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lunes, 30 de enero de 2023

EN DEMIAN QUÉ ES ABRAXAS, CAINITA Y DEBILIDAD

 


Por Carlos Valdés Martín

 

En lo que sigue se analizan tres temas de la novela Demian de Hermann Hesse, publicada en 1919 bajo el seudónimo que da nombre al protagonista, Emil Sinclair. Estos temas representan la trama esotérica de la novela, que ofrece aspectos que requieren de un análisis cuidadoso, como el dios Abraxas y la herejía cainita, unidas por el motivo existencial de la “debilidad” el protagonista.  

 

La debilidad es tierra que se abrió bajo los pies

El protagonista Emil Sinclair es entrañable por su terrible debilidad, la propia del niño atemorizado por un chico mayor que lo presiona y obliga a cometer ultrajes contra su propia consciencia y familia. El niño Sinclair cae en un tobogán de degradación por su debilidad, donde su condición de inmadurez es potenciada por el engaño de su contrario. Sin embargo, el carácter del protagonista proviene del ámbito bondadoso,[1] por lo que se sumerge en el dolor de su falta, para mantenerla secreta.

Vayamos a los hechos descritos en la novela. El relato comienza con el protagonista en una edad de diez años, que lleva una vida tranquila y acude a la escuela. Su ambiente familiar es acogedor y solvente, sus padres los cuidan con cariño bajo valores tradicionales y él no tiene preocupaciones. Esa tranquilidad se interrumpe por la amenaza y chantaje de un chico mayor al que le teme. Su enemigo se llama Kromer, quien mediante amenazas lo chantajea. La actuación del protagonista es patética, pues primero Sinclair fanfarronea de un hurto de manzanas que finge y nunca cometió;[2] pero su antagonista le solicita un juramento solemne que confirme que sí robó. Sinclair jura en falso invocando a Dios y su salvación eterna para convencer a los chicos presentes que sí lo hizo.[3] La mentira y el perjurio se vuelven un problema mayúsculo, pues luego Kromer amenaza con entregarlo a la policía por ser un ladrón. Kromer le exige pagar el equivalente a la recompensa por el hurto de unas manzanas, entonces a Sinclair lo obliga a cometer faltas cada vez más culpables. El niño Sinclair no recibe ningún dinero en su hogar y no porque la familia sea pobre, sino por una costumbre usual en la época. El protagonista roba unas monedas de su propia casa y las entrega al chantajista. La presión y el acoso de Kromer no cesan con las dádivas, así, lo va acorralando al darse cuenta que Sinclair ha faltado al robar dentro de su propia casa, luego le exige un acto más vergonzoso, que es presentarle a una de sus hermanas.[4] Con el desenvolvimiento de los chantajes y presiones del acosador, para el protagonista hay dolor y desmoralización, pues sufre con intensidad sus propias faltas. Hay que recalcar que el entorno familiar de Sinclair era armónico y despreocupado, aunque la novela señala una dualidad entre ese ambiente con protección, valores tradicionales y satisfacciones conocidas frente a otro ambiente más oscuro de amenazas indefinidas, pobrezas y antivalores, el cual es un espacio para deseos inconfesados y aventuras por venir. Esa dualidad no se traduce en una rígida contraposición entre el bien y el mal, porque ese ámbito ajeno también posee aspectos relevantes y potencialidades de descubrimiento, que resultarán integrados en una síntesis posterior.[5]   

Esa condición del protagonista Sinclair como caído hasta un nivel tan bajo resulta significativa, llegando a un sótano moral y de desvalorización. La caída en la jerarquía de valores e interpretaciones marca un camino de hundimiento rápido que señala una opción de retorno circular, la cual también es descartada. Las comedias permiten el regreso circular, lo cual es inadmisible en los dramas, aquí la salida señala hacia una nueva dirección. La rápida caída expulsó a Sinclair de su mundo armónico y tradicional; pero tampoco existe una ruta definida hacia el otro mundo, sino que la serie de acontecimientos apuntan hacia una nueva síntesis.

La primera condición indefensa del protagonista es resuelta por el personaje que da nombre a la novela, Max Demian, con una intervención oportuna que termina el acoso de Kromer. En condición de víctima, el protagonista se había aislado del entorno,[6] cuando recibió la defensa de Demian, quien demuestra una perspicacia y percepción sobresalientes al intervenir de manera oportuna y limpia para alejar al odioso Kromer. A partir de ese encuentro, el personaje Demian se convierte en una influencia transformadora para el protagonista, quien lo toma como una especie de mentor para descubrirse y enfrentar la vida.

Ahora bien, aunque Demian salva a Sinclair de su primer gran enemigo, no resuelve su condición de debilidad inherente que es un miedo auténtico, en ese sentido, el amigo mentor sirve como “tabla de salvación” en el naufragio existencial. Esa situación arrastra una paradoja, porque la novela trata sobre el descubrimiento de la individualidad, por lo que Sinclair alcanzará su autenticidad hasta que atraviese en la ruta de la soledad y, para completar el cuadro, que desaparezca Demian al final del relato.

Que el miedo alcance una condición tan honda en el alma del chico Sinclair es la clave en la primera parte de la novela. Mientras el chico no logre superar el miedo abrumador será un esclavo en potencia. Ese sometimiento por miedo de Sinclair lo descubre con facilidad Demian, y lo hace de tal manera que parece traspasar los pensamientos de Kroner o con una especie de magia. Demian le explica que su temor es el problema del protagonista en sí: “Un miedo así nos va destrozando, hay que liberarse de él. Tienes que hacerlo sí quieres convertirte en un hombre. ¿Comprendes?”[7] Las explicaciones sencillas y las hondas lecciones que representan, no las acepta Sinclair de inmediato.

El afianzamiento de la individualidad del protagonista atraviesa por varias búsquedas y se va representando por el símbolo del Abraxas en su aspecto de un ave de fuego que está abriendo un huevo, por lo que hay un abandono de la condición previa. El proceso de consolidación de la personalidad atraviesa por despertares de sensibilidad, aprendizajes, uniones y desencuentros.

 

El tema de Caín con su transgresión y selectividad

La leyenda bíblica de Caín le apasiona al protagonista, tanto por la perspectiva de que una falta se convierte en una carga perpetua, como la opción de que una falta abismal no lo sea en realidad. Además, el relato sobre Caín también sirve para inventar una especie de filiación para que el protagonista no sienta tanto abandono antes de estar preparado, por lo que prefiere imaginarse como integrante de una genealogía cainita.[8]

El tema de la interpretación de la narración bíblica de Caín y Abel es importante por representar un primer desafío de ideas, del joven Sinclair ante la opinión cristiana predominante. Este desafío resulta más marcado porque su escuela es religiosa y una opinión herética representaría una falta grave. En esta perspectiva disidente empieza con una revelación cómplice con Demian, quien explica la narración en bajo una óptica tributara a Nietzsche. Además, su reinterpretación resulta en complicidad ya que ellos se asumen como marcados en la frente como Caín.

En lugar de una interpretación tradicional y textual de la Biblia, la tesis que plantea Demian sobre el personaje Caín lo explica por una distorsión ante alguien fuerte o diferente que provocó la separación del rebaño. En esta interpretación, incluso se observa el legendario asesinato con indiferencia ética. Dice Demian: “Así que un fuerte mató a un débil. Quizá fue un acto heroico, quizá no lo fue. En todo caso, los débiles tuvieron miedo y empezaron a lamentarse mucho. Y cuando les preguntaban: «¿Por qué no le matáis?», ellos no contestaban, «porque somos unos cobardes», sino que decían: «No se puede. Tiene una señal. ¡Dios le ha marcado!» Así nació la mentira.”[9] Esta explicación queda ligada a lo que Nietzsche llamó una “moral de los fuertes” en su Genealogía de la moral,[10] la cual intenta invertir aspectos del discurso tradicional cristiano, para una refundación de la ética.

En la trama de la novela, el autor demuestra conocimiento sobre las divergencias sobre esa leyenda, por ejemplo, refiere a una remota secta cainita, la cual reinterpreta el Antiguo Testamento para favorecer a Caín. El padre de Sinclair le comenta “esta herejía había desaparecido hacía mucho y le sorprendía que un compañero mío (Demian) hubiera llegado a saber algo de ella.”[11] La novela representa un “espacio cristiano” armónico, basado en creencias religiosas, por lo que la herejía presenta un agrietamiento completo de esa cosmovisión, de tal manera que vivir una marginación ligada a herejías, provoca un sismo en la conciencia de Sinclair.[12]

Las referencias a la narración bíblica reaparecen estratégicamente, por ejemplo, después de tener cercanía y aprender algo del personaje Pistorius hay una nueva exposición. “Aquella noche sentí por primera vez el estigma de Caín sobre mi frente.”[13] Esta expresión refleja un crecimiento personal de Sinclair que ha aprendido suficiente del amigo y muestra independencia ante sus opiniones. En un periodo posterior, cuando se reencuentra con Demian, recuerdan el tema y el amigo declara una afinidad:

“—Naturalmente. Has cambiado, pero llevas la señal.

—¿La señal? ¿Qué señal?

—Antes lo llamábamos el estigma de Caín; supongo que lo recordarás. Es nuestro estigma. Tú siempre lo has llevado; por eso me hice tu amigo”[14]

En este pasaje del rencuentro, la referencia aparenta una afinidad casual que no requiere de más significados, sin embargo, la repetición del tema ya machaca hacia una explicación. Poco después, los personajes le dan un sentido de que ellos, los marcados con el estigma, poseen la cualidad de ser el fermento del cambio, sin definir que sea conservador o revolucionario.[15] Dando otros términos, la presencia del estigma en más de un personaje y su vinculación promete una reinterpretación de los valores, tal como lo interpretó la filosofía nietzscheana. La idea de una nueva élite no quedó en manos de una filosofía tan marginal, sino que apareció en diversos fermentos culturales europeos, pues se reinterpretó en direcciones tan opuestas como el socialismo,[16] fascismo, liberalismo,[17] vanguardismo, etc. Algunos autores interpretan que el romanticismo y modernismo derivando hacia el nihilismo[18] poseen esos signos: negar los valores anteriores, reconocer individuos distintos y perfilar novedosas elites (o sus sombras).  

El tema del huevo rompiéndose en Abraxas

El huevo que se rompe y el mítico Abraxas consumiéndose en ciclos representan la unión entre el crecimiento y una debacle, estableciendo un puente entre los dos mundos del protagonista Sinclair. El tema aparece lentamente, mediante indicios previos, con el escudo de la casa familiar y un dibujo surgido de ensoñaciones, donde se define una afinidad mayor entre Sinclair y Demian. El escudo de piedra colocado en la casa del protagonista es la primera evocación a un pájaro extraño, al comienzo del relato el protagonista no le da importancia, sino que este escudo le interesa a Demian, que lo copia en un dibujo: “Le vi allí un día, con un bloc en la mano, dibujando. Estaba copiando el viejo escudo con el pájaro tallado que campeaba sobre el portal de nuestra casa. Yo me encontraba en la ventana, escondido detrás de la cortina y le observaba.”[19] En esa etapa primera, el ave no se ha revelado como Abraxas, sino hasta el capítulo 5 “El pájaro rompe el cascarón”.

La otra ruta por la que aparece el ave misteriosa es mediante el dibujo. En una escena anterior, Sinclair intenta dibujar de memoria el retrato de una chica, Beatriz, de la cual se había enamorado en un sentido idílico. Sus intentos de dibujarla fracasan y, con la repetición, su intento se aparta de la exactitud, y termina haciendo un dibujo que refleja a Demian. El descubrimiento resulta inquietante, cuando el retrato hasta le semeja estar vivo, pues parpadea.[20]

Después el protagonista tiene un sueño donde traga el dibujo del escudo heráldico que trazó Demian. Un tanto alterado, por ese sueño, Sinclair se dedica a representar al escudo. Satisfecho con su elaboración lo describe: “Resultó un ave de rapiña con una afilada y audaz cabeza de gavilán, con medio cuerpo dentro de una bola del mundo oscura, de la que surgía como de un huevo gigantesco, sobre un fondo azul. Mientras más miraba mi obra, más me parecía que era el escudo coloreado que había visto en mi sueño.”[21] Animado con el resultado y con ganas de restablecer contacto con su amigo, envía el dibujo por correo al último domicilio conocido de Demian. En ese momento es imposible anticipar si el destinatario recibirá ese regalo. Un tiempo después en una hoja doblada en su pupitre escolar, Sinclair encuentra un recado del cual no le queda duda que proviene de Demian, con quien no ha tenido contacto en bastante tiempo. El recado contiene la respuesta al dibujo y dice: “«El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas.»”[22] Hasta ese momento, Sinclair no tenía idea de qué representaba ese término griego. De inmediato, empieza enterarse por boca del profesor de clase a la cual asiste y a darle significado. El profesor explica de inmediato: “la doctrina de Abraxas (…) en relación con fórmulas mágicas griegas y se le considera a menudo el nombre de un hechicero (…) Pero parece que Abraxas significa mucho más. Podemos pensar que es el nombre de un dios que tiene la función simbólica de unir lo divino y lo demoníaco.»”[23] Tal enfoque sobre Abraxas inquieta al protagonista. La explicación se suma a un sueño recurrente de Sinclair, donde “yo regresaba a mi casa sobre el portal relucía el pájaro amarillo sobre fondo azul y mi madre salía a mi encuentro; pero al entrar y querer abrazarla no era ella sino una persona que yo no había visto nunca, alta y fuerte, parecida a Max Demian y al retrato que yo había dibujado pero algo distinta y, a pesar de su aspecto impresionante, totalmente femenina. Esta figura me atraía hacia sí y me acogía en un abrazo amoroso, profundo y vibrante. El placer y el espanto se mezclaban; el abrazo era culto divino y a la vez crimen (…) así era mi sueño de amor, así era también Abraxas.”[24] Con esto se agrega una intensidad emocional al tema de ese lejano mito griego, atribuido al gnosticismo y, en particular, a Basílides.[25]

El personaje Pistorius aporta nuevos matices al tema, cuando da un sentido más personal a las transformaciones, lo que para Sinclair significa que él está en proceso por romper un cascarón, como lo representa al Abraxas, en una interpretación que lo emparenta con el Ave Fénix.[26] En la narración, el protagonista se aleja de Pistorius y reencuentra a Demian. El amigo el brinda nuevas explicaciones sobre “el dios Abraxas”, considerándolo indefinido, por lo que abarca las tendencias antagónicas y, junto con ello, motivo de desconcierto y hasta alguna auto-destructividad. Demian entre sus explicaciones le dice a su amigo: “Cuando se le vuelva a ocurrir algo muy aberrante o pecaminoso, Sinclair, cuando desee de pronto matar a alguien o cometer no sé qué monstruosidad inconmensurable, piense un momento que es Abraxas el que está fantaseando en su interior. El hombre a quien quiere matar nunca es fulano o mengano; seguramente es sólo un disfraz. Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que se encuentra en nosotros mismos. Lo que no está dentro de nosotros mismos no nos inquieta.”[27]

En la narración, el protagonista logra su descifrado personal de Abraxas, al establecer una conexión tan pasional[28] como individualista de sus significados. La novela completa está enfocada hacia el doloroso descubrimiento de la individualidad, mediante un camino poco transitado y salpicado de dificultades. La invitación constante es salir de la manada, evitar al guía,[29] utilizar los propios pies. En la escena final debemos asumir que durante la guerra Demian muere, mientras Sinclair sobrevive a sus heridas. Sin embargo, incluso en el final la ausencia de Demian se mantiene como una guía para el protagonista, por más que asuma que ya ha alcanzado su madurez dolorosa e individual.[30] La metáfora final, como en la leyenda azteca de Tezcatlipoca,[31] es un espejo oscuro, “sobre el negro espejo para ver mi propia imagen”. En este relato, el protagonista es una emanación de Abraxas que ha roto el cascarón de huevo, para mostrarse como un individuo lanzado sobre un mundo caótico.

NOTAS

[1] La novela insiste en que la dualidad y el ámbito del Bien posee una naturaleza engañosa e incompleta, que el protagonista está tocado desde el otro lado, por eso se identifica con la estirpe “cainita”, en cuanto ha pecado contra su origen y su ambiente.

[2] La conexión entre las manzanas y el “pecado original” es muy persistente en el simbolismo cristiano. La novela tiene como subtemas varias reinterpretaciones con narraciones bíblicas.

[3] El jurar en falso ante Dios redondea la falta de Sinclair, porque le resulta imposible desdecirse de su fanfarronada. Aquí su falta toma seriedad por su palabra comprometida y abre una grieta en el alma que señala que su “cascarón” comienza a romperse.

[4] Desde la primera falta de Emil Sinclair surge una grieta que es irreversible, un agrietamiento que lo separa de su mundo familiar e infantil. Su primera falta consiste en fanfarronear fingiendo que ha cometido un delito y jurar por lo sagrado para convencer de sus mentiras. Desde ahí se desencadenan más faltas que no serán remediadas. Hay un efecto de cascada, que establece la serie de faltas y una condición de imposible reparación de la grieta inicial. La solución es romper por completo el cascarón y que surja el nuevo Sinclair años después.  

[5] Desde la primera etapa el protagonista se desubica frente s su mundo original (tradicional, inocente), aunque tampoco se integra en el ambiente opuesto (indefinido, oscuro); hay el problema de pérdida en la ubicación.

[6] El mantener el secreto su humillación ante Kromer y sus hurtos sumen a Sinclair a la más estricta soledad, pues no se atreve a contarle a nadie de sus temores y faltas.

[7] Demian, p. 29.

[8] La serie genealógica y la integración con los antepasados representa un valor muy tradicional, que perdió intensidad a lo largo del siglo XX, al acentuarse el individualismo. En el contexto de la novela, el significado de contar con raíces profundas en un hogar y unos antepasados definidos es muy importante. La antropología antigua señala hacia esa hondura de lazos. Frazer, La rama dorada y Levi-Strauss, El pensamiento salvaje.

[9] Demian, p. 23.

[10] Esa explicación es más clara en Genealogía de la moral, pero también aparece en Así habló Zaratustra, que es una obra a la que la novela hace referencia casual.

[11] Demian, p. 32.

[12] El efecto sísmico de algunas herejías está presenta en Borges, por ejemplo, “Tres versiones de Judas”, en Ficciones. El gran efecto del bestseller El código Da Vinci, se sustenta en el efecto ideológico de una simple hipótesis, sobre las consecuencias del embarazo de María Magdalena.

[13] Demian, p. 80. De alguna manera, esto es una encarnación, al cumplir una idea de diferencia como un signo visible sobre el cuerpo.

[14] Demian, p. 85.

[15] Demian, p. 92. “No sabemos si tales ejemplares eran los que antes habían destacado como conservadores o, por el contrario, como originales y revolucionarios.”

[16] Aunque algunas de esas tendencias reniegan del individualismo, sin que eso resulte tan decisivo. Por ejemplo, para un Marx interpretado como individualismo, véase Fromm, Marx y su concepto del hombre.

[17] Por ejemplo, Ortega y Gasset explica con detalle la relación entre individualismo y elitismo en una orientación liberal, por ejemplo, España invertebrada.

[18] Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo.

[19] Demian, p. 34.

[20] “Y de pronto éste parpadeó, parpadeó leve pero perceptiblemente. En este parpadeo reconocí al retratado... ¡Cómo pude haber tardado tanto! Era el rostro de Demian.” Op. cit. p. 54. Según la antigua leyenda de Pigmaleón, la obra del artista cobra vida.

[21] Demian, p. 57.

[22] Demian, p. 59. Cabe señalar que el mito de Abraxas, siendo estrictos, no representa un ave que vuela, sino un ser compuesto, que mezcla una cabeza de ave (gallo, preponderantemente) con torso de hombre y piernas de serpientes. La imagen del relato está mezclada con el Ave Fénix como símbolo del eterno retorno, la ruptura del huevo y el regreso mediante el fuego.

[23] Demian, p. 60.

[24] Demian, p. 61.

[25] Este concepto también puede relacionarse con el antiguo Egipto y su deidad Harpócrates, y también con el pitagorismo, fuente del misticismo griego y sus especulaciones, trasladadas al neo-helenismo que conquistó la Alejandría de Egipto, la patria de Basílides. Este último, resulta muy interesante por que relación interna con el cristianismo, a interpretar las enseñanzas judeocristianas, para relacionar a Abraxas con Jehová y Cristo, en una visión religiosa heterodoxa.

[26] Demian, p. 70. “No puedo resumir en pocas palabras lo que el extraño músico Pistorius me enseñó sobre Abraxas. Lo más importante que aprendí de él fue a dar un nuevo paso en el camino hacia mí mismo.”

[27] Demian, p. 72. Bajo esta faceta, Abraxas resulta un peligroso burlador, pues abre agresividades indefinidas, que equivocan la dirección o “descarrían el alma”.

[28] “Interrogaba al retrato, le acusaba, le acariciaba, le adoraba; llamándole madre, amada, prostituta y perdida, Abraxas.” Demian, p. 75.

[29] “Escribí sobre un papel: «Mi guía me ha abandonado. Estoy en plena oscuridad. No puedo andar solo. ¡Ayúdame!» Quería mandárselo a Demian, pero no lo hice.” Demian, p. 82.

[30] “Todo lo que me sucedió desde aquel día fue doloroso. Pero, a veces, cuando encuentro la clave y desciendo a mi interior, donde descansan, en un oscuro espejo, las imágenes del destino, no tengo más que inclinarme sobre el negro espejo para ver mi propia imagen, que ahora se asemeja totalmente a él, mi amigo y guía.” Demian, p. 102.

[31] La deidad Tezcatlipoca tomaba el papel de una sombra del alma en el sentido de Carl G. Jung, al cometer las acciones malas y combatir a su hermano, el civilizador Quetzalcóatl; sin embargo, también ellos se pueden aliar para combatir un peligro mayor.