Por Carlos Valdés Martín
El ensayo, titulado El
erotismo, resultó atinado más por consonancia con el cambio de época y no tanto
por su enfoque integral. Ese cambio de época lo marcó una “revolución sexual”
en Occidente, signada por una enorme modificación en los roles de género, así
como la aceptación de la anticoncepción y una visión distinta del placer, saltando desde el repudio
católico-protestante-musulmán hasta una naturalización del sexo. La sexualidad
pasó a ser objeto de estudio para la psicología, que aceptó la gratificación
como una necesidad básica y superó la visión del “pecado de la carne”. La
segunda mitad del siglo XX profundizaría renovando su visión del erotismo,
desplazándolo del anti-valor pecaminoso al valor vital del placer. La propuesta
de Bataille destacó argumentos interesantes, aunque sus “trama teórica” quedó
relegada frente a la tendencia principal de renovación sobre el erotismo;
aunque su vigor como propuesta
marginal, la mantiene interesante y formando parte de las discusiones teóricas.
Generalidades
Georges Bataille es un creador sagaz y desconcertante. Con
esa audacia reinventa un sistema de pensamiento, bajo la modalidad
fragmentaria; lo suyo es un caleidoscopio para poner de cabeza la teoría social
entera. Tan meritoria parece su oferta para "invertir" el concepto de
erotismo, para prolongarlo más allá de sus fronteras biológicas (el mero sexo),
como desconcertante su fórmula para "fundamentar de manera invertida"
este asunto completo. En su perspectiva predomina el intento de
"fundamentar" en lugar de demostrar. Encontrar los orígenes primeros
es actitud propia de filósofos, predomina sobre el afán de demostrar, que es la
actitud típica de otros científicos sociales[1]. Este importante
ensayo sobre el erotismo se delimita en torno a la esencia del mismo, de tal
modo que el asunto se extiende sobre una gran variedad de conexiones, más allá
del concepto originario. En esto también, corresponde una categoría y
singularidad del texto, porque el tema suele abordarse desde la psicología
(sacar una base psíquica), exposición (mostrarlo) o moralismo (condenarlo),
pero casi ninguno intentó “fundamentarlo” en el análisis.
Sin embargo, su característica delinea una
"fundamentación negativa" donde el deseo vital de basa en la muerte. Para
este singular erotismo de Bataille la base del concepto radica en su contrario:
la muerte persiguiendo a la vida.
También es desconcertante su posición ética implicada, pues
en partes semeja (o simula) un moralista, recién salido del seminario, como en
otras semeja un fanático del mal o discípulo del Marqués de Sade[2].
El enfoque de Bataille es global, para atravesar los campos
sin temor a las fronteras de especialidades, y este tema resulta adecuado para
unir sociología, antropología, sicología, y su perspectiva se eleva con mayor
generalidad para abrazar —en la apariencia engañosa— el indiferente terreno de
la economía y busca alcanzar la máxima validez utilizando enfoque global (filosófico)
y abrazando a todas las épocas. Este "enfoque filosófico" se
desprende del argumento de la continuidad y discontinuidad del animal (pluricelular
y humano[3]).
El asunto está vinculado con una variación del existencialismo filosófico
interdisciplinario[4].
Bataille remite la esencia del erotismo al tránsito desde la discontinuidad del
ser y su captación hasta una forma de conciencia que busca la continuidad, la
fusión erótica y trepa al límite: el terreno de la muerte. Digamos que busca acceder
hasta la ontología antropológica revelada en el campo del deseo.
Sin embargo, emerge un erotismo casi sin deleite o “cachondería”,
pues bajo esa óptica de generalidad “científica” Bataille se revela como pobremente
“erótico” en su forma y contenidos para abordar el erotismo. El argumento no enfoca
tanto las expansiones del placer sino sus colindancias con la muerte, su
basamento de repugnancia, ligazón con la angustia, fraternidad con lo sagrado y
la religión, y hasta el perfil místico (que no se confunde con el perfil
erótico del misticismo). ¿Dónde queda el placer erótico? Abatido y marginal,
más concepto que vitalidad. Haciendo un mínimo balance resulta evidente que la
perspectiva de Bataille se ha mantenido marginal, mientras las teorías
psicológicas avanzan para apoderarse del estudio del placer[5].
Conclusión adelantada:
contra-erótico versus pro-erótico
Adelantando conclusiones, esta visión de Bataille acepta el
horizonte anti-erótico (conservador, moralino, medieval, victoriano, católico)
sobre el erotismo para mostrarlo y transgredirlo, pero ya lo asumió y permanece
dentro de ese círculo “conservador”.
La premisa conservadora consiste en la maldad de cualquier sexo (y el erotismo,
amor sensual, unidos al sexo) y de ahí la lucha contra los instintos por ser
violentos, demoniacos, anti-éticos, anti-civilizados…[6]
De principio a fin, esta obra El erotismo
no asume lo placentero dentro de la
órbita del horizonte pro-erótico (hedonista, natural, estético, pagano,
sexológico, progresista), sino que se sustenta en el punto opuesto. Bajo un
esquema teórico original, Bataille acepta las premisas anti-eróticas de que cualquier
sexualidad implica violencia y “bajos instintos”, de tal modo que esa actividad
degrada. Otras visiones pro-eróticas,
desde las cultura grecolatinas asumen que el erotismo (el placer que conduce al
amor, en sus variaciones sutiles y directas[7])
eleva y conduce hacia la humanización y la divinización (son diosas del amor
sexual). Bajo la teoría de la transgresión como base del erotismo quedamos
atrapados en la visión más arcaica del sexo pecador y violento.
Continuidad y discontinuidad: la paradoja de la vida y la muerte
La ontología antropológica expone la existencia de un estado
forzoso de individualidad, que es el estado discontinuo —radical ajenidad— que
no puede ser superado [8], y Bataille pone de
relieve que esa discontinuidad individual sufre de nostalgia [9] para restablecer la mera continuidad, tal como
acontece una continuidad en la reproducción de los seres unicelulares [10]. Su hipótesis es un
anhelo universal para restablecer la continuidad de la vida en cualesquiera
variedades, hasta el abismo de la muerte. Porque para Bataille la muerte es
continuidad, precipitar el ente discontinuo e individual, dentro del abismo de
lo continuo y no individual. Argumenta: ese es el motivo del atractivo y fascinación
de la tumba. El individuo cuando fallece se hunde en la continuidad radical,
que resulta vivencialmente incognoscible (porque siempre conocemos desde la
diferencia). La muerte aporta la clave
de lo que significa para Bataille la continuidad del ser, donde está el
"secreto del erotismo"[11]. Entonces el
erotismo y la muerte están hermanados
íntimamente, no describe una aberración sadomasoquista o una fantasía de Sade,
porque en su reducto límite se comunican la intensidad orgiástica y el abismo
del Tártaro[12].
En esa visión, la violencia
es fundamento de la humanidad[13].
Aunque las siguientes declaraciones son como para asombrar y dejar atónito a
cualquier lector, no por ello las vamos a omitir: "La vía de la
degradación (...) (la prostitución) es preferible a la neutralidad que tendría
la actividad sexual conforme a la razón, sin desgarrar nada más (...) ¡Sólo la
violencia, una violencia insensata, (...) nos abre a la continuidad!"[14]. Digamos que esa idea
de violencia define su contenido secreto de la sexualidad y la prodigalidad existente
y su exuberancia. Además la violencia abre el camino de la transgresión y la
vía para romper los interdictos. En especial, él alega su importancia cuando abre
el camino para el erotismo, porque la transgresión la define como un ejercicio
de violencia.
El interdicto y la transgresión
El humano sale de la animalidad, en este concepto de
Bataille, mediante el trabajo y los interdictos. Que el paso del mono al hombre
acontece mediante el trabajo es la clásica tesis materialista [15]. Pero él agrega otro
punto crucial que sería el establecimiento de prohibiciones, denominadas
interdictos, que concernieron a la actitud hacia los muertos y también, casi en
paralelo, respecto de la actividad amatoria [16], sellada como sexo
vergonzante.
En general, el interdicto es cualquier prohibición colectiva
y cualquier indicación de "no". Digamos con Hegel que la razón última
está en que espíritu (humanidad) significa negación de materia (naturaleza),
confrontación con algunas de sus legalidades esenciales, por eso mismo
instituir la sociabilidad crea restricciones y limitaciones, diciendo “no” al
libre curso espontáneo de la exuberancia y la aniquilación. Porque la
naturaleza para Bataille mantiene un curso destructor[17],
entonces sucedió que "la posibilidad humana dependió del momento en el
que, dejándose llevar por un vértigo insuperable, un ser se esforzó en
responder no"[18]. La esencia de los
interdictos importantes es oponerse al "derroche de la naturaleza",
contra el desbordamiento recíproco de vitalidad y fatalidad presente en ésta. Los
principales interdictos que agrupa refieren a: la muerte, mediante evitaciones
morales y legales sobre el asesinato; al sexo, con limitaciones respecto del
incesto y restricción del sexo al matrimonio; o al terreno de lo sagrado, con
las delimitaciones que hacen intocable el espacio sagrado, pues tocar es
profanar. Buscando sintetizar Bataille dice que el objeto fundamental de los
interdictos es la violencia, porque en ella confluyen el sexo, la muerte y
lo sagrado. Digamos que la figura del interdicto es semejante a la ley,
buscando delimitar un campo de lo aceptable (confinamiento de las libertades),
vedando los terrenos del mal o sobre-humano. Al vedar lo sobrehumano también
define el terreno de lo profano y de lo ordinariamente aceptable.
Si el interdicto resulta la institución fundamental de la
sociedad su pareja dialéctica es la transgresión; define un acto que levanta el
interdicto sin suprimirlo. Existe una "complicidad de la ley y la
violación de la ley"[19]. La violación de la
norma moral, afirma, no jamás demolería la norma moral misma, de otra forma el
pecado nunca acaba con la religión. Hay una complicidad secreta en este terreno
entre la negación instituida del interdicto y la negación de la negación de la
transgresión. "Transgresiones multiplicadas no pueden agotar el
interdicto" [20]. Ni la transgresión
más terrible, ni su multiplicación más prolífica abaten a su contrario, que más
bien permanece como su motor secreto y su mira perpetua: "Echar abajo una
barrera es en sí algo atractivo"[21]. Digamos, que la
transgresión es interiormente (universalmente) impotente, no sirve para fundar
un nuevo ente[22]. Pero, bella
paradoja, también el interdicto es impotente (parcialmente), porque la barrera
exacerba el deseo de transgredirla. Así, el tabú y el pecado alimentan el
erotismo[23]. Y esto resulta muy
importante, porque en el Bataille el interdicto crea un bien, genera un
valor nuevo, por él nace esa "creación paradójica del valor de
atractivo por el interdicto", tributario de una visión teoría subjetiva
del valor[24].
Por la presencia misma de la paradoja también resulta que el
interdicto social esconde reglas para su violación. Un caso extremadamente
llamativo es el "interregno", cuando a la muerte del rey genera un
estallido de violencia y destrucción, dando licencia en las costumbres con
desaparición de los rangos y hasta profanaciones religiosas. El interregno marca
un estallido de desórdenes, definido como periodo de duelo hasta que se
instaura el nuevo rey [25]. Ahí la transgresión
de una población entera se delimita durante un lapso, pero no es una
transgresión fundadora[26].
Profano y sagrado
El mundo humano está escindido en estas dos esferas. El espacio
profano es el espacio del trabajo, el territorio delimitado al interior de los
interdictos, que es lo permitido y ordinario. Precisamente es el ámbito de la
vida ordinaria protegida contra los asaltos de la muerte, la sexualidad y la
naturaleza. Del otro lado, se encuentra lo sagrado, que en especial es un
territorio sellado por la muerte, abarcando el mundo de los no vivos, sea como
campo de los muertos, las divinidades, la magia o lo demoniaco. También el
territorio de lo sagrado está acorazado por diversos interdictos, que evitan la
irrupción del trajín cotidiano sobre su magia. Por lo mismo, la transgresión abriría
el camino hacia lo sagrado, en especial hasta su lado negro, lo maldito,
demoniaco y pecaminoso, aunque también hacia su lado positivo. Recordamos en
varias mitologías a los dioses transgresores, y notablemente, a los que logran
su divinidad a partir de una ruptura de las reglas[27].
"El mundo sagrado se abre a transgresiones limitadas"[28]. En especial, existe
una asimilación religiosa de la transgresión por medio del campo lo divino, en
otras palabras, la religión abre cauce para la violencia y al erotismo[29]. El sacrificio es la
institución típica integrada a las religiones. En los pueblos antiguos la regla
fue el sacrificio de animales, que se identificaban con la divinidad, claro que
el discurso religioso afirma que ofrenda la sublimación más allá de la muerte y
entrega de lo más valioso de la tierra en ofrenda al dios. Bataille no acepta
ese argumento, y sostiene que se mantiene la violencia y hasta se duplica en el
sacrificio ritual: "Una violencia tan divinamente violenta eleva a la
víctima por encima de un mundo plano"[30]. En la misa católica,
el sacrificio simbólico sigue integrando la figura desconcertante del canibalismo
ritual sobre un dios encarnado.
Matrimonio, pernada y orgía: toda la sexualidad es violencia y trasgresión
Llevando las argumentaciones hasta su frontera Bataille
considera que cualquier sexualidad, inclusive la más legal y legítima —que es
la matrimonial— esconde el sello de la fechoría, el cual, bajo el manto de la
religión contiene un signo de pecado. "El acto sexual tiene el valor de
una fechoría, en el matrimonio y fuera del matrimonio. Lo tiene sobre todo si
se trata de una virgen"[31]. Esta tesis
desconcierta, precisamente por asumir el argumento religioso en su extremo, al
tiempo que lo niega. La "demostración" empleada es desviar la mirada
hacia un puerto contiguo, pues si cada "desfloración" implica una
trasgresión, entonces eran adecuados los escasos aristócratas investidos para
saltar sobre lo prohibido. "El sacerdocio designaba en principio aquellos
que debían poseer por primera vez a la novia"[32] y en el Occidente cristiano se acostumbró dar al
señor feudal la desfloración. El motivo fundamental, argumenta Bataille: la
sexualidad se consideraba un acto violento, cuyo peligroso comienzo debía encargarse
a detentadores del poder[33].
En sentido contrario al matrimonio, "la orgía es el
signo de un perfecto trastrocamiento"[34]. Recordando algunas
fiestas orgiásticas de la antigüedad, como las Saturnalias y Bacantes,
el autor considera que reflejan la sexualidad del exceso peligroso, como el
torbellino contagioso que trastoca al orden. Esas fiestas son una avalancha que
busca la fusión ilimitada y pretensiones para la continuidad del ser. "El
origen de la orgía, de la guerra y del sacrificio es el mismo: se sostiene en
la existencia de interdictos que se oponían a la libertad de la violencia
asesina o de la violencia sexual. Inevitablemente, esos interdictos
determinaron el movimiento explosivo de transgresión"[35].
La prostitución
En este punto Bataille contiene, de nuevo, indicaciones
sugerentes, adosadas también con comentarios que colisionan en su extremo, como
veremos adelante. El objeto erótico lo define mediante una paradoja al
presentar "un objeto significativo de la negación de los límites de todo
objeto"[36]; conocedor de Hegel,
plantea un extremo de la dialéctica trascendente, pero no como final (la unión
de sujeto-objeto en el Espíritu Absoluto) sino como encarnación (el cuerpo de
un género). Y dicho objeto general son las mujeres. Según afirma la actitud universal
femenina es pasiva (donde se nota un discurso caduco, quedó rápidamente
obsoleto) para invitar al deseo del varón, estableciendo una proposición al anhelo
masculino que es agresivo[37].
"No hay en cada mujer una prostituta en potencia, pero la prostitución es
consecuencia de la actitud femenina"[38]. El juego consiste
en convencerla, las condiciones de su capitulación, respecto de lo cual
"La prostitución propiamente dicha no introduce más que una práctica de
venialidad"[39]. De mayor interés,
está su consideración sobre la prostitución sagrada, donde no había degradación
sino consagración al sexo. Las vestales recibían dones, regalos excesivos
acorde a la materia inflamable que manejan en esa transgresión religiosamente
ordenada[40]. Por último, le queda
a Bataille preguntarse por qué la prostitución ordinaria se degrada. Para él la
aparición del dinero comprando sexo no provoca su degradación[41],
sino que la violación abierta del interdicto (el tabú anti-sexual, contra el
erotismo) desvaloriza a la prostituta hasta el nivel animal. Como para Bataille
en la esencia humana (social) descansa en izar una serie de interdictos, quien escapa
y los evita por completo —en este caso, la prostituta moviéndose al exterior de
los tabús— queda debajo de lo humano. El desmoronamiento de la condición humana
conduce al nivel de los animales: como los cerdos[42]. Por la misma
degradación, para este autor la prostituta es objeto erótico atractivo, por transgresora.
La belleza sirve para mancillarse
Para Georges Bataille la belleza queda definida como erotismo
plasmado en un objeto, con límites y formas definidas. Hay contradicción con su
definición básica de erotismo que es deseo de la continuidad, pero éste debe de
adquirir cuerpo visible. La belleza materializa el cuerpo de una imposibilidad[43]
(la continuidad en el mundo discontinuo), pero también el cuerpo de una
tragedia, pues el hambre subyacente es el morir. De tal modo, que esa belleza
salva esa imposibilidad y la tragedia queda suspendida, la condena mortal
implicada en el erotismo temporalmente permanece atajada por la conquista de la
belleza. "Nos satisfacemos con una ilusión. La posesión de su objeto (la
belleza) nos dará sin morir el sentimiento de llegar hasta el extremo de
nuestro deseo. No sólo renunciamos a morir: anexionamos el objeto al deseo, que
era en realidad el de morir, lo anexionamos a nuestra vida duradera.
Enriquecemos nuestra vida en lugar de perderla"[44].
Digamos que ese movimiento de disolución encuentra un asidero
en la belleza, pero ésta encuentra su signo negro en este mismo ciclo. Ubicados
en un nivel más concreto, veremos que Bataille piensa en la contraposición
entre belleza del cuerpo concebida como lejana a lo animal[45],
pero que el atractivo "no-animal" abre el camino para el contacto
corporal con "sus partes pilosas, sus partes animales"[46]. Esa es la tragedia
de la belleza, el erotismo integra parte de una “maldición” (por así
denominarla) que pesa sobre la humanidad. Porque el valor
deslumbrante de la belleza existe para ser mancillado, para motivar y cumplir
la transgresión del erotismo. "La belleza importa en primer lugar porque
la fealdad no puede ser mancillada y porque la esencia del erotismo es la
mancha. La humanidad, significativa del interdicto, es transgredida en el
erotismo. Es transgredida, profanada, mancillada. Cuanto mayor es la belleza,
mayor es la mancha"[47]. Con lo cual, a
manera de objeción, destaca que Bataille restablece un discurso tradicional contra
Eva y su estirpe: ellas son eje del mal.
Un erotismo intocable
El erotismo de
Bataille es un libro que no ahorra en dimensiones abordadas. Escondida entre
los pliegues de esa conciencia vibra una tensión interior que reproduce las
gamas de la emoción, oscilando entre el horror y el éxtasis. Casi se diría que
ahí focaliza la conciencia de sí (una idea recibiendo ecos: Selfbebwstein hegeliano y “para sí”
sartreano), en el engranaje donde esa inundación de cosmos se convierte en inundación
contenida y hasta amurallada. Esta es una imagen paradójica, porque decir
"inundación" y afirmar que termina contenida por completo se
contradice[48]. Una
poesía que capta en plenitud esta contradicción es la "Muerte sin fin" de José Gorostiza,
donde la metáfora central es el vaso de agua representando a la conciencia ante
su mortalidad.
La manera de quedar contenido es callar, aunque en el plano
completo se acorralaría dentro del silencio perpetuo. Mejor aún, para Bataille
esto queda forzosamente en lo incomunicable, porque el sentimiento
erótico y las palabras mantienen un espacio vacío inconmensurable: son
realidades de naturaleza ajena. Las palabras remiten al pensamiento y sentimiento,
pero para el autor nunca emiten el estremecimiento erótico[49].
Existen otros sentimientos acompañados plenamente de palabras o gritos, pero el
éxtasis se acompaña de gemidos; las palabras tiernas o excitantes se acompañan
de "sensualidad", que para Bataille, demarca un territorio contiguo
al erotismo, pero jamás lo toca. Así, este concepto de erotismo acontece dentro
del reino del silencio.
NOTAS:
[1] Una tendencia ya presente en la
reflexión de Heidegger, ese pensamiento que consideraba que remitiendo al
momento "fundador" ya queda resuelto el problema de la verdad. La
actitud completa es describir todo el círculo de la ciencia, que ya había
insinuado Hegel. La importancia de remitir al origen de Marx no está peleada
con la demostración por medio de los datos, claro que todo dato es procesado
por el marco conceptual. Sin fundamento (remisión al origen) la demostración
puede tener el "vicio de origen" o falta de base, pero la
fundamentación sin demostración es generalidad vacía, el mero principio de una
investigación.
[2] No es
discípulo, pero sí “toma en serio” las visiones literario-especulativas de
Sade, como lo hace desde otro punto de vista Beauvoir, en su ensayo sobre este
último.
[3] Deriva desde
una visión de Hegel sobre la muerte como discontinuidad. Cf.
HEGEL, G.W.F., Enciclopedia de las
ciencias filosóficas.
[4] En
particular con la visión de El ser y la
nada, de Sartre con una peculiar ruptura: Bataille es original y se
enfrenta al “existencialismo” francés contemporáneo.
[5] De hecho,
la cronología de la psicología como disciplina moderna se liga estrechamente a
la comprensión de la sexualidad y sus dobleces, empezando por el psicoanálisis
de Freud. Para que el proyecto de unificación de Bataille obtuviera éxito
debería desplazar a este tipo de psicología.
[6] Esta
explicación ya se vislumbra en Freud, pero queda en extremo clara con Reich, el
primer sexólogo, con su La irrupción de
la moral sexual. Bataille resultaría “otra vuelta de tuerca” a la irrupción
de la compulsión anti-sexual, que toma la “cosa erótica” sin la intensidad
placentera y requiere de mancillarla, para sustituir el placer ausente. Por
ejemplo, en La historia del ojo el
éxtasis ausente se sustituye por una manipulación física, la cosa-ojo escondida
en la cosa-vagina.
[7] Como ejemplo, lo
grecolatino que mantenía una dualidad entre virtud y vicio, pero no entre
castidad y sexo, ya que buscaban la fortaleza para guiar a sus comunidades, sin
excluir los placeres acordes a su comunidad. De ahí, cierta nostalgia del
occidente cristiano por regresar a la inocencia griega. Cf. Nietzsche, Así habló Zaratustra.
[8] Obviamente es una idea madura de
la individualidad, basada en las premisas sociales que ella implica. Encuentro
eco con momentos de Hegel, donde plantea la dialéctica general de la
individualidad, incluso como concepto de la naturaleza. Porque el mismo
Bataille lo concibe como un resultado de la naturaleza, producto directo de la
mera existencia biológica superior. Cf.
HEGEL, G.W.F., Enciclopedia de las
ciencias filosóficas.
[9] ¡Qué argumento tan platónico!
Concuerda perfectamente con la teoría del amor del banquete, donde se hable de
seres dobles que fueron separados por los dioses, a partir de lo cual existe
una nostalgia por la "media naranja".
[10] Digamos como crítica, que
inicialmente el argumento de la "nostalgia" indica una analogía
originaria, pero que después se presenta como una causa, donde "esta
nostalgia gobierna en todos los hombres las tres formas de erotismo" p.
29.
[11] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 39.
[12] Pero sí lo
señala así en la continuidad de su creación literaria, como se muestra en su
novela Historia del ojo.
[13] Jorge
Veraza en su Subvirtiendo a Bataille
anotó este método de invertir los fundamentos como característico del pensador
francés.
[14] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 194. En antípodas de las
nociones pacíficas, pero hasta las críticas de la violencia aceptan excepciones
en la figura de su expresión máxima como fundadora de otro régimen. Cf.
BENJAMIN, Walter, Para una crítica de la
violencia.
[15] ENGELS, Friedrich, "El papel del trabajo en la transformación
del mono en hombre". Pero también muchos antropólogos han subrayado
ese pasaje.
[16] Esta línea de pensamiento tiene
todo el ascendiente de las religiones, pero desde el punto de vista científico
tiene su principal parentesco (eso creo) con la teoría de la cultura de Freud,
en la cual un asesinato originario del padre tiránico de la horda de primates generó
el sentimiento de culpa colectivo, que engendra la represión de los instintos y
toda la cultura.
[17] Resulta
casi obvio para la crítica, que asumir a la naturaleza como “destructiva” es
colgarle un añadido ético inverso a los románticos que la catalogaban de “buena”
(como el “buen salvaje” de Rousseau donde la ética de la naturaleza confiere
bondad al nativo). Aquí, le confiere una perversión originaria, donde la
negación (el interdicto) es un esfuerzo por escapar de su ley. Quizá parecido
al Tánatos psicológico del Freud maduro, en Más
allá del principio del placer. La tendencia principal de la sociología es
hacia convertir en neutral la naturaleza, pero cuestionable si se logra ese
objetivo, como lo marca la ironía de la Dialéctica
de la ilustración de Horkhaimer y Adorno.
[18] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 88. En este punto
también es interesante comprobar una diferencia con Sartre, quien en El ser y la nada estipuló que el momento
negativo de la naturaleza es inexistente, y que la negatividad surge con el ser
humano. Hay una interesante continuidad (debemos de suponer hasta un diálogo y
debate implícitos) pero en Bataille es más evidente el sello de la maldición de
la naturaleza, sobre la cual se tiene que sellar una segunda
"desgracia" constitutiva, que es la obligación de construir la
sociedad en base a negaciones: interdictos.
[19] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 53. En ese sentido, el
“interdicto” estaría siendo “productor”, mientras la transgresión sería
“consumidora”, un gesto que se agota. La pregunta es cómo se crea, ya sea un
producto o un ente simbólico, como pretende Baudrillard en Crítica de la economía política del signo.
[20] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 70.
[21]BATAILLE, Georges, El erotismo,
p. 70.
[22] "la transgresión ilimitada
es concebible" p. 93. Pero lo que concibe no es la ilimitación del
concepto (una libertad auto-trascendente) sino el ejemplo el interregno, que
veremos a continuación.
[23] No queda suficientemente
resuelto si se trata de la felicidad cuando el pecado desata al placer o de la
desgracia de un "querer de humanidad" que nunca se sostiene por sí
mismo. Pero, en el contexto, parece predominar la desgracia.
[24] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 102. Tributario de una
teoría subjetiva del valor, el argumento no resuelve el fondo del asunto cuando
dice que la escasez artificial produce el valor de las cosas. Resbala hacia una
teoría del monopolio social, que produce el alto precio de los bienes, pero
Bataille soslaya que el monopolio produce o "regula" producción.
[25] Siguiendo la línea de Canetti y James Frazer se puede descubrir la
racionalidad social de los pueblos pre-capitalistas, en los cuales el furor
popular previo a la instauración de un nuevo poder es la advertencia clara
sobre las obligaciones del nuevo soberano para nunca distanciarse de la
voluntad de sus súbditos. Las teorías políticas deberían dar mayor atención a
esas extrañas costumbres arcaicas. Además, la visión de Canetti chocaría con
Bataille, pues en Masa y poder, el
interregno está pactado de antemano, ya se sabe cuándo alborotar y cuando
regresar a la paz.
[26] No se trata de una acción libre
porque es incapaz de crear algo nuevo, instaurar su propia ley interior. En ese
punto es donde Bataille se opone radicalmente a Sartre, quien en todo este
proceso recalcaría las trascendencias y libertades implicadas, aunque las
libertades se enfrascaran en círculos viciosos. Por su parte, Benjamin asume
que un tipo exclusivo de violencia es fundadora: la revolucionaria que instaura
un régimen en Para una crítica de la
violencia.
[27] Aunque creo que es un caso
marginal, es típico en la mitología esquimal que los dioses surgen de la
ruptura de algún tabú (violación, incesto, asesinato). En otras mitologías también
es claro, por ejemplo Zeus surge del derrocamiento violento de Cronos; Huitzilopoztli
derrota a sus hermanos sublevados; Osiris regresa luego de ser muerto por Seth;
los escandinavos mantienen una tensión entre Ases y Vanes hasta el final del
mundo;
[28] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 95.
[29] El punto de que la religión da
un cause al erotismo se puede observan dentro de lo aceptado en las religiones politeístas
y su aceptación del amor dentro de coro divino. Con el cristianismo cambia
esto, pero entonces por medio de la transgresión, por vía del pecado, la misma
religión da el cauce para el erotismo, como deseo pecaminoso.
[30] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 115.
[31] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 153. En esto asume una
visión conservadora de que el sexo sí es el mal y su acción es violencia, por
definición. Contra esto existen amplios argumentos de la psicología humanista
(Fromm) o la sexología (Reich) que explicarían una tendencia represiva en esa
idea, una barrera enorme ante el placer orgiástico disfrazado de frialdad.
[32] Con mucho el tema no deja de ser
mórbidamente interesante. Diferentes estudiosos tienen sus interpretaciones,
que se deberían consultar. De cualquier manera, interesante la interpretación
de Bataille, pero también me resulta un tanto "pobre". ¿Qué sentido
de los deseos presenta esa situación (tan endemoniadamente compleja) donde los
padres y/o el novio entregan a la novia (quien acepta el proceder) al sacerdote
responsable de la iniciación, el cual asume su tarea de estrenar el cuerpo de
la joven, para devolver la chica al seno del matrimonio consagrado?
[33] Resulta
posible utilizar distintas perspectivas, a falta de investigaciones detalladas,
por ejemplo, la doncella como atributo de riqueza y la lucha de los señores por
imponer un dominio sexual y de reproducción. El argumento de Bataille puede
corresponder a una “disculpa” social elaborada mucho después de establecida la
costumbre.
[34] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 156.
[35] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 160. Pero, pongamos la
objeción puntual, esa "explosión" depende de la medida en que se establezca
un dique, de la generación de una potencia estancada. Y aun así esto no es tan
cierto en el caso de la orgía, porque la aceptación (con Wilhelm Reich estimo un
estadio inicial de aceptación del cuerpo, cosa que rechaza Bataille) social del
sexo entre los primitivos y antiguos condicionaba la posibilidad de orgías
dentro del contexto religioso. En cambio, bajo el cristianismo, si llegan a
ocurrir orgías, es marginalmente y bajo un culto de signo contrario, el Sabbat.
Por eso la Saturnalia no es una subversión del orden romano, sino una
tradición.
[36] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 180.
[37] Desde
antes, la psicología cultural había cuestionado la definición de los roles
femeninos (en esa actualidad, alrededor de la posguerra) como anacrónicos y en
proceso de cambio. Cf. HORNEY, Karen, La
psicología femenina.
[38] Ibid., p. 183.
[39] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 183. Aquí tenemos un
típico argumento chocante, donde parece dormitar todo un fondo de moralismo
"old fashion". Desde mi perspectiva, sí es la existencia del dinero
lo que introduce otra perspectiva por el trastrocamiento del sistema de
capacidades y necesidades azuzado por el mercado. Sin embargo, el estigma que
cae sobre las prostitutas puede estar en otro lugar: la formación de los
códigos morales.
[40] Aquí, de nuevo el argumento
chocante, pareciera que Bataille mete un autogol, porque no hay vergüenza en
este sexo, sino lujosa consagración. Como no se encuentra la indicación de su
tesis en este "momento de fundación" Bataille se contenta con simplemente
suponerlo en contraposición con el hecho mismo.
[41] Ese es el
argumento común, para Marx el amor debe cambiarse por amor, jamás por dinero, Manuscritos económico filosóficos de 1844.
Galbraith señala la coincidencia histórica del “invento” del dinero metálico y
la presencia de la prostitución más antigua, en El dinero.
[42] La este argumento resulta en una
alianza simbólica entre la mujer sexual y el cerdo. Existe una curiosa coincidencia
con Kutnizky, quien describió una alianza psico-simbólico-económica entre el
sacrificio de la sexualidad femenina simbolizada por el cerdo como base de
civilización y contenido libidinal del dinero. Cfr. KURNITZKI, Hort, La estructura libidinal del dinero.
[43] En
Bataille su concepto para “imposible” adquirirá una noción más radical en sus
textos de Lo imposible.
[44] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 196.
[45] Digamos que esto es un asunto de
periodo histórico, en otros momentos la animalidad es un asunto de belleza,
pensemos simplemente en la abundancia de pelo como un símbolo de animalidad
erótica.
[46] BATAILLE, Georges, El erotismo, p. 198.
[47] Ibid., p. 202.
[48] Girando en torno a tal
imposibilidad y paradoja, sus ensayos titulados Lo imposible, redondean el problema y los desazones de Bataille en
torno a la sexualidad, machacada por fronteras inalcanzables y rodeadas de
abismos inaccesibles.
[49] Debo insistir, que esta
obra no se interesa por el discurso erótico, como la ancestral literatura del
Chi-Kung del sexo o del Tantra hindú. Al contrario, presuponiendo que el
erotismo está más acá de la cultura, termina en el silencio o el gruñido a modo
de un eros pre-cultural que se aproxima a la muerte.
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