Reseña de la novela Los antepasados[1]
hecha por el propio autor, Carlos Valdés (Vázquez), en entrevista de Huberto Batis
que aparece en Por sus comas los
conoceréis[2].
Es un raro privilegio contar con la reseña de una obra, generada por el propio
autor de modo simple y directo.
Entrevista Huberto Batis:
—¿Y de Los antepasados?
Responde Carlos
Valdés (Vázquez):
—Es una novela larga (350 cuartillas). La
escribí en 1962 en menos de seis meses. Trabajaba ocho horas los días feriados,
dos los de trabajo: cuatro cuartillas diarias de promedio.
Intento ofrecer una visión panorámica de la realidad
mexicana de 1823 a 1918. El personaje como individuo no me importó tanto como
la interacción de las generaciones.
Los antepasados condicionan moral, económica,
caracterológicamente al individuo; puedes apreciarlo cuando te explicas el
conjunto que lo produjo. Cada hombre tiene oportunidad de vivir y de desarrollarse,
tiene la vida —puede decirse— en sus manos; sólo que unos son débiles y otros
fuertes.
En la novela José Costa es el fuerte; se eleva al
poder porque rescata de sí mismo valores que lo llevan a imponerse y a
establecer a su familia. Arcadio, su primogénito, lo tiene todo: educación,
dinero, un cacicazgo heredado; pero en realidad no tiene nada porque es un
débil: vive de la opinión ajena, es sólo el reflejo de su sociedad. Los valores
éticos y sociales desaparecen, apenas le quedan los vitales. Lo importante para
tipos como él es vivir, sobrevivir, adaptarse y no imponerse al medio transformándolo.
Pero lo trágico es llegar a perder aun la propia vida, como el Rafael Costa de
la tercera generación; éste es un fantasma.
Mi novela es la historia de la pequeña burguesía en
paradigma, la clase social movible que va desde el artesano al cacique, llega
al conservador y acaba en la anarquía. Mis personajes débiles son arrastrados
por las circunstancias. Buscan como todos su felicidad; su objetivo es
satisfacerse ética, sexual, económicamente. La historia de México que los
envuelve es marginal, porque ellos no la viven sino que la padecen.
En la Revolución, Rafael reacciona contra sus
antepasados, contra su clan. Habría sido próspero y feliz si los imita, pero
tenía los suficientes impulsos vitales para querer introducirse en la historia.
Pero el acontecer le es adverso y le impide realizarse. Toda revolución es
adversa a la burguesía, que vive de la estabilidad y del equilibrio. Rafael
conoce el mal y la violencia de la Revolución y busca inútilmente dónde
afirmarse. No le importan los partidos porque carece de ideología; no comprende
lo que está viviendo. Los personajes conscientes de la literatura mexicana son
excepciones que nos quieren hacer pasar por reglas. La Revolución es
dialéctica, benéfica a la sociedad en conjunto pero a muy largo plazo. Trae
progreso, trasforma, mueve resortes. Se produce precisamente para cambiar la
estabilidad de las fuerzas, una insoportable quietud como la de Tonantlán.
Rafael regresa derrotado al pueblo, fracasado como
militar porque le tocó del lado de Villa. Ha conocido la terrible realidad de
la guerra y quiere la paz por instinto de conservación, aunque lo único que
sepa hacer sea pelear. Es ya un inadaptado, la paz le parece más sórdida que
nunca, porque ha perdido las ilusiones con la liquidación de su Revolución.
Pelea contra la miseria desesperado, cae en un monótono matrimonio, no sabe
engancharse en la política posrevolucionaria. Cuando empieza a madurar,
comprende que ha sido un iluso, y cuando decide volver a pelear, se da cuenta
de que ya es tarde para él: ha pasado su momento.
Posdata:
A continuación se transcribe un breve comentario, que es grande por la pluma de
quien lo emitió, la escritora Rosario Castellanos, en su texto “Tendencias de
la novelística mexicana contemporánea”, cuando expuso una breve opinión:
“Carlos Valdés, en Los
antepasados, se remonta a causas más antiguas, a los albores de la guerra de
Independencia y sigue las vicisitudes nacionales al través del hilo de una familia
jalisciense. La amplitud del panorama le permite la serenidad suficiente como para
no precipitarse emitiendo un veredicto que, en el mejor de los casos, tendría que
ser provisional.” [3]
NOTAS:
[1]
Novela bajo el sello editorial Cuadernos del Viento, Ciudad de México, en el
año 1962.
[2]
BATIS, Huberto, Por sus comas los
conoceréis.
[3]
CASTELLANOS, Rosario, en Revista de la
Universidad de México, marzo de 1966, volumen XX, número 7, “Tendencias de
la novelística mexicana contemporánea”. p, 9-12.
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