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jueves, 28 de agosto de 2025

CANTINFLEO Y MORDIDA: IDENTIDAD NACIONAL ENTRE RISAS Y CORRUPCIÓN

 

Por Carlos Valdés Martín

 

 

 

La formación cultural de México es complicada y ha integrado tendencias dispares, siendo estos temas el motivo de severas críticas y risas destornilladas[1]. Apuntó Roger Bartra, siguiendo el ejemplo de Octavio Paz[2], que la tradicional identidad del mexicano engarzó con fenómenos de corrupción en la vida pública[3]. En especial, se ha mencionado al estilo del cantinfleo como una expresión de la vida tramposa de la élite, que se trasminó a todo el cuerpo social, haciendo tradición entre las capas populares. La mordida es parte del folklore nacional, tan entrañable como el tequila, y ha sido representada en casi cualquier expresión moderna de la cultura del siglo XX y del XXI. Los relatos picarescos se solazaron inventando que el término "mordida" proviene de la dentadura postiza de un virrey de extraña reputación, que pedía respaldo para recuperar su mordida[4]. Sin embargo, acotemos que esta integración de la mordida a la identidad nacional es un asunto relativo y condicionado. El término es jocoso, pero indica también reprobación, rechazo a una práctica que se considera inmoral, pero parte de la gente "intocable".

 

Mordida

El término es pintoresco y agresivo, apuntando hacia una relación orgánica y casi caníbal del poderoso frente a quien carece de poder. Novo señaló la posible leyenda de origen, la cual no está comprobada: "La 'mordida' viene de los dientes postizos del virrey Mendoza, que reputación de extraño tenía por su afán de morder en las bolsas ajenas, dejando siempre su marca en el erario público". Resulta significativo el contenido emocional y casi grotesco que proporciona esta definición sobre la percepción del Estado, al cual se le atribuyen fantasía variadas y carnavalescas. Basta señalar el término mordida para suponer una amplia condena sobre los actos corruptos del Estado, y agregarle una indicación de gesto primitivo, que recuerda las atribuciones psíquicas y fenomenológicas de Deleuze[5].

 

Cantinfleo

Eludir la respuesta correcta, manteniendo un diálogo, que más bien representa un monólogo, donde no se atina a responder la pregunta ni se entabla un contrapunto verbal, sino que se alarga el comentario. El comentario alargado del cantinfleo posee gracia y un nivel de elocuencia conforme mantiene un contacto verbal que escapa a la ruta discreta, señalando una dirección con discreción y manteniendo una reserva de fuerza discursiva. El crítico Monsiváis destacó al cantinfleo como una expresión sublime de la retórica mexicana y, en particular, el discurso nacionalista predominante al final del siglo XX[6]. Desde las interpretaciones anteriores sobre teoría de la nacionalidad, ya se habían observado peculiaridades del “lenguaje nacional”[7], que, por sus giros y cortesías confusas, señalaban en ese sentido; centrado en la figura tradicional del “pelado” como alburero y tramposo, está apuntando hacia un cantinfleo antes de Cantinflas. El actor y su equipo de productores, incluyendo a un director de cine ruso, Arcady Boytler, pusieron en la escena pública ese rasgo. A partir de las películas Águila o Sol (1938) y ¡Así es mi tierra! (1937), se popularizó esa modalidad y Mario Moreno “Cantinflas” adquirió el protagonismo del personaje cómico que representaba al mexicano, al exagerar ese rasgo.

Siguiendo los precedentes y buscando una mayor perspectiva Bartra Bartra define: "El cantinfleo es la dialéctica mexicana por excelencia: un discurso que dice mucho sin decir nada, que envuelve la verdad en capas de ambigüedad humorística. Inspirado en Cantinflas, este estilo lingüístico no solo entretiene, sino que legitima la corrupción al hacerla parecer inevitable y hasta poética"[8].

 

Teorías divergentes

Para Samuel Ramos, primero en tiempo, el cantinfleo está motivado por un agudo sentimiento de inferioridad desprendido desde la situación colonial, que detona una visión del mundo y un ánimo peculiar entre los pueblos del altiplano mexicano, combinación de amabilidad barroca, resentimiento arraigado y huida emocional.  La teoría de Ramos está sustentada directamente en una teoría psicológica, que terminó desusada, la de Adler sobre la dualidad emocional sobre inferioridad/superioridad convertida en psicología nacional.

La otra explicación del cantinfleo en el lenguaje y alma del mexicano es la de Paz quien señala hacia una peculiar dialéctica de la enajenación del alma, derivada de las mismas premisas históricas y una diferente visión psicológica y antropológica. La soledad existencial está centrada en el vaciamiento de una población que sufre un temor permanente a ser nadie, y se enmascara en formalidades que alejan de la autenticidad. En la visión de Octavio Paz, el cantinfleo es una expresión de talento para enmascarar las profundidades de la psique nacional, que abarca de distinta manera a todas las clases, desde un ostracismo silencioso en el indígena, hasta una mascarada estruendosa en las élites.

 

Discurso oficial

Curiosamente, la oleada y moda de globalización desde el sexenio de Salinas de Gortari, no alcanzó a destruir ese estilo del cantinfleo, sino que lo domesticó, tal como se muestra en el éxito de Chespirito y su Chavo del ocho, que popularizó una fórmula sobre ese mismo estilo, el cual fascinó también a Sudamérica. Las oscilaciones del discurso parecieran regresar a la misma orilla, cuando el estilo de López Obrador desde el Palacio Nacional, rescata el humorismo nacional. La retórica popular no muere, al contrario, se oficializa de un modo que el presidente de México, la adapta a sus designios, que ha demostrado ser factor de comunicación efectiva con sus seguidores.[9] Estos estilos renovados de comunicación de masas, señalan que el proceso de comunicación mantiene fuerte continuidad histórica, y que el sistema de poder está obligado a seguir recurriendo a los códigos prestablecidos.

Señalamos que las bases para que la población sea receptiva con estos modelos de retórica son

 

En los países de tradición española se mantiene esta forma discursiva, que derivó desde la cortesía del periodo barroco, ejemplificada en la poesía del Siglo de Oro[10]. Eludir la respuesta correcta bajo la apariencia de diálogo, define un monólogo disfrazado, donde no se pretende responder en directo la pregunta ni se entabla un contrapunto verbal, sino que se alarga el comentario. ¿Qué sucede cuando el alargamiento es la voz desde el Poder? El puro acaparar ya es una declaración política y efecto de jerarquía, pues “se mantiene la última palabra”. El comentario alargado cuando posee gracia produce su propio encantamiento, que se agrega a la seducción del Poder. La fuerza discursiva acontece en la legitimidad de origen del protagonista del discurso, sin requerir de elementos de potencia como una retórica deslumbrante, falacias convincentes ni una lógica espectacular. La posición del protagonista sobre el escenario resulta suficiente argumento y, desde otros modelos, bastaría el silencio para imponer discurso de Poder. Aquí acontece una coincidencia, en el nuevo discurso oficial.

 

Visualización múltiple

La irrupción de las redes y los teléfonos con cámara trastocan los espacios de intimidad del Poder, para que se conviertan en los balcones atisbados por los ciudadanos. El privilegio de la prensa política de contar las entretelas del palacio queda invadido por el empleo masivo de testimonios ciudadanos, pues basta una mínima cámara para convertir en escándalo cualquier gesto de corrupción. El ocultamiento se convierte en un nuevo dolor de cabeza para las élites políticas y una fuente de regocijo para los ciudadanos que se sienten empoderados con las continuas irrupciones.

Los testimonios de mordidas y corruptelas se multiplican exponencialmente de una manera nunca antes vista. De esa manera, la leyenda novohispana de una mordida se ha convertido en testimonios multiplicados sobre funcionarios, que se repiten sin pausa, y continúan las evidencias, como dijera el clásico latino: ad nauseam.

 

Inercias y transformaciones

La teoría de lo nacional está conformada por fuertes inercias y marcada con el rumbo de las transformaciones. ¿Cómo se vuelve compatible una voluntad transformadora con la recurrencia de pautas añejas y hasta obsesivas? Los elementos que, pese a las previsiones o su falta de notoriedad (por ser desestimadas en la academia histórica) se mantiene en el tiempo están en el corazón de las ocupaciones de Braudel. Lo que para otros sería las estructuras, para Braudel comienza por la observación largoplacista. De la mordida señalamos la integración virreinal temprana y del cantinfleo, apuntamos hacia una variación barroca, propia de la península ibérica. Son muchos siglos de presencia. Habría que comprobar la extensión e intensidad sobre ambos fenómenos, así como su capacidad de importación, porque México no es copia de las costumbres españolas, sino una síntesis novedosa. Los teóricos serios como Bartra asumimos que sí hay continuidad largoplacista[11] y los literatos, menos interesados en las honduras, como Novo y Monsiváis coinciden en ese largo aliento. Ante el derrumbe del “viejo régimen” priista, esas dimensiones han pervivido y hasta ampliado su presencia, aunque los cambios tecnológicos suponen un reto mayúsculo. En particular, la multiplicación de las imágenes y testimonios que supone la extensión de la comunicación representa un reto mayúsculo y abre posibilidades para la modificación de las tendencias en la estética popular y las relaciones entre ciudadanía y gobernantes.

 

 NOTAS:



[1] La base de este escrito fue redactada hacia 1998, en el contexto de materiales que resultaron en Las aguas reflejantes el espejo de la nación, del año 2012.

[2] Octavio Paz, El laberinto de la soledad.

[3] Roger Bartra, La jaula de la melancolía.

[4] Una referencia antigua está en es "El Libro de las Palabras" de Salvador Novo.

[5] Deleuze y Guattari respecto del Estado, en sus dispositivos, en Mil mesetas. 

[6] En Escenas de pudor y liviandad (1988) "El cantinfleo, esa destreza para hablar mucho y no decir nada, es el arma secreta de los presentadores de televisión y los políticos que, con una sonrisa y un gesto, convierten la vacuidad en espectáculo."

[7] Samuel Ramos, El perfil del hombre y la cultura en México.

[8] Roger Bartra, en el capítulo "La cultura del cantinfleo", en La jaula de la melancolía, p. 178.

[9] Por ejemplo: "Miren, nosotros, este… vamos a seguir con la transformación, porque es un compromiso, ¿no?, que hicimos, y lo vamos a cumplir, porque yo no miento, no robo, no traiciono, y me canso ganso, porque ya no es como antes, que se decía una cosa y se hacía otra, no, no, no, aquí es palabra, palabra de hombre, palabra de presidente, y se acabó la corrupción, porque se acabó, y punto." Esta cita es de la conferencia matutina presidencial ("mañanera") del minuto 45 de la transmisión del 19 de febrero de 2019.

[10] Sus grandes cumbres son Calderón de la Barca en el teatro (La vida es sueño) y en la poesía de Góngora y Argote (Soledades, Polifemo y Galatea)

[11] Escuela histórica francesa, desarrollada por Braudel, véase El Mediterráneo.


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