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sábado, 4 de junio de 2022

LOS AZTECAS PRÓCERES NEOLIBERALES

 



Por Carlos Valdés Martín

Dejemos la envidia de lado, nuestros antepasados se adelantaron a los tiempos. Según crónicas antiguas los aztecas promovían el comercio en el Valle de México a un nivel espectacular, lo cual fue clave de su éxito en todos los demás aspectos. Para esa época, los grandes mercados eran fenómenos extraordinarios, mientras la otra parte del planeta se conformaba con las miserias que obtenía del autoconsumo y el diminuto comercio local de los feudos.[1] El propio emperador Moctezuma, llevó a los extranjeros para presumirles su mayor mercado, el de Tlatelolco.

En el mercado de Tlatelolco estaba el escenario principal donde convergían los mercaderes aztecas desde lejanas regiones. Además, en su periodo de expansión imperial establecieron en muchos otros sitios la costumbre de “tianguis” temporales, es decir, mercados de instalación periódica. Después de la Conquista y hasta la actualidad se sigue llamando tianguis al mercado ambulante que se instala cada día a la semana en un sitio distinto.

Lo curioso de esta actividad mercantil de los aztecas es que haya resultado tan poco notada por los historiadores oficiales de México. Sí ha causado admiración y sorpresa la enorme ciudad rodeada del lago, pero pocos han insistido en la notoriedad de un espacio mercantil más desarrollado que en otras regiones comparables. El historiador inglés Thomas, al comparar a los aztecas con los incas, apunta hacia la importancia del mercado azteca, como un fenómeno al que jocosamente denomina “neoliberal” y que eso agradaría a los políticos como Reagan y Thatcher. El texto de ese autor señala esto:

“¿Podríamos hablar un poco de la diferencia entre la conquista de México y la de Perú? ¿Hay semejanzas entre la reacción de los incas y de los aztecas?

“Hay ciertas semejanzas. Había un monarca, cuya familia era relativamente nueva en el poder; quiero decir, llevaban cien años. Dominaban a bastantes tribus menores, las cuales anteriormente habían sido independientes. Tanto los aztecas como los incas habían sido en algún momento una tribu menor, tan sólo cien años antes, pero habían llegado a establecer su preeminencia. Se las arreglaban de manera bastante diferente, en México y en Perú, después de todo. En México la clase mercantil era extremadamente importante, mientras que en Perú, no había comercio, en realidad. Creo que el libre mercado existía en México, así que Reagan y la señora Thatcher hubieran estado contentos allí.”[2]

Alguna otra interpretación histórica sí ha resaltado a los mercados del Valle de México, aunque la escasez de datos más formales no permite una idea más precisa de nivel de mercantilización de la población azteca y sus vecinos. Algunos notables atrasos tecnológicos de los pueblos americanos se centran en la ausencia de la ruega y de animales de transporte, lo cual se combina en un reto para el comercio, el cual debería realizarse con cargadores o embarcaciones. El amplio sistema de lagos del Valle de México representó la ventaja clave para realizar el transporte de mercancías, lo cual reforzó la posición estratégica en el centro del país. El sistema lacustre del Lago de Texcoco no solamente benefició a la agricultura, sino que sustentó al sistema de transporte más avanzado y sin rival en el país mediante canoas. Con ese sustento de canoas los habitantes del Valle de México resultaron el pueblo más comerciante del antiguo país, por lo que fueron favorecidos con la ventaja económica respecto de sus vecinos. No fue únicamente el pueblo belicoso y organizado que tomó ventaja de sus vecinos, sino que los aztecas aprovecharon ese rudimento del neoliberalismo hace más de cinco siglos. En otros continentes el desarrollo de los mercados permitió ventajas económicas en la antigüedad, sustento de grandes naciones y de imperios belicosos. La ruta histórica ha sido recurrente, donde los aztecas no fueron la excepción.

Bernal Díaz del Castillo le dedica una larga descripción al mercado de Tlatelolco, el principal en aquellos tiempos. Declara su admiración y sorpresa para el enorme mercado, con tanta variedad y cantidad de productos. Las mercaderías están organizadas por zonas de exposición y existe un gran flujo de personas, incluyendo esclavos sirviendo y para ser colocados en ese mercado. El conquistador alaba la extensión de la plaza mercantil de Tlatelolco como superior a todo lo visto en Europa por los invasores: “Después de bien mirado y considerado todo lo que habíamos visto, tornamos a ver la gran plaza y la multitud de gente que ella había (…) Entre nosotros hubo soldados que habían estado en muchas partes del mundo, en Constantinopla y en toda Italia y Roma, y dijeron que plaza tan bien compasada y con tanto concierto y tamaña y llena de tanta gente no la habían visto”[3]

La visión regocijada de Alfonso Reyes cuando describe el antiguo Valle de Anáhuac destaca la belleza del mercado,[4] como un eje bullicioso y multicolor, que incita todos los sentidos y expande un beneficio estético, más allá de lo consabido para la economía.

Así pues, dado el barajar de nuevos términos y viejas realidades al colocar las prácticas comerciales de los aztecas antes de la Conquista les acomoda un término de moda, que se llama neoliberal. Aunque por consistencia gramática nuestros aztecas serían mejor llamados por algo que señalara la prosapia de su antigüedad, para apuntar hacia una especie de “arcaico-liberales” o “paleo-capitalistas”. ¿Les gusta que llamemos a nuestros antepasados como paleo-capitalistas o irónicamente neoliberales?

NOTAS:

[1] Huzinga, El otoño de la Edad Media. El feudo es un área territorial diseñada para limitarse y que la población no salga de su entorno.

[2] Entrevista a Hugh Thomas, historiador, por Christofer Domínguez en https://letraslibres.com/revista/hugh-thomas-y-su-maquina-del-tiempo/

[3] Díaz del Castillo, Historia… p. 285.

[4] Alfonso Reyes, Visión de Anáhuac.

 

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