Música


Vistas de página en total

domingo, 15 de agosto de 2021

LUZ SUTIL

 



Por Carlos Valdés Martín

 

Hay una manifestación de la luz que pocos son capaces de captar y mientras más sutil, más difícil de ver. Para lograrlo hay requisitos: unir sentidos más sensibles de lo ordinario y un espíritu atento. Lo último es indispensable, sin la atención se permanece como dormido. Los ojos tienen que dejar de mirar en esa manera descuidada, para captar la luz sutil.

La vista debe habituarse a la penumbra antes de encontrar una luminosidad sutil. La vista habituada a un mediodía deslumbrante es incapaz de notar un brillo discreto. ¿Qué aporta esa capacidad para mirar una luminosidad discreta? Aporta demasiado, porque la diferencia entre el saber y la ignorancia está ahí.

Basta una chispa de luz para alejar la oscuridad exterior.

Sin embargo, mucha gente se lamenta de una oscuridad interior. Hay personas con una tristeza arraigada y nada parece darles el remedio para esa ausencia de brillo del alma. Por fortuna, sí hay una manera de encender esa chispa interior y mantenerla encendida.

La filosofía cartesiana identificó al pensamiento racional como la auténtica luz, disponible en cada persona, que únicamente requiere de orientación para brillar. La educación, según la tradición occidental, pretende encender la luz del intelecto desde la infancia. En particular la religión cristiana considera que el espíritu es una luz encendida, pero no es la única de aquéllas. Las naciones modernas representan a sus próceres como antorchas o flamas votivas para guiar su libertad. Cierta Iniciación masónica enciende esa chispa interior y la educación simbólica procura su crecimiento. En condiciones ordinarias, la luz interior es siempre sutil, aunque en momentos extraordinarios logre despegues deslumbrantes. Importa que esa luz exista y se perciba, basta que sea sutil y siempre esté viva en cada conciencia.

sábado, 7 de agosto de 2021

SIGNIFICADO BREVE DE "SÍMBOLO"

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

Etimología

El origen de la palabra está en “simbolón” cuando los griegos indicaban una parte y algo separado; entonces a partir de esa separación se representa y recuerda el elemento completo. Proviene de la etimología de “sin” que significa conjuntamente o con algo, pegado a “ballein” que denotaba lanzar; esto implica algo lanzado conjuntamente. El significado es el término u objeto que representa a otro, tal como un corazón representa al amor y las alas al vuelo. Esta capacidad de representar otra cosa es asombrosa por sus consecuencias, ya que denota la característica clave del pensamiento y el lenguaje. El pensamiento siempre versa sobre algo, un pensar es a cerca de algo. En el lenguaje cada palabra es un significante que remite a un significado.[1] La semiótica es la ciencia que estudia los símbolos y los sistemas de comunicación, pero es válido afirmar que ya estaba incluida en los orígenes de la filosofía.[2]

Leyenda

Esta palabra posee una especie de leyenda. La leyenda señala que para garantizar un contrato se partía una moneda o un sello que para que en una próxima reunión al identificarse o pedir el cumplimiento se presentaban las mitades. Entonces la mitad de una moneda o sello en su materia establecían una comprobación de un origen unido, con partes que al reunirse empatan perfecto, como los corazones enamorados y da una curiosa prueba de verdad (el concepto que sí corresponde al objeto).

Resulta claro que “media moneda” nada vale, es un objeto atrofiado que deja de moverse, lo mismo es el símbolo sin su referencia. Siguiendo otra vertiente de esa misma leyenda, en otro ejemplo, cuando dos amigos se estimaban entrañablemente procedían a partir una moneda en dos mitades, y cada uno se quedaba con una mitad. Estas partes recordaban la apreciación de amigos y hasta se heredaba a los hijos para que ellos recordaran. Así, media moneda representaba lo que un corazón partido como una afinidad irrenunciable y adolorida, entonces, con esa parte señalaban al conjunto.

Red de la cual nadie escapa

Las palabras, las letras y los números también resultan ser símbolos. Conforme el lenguaje humano y el científico-matemáticos están formados de ellos, entonces resulta imposible escapar a la red de los símbolos. Pensamos y calculamos por tales medios, así que más vale que aprendamos su íntima naturaleza y nos “eduquemos simbólicamente”, sin embargo, la mayor parte de la educación formal transcurre de espaldas al tesoro que representa el simbolismo, por más que sus elementos aparezcan en aprendizajes de Gramática, Matemáticas, etc.



[1] Véase Ferdinand de Saussure su Curso de lingüística general.

[2] Observemos en la República de Platón que la Idea es la representación, lo cual implica una teoría de las copias, fundadora del idealismo. En ese sentido, la filosofía es una teoría semiótica.