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martes, 22 de octubre de 2013

SOBRE EL PRINCIPIO DE "LA COMUNICACIÓN-MUNDO" DE MATELLART



                                                                                  Por Carlos Valdés Martín

Este es un texto de sumo interés que proviene de uno autor ícono del pensamiento de izquierda. La fama de Mattelart fue curiosa pues comenzó por una crítica a los cómics de Walt Disney[1] y, además, con su participación en la tragedia de la Unidad Popular en Chile. Por una parte, representa al marxismo del siglo XX y, al mismo tiempo, muestra el callejón de complejidades al que nos conduce la modernización de la modernización. El ánimo del autor está en la tradición de izquierda: contra el sistema y en favor del pueblo. Sin embargo, el tema elegido en La comunicación-mundo (historia de los sistemas de comunicación, como ideas y estrategias) está casi fuera de las preocupaciones de la izquierda: medios de comunicación, mensajes televisivos, los periódicos comerciales, Hollywood, cómics, las agencias de noticias, la carrera espacial, los satélites, etc. El método utilizado es mixto combinando el material empírico con la búsqueda de los nuevos conceptos, al estilo de los “futurólogos” y manteniendo lineamientos marxistas (la búsqueda de una totalidad, encontrar conexión con los sujetos colectivos, buscar base económica, crítica a la ideología, recurrir al término “imperialismo”, etc.) El tono es crítico, de cuestionamiento constante sobre el uso bélico de las nuevas tecnologías de la comunicación y la manipulación de masas[2]. Otorga importancia a las luchas políticas y el papel actor de los Estados, intentando descubrir el nuevo mapa de las confrontaciones, tal como emergerá en el siglo XXI. Una revelación importante es que el sistema de comunicación define una enorme rama de la producción (de mensajes, de ideología[3], de percepción, en fin, implica creación de realidad percibida). Otra revelación intenta descubrir las legalidades de los sistemas de comunicación y sus trayectorias, en especial encontrar los modos de manipulación de ese sistema[4], conexiones entre el poder político y el hacer técnico.

Sobre “I. La aparición de las redes técnicas”
En esta parte se explica el surgimiento del sistema de comunicación en muchas facetas y ofrece conexión social del acontecimiento. El evento con el que arranca el libro es el primer telégrafo de brazo inventado por Claude Chappe y aprobado por la Convención Nacional, crea su primer enlace en 1793 entre Paris y Lille. La finalidad es para la guerra. Poco después se aprobó un único uso civil, para difundir la Lotería Nacional[5]. De modo sistemático y acertado, Mattelart relaciona al telégrafo con la apropiación del espacio, pues este dispositivo favorece un esquema unitario del territorio, “proyecto conjunto del dominio del espacio”[6]. Ocurren diversos procesos de unificación, sirven para ordenar el flujo de mercancías y personas, entre los que destaca: de la administración, de la lengua, de impuestos, de leyes, de pesas y medidas. Señala como importante la primera oficina de estadísticas con vistas a formar una estadística general (la recogida universal de datos y su organización) la cual después liga con los censos. Por último, liga esa generación de datos (el censo y la estadística) con la institución de la exposición de productos de la industria francesa, que culminará con la exposición universal, tan aclamada en el siglo XIX, la cual para Mattelart posee un signo ideológico crucial, como el “relato” de la “utopía progresista”[7]
Comenta la intromisión del Estado que buscó controlar los mensajes, de modo evidente se censuró el correo y hubo “Gabinetes negros” dedicados al espionaje. ¿Motivo? “el temor a la conspiración —nacional o internacional— ha obsesionado a los gestores de las redes”[8] El correo posee antecedentes antiquísimos, y se catapultó con la difusión del papel y la imprenta.
Surge un nuevo sistema de telégrafos con el sistema eléctrico y la clave Morse. De nuevo surgen las restricciones del Estado, de nuevo el “temor” a que el público lo use para conspirar o para especulaciones ilícitas[9].
Anota la restricción del periodismo y la información en las operaciones militares del siglo XIX.
Primeras conferencias internacionales y organizaciones para el correo y los telégrafos; creación del sello de correos; baja del precio del correo; crecimiento explosivo de la correspondencia; crecimiento de las redes mundiales de tráfico en correos y telégrafos… Cita a Hobsbawm para el periodo 1875-1914 como la “era de los imperios”, donde el crece la brecha histórica entre mundo desarrollado y tercer mundo, interesante estadística, pasando de 2 a 1 en 1880, 3 a 1 en 1913 hasta alcanzar un 7 a 1 en 1970[10]. Resulta interesante la referencia, pues el historiador de corte marxista procuró sintetizar la modernidad, y el dato que interesa a Mattelart es “la brecha”, es decir, el crecimiento de la desigualdad. Sin revisar las fuentes (pues cabría objetar algo) baste decir que esa es una tesis de la izquierda marxista (la parte militante) que ha esperado la explosión por pauperización en el sistema. En Mattelart el atraso es resultado de una deformación estructural (el efecto imperial del capitalismo: teoría del subdesarrollo), aunque cabrían distintas interpretaciones, antes de sacar conclusiones[11]. Ese argumento hace más interesante el texto, pues solamente entretenerse con el surgimiento de tal invento y su expansión mundial parecería incoloro (simple descripción).
Surgimiento de la red telefónica, con ello el sistema de comunicaciones alcanza las empresas y hogares. La red de Norteamérica fue la primera en desarrollarse masivamente.
Relaciona la producción de cultura de masas con el sistema técnico. Comienza con las primeras agencias de prensa, antecesoras de las grandes cadenas nacionales; a partir de esos fenómenos también surge la mezcla de información y publicidad con lo que se forman precursores de los “grupos multimedia”[12] del siglo XX.
En el siglo XIX ya hay periódicos con tirajes millonarios. Surge el folletín como éxito del periodismo popular. Surgen los suplementos dominicales de los periódicos. En 1909, “Hearst crea el primer syndicate (…) cuya función consiste en vender material literario a los periódicos, artículos de divulgación científica, crucigramas, historietas.”[13]. La agencia se arroga derechos de autor y tiene estandarización de materiales. Este tema debería alcanzar gran trascendencia: densidad de la vanguardia de la ideología, que cobra cuerpo y se organiza para entrar en el tejido social, es decir, la llegada del nuevo congnitariado.
Es en el cine donde surge la primera gran internacionalización de la cultura de masas. Fundación de Hollywood y surgimiento de la primera star, inaugurando el star system.
Comenta el inicio legendario de la intervención de la prensa en la creación de realidades, con el caso Hearts-Cuba. Proceso que liga a la injerencia imperial y deja el cuestionamiento si la prensa es un demiurgo-Maquiavelo sin causa[14].
Expone el crecimiento del ferrocarril (el caballo de hierro), donde da importancia a la relación entre el crecimiento nacional y compara que “a diferencia del telégrafo (…) las redes que traza la locomotora (…) reconocen la rigidez de las fronteras, la separación de una era en la que la nación es la idea motriz.”[15] El tren “está comprometido con la construcción del Estado-nación industrial y de las burguesías nacionales.”[16] Respecto del crecimiento de los ferrocarriles contiene reflexiones interesantes sobre su liga con la estrategia militar, su uso colonial, etc.
Luego el ferrocarril desemboca en un objeto significativo —el cronómetro— donde analiza el control del tiempo y establece Mattelart la relación entre la empresa ferrocarrilera y el control del tiempo protagonizado por Taylor. En este tema el autor utiliza el objeto (cronómetro) como referente de la situación (control y ahorro de tiempo), para oponerlo con un deseo expresado por Lafargue con el hipotético derecho a la pereza. De modo sugestivo relaciona el objeto, la relación social y el tiempo[17].
La gestión de los grandes números nos mueve hacia otro “aparatito” y ahí está el nacimiento del ordenador con la obre a Hollerich para contar los censos. A su vez, esa masificación de la información de un modo industrial (la primera computadora es equiparada al telar mecánico)[18] la conecta con la cultura de masas y sus conceptos (como el “objetivo” refiriéndose al público consumidor) surgiendo con las primeras revistas femeninas[19], combinadas con el uso de la fotografía publicitaria. Al mismo tiempo (la coincidencia es de calendario y de enfoque), el sistema judicial y penitenciario busca medir y clasificar, surgiendo la “antropología criminal” y los métodos para identificar delincuentes, incluso la huella dactilar  en 1890. Que sea un argentino el precursor de la identificación dactiloscópica del delincuente a Mattelart le parece consistente, pues ahí hubo gran migración y esfuerzo por controlar delincuentes que “huyen de la justicia de sus países de origen”[20]
Para cerrar este capítulo, Mattelart se centra con fiereza sobre un aspecto de la internacionalización del siglo XIX manifiesto en las exposiciones universales. Insiste en que tales exposiciones han sido una mistificación centrada en esto: “no sólo en materializar, sino  también en idealizar, una noción de progreso de la civilización, de lo universal y del universalismo”[21] Claro, cada exposición universal es una mezcla (una colección sincrónica[22]), y de ellas a Mattelart le interesa destacar el aspecto militarista y de apología de supremacía europea y hasta racista. Ahora resulta inverosímil el gasto y la importancia dada a tales exposiciones, por ejemplo, una extensión de cien hectáreas para la de Paris, y en 1900 acuden a Paris un estimado de 51 millones de espectadores[23].

El enfoque del capítulo primero y las conclusiones finales
Como se observa en el primer capítulo, Mattelart se enfrenta a una dificultad enorme para sintetizar las corrientes de la variedad presentes en la comunicación moderna. Debe: 1) Enfocar nuevas ramas de la producción como economía (la materia del telégrafo, ferrocarriles y periódicos masivos) así como su interconexión y efectos con la economía general. 2) Mostrar la gestión del Estado y su poder (financiando, gestionando, prohibiendo, espiando, censurando, monopolizando) con la utilización manipuladora del sistema de comunicaciones para fines dictatoriales-militaristas (tácticas de guerra, espionaje, etc.). 3) Éxito o fracaso de esos sistemas materiales en relación a temas específicos de comunicación (viabilidad del tipo de telégrafo, sistemas morse, etc.). 4) Especificidades de esos sistemas de comunicación como el mito de creación pura de realidades (Hearst y la guerra de Cuba[24]) y la importancia de este sistema de comunicación, donde adquiere un papel protagónico como “gestión invisible”[25] de la sociedad. 5) Interpretación-denuncia del uso manipulador de diversos efectos del sistema de comunicación como cultura de masas, entretenimiento (incluso su enorme efecto sobre el lenguaje, el arte moderno, etc.). 6) Narración de las ideas sobre el sistema de comunicación. Ahora bien, ya colocamos las líneas de análisis-explicación de Mattelart ¿es posible mantener una línea explicativa al estilo marxista? Al parecer no sucede falta el elemento de predominancia (la economía como unidad fuerzas-productivas y relaciones de producción) y el diagnóstico del cambio. Aunque su análisis posee riqueza, está faltando la estructura del cuadro de la ciencia social. Parece filo-marxista o una derivación (un posmarxismo), pero no es casual que termine su exposición con más preguntas que otra cosa, de hecho su conclusión la denomina Mattelart como “EL ENIGMA”[26], en la cual no queda de otra que dejar pasar (casi en el sentido liberal-económico, de dejar ser sin asumir) la hipótesis de Habermas de tres distintas estructuras del todo social: lenguaje (expresiva), trabajo (económica) y poder (retórica de legitimación/deslegitimación)[27]. Sin embargo, esta interpretación de Mattelart queda “a medio caballo” y no es concluyente, porque él es deudo de Marx: teórico de una totalidad social mono-coherente, donde las ideas no tienen historia (como declara tajantemente en La ideología alemana[28]). En cambio, Mattelart intenta hacer una historia de “las ideas y las estrategias” (ese es el subtítulo del libro). Para Marx el hilo rojo de la historia está en su materialidad, y entiéndase el ámbito económico-social (las fuerzas productivas enlazadas con las relaciones de producción que son dos dimensiones de un ser-humano-material, pues para él, la producción hace al hombre en la misma medida que la producción lo hace[29]). Para “armar” la “comunicación-mundo”, el autor debe centrarse en esa cosa expansiva que es la “comunicación”, la cual es tan economía como discurso (ideas presentadas en medios impresos o electrónicos). Esto conduce a señalar que la visión del todo social, propuesta por Mattelart alberga un gran hueco, pues supone la mono-explicación (según la coherencia extrema de Marx) y se obliga a la dispersión empírica[30], tejiendo con elegancia y mediante una valiosa investigación en la cual está superponiendo los diversos aspectos (economía, poder, medios, ideas…) para proponer una historia (más narrativa aunque sí explicativa). Repito que en este excelente libro lo que extrañamos es la ausencia de interpretación sistemática del “todo social”, cuando ofrece conceptos que presuponen esa sistematicidad ¿En la izquierda, cómo se percibe el término capitalismo sino como el sistema total? Los términos usuales de Mattelart nos remiten a esa sistematicidad ausente, y su investigación se encarrila en otro sentido, más plural y dando espacio a lo novedoso de su tema.
Sin duda, la historia narrativa de Mattelart nos muestra la explosión (velocidad más extensión) del sistema de comunicación y sus saltos cualitativos. En términos de los siglos XVIII y XIX el fenómeno resultaba casi imprevisible (incomprensible, inesperado, indiferente) para la ciencia social, únicamente adecuado para la naciente (entonces reciente y novedosa) ciencia ficción literaria, después hacia la mitad del siglo XX (con la carrera espacial, satélites, televisión, computación) resulta tan importante que domina distintos campos y ninguna área escapa a su influencia.

Sobre el concepto de totalidad y el mundo comunicado
Desde el principio Mattelart intenta atrapar la totalidad y por eso en su título nos habla de una “comunicación-mundo”. No me parece se enamore del tema —la “comunicación-mundo”— sino que lo presenta como un andamio, para mantenerse enfocado sobre la perspectiva global mientras avanza en la descripción concreta. De modo curioso, vale anotar que “mundo” suele usarse como un término concreto (el planeta) y no tan conceptual, como la totalidad (filosófica). Hoy partimos desde una visión donde la redondez del mundo es una evidencia y la interconexión también es auto-evidente; pero él no quiere caer en obviedades. Con este tema existe un subtema de la evidencia de la “aldea global”, donde la cosa-comunicación se ha atribuido como el eje de tal mundialización, en especial en la telecomunicación planetaria.
Sin embargo, en la tradición filosófica existen diferentes maneras de comprender la totalidad: 1) Hipostasiada, donde la totalidad es superior a las partes y está presupuesta e inalterada, como en la teoría del Ser de Parménides. 2) Desagregada, sin integración final, donde el todo no alcanza a ser integrado y las partes no se ajustan jamás con el todo, ni entre sí. 3) Trascendental, donde el todo es finalmente inalcanzable e incomprensible, como en el nóumeno de Kant. 4) La modalidad dialéctica de interacción estructurada entre el todo y las partes[31].
Debemos anotar que desde la posmodernidad el todo se visualiza, preferentemente bajo las modalidades 1 a 2 (incluso combinada). La noción de globalidad tiende a presentarse como hipostasiada, al modo de una totalidad superior a las partes, donde cada región debe someterse al “destino global” (modalidad 1); al mismo, tiempo la globalidad permite que las partes jueguen su juego separado, sin ser afectadas ni explicadas por completo por ese todo. A veces, la globalidad recibe el matiz de un trascedente incomprensible e inalcanzable, como cuando se habla de la imposibilidad de sustraerse a la crisis global. Al parecer, Mattelart está predispuesto a buscar una visión del tipo 4, donde se estructuran partes con el todo y viceversa, con una estructura dinámica y explicativa. El problema radica la teoría social actual la cual carece de una teoría de la totalidad social predominante[32]. La comunicación pareciera escapar del ámbito de la producción simple, para abarcar la producción de contenido (la cultura misma, las ideas), de tal modo que la reducción a tiempo de trabajo socialmente necesario resulte poco relevante y sea más significativa la reconfiguración del mundo. ¿En efecto la  comunicación cambia al mundo? Por momentos, no tiene duda Mattelart[33], pero también parece definirla a nivel de simple medio o un espejo que refleja para otros ámbitos.
El tema sería más sencillo, pero las “partes” clave de la ciencia social presentan diversos grados de “crisis”. En el texto hace énfasis en situaciones de crisis del Estado, pero también importa el destino de las naciones, como los trozos geo-políticos básicos, en esas cosas que son “Estado-nación”. Si está en cuestión el alcance del Estado-nación, entonces la referencia al mundo es empírica, ese “mundo” sirve como un “costal” conceptual para que no escapen las piezas.


 NOTAS:



[1] MATTELART, Armand y DORFMAN, Ariel, Para leer al Pato Donald.
[2] “Los manuales de guerra psicológica dicen más sobre el tema que la mayoría de los textos…” MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 18.
[3] La búsqueda-denuncia de ideologías y mitos (falsas representaciones) puede caer en sustituciones implícitas. Por ejemplo, su búsqueda por derribar la ideología-mito del progreso remite a una implícita: un meta-progreso representado por un proletariado-multitud-pueblo en un sistema social-democrático transcendente. Aunque Mattelart lo teje con cautela y termina su texto con preguntas sin respuesta, por ejemplo, remite hacia la duda razonable de Borges sobre si existe la representación perfecta, en el cuento “El Congreso” de El libro de arena. Op. cit. p. 342.
[4] Aunque las teorías de manipulación suelen dejar un interrogante hacia ¿quién manipula? En ese sentido, la explicación-denuncia de las “estrategias” y usos de la comunicación, remiten a un relato ordinario de Estados y políticos aprovechando, donde la cosa misma (la comunicación) pierde especificidad y está en riesgo (conceptual) de disolverse y terminar convertida en puro mensaje.
[5] Resultaba vital evitar una desventaja entre la difusión de resultados y la administración, por eso la Lotería Nacional de Francia subvencionó al telégrafo.  MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 25.
[6] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 26.
[7] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 28. Siguiendo una criticismo (Foucault, etc.) se “cura en salud” ante la ideología del progreso, sin conseguir reemplazo.
[8] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 30. Se refiere a la “prehistoria de la modernidad”, pero el motivo para la censura parece seguir inalterado.
[9] Una y otra vez el Estado restringe el potencial de la técnica, con regulaciones que restringen operaciones, libertades, en fin, sirve de freno ante las fuerzas productivas desbocándose.
[10] Tomado de HOBSBAWM, E., La era de los imperios (1875-1914).
[11] Caben varias hipótesis que siguen discutidas por los historiadores económicos: el éxito de la parte adelantada (apología de la metrópoli), las taras de la parte atrasada (tesis de condena a los pueblos coloniales), y muchas variaciones complejas.
[12] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 41.
[13] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 42
[14] Rompería “el círculo vicioso de la causa y del efecto”, pero “nos negamos a considerarlo” de ese modo, MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 45. Sin duda, se convertiría a la prensa en el protagonista autónomo, nuevo amo del mundo, lo cual atentaría contra una visión de sistema como pretende Mattelart.
[15] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 46.
[16] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 47.
[17] “Aparatos para controlar a los obreros” MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 52.
[18] Equipara la perforadora-contadora de Hollerich con el telar de Jacquard, MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 53.
[19] Hacia 1870 con las primeras revistas femeninas, MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 53.
[20] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 55.
[21] La cita, en estricto sentido, relaciona la presencia de los avances en telecomunicaciones con su muestra en las exposiciones universales del siglo XIX, MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 56.
[22] ¿Podría ser de otra manera? Una colecta enorme, aderezada con las tendencias dominantes, como el expansionismo militar de Europa. Véase MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, pp. 57-60.
[23] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 57. Cabría preguntarse si no se trata de un efecto general del Poder exhibiéndose para obtener el efecto de majestad y calibrar el enfrentamiento, como el efecto del desfile triunfal romano, mostrando la potencia.
[24] Mattelart supone que atribuir a Hearts la invasión contra Cuba sería desaparecer el fenómeno imperial, pero indica que se trata de un mito sobre los medios de comunicación.
[25] Véase los capítulos 2 y 3 de Mattelart, donde notamos que estos nuevos sistemas de comunicación son estructura clave para gestionar y/o moldear a las sociedades modernas, donde su protagonismo compite con las tradicionales directrices del movimiento del capital y la lucha de clases.
[26] MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, pp. 338-342. Con humildad reconoce que no tiene las respuestas para definir el horizonte fundamental del tema y quedan tres escollos, que son 1) los múltiples sentidos y la expansión real del término comunicación, 2) el problema de lo internacional y 3) el reto de caer en un eurocentrismo y la problemática de la representación que implica el término de nación. 
[27] también implican cómo describimos la estructura de la totalidad social, por eso se remite a Habermas, que “reúne en la trilogía, lenguaje, trabajo, poder.” MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 338. Ese parce ser el verdadero problema: la estructura tríadica del ser social, poco aceptado por la sociología materialista que aspiró a unificar en una sola praxis el todo social. Este tema encaja bien, como mi interpretación reciente sobre los tres campos del todo social en su especificidad imposible de reducir: pensamiento, emoción y cuerpo, lo cuales se implican como ideologías, poderes y economía, sin que por ello cualquiera de estos niveles pueda funcionar en solitario.
[28] De modo claro y tajante Marx y Engels declaran fracasado cualquier intento de hacer un estudio (autónomo) de historia de las ideas, pues éstas son dependientes de su contexto material: los hombres produciendo en sociedad. Cf. La ideología alemana, cap. I.
[29] Para Marx, el primer principio clave consiste en seres humanos que producen en sociedad y, desde ahí, armar el edificio con un “materialismo militante”, al mismo tiempo que niega la historia autónoma del pensamiento —que es referido como ideología de clase social— y desconoce la psique. Cf. La ideología alemana.
[30] Exigencia de superar ese marxismo empírico que solicitó el último Poulantzas cuando redactó su Estado, poder y socialismo, señalando que esa era su búsqueda: superar la captación empírica del poder, sin fundamento alguno.
[31] KOSIK, Karel, Dialéctica de lo concreto. Esos esquemas se vuelven forzosos y predisponen al pensamiento para colocarse bajo esa totalidad que orienta su pensamiento.
[32] Por ejemplo, Lyotard pretende que la teoría global dependería de un consenso del pensamiento que no se ha alcanzado ni se alcanzará, sustituye la búsqueda de la verdad por un acuerdo relativo, en La condición posmoderna. Por tanto, la totalidad no existiría como tal.
[33] “la comunicación ha creado un nuevo mundo para nosotros”, MATTELART, Armand, La comunicación-mundo, p. 62, citando a un autor de 1901, cuando luego eso sería casi una obviedad. 

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