Por
Carlos Valdés Martín
Para la mayoría es un desconocido, para los contrarios es un criador de tiranos rojos, para los seguidores es el científico infalible y defensor del proletariado... ¿Para el siglo XXI qué representará? Un esfuerzo de objetividad exige anotar los puntos de fondo donde su teoría ofrece errores y aciertos, casi emparejados, por lo que ser verá.
0) Debemos recordar los principios básicos de la dialéctica
radical, entre ellos, el principio de “todo está en movimiento”, pues la fijeza
resulta una ilusión. Hasta la sólida piedra esconde un movimiento y el más frío
hielo permanece en transformación. El pensamiento dialéctico utilizado por Marx
se distingue del formalismo reflexivo porque al moverse se reconoce
transformándose; cada vez que el pensar dialéctico observa relaciones
aparentemente fijas busca bajo su suelo superficial el desplazamiento y la
transformación[1]. En
cambio ese otro pensamiento (más cotidiano, menos agudo, más perezoso) también aparece
(ordinaria y familiarmente) como fijo, coagularse y detenerse. El
descubrimiento inicial de una idea filosófica o científica posteriormente se
puede convertir (o contra-verter) en dogma, la innovación agotada decae en la
rutina. La innovación del cambio (una concepción abiertamente dialéctica) a
veces se esconde como rutina de la apariencia de movimiento. En su génesis el
pensamiento de Marx levantó como su bandera la innovación del movimiento, asimismo
mostró el pensamiento que enérgicamente tiende hacia la realidad social, se
materializa en vida social y existencia política, e invita a las masas proletarias
a tomar sus armas desde la filosofía[2]
(las cuales hasta entonces no habían encontrado). Pero un matiz prevalece
durante la génesis y otro con la exégesis, uno manifiesta la creación y otro la
apología. En lo siguiente se revelan siete puntos esenciales donde la virtud y
la rutina se entrelazan en el legado del marxismo dialéctico, un pensamiento
que contribuyó a revolucionar su momento histórico, pero después de nacido se
engarza dentro de múltiples tendencias postreras con un sentido contrario y entreteje
varias ironías de la historia.
1) Presentación:
en la ciencia todo acierto es error y toda verdad también es no verdad.
Cualquier acierto incluye un fragmento de error (porque lo contrario supondría
la perfección absoluta, o sea, ¡pensamiento divino!) y el gran pensador crítico
nos exige él también quedar criticado (porque la estricta crítica no se detiene
nunca, o como decía Hegel, este pensamiento en sí es “sujeto”, opera con el
automovimiento[3]) para
que podamos empezar a criticarnos —y esto último significa que los responsables
somos nosotros y Marx ahora nos mantiene sin preocupación (ni nosotros los preocupamos
¡faltaba más!, pero tampoco lo des-cuidamos). Incluso los grandes aciertos del
saber, como la teoría gravitacional de Newton, contienen su semilla de error,
así sea porque no resultan aplicables en otro contexto (en los límites del
“hoyo negro” o del Big-Bang, fenómenos desconocidos para la física del siglo
XVII, donde no aplica la ecuación de la gravitación clásica). Pero nuestro
pensamiento, cada vez que encuentra la figura de la verdad entonces permanece
enamorado de esa belleza, y así solamente asimilamos el acierto de cada
acierto, y exclusivamente captamos la verdad de cada verdad, dejando de lado el
error contenido en el acierto y dejando fuera la no-verdad contenida en cada parcela
de verdad. Y quizá, en principio, tenemos razón al detenernos gustosos para
contemplar esa verdad a nosotros revelada, porque incluir una reflexión sobre
la no-verdad ya nos alejaría de ese gusto, y nos lanzaría por zonas inciertas
para andar por las sendas de lo intranquilo, entre la inquietud causada por el
pensamiento crítico.
1.1) Pensamiento crítico ya debe saber
que su verdad contiene no-verdad. Un
pensamiento pobre o ingenuo porque no es crítico (o que no ha pasado por la
negra noche de la duda, o no ha transitado por el desierto de la negación, que es función de la crítica) descansa
para quedarse a abrevar en su verdad como el oasis último y el final de su
travesía. El pensamiento crítico ya sabe que su verdad abreva en un oasis
transitorio, queda obligado a avanzar luego de cada “victoria pírrica”. El pensamiento
no-crítico por su ingenuidad propia puede creer en el “final de la historia”,
pero el pensamiento crítico no resulta tan incauto para pretender el “final de
la historia”. El pensamiento no-crítico puede creer con una fe ingenua que nada
cambia y el sonido del mundo siempre repite lo mismo; pero el pensamiento
crítico arranca desde la premisa de “todo cambia y nada permanece inalterado”,
según una imagen casi poética: los pequeños puentes fabricados durante el
invierno son destruidos cuando la primavera trae el deshielo[4].
1.2.) La paradoja del dogmatismo
a-crítico injertado en el pensamiento crítico. El dogmatismo como premisa supone inexistente al cambio y cree que su (o
mi) verdad levanta la última frontera posible del saber, entonces el dogmatismo
resulta un injerto extraño en el pensamiento crítico. El dogmatismo escribe un
acta de defunción para el pensamiento crítico y también construye el mausoleo
para el dogmatismo mismo, pues quedando petrificado ya no aspira a mantenerse
como pensamiento vivo. Porque solamente merece designarse como pensamiento vivo
aquel que continua el camino del descubrimiento. Benditos los descubridores de un
ayer cuando en el ahora sostienen su mausoleo para esas verdades pasadas, pero
los benditos de hoy deben continuar encontrando la no-verdad en la verdad de
ayer, y perfeccionando el conocimiento. Porque encontrar la no-verdad del día
de hoy abre los campos para descubrir la sí-verdad del mañana. Cuando la verdad
de hoy demuestra su no-verdad muestra su lado fructífero, invita a
perfeccionarse y a levantar el pedestal de la verdad del mañana. El dogmatismo
de la interpretación no merece achacarse personalmente a Marx, sino a sus continuadores,
quienes convierten algunas verdades develadas por el fundador en una frontera
final, para permanecer abrevando en el oasis. Claro, el abrevar entre las
verdades pasadas refresca y afila a la mente, y reconociendo los aciertos del
pasado nos evitamos re-inventar el hilo negro. Partiendo desde los
descubrimientos generales pretéritos tenemos herramientas para laborar las
parcelas particulares del conocimiento. Sin embargo, difiere la labor de exégesis
frente a la dogmática, y esta última atrae una parálisis del pensamiento,
detención de la labor crítica y constructiva del saber.
2) El
sujeto desde el cual se habla. El sujeto desde el cual habla Marx
ofrece una novedad radical frente a la interpretación precedente desde la Ilustración, la cual
había encontrado en la Razón
la fuente del sujeto humano pensante, pues desde la racionalidad universal buscaba
analizar. Incluso si nos desplazamos más atrás, la filosofía griega se inicia
afirmando que cada humano contiene la potencia pensante y no existe una
posición no-pensante. Aunque el contexto fue una sociedad esclavista, por
inicio Sócrates define que la potencia del pensar existe hasta en el esclavo[5]
(seguramente un concepto demasiado escandaloso o adelantado para su época).
Pero Marx ofrece este otro peculiar principio: la conciencia está determinada
por su condición social material, por lo tanto el acceso a la conciencia queda
determinado por la posición social de los sujetos[6].
Así Marx plantea una tesis epistemológico-revolucionaria de que solamente la
posición del proletariado le permite una comprensión científica de una sociedad
capitalista destinada a desaparecer rápidamente. La solidaridad del pensador
burgués con su sociedad destinada a desaparecer le haría incapaz de comprender
el curso correcto de la historia, le haría incapaz de comprender las exactas
leyes del movimiento social[7].
Esta es la pretensión de Marx como pensador proletario, acotando el campo de lo
“verdadero”. Ya que cada sujeto no existe en el aire y que el pensamiento
teórico está casi monopolizado por clases dominantes o intermedias ilustradas viene
una dificultad (por principio enorme) para conquistar un punto de vista
científico, dificultad indicada en el lema de la “conquista del punto vista
proletario revolucionario” o comunista.
2.1.) Solidaridad radical entre pensamiento
y trabajo pero... La estructura histórica y
teórica del marxismo configura una solidaridad radical entre el pensador y el
trabajador. En los hechos a lo largo de la historia humana ha ocurrido muchas
veces el desencuentro y el encuentro entre pensador y trabajador manual. La
historia de la política, las religiones y la filosofía nos muestra esta
oscilación. Me parece que en el curso de la historia humana predomina la
oposición entre pensamiento y trabajo manual, pero con Marx la oposición entre
el pensador y el trabajador desposeído deviene en solidaridad radical.
Sin embargo, la conciencia para resultar
completa debe ser autoconciencia, pero (en este esquema) también ausencia total
de conciencia personal del pensador. En buena medida, el mismo Marx se analizó
y estableció la condiciones de posibilidad de su pensamiento en la maduración
del capitalismo y la condiciones de desarrollo confluyentes entre Inglaterra
(Economía Política derivada de la industrialización), Francia (Historia
derivada de la lucha política de clases) y Alemania (Filosofía derivada del relativo
atraso alemán). Una vez hecha esta reflexión y forjada la estructura de la
teoría como materialismo histórico y dialéctico y crítica de la economía
política, quedará siempre pendiente una tarea de autorreflexión. El pensador mismo
se ha identificado con el proletario, se ha integrado a su punto de vista, pero
entonces sale del cuadro y se vuelve una entidad pura (no una personalidad
concreta). La problemática existente en el pensador mismo (como sujeto objeto
de esta participación en teoría y práctica) se dibujó muy débilmente y se dejó
en suspenso[8]. La
participación del pensamiento como un intelectual parecía identificarse (o
reducirse) con la auto-constitución del proletariado y así se interpretó en la
teoría del partido político de Lenin y después se enmascaró bajo la
problemática del poder del Estado socialista. En parte, el partido político y
el Estado integran dos de las principales configuraciones de la actividad
intelectual concreta (si se quiere, son las esenciales divisiones del trabajo
intelectual cualitativo). La reflexión sobre estos temas quedaría como en
suspenso, pero mientras la historia se adelantaría dando tremendos sustos, y
moviéndose sobre los “agujeros negros” de la teoría de Marx. En efecto, ya
habían triunfado varias revoluciones en su nombre y todavía no aparecía una
teoría (que mereciera el nombre de teoría) marxista del Estado ni de la
relación entre trabajo y pensamiento. Los errores y horrores de la historia
siguiente son evidentes. Aquí no pretendo establecer un error ni una
responsabilidad de Marx hacia el socialismo de Estado y sus vertientes
estalinistas. Pero resulta claro que existía un enorme hueco en la reflexión y los
movimientos de corte socialista no contaron con herramientas intelectuales
(previsiones certeras, alternativas, medios de acción...) para el proletariado
y campesinado ascendente, cuando derribaban gobiernos en nombre del socialismo
marxista y levantaban enormes maquinarias de Estado, operando un extraordinario
experimento social que terminaría en un fracaso. Cuando menciono el error dentro
de tan formidables movimientos sociales no es porque espere obtener una bola de
cristal para guiar tales movimientos, sino enfatizar que permanecía inexistente
el campo de reflexión sobre el Estado a construir, más allá de la inocencia (de
los grupos sociales participantes) que ha permitido la instauración de
dictaduras conduciendo hacia un callejón sin salida de la historia. Entonces no
existe el campo de reflexión en base a una fusión entre intelecto y proletario,
que es esencial al punto de vista. Es decir, la teoría del punto de vista
proletario[9]
no permitió “ver el punto de vista mismo” y no abre campo a la explicación para
la autoconciencia (ese asunto tan difícil) en el curso de la acción histórica,
que también se resignifica con la expansión de la educación y la tansformación
del gran parte del proletariado en un estricto cognitariado[10].
2.2.) Suposición de la perfección del
punto de vista proletario. La teoría
del punto de vista se convierte en suposición de perfección y por tanto
castración de la crítica. El discurso del punto de vista proletario (marx-ismo
ya después de Marx se acentúa esto profundamente) se convierte fácilmente
(aunque no hubiera tal intención) en un “no-pensamiento” o en una jaula del
pensamiento. Una vez que se acepta existe una perfección científica de base en
el punto de vista proletario, el paso siguiente es acorazarse contra los voces
en contra (ya sea la voz interna, la voz de un contrincante teórico y la “voz
de lo hechos”), y entonces la virtudes reales y potenciales de un punto vista
proletario (impugnador radical de la sociedad presente, representación de
intereses de las mayorías, etc.) se convierten también en ataduras.
La perfección social-material no fue
ganada por el proletariado, simplemente se acepta como su axioma de potencia
(su potencia liberadora radical, su esencia comunista). El engolosinamiento
sobre el punto de vista del proletariado contiene su correlato práctico en una
interpretación que demostró conducir al desastre. Marx argumenta, y más bien
implícitamente, que dentro del proletariado existen las virtudes humanas
suficientes (una relación social socialista o comunista) para hacer irrumpir
una nueva sociedad superior. Esto significa que el hecho de constituir fuerza productiva material y relación
social cooperativa bastaría para reconfigurar a la sociedad futura. La
breve experiencia histórica del siglo XX indicó otra tendencia, indicó que no
bastaba esa doble característica para desencadenar la potencia positiva de la
masa proletaria y reconfigurar una sociedad superior al capitalismo. Me parece
que todavía el proletariado (o el sujeto colectivo que se guste como la nueva
“multitud”[11] o el
anterior concepto de “pueblo” o, con mayor precisión de términos, el novedoso
concepto de “cognitariado” que los sustituye como realidad efectiva) queda
obligado a pasar por un proceso de constitución interna, por una
regeneración, educación o configuración para perfilar una nueva sociedad
superadora. La idea equivoca fue que bastaba romper el cascarón (las cadenas
sociales) para que nazca el polluelo liberado (poseyendo el ADN del futuro
socialista). Pero la estructura de la historia nos obliga a profetizar procesos
de auto-constitución social en los diversos órdenes, y por lo tanto el proceso
de reconstitución social sería mucho más complejo que una breve (o acelerada) auto-constitución
durante una revolución político-social. Los revolucionarios prácticos como
Lenin y Mao sí consideraron la autogestión revolucionaria de las masas, pero
muy concentrada (o reducida) a un breve periodo de educación revolucionaria
durante la revolución misma. Los motivos de la perfección del proletariado
generaron la ilusión de una perfección no ganada, conteniendo la idea de
que las cadenas radicales bastan para reconfigurar el mundo, ofreciendo la idea
de Marx sobre una revolución socialista demasiado sencilla y a la mano, que
trajera el bienestar a la humanidad.
3) La
producción del ser humano y la teoría como producción. Un acierto
esencial de Marx es su concepto de la historia como la producción del ser
humano, este es el concepto de la auto-constitución desde la práctica (en
su sentido total), por tanto ofrece una gran aportación. Este concepto de la
historia ya se venía perfilando y solamente se podría precisar en cierta época
de mayor densidad de la producción humana. Este concepto de producción humana
como la historia propia se venía perfilando desde el Renacimiento con Vico y
otros, pero habría de acentuarse con la Ilustración. Esta
producción de la Historia
ya emerge muy perfilada en Hegel. Aquí Marx implica conservación de Hegel y no
ruptura, digamos que predomina la inversión teórica, al invertir el fundamento
del antecesor, pasando desde el Espíritu en auto-constitución de Hegel a la
práctica productiva total de la
Sociedad.
3.1.) La diosa Atenea nació con armadura
de la cabeza de Zeus, de igual forma la Teoría de la Revolución nació
completa de la cabeza de Marx (y de Engels
para reconocer al compañero comunista). Aunque claramente integrado en la Historia, el concepto del
teorizar de Marx no me parece quede tan claramente operando como
auto-constitución (a la manera del joven Hegel). En Marx la teorización oscila
entre la exterioridad al Ser (la clase social con el punto de vista
privilegiado) y formación instantánea como esta Obra (cuestión que también se
le puede y debe reprochar a Hegel y a casi cualquier filósofo, que se asume la
tarea de la humanidad entera sobre sus hombros, como si fabricase una única
obra individual). Y esta presencia de la Obra Teórica en Marx
como un solo evento no es su discurso, sino su práctica, materializada en el
titánico esfuerzo personal por comprender (¡aquí y ahora!) al totalidad el
Sistema (la Historia
humana en su fase Capitalista). Me parece que, de nuevo, estamos en el movedizo
terreno donde el acierto implica un error. Si una teoría pondría en juego la
obra humana como acto colectivo sería la del mismo Marx, pero el nacer
de la teoría se presenta como el parto individual. Una teoría típica
liberal (exaltando la enorme potencia de un solitario individuo) no tendría
ningún problema con este modo de argumentar, pero una teoría “radicalmente
comunista” sí debería manifestar muchos y enormes reparos en aceptar a un
“padre fundador”, y que el padre fundador sean dos personas (Marx más Engels) no
cambia en esencia la cuestión. De hecho, la siguiente crónica del marxismo
empezó a generar una especie de colección de “padres fundadores”, bajo la
sucesión de perfiles en la bandera roja de las revoluciones triunfantes, aunque
con enormes variaciones de país en país, tendríamos a Marx-Engels-Lenin-Stalin
para la URSS, y
se agregó Mao para China, y se agregaría otro prócer menor según fuera el país
comunista de referencia.
En esto último nos sumamos a la ya muy
conocida crítica contra el culto de la personalidad, fenómeno
histórico-político-cultural expresándose en los íconos arriba indicados. Pero
no estoy señalando el problema de que un individuo y un grupo exaltan a un
pensador muerto, sino el problema de la necesaria conciencia de la
auto-constitución de la conciencia. Para una visión comunista al estilo de Marx
la creación de la teoría tendría que resultar más colectiva y social, no
delimitándose como el privilegio de cuatro o cinco individuos-íconos. Los primeros
marxistas y algunos sucesores se devanaron ligeramente el cerebro en esta
paradoja y creyeron que esto solamente había ocurrido en el principio, pues el
saber estaba semimonopolizado en la burguesía y los intelectuales, pero que
pronto las cosas tomarían el cause de un proceso más socializado y veían que
“la clase obrera demostraría su capacidad teórica”, por ejemplo estimaba Engels
que la clase obrera alemana ya estaba leyendo El capital[12].
El caso práctico de que los obreros industriales (como conjunto social) sean
lectores y comprendan más o menos bien El
capital me parece que ya contiene un claro ingrediente de ilusión.
Aunque no ocurriera una lectura de textos teóricos, la historia sucesiva más
bien demuestra, que grandes sectores del proletariado se convirtieron en
partidarios activos del marxismo y así iniciaron el proceso de
auto-constitución de la conciencia, pero (paradójicamente) la teoría originaria
se convirtió en un cuerpo de identidad perfecto (discurso ideológico), que
mientras los conceptos (de Marx) eran escamoteados (alterados, triturados,
torcidos) en la práctica mientras por las organizaciones políticas comunistas se
reivindicaba la ortodoxia (de Marx). En general, me parecería que la
auto-constitución de la práctica teórica de proletariado quedó completamente trunca
(hubo un principio pero desconocemos si alcanzar el final resultaba viable). La
práctica teórica también es auto-constitutiva, el momento activo de la teoría,
queda oculto en su eficacia, y el movimiento político y social socialista y
comunista se pretendió como una mera continuidad, aunque más bien predominó la
ruptura (con conceptos alterados, triturados, torcidos), generando la
discontinuidad del socialismo práctico (de partido, de sindicato y de Estado)
respecto de la estricta teoría de Marx.
3.2.) La teoría de la producción de
la humanidad también debe ser teoría de la producción de la libertad. Como
crítica de la sociedad, la obra de Marx revela la tragedia de la explotación y
la enajenación global desde la producción. La teoría de Marx comienza desde la
producción de la enajenación, pero no revela la producción de la
des-enajenación, sino ofrece un “cambio de plano” (el salto dialéctico de la
revolución). La teoría marxista no ofrece una producción de des-enajenación
consecuente como camino de salida, sino que ofrece un salto cualitativo (la Revolución social desde
el poder del Estado), un salto generando una re-apropiación global. Pero la
reapropiación no implica producción, sino que arranca desde la propiedad y no
desde la actividad misma. La revolución por vía del Estado (interpretación
generalizada de los marxistas al estilo de Lenin, Mao, Guevara, etc.) se
propone reapropiar la propiedad, pero lo que originalmente se desapropió fueron
las fuerzas productivas (colocadas en los sujetos, en sus potencias
productivas y en su capacidad de gestión, de coordinación, de auto-conducción
desde el individuo hasta la sociedad mundial).
Para lograr la
Liberación Social se requiere de reapropiar las fuerzas
productivas (capacidad de los sujetos para apropiarse de los medios de
producción, pero no solamente locales sino de la gestión total de la Sociedad) y no
simplemente reapropiar la propiedad, porque la experiencia demuestra que esto
se convierte en una Ilusión, donde la propiedad queda concentradísima en manos
del Estado, simple cambio de forma de enajenación dispersa (los muchos grandes capitales
donde la suma de sus grandes fragmentos domina la economía) al gran patrono (que
al estar integrado como entidad política, además deviene en dictadura
tiránica), aunque inicialmente bajo la Ilusión de que es el Proletariado (con “P”
mayúscula, como sujeto único) quien gobierna al Estado, cuando ocurre lo
contrario, pues gobierna el aparato de Estado, personificado en su Dictador. Entonces,
redondeando esta tesis, la teoría de la producción social requiere de incluir
el concepto mismo de Revolución, la cual no tiene significado esencial como
“aceleración” o “salto cualitativo” sino cuando se descubre la novedad de una
producción (por producir la relación social deseada) desde abajo, entonces
resultan casi idénticas Reforma y Revolución. Entonces la praxis o
práctica acorde a una teoría social de la producción de la des-enajenación en
un sentido liberador implica la gestión revolucionaria, por tanto el acto
inmediato ya contiene una nueva relación social de práctica (un vínculo de
libertad-igualdad-fraternidad) o resulta una ilusión. Por tanto, el mayor
interés resultará para la práctica transformadora el enfocarse en las parcelas
donde efectivamente se genera la des-enajenación, sin descuidar los efectos
globales (la estructura del capital global, el Estado como red de poder, el
sistema de comunicación Global, etc.). La des-enajenación se genera
especialmente en la educación de los sujetos (y el educador debe ser educado[13])
y las opciones de gestión social (cooperativismo, etc.) y el creciente control
del sistema político (derechos políticos, participación democrática, soberanía
nacional, etc.). Es decir, resulta completamente afín a un conjunto de
prácticas cumplidas por el movimiento socialista, comunista, pero también con
las prácticas corrientes entre los liberales demócratas. El argumento resulta
importante, por la trampa en que se cae cuando se espera una redefinición
social global[14] como
premisa de la des-enajenación, o de la libertad-igualdad-fraternidad.
4) Marx
mira toda la negatividad de aquí y ahora, pero deja en la sombra la negatividad
después de la
Revolución. Aunque Marx no pretende ser ingenuo, el
Estado post-revolucionario lo supone entrado en el cambio cuántico, y la
desaparición progresiva de la fuente de la negatividad. Al Estado
post-revolucionario lo llama “dictadura del proletariado” para mostrar su
“mancha de tigre” con el término dictadura. Pero la pervivencia de la
negatividad fue mucho más allá en las situaciones post-revolucionarias. La
fuente de la negatividad social pervivió en todos los regímenes
post-revolucionarios y tuvo su vigencia desde Rusia hasta China, desde Vietnam
hasta Cuba. Esta negatividad no la podemos reducir ni dejar tan fácilmente de
lado. Incluso suponiendo que se iniciara el proceso post-revolucionario socialista
desde una sociedad más bien rica, como lo exigían algunos grupos
revolucionarios que vieron en el territorio precario (pobre en fuerzas
productivas) de los países revolucionarios el caldo de cultivo de las
burocracias represivas. Incluso suponiendo que la clase obrera se ha preparado
y superado sus limitaciones iniciales, se ha educado y auto-constituido.
Incluso con los supuestos más optimistas todavía tenemos que
tomar en cuenta una negatividad presente en la sociedad humana, una fuente
de antagonismo. De lo contrario, caeríamos en el salto ilógico consistente en
que hasta hoy creíamos en la negatividad como motor del movimiento pero desde
mañana impera la armonía y se detienen las contradicciones, así desaparece la
negatividad como motor. ¿Como continúa la contradicción? ¿Cómo se gestiona más
humanamente una verdadera negatividad social? Porque cuando la negatividad
social permanece oculta entonces es una garantía de que la negatividad domine
de manera sorda, porque la falta de conciencia nunca ha sido una ventaja para
la constitución social. Y esto de la negatividad oculta que domina no marca una
simple hipótesis, baste observar el comportamiento político social de los
muchos Estados de corte estalinista, donde se decretaba la felicidad universal
mientras se establecía una censura universal y se enviaba a los disidentes a
cárceles y campos de exterminio. Ciertamente, Marx jamás afirmó ingenua y llanamente
que luego del capitalismo desaparecieran las contradicciones, pero sí pretende
un cambio de época, en un sentido cualitativo tan radical terminando con la
explotación (la contradicción social principal) que sus sucesores se embarcan
sobre tal hipótesis de un socialismo sin negatividad y en dado caso para
aplicarla contra sus detractores (como “purga” o persecución).
4.1) El supuesto de la negatividad
social base de las garantías democráticas. Bajo el supuesto de una
negatividad de fondo se han levantado las barreras institucionales de las
democracias constitucionales contra el abuso. Bajo un supuesto pesimista de
fuentes de negatividad social entonces se han formulado los postulados de los
derechos humanos, de las garantías individuales, de los derechos sociales
garantizados por ley, la separación de poderes legales, etc. Las diversas
garantías legales del ciudadano se han levantado bajo supuestos pesimistas,
entonces ignorar este pesimismo y creer que la virtud intrínseca del
proletariado garantiza el más humano de los regímenes ya demostró erigir un
error colosal y de graves consecuencias. Y curiosamente esa falta de previsión
de “garantías contra la negatividad” también está en contra de una definición
del pensamiento crítico, definido como una disposición a detectar lo negativo y
entonces alistarse a combatirlo. Una vez observada la experiencia histórica,
donde entre la fuerza sísmica de los fenómenos revolucionarios las masas
proletarias quedan indefensas ante el Estado (el cual supuestamente los
defiende) implica redoblar esfuerzos para establecer garantismos (leyes de
defensa, mecanismos de protección) a favor de los ciudadanos durante las fases
post-revolucionarias.
5) La
conciencia sustituye al espíritu. Marx ofreció entender la conciencia
ignorando el espíritu, mientras Hegel ofreció entender la conciencia fundándola
en el espíritu. Parece que Marx invierte a Hegel pero avanza más allá.
Enfrascado en el horizonte de la ciencia natural de su época, Marx se limita a
identificar a la realidad igual a materialidad, y lo demás le parece epifenómeno
de la ideología. Le parece que no hay espíritu más allá de la conciencia, la
cual es un fenómeno natural-social, que inicia en la percepción y termina en el
pensamiento. En esto se engarza con la filosofía materialista y con las
versiones objetivistas del idealismo. Y este enfoque es importante para hacer
avanzar el estudio de lo concreto, corresponde con el “espíritu científico”. Lo
cual tampoco encierra una demostración a fondo de la inexistencia del espíritu.
Hasta donde se encontraba el saber de su tiempo parecía estar en un acierto y sin
problemas. Sin embargo, la continuidad de la investigación física señala hacia
el espíritu, hacia un más allá de la bi-dimensionalidad de lo que Marx entendía
por materia, como esa entidad externa, preexistente e inmutable[15].
Casi toda la filosofía previa a Marx
estaba dominada por la dualidad materia-espíritu. Esa dualidad (que se puede
presentar bajo la forma de una trinidad mediada por el ánima o “psiqué”) está
marcada y se mantiene en casi todo el patrón cultural de la humanidad. Pero la
investigación objetiva, casi siempre, se deshace de los andamios para continuar
haciendo sus obras, por eso la “hipótesis de un espíritu” no resulta relevante
para estudiar un evento histórico, porque serviría mejor ignorar al “espíritu”
de Napoleón cuando perfectamente tomo en cuenta las palabras y los actos del
individuo Bonaparte en su narrativa.
5.1.) Sin embargo, la urgencia de Ser
y el Cierre de posibilidades van de la mano con una conciencia material finita
como corazón del proceso social. Una diferencia entre la conciencia
material y la concepción donde la conciencia implica un espíritu, radica en la
captación de la trascendencia del espíritu donde resulta más amplia y hasta
generosa. Para un espíritu eterno envuelto en un cuerpo y conciencia material,
su única perspectiva es un infinito de más allá, porque hasta los supuestos
martirios de la caída en el Infierno son un premio de tras-vida eterna,
comparados contra temporalidad acotada entre dos vacíos, concebida como la
mortalidad estricta de la conciencia[16].
Así, la trascendencia de la vida para un espíritu se proyecta cual eternidad
infinita, pletórica de satisfacciones que son imposibles de imaginar por la
“estrechez” de calendario para una sola conciencia. La conciencia material significa
tiempo finito mientras el espíritu implica eternidad. Por eso la conciencia
material solamente posee este tiempo para trascender y convertirse en una única
entidad con su obra material. Esto conduciría (o debería llevar) a la
conciencia material a una urgencia de trascendencia y de permanencia mediante
sus obras. Esto debería implicar urgencia de Ser pleno y Cierre de posibilidades
como la opción consecuente para la conciencia material. Urgencia de Ser: ya que
el calendario de la conciencia material está terminando irremisiblemente, y
cada segundo cuenta un paso más en dirección de la tumba, entonces ya debería
urgir la plenitud del Ser. Para la conciencia material esta plenitud del Ser
puede adquirir diversas formas, pero debería de buscar afanosamente algunas
como el Placer, el Amor, la
Riqueza, la
Fama, el Honor... Y todo lo escribo con mayúscula para
indicar la perfección y grandeza de Ser o Plenitud para conquistar durante el
breve lapso de esta única vida. Además, para la conciencia material, una vez
lograda la realización de su Ser, entonces tendría que acudir una detención,
una consolidación en el presente para ya no escapar, exigiéndole al momento
presente que se quedara, y ya no escapara jamás, y así la conciencia material
debería de exigirle al momento presente su consolidación y que ya no se fugara
en un flujo continuo de posibilidades. Esto significaría, una llegada a la Plenitud como permanencia
y que el momento presente (logrado como Ser) se convertirá en un Legado y
Herencia (con mayúsculas para indicar la trascendencia e importancia de su
conservación). Usando el juego de palabras de inglés de la palabra “will”: cada
Voluntad se convertiría en Testamento. Esto parecería definir una especulación
sobre la conciencia individual, pero no lo es propiamente, más bien apunta al
tipo de Trascendencia Congelada que operó en los regimenes de Estado llamados
socialistas, donde un notorio conservadurismo se apoderó de régimen político,
el cual se “osificó” expresando terribles rasgos conservadores, perfectamente
mostrados en la costumbre de “momificar al máximo dirigente”. La anécdota de la
momificación de Lenin muestra una operación de la conciencia material, que al
afirmarse se convierte en conservadora, aferrada a su presente como si fuera su
Testamento. Esto produce una extraña operación anti-Dialéctica, porque la cuna
de la conciencia material nos transporta hacia la anti-Dialéctica, la oposición
férrea ante cualquier cambio. Aquí una crítica
inicial de Marx a Hegel (indicando que su antecesor optó por congelar el curso
de la Historia)
se convierte en una autocrítica general a la sucesión de los marxistas, la cual
tendía a cristalizar el Presente Completo (incluso el Futuro lo convierte en un
semi-Presente, porque lo declara ya conocido, ya revelado en su Estructura
Histórica, bajo la palabra de la Misión Histórica del Proletariado, que forja una
Sociedad tendiente a la perfección).
6) El
Sistema parece no erigir Sistema, por eso resulta más intenso. Hegel es
llanamente explícito como Sistema y Marx aparece sofisticado al esconderlo.
Marx ofrece un lenguaje, que transporta conceptos[17], cuando a las palabras corrientes de proletario y
explotación les otorga un nuevo contenido, más profundo y las convierte en
conceptos verdaderos. Marx procura inventar muy pocas palabras, y más bien
utiliza las existentes dándoles un nuevo sentido, más esclarecido y
esclarecedor, como ocurre con “plusvalía”. Incluso las palabras que antes ofrecían
meras descripciones empiezan a tomar esa dimensión de conceptos trascendentes,
como ocurre con “gran industria”. Pero los conceptos encerrados en las palabras
remiten al Sistema. Cuando las palabras encerrando conceptos se toman como
hojas sueltas pareciera no existir un verdadero sistema de pensamiento. Pero
exactamente “pareciera” no haberlo, cuando sí existe.
El Sistema de Marx está explícito en sus
diversas obras y esa parte emerge como la faz evidente. Pero las palabras
remitiendo a conceptos también inducen a creer en un sistema encerrado y
oculto, y esto lo mostró a todas luces la obra (tan justamente criticada) de Louis
Althusser, quien se esfuerza en demostrar un “Sistema dentro del Sistema”
mediante la aparición del concepto de “la eficacia de la estructura sobre sus
momentos”[18]. Si bien la visión de Althusser cayó estrepitosamente,
no así la concepción de varios exegetas importantes, quienes han mostrado un
trasfondo metódico en Marx[19].
La abundancia de estudios metodológicos sobre Marx, entre otras cosas,
demuestra la importancia del Sistema, así como su forma abierta y no
completamente explícita.
Entonces, el Sistema de Marx contiene al
menos tres momentos esenciales: 1) su presencia atómica en las palabras que
remiten a sus conceptos, 2) su presencia explícita como Sistema de pensamiento,
y 3) su meta-presencia como método interno (el sistema del sistema).
De forma explícita el Sistema de Marx es
abierto, pero su sistematicidad (redondeando casi la totalidad del horizonte
social de su época y su perspectiva) aunado a un “emerger de una sola cabeza”
como Atenea naciendo desde la cabeza de Zeus predispone a que Marx sea
interpretado como un Sistema cerrado. En la actividad teórica el Sistema de
Marx ha predominado como Sistema Cerrado a pesar de sus pretensiones
explícitas. La larguísima aventura de sus discípulos y continuadores, entre los
que predominó en dogmatismo, debe indicarnos que el legado de Marx casi
solamente puede resultar dogmático, porque cualquier autor cuando se aparta de
uno solo de los conceptos de Marx puede caerse completamente fuera del Sistema.
Un estudio somero de la sucesión de los marxistas nos muestra que desde una
simple variación hasta la herejía y el cisma entero se arriba sin puntos
intermedios. Entonces, por inercia la interpretación de Marx hace que éste
se convierta en pensador de Sistema Cerrado, incluso un icono
seudo-religioso utilizado de mala manera.
6.1) El Sistema de pensamiento
Abierto y Cerrado en la ciencia social de Marx A mi parecer existe el Sistema de pensamiento
Abierto de tres maneras. A) En vida del autor-sujeto como pensamiento
evolucionando en un Sistema (en lo que ejemplificamos la propia evolución de
Marx o de cualquier otro). B) Como delimitación del campo de conocimiento
(especialización de la ciencia) que implica una lucha de ideas en las fronteras
de ese Sistema, como le acontece a la psicología individual constantemente
asediada y asediando a la ciencia social de los grupos humanos. Sin embargo, esta
delimitación del campo del Sistema resulta tanto motivo de Cierre como
Apertura. Por ejemplo, la geometría euclidiana al delimitarse a las relaciones
espaciales puede cerrarse funcionando como un Sistema de Axiomas y
Demostraciones, pero luego esta geometría se revelaría dependiente de la
matemática (mejorada por las coordenadas cartesianas) y también resulta acosada
desde otra geometría con más de tres dimensiones. C) Como delimitación de
“conceptos firmes” (leyes fundamentes, axiomas básicos, teoremas principales,
etc.) en oposición a un mar de hechos empíricos y correlaciones por comprobar.
En ese caso ocurriría una dualidad entre zona sólida y zona movediza,
justamente como ha operado la ciencia natural, poseyendo ciertas legalidades firmemente
establecidas y al lado de esas legalidades una amplia variedad de temas en
proceso de investigación. Bajo una óptica optimista, el pensamiento de Marx
entraría perfectamente en la posibilidad de aunar la zona sólida y la zona
movediza, mientras la investigación opera cerrando la brecha constantemente.
Sin embargo, la investigación personal de Marx fue tan amplia y totalizante,
que su aportación no se redujo a ciertos principios[20], sino a una interpretación de la totalidad del sistema
capitalista (crítica de la
Economía Política) junto con las líneas del desarrollo
histórico (Materialismo Histórico) y la filosofía (Materialismo Dialéctico) y
por lo tanto hacia la interpretación de la realidad social y humana como un
Todo. Por lo mismo, y debido a que Marx fue un autor muy coherente dentro de su
pensamiento, resulta sencillo que al enmendarle la plana (corregir o actualizar
cualquier detalle, colocar la novedad del presente) se rompa la unidad del
Sistema de Marx, como lo muestra la crónica de uno de sus primeros albaceas, en
la persona de Eduard Bernstein quien inauguró el término de “revisionismo” para
indicar una revisión del fundador que se convertía en una transformación enorme
del pensamiento resultante.
Como es evidente la sobrevivencia del
Sistema Abierto fundado en Marx tropieza con enormes dificultades. A) El autor original
ya no permanece con nosotros y no puede “abrir temas por sí mismo” o desestimar
una interpretación dogmática de sus propias obras. B) La investigación de Marx abarcó
casi la ciencia social entera (en su periodo de vida), por eso las áreas de
transformación Abierta (en automático) se delimitan a territorios novedosos,
como aparece con la lingüística o semiótica, o bien abordando el territorio
intocado como la ciencia natural. Sin embargo, algunos “herederos” de Marx
trataron de encerrar hasta la ciencia natural dentro del Sistema al declarar una
frontera teorizada entre “Ciencia Burguesa y Ciencia Proletaria”, de tal forma
que hasta la investigación de ciencia natural debería recaer dentro de una
ortodoxia marxista, es decir, para esa visión la ciencia natural quedaba
dominada por la corrección emanada desde el punto de vista marxista. C) Esta
debería ser la forma típica de operación de cualquier ciencia sana, pero —una
vez dada la coherencia y la amplitud de la interpretación inicial— el terreno
para la verdadera innovación de conceptos quedó bastante limitada. La misma crónica
del pensamiento post marxista aparece muy reveladora: han sido pocas las
grandes mentes innovadoras que verdaderamente tomaban al Sistema de Marx en un
sentido Abierto y se dedicaron a aportar sin dogmatizar. Pero hasta esas mentes
privilegiadas, reprochaban a los demás que se salieron del Sistema[21],
aun cuando la frontera del Sistema no debería existir en un sentido estricto.
6.2) Para el Saber importa que el
Sistema esté Abierto y para la
Política, Cerrado. El saber científico se detiene, se
paraliza ante la forma de sistema cerrado en la ciencia social, y quizá eso
ocurrirá (dado nuestro nivel teórico actual) durante mucho tiempo. Por eso para
el Saber es conveniente que la investigación mantenga como una “hipótesis
provisional” hasta al conocimiento aparentemente más firme y se preocupe más
por comprobar y no se preocupe por creer. En cambio la necesidad
política resulta distinta a la necesidad del Saber. Para el poder político
(incluso en su nivel embrionario) importa más la voluntad firme y ésta se
afirma mejor acorazándose mediante la certeza dura que le proporciona un
Sistema cerrado, y por este lado la ciencia social utilizada en política emparienta
con la religión o cualquier “sistema de creencias”. Afirmar como Lenin que “el
marxismo es todopoderoso porque es exacto”[22] corresponde más a
un arma de convicción política que a una verdad en estricto sentido. Ese tipo
de afirmaciones-convicciones son más apropiadas para el terreno de la voluntad
y la emoción, pero contraproducentes para el terreno del Saber. Y en el curso sucesosrio
al empezar el siglo XX pronto el aspecto de poder predominó entre los marxistas
y no su fase de saber. El alcance y la interpretación de la teoría del
valor-trabajo es importante como fondo para la ciencia económica y su
interpretación, pero si predomina el problema ético de que únicamente la
explotación explica a las sociedades y exige revolucionarlas, entonces pisamos
sobre otro terreno. Y en este ejemplo emerge la ética como sustento de la
política, la ética está gravitando, porque desaparecer la teoría del
valor-trabajo haría volátil el sólido concepto de explotación presente en Marx,
y enfrascados en interpretaciones más de detalle económico, algún sucesor
marxista puede deshacerse de la teoría del valor-trabajo (por ejemplo,
discutiendo la transformación de los valores en precios[23])
sin fijarse que están dejando sin sustento a la teoría de la explotación. Pero
sin la convicción de la explotación del proletariado la política marxista
sufriría una conmoción interna absoluta, un desplazamiento completo de su ente
político.
Alcanzado este argumento, aquí debemos
jugar con un recurso del propio esquema de la Historia de Marx. El
pensamiento verdadero implica una fuerza productiva y el sentido del avance de
la historia encausa hacia el crecimiento de las fuerzas productivas. Pero un
pensamiento (Sistema) cuando se cierra dejará de avanzar, así ha cesado de
crecer el conocimiento y entonces retrocede en oposición al avance de las
fuerzas productivas intelectuales. Ese pensamiento cerrado (Sistema) en cuanto
se vuelve rígido y no es capaz de avanzar más hacia la captación de la realidad
y se convierte relativamente en una fuerza productiva obsoleta, perdiendo su posición
y pretensión de elevarse como la fuerza productiva de vanguardia. Repitiendo
una metáfora atractiva: una fuerza productiva de vanguardia es aquella que funciona como la locomotora del tren, mientas
las demás fuerzas productivas siguen operando pero como vagones arrastrados por la fuerza vanguardista. Pero aún, si ese
pensamiento se convierte en un Sistema que aprisiona y obstaculiza el avance de
los demás Conocimientos, en ese caso se convierte en un freno a las fuerzas
productivas, un vagón con peso inerte que se resiste al arrastre de la
locomotora del cambio. Precisamente, entronizado en gobiernos supuestamente
socialistas, el poder de Estado utilizó al Sistema de Marx (en una versión
reducida y dogmatizada, digamos caricaturizada) como dispositivo de freno para el Saber, y así como freno a las
fuerzas productivas en muchos otros niveles[24]
(la opresión contra el proletariado, el desperdicio de proyectos económicos
guiados irracionalmente, etc.). Esta ironía resulta fascinante: un vehículo de
pensamiento revolucionario convertido en freno y en su opuesto. Y más allá de
cierta medida, el freno deviene en obstáculo para ser rebasado.
7) El
materialista Marx mantiene una faz ocultista donde contiene el supremo objetivo
ético. El ocultismo (como concepto) se coloca más allá del acierto y
más allá del error: ofrece un nuevo plano de expresión. Marx ofrece un relevante
análisis de la economía, historia, política, etc., invitando a colocarse en el
plano de una ciencia social materialista pero aquí lo descubrimos como efecto
de divulgación/ocultismo, entonces jugamos más al Sistema que al Conocimiento
particular. Por lo expuesto en 6, y como memorizar por entero lo planteado
explícitamente por Marx resulta imposible, entonces la única vía del discípulo marxista
es encontrar el método como Sistema oculto del maestro. Los discípulos aplicados
(en efecto formado por enormes legiones de seguidores de los más diversos
niveles durante los siglos XIX, XX y XXI) se esforzarían en develar al Marx
oculto y metódico, para alcanzar el Everest del fundador y ya nunca abandonar
el maravilloso punto de vista revolucionario-proletario-científico. Para sus
sucesores, entonces Marx ha representado el papel de un ocultista (teórico
científico) a plena luz del día, donde no existe conciencia alguna de ocultismo
sino la intención de ofrecer una ciencia social estricta, y el camino más
amplio es generar una enorme exégesis, pero sin interesarse por los hechos
cuando contradigan (frecuentemente) a la teoría.
El gran objetivo social de la humanidad
ofrece un más allá del acierto y más allá del error: ofrece un nuevo
plano. El objetivo del Sistema, ya sea su lado diáfano o su lado oscuro, exige
la elevación de la humanidad, la sublimación hacia un estado superior, donde
las potencialidades florezcan y se termine la cadena de los innecesarios sufrimientos
humanos. Este objetivo socialista de Marx evoca al Buda del discurso de Benarés
cuando anunció el final del sufrimiento, pero aplicado a la Sociedad y como resultado
Objetivo del devenir social, no como intención Ética fundada en una revelación
mística o principio ético. El objetivo de la ciencia social marxista representa
un gran espacio de los más elevados anhelos de la humanidad en el plano social,
entonces plantea el “más allá” y exige el “nuevo plano”. Por “más allá”
entendamos la trascendencia social y por “nuevo plano” comprendamos un salto
cualitativo social; entonces dibuja un salto cualitativo y nueva sociedad. Y la
nobleza de tales objetivos propios de Marx queda indemne más allá de las
evaluaciones puntuales de acierto y error.
[8] Este espacio de vacío teórico se observa en las reflexiones de los primeros
freudo-marxistas como W. Reich, cuando procurar cubrir este vacío, lo cual
conduce hacia creaciones originales. Asimismo, la moda de estudios sobre
Gramsci indicaba la importancia de llenar este vacío.
[9] Una de las mejores apologías de tal “punto de vista” pertenece a Lukacs,
quien no la sostuvo posteriormente, y se retomó en forma parcial por otros
autores.
[10] Para más detalle, véase de este autor Ensayo sobre el cognitariado o disertación herética sobre el sujeto
revolucionario.
[11] NEGRI y HARDT, Imperio. Estos
autores reconfiguran los conceptos de Marx, manteniendo la estructura de una
teoría revolucionaria, donde la función social trascendente de desplaza del
proletariado hacia la “multitud” como la nueva subjetividad plural poseedora
del potencial revolucionario.
[13] Por tanto, el proletariado se educa y convierte en el nuevo
cognitariado, que es la base para una reapropiación social, ya que obtiene el corazón
de las fuerzas productivas que es el saber.
[14] Por ejemplo, para Negry y Hardt en Imperio
resulta esta falla como una apelación a la trascendencia (saltar lo inmanente)
como la fuente desde donde proviene la malignidad asociada con el comunismo
estatizado y donde Marx compartiría una especie de culpa, al contribuir al
efecto trascendente constante.
[15] El observador de la física cuántica de la microfísica, es una conciencia
a nivel de espíritu, por la divergencia tajante con el campo continuo de la
física; en ese sentido, el dualismo regresa al campo del pensamiento, con otra
escisión entre materia y espíritu. Cf. GRIBBIN, John, En busca del gato de Schrödinger.
[16] Cf. UNAMUNO, Miguel, El sentimiento
trágico de la vida, en su interpretación existencial de la cadena vital.
[17]LEFEVBRE, Henri, Hegel, Marx, Nietzsche, Ed. Siglo XXI, 7a ed., 1986.
[18]ALTHUSSER, Louis, Para leer El capital.
[19] Donde desfila una ilustre sucesión como GRAMSCI, LABRIOLA, LUKACS, LENIN,
TROTSKY, ROSDOLSKY, LUXEMBURGO, SARTRE, MANDEL, MARCUSE, ECHEVERRIA, etc.
Quienes han mostrado diversas interpretaciones para un trasfondo metódico del
sistema de Marx.
[20]Aunque él mismo en un arranque de modestia
delimitara sus aportaciones en Economía Política a unos pocos principios, como
la doble naturaleza del trabajo y el secreto del plusvalor.
[21] Tal como aparece en los debates clásicos de Bernstein, Kautsky, Luxemburgo,
Lenin, etc. y otros posteriores de Mandel, Mattick, Marcuse, etc.
[22]Esta frase tomada literalmente dice mucho
sobre la cerrazón del sistema de pensamiento en los principales sucesores de
Marx. La correlación entre todo-poderoso y exacto significa que lo exacto aplica
siempre. Así, para Lenin el marxismo tendría todas las aplicaciones en
exactitud, no contendría grieta de conocimiento. Bajo esta ecuación donde saber
es igual a poder, la cualidad todo-poderosa depende de la cualidad
todo-sapiente. Y cuando todo se sabe no hay margen de error ninguno ni terreno
para la investigación de fondo.
[23] No resulta casual que haya provocado tanto revuelo esta discusión entre
los marxistas y los neo-ricardianos debido a sus consecuencias. Cf. MOSELEY,
Fred “El método lógico y el "problema de la transformación"”
[24] Por tanto, la caída del sistema soviético resultaba previsible, por su
freno a las fuerzas productivas, relativamente más avanzadas en Occidente. Cf.
TOFFLER, Alvin, Avances y perspectivas.
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