Por Carlos Valdés Martín
Revelar el misterio de los "Cuatro Coronados", en latín, “Quatour Coronati”[1] nos conduce lejos en el tiempo.
Santos patronos y mártires coronados
En el periodo medieval europeo, la aceptación de las profesiones requería del manto religioso, por ese motivo, era impensable que un gremio no tuviera sus santos, patronos o mártires. La importancia del gremio de constructores desde antes de la Edad Media, predisponía a que fuera un grupo consagrado.
Los gremios medievales de la construcción abarcaban a otros oficios, que ahora consideramos separados como la carpintería, la escultura y la pintura. Eran organizaciones productivas que ahora las considerarían simples actividades económicas, entonces integraban un conjunto de creencias y rituales. La leyenda de los Cuatro Mártires Coronados resultó perfecta para integrarse dentro de las tradiciones del gremio constructor medieval.
Esta leyenda corresponde al periodo de las persecuciones de cristianos por los emperadores romanos, del imperio tardío (cerca de su ocaso).
“Claudio, Nicóstrato, Sinforiano, Castorio (y el ayudante de este último Simplicio) eran cristianos secretos y destacados operarios en las canteras de piedra de Diocleciano, en Panonia, región del Danubio medio (…) Diocleciano ordenó a estos expertos que tallasen una estatua en honor a Esculapio (dios pagano de la medicina, hijo de Apolo). Firmes en su fe (cristiana), ellos se negaron perdiendo el favor del emperador. Fueron condenados a una horrible muerte: se los encerró vivos en ataúdes de plomo, lanzándolos al río el 8 de noviembre del 287 d.C.”[2]
Las persecuciones contra hábiles constructores y operarios no quedaron ahí, se integraron más personajes. La historia registra otras persecuciones de personajes que la tradición medieval, corona como santos mártires y guías del oficio, señalando a otro grupo de cuatro soldados romanos [3].
El cambio funcional del martirio en sentido político-social
En la transición del Cristianismo antiguo —desde una emergente religión del Amor hacia una institución del Estado— resultó clave convertir la persecución en martirio. La persecución política se convirtió en testimonio de fe inquebrantable. La iconografía de mártires sirvió para que el cristianismo se transformara en una visión de culpa. El martirio de los cristianos adquirió una profunda ambigüedad, porque se volvió tanto un motivo de orgullo como un signo que transformaba los mensajes del Evangelio en control político. El relato del martirio pasó de ser una denuncia para transformarse en un festival de masoquismo, junto con lo cual se alteró el sentido de la Cruz. Mediante la celebración del martirio de los cristianos se imaginó la tierra en un purgatorio perpetuo, campo para compartir el sadismo de los perseguidores.
Cuando el cristianismo quedó como nueva religión oficial del Estado, es mismo antecedente se convirtió en algo distinto. Los perseguidos fueron sucedidos por perseguidores. El recuerdo de cuando los emperadores atacaron a los cristianos quedó como un señalamiento ominoso, sin embargo, las instituciones religiosas medievales se fusionaron en la tradición opresora. A partir del siglo IV la muerte en la Cruz (elemento de horrible tortura) y el martirio adquirió una relevancia que no tenía dentro del cristianismo de los primeros siglos. Por decirlo en términos coloquiales, el cristianismo cambió la receta, para acentuar su énfasis en el dolor y dejar en segundo plano otros elementos. Esto sucedía simultáneamente con la concentración de poderes en manos de obispos organizados, facultados para perseguir las herejías, que únicamente eran lecturas diferentes de su religión y la integración de los muchos textos evangélicos, en un único cuerpo ortodoxo, que con el tiempo quedó como Nuevo Testamento oficial. El proceso de integración de un cuerpo religioso se evidenciaba como instrumento político con la presencia del emperador Constantino en el Concilio de Nicea[4].
Huellas de la masonería operativa y el culto cristiano
Al volverse religión dominante, el cristianismo se identificó con las diferentes actividades de la sociedad. En especial, la identificación de la religión con las actividades de los constructores (y actividades afines) se refleja en que las herramientas se convirtieron en parte de la iconografía usual para las representaciones de muchos santos y mártires, así como su conversión en reliquias.
Según la leyenda de los Cuatro Mártires Coronados se apunta que “las "reliquias" de los Santos fueron depositadas en la Iglesia: sierra, martillo, mazo, compás y escuadra”.[5] Para mayor precisión las investigaciones históricas no están de acuerdo sobre en qué catacumba fueron enterrados ni cuáles de los dos grupos de mártires, ligados con la construcción medieval, ya sea en Roma o en la cercana localidad de Albano. Los bolandistas (encargados medievales de investigar y certificar las vidas y milagros de santos y mártires) registraron a estos personajes.
La importancia de los gremios masónicos floreció para la iglesia con la construcción de catedrales, que alcanzó su clímax con la utilización del arco gótico. Las catedrales góticas y barrocas eran proyectos tan complejos y ambiciosos, que su elevación tardaba décadas o hasta más del siglo. Bajo tal periodo, los mayores gremios de constructores adquirieron privilegios y estatutos especiales.
Uno de los testimonios escritos más antiguos de la masonería medieval, confirma la veneración por los Cuatro Coronados, en el Manuscrito Regius, donde se indica: “los Cuatro Coronados, santos mártires, que son la gloria de la comunidad. Buenos masones, elegidos, también ellos fueron escultores y tallistas de piedra. Eran obreros dotados de todas las virtudes”[6]
La renovada
Si bien la masonería mantiene sus raíces milenarias, el cambio de época significa que el interés se reubica más hacia rescatar los principios de la ilustración. Sin abandonar las tradiciones, surge un balance diferente, donde muchos aspectos quedan enfatizados en su sentido simbólico, sin interesarse sobre la santidad de sus antepasados. Las leyendas bíblicas y las particulares del gremio operativo adquieren nuevas interpretaciones a partir del siglo XVIII. El concepto mismo de sacrificio desestima el interés obsesivo que protagonizaba la iconografía medieval[7] para reinterpretarse como el combate a los vicios y exaltación de las virtudes, más ligada a un concepto moral surgido desde la filosofía griega[8].
[1] El nombre de Quatuor Coronati es el nombre la primera y más renombrada Logia de Investigación del mundo, la No. 2076 de Inglaterra, fundada en 1886.
[2] Quatuor Coronati, La Leyenda de los Cuatro Mártires Coronados (que fueron Nueve), por José Schlosser. Se agrega el nombre de un aprendiz, Simplicio.
[3] Cuatro soldados martirizados y asesinados de nombres Severus, Severianus, Corpophorus y Victorinus.
[4] Aunque, cabe destacar que la Iglesia naciente no quedó subordinada como servidora directa del gobierno, sino como poder independiente. Eso permaneció como la tendencia principal en la Iglesia de Occidente, tanto en el catolicismo como en el posterior protestantismo. En Oriente, la versión de Iglesia Ortodoxa se fue integrando como un órgano del Estado, más sometida a la autoridad del Gobernante. Véase, Anderson, Las transiciones de la antigüedad al feudalismo.
[5] Quatuor Coronati, La Leyenda de los Cuatro Mártires Coronados (que fueron Nueve), por José Schlosser.
[6] Manuscrito Regius, año 1390, es un largo poema que señala las características y virtudes del gremio de los masones medievales.
[7] Bajo el término rostridad, la interpretación filosófica y psicológica de la religiosidad cristiana, marca matices interesantes en Deleuze y Guattari, Mil mesetas
[8] En los Diálogos de Platón y, más todavía, en La república, se logra apreciar el amplio sentido de la relación entre vicios y virtudes, que resulta mucho más complejo y sutil, que lo interpretado en la tradición cristiana y escolástica.
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