Por Carlos Valdés Martín
El héroe legendario más admirado por los griegos se interpreta por sus
famosos trabajos, el motor de la trama es que sufre una interminable
persecución por celos de la diosa Hera, la esposa de Zeus. Hércules (su nombre
más conocido y llamado Heracles entre los griegos) era hijo de Zeus y fruto de
un amorío ilícito con una mortal de nombre Alcmena. Esta venganza de la madre
de los dioses significa una dolorosa caída para el héroe, quien es enloquecido
temporalmente, por lo que mata a tres hijos propios y a dos hijos de su
hermano. Al recobrar la conciencia Hércules busca una expiación, y por resolución
de la pitonisa de Delfos queda obligado a la vía dolorosa. Para expiar su culpa
se pone a las órdenes de quien él más detesta, el rey Euristeo de Tirinto y
Micenas. Este rey le encomienda enormes trabajos y hazañas increíbles para
expiar la culpa.
Estas aventuras heroicas denotan un contenido simbólico que se transluce
en cada uno de sus pasajes. En la narración se observa su relación con las
constelaciones estelares, su relación con otras mitologías y con las costumbres
de los griegos. Este conjunto permite un claro panorama para interpretar símbolos
escondidos en esta leyenda.
Al parecer la primera compilación completa de estas aventuras existió en
un poema épico perdido del siglo VII a. de C. Luego se expandió la leyenda y
aparece de modo fragmentario en muchos relatos, así que no existe una fuente
única. La mayoría de relatos comienzan con el León de Nemea y terminan con el
descenso al Hades, aunque hay variaciones sobre el orden de los relatos.
León de Nemea
El primer trabajo que recibe en encomienda de expiación es atrapar a
este león mítico de fuerza increíble, que aterra a la región pero es
invulnerable a las armas. Por una lucha descomunal, el héroe deja las armas de
lado pues este animal es invulnerable y, como medio de triunfo, asfixia al león
con sus propios brazos, siendo la fuerza directa que doblega a la bestia. Para
desollar la piel debe usar las propias garras del león para abrirlo. El relato,
pues, empieza con la fuerza, como pura fuerza desnuda, como potencia del brazo.
El mismo león simboliza la fuerza, y veremos como se repite en los símbolos de
las dinastías y en los arcanos mayores. La carta del Tarot muestra a una virgen
que domina directamente al león. En el animal está la fuerza física pura, y dentro
del héroe emerge otra potencia, que se califica como la voluntad. La voluntad semeja
a la fuerza misma, porque Hércules es fuertísimo, pero estamos en el inicio del
camino, y observamos el primer paso de un viaje larguísimo. Por lo mismo
prefiero interpretar esta fuerza como la humana que parece física, pero señala
a otra potencia, por la decisión de
cumplir con el Oráculo de Delfos, que interpreto como asumir completamente el
designio oscuro del alma. El alma decide y la voluntad ejecuta, por lo que se
convierte en fuerza terrenal, es el paso de la oscuridad subjetiva hasta la
claridad de los hechos.
Al derrotar al león cumple el designo de una contra-violencia, que
neutraliza a la naturaleza hostil y da tranquilidad a los lugareños.[1] Luego
Hércules se viste con su piel y hace un casco con sus quijadas, el trofeo simboliza
el mundo material que ha sido doblegado por la determinación del héroe, y
además tal vestidura se creía invulnerable ante los ataques. Esto significa que
la voluntad se viste con la piel de la materia y tal fuerza física es
indispensable para ser eficaz, saltando desde la intención hasta el acto.[2] De
hecho, Hércules siempre será un emblema de héroe de la fuerza material, él mismo se coloca como el emblema de la
fortaleza, virtud cardinal para los griegos, mientras que Odiseo (Ulises para
los romanos) representa la efectividad de la inteligencia, mediante la astucia
o ingenio superando al “brazo desnudo”.
La Hidra
Este dragón serpiente llamado Hidra nos recuerda a la sexualidad, con su
vitalidad renovada y su disposición a renacer cada vez que presumimos haberla
derrotado en definitiva.[3] Las
tentativas para castrar estas cabezas de serpiente son siempre inútiles, y
donde se cortó una nacen dos. La alquimia de un fuego contra fuego resulta ser
la única solución, y las cabezas cortadas son cauterizadas con fuego, para
derrotar a esta bestia. Esta Hidra representa una pasión pura, desbocada
animalidad que devora al cuerpo y alma, sin sentido y sin medida. La lucha
parece perdida, porque esta necesidad (ansiedad, pasión, vicio) se reproduce
sin descanso, y las tentativas para ahogarla caen en un vacío, y la ansiedad
resultaría cada día mayor. Precisamente pareciera corresponder con la
estructura de ciertos vicios, que van aumentando como bola de nieve, hasta
devorar a su víctima.
El héroe posee el arrojo para enfrentarse a esta fatalidad y esta batalla
empieza con cierta torpeza, simplemente enfrentando al enemigo. En algunos
relatos se agrega al cangrejo para distraer al paladín, que discretamente le
muerde un pie. Ante el fallo de las primeras tentativas viene la experiencia y
el consejo, los cuales llevan rápidamente a una solución más ingeniosa. El
ingenio de usar el elemento más volátil, para combatir mediante el fuego y si
la comparación resulta certera, entonces es un “fuego contra fuego”, pues deseo
es simbolizado por tal elemento. El empleo del fuego señala un indicio de
trasmutación y de purificación en el relato. Sin embargo, Hércules había sido
ayudado por su amigo Yolao, y entonces el rey no le contabiliza este trabajo.
Los antiguos griegos definieron una constelación de la Hidra, junto a la del
cangrejo. Por lo mismo, para dar un redondeo zodiacal a la narración, a veces
aparece un cangrejo perturbando a Hércules mientras cumple su ataque contra la Hidra.
La Cierva Cerinia
Sin variación los enfrentamientos del héroe lo confrontan con bestias,
lo cual nos indica la importancia del animal como espejo de imaginación para
los griegos. Aquí pasamos a un enfrentamiento más sutil, porque la tarea es
traer a la Cierva sin derramar gota de sangre, ya que es un animal sagrado, y
sería una afrenta lastimarla. La leyenda habla de una larga persecución, y
finalmente una argucia: una violencia que está en la frontera de la no
violencia. Mediante un flechazo se atraviesan las patas del animal entre el
tendón y el hueso sin lastimar, sin que se derrame la sangre sagrada. La
captura resulta limpia, pero al filo de la navaja, solamente creíble en el
ambiente legendario. Una vez lograda la hazaña se debe restituir a la cierva a
sus bosques protectores.
Este animal, sin duda, represente una manifestación no violenta, una naturaleza
indomable, pero que no se observa agresiva. Nos trasladamos de las agresiones
del león y de la Hidra,
para perseguir al animal veloz, al inalcanzable. Resulta la astucia unida a la
habilidad, tan admiradas por los griegos, como factor esencial que resuelve el
enigma.
El jabalí y la secuela de los Centauros
La caza de un gran jabalí no parece tan impresionante después de haber
derrotado al León, la Hidra
y de capturar a la Cierva. Para enriquecer este relato y volverlo más complejo
e interesante aparece una narrativa lateral de luchas y alianzas con Centauros.
Estos seres presentan una simbiosis perfecta entre humanos y animales, incluso
como más virtuosos que el zoón politikón.
En especial a Quirión lo reconocieron como un posible padre adoptivo de
Hércules o como un civilizador de la primera humanidad. No es extraño que en
las leyendas se aceptara a los caballos como agentes civilizadores y como
emblemas del tránsito hacia la cultura, siendo un elemento clave para la
ganadería, la agricultura y la guerra entre esos pueblos. En varios momentos,
Hércules combate contra algunos Centauros y siempre los derrota, sucediendo que
derrame su sangre, lo cual se consideró sacrílego.
Al gran jabalí, el paladín lo acosa entre los bosques, lo acorrala y
logra encadenarlo para llevarlo vivo en presencia del rey, provocando los
mayores temores del mismo a quien sirve.
Establos de Augías
Entre los antiguos griegos el trabajo ordinario quedaba despreciado,
asignándose a los esclavos; bajo tal óptica ¿cómo provocaría la risa encargarle
a un héroe limpiar estiércol del establo más grande del país? Esta tarea se
relaciona directamente con una fuerza natural que es controlada en los ríos.
Aquí ya estamos a medio camino hacia el estricto trabajo, porque los cauces advierten
el triunfo sobre las formas naturales crudas. Todas las hazañas anteriores
estaban directamente ligadas a las operaciones de cacería, forma de vida
previa, que ya estaba relegada entre los griegos, en cambio la agricultura y
ganadería eran ya sustento esencial de ese pueblo. Ciertamente, los griegos no construyeron
las grandes obras hidráulicas como los Egipcios o los romanos, pero tenían los
elementos suficientes para realizarlas, simplemente su geografía no favorecía
ese tipo de actividades. Aquí estamos ante el ingenio como la virtud para
convertir naturaleza hostil en un beneficio.[4]
La limpieza de enormes establos ocurre de manera sorprendente y evitando
la humillación del paladín, pues la efectúa desviando dos ríos. Los caudales
por su ímpetu arrastran todas las inmundicias de los establos. Lograda esa faena
tampoco hay un final feliz, pues es desconocida por su patrono y, además el
beneficiario el rey Augías se niega a pagarle.
Respecto de esta aventura, también existe una correlación interesante,
ya que los griegos asociaban al Sol con un carro de caballos, entonces este
pasaje es un fragmento que muestra la devoción al Sol, personificado en el dios
civilizador, Apolo, patrono del conocimiento y las artes.
Un complemento usual de este relato es que Hércules termina vengándose
militarmente del rey Augias, al derrotarlo aliado con los vecinos. Luego de esa
acción militar, el paladín busca el apaciguamiento de los pueblos y en el
relato se establecen los Juegos Olímpicos, como una reconciliación entre los
griegos.
Aves del lago Estínfalo
Siendo las aves tan admiradas como animal emblemático de los dioses,
también surgen situaciones inversas, cuando los pájaros son partícipes del “mal
agüero” o las alas están en seres ominosos como las Erinas. Aquí, el relato nos
refiere a unas aves agresivas, con picos de bronce y de excremento venenoso,
que causan la ruina de una región entera.
La alusión al concepto clásico de los elementos sería incompleta si no
tenemos en cuenta al aire. En estas aventuras, regularmente, son los animales
los emblemas de cada situación, así, que las aves son la referencia obligada al
aire. A través de la cacería de estas aves la leyenda indica que Hércules se ha
convertido en señor de los aires, dominador del elemento aéreo, el que
encontramos en los pulmones.
Surge una dificultad básica, pues las flechas infalibles del paladín
resultan insuficientes para cazar a todas las aves y su tarea está en riesgo.
En favor del personaje, vuelve a sonreírle una divinidad, en este caso Atenea,
que le entrega un cascabel que con su sonido provoca la huida definitiva de los
pájaros fuera de las regiones griegas.
El toro de Creta
Creta y la ciudad de Minos fueron centros originarios de la cultura
griega, por lo que esta leyenda de Hércules se refiere a las raíces de este
pueblo. Esa primera cultura llamada minoica, estuvo asociada a rituales
relacionados con los toros, que fueron el símbolo reconocido de esa zona.
También existe una referencia que los relaciona con el toro del zodiaco, como
el periodo previo que se había eclipsado, pues por calendario los minoicos de
creta correspondían a la época del toro, que había cedido paso al símbolo del carnero.
Como existencia real, el ganado vacuno representaba tanto la vida pastoril como
el inicio de la agricultura, que se imponía con el uso de un arado, jalado por
la tracción del animal. Asimismo, el toro de creta era símbolo de la ferocidad
y de la unión entre los humanos y los animales, como indicando que todos emanamos
desde una animalidad reciente. En la leyenda la hija del rey ama viciosamente al
gran toro, y de esa pasión resulta un mino-tauro, entidad mixta con el toro,
una quimera “humanimal”.
La tarea del Hércules consiste en capturar al toro de los Cretenses y
retenerlo cautivo, lo cual simboliza el control sobre las tierras cultivadas.
Una parte de esta leyenda que importa consiste en que el héroe no mata al toro,
sino que solamente lo captura y somete, entregándolo para su cautiverio y
custodia, ya que un rey mantenía intenciones de venganza sobre el animal.[5]
Las yeguas antropófagas
Aquí nos encontramos con el terreno de la perversión, porque, animales
herbívoros, las yeguas han sido convertidas en carnívoros y enemigos de la
gente. El principio de la naturaleza amigable, con su acento femenino, se ha
trocado en una naturaleza amenazante. Algunas otras narraciones griegas señalan
la repugnancia ante la antropofagia,[6] en
este caso disfrazada, bajo la figura equina. Aquí el héroe va a corregir la
naturaleza y devolver a las yeguas a su mansedumbre elogiada como cualidad femenina.
El tema está directamente ligado con las amazonas, las mujeres guerreras.
Cinturón de Hipólita reina de las amazonas
Ahora Hércules es encargado de traer un signo de victoria perteneciente
a la reina de las mujeres guerreras, de legendaria estirpe. En la anécdota, se
dice que la reina está dispuesta a ceder voluntariamente su cinturón para
entregarlo, pero la cita es rota por un azar, pues las súbditas suponen que
ella es atacada y el héroe conjetura que le tendieron una trampa. Así, que el
encuentro termina en una refriega, que gana el varón. El cinturón, por cierto
solamente trae una evocación de la feminidad doblegada, y la derrota de las
mujeres, indica que el monopolio de la violencia debe recaer en el género masculino.
Muchas de las leyendas antiguas nos indican que las mujeres están muy
subordinadas, que el cambio de papeles implica un error o hasta riesgo, que sólo
por excepción y emergencia se acepta. Es un discurso recurrente, y la figura de
las amazonas por eso es memorable, porque eran doncellas dedicadas a la más
masculina de las profesiones, a la actividad mortal, donde se indica secretamente
que el sexo masculino implica un excedente de la naturaleza y por eso arriesga
su muerte.[7]
Siendo Hércules un héroe, él nunca actúa simple y burdamente matando,
sino que debería existir una reconciliación con el sexo femenino, y esa parece
ser la función de una secuela en Troya, donde Hércules salva a Hesíone de un
monstruo marino. Salvar doncellas en peligro eso representa una reconciliación
clásica, un modelo que se sigue repitiendo por los siglos de los siglos, sin
que cambie la anécdota esencial; varían los personajes y los monstruos, pero la
esencia se repite, la mujer a merced del monstruo finaliza salvada por el caballero
desinteresado, quien arriesga su vida para rescatarla.
Vacas de Gerión
La búsqueda de unas escurridizas vacas pastoreadas por gigantes,
pareciera no agregar demasiado a estos famosos trabajos. Al menos hay una revelación
importante que simboliza esta anécdota, pues revela un accidente geográfico ligado
a este héroe, llamado las columnas de Hércules, el también nombrado Peñón de Gibraltar,
que indica el estrecho paso entre el Mediterráneo y el Atlántico. Cualquier
columna arquitectónica de forma directa evoca la representación de la firmeza y
lo elevado. De hecho los griegos tuvieron una gran devoción a esta forma
arquitectónica, que fue el eje de sus construcciones clásicas, que proporcionaban
la seguridad y belleza a sus edificios. Entonces el héroe indica que la
separación entre ese mundo y su frontera está sustentada en dos columnas, como
lo recomendara también el cabalismo, pues así se representa al cuerpo en el
Árbol de la Vida. Anotamos que esta es la última aventura de Hércules antes de
adentrarse en los terrenos escabrosos de lo celestial y lo infernal, los
trasmundos. Aquí solamente nos indica los confines de las tierras conocidas por
los griegos, porque más allá del Atlántico el océano era insalvable.
Manzanas de oro del jardín de las Hespérides
En un confín todavía más lejano se encontraba el jardín de unas ninfas llamado
de Hespérides, que ellas corresponden con el atardecer, como hijas del ocaso, y
además se daba ese nombre a las islas al oeste de Europa como las Canarias,
etc. Ya para coronar sus hazañas Hércules primero atrapa a Nereo, ser que
metamorfosea a voluntad, personificación del engaño y lo obliga a revelar el
lugar donde se encuentran las manzanas sagradas. Estas manzanas corresponden
más a entidades simbólicas, y nos evocan una especie de círculos de la energía
primordial, asociadas al árbol primigenio, posiblemente algún concepto de eje
del cosmos. A estas manzanas se les atribuía un don de inmortalidad para quien
las comiera. Su existencia recuerda los mitos del paraíso y otros similares.
Este árbol sagrado pertenecía a la diosa de la Tierra, como Hera o Gea,
así que es la esencia terrestre lo que brindan esos frutos. Además en alguna
versión fue el gigante Atlas quien previamente cultivó ese jardín, y por eso cosechaba
las manzanas mágicas sin problemas.
En una de las versiones más populares, la recuperación de las manzanas
requiere de la colaboración con Atlas, el titán que sostiene al planeta
completo o bien a la bóveda celeste. Estamos en un terreno extremadamente
simbólico, ya que el sostén mismo del
mundo o cielo es quien da acceso a las preciosas manzanas. El gigante Atlas
accede a cumplir por Hércules la hazaña de cosechar, pero éste a cambio sostendrá
al planeta mientras tanto.
De forma regular un dragón terrible protege el árbol de las manzanas de
oro, y es vencido por el gigante o por el héroe según sea la narración. En caso
de que fuera Atlas liberado, él está tan contento sin cargar el mundo, que ya
no desea volver a su posición, pero Hércules utiliza esa facultad tan estimada
de los griegos, que es el recurso del engaño. Convencer a Atlas de que
simplemente le acomode bien la carga para quedarse a sostenerla, y cuando el
gigante lo está haciendo, Hércules maniobra para volver a dejar el mundo o el
cielo sobre las espaldas del gigante.
En el relato, el héroe triunfador entrega las manzanas mágicas, pero
después los dioses regresan esos frutos sagrados a su sitio original porque no
pertenecen al ámbito terrenal. Esta historia aborda una especie de ascensión
celeste, para abrevar de las fuentes del poder mismo y la trasmutación en
divinidad. Una metáfora típica indica que el material de oro representa la
energía pura, la fuente de la existencia en el universo, cuyo beneficio es
alcanzar la inmortalidad.
Cerbero y el Hades
En el último trabajo Hércules debe dominar al Cerbero, el perro de tres
cabezas y cola de serpiente, guardián del Hades reino del inframundo. Antes de
este último trabajo, el héroe acude a Eleusis el santuario famoso donde es iniciado
en los Misterios mayores, y purificado por las víctimas sacrílegas, como las que
causó a unos Centauros. Resulta significativo, que hasta el final del ciclo el
héroe resulte iniciado en los Misterios más famosos de los griegos y empiece a
abrevar las ciencias secretas del espíritu. El dominar la muerte aquí se
relaciona de manera directa con el inicio de los Misterios de Eleusis. La
purificación e iniciación son importantes, porque el Hades es el mundo de los
muertos, y esto significa que el héroe se prepara para morir y después de ello seguir
viviendo. En efecto los griegos creían en la ruta de la reencarnación, tal como
lo ilustra Platón.[8]
Al bajar al Hades rescata a Teseo, otro importante héroe, atrapado ahí
en búsqueda de su amada, pero es al único personaje que puede salvar en esta
aventura.[9] El
dios reinante en la región de los muertos es Plutón, quien autoriza a Hércules
para llevarse temporalmente a Cerbero si lo domina sin uso de armas. Como si
fuera un círculo, recordando su primer hazaña, de nuevo usa una fuerza desnuda,
ahora para dominar el camino de los muertos y poder regresar.
El círculo de los doce trabajos
El doce se utilizó, en varios pueblos antiguos, para indicar cantidades
completas, como un ciclo cerrado. Incluso se acostumbraba a contar por docenas,
y se estimaba que fenómenos cerrados poseían doce partes ni una más ni una
menos: como las horas del día, los meses del año y las partes del cielo que
corresponden al zodiaco. Por lo mismo, estos trabajos representan una serie
cerrada y completa, que bastaba indicar el número doce para asumir que el viaje
estaba completo. De hecho, en la narración ya no existe ningún lugar más al
cual adentrarse, ya se han visitado las diferentes regiones, entre las últimas
las celestiales y las del inframundo. Los diferentes animales monstruosos
derrotados indican los elementos dominados. La polaridad entre hombres y
mujeres también queda controlada. Así, el héroe se ha impuesto sobre el
conjunto de elementos, potencias, etc. Los símbolos de estos trabajos también
nos relacionan con los misterios y las formas de abordar la vida por los
antiguos, de tal forma que las potencias esenciales de ese pueblo son las que
se ponen en juego, y triunfan en todos los terrenos. En especial, se ha
relacionado esta leyenda con la interpretación del zodiaco entre los griegos,
que marcaría la relación entre el cielo y la tierra, la intersección entre las
fuerzas sutiles y el destino personal ejemplificada por el héroe más afamado entre
los griegos.
NOTAS:
[1] La justificación del
guerrero heroico está en esa utilidad evidente de la contra-violencia que salva
a la comarca y la vuelve más seguro. La praxis potencialmente violenta, por
esta vía es redimida desde el principio.
[2] La ética kantiana queda
contrapuesta y vulnerada desde el sentido común de esta leyenda: la intención
solamente importa exteriorizada. La “buena intención” requiere cumplir todas
las manifestaciones hasta expiar su culpa, que es su encierro interior.
[3] Campell le da otro matiz
a la Hidra, al relacionarla con el Ego, como la falsa individualidad que debe
atravesar cualquier desafío y se resiste a desaparecer, renaciendo duplicado. El héroe de las mil caras, p. 67.
[4] Los historiadores siempre
se han sorprendido y puesto énfasis en tal rechazo de los antiguos griegos
contra el trabajo material, que esterilizó sus grandes logros del pensamiento,
cuando evitaban aplicarlos en la práctica, delimitándolos a chispazos de
ingenio o artefactos militares. Cf. Anderson, Transiciones de la Antigüedad al Feudalismo.
[5] La leyenda más afamada sobre
Minotauro corresponde a Perseo, quien auxiliado por el hilo de Ariadna resuelve
el laberinto, fabricado por Dédalo.
[6] En algunos pasajes de la Odisea se insinúa ese tabú, ya sea que
los gigantes van a comerse a los marineros, o bien que al pasar hacia especies
distintas, los marineros hechizados por Circe se convertirían en banquetes,
pues ¿qué destino tendrían los cerdos?
[9] Varios mitos recuerdan la
oportunidad para descender al Hades, así como la dificultad para escapar de él,
como sucede con Orfeo o Sísifo.
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