Por Carlos Valdés Martín
En lo que sigue transcribo el pasaje que dediqué al librepensador y diplomático mexicano Gilberto Bosques, quien rebasando los límites de su deber como embajador arriesgó su vida, la de su familia y del personal de su embajada para salvar de una muerte segura a decenas de miles de personas, perseguidas tras la derrota del bando republicano español y el principio de la Segunda Guerra mundial. La acción de este personaje (cada vez más reconocido y comparado ventajosamente con Schindler, el empresario que salvó cientos de judíos) merece grandes elogios y reconocimientos, pues sin utilizar armas y en condiciones extremadamente peligrosas, salvó a decenas de miles de las garras del franquismo y del nazismo. El escrito está en el libro El poder de la masonería en México, el símbolo del liderazgo de Editorial Romel, siendo una obra colectiva donde participamos 29 escritores y librepensadores.
El fragmento pertenece al artículo: "Líderes en la edificación de la nación."
El texto es el siguiente:
"Al comenzar la Guerra Civil en España, una parte de
la opinión pública mexicana sigue con mucho interés la situación y da muestras
de solidaridad con el bando republicano. El bando fascista, apoyado
militarmente por sus afines de Alemania e Italia derrota al republicanismo. Hacia
el final de esa Guerra Civil el bando franquista se cubre de oprobio al perseguir
despiadadamente a todos quienes tuvieran relación con los republicanos
derrotados. En ese trance la actividad solidaria del gobierno y muchos
mexicanos destaca para buscar alternativas humanitarias para el sector
derrotado.
"El político Gilberto Bosques expresa de la mejor
manera y en las situaciones más adversas, cómo el ideal de respeto a las
naciones se convierte en visión humanista, ajena a falsos nacionalismos, donde
se reconoce a cualquier persona como a un igual, digno y merecedor de las
máximas consideraciones. En 1939 cuando
España había caído bajo la dictadura del
franquismo es enviado como jefe de la delegación diplomática mexicana en
Francia con la misión principal de atender el delicado problema de los
refugiados, que escapaban por miles en la frontera franco-española.
"El diplomático se encuentra en la situación adversa
y desesperada, pues pronto Francia es gobernada por Vichy, con un régimen
hostil y sometido a los militares nazis alemanes que ocupaban el país. Inducido
por los fascistas españoles y alemanes, el régimen francés hostiliza a los
refugiados y la riesgosa tarea de Gilberto Bosques es lograr la protección
temporal y la pronta salida de la mayor cantidad de refugiados posible. En
mitad de un ambiente cargado por el avance de la Segunda Guerra Mundial, esta
tarea es una carrera contra el tiempo. La delegación diplomática cumple con un
deber de humanidad, mostrando decisión y arrojo ante el peligro inminente.
Entre 1939 y 1944 esta delegación mexicana logra sacar de Francia a decenas de
miles de refugiados, incluidos centenares de españoles huérfanos, libaneses,
judíos, franceses y de otras nacionalidades. Algunas de las acciones necesarias
para defender refugiados eran consideradas ilegales por el régimen pro fascista
de Francia y un desafío para los nazis. A esas alturas el mundo estaba en
guerra y México participaba en el bando contrario de Alemania. Los nazis
deciden apresar al cónsul general Gilberto Bosques junto con su familia y toda
la delegación diplomática, de tal modo que terminan siendo deportados a
Alemania en calidad de prisioneros. Esta detención era violatoria de las normas
de legalidad diplomática y de los más elementales derechos, lo cual refleja la
hostilidad y peligrosidad de ese periodo. Ellos no son los únicos, otros
diplomáticos también quedan confinados en un pequeño pueblo alemán en un
hotelito habilitado como prisión. Durante un año quedan incomunicados y
sometidos a la vigilancia militar alemana, y luego de ese periodo, son
canjeados por prisioneros alemanes mediante una negociación internacional.
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