Por Carlos Valdés Martín
La historia
nos dice que los antiguos griegos eran inteligentes y astutos, avispados para
no caer en trampas ajenas y hábiles para colocar las propias. Destacando entre
ese pueblo, Alejandro Magno se aventuró para conquistar el mundo conocido.
Alcanzando los límites de las tierras jamás antes exploradas por sus
compatriotas, conquistó los límites de la antigua India. Ahí se sublevó el rey
Sabas, donde un relato cuenta fue aconsejado por los sabios desnudos de la
India, llamados Gimnosofistas, palabra compuesta por “Gimno”: desnudo en griego y de “Sofista”:
argumentador hábil. A los Gimnosofistas se les relaciona con el faquirismo,
por su tendencia a no usar ropas y una existencia desapegada a lo material. En
este caso, hay una colisión entre el orgulloso e inteligente Alejando Magno con
los sabios que con sus paradojas desafían a la autoridad. Según la breve escena
recuperada por Plutarco sobre los Gimnosofistas, cuando son presentados ante
Alejandro Magno sucedió lo siguiente:
“LXIV.
Vinieron a su poder diez de los filósofos Gimnosofistas, aquellos que con sus
persuasiones habían contribuido más a que Sabas se rebele y que mayores males
habían causado a los Macedonios.
“Como tuviesen
fama de que eran muy hábiles en dar respuestas breves y concisas, les propuso
ciertas preguntas oscuras, diciendo que primero daría la muerte al que peor
respondiese, y así después, por orden, a los demás, obligando al más anciano
que juzgase.”
- “Preguntó al primero si eran más en su opinión los vivos o los muertos, y dijo que los vivos, porque los muertos ya no eran.”
- “Al segundo, cuál cría mayores bestias, la tierra o el mar, y dijo que la tierra, porque el mar hacía parte de ella.
- “Al tercero, cuál es el animal más astuto, y respondió: “Aquel que el hombre no ha conocido todavía”.
- “Preguntando al cuarto con qué objeto había hecho que Sabas se rebele, respondió: “Con el deseo de que viviera bien o muriera malamente”.
- “Siendo preguntado el quinto cuál le parecía que había sido hecho primero, el día o la noche, respondió que el día precedió a ésta en un día, y añadió, viendo que el rey mostraba maravillarse, que siendo enigmáticas las preguntas era preciso que también lo fuesen las respuestas.
- “Mudando, pues, de método, preguntó al sexto cómo lograría ser uno el más amado entre los hombres, y respondió: “Si siendo el más poderoso no se hiciese temer”.
- “De los demás, preguntando uno cómo podría cualquiera, de hombre, hacerse dios, dijo: “Si hiciese cosas que al hombre es imposible hacer”
- “y preguntado otro de la vida y la muerte cuál podía más, respondió que la vida, pues que podía soportar tantos males.
- “Preguntado el último hasta cuándo le estaría bien al hombre el vivir, respondió: “Hasta que no tenga por mejor la muerte que la vida”.
- “Entonces volteó hacia quien juzgó, mandándole a que pronunciase sentencia; y respondiendo éste que “Todo lo que puedo determinar” dijo “que cada cual respondió peor que el otro”,[1] repuso Alejandro: “Pues tú morirás el primero juzgando de esa manera”; a lo que le replicó el gimnosofista: “No hay tal ¡oh rey! a no ser que te contradigas, habiendo dicho que moriría el primero el que peor hubiese respondido”.
LXV. Dejó,
pues, ir libres a éstos, habiéndoles hecho presentes [...][2]
Este breve
cuadro permite algunas reflexiones, la primera sobre la inteligencia del
conquistador griego, que se entretiene en interrogatorios capciosos y
filosóficos en mitad del delicado tema de la seguridad del Estado. En su ánimo
predomina el lúdico intercambio de ideas, que torna su capacidad de venganza en
un perdón inmediato. La amenaza de una ejecución no desaparece sino hasta el
desenlace del relato.
La contraparte
también recibe un rápido bosquejo, desde su opción por rechazar el poderoso
extranjero y su sinceridad para no ocultar su sedición. La característica
notable de la desnudez refuerza la impresión de una sinceridad paradójica, que
se refuerza con la amenaza de muerte y la presencia del conquistador. Asimismo,
ellos son una agrupación y funcionan cual tribu solidaria, una decena atada por
origen, necesidad y destino así que figuran una igualdad perfecta, con la única
diferencia de que un último cerrará para el veredicto. Y es en esa diferencia,
cuando el último pareciera servir de juez para dictar la muerte de algún
compañero, el ingenio dicta una acusación que sirve de disculpa, cuando indica
que cada cual lo ha hecho peor y por paradoja la condena se disuelve.
El texto no
indica que Alejandro Magno hubiese estallado en carcajadas con tales respuestas
y descaro final, aunque se comporta como si esa fuese su conclusión, para bajar
su espada amenazante y, de modo implícito, señalar el perdón.
[1] La versión en inglés
indica “Then Alexander turned to him whom he had made
judge, and commanded him to give sentence. "All that I can
determine," said he, "is, that they have every one answered worse
than another." En español indica con una mala traducción “Convirtióse entonces al juez,
mandándole que pronunciase; y diciendo éste que habían respondido a cuál peor”
Plutarco, Vidas paralelas,
“Alejandro Magno”, LXIV-LXV. Texto de wikisource. Por tanto, corregía la
traducción en español.
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