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martes, 17 de diciembre de 2019

CIRCE ¿QUÉ REPRESENTA?




Por Carlos Valdés Martín

La divina Circe representa al reino de la magia y un aspecto extraordinario de lo femenino. Su aparición más afamada en el relato de la Odisea donde ella encarna a la hechicería y su potencial dañino para degradar a los varones, así como otras cualidades positivas como la honorabilidad. Los atributos de Circe se conservaron durante milenios y resulta curioso recordar que poseía varitas y brebajes para lanzar encantamientos. En este siglo, sensible para calificar sobre la bondad o no de los personajes corresponde el preguntar ¿víctima o villana? Para los griegos de hace más de dos milenios esa pregunta no era relevante, sin embargo, antes de condenarla o justificarla veamos desde dónde surge su narración. 

Aventuras de Odiseo
El marinero sufre el castigo de una implacable diosa Hera, la cual lo hostiga y empuja entre mares embravecidos, dejándolo a merced de peligros como Cíclopes y caníbales, por lo cual poco a poco pierde a sus compañeros de aventuras. La ruta anhelada por Odiseo (llamado Ulises en la muy conocida versión romana del personaje) busca el regreso al hogar, en la isla de Ítaca, pero deberá sufrir muchas desgracias previas. Anotemos que las aventuras de Odiseo o Ulises vale interpretarlas como pruebas iniciáticas ante las tentaciones, las ilusiones de los sentidos y los falsos pensamientos, entonces él combate sus vicios mediante el uso de la inteligencia para salir adelante.
En ese contexto aparece el relato de la atractiva divinidad, reina solitaria y maga Circe,[1] quien ejercía en una pequeña isla Eea. A parecer, por diversión y para demostrar superioridad, embrujaba al sexo opuesto, para rebajarlo en una metamorfosis en animales. Ella domina desde su residencia al centro de la pequeña isla Eea donde ya han sido transformados algunos visitantes y se hace acompañar de otras divinidades femeninas de los bosques. Primero desembarcan la mayoría de los marineros de Odiseo para explorar. Él se dedica a conseguir alimento cazando y otro grupo permanece atemorizado dentro dela embarcación, debido a las malas experiencias anteriores. Los marineros que exploran la isla para buscar sustento encuentran la mansión de Circe. En principio, ella parece buena anfitriona y los convida a un banquete donde la bebida de una copa[2] los metamorfosea principalmente en cerdos.[3] Los animales representan el predominio de los instintos y la caída en los vicios, por tanto una retrogradación en la jerarquía al estado pre-humano, o también un episodio de “palingenesia” en sentido de retroceso.[4] En especial, los cerdos eran emblema del imperio de los vicios carnales y la pérdida de la conciencia.
Odiseo se acerca para salvar a sus hombres con un sentido fraternal, y en el camino lo ayuda el dios Hermes (patrón de las iniciaciones y el esoterismo) para inmunizarlo mediante una hierba. Así, el marinero acude a la mansión de aparente bienvenida, pero ya advertido de las malas jugadas de Circe. Luego Odiseo come y bebe igual que los anteriores, siendo inmune a los hechizos. Como el encantamiento falla, Circe debe ceder ante las amenazas y exigencias de Odiseo para devolver la forma humana a los marineros. Según parece, ella se enamora del marinero Odiseo, entonces cohabitan un año, aunque otra leyenda afirma duraron más tiempo porque tuvieron hijos,[5] que fueron la estirpe que antecede a Roma. 

Convertirse en cerdos
Una interpretación psicológica de la conversión en cerdos señala hacia la caída voluntaria, de tal manera que la brutalidad trasmuta en una segunda naturaleza adquirida. A esa metamorfosis se la llama un envilecimiento y se considera que esa es la peor degradación, además muy conforme a un tema repetitivo de la mitología griega.   
La figura de Circe representa la cadena de servidumbres ante los apetitos y los caprichos; al encarnar el extremo de una actitud “controladora”, que prefiere rebajar su entorno para dar gusto a sus caprichos. Ella es una soberana en su pequeño mundo (eso simboliza la isla) y quiere someter a otros para limitarse a tal escala; que también es la esfera de las satisfacciones inmediatas; por eso ellos se vuelven cerdos.
Sin embargo, los antiguos debieron considerar muy en serio que un brebaje cambiara a los seres. En tiempos de Homero la filosofía todavía no adquiría patente de invención, en cambio los cultos de Baco eran usuales en ese entonces;[6] así que asumir que un bebedizo permute a los seres implicaba un tipo de fantasía aceptable. Si el vino provocaba visiones ¿otro líquido las materializaba? Si una copa producía cerdos ¿otra los conjuraba? La objetividad actual no lo acepta, pero los mitos de entonces transitaban por esa condición fluida.[7]
 
La belleza de Circe
Si bien queda en un segundo plano el aspecto preciso de la belleza de Circe, el relato no deja dudas al colocar atributos en su descripción, que carece de mayores detalles. La primer descripción es “la rubia Circe, diosa ilustre, de voz melodiosa” y se adhiere con otras circunstancias favorables, como “hermana del prudente Eetes: ambos nacieron del Sol, que da la luz a los hombres, y de Persalis, la hija del Océano.”[8] El tono de la descripción se mantiene bajo ese mismo tenor, halagando su cabellera y su melodiosa voz. Por ejemplo, la llegada de los hombres de Odiseo frente a la casa, entonces ellos “Se detienen bajo los pórticos de la diosa de hermosa cabellera; ellos, sin embargo, escuchaban a Circe, la cual, en el interior cantaba con voz melodiosa, tejiendo una tela inmensa y divina”. Por si fuera poco, esa escasa descripción se complementa con la promesa del lecho de la diosa, el cual se califica de magnífico, donde se mezcla el amor y el sueño.
La limitada descripción de Circe ha dejado a la posteridad en facultad para interpretarla con los diversos tonos que elija el autor, ya sea como una belleza rutilante o como un efluvio de engaños mágicos. Según el relato, el deseo del aventurero es sincero, pero no tan imperioso como para olvidar sus deberes, que son salvar a sus amigos y, al cabo de un largo año, recordar que debe volver al hogar y la patria.[9]
 
Honorabilidad de Circe
Aunque la diosa en principio se presenta como alevosa y cruel al convertir a los marineros en animales, lo cual parece una agresión sin motivación alguna, más adelante demuestra que posee palabra y que convierte a sus enemigos en sus protegidos. Antes de ser desafiada y derrotada ella parece implacable y artera, pues los marineros acuden con inocencia a un banquete gratuito, sin una amenaza de por medio. Al beber sufren un castigo que no parecieran merecer por algún motivo, la hechicera lo hace como jugando y por rebajarlo, por un gozo de aplicar el mal ajeno.
Cuando falla la magia de Circe y se enfrenta a una amenaza directa cambia por completo de actitud, pero una vez comprometida y dando su juramento se mantendrá en lo ofrecido. A partir de ese momento, ella se comporta de manera honorable y nunca más intenta hacer mal a ninguno. Deja que se aleja su amante sin proferir ningún ardid ni perjudicar a nadie, al contrario, señala la ruta única por la cual pueden cumplir su propósito de regresar a su patria. 

La cuña que aprieta es del mismo palo
Este episodio representa un duelo de magos, porque el dios Hermes se había enterado de las travesuras que aplicaba Circe en contra de los humanos. La dama no se entera de que ese dios de las iniciaciones y la alquimia había tomado cartas en el asunto para proteger a los marineros.
De Circe, el relato afirma que su encantamiento es casi siempre irresistible por eso es maga y únicamente la intervención de un maestro exaltado, representado por Hermes (el tres veces grande o Trimegisto) logra contrarrestar su veneno y sin derramar una gota de sangre. Según una estrategia que fascinó a los narradores griegos, se enfrentan dos saberes para obtener un desenlace en favor del más astuto o tramposo.
Después de ganar el primer episodio, prevenido con un antídoto de la magia, Odiseo finge que atacará violentamente,[10] pero es obvio que pacta con Circe[11] y él mismo se entrega como consorte temporal ante las tentaciones. En lugar de sus marineros convertidos en cerdos, se entrega él al lecho de la dama y ese pacto fructifica en hijos de una nueva estirpe.[12] Recordemos que a los griegos no les atraía la santidad de los anacoretas, sino el tránsito por el mundo de los sentidos, orientados por la virtud, donde es posible pactar con realidades que no nos convienen, aunque quizá sí agradan. 

Fuerza y debilidad de Circe
La potencia de la maga Circe radica en misteriosas fuerzas[13] ajenas a la condición normal, de tal manera que pareciera moverse por egoísmo y enfilada hacia un aislamiento. ¿Separarse implica debilidad? El relato no es enfático sobre la debilidad de la maga, sin embargo, debe ceder ante el capitán Odiseo. El relato implica una pequeña flaqueza, que más bien maneja otra divinidad, que la deja vulnerable al neutralizar su brebaje y verse amenazada por el filo de una espada.[14]
En principio, Circe parece tan fuerte que no requiere para nada de los varones, sin embargo, pareciera que al volverlos juguetes animales, deja descubierta una flaqueza. Ella rebaja a los otros, por tanto, destruye al potencial objeto de placer y los hace tan limitados, que los coloca en un establo, mientras su tálamo permanece vacío. Este rebajar y empequeñecer revela la lógica de ciertos juegos infantiles, donde se recorta cualquier objeto para dejarlo al resguardo de una caja diminuta. En ese sentido, el control implica el empequeñecimiento y cuando el acto es divertido su resultado implica aburrirse. Los cerdos son juguetes de Circe, pero ella se empieza a aburrir, y esa es su debilidad.
Para que finalice el aburrimiento de Circe debe encontrar un rival de su tamaño, ese oponente es Odiseo que recibe de Hermes el secreto para vencerla mediante un antídoto. La lucha entre iguales abre el cauce para un romance temporal, pues el marinero siempre pretende regresar a su hogar con su esposa Penélope. 

La reconciliación de los opuestos
De entrada Circe manifiesta un poderío superior e inalcanzable, hasta que interviene otra divinidad, Hermes, entonces ella queda al nivel humano y la reconciliación por un pacto nos recuerda la universal dependencia entre mujeres y hombres. Una co-dependencia que si surge mal encausada provoca el envilecimiento y fracaso de todos, pues solamente con la armonía intencional se logra un destino feliz.
Si los marineros representan al hombre común ¿por qué el banquete[15] que les ofrece Circe los aniquila en el sentido de reducirlos a menos que humanos? Aunque el relato mágico condensa el efecto perjudicial en un brebaje, el completo departir en una comilona que para los antiguos implicaba un ritual de unión queda invertido, entonces las facultades integradoras se han alineado en el sentido negativo, llegándose al envilecimiento. Cuando los marineros quedan envilecidos como cerdos (también en lobos y leones) ¿eso no le afecta a Circe? Parece una falsa victoria, ella gana pero se rodea de bestias y no descubre una satisfacción profunda.[16] Hasta que Odiseo se resiste a la decadencia (ayudado por el sabio consejo de Hermes) ella encuentra un consorte temporal que la cura de su soledad (y soberbia); entonces ella entra en razón y pacta para revertir su hechizo sobre los demás marineros. Concluyo: lo que la mujer destruye solamente la mujer lo puede restaurar. La civilización patriarcal actúa como los marineros que se mantienen temerosos y refugiados en los barcos, incapaces de desembarcar en la isla Eea. Lo marineros que bajan a Eea siguen su curiosidad, pero también demuestran su miseria. Odiseo actúa como el verdadero líder que asume los riesgos de cometer errores y acepta pactar con lo que teme, le enamora y hace daño, pacta con la femineidad. Circe comienza comportándose como la maestra perdida y deslumbrada por su propia brillantez, que con sus habilidades superiores es capaz de someter, pero se vuelve caprichosa y soberbia. Ella, la campeona solitaria, ya no encuentra iguales, sino que somete y metamorfosea en condición de inferiores a quienes encuentra. Frente a Odiseo, haya a un igual y reconoce que ella ha abusado de su poder. Por la lid entre iguales, Circe despierta su Conciencia y enmienda el exceso; su vientre se vuelve fructífero. Que Odiseo y los marinos permanezcan con Circe largo tiempo, al menos un año, representa que la rectificación no es instantánea. La narración termina cuando Circe le indica a Odiseo el camino de regreso al hogar y la tripulación se marcha sin daño, con la ganancia de sus lecciones. El relato nos señala que sí, entre mujeres y hombres, existe la ruta para el ganar-ganar, lo cual depende de un pacto consciente donde superamos la tentación de jugar con nuestras debilidades. 

Un legado morboso
A lo largo de los siglos, la diosa Circe reaparece bajo distintas máscaras, proporcionando un modelo para la narrativa, que la tuerce y reinventa de mil maneras inesperadas. Una de las últimas apariciones notables se plasma en el cuento “Circe” de Julio Cortázar donde se mantiene la ambigüedad y el magnetismo de la antigua hechicera. En ese último relato la soberbia de los antiguos dioses está sometida a los prosaicos pliegues de una modernidad metafórica. En ese caso particular, con esa nueva y cambiada Circe conforme desaparece la diosa reinan las novias histéricas, tan luctuosas como sádicas.


[1] Hija de Helios (el titán del Sol) y Persalis (una oceánide) representa una divinidad intermedia, que no radica en el Olimpo, pero a su vez controla su propia corte de ninfas; un género de personajes que fascinaba a los griegos. A ella precisamente se le considera diosa de la magia. 
[2] Que nos recuerda la lección de los 3 líquidos en la Iniciación del Aprendiz.
[3] La impresión general se refiere a cerdos, aunque en estudios más detallados, se señala que los marineros se convierten también en otras bestias como lobos y leones, representando otros vicios o tendencia del espíritu.
[4] Este episodio también fue interpretado por los Antiguos como una falla en la rencarnación de las almas; siendo Circe una maga del Hades que preside la metamorfosis de las almas; las cuales al caer en vicios, se rencarnan en animales inferiores. Lo interpreta así el autor pitagórico Porfirio, citado por Aurora Galindo, Circe en la tradición literaria.
[5] En el texto de Homero, el personaje Odiseo permanece un año justo con Circe y se dirige al Hades para terminar su viaje. En la Teogonía de Hesíodo se afirma que Odiseo tuvo hijos con Circe.
[6] Eurípides, Las bacantes.
[7] Ovidio, Las metamorfosis.
[8] Homero, La Odisea, Canto X.
[9] Anotemos que los griegos antiguos cultivaban una variedad distinta al nacionalismo moderno, la fidelidad del viajero Odiseo es más hacia una población pequeña, la población de Ítaca, y la mezclaba con la fraternidad de los marineros y guerreros emparentados de la región helenística, combatiendo a otros griegos de Ilión (la ciudad de Troya). El relato en sí es más proto-nacional, aunque sí fue la plataforma para la unión de Grecia.
[10] Hay un curios contrapunto entre la “varita” de Circe, que complementa a su brebaje como símbolos típicos de la brujería que se conservaron en el imaginario popular, frente a la espada de Odiseo.
[11] Recordemos que el corazón de Odiseo pertenece a su esposa Penélope, quien lo espera en el lejano hogar de Itaca, tejiendo y destejiendo.
[12] Anotamos que San Agustín interpreta a Circe como las tentaciones que se deben rechazar de manera tajante. En La Ciudad de Dios, citada por Aurora Galindo, Circe en la tradición literaria.
[13] Los medioevales la llamaban “magia natural” a esa mezcla entre un hierba con un encantamiento; demostración de la ambigüedad de las creencias mágicas. Cf. Frances Yates en El iluminismo rosacruz.  
[14] Que el mortal Odiseo amenace a la diosa Circe con el filo de su espada implica una ambigüedad sobre la jerarquía entre seres humanos y divinos.
[15] Conviene imaginar el desordenado banquete de la metamorfosis en animales, contratándolo con el banquete civilizado donde se celebra el orden y la fraternidad, enalteciendo a los sentidos en armonía con el espíritu.
[16] El pitagórico Porfirio elabora una complicada teoría donde la diosa Circe lo que está es metamorfoseando a las almas en la ruta del Hades, como un episodio de elección hacia su nueva especie animal, según la creencia en la metempsicosis griega. Véase Aurora Galindo Esparza, El tema de Circe en la tradición literaria.

sábado, 14 de diciembre de 2019

"HORACIO COCLES" EN EL PUENTE, ENTRE LA LEYENDA Y LA HISTORIA





Por Carlos Valdés Martín

El personaje es Horacio Cocles, un valeroso romano, quien defendió heroicamente a la ciudad frente a un ataque de los reyes etruscos sobre el puente Sublicio, en la entrada de Roma. La crónica ubica este acontecimiento en el año 508 a. de C. reflejado en las historias de Tito Livio,[1] Plinio el Viejo[2], Dionisio de Halicarnaso[3] y de Polibio.[4]

Nombre y linaje
Comencemos el abordaje por el nombre del personaje. Su apellido es “Horacio” que corresponde a un linaje, considerado dentro de los patricios, es decir, las familias originarias de la ciudad. Esas familias “patricias”, rápidamente se ennoblecieron, pues los ciudadanos libres contaban con el privilegio de obtener posesiones por vía de las guerras. Ese apellido lo recibían los varones de la “Gens Horatia”, que se creyó provenía de las divinidades llamadas “Horas”, consideradas el numen de esa familia. Esto significa que eran nobles guerreros que participaban personalmente en las batalles y adquirían puestos. Según las crónicas un hermano de Horacio Cocles llamado Marco Horacio Pulvilo adquirió la máxima distinción de Cónsul, en ese mismo periodo. El apelativo Cocles fue un apodo que significa “tuerto”, al parecer consecuencia de su misma profesión militar.

La joven Roma
Recién fundada la ciudad los romanos se distinguieron por ser guerreros hábiles y disciplinados, que alrededor de las siete colinas originarias fundaron su ciudad en el año correspondiente al 753 a.C. La ciudad comenzó como una urbanización modesta opacada ante sus los vecinos reyes de Alba Longa y, con el paso de los años, lograron independizarse, pasando ellos a convertirse en factor dominante de la comarca.
El primer periodo de esta legendaria ciudad se relaciona con siete reyes, que aunque eran electos, poseían un mando único. Los últimos tres fueron de ascendencia etrusca, no eran romanos, y finalizó el último en 534 a.C. Después comenzó el periodo de la República Romana, con el predominio de la representación de los ciudadanos, ya fueran patricios o plebeyos (pueblo sin una línea gentilicia propia de la ciudad). En lugar de reyes se eligieron cónsules, que eran dos y duraban dos años, con funciones ejecutivas y de mando militar.  

Constructores romanos
Una de las actividades principales que también distinguió a los romanos fue su dedicación a la construcción. La leyenda de la fundación de Roma se relaciona con la edificación de una pequeña muralla alrededor del nuevo asentamiento, pues Rómulo la acaba de fundar y, en son de burla, su hermano Remo la brincó para desacreditar su efectividad, cuando el vaticinio había predicho que serían imbatibles. Enfurecido o celoso del vaticino, Rómulo estableció que las murallas sí eran imbatibles al matar a su hermano, ofrendándolo a la defensa de la nueva ciudad.
Una aportación específica de los constructores romanos fue dominar el arco con clave, lo cual permitió mejores bóvedas, techos, puentes, etc. En especial, a ellos se debe que se revolucionara la construcción de puentes mediante el ingenio de sus arcos. Como la ciudad se edificó en colinas junto al río Tíber resultaba crucial contar con puentes y la narración señala que el primero de todo fue el llamado Sublicio, el cual comenzó siendo una sólida armazón de madera.  

Ubicación temporal de la narración
Según cuentan la amenaza a Roma ocurrió en el año 508 a.C., por lo que la instauración de la República contaba con unas décadas y el recuerdo de la monarquía era reciente. En otras ciudades de la península itálica seguían gobernando pueblos etruscos o latinos separados, pero Roma estaba progresando en plan de conquistar vecinos. El pueblo etrusco había sido preponderante durante siglos en la Península Itálica, pero estaba declinando, situación expresada en que dejaron de ser reyes en Roma.

La desigual batalla
Los reyes etruscos de Roma cuando fueron expulsados se refugiaron en Clusium, una ciudad cercana donde reinaba Lars Porsenna. Los reyes destronados se quejaron: «Nosotros somos de sangre real, hemos vivido en la abundancia de todas las cosas y ahora estamos abocados a vivir en la pobreza y en el exilio. Este hecho, nunca visto, no debe quedar impune. Si los reyes de Roma han sido expulsados de sus tronos, los demás tendrán que pensar que, tal vez, les pueda ocurrir lo mismo». «Ha sido un cambio de todos los valores  conocidos hasta ahora. ¿Dónde se ha visto que todos, los de alta cuna, llamados a dirigir a los ciudadanos, y los de ínfima condición, sean iguales? Además es la misma institución de la realeza la que está en peligro. Es importante para la sociedad que exista un rey que es el intermediario entre los dioses y los hombres.»
Y los etruscos liderados por Porsenna[5] con un ejército marcharon contra Roma para devolver la monarquía. Al parecer, la mayor parte del ejército romano estaba lejos de la ciudad. Los etruscos avanzaron del otro lado del Tíber y la ciudad estaba amurallada, pero contaba con un único punto débil por el puente Sublicio.
Horacio dirigía la guardia en la entrada del puente, cuando vio que el enemigo había conseguido ocupar la colina del Janículo con un ataque inesperado y contaba con la facilidad de avanzar sobre el puente Sublicio. En aquel  momento todos los que formaban la guarnición del puente, abandonaron sus puestos. Horacio se colocó en medio de la entrada, con tanta resolución que los atacantes se quedaron estupefactos pensando que poseía alguna superioridad. Inicialmente combatieron a su lado Espurio Larcio y Tito Herminio, conteniendo a una fuerza muy superior en número, pero cuando el puente estaba prácticamente destruido, Horacio Cocles ordenó a éstos ponerse a salvo en la ciudad mientras él seguía combatiendo en solitario. Los que se habían retirado recibieron orden de terminar de cortar el puente para proteger la ciudad. Se enfrentó con los etruscos paseando su mirada por todos ellos y les dijo: "Estáis a gusto bajo la esclavitud de unos reyes llenos de soberbia que no se acuerdan de su propia libertad y atentan contra la libertad de otros".
Al término de la demolición, Horacio Cocles se arrojó al Tíber con su armadura y, según informa Polibio, se ahogó. En cambio, según Tito Livio, el heroico soldado consiguió atravesar el río nadando y regresó tras los muros de la ciudad. Con su heroica hazaña, manteniendo a raya a los etruscos sobre el puente, mientras era demolido, salvó a la capital romana.

Acto ejemplar
El desmedido heroísmo de Horacio Colces para los romanos evidenciaba la superioridad de los ciudadanos libres de su República, entonces opuestos a los reyes etruscos.
Esta narración contiene una crítica contra la realeza hereditaria y la esclavitud que ésta implica, asimismo manifiesta una exaltación de la libertad y de la igualdad, que predominaba en la joven República. La Leyenda señala que, en conmemoración de esta batalla tan abnegada, se integró un “colegio” de ciudadanos quienes de modo simultáneo oficiaban como carpinteros y soldados. A este grupo selecto le fue dada la defensa y conservación de los puentes, entonces recibieron un nombre especial, que para ellos resultaba un honor, dándoles el título de Pontífices.
Recordemos que el puente también era un centro ceremonial entre los romanos, donde se realizaban fiestas y sacrificios de la religión local, por tanto la cabeza de esa organización se convirtió en un sacerdocio. Siglos después, durante el periodo del Imperio romano, el propio emperador tomó para sí el atributo de encabezarlos, tomando el título de Pontífice Máximo o Sumo. Con los siglos, la religión oficial romana siguió bajo tal denominación y, cuando el cristianismo predominó entre ellos entonces los títulos se transfirieron. El jefe de la iglesia se denomina desde entonces Sumo Pontífice.

Puente Sublicio y sus rituales
Precisamente el puente destruido durante el sacrificio de Horacio Cocles, fue el primero de Roma sobre el Tíber: “según… Plutarco, el rey Anco Marcio (641-617 a. C.) construyó el puente Sublicio, el primer puente que tuvo Roma sobre el río Tíber… Fue construido con madera, sin hierro ni bronce alguno, por estricta prohibición religiosa ya que fue un puente sagrado vinculado a la vida religiosa de los romanos y al Collegium Pontifices, institución religiosa encabezada por el Pontifex Maximus”[6] El ceremonial romano sobre el sitio era así: “El  puente era escenario … Llevada a cabo en los idus de mayo (día 15 de ese mes) en la cual una comitiva de pontífices, vestales, vírgenes y pretores que previamente habían recogido en 24 lugares … de la ciudad … unas máscaras de ancianos confeccionadas con juncos, las arrojaban al río Tíber, probablemente … (las máscaras figuraban a) antiguos personajes vinculados a los Fabios que habrían llegado, según la tradición, acompañando a Hércules y que mediante ese rito regresarían a su lugar de origen.”[7]

Consecuencias
Un poema de Thomas B. Macaulay recuerda la hazaña del sacrificio sobre el puente con esta pregunta “¿Qué mejor manera de morir puede tener un hombre, que la de enfrentarse a su terrible destino, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?” Esta cita del poema clásico apareció en más de una película reciente[8]

Hay dos versiones de esa narración, en una de ellas muerte Horacio Cocles y en otra se salva. Unos años después se erigió una estatua en honor al acto heroico, por lo que resulta más plausible suponer que falleció. Su hermano fue nombrado cónsul de Roma, obteniendo el puesto más alto dentro de la República. El ejemplo mereció ser recordado, fundándose una orden de carpinteros y soldados que llamaron pontífices, un modelo que ha sido recordado por siglos. La palabra pontífice en sí adquirió un prestigio especial y, transformándose en un término religioso, sobrevive hasta nuestros días, a la cabeza de la iglesia.

 NOTAS


[1] Tito Livio, Ab urbe condita, 2.10.
[2] Plinio el Viejo. «XXXIV.11». Historia Natural. «Fue por muy diferentes y muy importantes razones que se erigió la estatua de Horacio Cocles; su defensa en solitario evitó que el enemigo cruzase el importante puente Sublicio.»
[3] Dionisio de Halicarnaso, Arqueología romana, v. 24, 25.
[4] Polibio, Historia general.
[5] Jorge Norberto, Corjeno, El Gr:. 19°, Gran Pontífice.
[8] Elaborado por Thomas B. Macaulay se titula “Horacio” en su volumen  "Lays of Ancient Rome" (1842). Recordado en películas una sobre Churchill Los días más oscuros y otra Oblivion protagonizado por Tom Cruice.