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sábado, 17 de noviembre de 2018

"CUADERNOS DEL VIENTO" FUNDADOS POR BATIS Y VALDÉS


En las imágenes siguientes aparece una breve reseña de Huberto Batis, explicando el nacimiento de "Cuadernos del Viento", la revista literaria mexicana. Siendo un trabajo editorial en equipo entre él y Carlos Valdés, explica las condiciones de su surgimiento, sus ventajas y las penurias que enfrentó. Detalla el ataque gratuito de Vicente Melo contra el proyecto, la posterior salida de Valdés y el final de su proyecto.

La reseña fue publicada originalmente en el periódico El Universal, el 13 de diciembre de 2015.





domingo, 11 de noviembre de 2018

RESUMEN Y ANÁLISIS DE “DIARIO DE UN SEDUCTOR” DE KIERKEGAARD






Por Carlos Valdés Martín

El Diario de un seductor alcanzó la popularidad al unir un enfoque novedoso con los escándalos de su época. A primera vista redacta la confesión de un sinvergüenza, en seguida es el espejo de una nueva filosofía y después aparecen más cualidades, una de las más intrigantes es la relación entre la biografía del autor con la modernidad de Europa. Como filósofo Soren Kierkegaard propuso un novedoso enfoque centrado en la condición del individuo. Este Diario de un seductor se presentó dentro de un proyecto filosófico de nuevo cuño, uno que ahonda en conflictos emotivos y personales, que terminó por llamarse “existencialismo”, porque desplaza su centro de interés. Este enfoque propuesto por Kierkegaard se centra en la condición del individuo y sus tensiones espirituales, desentendiéndose de las categorías y los temas más abstractos, que se resume en su afamada queja de que los filósofos habitaban en chozas:  “La mayoría de los sistematizadores tienen la misma relación con sus sistemas como el hombre que construye un gran castillo y vive en la choza de al lado (…) Metafóricamente hablando, las ideas de una persona deben ser el edificio en el que vive —de otra manera hay algo terriblemente equivocado.”[1]
Ahora bien, la literatura fabrica ilusiones y este Diario se arma para dar la impresión de veracidad, al explicarse de manera verosímil por descubrimiento casual de un amigo, quien encuentra este Diario secreto y conoce el sufrimiento de la joven seducida. De tal manera, que se justifica la casualidad en la cual aparece esta obra y se hacen más creíbles sus circunstancias, lo cual permite mezclar cuatro textos en una creación integrada que son: La aclaración del Prólogo, donde el autor afirma haber encontrado casualmente el original, las Cartas de Cordelia (tres al inicio) y las Cartas de Johannes intercaladas con el Diario. En el Prólogo asimismo explica cómo se facilitó la integración y la publicación de las cartas, de tal manera que los episodios adquirieron un hilo conductor.

Estilo realista y romántico
El estilo epistolar sirve de vehículo para ofrecer un argumento de veracidad y de esa manera generar una variedad del realismo. Recordemos que el siglo XIX representó la culminación de estilos literarios realistas y naturalistas. El objetivo de esos novelistas y modas literarias se interesó por mostrar la realidad en sus expresiones más creíbles. El vehículo de “cartas” y “diarios” son ingredientes para agregar la impresión de fidelidad al texto. El realismo estético corresponde con la condición moderna y la relación efectiva entre los artistas con su “condición”. Hacia 1850 en Europa cundió la experiencia estética opuesta al romanticismo y su exceso sentimental, cuando los grandes novelistas y cuentistas se propusieron emplear una especie de aproximación “científica” a su ambientación, reflejándola con precisión. “El realismo enfocaba así la transformación del arte burgués en una cultura proletaria por su forma nacional y por su contenido, legitimándose en los albores de la ciencia, de la sapiencia, de lo Real y Verdadero. El realismo es el reflejo de la condición de la modernidad.”[2] Sin embargo, Kierkegaard parece mantenerse a medio camino entre realismo y romanticismo, por su exaltación del sentimiento, que en él no están contrapuestos, sino en tensión verosímil, mediante un juego entre la confesión sincera y el juego de la experimentación por la manipulación del seductor.
El primer narrador (el escritor) posee la posición de “narrador testigo”, pero con el privilegio de acceder al “diario” más las cartas se convierte en un narrador semi omnisciente, pues logra el don de la ubicuidad y entrometerse en las entrañas del relato, justificando el ordenamiento de las cartas de las dos partes y el tejido del “diario” con las cartas para entregar un panorama completo.

Contexto filosófico literario: proyecto O lo uno o lo otro
El proyecto filosófico de Kierkegaard se presentó con amplio texto, que al español se ha traducido como O lo uno o lo otro, donde él recorre la opción de dos vías posibles, estableciendo el dilema de Estética o Ética, que el protagonista del Diario de un seductor interpreta desde su perspectiva: “Bajo el cielo de la estética todo es hermoso, alado, lleno de gracia; donde entre, en cambio, la ética, el mundo se torna yermo, feo e indeciblemente aburrido.”[3] Sin embargo, la narrativa señala que la estética crea un paraíso efímero, que alrededor de su levantamiento y caída Kierkegaard construye su argumento. Ahora bien, la ficción literaria se presenta como un recurso parcial, un episodio dentro del análisis filosófico, engranando cual pieza de una relojería más compleja.
Ahora bien, para esta perspectiva por principio el mundo está perdido para el ser humano, que sustituye la desgracia del pecado original por una peculiar alienación como su condición espontánea, pues el ser humano crece perdido en el mundo y no encuentra una curación que lo reconcilie con su destino fácilmente. Las soluciones tradicionales no colman el espíritu hambriento y la filosofía apenas comienza a ofrecer una salida para el laberinto del malestar. En ese sentido, Kierkegaard propuso un enfoque para abordar filosóficamente la existencia a fin de descubrir la salida. 

Contexto personal: los dramas de la separación
De manera directa destaca que la vida privada de Kierkegaard tomó un sentido contradictorio a lo señalado por el relato junto con un gran arco de afinidad. Comprometido con el amor de su vida, Regine Olsen, debido a sus circunstancias personales (en especial atribuidas a sus tendencias depresivas y ansiedades) rompe con su compromiso adoptando una falsa frialdad, aunque seguirá siempre vinculado emocionalmente a su primer y verdadero amor.
Lo descrito forma una especie de espejo invertido sobre la ruptura, imaginando a su personaje como un frío seductor, que alienta el aspecto romántico de la doncella, para abandonarla en cuanto logra su satisfacción carnal. Aunque el propio argumento de la novela se presta a deslices y matices, pues la relación carnal resulta largamente pospuesta por el seductor, en aras de revalorizar estéticamente el alma femenina que persigue. 

Contexto europeo de 1843 con la modernidad y el pensamiento
La Europa de esos años se sitúa en una acelerada modernización capitalista, fuertes movimientos democratizadores, expansión de la educación, cultura, prensa moderna, nuevos medios de comunicación, industrialismo, mercado mundial, colonizaciones extra-europeas, competencia entre las potencias, mientras se expanden en paralelo las riquezas y miserias, las posiciones tradicionales crujen bajo el piso o saltan en proceso revolucionarios; el ambiente se satura de oportunidades y temores. Mientras una parte de las convulsiones europeas señalaban en dirección de una convulsión material para escapar de las contradicciones, las propuestas de Kierkegaard apuntan a la subjetividad, para lo cual resulta un enérgico contraste su comparación con Marx, quien proponía en sincronía un proyecto de revolución social. El paralelismo notable a nivel de ideas radica en un distanciamiento respecto de Hegel en sentidos opuestos: mientras Marx buscaría una resolución mediante un materialismo militante que idolatraba al proletariado industrial y ensoñaba con un horizonte de cambios,[4] en cambio Kierkegaard plantea un buceo en la subjetividad para descubrir una resolución auténtica. La turbación creciente del conjunto social (señalemos las guerras napoleónicas que azolaron Europa y la proximidad de las estallidos revolucionarios en la oleada de 1848) posee su eco preciso en las convulsiones del espíritu individual, siendo esto último la búsqueda del danés. 

Valores tradicionales duales y la ruptura romántica
Esta novela da gran importancia al establecimiento de valores, de tal manera que un contraste dual de principios morales se juega de manera constante y proporciona las intensidades del relato. En principio, el relato queda armado con la oposición entre la doncella virgen e ingenua frente al seductor alevoso y astuto, de tal manera que la tensión de la conquista recorre argumento de principio a fin. Esta dualidad toma su fuerza de los matices en que se valoran temas de la virginidad, el amor y el matrimonio, que mantienen fuertes polaridades como se observará adelante; sin embargo, rebasa al relato tradicional para adosarle una dosis más actual de romanticismo y reflexión puramente intelectual, procurando decantar las opciones básicas de la existencia, para entroncar con el dilema estricto de “o esto o lo otro”. El romanticismo europeo, en primer término, logró intensificar las emociones y colocar al alma individual entre sus grandes perspectivas, sin evitar lo oscuro ni lo desgarrador; en este caso nos inquieta al señalar que el dilema amoroso cae hacia un abismo abrupto, pues el cumplir los apetitos destruye la pasión de un modo instantáneo.  

La Virginidad y la Deshonra
Ya que la virginidad se mantiene en una alta cúspide es que la primera relación sexual se enfoca hasta un nivel mitológico, tan tenso que el evento trastoca al conjunto. Alrededor de este relato, incluso la virginidad rebasa las consideraciones tradicionales para elevarse bajo una argumentación sutil y hasta enredada, que gira alrededor de la tensión creciente del alma femenina despierta y aguzada por la seducción, pero que no la ha convertido en carnalidad. Bajo la argumentación de la novela, por virginidad se define como una condición limítrofe porque adquiere la posición de choque entre una máxima potencia frente a una inexistencia absoluta, la mera potencia que no es. En este aspecto, aunque este concepto de virginidad entronca con la moral tradicional termina por rebasarla pues no implica una funcionalidad de “castidad para el matrimonio”, sino como una tensión espiritual absoluta, a modo de arrebato por el gusto gratuito de la intensidad.[5] La justificación del Seductor precisamente radica en potenciar infinitamente a la virginidad, que abandona el estatus de reclusión o de guardia efectiva contra el desfloramiento, para convertirse en vuelo que arrastra al cuerpo. De manera explícita la metáfora favorita de la novela es el vuelo o la ingravidez, como lo muestra un comentario que relaciona el vuelo de Psiquis y la Asunción de la Virgen[6] y después en la leyenda del “Salto de la Virgen”, por la creencia en un vuelo realizado entre dos enormes rocas.[7] Frente a ese absoluto de la virginidad agitada su contraparte aparece como relativizada, aunque tan efectiva como final súbito, por lo que cabría sospechar que el elogio de la doncellez resulta demagógico o equívoco.[8]
 
El Matrimonio y los Amores ilícitos
El mismo relato relativiza la institución matrimonial de principio a fin, aunque el desenlace otorga una satisfacción para las interpretaciones tradicionales. Resulta evidente que la perspectiva del Seductor siempre es despectiva y opuesta al matrimonio, pero el relato entero trae aparejadas las valoraciones que esta institución arrastra. La contraparte balancea al amor ilícito, aunque también sobre las situaciones previas o posteriores al casamiento. Que la máxima valoración la coloque en la novia vestida para boda no nos debe confundir,[9] ya que las estratagemas del Seductor sirven para evadir tal posición. En otros términos, el corazón europeo del siglo XIX abría el campo de batalla entre las convenciones religiosas, las cuales establecían los valores del matrimonio y la castidad, frente a la irrupción del romanticismo que exigía el amor antes que cualquier institución, incluso como la única justificación del casamiento. Recordemos que el matrimonio por conveniencia o por inercia resultaban costumbre del periodo medieval, incluso el “derecho de pernada” implicaba un rechazo a cualquier propensión al matrimonio pasional. En esta novela las posibilidades del amor romántico son expuestas bajo la mascarada de una seducción, donde únicamente en la perspectiva de la mujer crece el enamoramiento, mientras en el varón hay hipocresía del Seductor o ingenuidad irremediable de Eduard, el otro pretendiente.   

Hombres y Mujeres
Una parte importante de la argumentación depende de las posibilidades presentes en las mentes y pechos de los géneros opuestos. La paleta de colores del hombre queda casi en posesión exclusiva del Seductor, donde la inteligencia práctica y la resolución de carácter están acaparados, enfocándose hacia una actitud de conquistador, con mezcla de paciente y taimado. Por tanto, el protagonista no pretende demostrar al varón en todas sus opciones, contentándose con oponerse hacia los que considera mediocres y fracasados como Eduard. Respecto de la condición femenina la argumentación del Seductor resulta muy exhaustiva, de tal manera que las afirmaciones son amplias y diversas, con la ventaja (o agravante) de que la mujer es convertida en el “objeto estético”[10] por excelencia, adquiriendo universalidad. Una parte significativa de los atributos de la mujer corresponden a visiones tradicionales, aunque en ese contexto, cabe considerarlas salpicadas de las novedades románticas. “Algún día trataré de definir al ser femenino.  ¿Y qué definición puede adecuarse mejor? La de un ser cuya finalidad está en otro ser (…) La razón de ser la mujer, la palabra existencia diría demasiado, ya que no tiene vida propia, la comparan los poetas a una flor, expresión que recuerda vida vegetal (…) no es, por tanto, libre más que de un modo estético.”[11] En este pasaje, se encuentra el exceso que plantea el Seductor para definir la femineidad como la pasividad extrema, de la cual quiere despertar a su pretendida; siendo que al final, insinúa que ese “despertar” la convertiría en “hombre”, según la frase final de la novela: “De ser un dios, haría con ella lo que hizo Neptuno con una ninfa: la iba a transformar en hombre…”[12] En esta paradoja se advierte con perfección, cómo la definición de cada parte afecta a la contraria, así que la definición tan pasiva de un género, se refleja en el otro. 

El cristianismo y la inmoralidad
Siendo que la religión cristiana en la variedad local danesa dominaba los criterios y hasta políticas del país, los argumentos de Kierkegaard son incisivos aunque cautelosos. De modo explícito demuestra que la divinidad deja a los humanos cometer los desvaríos que gusten y hasta les permite juramentos en vano, sin pretender que el pecado supere la religiosidad, al dejar asentado un final trágico para la doncella. En ese sentido, la inmoralidad no amenaza a la religión misma, sino que la complementa, a manera de un pecado contumaz. Desde el presente los planteamientos del filósofo parecen cautos e imbuidos de la educación religiosa, sin embargo, para el contexto de época recordemos que él fue rudamente atacado y motivo de escarnio, aunque también retó a la revista “El corsario” para que lo satirizara[13] y al final de su vida se enfrascó en una polémica frontal contra la iglesia dominante en Dinamarca.  

La Naturaleza y el Trasmundo
La novela ofrece un constante contraste entre lo natural (directo sencillo, gozoso, útil…) con lo trasmundano de las emociones y el espíritu (mente). Aunque la mente mantiene varios lazos armónicos secretos o evidentes con el medio ambiente hay una tensión interior. Los lazos son fuertes, por ejemplo, las estaciones se ligan con el ánimo de manera intensa, así el relato transcurre entre la primavera y el otoño, cuando explícitamente el protagonista anuncia el final.[14] Ahora bien, un gran tema de este relato son la gradaciones y las situaciones que saltan por entero; mientras la natural pareciera una continuidad lo humano posee sus saltos. En el extremo el impulso continuado para presionar a la virginidad hasta agitarla románticamente, en este relato parece implicar un llamado al trasmundo, estiramiento más allá de la naturaleza, incluso a la condición fantasmal, que en el relato se presenta con la alusión al poema Leonore.[15] Antes de ese extremo aparece la zona perfecta, pues ese estirar la naturaleza, cuando es perfecto, se plantea como el cielo de la estética, pues ahí “todo es hermoso, alado, lleno de gracia” contrapuesto al deber ser moral, pues con “la ética, el mundo se torna yermo, feo e indeciblemente aburrido.”[16] Ahora bien, ese estiramiento no se afirma que provenga orgánicamente del mundo natural, sino que hasta se sospecha de la naturaleza misma que posea un “pecado original” llamado Caos, como un abismo original, que bajo las dulzuras naturales se mantiene latente; paradoja que explica magistralmente en este pasaje: “¿No está el clamor, quizá, mezclado con una secreta ansiedad que tenemos por la naturaleza? Pues su armonía procedió del caos salvaje, su seguridad de la desdicha de los elementos. (…) Lo mismo debe ocurrir en el amor para que tenga valor: es una flor que nace de una noche profunda y espantosa. Así posa su blanco cáliz el nenúfar en la superficie del agua, mientras las raíces se hunden abajo, en una oscura sombra de la que huye la mirada.”[17]
 
Argumento
Un testigo anónimo descubre el diario del seductor, Johannes, y recibe las cartas de la seducida, Cordelia. El testigo, con premiso de ella, copia y ordena las cartas junto con el diario, para darle el mayor claridad, señalando que los apellidos son seudónimos. Entonces ofrece un penoso caso real apenas disimulado. Desde el Prólogo, el testigo aclara lo que ha sucedido en términos generales, señalando que hay interés en revelar el “corazón tenebroso de aquel ser corrompido”[18] y que la confianza de Cordelia le otorga a las revelaciones un interés personal.
Las cartas de Cordelia las coloca juntas, son generales y solamente esbozan los sentimientos ante lo sucedido sin dar demasiadas explicaciones, sin embargo, preparan al lector perfectamente para que asimile la exposición detallada del protagonista literario, el seductor Johannes. Esa es la parte más larga y está pegada entre fragmentos del Diario y las cartas en orden cronológico. El relato comienza cuando Johannes descubre casualmente en la calle a Cordelia y despierta su interés; luego explica su búsqueda y las muchas estratagemas para seducirla, las cuales son pausadas y con grandes rodeos. La situación alcanza hasta un compromiso matrimonial, que con ardides él logra que ella lo rompa, aunque continúa la ronda de seducciones hasta que él la reconquista y termina abruptamente el relato, pues junto con la culminación desaparece el interés de inmediato. La mayor parte del relato se explican las búsquedas y las tácticas de Johannes para influir y modificar a Cordelia, situaciones que va logrando de manera consistente, pues se confirma que él es un seductor muy experimentado.
En la actualidad llama la atención la lentitud intencional de Johannes para la seducción que se justifica por la época y las tendencias del protagonista, que busca perfección durante el proceso previo. Esa perfección se mide por el placer de una manipulación discreta y pausada, que gradualmente vaya trastocando el ánimo de su cortejada; si bien, resulta válido incluir esa perfección del cortejo dentro de una tendencia romántica, su naturaleza resulta sui géneris, pues no pretende la sublimidad directa del amor (en sentido lineal) sino un juego en el borde mismo, cuando exalta a la mujer para enamorarla, pero rompe la línea justo en la relación carnal, bajo un código tradicionalista (de la dama deshonrada por el sexo mismo). En las primeras fases la intención es mantener oculto al protagonista (en posición de espía) y disimular sus actos. En la tarea del cortejo abierto, también pareciera que el código prefiere una ambigüedad, en especial, al deshacer el compromiso matrimonial para que el logro no sea evidente ni conforme a una lógica lineal.
El final resulta abrupto, con el cumplimiento del objetivo sobre Cordelia y sobreviene el súbito desinterés del seductor, como si la descarga erótica terminara todo vínculo de inmediato. En términos del protagonista sucede lo advertido desde inicio: “El amor es hermoso, sólo mientras duran el contraste y el deseo; después, todo es debilidad y costumbre (…) Ni siquiera deseo despedirme; me fastidian las lágrimas, y las súplicas de las mujeres”[19].  

Protagonista Johannes
Personaje construido en correlación a la figura del Don Juan, el galán conquistador de la literatura española. Aquí sirve para continuar y darle un giro más local, a la vez, que más ejemplar para la demostración filosófica del “callejón sin salida” de la vida estética, que forma una de las opciones de O lo uno o lo otro. Y, en un tercer nivel muy significativo, es un espejo invertido para abrir la herida del drama personal de Kierkegaard. Por lo mismo, el protagonista Johannes se desliza en una ambigüedad constante que oscila entre la sinceridad más escandalosa (para verter la condena moral sobre su figura), una mala fe implícita (en el sentido de doblez de consciencia) y un romanticismo de tutos para jovencitas, intentando despertar las almas femeninas dormidas del provincialismo timorato.  En principio cabe describir a Johannes como un individualista inteligente, únicamente interesado en su gusto egoísta, que se enmascara para practicar una especie de cacería privada, procurando seducir doncellas bajo sus peculiares reglas. Su disfrute es estético en amplio sentido disfrutando las apariencias femeninas, que le parecen un ramillete multicolor de belleza; con un tinte específico en el “despertar del alma”, donde sus manipulaciones para estimular e incitar a la doncella son la materia predominante de la trama. En un aspecto este galán manifiesta un culto a la virginidad en el tránsito hacia su tálamo, a un nivel notorio; sobre lo cual debemos notar que la ideología religiosa tradicional concordaba con la primera parte de ese discurso. El segundo aspecto está en el juego de intensidades emocionales y hasta intelectuales durante el despertar de la doncella bajo el influjo de la seducción. En general, el personaje parece coherente aunque al llegar a su eje de interés, en el contacto directo, o el devaneo ante otras bellezas, pareciera mantener un doblez de “mala fe”, que le permite jurarse amor hacia Cordelia mientras coquetea con otra prospecta, aunque se contiene.[20] Debajo del prolongado acorralar a su presa cabe afirmar una especie de sadismo light, para ahogarla con requerimientos y un proceso de transformación que parece tan bonachón como inquietante, incluso la frase final juguetea con la homofilia.[21]
 
Personaje Cordelia
A excepción de las tres breves cartas, al personaje lo conocemos únicamente por la perspectiva interesada del seductor, que además Johannes tiende a considerarla más un “ejemplar” de lo femenino que una individualidad. Al principio, incluso él olvida su apariencia y ese síntoma de borrarla se repita; así, en una de las cartas, afirma “lo veo todo como sumergido en un mar de niebla del que surgen seres femeninos y vuelven a hundirse en él; todos esos seres te asemejan.” Lo cual suena a su verdadera posición, pero de inmediato, da un paso atrás, para halagar a Cordelia: “Y no te veo a ti a quien busco; pero me siento feliz porque hay algo que me recuerda tu persona.”[22] No parece una declaración sincera, cuando en sus reflexiones privadas, estudia el “rayo femenino”, en una especie de generalidad que invade la variedad de situaciones.[23]
La primera situación que nos llama la atención es la juventud de 16 años y la fragilidad por una situación de orfandad, es hija de un capitán de marina fallecido algunos años atrás y también ha perdido a su madre, quedando al cuidado de una tía. Se llama Cordelia Wahl, pero el relato aclara que el apellido es falso. Asimismo, cabe señalar que para la época los esponsales a la edad señalada de Cordelia están dentro de las costumbres y la legalidad.
Según este relato, ella sí resulta transformada por el influjo de la pasión, quedando enredada sin enterarse que ha sido manipulada, sino hasta el final, y maldice ese desengaño. El seductor afirma que ha logrado agitar y avivar el espíritu de Cordelia, volviéndola más libre y audaz, con una serie de logros que son incitantes y hasta valiosos en sí mismos, pero que están destinados a quebrantarse en el desenlace. El escritor confirma la metamorfosis la indicar: “Al engañarla, él cometió una falta muy grave, pero peor aún fue el desarrollarla estéticamente”[24]
En particular, la fase final Johannes trama darle un matiz nuevo pues “Cordelia debe sentirse fortalecida en la actualidad; sobre todo, hay que inspirarle un excéntrico desdén por los hombres y por todas las cosas acostumbradas.”[25]. De ahí viene el desenlace material de la seducción y el giro súbito de Johannes que la abandona sin dar ni una despedida. Las cartas de ella marcan su estado de desesperación y abandono, demostrado en esta afirmación “aunque te retires a los confines del mundo, seré tuya (…) Sí, soy tuya, tuya, tuya: soy tu maldición.”[26]  

Personaje escritor
El Prólogo es elaborado por el “escritor” quien se presenta como un descubridor de la villanía del seductor Johannes, ya que casualmente accedió al “diario del seductor” que estaba a la mano y se dio a la tarea de copiarlo. Asimismo, mantiene amistad con Cordelia, quien lo autoriza a revelar, incluso sus cartas. Por lo que sabemos de Kierkegaard es un alter ego suyo que modifica en catarsis su tormentosa relación con su amada Regina Olsen, ante quien decidió romper mantener su compromiso, fingiendo una mascarada de frialdad.[27] Entonces el escritor convierte a su propia sombra en el villano Johannes que destroza la vida de la doncella al abandonarla, que en el juego de espejos de la psicología simboliza más al autor que a la amada. 

Personajes secundarios
Los personajes secundarios casi no poseen existencia propia y están supeditados a la trama. Destacan dos de ese grupo por su mayor presencia que son el pretendiente Eduard y la tía de Cordelia (quien la cuida). Ambos se caracterizan por ser manipulables ante el protagonista, en especial el pretendiente, quien es primero animado a lograr su compromiso, para después arrebatarle su ilusión, con el agravante de que eran amigos. Eduard primero es alentado al romance y hasta ayudado con atinados consejos, pero ya que están enrolado, la astucia de Johannes los desplaza, y termina rompiéndole el corazón, sin que por ello se mantenga manipulable.[28] Por su parte, la tía funciona como madre sustituta de Cordelia y busca su bienestar, mientras se gana la vida de manera honesta. Este personaje nos muestra las relaciones familiares, con su fuerza, en cuanto la generación de adultos tutela estrictamente a las mujeres jóvenes. 

Dilemas de narración y desdoblamiento del mundo
El escritor señala la dualidad que se desprende de las tensiones del mundo, que en sí misma se convierte en un enigma: “Más allá del mundo en que vivimos, en un fondo lejano existe todavía otro mundo y ambos se encuentran más o menos en idéntica relación que la escena teatral y la real. A través de un delgadísimo velo, distinguimos otro mundo de velos, más tenue pero también de más intenso carácter estético que el nuestro y de un peso distinto de los valores de las cosas.”[29] Siendo que Kierkegaard en principio es un filósofo, esta observación adquiere ese valor, pues la “dualidad” del pensamiento había adquirido una mayor hondura con las figuras de las tendencias alemanas. Mientras los antiguos como Platón y Aristóteles no se preocuparon demasiado por esa dualidad del mundo, Emanuel Kant logró mostrarla de manera sistemática y Hegel jugar con sus polos opuestos en el movimiento dialéctico. La singularidad de Kierkegaard logra ampliar y manifestar el dramatismo individual de tal “dualidad del mundo”, ya que viviendo en angustia y con desesperación se buscan las soluciones, sin descubrir ningún sendero fácil. En particular, para la visión del danés se divide entre tendencia estética y la ética que se contraponen en resolución, pero también entre esa apariencia y la esencia íntima de quien percibe, amplificada por el desgarramiento entre el individuo talentoso (o sensible o emotivo o…) frente a la muchedumbre insensible y conformista. 

La continuidad y la ruptura (problema de las gradaciones)
Pareciera que la novela es una larga saga sobre las posibilidades imposibles de las continuidades y las gradaciones, donde impera una honda dualidad filosófica oponiendo la vida ética (en esta novela casi inexistente) y la estética (el tema de fondo). En el relato explícito esta oposición filosófica no es tan evidente como la contraposición entre masculino y femenino, que biológica y espiritualmente se asume como imposible, pero la frase final, señala una tensión para cerrar ese abismo. “De ser un dios, haría con ella lo que hizo Neptuno con una ninfa: la iba a transformar en hombre…”[30] Señala una vana fantasía, con ironía que se refuerza la opinión sobre la mujer cual entidad terminada, ejemplificada con Minerva naciendo de la cabeza de Zeus y de Venus brotando madura de la espuma marina; situación contrapuesta al varón que se va formando.[31] El tema de la gradación y su composición lo plantea con elegancia alrededor de la explicación del “beso”, para concluir que la diferencia magnífica yace en el “primer beso”, refleja la creencia cultural alrededor de esta novela, con el mito de la desfloración de la virgen; pues sin tal creencia la intensidad del relato se desvanecería. Como sea, el relato sí cree en el acceso a una jerarquía, ya sea como ascenso o caída, en doble vía; de tal manera que el seductor “inicia”[32] a la pretendida en su estado alterado mucho antes de la realización carnal, de facto, ahí está completo el juego de las tensiones y los descubrimientos, los deleites privados y las sutilezas, antes de la caída en el abismo. Asimismo, la hipótesis de una ruptura y una salida para la contradicción entre la pasión de la doncella y que su amante permanezca bajo el influjo del amor, queda perfilada en la metáfora de la levitación: “Aun cuando los Padres discuten la Asunción de la Virgen, no lo estimo inconcebible; pero la vaporosa ligereza de una muchacha supera los límites de lo concebible y se mofa de la ley de gravedad.”[33]

Subtema: la contención intencionada que marca la perversidad
Mientras hay contenciones intencionales en la situación del cortejo, marcadas por el objetivo del matrimonio, la compulsión moral y cautela ante la procreación, en este relato hay una inversión de los ritmos marcada por la astucia. Al contrario de tales lentitudes convencionales, Johannes practica una lentitud perversa que busca provocar su placer y alterar las emociones de su doncella. Más aún, el seductor juega a revertir el compromiso matrimonial para alargar su juego y de esa manera ocultar mejor su villanía ante su entorno. Esto implica que la jerarquía convencional o natural se dilata o hasta invierte en favor de un ego juguetón, por tanto se confirma una ruptura de dos órdenes aceptables (el tradicional por vía matrimonial y el romántico donde la pasión justificaría el cortejo). 

La eternidad es efímero instante de conquista y la paradoja de profanación: basta tocar para destruirlo
La barrera insalvable para este relato aparece en la eternidad perdida, porque solamente un instante posee la plétora de cualidades, para condensar esa suma de virginidad (tradición) y libertad (la doncella espiritualizada). Por eso el máximo entusiasmo del Johannes aparece justo en la antesala y compara esa situación a lo eterno: “Ahora ella vuela, como el águila, hacia el sol, llena de nostálgicos anhelos, fuerte, atrevida, divina (…)Yo la volví ligera, ligera como el pensamiento (…), ahora, ese instante equivale a la eternidad.”[34] Hasta que se cumple ese arco de tensiones y acumulaciones la amada adquiere el máximo valor y está preparada para la entrega; sin embargo, el relato está aprisionado por esa parte de la concepción tradicional donde el tocar lo sagrado significa profanarlo y destruirlo. Este relato es cómplice con la visión tradicional del burlador Don Juan, que empuja a la perdición a quien toca; unas proposiciones que han avalado teóricos muy posteriores como Bataille.[35]
 
Contraste entre la existencia pública y privada
En general, esta novela implica un alegato en favor del abismo entre la existencia privada frente al medio social y sus convenciones. La posición del seductor sirve para desdoblar más las apariencias de tal manera que lo escuchado y visto posea siempre segundos significados que dominan sobre la apariencia. Si bien la actividad astuta de Johannes marca ese doblez, el relato entero nos revela que no implica una posición extraordinaria, sino que la sociedad entera teatraliza sus equivocaciones, por tanto el conjunto supremo, la humanidad misma, se enfoca con suma ironía. Cuando refiere el cortejo de una muchacha por un teólogo disimulado, se decide a una discreta intervención y afirma que hace un bien, por tanto en bien de la humanidad “¡Qué idea más hermosa y más edificante! ¡Actuar en nombre de toda la humanidad, tener un poder tan amplio!”[36] En este relato particular, el nudo de la contraposición entre lo público y privado gira alrededor de la institución del matrimonio frente a la situación de noviazgo atípico y la grieta para la seducción. Si el relato no presenta ninguna conclusión sobre el matrimonio mismo, sí insinúa que hay motivos para despreciarlo, sin que exista una justificación moral para tal proceder. 

Conclusiones
Bajo la forma de un relato intimista, mediante el diario y las cartas, Kierkegaard nos expone el callejón sin salida de la “vida estética”, mostrando que la pasión del seductor conforme logra su objetivo, termina bajo una maldición del tipo Sísifo arrastrado a una caída. Conforme el protagonista supone que permanece ileso, su relato no justifica el daño a su seducida, por tanto resulta un juego vacío. El comportamiento del individuo dedicado a disfrutar al máximo se muestra como un callejón sin salida. Bajo un estilo realista y con agudas reflexiones, el autor provoca diversos cuestionamientos en los lectores, para mirar las relaciones humanas desde otra perspectiva, lo que después terminó llamándose enfoque existencialista.


 NOTAS:


[1] Citado en El pensamiento vivo de Kierkegaard, por W.H. Auden, cap. I, Aforismos.
[2] GUTIÉRREZ MARTÍNEZ, Daniel, op. cit., p. 9.
[3] P. 39.
[4] En especial, sorprende el paralelo opuesto de los Manuscritos económico filosóficos de 1844 cuando elabora una audaz extensión de la teoría de la enajenación en sentido materialista; mientras el proyecto filosófico del danés se adentraba en los dilemas de la existencia.
[5] En este sentido, la intensidad de la Virginidad aquí desplaza al Orgasmo o éxtasis sexual, que se disuelve en esta pre-Intensidad, como si la meseta alcanzara una altura muy superior a las montañas; ofreciendo una metáfora de intensidades que resulta excepcional, a menos que nos refiramos a Deleuze y Guattari con sus nociones de sexualidad sin centro. En Lógica del sentido.
[6] “Me parecía tan leve, que hubiera podido levantarla con una mirada, leve como Psiquis, a quien, según dicen, podían llevar los Genios, pero aún más leve puesto que se llevaba a sí misma. Aun cuando los Padres discuten la Asunción de la Virgen, no lo estimo inconcebible; pero la vaporosa ligereza de una muchacha supera los límites de lo concebible y se mofa de la ley de gravedad.” P. 20.
[7] “En un lugar de montaña, sobresalen dos rocas sobre un espantoso abismo que las separa. Ningún hombre se atrevió jamás a dar ese salto; en cambio, la realizó, según cuentan en la región, una muchacha, motivo por el cual la llaman el Salto de la Virgen. Creo en esa leyenda sin vacilar (…) Cordelia debe aprender a moverse en el espacio sin límites, a volar y acunarse por sí misma en una plenitud de sensaciones” p. 53.
[8] Debido a que las tres cartas de Cordelia, que aparecen al principio resultan bastante breves y con opción para la interpretación ambigua no hay un veredicto definitivo al respecto de qué tan efectiva resulta la deshonra a largo plazo. De momento el coito termina la aventura, pero ¿no trasmutó la chica largamente preparada por una gran agitación previa? La entera narración sugiere que sí cambió íntimamente.
[9] “Creo que nunca es tan seductora como en el día de la boda. Cuando la muchacha se ha puesto ya su vestido de esponsales y el esplendor de las ropas palidece ante el esplendor de su belleza y ella misma se muestra pálida (…) cuando el esposo ya espera, ese instante es aquel en que la muchacha está más seductora.” P. 78.
[10] “Cuando a los ojos de la mente se me aparece el sol de la belleza femenina, que resplandece y se divide en infinidad de irradiaciones, siento en el alma un inefable deleite (…) Mis ojos jamás se cansan de contemplar las irradiaciones de la belleza femenina, infinitas y dispersas. Cada muchacha es una de ellas y aun siendo una parte, es un ser completo en sí mismo y por eso, feliz, alegre y bello” P. 73.
[11] P. 75.
[12] P. 85. Esta es la última frase del texto.
[13] Breve biografía de Søren Kierkegaard por Luis Guerrero.
[14] “Si la primavera es la época más hermosa para enamorarse, el otoño es preciso para alcanzar el fin deseado. En otoño hay una melancolía que responde a esa sensación de desaliento que nos envuelve cuando pensamos en la satisfacción de nuestros deseos.” P. 80.
[15] Poema Leonore (traducido Eleonora) de 1773 por Gottfried August Bürger, relata que una doncella abrumada por la partida de su amado hacia la guerra, desespera blasfemando, por lo que el prometido regresa en modo fantasmal y la conduce en una loca carrera sobre un corcel, que termina en el cementerio y en una tragedia gótica.
[16] P. 39. Sin embargo, la obra filosófica de Kierkegaard representa un enorme y continuo esfuerzo por reconciliarse con la ética y con una nueva versión del cristianismo en La enfermedad mortal o Ejercitación del cristianismo.
[17] P. 70. Por estas cualidades expresivas y las sombras bajo el relato, también se conecta este relato con los aspectos góticos y sombríos, paralelos al contemporáneo Alla Poe.
[18] Kierkegaard, Diario de un seductor, p. 1.
[19] Diario de un seductor, p. 85.
[20] En la escena del pañuelo de Carlota Hahn de quien señala una indiscreción que lo está distrayendo de su objetivo amoroso.
[21] En un siglo que resultaba inaceptable la homosexualidad, la terminación “De ser un dios, haría con ella lo que hizo Neptuno con una ninfa: la iba a transformar en hombre…” P. 85.
[22] P. 56.
[23] “Todo rayo de femineidad resplandece con su particular belleza, encierra en sí una propiedad esencial; sonrisas alegres, miradas maliciosas, ojos escrutadores, cabeza inclinada, liviandad desenfrenada…” P. 74.
[24] P. 4. Esta afirmación cabe señalarla como muy sintética, ya que la “vida estética” representa una de las ramas de la concepción de Kierkegaard sobre las dos opciones de la existencia.
[25] P. 79
[26] P. 6.
[27] “Un año después del compromiso Kierkegaard rompía definitivamente… aunque no quiso explicarle a Regina las verdaderas causas, pues eso hubiera acrecentado su dolor… por el contrario, Kierkegaard aparento un comportamiento frívolo y de cierta indiferencia, con la intención de que ella pudiera rechazarlo más fácilmente.” Luis Guerrero, Breve biografía de Søren Kierkegaard.
[28] Por ejemplo, “pese a lo enfadado que está conmigo, no da un paso sin dirigirse a mí en busca de consejo” p. 44.En ese sentido, Eduard sirve para representar la mediocridad del ambiente que se conforma con poco y no alcanza a comprender el sentido de las circunstancias.
[29] P. 2-3.
[30] P. 85.
[31] En ese sentido, el drama también se explica por la oposición entre la gradualidad rastrera del varón, frente al salto abismal en la naturaleza femenina, en ese “todo o nada”.
[32] Hay dos referencias paralelas, la del escritor que sabe el secreto del seductor, y la de Cordelia que ya mira el mundo de otra manera antes de ser tocada, en p. 5 y en p. 60.
[33] P. 20. También el llamado salto de la doncella recuerda este mismo principio, la fantasía de vencer la caída.
[34] P. 79.
[35] La concepción de Bataille supone que alcanzar el objeto deslumbrante del deseo implica un deseo transgresor para manchar y rebajar. Véase de Georges Bataille El erotismo.
[36] P. 48.