
Sin embargo, el tema elegido en La comunicación-mundo (historia de los sistemas de comunicación, como
ideas y estrategias) está casi fuera de las preocupaciones de la izquierda:
medios de comunicación, mensajes televisivos, los periódicos comerciales, Hollywood,
cómics, las agencias de noticias, la carrera espacial, los satélites, etc. El
método utilizado es mixto combinando el material empírico con la búsqueda de
los nuevos conceptos, al estilo de los “futurólogos” y manteniendo lineamientos
marxistas (la búsqueda de una totalidad, encontrar conexión con los sujetos
colectivos, buscar base económica, crítica a la ideología, recurrir al término
“imperialismo”, etc.) El tono es crítico, de cuestionamiento constante sobre el
uso bélico de las nuevas tecnologías de la comunicación y la manipulación de
masas[2]. Otorga importancia a las
luchas políticas y el papel actor de los Estados, intentando descubrir el nuevo
mapa de las confrontaciones, tal como emergerá en el siglo XXI. Una revelación
importante es que el sistema de comunicación define una enorme rama de la
producción (de mensajes, de ideología[3], de percepción, en fin, implica
creación de realidad percibida). Otra revelación intenta descubrir las
legalidades de los sistemas de comunicación y sus trayectorias, en especial
encontrar los modos de manipulación de ese sistema[4], conexiones entre el poder
político y el hacer técnico.
Sobre “I. La aparición de las redes técnicas”
En esta parte
se explica el surgimiento del sistema de comunicación en muchas facetas y ofrece
conexión social del acontecimiento.
El evento con el que arranca el libro es el primer telégrafo de brazo inventado
por Claude Chappe y aprobado por la Convención Nacional, crea su primer enlace
en 1793 entre Paris y Lille. La finalidad es para la guerra. Poco después se
aprobó un único uso civil, para difundir la Lotería Nacional[5]. De modo sistemático y
acertado, Mattelart relaciona al telégrafo con la apropiación del espacio, pues
este dispositivo favorece un esquema unitario del territorio, “proyecto
conjunto del dominio del espacio”[6]. Ocurren diversos procesos
de unificación, sirven para ordenar el flujo de mercancías y personas, entre
los que destaca: de la administración, de la lengua, de impuestos, de leyes, de
pesas y medidas. Señala como importante la primera oficina de estadísticas con
vistas a formar una estadística general (la recogida universal de datos y su
organización) la cual después liga con los censos. Por último, liga esa
generación de datos (el censo y la estadística) con la institución de la
exposición de productos de la industria francesa, que culminará con la
exposición universal, tan aclamada en el siglo XIX, la cual para Mattelart
posee un signo ideológico crucial, como el “relato” de la “utopía progresista”[7].
Comenta la
intromisión del Estado que buscó controlar los mensajes, de modo evidente se
censuró el correo y hubo “Gabinetes
negros” dedicados al espionaje. ¿Motivo? “el temor a la conspiración —nacional
o internacional— ha obsesionado a los gestores de las redes”[8] El correo posee
antecedentes antiquísimos, y se catapultó con la difusión del papel y la
imprenta.
Surge un nuevo
sistema de telégrafos con el sistema eléctrico y la clave Morse. De nuevo
surgen las restricciones del Estado, de nuevo el “temor” a que el público lo
use para conspirar o para especulaciones ilícitas[9].
Anota la
restricción del periodismo y la información en las operaciones militares del
siglo XIX.
Primeras
conferencias internacionales y organizaciones para el correo y los telégrafos;
creación del sello de correos; baja del precio del correo; crecimiento
explosivo de la correspondencia; crecimiento de las redes mundiales de tráfico
en correos y telégrafos… Cita a Hobsbawm para el periodo 1875-1914 como la “era
de los imperios”, donde el crece la brecha histórica entre mundo desarrollado y
tercer mundo, interesante estadística, pasando de 2 a 1 en 1880, 3 a 1 en 1913
hasta alcanzar un 7 a 1 en 1970[10]. Resulta interesante la
referencia, pues el historiador de corte marxista procuró sintetizar la
modernidad, y el dato que interesa a Mattelart es “la brecha”, es decir, el
crecimiento de la desigualdad. Sin revisar las fuentes (pues cabría objetar
algo) baste decir que esa es una tesis de la izquierda marxista (la parte
militante) que ha esperado la explosión por pauperización en el sistema. En
Mattelart el atraso es resultado de una deformación estructural (el efecto
imperial del capitalismo: teoría del subdesarrollo), aunque cabrían distintas
interpretaciones, antes de sacar conclusiones[11]. Ese argumento hace más
interesante el texto, pues solamente entretenerse con el surgimiento de tal
invento y su expansión mundial parecería incoloro (simple descripción).
Surgimiento de
la red telefónica, con ello el sistema de comunicaciones alcanza las empresas y
hogares. La red de Norteamérica fue la primera en desarrollarse masivamente.
Relaciona la
producción de cultura de masas con el sistema técnico. Comienza con las
primeras agencias de prensa, antecesoras de las grandes cadenas nacionales; a
partir de esos fenómenos también surge la mezcla de información y publicidad con lo que se forman precursores de los
“grupos multimedia”[12] del siglo XX.
En el siglo
XIX ya hay periódicos con tirajes millonarios. Surge el folletín como éxito del
periodismo popular. Surgen los suplementos dominicales de los periódicos. En
1909, “Hearst crea el primer syndicate
(…) cuya función consiste en vender material literario a los periódicos,
artículos de divulgación científica, crucigramas, historietas.”[13]. La agencia se arroga
derechos de autor y tiene estandarización de materiales. Este tema debería
alcanzar gran trascendencia: densidad de la vanguardia de la ideología, que
cobra cuerpo y se organiza para entrar en el tejido social, es decir, la
llegada del nuevo congnitariado.
Es en el cine
donde surge la primera gran internacionalización de la cultura de masas.
Fundación de Hollywood y surgimiento de la primera star, inaugurando el star
system.
Comenta el
inicio legendario de la intervención de la prensa en la creación de realidades,
con el caso Hearts-Cuba. Proceso que liga a la injerencia imperial y deja el
cuestionamiento si la prensa es un demiurgo-Maquiavelo sin causa[14].
Expone el
crecimiento del ferrocarril (el caballo de hierro), donde da importancia a la
relación entre el crecimiento nacional y compara que “a diferencia del
telégrafo (…) las redes que traza la locomotora (…) reconocen la rigidez de las
fronteras, la separación de una era en la que la nación es la idea motriz.”[15] El tren “está
comprometido con la construcción del Estado-nación industrial y de las
burguesías nacionales.”[16] Respecto del crecimiento
de los ferrocarriles contiene reflexiones interesantes sobre su liga con la
estrategia militar, su uso colonial, etc.
Luego el
ferrocarril desemboca en un objeto significativo —el cronómetro— donde analiza
el control del tiempo y establece Mattelart la relación entre la empresa
ferrocarrilera y el control del tiempo protagonizado por Taylor. En este tema
el autor utiliza el objeto (cronómetro) como referente de la situación (control
y ahorro de tiempo), para oponerlo con un deseo expresado por Lafargue con el
hipotético derecho a la pereza. De modo sugestivo relaciona el objeto, la
relación social y el tiempo[17].
La gestión de
los grandes números nos mueve hacia otro “aparatito” y ahí está el nacimiento
del ordenador con la obre a Hollerich para contar los censos. A su vez, esa
masificación de la información de un modo industrial (la primera computadora es
equiparada al telar mecánico)[18] la conecta con la cultura
de masas y sus conceptos (como el “objetivo” refiriéndose al público
consumidor) surgiendo con las primeras revistas femeninas[19], combinadas con el uso de
la fotografía publicitaria. Al mismo tiempo (la coincidencia es de calendario y
de enfoque), el sistema judicial y penitenciario busca medir y clasificar,
surgiendo la “antropología criminal” y los métodos para identificar
delincuentes, incluso la huella dactilar
en 1890. Que sea un argentino el precursor de la identificación
dactiloscópica del delincuente a Mattelart le parece consistente, pues ahí hubo
gran migración y esfuerzo por controlar delincuentes que “huyen de la justicia
de sus países de origen”[20]
Para cerrar
este capítulo, Mattelart se centra con fiereza sobre un aspecto de la
internacionalización del siglo XIX manifiesto en las exposiciones universales.
Insiste en que tales exposiciones han sido una mistificación centrada en esto: “no sólo en materializar, sino también en idealizar, una noción de progreso
de la civilización, de lo universal y del universalismo”[21] Claro, cada exposición
universal es una mezcla (una colección sincrónica[22]), y de ellas a Mattelart
le interesa destacar el aspecto militarista y de apología de supremacía europea
y hasta racista. Ahora resulta inverosímil el gasto y la importancia dada a tales
exposiciones, por ejemplo, una extensión de cien hectáreas para la de Paris, y
en 1900 acuden a Paris un estimado de 51 millones de espectadores[23].
El enfoque del capítulo primero y las conclusiones
finales
Como se
observa en el primer capítulo, Mattelart se enfrenta a una dificultad enorme
para sintetizar las corrientes de la variedad presentes en la comunicación
moderna. Debe: 1) Enfocar nuevas ramas de la producción como economía (la materia del telégrafo,
ferrocarriles y periódicos masivos) así como su interconexión y efectos con la
economía general. 2) Mostrar la gestión del Estado y su poder (financiando, gestionando, prohibiendo, espiando, censurando,
monopolizando) con la utilización manipuladora del sistema de comunicaciones
para fines dictatoriales-militaristas (tácticas de guerra, espionaje, etc.). 3)
Éxito o fracaso de esos sistemas materiales en relación a temas específicos de comunicación (viabilidad
del tipo de telégrafo, sistemas morse, etc.). 4) Especificidades de esos
sistemas de comunicación como el mito
de creación pura de realidades (Hearst y la guerra de Cuba[24]) y la importancia de este
sistema de comunicación, donde
adquiere un papel protagónico como “gestión invisible”[25] de la sociedad. 5)
Interpretación-denuncia del uso manipulador de diversos efectos del sistema de
comunicación como cultura de masas,
entretenimiento (incluso su enorme efecto sobre el lenguaje, el arte moderno,
etc.). 6) Narración de las ideas
sobre el sistema de comunicación. Ahora bien, ya colocamos las líneas de análisis-explicación
de Mattelart ¿es posible mantener una línea explicativa al estilo marxista? Al
parecer no sucede falta el elemento de predominancia (la economía como unidad
fuerzas-productivas y relaciones de producción) y el diagnóstico del cambio. Aunque
su análisis posee riqueza, está faltando la estructura del cuadro de la ciencia
social. Parece filo-marxista o una derivación (un posmarxismo), pero no es
casual que termine su exposición con más preguntas que otra cosa, de hecho su
conclusión la denomina Mattelart como “EL ENIGMA”[26], en la cual no queda de
otra que dejar pasar (casi en el sentido liberal-económico, de dejar ser sin asumir) la hipótesis de
Habermas de tres distintas estructuras del todo social: lenguaje (expresiva),
trabajo (económica) y poder (retórica de legitimación/deslegitimación)[27]. Sin embargo, esta
interpretación de Mattelart queda “a medio caballo” y no es concluyente, porque
él es deudo de Marx: teórico de una totalidad social mono-coherente, donde las
ideas no tienen historia (como declara tajantemente en La ideología alemana[28]).
En cambio, Mattelart intenta hacer una historia de “las ideas y las
estrategias” (ese es el subtítulo del libro). Para Marx el hilo rojo de la
historia está en su materialidad, y entiéndase el ámbito económico-social (las
fuerzas productivas enlazadas con las relaciones de producción que son dos
dimensiones de un ser-humano-material, pues para él, la producción hace al
hombre en la misma medida que la producción lo hace[29]). Para “armar” la
“comunicación-mundo”, el autor debe centrarse en esa cosa expansiva que es la
“comunicación”, la cual es tan economía como discurso (ideas presentadas en
medios impresos o electrónicos). Esto conduce a señalar que la visión del todo
social, propuesta por Mattelart alberga un gran hueco, pues supone la
mono-explicación (según la coherencia extrema de Marx) y se obliga a la dispersión empírica[30],
tejiendo con elegancia y mediante una valiosa investigación en la cual está superponiendo
los diversos aspectos (economía, poder, medios, ideas…) para proponer una
historia (más narrativa aunque sí explicativa). Repito que en este excelente
libro lo que extrañamos es la ausencia
de interpretación sistemática del “todo social”, cuando ofrece conceptos que presuponen esa sistematicidad ¿En la
izquierda, cómo se percibe el término capitalismo sino como el sistema total? Los términos usuales de Mattelart
nos remiten a esa sistematicidad ausente,
y su investigación se encarrila en otro sentido, más plural y dando espacio a
lo novedoso de su tema.
Sin duda, la
historia narrativa de Mattelart nos muestra la explosión (velocidad más extensión) del sistema de comunicación y
sus saltos cualitativos. En términos de los siglos XVIII y XIX el fenómeno
resultaba casi imprevisible (incomprensible, inesperado, indiferente) para la
ciencia social, únicamente adecuado para la naciente (entonces reciente y
novedosa) ciencia ficción literaria, después hacia la mitad del siglo XX (con
la carrera espacial, satélites, televisión, computación) resulta tan importante
que domina distintos campos y ninguna área escapa a su influencia.
Sobre el concepto de totalidad y el mundo comunicado
Desde el
principio Mattelart intenta atrapar la totalidad y por eso en su título nos
habla de una “comunicación-mundo”. No me parece se enamore del tema —la “comunicación-mundo”—
sino que lo presenta como un andamio, para mantenerse enfocado sobre la
perspectiva global mientras avanza en la descripción concreta. De modo curioso,
vale anotar que “mundo” suele usarse como un término concreto (el planeta) y no
tan conceptual, como la totalidad (filosófica). Hoy partimos desde una visión
donde la redondez del mundo es una evidencia y la interconexión también es
auto-evidente; pero él no quiere caer en obviedades. Con este tema existe un
subtema de la evidencia de la “aldea global”, donde la cosa-comunicación se ha
atribuido como el eje de tal mundialización, en especial en la telecomunicación
planetaria.
Sin embargo,
en la tradición filosófica existen diferentes maneras de comprender la
totalidad: 1) Hipostasiada, donde la totalidad es superior a las partes y está
presupuesta e inalterada, como en la teoría del Ser de Parménides. 2)
Desagregada, sin integración final, donde el todo no alcanza a ser integrado y
las partes no se ajustan jamás con el todo, ni entre sí. 3) Trascendental,
donde el todo es finalmente inalcanzable e incomprensible, como en el nóumeno
de Kant. 4) La modalidad dialéctica de interacción estructurada entre el todo y
las partes[31].
Debemos anotar
que desde la posmodernidad el todo se visualiza, preferentemente bajo las
modalidades 1 a 2 (incluso combinada). La noción de globalidad tiende a
presentarse como hipostasiada, al modo de una totalidad superior a las partes,
donde cada región debe someterse al “destino global” (modalidad 1); al mismo,
tiempo la globalidad permite que las partes jueguen su juego separado, sin ser
afectadas ni explicadas por completo por ese todo. A veces, la globalidad
recibe el matiz de un trascedente incomprensible e inalcanzable, como cuando se
habla de la imposibilidad de sustraerse a la crisis global. Al parecer,
Mattelart está predispuesto a buscar una visión del tipo 4, donde se
estructuran partes con el todo y viceversa, con una estructura dinámica y
explicativa. El problema radica la teoría social actual la cual carece de una
teoría de la totalidad social predominante[32]. La comunicación
pareciera escapar del ámbito de la producción simple, para abarcar la
producción de contenido (la cultura misma, las ideas), de tal modo que la
reducción a tiempo de trabajo socialmente necesario resulte poco relevante y
sea más significativa la reconfiguración del mundo. ¿En efecto la comunicación cambia al mundo? Por momentos, no
tiene duda Mattelart[33], pero también parece definirla
a nivel de simple medio o un espejo que refleja para otros ámbitos.
El tema sería
más sencillo, pero las “partes” clave de la ciencia social presentan diversos
grados de “crisis”. En el texto hace énfasis en situaciones de crisis del
Estado, pero también importa el destino de las naciones, como los trozos
geo-políticos básicos, en esas cosas que son “Estado-nación”. Si está en
cuestión el alcance del Estado-nación, entonces la referencia al mundo es
empírica, ese “mundo” sirve como un “costal” conceptual para que no escapen las
piezas.
NOTAS:
[1]
MATTELART, Armand y DORFMAN, Ariel, Para
leer al Pato Donald.
[2]
“Los manuales de guerra
psicológica dicen más sobre el tema que la mayoría de los textos…” MATTELART,
Armand, La comunicación-mundo, p. 18.
[3]
La búsqueda-denuncia de ideologías y mitos (falsas representaciones) puede caer
en sustituciones implícitas. Por ejemplo, su búsqueda por derribar la
ideología-mito del progreso remite a una implícita: un meta-progreso representado por un
proletariado-multitud-pueblo en un sistema social-democrático transcendente.
Aunque Mattelart lo teje con cautela y termina su texto con preguntas sin
respuesta, por ejemplo, remite hacia la duda razonable de Borges sobre si existe
la representación perfecta, en el cuento “El Congreso” de El libro de arena. Op. cit. p. 342.
[4]
Aunque las teorías de manipulación suelen dejar un interrogante hacia ¿quién
manipula? En ese sentido, la explicación-denuncia de las “estrategias” y usos
de la comunicación, remiten a un relato ordinario de Estados y políticos
aprovechando, donde la cosa misma (la comunicación) pierde especificidad y está
en riesgo (conceptual) de disolverse y terminar convertida en puro mensaje.
[5]
Resultaba vital evitar una
desventaja entre la difusión de resultados y la administración, por eso la
Lotería Nacional de Francia subvencionó al telégrafo. MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 25.
[6]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 26.
[7]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 28. Siguiendo
una criticismo (Foucault, etc.) se “cura en salud” ante la ideología del
progreso, sin conseguir reemplazo.
[8]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 30. Se refiere
a la “prehistoria de la modernidad”, pero el motivo para la censura parece seguir inalterado.
[9]
Una y otra vez el Estado
restringe el potencial de la técnica, con regulaciones que restringen
operaciones, libertades, en fin, sirve de freno ante las fuerzas productivas
desbocándose.
[10]
Tomado de HOBSBAWM, E., La era de los imperios (1875-1914).
[11]
Caben varias hipótesis que
siguen discutidas por los historiadores económicos: el éxito de la parte
adelantada (apología de la metrópoli), las taras de la parte atrasada (tesis de
condena a los pueblos coloniales), y muchas variaciones complejas.
[12]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 41.
[13]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 42
[14]
Rompería “el círculo
vicioso de la causa y del efecto”, pero “nos negamos a considerarlo” de ese
modo, MATTELART, Armand, La
comunicación-mundo, p. 45. Sin duda, se convertiría a la prensa en el
protagonista autónomo, nuevo amo del mundo, lo cual atentaría contra una visión
de sistema como pretende Mattelart.
[15]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 46.
[16]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 47.
[17]
“Aparatos para controlar a
los obreros” MATTELART, Armand, La
comunicación-mundo, p. 52.
[18]
Equipara la
perforadora-contadora de Hollerich con el telar de Jacquard, MATTELART, Armand,
La comunicación-mundo, p. 53.
[19]
Hacia 1870 con las
primeras revistas femeninas, MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 53.
[20]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 55.
[21]
La cita, en estricto
sentido, relaciona la presencia de los avances en telecomunicaciones con su muestra
en las exposiciones universales del siglo XIX, MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 56.
[22]
¿Podría ser de otra
manera? Una colecta enorme, aderezada con las tendencias dominantes, como el
expansionismo militar de Europa. Véase MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, pp. 57-60.
[23]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 57. Cabría
preguntarse si no se trata de un efecto general del Poder exhibiéndose para
obtener el efecto de majestad y calibrar el enfrentamiento, como el efecto del
desfile triunfal romano, mostrando la potencia.
[24]
Mattelart supone que
atribuir a Hearts la invasión contra Cuba sería desaparecer el fenómeno
imperial, pero indica que se trata de un mito sobre los medios de comunicación.
[25]
Véase los capítulos 2 y 3 de Mattelart, donde notamos que estos nuevos sistemas
de comunicación son estructura clave para
gestionar y/o moldear a las sociedades modernas, donde su protagonismo
compite con las tradicionales directrices del movimiento del capital y la lucha
de clases.
[26]
MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, pp. 338-342. Con
humildad reconoce que no tiene las respuestas para definir el horizonte
fundamental del tema y quedan tres escollos, que son 1) los múltiples sentidos
y la expansión real del término comunicación, 2) el problema de lo
internacional y 3) el reto de caer en un eurocentrismo y la problemática de la
representación que implica el término de nación.
[27]
también implican cómo
describimos la estructura de la totalidad social, por eso se remite a Habermas,
que “reúne en la trilogía, lenguaje,
trabajo, poder.” MATTELART, Armand, La
comunicación-mundo, p. 338. Ese parce ser
el verdadero problema: la estructura tríadica del ser social, poco aceptado
por la sociología materialista que aspiró a unificar en una sola praxis el todo
social. Este tema encaja bien, como mi interpretación reciente sobre los tres
campos del todo social en su especificidad imposible de reducir: pensamiento,
emoción y cuerpo, lo cuales se implican como ideologías, poderes y economía,
sin que por ello cualquiera de estos niveles pueda funcionar en solitario.
[28]
De modo claro y tajante
Marx y Engels declaran fracasado cualquier intento de hacer un estudio (autónomo)
de historia de las ideas, pues éstas son dependientes de su contexto material:
los hombres produciendo en sociedad. Cf. La
ideología alemana, cap. I.
[29]
Para Marx, el primer principio clave consiste en seres humanos que producen en
sociedad y, desde ahí, armar el edificio con un “materialismo militante”, al
mismo tiempo que niega la historia autónoma del pensamiento —que es referido
como ideología de clase social— y desconoce la psique. Cf. La ideología alemana.
[30]
Exigencia de superar ese
marxismo empírico que solicitó el último Poulantzas cuando redactó su Estado, poder y socialismo, señalando
que esa era su búsqueda: superar la captación empírica del poder, sin
fundamento alguno.
[31]
KOSIK, Karel, Dialéctica de lo concreto. Esos esquemas
se vuelven forzosos y predisponen al pensamiento para colocarse bajo esa totalidad
que orienta su pensamiento.
[32]
Por ejemplo, Lyotard pretende que la teoría global dependería de un consenso
del pensamiento que no se ha alcanzado ni se alcanzará, sustituye la búsqueda
de la verdad por un acuerdo relativo, en La
condición posmoderna. Por tanto, la totalidad no existiría como tal.
[33]
“la comunicación ha creado
un nuevo mundo para nosotros”, MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 62, citando a un autor de 1901, cuando
luego eso sería casi una obviedad.
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