ANÁLISIS DE CAMINOS DE UTOPIA DE MARTÍN BUBER Y
EL SOCIALISMO VIABLE
Por Carlos Valdés
Martín
La obra Caminos de utopía de Martín Buber entrega
una reflexión apasionada, fresca y honesta sobre su estrategia de
comunidades libres, con carisma casi anarquista[1], proponiendo
cooperativas tipo comunas como núcleo de un tejido estructurado, que sea base humana
y material para un nuevo mundo utópico. Su texto surge después del auge
revolucionario del Este de Europa, la persecución antisemita del nazismo,
triunfo de los Aliados en la Gran Guerra, la colonización judía de Palestina y
el fervor del sionismo antes de la fundación del Israel moderno. Esos procesos arraigan
en la formación y vida de Buber, de origen judío, precedido de eruditos
lingüistas, sumado a su nacimiento en Viena, su infancia en una localidad de
Ucrania, su participación literaria con las minorías judías centroeuropeas, los
efectos de la persecución nazi, y su emigración a Jerusalén, donde procura el
entendimiento árabe-judío. Publica Caminos
de Utopía[2]
en 1946 poco antes de la Independencia del Estado de Israel, cuando la derrota
del fascismo permite una pausa optimista para los perseguidos de ayer. Entonces
su enfoque y práctica personales fueron sellados por las persecuciones de totalitarismos
fanáticos, el extravío de los movimientos socialistas y los esfuerzos sionistas
por implantar un espacio nacional para la comunidad judía perseguida. Para la
edificación del Israel moderno hubo un esfuerzo especial integrando comunidades
agrícolas, pues el terreno de la Palestina de la primera mitad del siglo XX
ofrecía enormes resistencias contra la emigración judía. La cooperativas de
producción agrícola llamadas kibutz han sido un pilar real para la emigración
judía y la formación del nuevo país. En ese sentido, este autor fue un
participante práctico y un entusiasta, aunque cuidadoso crítico y autocrítico que
insistió para evitar injusticias sobre la población árabe. Además de su obra
social, Buber sigue siendo muy recordado por su visión filosófica, donde aborda
con finura los problemas éticos y estudia la relación interpersonal.
En este texto,
encontramos la visión más social del filósofo y sus aplicaciones prácticas, por
lo que el análisis estará centrado en la cuestión de las cooperativas y su
efecto en el reparto del poder y la sociedad. Otro aspecto de interés es su
balance de la experiencia marxista, leninista, estalinista y propiamente
utópica con un gran conocimiento de causa y demostrando respeto por lo
acontecido previamente, por lo tanto, ese será un aspecto que analizamos con
más detalle.
El objetivo final
Sintetizando su
finalidad utópica, él propone crear un socialismo en libertad, sostenido por un
tejido de comunidades auténticas que se articulan sobre una base federativa
(aunque también parcialmente centralista) para abolir el Estado desde abajo, al
arrancarle sus raíces ya que las comunidades de base tomarían los asuntos en
sus manos. El objetivo final coincide con el clásico objetivo del marxismo,
liberalismo radical y el anarquismo, pero su punto sobresaliente es armonizar el camino junto con la meta, ya que Buber es
un ético notable, su literatura y existencia sirven para el rescate de la ética[3].
Su mayor reproche práctico al marxismo y sus ramales es que relegan lo importante para una negación
de la negación posterior, que impide
cualquier preparación del camino del socialismo democrático en la medida
suficiente para que la comunidad igualitaria asuma la iniciativa, especialmente
bloquea que los proletarios controlen los medios de producción, luego entonces
desde la producción ellos gobiernen de verdad, en lugar de confundirse mediante
la ilusoria representación soviética o partidaria. En una mayor claridad sobre
el objetivo final radica su enorme ventaja crítica contra el estalinismo,
aunque no expone una imagen completa del asunto.
Nutriéndose de la
tradición anarquista, Buber clarifica que una llamada "socialización
de los medios de producción" cuando una burocracia central se apodera de
todo (la estatización y monopolio generales) resulta lo más alejado al
socialismo (siendo una gran crisis). La exigencia de una real libertad de
cada grupo implicado en una totalidad mayor está muy viva y los individuos
implicados también mantienen un sentido de libertad y fraternidad dentro de
cada comuna. La idea anarquista de "federación" es importante porque revitaliza
la idea de una relación de libertad entre muchos grupos, que no quedarían
encerrados en células de campesinos tradicionalistas, sino que vinculados con
la comunidad global. Martin Buber dice: la verdadera comunidad es la comunidad de comunidades (principio
trascendente de abrazo planetario y universal) y en eso patentiza su razón
democrática, libre e incluyente.
Aquí surgen dos interrogaciones.
La primera, parece ignorar en la base del curso histórico al problema de la producción
y riqueza (escasez contra abundancia) como sustento del asunto. Usualmente los
visionarios del “socialismo utópico”, como Martín Buber se comportan como si la
economía ya se hubiera desarrollado lo
suficiente, y entonces lo único que resta es reorganizar en una vía
armoniosa (justa) que permita una gestión de la producción y de la individualidad,
en base a los intereses de los trabajadores directos[4]. La
segunda, aunque su sentido de la libertad bulle alerta y vital, su concepto no
apunta hacia la reconstitución completa del género (auto-constitución libre)
sino hacia la aplicación de principios eternos con un tinte casi místico[5]. Por el lado de
la "necesidad humana" de insertarse en la comunidad también la
considera un asunto de eternidad.
Alternativa “celular” para producción y
diálogo
Tal cual su título
lo indica, Martín Buber plantea esta idea en el corazón ético del socialismo no
autoritario. Se requiere de una unidad elemental de gestión y movimiento
de la nueva economía, que manifieste principios diferentes al eje de mercancía-capital-propiedad
privada[6].
Insiste Martín Buber que en cada comuna —pequeña unidad social de productores y
consumidores asociados libremente— emerge el nuevo principio a plenitud. En
este punto destaca el ariete contra
las interpretaciones de centralismo y socialización estatal de los medios de producción. Martín Buber se manifiesta
radical porque él sostiene la importancia de los proletarios como productores
directos urgidos por empoderarse con medios de producción.
La asociación humana misma, en su forma y
contenido, queda colocada al centro de su reflexión. La entiende como un
pequeño grupo vivo, una organización de personalidades encontradas cara a cara en asociación de libertades,
que convive sin perderse en una masa. En ningún momento supone que el grupo lo sea
todo y el individuo nada, al contrario su máxima consideración es la relación
del diálogo, al modo yo-tú y viceversa[7].
Su visión de la comuna es asociar
personas en diálogo, jamás hundir sujetos en el anonimato.
Cada asociación
particular luego debe de reunirse libremente con otra, en lo que Martín Buber
llama la verdadera "reestructuración" de la sociedad. Por lo mismo no
engarzaría organismos con un fin en sí cerrado, sino abiertos para alcanzar una
cadena gestión colectiva. De esa manera interpreta el federalismo, como el mantenimiento de la libertad de las
asociaciones unidas en un gran cuerpo político. Descendiente de tesis
anarquistas y liberales de izquierda[8],
no pretende abolir el Estado, sino de corroerlo
en su base, porque —interesante planteamiento— dice que el Estado político
resulta por la mutua enajenación de
grupos e individuos, que cuando queda superada tal separación, entonces languidece
el principio de existencia del Estado.
Su imagen de la revolución
futura, considerada positivamente como reestructuración, dibuja el crecimiento
de la libertad asociada alimentada por los "experimentos" de la
producción y el consumo asociados, favoreciendo una nueva relación de diálogo
auténtico, como cimiento ético. Brevemente, diremos que la cooperativa es la base nuclear del proceso, esperando que su
forma perfeccionada e integrada de producción y consumo sea la base de tal
cambio radical: desaparición del Estado. De suceder ese horizonte, entonces
habría un paralelismo con el ocaso del feudalismo, cuando una nueva economía
crece desde el interior, de tal modo que la base económica ya se ha
revolucionado hasta derribar la esfera política.
Problemas típicos de las cooperativas y
comunas
Al hacer un
balance de acontecimientos previos, Martín Buber procura ser muy objetivo y no
adornar sus esperanzas con ilusiones. Estudia las cooperativas y comunas de
acuerdo a su modalidad. Las cooperativas de consumo han sido las más
extensas y, en ese sentido, con mucho, la variable más exitosa bajo el marco capitalista[9], las cuales no mantienen
vínculos estrecho entre sus miembros, y se convierten en empresas (técnicas o
burocráticas) de distribución de bienes de consumo. La cooperativa de
producción adquiere un vínculo más cercano para la gestión y acuerdo de los
participantes; además, las de producción alcanzan cierto éxito técnico y
económico. Los problemas nodales los descubre Buber en lo siguiente: tendencia
al aislamiento y a la nueva división interna. La inclinación hacia una nueva
división significa que la cooperativa original, cuando obtiene éxito, se trasmuta
en empresa jerárquica y luego contrata asalariados para explotarlos, lo
cual degrada a cualquier cooperativa en "apéndice del orden
capitalista"[10]. El asociado
original asciende a la clase rentista, una especie de pequeño capitalista y
entonces abandona la transformación de la realidad, a cambio de un ingreso y
jerarquía superiores. A la cooperativa integral, Martín Buber estima más
avanzada, y hacia tal clase de cooperativismo aspira, porque ahí crece el
vínculo más pleno, y a partir de tal asociación integral se debería
reestructurar la sociedad entera. En la práctica, esta cooperativa integral
propende a considerarse comunidad
completa y fácilmente se encierra rompiendo lazos con el exterior,
entonces la organización integral se convierte en el fin en sí mismo, por lo que no revoluciona su entorno y se
restringe hacia "experimentos interesantes"[11]. Los motivos axiales
para fundar tales comunidades integrales fueron ideológicos, como la comuna
Icaria liderada por Cabet y diversas colectividades bajo visiones religiosas.
Luego en esas comunas estallan con facilidad luchas interiores donde el
dogmatismo suele disolverlas, conduciendo a divisiones o confrontaciones
generacionales; o bien, para conjurar conflictos imponen métodos de control
opresivos y devienen en anti-utopías.
Balance de la teoría de Marx
Aunque las
divergencias de Martín Buber con sus predecesores socialistas son muy fuertes,
en ningún momento toma el autor un tono de anatema y escándalo (aunque sí más
de una opinión pudiera escandalizar), posiblemente por su mismo espíritu
comunitario: unir antes que fragmentar[12]. De hecho su obra
empieza rechazando el término utópico que le colgaron los padres del
"socialismo científico" a la estrategia cooperativista y, más
estrictamente, partidaria del kibutz[13].
La opinión de Martín Buber afirma que la estrategia correcta cimentará un socialismo
"tópico" a partir de comunidades funcionando, mediante las cuales se edifique
la existencia del socialismo, en vez del salto cualitativo revolucionario que
propone Marx y la estrategia política de Lenin. Lo que esclarece Martín Buber sobre
la meta de Marx (y toda la corriente marxista bienintencionada) es un punto
clave: son una y la misma que la finalidad del "socialismo utópico" y
del anarquismo. Una misma diana que
él la llama "la voluntad de sustituir el principio político por el
social"[14], es decir, la
desaparición del Estado. La enorme diferencia yace en la selección de medios,
Martín Buber considera que los marxistas reducen la acción transformadora a los
procedimientos políticos, que entonces sería "un puro suicidio del
principio político"[15] y un fracaso forzoso, porque los mismos medios
políticos enajenados (anti-éticos y sin respetar al otro) pretenderían
ilusamente saltar hasta su antagónico, ilusionándose con la desaparición de la
política[16] y
el Estado enajenado.
Para Martín Buber
el vehículo idóneo de la lucha trascendente (que salta la barrera del
capitalismo) sería la cooperativa, que reestructura la sociedad dentro del
capitalismo, y más allá de él, aliando al cooperativismo con movimientos
revolucionarios de derrocamiento político. Por lo mismo, le interesa mucho la actitud
de Marx y Engels ante las cooperativas, y en este punto él considera que
siempre hubo una subestimación, pues ellos no cultivan un apoyo sistemático a
"los elementos de la nueva sociedad" en el seno de la vieja[17], de tal manera hay
movimientos en zigzag y erráticos, pues a veces sí apoya formarlas y otras no.
La motivación de esa oscilación es evidente, pues Marx consideraba al
cooperativismo como un mero ejemplo, estímulo o ilustración de un nuevo
principio: la asociación completa de
los productores[18].
Con alegoría poética Buber lamenta que el asociacionismo sea rebajado a medio
instrumental para los marxistas, respecto de la URSS dice que cuando una rama se ha convertido en bastón
no retoña con hojas vivas.
El segundo gran
punto de debate contra Marx es el aspecto del centralismo. Reconoce que para el
objetivo final Marx no fue un centralista, pero respecto del desarrollo de las
fuerzas productivas (y para la estrategia revolucionaria notoriamente en Lenin[19])
sí asume una superioridad técnica del centralismo. Sin embargo, la oposición de
Martín Buber es ética contra cualquier centralismo. El fondo de la crítica al
centralismo, brota desde la reivindicación de la libertad para los grupos asociados. El concepto centralista lo
concibe Martín Buber partiendo del Estado, como una organización vertical y
jerárquica donde el centro decide en lo importante. En esto no polemiza con una
contraposición absoluta, pero sí considera que la plataforma del socialismo depende
de la descentralización, de tal modo que la centralización parcial cada vez sea
más voluntaria y más asociada, siempre sustentada en su adorado principio del
federalismo.
Balance de Lenin y Stalin en la
práctica
La posición de
Martín Buber conjunta rasgos de admiración y de crítica frente al ciclo
soviético. En su admiración acepta de los bolcheviques su heroico esfuerzo
práctico y a la capacidad para elaborar una estrategia de lucha socialista. Su
crítica, siguiendo las líneas anteriores, se enfoca hacia la condición
centralizadora del movimiento anterior en Rusia. Sin refutar la utilidad del
centralismo, lo que exige Martín Buber es marcar una delimitación precisa y
robusta, porque su finalidad es sustituir tangible y crecientemente al
centralismo por cooperación. Falta en la política de Lenin la fuerza
descentralizadora y eficaz, que corrija el rumbo, porque el modelo
revolucionario diseñado sin contrapesos, se descarría hasta convertirse en peligrosamente
más centralista que su antecedente capitalista. El proceso correcto buscaría la
mayor libertad de la comunidad para debilitar
al Estado, para mantener al Estado cercado entre los límites posibles y
extender prácticamente el campo de la libertad colectiva[20]. Esperaría,
metafóricamente, que el valladar cooperativo mantenga alejados a los lobos del
centralismo, porque si esto no ocurre entonces triunfa la dictadura autoritaria
sobre la comunidad desorganizada.
Después Buber
relata los actos del bolchevismo ante sus soviets (se suponía eran su base
prístina[21]) y
frente a las cooperativas. Emerge hasta hacerse evidente, en los giros y
vueltas de tales actos, que la forma asociada
jamás fue importante para los bolcheviques y ellos empujaban hasta imponer directivas
estatales: fabricaban más Estado y
menos colectividad. En la creación de la URSS de Stalin la formalidad
cooperativa misma, al imponerse por actos de coerción contra su población se
convierte en apéndice del Estado y fuente
de desigualdad. Al instituirse mediante leyes coercitivas y desde el Estado
dictatorial, bajo el rótulo "cooperativas" operan oficinas y apéndices
burocráticos. La crítica contra tal sistema dominado por el Estado es que
conforma a los hombres al sometimiento, de tal manera que jamás alcanzarán un
reino de libertad con igualdad.
Polémica contra el centralismo
La crítica de
Martín Buber contra el sentido enajenado del centralismo (siendo trust empresarial
o Estado) mantiene filo, pero la base de las circunstancias cambiantes queda en
la sombra. Megaempresas y Estado tiránico perfilan un centralismo de potencias
que se enajenan a la colectividad y contribuyen a su atomización, observa
Martín Buber que "el nuevo centralismo del gran capitalismo logró lo que no había logrado el
antiguo: atomizar la sociedad"[22]. Eso cristaliza
lo que él considera un extremismo oscuro cuando carece de "estructura"
social (comunal). Llevándolo al extremo ético cabría decir que el mal concentrado se condensa en el Estado
centralizado, todopoderoso y aplastante.
La alternativa no
está pensada en base a la mera condena moral, se observa que cierta
centralización es inevitable (división del trabajo y coordinación política),
pero que se debe fortalecer una plataforma para contrarrestarla. Evalúa que
dentro del movimiento obrero la organización económica-sindical y la político-partidaria
no cumplen con esa tarea. La oportunidad de "descentralizar"
(política y económicamente) a la nueva sociedad lo imagina desde la cooperación
económica integral. La relevancia de
la comuna integral (kibutz) no está en los beneficios pecuniarios directos
(aunque los trabajadores ganen algún beneficio en esta opción), sino en los efectos sociales, políticos y éticos. A
nivel elemental quiere fortalecer un contrapoder frente a la tiranía del
Estado, un contrapoder que integre la red entre personas[23]
bien estructurada, entonces con la capacidad para frenar cualquier abuso.
La base de la comuna (socialización)
La necesidad misma
de comunas Martín Buber la fundamenta en una exigencia psicológica y en otra
mística. La psíquica radica en la importancia de la convivencia, pertenencia y
fraternidad como “way of life”, que
además se confirme dentro de una totalidad[24].
En ese sentido entiende a la comuna como el encuentro humano no enajenado, y en
esto Martín Buber es bastante claro, pues distingue las otras integraciones
serviles, donde el individuo renuncia
a su libertad con tal de integrarse en un conjunto abstracto (nación,
sociedad). Existe acuerdo en que hay beneficios y hasta urgencias de comunidad
(el diálogo benéfico del Otro) cabría preguntarse si con ello redondea el
fundamento para un tipo distinto de comunidad[25].
La segunda base,
argumentada por Martín Buber, para crear la comunidad integral es completamente
mística. Dicho sencillamente él encuentra en la vida comunal un eje
trascendental que radica en la divinidad. Ofrece un enfoque místico, en el
sentido más general que un enfoque
religioso, porque no promueve una "religión revelada" definida para
justificar el socialismo, sino que él siente que en el eje de la comunidad se
trasluce lo sagrado como nivel superior de lo colectivo.
Por los dos puntos
anteriores, aunque la argumentación táctica de Buber pretende realismo, el
fundamento para su "nueva célula social" es metafísico, por lo tanto
queda como una intención subjetiva o asunto de fe. La fundamentación que
pretende Marx es su antípoda: el incontenible desarrollo de las fuerzas
productivas empujaría al proletariado, pues la socialización de la producción
(concentración y centralización) es la base del nuevo régimen, conforme la
condición fatal de los parias proletarios los motiva a su radicalismo. La plataforma
marxista evita lo ético contra lo que sucede[26],
y en ese sentido Buber se afirma dentro del terreno utópico y el espacio de las
preferencias éticas, donde escapa de los dilemas prácticos de los herederos de
Marx, atrapados por la catástrofe inmoral cuando gobiernan. Para salir de ese
terreno, además de preferencias (que siempre existen) Buber debería establecer
las bases de la viabilidad o de la inevitabilidad para el triunfo de su
"nueva célula". Se entendería que la cooperativa integral estuviera
cimentando hacia un nuevo mundo, pero no explica cuál es su carta de triunfo.
Se entiende muy bien la conveniencia de construir desde abajo un modo
alternativo de gestión, abriendo la ruta alternativa que suplante al capital y
al Estado. Pero, además de la ventaja moral, se tendría que demostrar la
ventaja económica, que escondería al as bajo la manga para el triunfo del
cooperativismo. Ahí notamos una ausencia, por ejemplo, nunca se interesa por el
argumento marxista de que la asociación sea superior y más eficiente que la
propiedad privada, porque no le encuentra mucho sentido a esta línea argumental[27]. Ese es el punto
débil de Buber: el cambio social devendrá factible por la superioridad
económica (y sobre esa base también superioridad en los demás niveles) y no
sobre deseos. En ese sentido, no está muy claro como Buber supone que el
socialismo sea el discurso del futuro, más bien parece que su sueño es la
reconciliación de la sociedad agrícola (con relaciones humanas más estrechas,
etc.) con la industrial en base a la comuna agrícola reestructurando la modernidad.
En ese sentido, sus repetidas comparaciones y comentarios sobre las comunidades
agrícolas y su importancia son muy comprensibles.
Las experiencias tempranas de cooperativas
y comunas
Bajo un
interesante sentido de perspectiva Buber en su libro Caminos de utopía hace un balance de las primeras oleadas de
cooperativismo y de los experimentos de comunidades utopistas.
La primera oleada europea
aconteció durante 1830. En Inglaterra el principal promotor de las cooperativas
de consumo fue un médico y devoto, el Dr. William King, que por su entusiasmo
se impulsaron más de 300 asociaciones. Más famoso, por su trabajo público y
contemporáneo, el también inglés Owen, quien intervino promoviendo las
cooperativas de producción y luego proyectos de colonización, los "famosos
paralelogramos", llamados así por su construcción geométrica de casas. En
Francia, Buchez promovió el establecimiento de cooperativas de producción,
donde enfrentaron la animadversión de los grupos reaccionarios y hasta la
represión, pero salieron airosas ante ese tipo de retos. Desde ese temprano
movimiento ellos enfrentaron el problema del movimiento cooperativo exitoso: la
asociación de producción cuando triunfa metamorfosea en empresa capitalista[28]. En propuestas de
Louis Blanc para que el Estado apoyara "talleres nacionales" se
observó otro de los grandes problemas: la cooperativa de producción cuando
queda controlada por el Estado es desvirtuada, perdiendo su sentido social[29].
Entre los experimentos de cooperativa integral más notables estuvieron los
intentos de colonización apoyados por Owen en New Harmony y por Cabet en Icaria[30].
Estos experimentos tras años de vicisitudes fracasaron (además de causas
internas como luchas intestinas, concepciones dogmáticas de su constitución,
etc.) por que mantenían gran debilidad en su relación con el entorno. La
colonización de cooperativa integral tendía a edificar comunidades cerradas,
que egoístamente se consideran un fin en sí mismas y se aíslan, incluso también
se distancian respecto de otras comunidades[31].
Actualización con hipótesis: red
cooperativa tecnológica
Pensando con
esperanzas, casi hasta el optimismo completo, podríamos respaldar las tesis de
Buber de una red de células económicas tejidas entre el mercado capitalista que
prefiguraran la sociedad futura. Sería ingenuo contentarnos con la superioridad
ética como el motivo para que millones de hombres y mujeres normales se enrolen
en una nueva unidad de producción; sería burdo e incivilizado abandonar el
motivo ético y su filigrana. Aunque el motivo ético y de estímulo personal (un
trabajo más satisfactorio aunque menos remunerado, una actividad con sentido
personal, participar en un proyecto con esperanza, afirmar la virtud frente a
la circunstancia, etc.) no sean causa suficiente y deban aliarse con el interés
material.
Para la expansión
de las comunidades productivas habría motivos bastantes con la opción al
desempleo y al cierre de empresas, cuando la masa marginada, a veces, encuentra
un modo de sustento en cooperativas. Ahí se sumaría gente, pero no a la mayoría
ni a la más calificada, sino que la organización absorbería desempleados. Esta
fuente de reclutamiento cooperativista anunciaría un signo modesto porque sería
"el hambre pidiéndole a la necesidad" y motivo ulterior de
conflictos.
Para que la
cooperativa triunfe frente como competidor de la gran empresa debería ser más
productiva y eficiente, por lo mismo levantándose sobre la tecnología de punta
y la actividad sofisticada de los sujetos que adquieren conocimiento,
denominados cognitariado. Algunas
experiencias apuntan hacia que la base técnica avanzada favorece a la existencia
misma de las cooperativas[32]. Entonces la asociación
tendría que alimentarse de otras fuentes: confluyendo trabajadores altamente
calificados, con conocimientos y habilidades para apropiarse de medios de
producción.
Aunque el éxito
económico empuja al riesgo conocido de la jerarquización interior, donde el socio
original se vuelve rentista. En la medida en que suponemos mayor poder económico
en esta red cooperativista fácil resulta imaginar su desintegración por su
diferenciación jerárquica interior. Evitar esa posibilidad implicaría un
singularísimo esfuerzo de cultura y política. Las experiencias anteriores de
vida comunitaria, organizada y decidida democráticamente han sido sobre economías
pobres y no ofrecen una experiencia suficiente para esta hipótesis.
Si suponemos una
red cooperativista de alta productividad, dicha red también favorecerá a sus miembros
experimentar un circuito de convivencia superior y cultura propias específicas[33].
La organización de un tejido inter-cooperativas favorece esta base de
productividad, porque sobre flujos de riqueza hay margen para variar las reglas
de intercambio por fuera del mercado normal, aunque mantengamos casos de doble
legalidad como en el "mercado negro"[34]. Un fuerte tejido
de cooperativas ricas con alta tecnología contaría con unos poderosos recursos
financieros que crearían condiciones especiales de negociación ante el Estado y
la clase dominante, y también ejercería fuerte influencia ideológica entre los
“poros” de la sociedad para legitimarse y crecer.
La siguiente
hipótesis es que la “red de cooperativas
tecnológicas de alta productividad” adquiriría una dinámica de fuerzas
productivas superior a los circuitos del capitalismo normal, al mismo tiempo
que serviría como proveedor y consumidor masivo, por tanto un “mal
indispensable” ganando garantías ante su entorno capitalista. En tal hipótesis,
si el carril de más fuerzas productivas entra en un nuevo circuito cooperativo,
entonces el capitalismo acabaría desplazado en los hechos por un vehículo más
veloz. De cristalizar, esto reeditaría a nivel superior lo que sucedió con los
burgos renacentistas en mitad del viejo orden feudal, cuando se convirtieron en
ciudades indispensables y terminaron alumbrando al capitalismo. El caso
simplemente, sería que la “red de cooperativas tecnológicas de alta
productividad” obtuviera una dinámica productiva superior al capitalismo posmoderno,
bastaría con cautivar a la vanguardia de la dialéctica histórica del
conocimiento y aliarla con la trama cultural e ideológica que ya ha surgido en
muchos movimientos posmodernos.
NOTAS:
[1] Buber se considera
tributario de Gustav Landauer en su visión esencial: “Hemos de mostrar el rostro del verdadero
socialismo, que no es centralismo, sino federación, no la vieja economía
estatal concentrada, sino una economía de asociaciones obreras, no coacción.
sino responsabilidad. Tal es el socialismo de Landauer. Landauer ha mostrado el
camino. Es el camino del pequeño kibutz, que vive comunitariamente y cuya
economía se lleva comunitariamente” Uber Gemeinschaft und deren Verwirklichung.
Verlag Lambert Schneider, Heidelberg 1985 (UG), citado por DÍAZ, Carlos, Introducción al
pensamiento de Martin Buber, p. 44.
[2] Este análisis se basa
en la edición en español bajo el sello del Fondo de Cultura Económica, 1955 bajo
el título Caminos de Utopía; en
inglés Paths in Utopia.
[3] El conjunto de su obra
está marcado por su filosofía que se denomina “personalismo” donde predominan
las ocupaciones sobre la ética. DÍAZ, Carlos, Introducción al pensamiento de Martin Buber.
[4] Desde la consideración
de la simple ciencia y tecnología, la economía parece harto madura para
satisfacer lo elemental, sin embargo Buber desestima todo el tema porque su
enfoque es más ético, por tanto está firmemente convencido de que el “interés
material” se debe desestimar.
[5] Más
que pensador religioso Buber parece místico, con un sentido abstracto como
filósofo. Considera que en el centro de la comuna se encuentra un principio tan
trascendente que invoca a lo divino, sin embargo, no acepta instalar un altar
en el centro de la idea de comuna. Caminos
de utopía, p. 198.
[6] Acepta el argumento
clave del socialismo que estimó al trinomio propiedad privada-mercancía-capital
como un sistema económico fallido y origen de todos los males sociales
modernos; con lo cual queda en la oscuridad cuál es la función de la propiedad,
simple legalización del proceso productivo que Engels mira con claridad en el
pasado, pero se apresura para
declararlo obsoleto en su presente. Cf. ENGELS, Friedrich, El origen de la familia, propiedad privada y el Estado.
[7] “Allí donde el diálogo
se lleva a efecto en su autenticidad entre interlocutores que se dirigen uno al
otro mirando hacia la verdad, se expresan sin recelos, Y se liberan del querer
aparentar, allí se producen unos frutos comunitarios memorables, aunque no se
concreten en nada inmediato.” Elemente
des Zwischenmenschlichen, cit. en DÍAZ,
Carlos, Introducción al pensamiento de
Martin Buber.
[8] La tesis original y
típica del liberalismo progresista que proponía menos Estado y más sociedad,
menos poder para la autoridad y más para los individuos, base del garantismo de
los derechos humanos en las constituciones. LOCKE, John, Dos tratados sobre el gobierno civil.
[9]"hoy en día, una gran parte de la
humanidad civilizada (...) está organizada en cooperativas por lo que toca al
consumo", BUBER, Martin, Caminos de Utopía, p. 99.
[11] Cabría preguntarse si el efecto final no es un “horizonte”
en el sentido de ilusión óptica, donde cada aproximación es alejamiento. Op. cit. p. 100.
[12]En ese sentido va acorde con las
recomendaciones de N. Brown en Eros y
Tanatos sobre la importancia de la vinculación intelectual de los autores
(erótica) antes que la crítica (tanática) en el afán de la mera originalidad.
[13] Kibbutz: Término hebreo para la comunidad agrícola,
especialmente conocida por la implementación en el campo de Israel moderno como
un amplio experimento social que junta producción con convivencia, bajo
principios socialistas de propiedad colectiva, decisiones democráticas,
rotación de puestos, etc. En este resumen prefiero el término cooperativa, para
no particularizar la obre de Buber como un autor judío, sino reconocer su
alcance universal.
[16] Pone nota en la
desaparición de una política “autónoma” en el mismo sentido que Maquiavelo
inaugura la ciencia política, pues se ha separado de la esencia ética y opera
con su propia eficacia. Cf. MAQUIAVELO, Nicolás, En la década de Tito Livio.
[18] En El capital, se observa el modelo de la
nueva sociedad en el espejo de la estructura de la cooperación económica misma,
en tanto esqueleto de la producción. MARX, Karl, El capital, T. I.
[19] Véase la juvenil
argumentación de la centralización del partido y su prensa, requisito para una
lucha exitosa en ¿Qué hacer?
[21] Los “soviets” ahora
casi olvidados tras ser desvirtuados fueron valorados por Lenin como la
solución del poder obrero; pues los consejos concentrarían en manos de los
representantes directos de los obreros el poder. Como en el marxismo, la clase
obrera está idealizada como clase revolucionaria capaz de parir la utopía
socialista, los soviets deberían ser garantía contra desviaciones. El error
colosal era previsible desde Montesquieu o el liberalismo clásico, pues la
concentración del poder implica la dictadura; en lugar de dividir poderes y
precaverse contra el autoritarismo, los bolcheviques confiaron en la máxima
centralización con la idea inocente de que la ejercían los proletarios y por
eso sería su opuesto. Cf. MANDEL, Ernest y Varios, Control obrero, consejos obreros y autogestión.
[23] La obra de Buber
insiste que “lo social” más que una especie de sustancia (fuente del bien en
Marx) es una integración de personas, los individuos concretos. DÍAZ, Carlos, Introducción al pensamiento de Martin Buber.
[24] Varias visiones
psicológicas aceptan la pertenencia al grupo (la integración tribal y/o
familiar) como necesidad básica de los individuos, por ejemplo, Freud.
[25] La teoría marxista logra el máximo énfasis
y convicción, porque encuentra motivaciones forzosas para una futura etapa
socialista, con causas obligatorias por el curso próximo (la socialización
objetiva de los medios de producción y naturaleza social de las fuerzas
productivas) y no solamente exigencias a nivel del deseo personal y la
libertad. La experiencia no ha demostrado que tales “socializaciones” sean
suficientes para reconfigurar una sociedad futura con características
imaginadas por Marx. Cf. BERMAN, Marshall, Todo
lo sólido se desvanece en el aire, por ejemplo se pregunta si el salto
cualitativo de sociedad conservaría la negatividad y eso qué representaría.
[26] En ocasiones resulta
inevitable que las tesis de Marx se deslicen a lo moral, por más que ese no sea
su tronco principal, por ejemplo, en Manuscritos
económico-filosóficos de 1844.
[27] Sobre la URSS plantea que las cooperativas
han sido desvirtuadas, y el cambio social es técnica y productivamente
eficiente pero sin sentido humano. Parece que confió en la propaganda de la
industrialización milagrosa de la URSS. En cambio, el enfoque de Alvin Toffler
está sostenido por el nuevo sistema de producción, Cf. El cambio del poder.
[31]BUBER, Martin, Caminos de Utopía, p. 103, Ambas causas en estricto sentido son
una sola: "el aislamiento con respecto de la sociedad y entre las colonias
mismas". Por el tipo de necesidad emocional que se satisface en la
comunidad de colonización, ésta funciona como la pareja. Su éxito repite la
situación de los recién enamorados, que buscan soledad para disfrutar su
felicidad. Espontáneamente la comuna que se disfruta a sí misma se cierra, y
cuando no es así, entonces la comuna está a disgusto y próxima a separarse.
[32] En
México las cooperativas de largos años de éxito y resonancia han sido una
cementera Cruz Azul y una refresquera Cooperativa Pascual.
[33] La historia de la
modernidad nos ha mostrado la fecundidad de vanguardias y alternativas
artísticas y culturales desde el arte renacentista, pasando por el romanticismo
clásico, modernismo, realismo, impresionismo, simbolismo, art decó, jipismo, pop...
La creatividad de las expresiones culturales alternativas y con rasgos anti-sistema
es impresionante. ¿Qué sucedería si adquirieran un gran empuje desde la
producción en red alternativa. Por ejemplo, BELL, Daniel, Las contradicciones culturales del capitalismo.
[34] Que
yo sepa nunca ha ocurrido, pero el caso hipotético de una red importante de
cooperativas con una productividad media muy superior al promedio de mercado provocaría
circuitos de intercambio bajo reglas de distribución diferentes a las del
mercado espontáneo, aunque este presionara hacia la unificación.
Adicionalmente, los sistemas de cómputo permiten, por primera vez en la
historia de la humanidad, una aproximación instantánea hacia los costos de
producción de cada bien, de tal modo que se reorganice racionalmente una
división del trabajo con una agilidad imposible en cualquier época anterior.
Esto no se debe confundir con la simpleza de un sistema de cálculo automático
(según la “Rosa de Peters”) como base del “socialismo del siglo XXI” como
suponen autores naif, tipo Heinz Dieterich Steffan.
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