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viernes, 17 de septiembre de 2021

JURAR CON SOLEMNIDAD SIGNIFICADOS


 

 


Por Carlos Valdés Martín

 

En este escrito muestra el fenómeno del juramento lo que demuestra sobre la condición humana, con lo cual abarca aspectos poco conocidos, los cuales explican la importancia del “juramento”. El juramento se relaciona con un tipo de intensidad, la cual acontece cuando la palabra posee tal validez y carga de consecuencias. Los enamorados juran amor eterno y los conjurados prometen “vencer o morir”, así que la naturaleza del juramento no es apta para situaciones triviales.

Ø  Únicamente el ser humano en plenitud

Los animales o las plantas nunca juran, por más que sus afectos sean fieles y sus comportamientos predecibles. Las computadoras no juran por más que sus circuitos posean información y velocidad de procesamiento tan impresionantes que prometan una “inteligencia artificial”. Cuando los animales migratorios regresan al sitio donde nacieron sus retos son tan difíciles que semejantes a las personas más decididas cuando cumplen sus promesas. Quien está trastornado o padece de sus facultades se le considera incapaz de un auténtico juramento.[1]

Ø  Definición

El juramento es la afirmación solemne o sagrada que realiza una persona, comprometiendo la seriedad de lo que se asevera. Aquí analizaremos al juramento solemne como el modelo clave y donde está la estructura completa del jurar. El hecho de jurar es común a los diferentes pueblos y proviene desde épocas inmemoriales, cuando se demuestra la plena importancia de lo afirmado. El diccionario únicamente incluye algunos sentidos de este concepto, como su solemnidad ante Dios y su uso ante códigos formales, así como la afirmación misma.[2]

Ø  Etimología de jurar

El verbo jurar proviene del término romano para la justicia “ius”, pues la costumbre indicaba que era un acto judicial, y se juraba ante la corte. La palabra juramento en latín es “iuramentum”. En ese sentido originario, resulta evidente la relación del acto personal de pronunciar un juramento con la virtud de la Justicia y sus consecuencias sociales.

Ø  Confusión con la afirmación vana

La costumbre confunde al juramento solemne y estricto con la vana promesa de la vida cotidiana cuando se argumenta “Te juro que yo no fui”. Esta modalidad de afirmación reforzada no implica una promesa ni una solemnidad, únicamente manifiesta un refuerzo a lo dicho. Es válido considerar a esta modalidad como la “hermana menor” del juramento, porque desde esa afirmación simple se puede transitar hacia las solemnidades y la situación del juramento.

Ø  ¿Qué nos aporta la solemnidad?

Es un discurso que requiere ese carácter de seriedad y algunas formalidades que llamamos solemnes. Sin las solemnidades el juramente se confundiría con otro tipo de afirmaciones más mundanas y que no adquieren importancia. Algunas solemnidades como la presencia de testigos de honor (a Dios propone el diccionario), gestos rituales (los típicos de levantar o extender la mano) y la inclusión de amenazas ante la violación del juramento proporcionan intensidad a este acto.

Ø  Diferencia de este discurso (estas palabras) respecto de cualquier otro decir

Este tipo de afirmación requiere de una tensión interior que corresponde a una intensión. A esa tensión aquí la llamaré esfuerzo, el cual requiere de brevedad y atención. A diferencia de los discursos prolijos que se prolongan en el tiempo, el juramento es breve, con un tiempo exacto y suficiente para dejar en claro lo que se ofrece, a quién se le ofrece, sus alcances y hasta castigos.

Ø  Adquirir fidelidad hacia una decisión  

El juramento adquiere sentido al permanecer en el tiempo y establecer un lazo indisoluble entre la persona que jura y lo prometido; en tal sentido, es un matrimonio entre la persona y el conjunto de afirmaciones, las cuales habrán de permanecer junto a su íntima persona.

Ø  Futuro, pretender controlar el nuestro

El filósofo Nietzsche en el prólogo de Genealogía de la moral, hace hincapié en que jurar es pretender controlar el futuro, para él implica una vana intención, pues el futuro no está bajo el control de las personas ordinarias. El control del futuro en manos de personas extraordinarias sería una excepción, aunque resulta más notoria la caída de los líderes ambiciosos que parecían comerse al futuro.

Ø  Futuro: atrapar el instante siguiente y el largo plazo

Los defensores extremos del “aquí y ahora” como lo único real olvidan que el mínimo instante está en carrera perpetua hacia el futuro. Quien conduce un vehículo lo hace sabiendo qué tanto se acercan y alejan los demás automóviles; cuando falla su predicción acontece una colisión. Definir con claridad qué sucede en los siguientes segundos es vital cuando se conduce cualquier vehículo. Esa exigencia de atinar sobre el próximo segundo no es una novedad, pues el cazador primitivo requería de esa misma habilidad. En el largo plazo acontece algo semejante, para contar con un “proyecto de vida” requerimos de mirar el horizonte de los años venideros. El juramento es un intento de atrapar nuestro futuro.

Ø  Memoria: obliga a recordar y a darle vida a un acto pretérito

El personaje desmemoriado carece de capacidad para jurar. Con un olvido radical queda fuera de la voluntad cualquier juramento. Ante la debilidad de la memoria se redacta y firma promesa cuando el propósito es firme. Antes de la escritura se recurría al testigo para que diera cuenta del “honor” depositado en un juramento. Por esa cualidad Mnemosina (la Memoria madre de las Musas) también era requerida en los juramentos antiguos.

Ø  Control: pretenderlo para sí mismo

Mientras haya memoria o testimonio se establece el control sobre un pasado, sin embargo, el futuro es más incierto. El acto de jurar intenta controlar el futuro, al menos, en cuanto uno mismo pretende mantener una palabra que no se lleve el viento y una voluntad endurecida por la decisión. Conforme el futuro resulta más previsible, el cumplir promesas resulta más frecuente.

Ø  Hipocresía: combatirla

El juramento intenta un acto de síntesis entre palabra y obra, garantizada por la continuidad del pensamiento; en ese sentido, su enemigo es más la hipocresía que la fatalidad. Cuando hay hipocresía el juramento se disuelve, cuando triunfa el juramento entonces la hipocresía es desterrada.

Ø  Contra la ignorancia

Quien jura se comporta como si conociera sobre lo que promete y las consecuencias, así como las dificultades posibles para cumplir su cometido. Ahora bien, esto no implica que la ignorancia está desterrada, pues quien jura puede ignorar el contenido de su promesa solemne, carecer de claridad sobre el código explícito e implícito de sus votos, desconocer los obstáculos y no poseer una idea real de su fuerza de voluntad; en suma, cabe que se haga juramento con los ojos vendados. Sin embargo, el más somero examen muestra que ignorar en situación de juramento vulnera la pretensión de solemnidad y resta importancia al acto.

Ø  Ambición abatida

Quien jura reconoce principios superiores a su persona, lo cual implica un freno a la ambición desmedida. La propia promesa adquiere una fuerza de Ley que refreno cambios de ánimo o apetitos sucesivos, pues quien es fiel a su palabra, entonces no desviará su ruta. Sin embargo, una ambición inesperada podría provocar que se olvidasen las promesas por severos que sean los castigos, lo cual es evidente en el caso de políticos encumbrados cuando jurar cumplir y hacer cumplir la Constitución de su patria, pero caen en un desvarío de corrupción. Mantener la palabra requiere conceder algo y esquivar los desvaríos como los que genera la ambición desmedida.

Ø  Fortaleza para sostener su palabra

La persona que jura afirma que posee la capacidad para sostener su palabra y quienes reciben esa promesa, junto con los testigos, estás suponiendo que es capaz de hacerlo. Sostener la palabra implica algún nivel de fortaleza y mientras mayor sea la dificultad mayor será la voluntad exigida. En ese sentido, ejercer juramentos equivale para la voluntad a lo que es ejercicio para la fortaleza del cuerpo.

Ø  Palabra es revaluada

Mediante un juramento el valor de la palabra crece y deja de ser un simple discurso de referencias irrelevantes. En este caso, la palabra adquiere varias anclas: hacia la persona que las pronuncia, pues debe estar atento a su texto y a no olvidarlo; hacia los testigos que se convierten en cómplices del acto, hacia el código que da sentido al juramento y hacia quienes toman la promesa. A partir de este acto la palabra adquiere seriedad, sentando una especie de renacimiento.

Ø  Castigo acostumbrado por la ruptura

Aunque en teoría podría no existir ningún castigo o pena impuesta por un juramento, la costumbre generalizada es imponer alguna sanción por incumplimiento. En general, toda prohibición legal marca un castigo por la falta, y en ese sentido, el juramento se presenta como uno de los pilares de las acciones jurídicas. Ante un tribunal el testigo jura decir la verdad y el incumplimiento supone una pena.

Ø  Libertad lo hace auténtico

El juramento mientras más libre resulta más válido; pues una situación de obligatoriedad bajo amenaza termina por desvanecer la efectividad ética y judicial de la promesa. Aunque pudiera considerarse que hay muchas situaciones intermedias, pues el recluta está amenazado de castigo si deserta del reclutamiento y aun así se considera válido su juramento para prestar un servicio militar. Una extrema falta de libertad hace que la promesa sea vacía y ceda paso a la hipocresía.

Ø  Decisión: el jurar eleva la capacidad de decisión a un nivel superior, convierte la decisión en firme y en ocasiones hasta definitiva

Este acto es una de las maneras en que se decide, de tal manera que la fuerza de la promesa establecida para un futuro ahora las decisiones contrarias a cumplir lo jurado. Vale señalar que se trata de una decisión que limita muchas decisiones del futuro, todas las que tengan que ver con el incumplimiento de lo jurado. En esto el juramento posee la estructura de las “decisiones fundamentales” o vocacionales, aquéllas que marcan grandes trechos de vida, por ejemplo, el decidir una carrera profesional que implica embarcarse en una larga determinación de actividades y compromisos. Basta decidir una carrera para dedicarse años al estudio y después la vida al desempeño profesional.

Ø  Lugar solemne

Según el tipo de juramento existen sitios especiales para realizarlas, aunque existan opciones para la creatividad, como la promesa matrimonial. Las cortes judiciales, los templos y en particular sus altares son sitios adecuados para realizar promesas.  

Ø  Testigo solemne

Resultaría válido un juramente realizado en la soledad más completa, ya sea en un recinto solitario o en una oscura celda. El individuo es capaz de desdoblarse y en su propia conciencia poner al testigo de honor y en sus propias palabras definir el texto más solemne; sin embargo, resulta más usual pensar el juramento en términos de contar con una autoridad que sirva de testigo. En el discurso es común poner a la divinidad o a una autoridad como testigo de honor sobre la promesa efectuada.

Ø  Verdad: sin ella no hay

El juramento busca establecer una verdad bien definida, por ello no pertenece al espacio de la duda o de la ambigüedad. Lo idóneo es pronunciar promesas evidentes en sus términos, como la que hacen los enamorados, como el “Te amaré hasta que la muerte nos separe.” Pierden sentido las afirmaciones auto-contradictorias (como “Prohibido prohibir”), indefinidas (como “juro que no sé qué sucedió”) o rebuscadas (como “pagaré cuando la sirena vuelva al mar”) pierden efecto. El juramento solemne ama a la verdad, no guarda espacio para el escepticismo.  

Ø  Promesa simple

También se llama juramento a la simple promesa, que para este argumento es la hermana menor del jurar solemne. Ante los reclamos de noviazgo el cuestionado responde con un dudoso “juro que sí te quiero”. Bajo esta forma menor sin solemnidades y sin tal fuerza de la palabra empeñada aparece el “jurar”. Así como el juramento solemne y formal es como el oro, la figura de juramento banal y por ocurrencia es una moneda devaluada, incluso es su directa falsificación.

Ø  Conjura: cuando es fuente de Poder

En algunos casos, el conjurar se define como un acto de Poder, pues el compromiso de asociación durante un juramento adquiere tal fuerza que resulta un factor temible. Muchos de los grandes acontecimientos políticos desde la Antigüedad han comenzado con una reunión para jurar. Por lo mismo, el término “conjura” resulta fuerte y lanza una señal de alarma para los gobernantes. Se entiende que únicamente cierto tipo de promesas con intención para derrumbar un poder merecen el nombre de conjura.

Ø   Fidelidad

Las narraciones romanas señalan que además de la diosa Justicia se invitaba como testigo de honor a la divina Fidelidad. La diosa Fidelidad era favorita para invitarla a testificar los juramentos, mientras la Justicia era ante quien se presentaban los votos, al regir el sistema judicial antiguo. El propósito era demostrar que la persona se mantendría fiel a su promesa y palabra.

            El concepto de fidelidad también es del máximo interés para establecer relaciones románticas, donde se pretende que haya una reciprocidad y se evite el descarrío. Los juramentos matrimoniales usuales hablan del apoyo recíproco en los buenos y malos momentos de la vida y se señala el ofrecimiento de fidelidad perpetua hasta el final de los días.

Ø  Perjurio y otros antónimos

La falta llana del juramento crea el perjurio como una forma de traición o rompimiento. Conforme las sociedades se han vuelto más laxas resultan escasos los juramentos solemnes, por lo mismo sus opuestos terminan escaseando. Por lo mismo, resulta llamativa la utilización de perjuro como una palabra dominguera o culterana. En su lugar, las variaciones antónimas de la “hermana menor” son cada vez más usuales, entonces la crítica a la mentira se vuelve repetitiva y hasta obsesión.

Ø  Conclusión

El juramento solemne posee una estructura que revalúa la palabra para que ella se empeñe; estima el honor y el cuidado que se pondrá en la palabra ofrecida; presupone una libertad y la capacidad mental de quien ofrece su juramento; involucra la voluntad para mantener lo prometido durante el tiempo pactado; posee fidelidad para no abandonar lo que quiere… En fin, el juramento revela un ideal sobre la condición de quien promete: valioso, honrable, libre, capaz, voluntarioso y fiel. La presencia de los juramentos solemnes revela un ideal de humanidad.

NOTAS:



[1] La firma de contratos posee una intensidad legal semejante al “juramento solemne”, en ese caso, la redacción del contrato sustituye a la solemnidad por el aparato legal que posean las cláusulas escritas las cuales validarán al contrato.  

[2] El RAE señala cuatro conceptos.