Por Carlos Valdés Martín
Esta es la primera parte del texto "JOSÉ VASCONCELOS: FUNDADOR DEL NACIONALISMO CULTURAL" parte del libro Las aguas reflejantes, el espejo de la nación. Subido al blog en el aniversario del nacimiento de Vasconcelos.
La obra cultural intelectual y práctica de Vasconcelos cierra el periodo
violento de la Revolución Mexicana. La caída de régimen profirista había dejado
en crisis el proyecto nacional. El papel que tendría la cultura en la
integración nacional no estaba resuelto. Vasconcelos fue un pensador audaz que
avanzó enfrentando los problemas candentes. Cuando no estaba definido el modo
de ligar la tradición, la lengua, el arte y la política él presentó soluciones.
La calidad teórica de su obra intelectual no está a la gran altura de sus
resultados prácticos. Pero sus postulados de la cultura nacionalista son
fundadores, son la referencia obligada hasta nuestros días, y sus obras son la
materia sobre la que se interpreta lo que es la cultura nacional mexicana.
Preparación en la tormenta
En pleno apogeo del porfirismo, en 1907 Vasconcelos
terminó sus estudios de licenciatura, y presentó en su tesis temas que le
acompañarán durante toda la vida, como la energía, la individualidad y el
anticolonialismo [1]. El inicio de su
carrera como abogado, en un sentido comercial, parecía muy prometedor. Pero el
temperamento personal lo predisponía a embarcarse en una empresa más
trascendente, que una carrera de
negocios. En 1908 Francisco I. Madero le hizo la invitación de unirse al
movimiento antirreleccionista, donde participar políticamente le ofrecía la
perspectiva de cumplir con una gran misión, y Vasconcelos aceptó. Al mismo
tiempo, se involucra en la actividad cultural de la generación del Ateneo de la
Juventud, donde expresó su tendencia ideológica que rechazaba el positivismo
dominante en la sociedad porfiriana. Contra el racionalismo frío de los
positivistas opuso las visiones de la intuición, el sentimiento y el espíritu.
Su participación política es muy activa dentro del
Partido Antirreleccionista de la Ciudad de México. Debido a ello, antes de las
elecciones de 1910, es perseguido por la policía, y se ve obligado a huir a San
Luis Potosí y luego se exilia en Nueva York. En Washington permanece durante el
movimiento armado en calidad de diplomático del bando rebelde.
Cuando triunfa Madero, él regresa de su exilio
norteamericano y continúa en la actividad política, pero no acepta ningún puesto
público. Ganó mucha influencia y prestigio personal en el terreno político y
cultural. "Era el intelectual oficial, el defensor periodístico de Madero
contra la vieja guardia de intelectuales porfiristas"[2](2).
Su empeño principal se dirige hacia la cultura. Prácticamente lidera al Ateneo
de la Juventud, que en 1912 se convierte en una agrupación nacionalista. El
Ateneo con nuevos aires agrupó a una pléyade de pensadores y artistas dedicados
a una tarea central, ajustada a la orientación nacionalista de Vasconcelos, que
era lograr "la rehabilitación del pensamiento de la raza"[3](3).
El Ateneo funcionó como un ministerio de la cultura extraoficial. En ese
periodo se inició la gran tarea de una cultura nacional y también se preparó el
mito verdadero de José Vasconcelos como el apóstol de la cultura.
En política su orientación era la mística liberal
republicana del maderismo, que había iniciado el derrumbe del antiguo régimen,
y que fue sobrepasada por la nueva etapa de la lucha armada. En la segunda fase
del movimiento armado la mística liberal fue sustituida por la visión
populista, porque la pequeña burguesía dirigente era impotente sin el apoyo de
las masas y se dedica a seducirlas para triunfar. Pero en el populismo político
Vasconcelos ve aterradores peligros, lo interpreta como el salvajismo indígena
dispuesto a saquear a la civilización, como el regreso del canibalismo de los
aztecas. No por esto la idea nacionalista vasconceliana excluye al indígena de
la comunidad mexicana, no se trata de marginar más a los sectores
históricamente marginados, sino que trata de integrar, su tentativa pretende "despertar el alma de la nación
o crearle un alma a la pobre masa torturada de mexicanos"[4](4).
Esa propuesta permite la integración de la obra de Vasconcelos con sus
rivales políticos populistas.
Tras la caída del huertismo, Carranza llama a Vasconcelos
para ocupar el cargo de director de la Escuela Nacional Preparatoria. A las
pocas semanas lo cesan pues se niega a pronunciarse en contra de Villa y
Zapata. Es encarcelado por los carrancistas y rápidamente escapa a
Aguascalientes, donde se integra al villismo, que no le agrada mucho, pero él
estimó que proponía ciertas reformas democráticas.
Durante el efímero gobierno de la Convención de 1915 se
integra al gabinete de Eulalio Gutiérrez como el ministro de Educación Pública.
Mas ese breve gobierno resulta casi una ficción, pues no tiene capacidad de
mando sobre los jefes militares campesinos. Muy pronto el gobierno
convencionista, de pretensiones liberales, se distancia políticamente de los
caudillos militares del agrarismo. Consecuencia de ello es una situación
insostenible en la que los convencionistas terminan huyendo hacia el Norte
perseguidos por todas las facciones armadas en pugna. Vasconcelos pierde transitoriamente
las esperanzas en la lucha política y se retira a la vida privada.
Su nuevo exilio de 1916 a 1919 fue el respiro adecuado
para escribir las obras donde fija nítidamente una posición anticolonialista,
plataforma de la generación de una nueva cultura mexicana. Sus ideas fueron
sembradas en terreno fértil. "Tuvieron éxito inmediato (...) en los
argumentos y en el impulso que dieron a toda la corriente cultural
anticolonialista iberoamericana"[1](5).
Entre sus tesis de mayor repercusión en ese momento encontramos las siguientes:
1) Rechazo cabal de Europa como modelo histórico a seguir. Toma en serio
la llamada "decadencia de Occidente", pero ante el declinar europeo
no busca mejorar el legado occidental, sino que pretende una alternativa. Esa
alternativa se remonta a los orígenes bárbaros de Grecia y la India. 2) Rechaza
la cultura mundial predominante que se expresaba en las corrientes del
positivismo, determinismo, evolucionismo social, y pragmatismo, es decir una retahíla de optimismo burgués. Al mismo tiempo, Vasconcelos rechaza los
diversos socialismos, que en ese momento presentaban un gran auge. Acude a otra
fuente cultural burguesa, que se expresaba en las corrientes de los
intuicionistas, irracionalistas y espiritistas. Aunque esa fuente a la que nos
referimos es una amalgama compleja que incluye tanto tendencias de reacción
(espiritualismo), como a la critica (Nietzsche), a la afirmación del orden
presente (Bergson) o la búsqueda de modelos muy ajenos a su realidad inmediata
(la Antigüedad). 3) La interpretación de la barbarie se vuelve más
compleja, adoptando un doble sentido. A la barbarie interpretada como la
brutalidad de los pueblos atrasados se agrega el sentido positivo, que proviene
del rasgo dionisiaco, el vasto territorio de la vitalidad no racional, que
Nietzsche interpretaba como fuente de lo sobrehumano. 4) La impureza racial, el
mestizaje se convierte en una virtud. Vasconcelos afirma que solamente las
razas mestizas son capaces de grandes creaciones. Es un racismo que niega el
racismo ordinario, pues no busca purgar al mundo de ciertas pieles malditas,
sino que pretende la unión de razas, no plantea excluir sino universalizar. 5)
Crea una utopía de la nueva sociedad, donde el ímpetu espiritual no esté
subordinado por la organización utilitaria y pragmática. 6) Plantea un ideal
de nuevo individuo, ajeno a la mentalidad del empresario y del positivista
porfiriano, promoviendo la entrega personal a una gran hazaña heroica. 7) Su
visión de la historia humana es de una gigantesca lucha de hechos, símbolos y
categorías culturales, donde se excluye lo económico y en esa medida lo
social. 8) La tarea del intelectual es la de un sacerdote del espíritu. Deberá
presentar mitos, como el de Quetzalcóatl, y efectos estéticos, como el
muralismo, apelando al fondo emotivo de las personas. 9) La tarea intelectual
debe culminar en una síntesis cultural que abarque cada aspecto y permita
realizar una filosofía iberoamericana, un sistema que organice e impulse
el pensamiento de la raza.
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