Por Carlos Valdés Martín
La divina
Circe representa al reino de la magia y un aspecto extraordinario de lo
femenino. Su aparición más afamada en el relato de la Odisea donde ella encarna a la hechicería y su potencial dañino
para degradar a los varones, así como otras cualidades positivas como la
honorabilidad. Los atributos de Circe se conservaron durante milenios y resulta
curioso recordar que poseía varitas y brebajes para lanzar encantamientos. En
este siglo, sensible para calificar sobre la bondad o no de los personajes corresponde
el preguntar ¿víctima o villana? Para los griegos de hace más de dos milenios esa
pregunta no era relevante, sin embargo, antes de condenarla o justificarla
veamos desde dónde surge su narración.
Aventuras de Odiseo
El marinero
sufre el castigo de una implacable diosa Hera, la cual lo hostiga y empuja
entre mares embravecidos, dejándolo a merced de peligros como Cíclopes y
caníbales, por lo cual poco a poco pierde a sus compañeros de aventuras. La
ruta anhelada por Odiseo (llamado Ulises en la muy conocida versión romana del personaje)
busca el regreso al hogar, en la isla de Ítaca, pero deberá sufrir muchas desgracias
previas. Anotemos que las aventuras de Odiseo o Ulises vale
interpretarlas como pruebas iniciáticas ante las tentaciones, las ilusiones de
los sentidos y los falsos pensamientos, entonces él combate sus vicios mediante
el uso de la inteligencia para salir adelante.
En ese contexto aparece el relato de la atractiva divinidad, reina solitaria
y maga Circe,[1]
quien ejercía en una pequeña isla Eea. A parecer, por diversión y para
demostrar superioridad, embrujaba al sexo opuesto, para rebajarlo en una
metamorfosis en animales. Ella domina desde su residencia al centro de la
pequeña isla Eea donde ya han sido transformados algunos visitantes y se hace
acompañar de otras divinidades femeninas de los bosques. Primero desembarcan la
mayoría de los marineros de Odiseo para explorar. Él se dedica a conseguir
alimento cazando y otro grupo permanece atemorizado dentro dela embarcación,
debido a las malas experiencias anteriores. Los marineros que exploran la isla
para buscar sustento encuentran la mansión de Circe. En principio, ella parece
buena anfitriona y los convida a un banquete donde la bebida de una copa[2]
los metamorfosea principalmente en cerdos.[3] Los
animales representan el predominio de los instintos y la caída en los vicios,
por tanto una retrogradación en la
jerarquía al estado pre-humano, o también un episodio de “palingenesia” en sentido
de retroceso.[4]
En especial, los cerdos eran emblema del imperio de los vicios carnales y la
pérdida de la conciencia.
Odiseo se acerca para salvar a sus hombres con un sentido fraternal, y en
el camino lo ayuda el dios Hermes
(patrón de las iniciaciones y el esoterismo) para inmunizarlo mediante una
hierba. Así, el marinero acude a la mansión de aparente bienvenida, pero ya
advertido de las malas jugadas de Circe. Luego Odiseo come y bebe igual que los
anteriores, siendo inmune a los hechizos. Como el encantamiento falla, Circe
debe ceder ante las amenazas y exigencias de Odiseo para devolver la forma
humana a los marineros. Según parece, ella se enamora del marinero Odiseo,
entonces cohabitan un año, aunque otra leyenda afirma duraron más tiempo porque
tuvieron hijos,[5]
que fueron la estirpe que antecede a Roma.
Convertirse en cerdos
Una interpretación psicológica de la conversión en cerdos señala hacia la
caída voluntaria, de tal manera que la brutalidad trasmuta en una segunda
naturaleza adquirida. A esa metamorfosis se la llama un envilecimiento y se
considera que esa es la peor degradación, además muy conforme a un tema repetitivo
de la mitología griega.
La figura de Circe representa la cadena de servidumbres ante los apetitos y
los caprichos; al encarnar el extremo de una
actitud “controladora”, que prefiere rebajar su entorno para dar gusto a
sus caprichos. Ella es una soberana en su pequeño
mundo (eso simboliza la isla) y quiere someter a otros para limitarse a tal
escala; que también es la esfera de las satisfacciones inmediatas; por eso ellos
se vuelven cerdos.
Sin embargo, los antiguos debieron considerar muy en serio que un brebaje
cambiara a los seres. En tiempos de Homero la filosofía todavía no adquiría
patente de invención, en cambio los cultos de Baco eran usuales en ese entonces;[6]
así que asumir que un bebedizo permute a los seres implicaba un tipo de
fantasía aceptable. Si el vino provocaba visiones ¿otro líquido las
materializaba? Si una copa producía cerdos ¿otra los conjuraba? La objetividad
actual no lo acepta, pero los mitos de entonces transitaban por esa condición
fluida.[7]
La belleza de Circe
Si bien queda en un segundo plano el aspecto preciso de la belleza de
Circe, el relato no deja dudas al colocar atributos en su descripción, que
carece de mayores detalles. La primer descripción es “la rubia Circe, diosa ilustre, de voz melodiosa”
y se adhiere con otras circunstancias favorables, como “hermana del prudente
Eetes: ambos nacieron del Sol, que da la luz a los hombres, y de Persalis, la
hija del Océano.”[8]
El tono de la descripción se mantiene bajo ese mismo tenor, halagando su
cabellera y su melodiosa voz. Por ejemplo, la llegada de los hombres de Odiseo
frente a la casa, entonces ellos “Se detienen bajo los pórticos de la diosa de
hermosa cabellera; ellos, sin embargo, escuchaban a Circe, la cual, en el
interior cantaba con voz melodiosa, tejiendo una tela inmensa y divina”. Por si
fuera poco, esa escasa descripción se complementa con la promesa del lecho de
la diosa, el cual se califica de magnífico, donde se mezcla el amor y el sueño.
La limitada descripción de Circe ha dejado a la posteridad en facultad para
interpretarla con los diversos tonos que elija el autor, ya sea como una
belleza rutilante o como un efluvio de engaños mágicos. Según el relato, el
deseo del aventurero es sincero, pero no tan imperioso como para olvidar sus
deberes, que son salvar a sus amigos y, al cabo de un largo año, recordar que debe
volver al hogar y la patria.[9]
Honorabilidad de Circe
Aunque la diosa en principio se presenta como alevosa y cruel al convertir
a los marineros en animales, lo cual parece una agresión sin motivación alguna,
más adelante demuestra que posee palabra y que convierte a sus enemigos en sus
protegidos. Antes de ser desafiada y derrotada ella parece implacable y artera,
pues los marineros acuden con inocencia a un banquete gratuito, sin una amenaza
de por medio. Al beber sufren un castigo que no parecieran merecer por algún motivo,
la hechicera lo hace como jugando y por rebajarlo, por un gozo de aplicar el
mal ajeno.
Cuando falla la magia de Circe y se enfrenta a una amenaza directa cambia
por completo de actitud, pero una vez comprometida y dando su juramento se
mantendrá en lo ofrecido. A partir de ese momento, ella se comporta de manera
honorable y nunca más intenta hacer mal a ninguno. Deja que se aleja su amante
sin proferir ningún ardid ni perjudicar a nadie, al contrario, señala la ruta
única por la cual pueden cumplir su propósito de regresar a su patria.
La cuña que aprieta es del
mismo palo
Este episodio representa un duelo de magos, porque el dios Hermes se había
enterado de las travesuras que aplicaba Circe en contra de los humanos. La dama
no se entera de que ese dios de las iniciaciones y la alquimia había tomado
cartas en el asunto para proteger a los marineros.
De Circe, el relato afirma que su encantamiento es casi siempre irresistible por eso es maga y
únicamente la intervención de un maestro exaltado, representado por Hermes (el
tres veces grande o Trimegisto) logra contrarrestar su veneno y sin derramar
una gota de sangre. Según una estrategia que fascinó a los narradores griegos,
se enfrentan dos saberes para obtener un desenlace en favor del más astuto o
tramposo.
Después de ganar el primer episodio, prevenido con un antídoto de la magia,
Odiseo finge que atacará violentamente,[10] pero
es obvio que pacta con Circe[11]
y él mismo se entrega como consorte temporal ante las tentaciones. En lugar de
sus marineros convertidos en cerdos, se entrega él al lecho de la dama y ese
pacto fructifica en hijos de una nueva estirpe.[12]
Recordemos que a los griegos no les atraía la santidad de los anacoretas, sino
el tránsito por el mundo de los sentidos, orientados por la virtud, donde es
posible pactar con realidades que no nos convienen, aunque quizá sí
agradan.
Fuerza y debilidad de Circe
La potencia de
la maga Circe radica en misteriosas fuerzas[13]
ajenas a la condición normal, de tal manera que pareciera moverse por egoísmo y
enfilada hacia un aislamiento. ¿Separarse implica debilidad? El relato no es
enfático sobre la debilidad de la maga, sin embargo, debe ceder ante el capitán
Odiseo. El relato implica una pequeña flaqueza, que más bien maneja otra
divinidad, que la deja vulnerable al neutralizar su brebaje y verse amenazada
por el filo de una espada.[14]
En principio,
Circe parece tan fuerte que no requiere para nada de los varones, sin embargo,
pareciera que al volverlos juguetes animales, deja descubierta una flaqueza. Ella
rebaja a los otros, por tanto, destruye al potencial objeto de placer y los
hace tan limitados, que los coloca en un establo, mientras su tálamo permanece
vacío. Este rebajar y empequeñecer revela la lógica de ciertos juegos
infantiles, donde se recorta cualquier objeto para dejarlo al resguardo de una
caja diminuta. En ese sentido, el control implica el empequeñecimiento y cuando
el acto es divertido su resultado implica aburrirse. Los cerdos son juguetes de
Circe, pero ella se empieza a aburrir, y esa es su debilidad.
Para que finalice
el aburrimiento de Circe debe encontrar un rival de su tamaño, ese oponente es
Odiseo que recibe de Hermes el secreto para vencerla mediante un antídoto. La
lucha entre iguales abre el cauce para un romance temporal, pues el marinero
siempre pretende regresar a su hogar con su esposa Penélope.
La reconciliación de los
opuestos
De entrada Circe manifiesta un poderío superior e inalcanzable, hasta que interviene
otra divinidad, Hermes, entonces ella queda al nivel humano y la reconciliación
por un pacto nos recuerda la universal dependencia entre mujeres y hombres. Una
co-dependencia que si surge mal encausada provoca el envilecimiento y fracaso
de todos, pues solamente con la armonía intencional se logra un destino feliz.
Si los marineros representan al hombre común ¿por qué el banquete[15]
que les ofrece Circe los aniquila en el sentido de reducirlos a menos que
humanos? Aunque el relato mágico condensa el efecto perjudicial en un brebaje,
el completo departir en una comilona que para los antiguos implicaba un ritual
de unión queda invertido, entonces las
facultades integradoras se han alineado en el sentido negativo, llegándose al
envilecimiento. Cuando los marineros quedan envilecidos como cerdos (también en
lobos y leones) ¿eso no le afecta a Circe? Parece una falsa victoria, ella gana
pero se rodea de bestias y no descubre una satisfacción profunda.[16]
Hasta que Odiseo se resiste a la decadencia (ayudado por el sabio consejo de
Hermes) ella encuentra un consorte temporal que la cura de su soledad (y
soberbia); entonces ella entra en razón y pacta para revertir su hechizo sobre
los demás marineros. Concluyo: lo que la mujer destruye solamente la mujer lo
puede restaurar. La civilización patriarcal actúa como los marineros
que se mantienen temerosos y refugiados en los barcos, incapaces de desembarcar
en la isla Eea. Lo marineros que bajan a Eea siguen su curiosidad, pero también demuestran su miseria. Odiseo actúa como
el verdadero líder que asume los riesgos de cometer errores
y acepta pactar con lo que teme, le enamora y hace daño, pacta con la
femineidad. Circe comienza comportándose como la maestra perdida y deslumbrada por su
propia brillantez, que con sus habilidades superiores es capaz de
someter, pero se vuelve caprichosa y soberbia. Ella, la campeona solitaria, ya
no encuentra iguales, sino que somete y metamorfosea en condición de inferiores
a quienes encuentra. Frente a Odiseo, haya a un igual y reconoce que ella ha abusado de su poder. Por la lid entre iguales,
Circe despierta su Conciencia y enmienda el exceso; su vientre se vuelve
fructífero. Que Odiseo y los marinos permanezcan
con Circe largo tiempo, al menos un año, representa que la rectificación no es
instantánea. La narración termina cuando Circe le indica a Odiseo el camino de
regreso al hogar y la tripulación se marcha sin daño, con la ganancia de sus lecciones.
El relato nos señala que sí, entre mujeres y hombres, existe la ruta para el ganar-ganar,
lo cual depende de un pacto consciente donde superamos la tentación de jugar
con nuestras debilidades.
Un legado morboso
A lo largo de los siglos, la diosa Circe reaparece bajo distintas máscaras,
proporcionando un modelo para la narrativa, que la tuerce y reinventa de mil
maneras inesperadas. Una de las últimas apariciones notables se plasma en el
cuento “Circe” de Julio Cortázar
donde se mantiene la ambigüedad y el magnetismo de la antigua hechicera. En ese
último relato la soberbia de los antiguos dioses está sometida a los prosaicos
pliegues de una modernidad metafórica. En ese caso particular, con esa nueva y
cambiada Circe conforme desaparece la diosa reinan las novias histéricas, tan luctuosas
como sádicas.
[1] Hija de Helios (el titán
del Sol) y Persalis (una oceánide) representa una divinidad intermedia, que no
radica en el Olimpo, pero a su vez controla su propia corte de ninfas; un
género de personajes que fascinaba a los griegos. A ella precisamente se le
considera diosa de la magia.
[3] La impresión general se refiere a cerdos, aunque en estudios más
detallados, se señala que los marineros se convierten también en otras bestias
como lobos y leones, representando otros vicios o tendencia del espíritu.
[4] Este episodio también fue
interpretado por los Antiguos como una falla en la rencarnación de las almas;
siendo Circe una maga del Hades que preside la metamorfosis de las almas; las
cuales al caer en vicios, se rencarnan en animales inferiores. Lo interpreta
así el autor pitagórico Porfirio, citado por Aurora Galindo, Circe en la tradición literaria.
[5] En el texto de Homero, el personaje Odiseo permanece un año justo con
Circe y se dirige al Hades para terminar su viaje. En la Teogonía
de Hesíodo se afirma que Odiseo tuvo hijos con Circe.
[9] Anotemos que los griegos
antiguos cultivaban una variedad distinta al nacionalismo moderno, la fidelidad
del viajero Odiseo es más hacia una población pequeña, la población de Ítaca, y
la mezclaba con la fraternidad de los marineros y guerreros emparentados de la
región helenística, combatiendo a otros griegos de Ilión (la ciudad de Troya). El
relato en sí es más proto-nacional, aunque sí fue la plataforma para la unión
de Grecia.
[10] Hay un curios contrapunto
entre la “varita” de Circe, que
complementa a su brebaje como símbolos típicos de la brujería que se
conservaron en el imaginario popular, frente a la espada de Odiseo.
[11] Recordemos que el corazón
de Odiseo pertenece a su esposa Penélope, quien lo espera en el lejano hogar de
Itaca, tejiendo y destejiendo.
[12] Anotamos que San Agustín
interpreta a Circe como las tentaciones que se deben rechazar de manera
tajante. En La Ciudad de Dios, citada por Aurora Galindo, Circe en la tradición literaria.
[13] Los medioevales la llamaban
“magia natural” a esa mezcla entre un hierba con un encantamiento; demostración
de la ambigüedad de las creencias mágicas. Cf. Frances Yates en El iluminismo rosacruz.
[14] Que el mortal Odiseo
amenace a la diosa Circe con el filo de su espada implica una ambigüedad sobre
la jerarquía entre seres humanos y divinos.
[15] Conviene imaginar el
desordenado banquete de la metamorfosis en animales, contratándolo con el banquete
civilizado donde se celebra el orden y la fraternidad, enalteciendo a
los sentidos en armonía con el espíritu.
[16] El pitagórico Porfirio
elabora una complicada teoría donde la diosa Circe lo que está es
metamorfoseando a las almas en la ruta del Hades, como un episodio de elección
hacia su nueva especie animal, según la creencia en la metempsicosis griega.
Véase Aurora Galindo Esparza, El tema de
Circe en la tradición literaria.
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