Por Carlos Valdés Martín
La novela de Philip K. Dick ¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas? (Do
Androids Dreams of Electric Sheep?) fue la base de la película Blade Runner adaptada por el director
Ridley Scott y su equipo. Sin duda, esa película modificó el argumento de la
novela creando escenas con méritos propios. El texto de la novela es más
complejo que la película e incluye temáticas muy interesantes, aunque el
lenguaje cinematográfico sumó dramatismo y giros que cautivaron a los
espectadores.
Debido a que la mayoría conocerá primero la película, entre otras razones
porque fue un excelente film y todo un clásico de la ciencia ficción, entonces resulta
indispensable comenzar con un resumen de la novela publicada en 1968 y ahondar
con un análisis más literario que cinéfilo.
Un planeta tras la guerra nuclear
En el ambiente ¿Sueñan los
androides con ovejas eléctricas?, la Tierra sufre las secuelas de una
guerra mundial terminal, ha quedado contaminada con polvo radiactivo y gran
parte de su población ha emigrado para colonizar Marte, en un escenario recurrente
de la ciencia ficción. La visión de una guerra total, más su secuela de
contaminación con extinciones y defectos genéticos[1], bloquea
cualquier perspectiva optimista o de avance lineal; perfila un futuro con horizontes
bloqueados y con líneas de escape desembocando en precipicios. Dibuja un
movimiento ambiguo entre portentos técnicos y decadencia atroz, por tanto
advierte de oscilaciones inquietantes, donde no hay espirales progresistas ni
saltos revolucionarios, sino asíntotas en dirección hacia un angustioso
interrogante[2].
Quienes permanecen en la tierra sufren el ambiente devastado aunque obtienen
la facilidad de habitar las grandes ciudades despobladas, donde existen
edificios enormes paradójicamente habitados hasta por un solo humano. Los que
se quedan son incitados por el gobierno para emigrar, ofreciéndoles la
maravilla tecnológica de un andrillo (en
la película llamados “replicantes”),
que es un robot biológico y con una programación mental sofisticada. Ellos son
casi imposibles de distinguir por los humanos, excepto por sutilezas biológicas
y, sobre todo, por su atrofia para las reacciones emocionales (en particular,
falta de empatía), sin embargo, la
última generación de androides dotados
de un procesador Nexus-6 alcanza un nivel difícil de distinguir en su sentimiento
y empatía. La novela está poderosamente enfocada en las emociones y su
naturaleza, al considerarlas el abrevadero más íntimo de la condición humana, justo
cuando las acosan los andrillos competitivos
y quedan amenazadas por factores de extinción.
Esta novela recoge los miedos y esperanzas de la llamada Guerra Fría,
una competencia por la superioridad entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
En EUA los temores de una guerra con armas atómicas habían alcanzado su clímax
con la crisis de los misiles sobre Cuba en 1962, así que permeaba esa
preocupación[3].
La irrupción de las revoluciones coloniales y las acusaciones sobre
neo-imperialismo, daban un nuevo tono a las divergencias nacionales en un mundo
que anhelaba convivir de otra manera[4].
El derrumbe de los valores tradicionales acompañó a los cambios
culturales desde la posguerra y eclosionó con su expresión en el movimiento
hippy, lo cual facilitaba imaginar culturas alternativas[5]. El
interés por las terapias psicológicas y la modulación de emociones era patente
en los suburbios acomodados. El tema de la extinción de especies era bien
conocido desde hacía mucho. Los trastornos ecológicos y problemas de manejo de
basura resultaban evidentes en el país más rico del planeta.
La fe en los poderes de la tecnología alimentaba las ficciones; tras el
viaje orbital tripulado a la Luna, la expectativa de un futuro alunizaje (que
materializaría un año después en 1969) y la carrera espacial alentaban la idea
de la colonización espacial. Los avances tecnológicos en computación y
múltiples investigaciones ampliaban las fantasías sobre robots, con la noción
de androides compitiendo por el pedestal
de la humanidad.
En la obra de Dick debido a las radiaciones existe un riesgo de
degeneración genética y muchos habitantes son despreciados por ser “especiales”
con mentes débiles e incapaces. La presión para abandonar el planeta debido a
la ruina del medioambiente parecería razonable, pues las especies animales se
han extinguido casi por completo, incluso descubrir un insecto resulta un
evento extraordinario, manifiesto en el episodio de una araña. Por lo mismo,
para los humanos los animales son un símbolo de estatus y objeto de un enorme
afecto. Incluso, casi todos los personajes poseen un animal vivo o una copia
electrónica, que les proporciona bienestar y, por contraste, el tema de los
hijos está ausente.
En el planeta la desolación no se limita a una capa de polvo radiactivo
sino que se extiende a una noción de entropía creciente, expresada en el
término kippel, que implica a los
objetos ya inútiles, ajados y en proceso de convertirse en basura[6]. Esa
expresión es relevante en la novela y demuestra los efectos de una decadencia
arrastrando al planeta entero que afecta a los edificios vacíos, los parajes
desérticos y los pobladores contagiados bajo una especie de depresión. Incluso
se afirma existe una difusa “ley del kippel” que crece ante cualquier descuido.
Las peripecias del cazador de andrillos
En ¿Sueñan los androides con
ovejas eléctricas? el detective policial y cazador de andrillos, Rick Deckard, vive casado con Irán, su esposa solitaria
y depresiva, en un edificio de la ciudad de San Francisco compartido con decenas
de personas. Su más preciada posesión es una oveja, la cual es eléctrica pero a
sus vecinos les presume que es real. Su trabajo es peligroso y un colega acaba
de ser hospitalizado grave, tras perseguir a unos fugados y haber aniquilado a
dos. La variedad de andrillos sofisticados se fugó de Marte y se ocultan en la
ciudad, por lo que recibe la lista con datos para perseguirlos. El perfil del
personaje principal y su oficio integran ingredientes del género thriller en esta novela, pues la
persecución atraviesa su trama y ofrece suspenso combinado con peligro en
situaciones exóticas.
Cazar fugitivos abre la gran oportunidad económica del detective, por la
recompensa que obtendría, al mismo tiempo, que sabe del peligro, por tratarse
de una variedad más inteligente de enemigos. En el proceso de cacería, el
detective considera fuertes cuestionamientos sobre su actividad y visita la
sede de la fábrica de esos robots biológicos, donde los dueños intentan
confundirlo y conoce a Rachael Rosen, una ejemplar de los andrillos avanzados. El encuentro con ella se da en dos fases y, en
el encuentro final, logra seducirlo para desanimarlo en su cacería, desánimo
que sucede sólo parcialmente. Hay que anotar que en esa sociedad las relaciones
carnales entre personas y androides están prohibidas por ley, lo cual causa
conflicto a Rick Deckard, además una fugitiva es idéntica a Rachael. En estas
peripecias, existe un guiño intencionado del autor sobre los temas del racismo
y la discriminación, puestos de moda por la resistencia civil negra en EUA[7].
El primer fugitivo lo localiza a él, disfrazado de policía ruso que se
ofrece a ayudarlo, pero logra un truco para vencerlo y matarlo primero, pues
usa un dispositivo para inutilizar el láser (el arma usual en este relato) del andrillo Polokov y él emplear un antiguo
revólver.
La siguiente fugitiva que localiza el cazarecompensas, es a una cantante
de ópera Luba Luft, que actúa públicamente y es magnífica[8]. El
encuentro resulta curioso porque ella, fingiendo que es humana, llama a la policía y logra que
capturen primero a Rick. Queda detenido por otro
cuerpo policíaco de la ciudad que él desconocía, donde se cuestiona si no
resulta lo ideal para los andrillos
hacerse pasar por policías para ocultarse o hasta ignorar ellos mismos que lo
son. Se encuentra con otro detective cazador que lo ayuda, de nombre Phil Resch,
quien primero lo salva de su superior Garland, un andrillo infiltrado como jefe policíaco. Después, Phil mata a la
cantante androide Luba, de modo injustificado, evidenciando su violencia ante
esos seres. Ese otro detective se justifica al considerarse como una barrera
ante el asalto de los invasores[9], pero
Deckard comprende que él siente empatía por la hembra androide muerta, lo cual
sería un factor incapacitante en la cacería.
Con el dinero de su cacería decide darse el lujo de comprar una cabra
viva y le alcanza para cubrir el enganche. Con la cabra viva regresa feliz a su
casa y su mujer celebra también el logro, aunque está preocupada por la dificultad
para pagar.
En la comisaría, le urgen al detective no descansar
sino perseguir de inmediato a los andrillos
restantes antes de que se enteren y escapen de la ciudad. Antes de dar ese
paso, el detective exige la ayuda de Rachael, quien corresponde a ese mismo
modelo y los conoce bien. La presiona para que se reúnan de inmediato en un
hotel, donde ocurre un encuentro íntimo, el cual posee su doblez pues la andrillo legal, le confiesa que no lo
está ayudando sino infundiendo una especie de desmoralización, ya que una de
las perseguidas es idéntica a ella. Además en esa escena ella termina enojada
porque él prefiere a su esposa y hasta su nueva cabra, por lo que no existe
ningún compromiso, tras disfrutar de la hermosa Rachael.
El detective continua solitario su cacería hacia donde los tres
restantes están reunidos. Son dos hembras y un varón que es el líder del grupo
fugado. La reunión de los tres fugitivos se comprende con la
secuencia de Isidore, un humano especial que se explica adelante. Los andrillos creen estar preparados para
defenderse mediante alguna alarma y dispositivos de protección, pero caen con
bastante facilidad ya que suponían guarecerse en un escondite seguro. Primero
cae Pris la idéntica a Rachael al aproximarse por las escaleras del edificio
solitario. Con la simple estratagema de Dick al fingir él ser el humano discapacitado,
logra sorprender a los últimos andrillos y los elimina sin miramientos. A
diferencia de la película, la cacería final es sencilla y rápida[10], pero despierta
un abrumador cargo de conciencia: “Qué trabajo horrible, se dijo Rick. Soy un
flagelo, como las plagas, como el hambre. A donde voy llevo la vieja maldición.”[11]
Cuando regresa a casa, su esposa informa al cazarecompensas que su cabra
fue sacrificada por Rachael, en un gesto de evidentes celos. El cansancio unido
a los descalabros emocionales afectan a Rick, quien decide viajar hasta un
sitio desolado con la intención de morir. Elige un paraje contaminado y
semidesértico al norte de la ciudad. El arranque suicida en un paraje solitario
se convierte en una experiencia mística de la ascensión con su mesías, llamado
Wilbur Mercer, cuando se siente fusionado. Esta parte es el clímax de la
novela, por entero diferente al inventado para la película con el jefe androide
“replicante” salvando la vida de Rick, lamentándose de su condición, empleando
la memorable metáfora de las lágrimas en la lluvia y liberando una paloma
blanca antes de morir.
De súbito Rick descubre un sapo en el paraje contaminado y cree está
vivo. En la escala jerárquica religiosa se consideraba al burro y al sapo los
animales supremos, por tanto Dick se entusiasma y carga al animal consigo.
Regresa a su hogar agotado y sucio con el sapo cual trofeo increíble. Su esposa
descubre que es un batracio eléctrico, lo cual es aceptado tranquilamente por
ambos. El cansancio provoca un sueño profundo en Rick, y su esposa muy animada
compra una charca y alimentos para mantener sano a su anfibio eléctrico. Con
ese extraño final del sapo eléctrico de trofeo termina la novela.
Las peripecias del “especial” J.
R. Isidore
Este personaje es un adulto discapacitado y tímido afectado por las
radiaciones, así que es un “cabeza de chorlito” de comportamiento infantil y
temeroso. A pesar de sus limitaciones es independiente y trabaja para un
negocio que repara mascotas eléctricas, conduciendo un vehículo para recoger
animales y hacer tareas sencillas. Vive como único huésped en un sórdido
edificio enorme, donde procura controlar su existencia y mantener a raya la
basura y entropía. Este personaje comienza por entero independiente para
entroncarse con la trama principal. Nos muestran que él es muy tímido y torpe
cuando recoge un gato vivo y lo confunde con uno eléctrico, lo cual —por
cierto— fue un error inevitable y lo compartieron sus patrones.
Cuando Isidore descubre a la androide Pris, queda prendado de ella e
intenta ayudarla, sin percibir su hostilidad y la de sus compañeros andrillos.
Imaginar que va a proteger a los andrillos ilegales le entusiasma, pues en su
condición de un especial siente el desprecio generalizado.
Además de su falta de entendimiento y timidez, se distingue por una
mayor emotividad, manifiesta en su descomunal sufrimiento cuando los andrillos
arrancan varias patas a una araña viva, lo cual él no soporta y se precipita
para evitarle más dolor ahogándola. En principio, él se dispone a servir y
proteger a los visitantes andrillos, pero tras la escena de la araña sufre un
choque emocional, y cuando llega el cazarecompensas ya no los oculta. A Rick le
revela su escondite porque quiere proteger a otra araña que sustituye a la
mutilada. Al final de la muerte de los androides, el especial llora por Pris,
la bella.
Además de la ternura que aporta, este Isidore también obliga a preguntar
si el sentimiento no estaría en peligro de extinción. Incluso su personaje muestra
un cuestionamiento sobre el desprecio hacia la gente especial[12]. El
trato oficial implica un sesgo racista, ya que perjudicaría con un daño directo contra
la pureza genética[13].
¿De dónde vienen y a dónde van los
andrillos?
Existen empresas dedicadas a producirlos y son resultado de una larga avanzada
técnica. Su fabricación representa un gran éxito por su perfección, pero
también un desafío para la humanidad oprimida tras las secuelas de una guerra.
Son robots biológicos fabricados para ser lo más parecidos a los humanos,
destinados a respaldarlos en cualesquiera labores, sin embargo, permanecen
marginados como entes de segunda, según revela la trama. El filo del drama está
más centrado en su conversión en humanos completos, y por eso explica las
actividades de la empresa Rosen que cada vez busca perfeccionarlos, por eso
Rachael declara “Después elevaré un informe y la Rosen Association modificará
los elementos DNS del baño de cigotas. Y entonces tendremos el modelo Nexus-7.
Y cuando éste sea sorprendido, lo modificarán; y finalmente la empresa tendrá
un tipo imposible de distinguir.”[14] El
resultado sería organismos indistinguibles en lo físico y lo psíquico, el
objetivo resultaba perturbador para Rick, el humano, pero la hembra androide lo
tomaba con naturalidad. Le interesaban más otros aspectos de la trama, como si ella
renacería en un ser idéntico a sí misma, pero en otra serie-generación[15]. El
argumento posee un doblez curioso, porque ella empieza a manifestar empatía y
emociones no programadas, por ejemplo “Quiero estar yo misma a salvo —abrió
mucho los ojos—. Dios mío, siento empatía por mí misma”[16] Esa
humanización también explica el incidente cuando mata a la cabra de Rick.
Una característica importante de los andrillos es su obsolescencia
programada, elaborados para durar solamente cuatro años, por tanto su
perfección está limitada por el tiempo y la muerte. Sin embargo, algunos
ejemplares muestran un deseo de vivir inesperado que desconcierta a Rick: “mientras
Luba Luft, en un gesto de frenético terror, giraba, trataba de apartarse, caía.
El rayo erró, pero cuando Resch bajó su arma perforó silenciosamente un pequeño
agujero en el estómago de la cantante. Luba empezó a gritar, agazapada contra
la pared del ascensor.”[17] En
algún momento el detective compara ese ímpetu de la mujer androide con la
actitud rayana en depresión de su esposa. Esa característica en la película
adquiere otro tono, cuando el líder se resiste a morir y se lamenta que nadie
conservará impresiones únicas que él obtuvo en su experiencia.
La nueva generación de andrillos
empuja hacia su conversión en humanos o algo a nuestro nivel, al menos. El tema
queda sin resolverse en la novela, pero existe un interesante juego con la
posibilidad de que algunos supuestos humanos sean andrillos con una identidad
falsa integrada, porque recibían memorias modificadas. El test no es infalible
y cada vez pierde eficacia. La misma decadencia anímica del protagonista, indica
que podría identificarse como andrillo, cuando su interior se convierte en
distante y frío: “Pero lo que yo he hecho, eso es ahora ajeno a mí. En verdad
todo en mí es ajeno. Me he convertido en un ser ajeno”[18]
Religión conocida bajo extraña
faz
El relato explica una religión imperante, llamada mercerismo por su
mesías Wilbur Mercer, la cual está basada en la empatía entre los humanos y con
todos los animales, con un fuerte anhelo de revivir y compartir. La clave
emocional de esa religión brinda el distintivo entre humanos y androides: la empatía. Mediante un dispositivo
electrónico ese culto amplifica las sensaciones compartidas, donde cualquiera
se conecta para participar con el momento culminante de la existencia de
Mercer, cuando subió a una montaña acosado y apedreado por enemigos, hasta
lograr una especie de fusión vital y alimentar la vida planetaria. El
paralelismo con el ascenso al monte Calvario y resurrección de Cristo es
evidente[19].
Lo peculiar es la unión de tecnología y de manifestaciones físicas, donde las
usuales son la aparición de heridas por alguna pedrada fantasma durante las
experiencias guiadas mediante el aparato de la empatía.
Una parte importante de la trama oscila entre el cuestionamiento de la
religión imperante como una mistificación y su confirmación por vivencias y
milagros. Dicha confirmación de creencias es mediante experiencias personales
sin la caja de empatía, como le sucede a los protagonistas Rick e Isidore,
además de acontecimientos que parecerían milagros, como la aparición de
pequeños animales y las advertencias de Mercer en momentos claves de la trama.
Para Rick la situación empieza con cierta distancia hacia sus creencias,
pues él nunca había sentido la “fusión total”, la experiencia a la que
aspiraban los adeptos. Al final de la trama sí percibe tal fusión, pero más
allá de la normal sin aparato y además sintiendo que él se ha convertido en
Mercer. Además para el personaje principal su mesías termina teniendo razón,
pues le ha indicado el camino correcto para sus acciones, aunque haga el mal
rompiendo el propio código moral del mercerismo.
Los argumentos en contra del mercerismo son varios y también
convincentes, el personaje payaso Amigo Buster desenmascara que: “El mundo en
que se desarrolla su ascensión es un estudio barato y corriente de Hollywood,
convertido en kippel hace muchos años” y explica que Mercer fue un personaje
protagonizado por un tal Al Jarry, además “las “rocas” eran de un plástico
semejante a la goma. La “sangre” era ketchup y —el técnico rio—el único dolor
del señor Jarry consistió en pasar un día entero sin beber whisky.”[20]
Sin importar el veredicto sobre la veracidad o mistificación de Mercer,
resulta indudable la función de adaptación y guía moral que representa su drama,
para un mundo agobiado por la desolación y erosión continuas.
Sentimientos descontrolados y
bajo el microscopio
En ese planeta post apocalíptico, los sentimientos de quienes se quedan además
requieren de una continua reparación. Las fuentes principales son una “consola
de sentimientos” (la Penfield), la TV con un programa cómico permanente de 23
horas diarias por el Amigo Buster, un payaso acompañado por actrices
exuberantes y de acento extranjero, capaces de ofrecer diversión sin pausa, la
caja de empatía (aparato para ejercer la religión merceristas de la empatía,
definición que en esta novela remplaza sistemáticamente al “amor”) y el afecto hacia los animales[21]. El Penfield aparece desde el inicio para
ofrecer sus servicios que eviten la depresión extrema de la esposa Irán y
reanimen al tenso detective Rick. Resulta casi cómica la referencia a los
números que disparan emociones y que hasta implican una sucesión, como inducir
el deseo de discar el mismo aparato. Esa necesidad de manipular los
sentimientos resulta indispensable ante una percepción de un mundo deplorable,
donde casi toda la gente inteligente e interesante se ha marchado, y quedan los
necios rodeados de la gangrena global del kippel y la escasez de animales. La
televisión complementa la necesidad de distracción permanente y, por ese mismo
fondo depresivo, la máxima popularidad pertenece al programa cómico. De la
estrella de ese programa por su presentación ininterrumpida de 23 horas
sospechan que es androide o un dios. Como sea, los humanos sienten gran
necesidad de ese programa divertido y, al mismo tiempo, trasmutado en ideólogo,
influyendo en la opinión pública a pesar de ser una comedia; su influencia
desmedida alude a fenómenos del entretenimiento cuando son tomados por reales[22]. Con
esos dos primeros mecanismos, cabría afirmar que la población sobreviviente
está sumamente enajenada y escapando de su propio interior, pero esa afirmación
se balancea con el tema del mercerismo, por ser una creencia dedicada a la
empatía. Los personajes principales parecen huir de ellos mismos y enmascararse
bajo sentimientos artificiales, pues su religión los empuja a compartir, para
participar de modo peculiar en sus
dolores y alegrías, como lo muestra la esposa Irán. Sin embargo, en este
aspecto la explicación de la novela señala la ambigüedad de esa humanidad[23]. Queda
muy claro que la gente necesita compartir, pero lo hace a través de una ilusión prefabricada en una proyección
definida, pues siempre repite la misma escena de Mercer que sube una colina
mientras es apedreado y se esfuerza por participar su empatía.
De modo contrastante, las pruebas para descubrir a los androides
consisten en detectar mínimas variaciones de sentimientos, con lo que se
descubre la reacción falsa y la falta de empatía. Ya que los andrillos son
inteligentes y están decididos a disimular, las pruebas requieren de sutileza,
aunadas a un aparato llamado Voigt-Kampff, para medir las reacciones de la piel
y pupila ante las preguntas, donde hay una escala para definir el rango normal.
Interesantes discusiones se presentan sobre la falibilidad de la prueba y que
también hay personas incapaces de pasar esa prueba, por su falta de reacción
emocional. Las escenas de las pruebas psicológicas para detectar a los
androides resultan interesantes, por el reto de las preguntas y respuestas.
El zoológico natural y eléctrico
En el contexto de la extinción, la presencia de los animales multiplica
su importancia afectiva y literaria, como si el autor anticipara la afición por
las mascotas y la multiplicara exponencialmente. Es muy sintomático que la oveja esté en el
título de la novela, que ese animal es el que posee al inicio Rick, pero está
muy frustrado porque esa sustituye a una viva que antes poseía. La envidia y la
jerarquía social están presentes por el vecino que posee dos caballos vivos,
los cuales deberían valer una fortuna. Los valores de los animales están
reflejados en una revista muy popular, titulada Sydney.
Sin embargo, la jerarquía animal
para nuestra cultura actual es peculiar e insólita[24].
Adquiere enorme prestigio el búho, el ave de los filósofos, por haber sido la
primera especie extinta, pero la empresa Rosen posee uno artificial, aunque
alardean que es natural. El protagonista compra una cabra, un animal que
despierta los celos de Rachael, quien la sacrifica en el mismo día de su
adquisición. Por si fuera poco, también los insectos son apreciados, hasta una
araña resulta admirada por Isidore y mutilarle las patitas provoca
consecuencias en la trama.
Los animales naturales y artificiales son difíciles de distinguir, lo
cual se repite en varios pasajes. El protagonista engañaba a sus vecinos con su
oveja eléctrica; un gato muerto deberá ser sustituido por uno artificial para
no alertar ni mortificar a su dueño; una araña sustituta que materializa Mercer
para Isidore nunca se decide si es o no artificial[25].
La religión está muy ligada a los animales, y el mesianismo de Mercer
comenzó con su don para revivir a los animales. Mientras el planeta contaminado
se encarga de extinguir especies, los humanos procuran cuidarlos y también imitarlos
con modelos eléctricos. Para la perspectiva religiosa de Mercer, hay dos
animales distinguidos que son el burro y el sapo. Al terminar la novela, el
protagonista descubre un sapo perdido en la región desolada, incluso cree que
es un animal vivo, pero pronto descubre que es artificial, no por ello deja
de ser en extremo valioso y una modalidad de trofeo final de la aventura.
El ambiente de lo irreal
En ¿Sueñan los androides con
ovejas eléctricas? el planeta post
apocalíptico está acosado por la decadencia y poblado por seres que requieren
una dosis creciente de sentimientos artificiales, pero si los sentimientos son
lo que nos distingue, entonces ¿quiénes son ellos, los antagonistas? La nueva
generación de androides perfeccionados amenaza
con volverse tan emocional y empática como los humanos, entonces la frontera
entre las máquinas y las personas se está desdibujando[26]. Por si
fuera poco, el bombardeo de ajustes emocionales para tapar el pantano de los
sentimientos depresivos por un entorno decadente, están desbaratando la
percepción directa de la realidad. La religión queda sostenida por una especie
de alucinación colectiva programada
mediante un aparato, donde las personas se conectan a unas manijas y miran una
pantalla, hasta sentir que suben con
su líder, en un ascenso místico mientas soportan que les arrojen piedras. Las rocas
de la ascensión golpean físicamente y dejan huellas, cuando se utiliza el
aparato, pero en la trama los personajes principales comienzan a experimentar
la presencia de Mercer de modo directo, en especie de alucinaciones o
revelaciones. En el relato, la frontera entre lo real e imaginario se desvanece por momentos y podemos
preguntarnos si la presencia de lo extraordinario ha evacuado al principio de
realidad en ese ambiente desolado.
La crisis de cualquier jerarquía
Una característica extraordinaria de esta novela es que se han quebrado
o amenazan con romperse varias de las principales jerarquías sobre las que ha
descansado la noción de humanidad. La principal ruptura es la frontera entre
humanidad y androides perfeccionados, y cabría ubicar al replicante cual nuevo esclavo, pero tal definición de
esclavitud (histórica y politizada en el film) no se concluye en la novela. Además
esa crisis jerárquica está soportada por otra serie de quiebres. La crisis
moral del cazarecompensas al identificarse con el drama de los androides,
revide un tema clásico de los dramas morales, cuando los errores o pecados del
sujeto lo colocan en una encrucijada, una estructura reconocible desde el
teatro griego.
La unión entre los humanos está vulnerada
por las colonias (donde habitan los superiores) y el crecimiento de los
especiales, discriminados por tarados; lo cual abre el campo a la defección de
los andrillos. Esto se complementa con una falla soterrada de la jerarquía política
cuando el gobierno se convierte en un ente abstracto y la orden explícita es abandonar
el planeta, aunque las relaciones pragmáticas entre el detective y su jefe
funcionan, existen saltos extraños como la presencia de una segunda comisaría
policial en la misma ciudad y con otro superior que es un androide infiltrado. La
jerarquía de la relación entre géneros está vulnerada por la presencia de
Rachael, atractiva androide, que seduce al detective, aunque su matrimonio sobrevive
a esa amenaza. Las múltiples emociones están alteradas y requieren de una
consola artificial para modularse. El abismo usual entre la divinidad y las
personas está alterado en la hipótesis de que un actor fracasado también sea Mercer;
simultáneamente en el relato el mesías comienza a interferir con la acción
profana, restituyendo a Isidore y advirtiendo a Rick. Asimismo, la naturaleza
misma languidece en una crisis con la extinción de especies, queda desertificada y la contaminación es vista
como entropía que amenaza con la destrucción total[27].
Es evidente que las dos jerarquías fundamentales que están amenazadas en
el relato es la barrera entre pedestal humano y los nuevos androides; junto con
la fragilidad del concepto de realidad. Por lo mismo, una hipótesis plausible
plantearía que también el cazarecompensas Deckard resultaría un androide modificado y con la
consciencia bloqueada, aunque la novela no plantea nada terminante en ese sentido.
Claro que no todo está indefinido y muchos factores se mantienen
funcionales aunque erosionados como el dinero, el matrimonio, la tecnología
misma, la obediencia usual a las leyes… pero son linderos fijos bajo un
conjunto movedizo y erosionado por entropías. El argumento hace énfasis a un
fondo sencillo que da estabilidad: la
lucha a muerte, cual duelo de cowboy, ofrece una frontera. Al fracturarse
las diferencias entre especie humana y androide queda el duelo mortífero[28]. Sin
embargo, la muerte no restablece un auténtico orden, sino que lo pospone pues
sigue la duda ante el reto androide, de ahí la imagen de una asíntota, donde es
imposible precisar el desenlace último.
Calendario de ciencia ficción y
vigencia literaria
La ciencia ficción ofrece una dificultad al imaginar tecnologías
inexistentes y anticipar escenarios desconocidos. Ese ambiente de tecnologías
futuristas exige a los lectores una complicidad y esfuerzo mayor para mirar lo no
existente. El lector de ciencia ficción es
un lector con esfuerzo doble, obligado a materializar inventos inexistentes[29]. Luego
esa doble tarea desparece, pues con el paso del tiempo queda obsoleta. Las
maravillas descritas minuciosamente por Julio Verne resultan artificiosas para
las generaciones futuras y hoy nadie se pregunta si los submarinos lograrán
construirse.
Caído el telón de fondo de la tecnología por venir ¿qué queda de la ciencia ficción? Tras ese telón permanece
el dilema humano, que Philip K. Dick maneja con maestría, pues las culpas y
abismos emotivos permanecen a través de las décadas y saltando sobre la
obsolescencia tecnológica. En ese sentido, la empatía e identificación con
seres no humanos (las mascotas, ambientes, dioses o máquinas) es una
característica universal de nuestra especie, que la novela mueve hacia un
ambiente inquietante. El drama de los sentimientos ante un universo ambiguo
está presente y esa ambivalencia pervive más allá de los giros de época. El remordimiento
claroscuro del detective Rick Deckard pervive durante el viaje de la asíntota que nos empuja hacia cualquier
futuro incierto.
NOTAS:
[1] La escalofriante
visión de las secuelas de una guerra
nuclear total, implica una redefinición frente a la definición clásica de la
guerra, cuando la reducción del oponente a la impotencia mediante la
movilización total era su naturaleza. A la guerra Clausewitz la define como “un
acto de violencia encaminado a forzar al adversario a someterse a nuestra
voluntad”, cuyo objetivo lleva hacia la paz sometiendo a algún adversario o
declarando un armisticio por el alto costo bélico; sin embargo, el género
apocalíptico se plantea que la secuela
es la mayor desgracia. CLAUSEWITZ, Carl, De
la guerra.
[2] La dialéctica de
Hegel descubrió la espiral como ritmo de la historia, con su ritmo de tesis,
antítesis y síntesis. Marx reconvirtió la geometría del futuro en el salto
revolucionario, con una curva que rebasa cualquier presente. Los decadentistas,
inspirados en la antigüedad, proponían una oscilación descendente, bajando del
oro, a la plata y hasta el bronce en Hesíodo. El artista como PKD es capaz de
inventar otra dirección, en una oscilación hacia una ruta indefinida, entre
avances y retrocesos que derivan, como líneas asíntotas, sobre una gran interrogante
que también está asociado con la lucha ante el Caos. Cf. ELIADE, Mircea, El mito del eterno retorno.
[4] La novela está pensada
en términos de un imperio planetario, donde las diferencias nacionales se han
desdibujado, permaneciendo la referencia a ciudades y grandes empresas. De modo
explícito indica un gobierno de las Naciones Unidas mandando sobre la
población, que se divide en celeste y sub-lunar, lo cual daría ese tono
imperial estelar. Cf. VALDÉS MARTÍN, Carlos, Las aguas reflejantes el espejo de la nación.
[5] Significativamente,
el año 1968 se acepta como una bisagra en el cambio de generaciones y de nuevas
perspectivas culturales. Por ejemplo, Gombrowicz, considera la irrupción de una
valoración para la juventud como ícono supremo. Witold Gombrowicz, Conversaciones.
[6] PHILIP K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
“Kippel son los objetos inútiles, las cartas de
propaganda, las cajas de cerillas después de que se ha gastado la última, el
envoltorio del periódico del día anterior. Cuando no hay gente, el kippel se
reproduce” p. 32.
[7] En los años cuando
se escribía la novela estaba en auge el movimiento contra la segregación de los
negros en EUA. Luther King fue asesinado en 1968.
[8] PHILIP K. Dick, op. cit., La cantante Luba Luft: “Estaba a
la altura de las mejores de su colección de antiguos registros. No se podía
negar que la Rosen Association la había construido maravillosamente. Y una vez
más se vio a sí mismo sub especie aeternitatis
como un destructor de formas obligado a actuar por lo que allí oía y veía.” P.
45.
[9] PHILIP K. Dick, op. cit., “Usted,
yo, y todos los cazadores de bonificaciones estamos entre los Nexus-6 y la
humanidad, somos la barrera que los mantiene apartados.” P. 62.
[10] Este desenlace de
los androides queda debajo de la poesía y dramatismo del final cinematográfico
de Blade Runner con la muerte del líder, que confunde sus lágrimas con lluvia y
libera una paloma blanca.
[12] El tema del maltrato
a los desprotegidos es un gran tema de la literatura moderna desde el siglo
XIX, con intervenciones clásicas con Dickens, Hugo, Dostoievski, etc. Lo
peculiar es su clasificación en una categoría de “especial” (un cartel vacío) a
la manera de los operaciones racistas nazis.
[13] PHILIP K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?,
p. 12 “Permanecer en la Tierra significaba la posibilidad de ser clasificado en
cualquier momento como biológicamente inaceptable, una amenaza contra la
herencia prístina de la estirpe humana. Una vez calificado especial, un
ciudadano quedaba, aunque aceptara la esterilización, al margen de la historia.
Cesaba de pertenecer a la humanidad.” De nuevo, aparece la sombra del racismo
en esta novela.
[15] Esto implica una
reflexión sobre la individualidad auténtica comparada contra la serie de la
producción industrial, cuestionada como una posibilidad de enajenación
completa. Cf. Baudrillard, Jean, Economía
política del signo.
[17] PHILIP K. Dick, op. cit., p. 60. En esta escena, el
autor también se vale de la proximidad con la imagen de un cuadro de Eduard Munch,
titulado El grito, el cual le
interesó a Luba con lo que redondea un cuestionamiento sobre el destino del
arte.
[18] PHILIP K. Dick, op. cit., p. 98. El humanismo se inicia
desde el punto opuesto, como ejemplifica la famosa frase de “Nada humano me es
ajeno”. Dicho latino en una obra de Terencio, repetida como inicio de El sentimiento trágico de la vida, y, se
recuerda, era un dicho favorito de Marx. FROMM, Erich, Marx y su concepto del hombre.
[19] La pasión de Cristo
ha sido reinterpretada y convertida en alegoría para una herejía o narrativa
literaria en múltiples ocasiones. La obra histórica de Frances Yates El iluminismo rosacruz, nos demuestra
cómo puede surgir una figura redentora, Christian Rosentkreuts, en una
narración misteriosa, que pronto fue asumida por sus seguidores.
[20] El desenmascarar con escepticismo es un argumento típico de la ciencia ficción que
funciona bien, además a los lectores nos gusta obtener la verdad, pero el
resultado es un “empate” entre los argumentos escépticos y devotos en el
relato. PHILIP K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?,
p. 90.
[21] En PHILIP K. Dick, op. cit., p. 66. De modo marginal se
observa que Imgard una de las androides ilegales, ingería drogas y con eso
alteraba su mente, pero resulta difícil adivinar si esto se aplica a algunos
humanos; más bien, la trama sugiere que el Penfield posee una versatilidad para
alterar las emociones suficiente para que la droga resulte un asunto extraño.
[22] La construcción de
una seudo realidad a partir de mecanismos ideológicos es uno de los temas usuales
de las novelas anti utópicas, como 1984
y Brave new world (Un mundo feliz).
[23] La noción de la enfermedad
mental y la importancia del enmascaramiento (también llamado represión,
inconciencia, etc.) se había extendido por efecto de las teorías psicológicas y
sus ramificaciones en la práctica médica. Además el autor sufrió personalmente
ese tipo de situaciones, incluso crisis mentales. Para la crítica social la
presencia de una máscara represiva en la psique surgía como una inquietud
enorme. Cf. MARCUSE, Herbert, El hombre
unidimensional.
[24] La jerarquía anómala
de los animales novelados es pintoresca, sin embargo, como señala Levi-Strauss
las posibilidades son acordes a cada cultura, incluso hay tribus que se
declaran parientes de los gusanos o insectos. Los motivos para apreciar la
proximidad y hasta declararse pariente de un tótem son variables. Cf. LEVI-STRAUSS,
Claude, El pensamiento salvaje.
[26] Según la teoría de
la totalidad concreta, el concepto de lo que es real depende de la vinculación
con la totalidad. En esa visión post apocalíptica la “totalidad social” está en
crisis para los habitantes de la Tierra, cuando lo mejor del planeta ha
escapado. Por tanto, para quienes se quedan, el sentido de lo que es real está
en crisis, pues ellos son seres en proceso de desecho junto con el resto del
planeta contaminado. KOSIK, Karel, Dialéctica
de lo concreto. Sin embargo, esta novela define un horizonte de
posibilidades concretas, aunque desborden el sentido del realismo ordinario.
Cf. LUKÁCS, George, Significación actual
del realismo crítico.
[27] La contaminación
reedita el símbolo del desierto que había insinuado Nietzsche en su Zarathustra, en el pasaje de “hijas del
desierto”.
[28] El curioso
argumento, casi metafísico, es que el combate a muerte no es por ser
diferentes, sino porque se están volviendo iguales; curiosa dialéctica de
oposición sin desenlace previsible.
[29] Otro maestro del scifi, señala la dificultad de
establecer el género: “esta indeterminación genérica es característica también
de otras novelas de Dick, quizá en grado incluso superior”, LEM, Stanislaw "Philip
K. Dick, un visionario entre charlatanes".
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