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jueves, 30 de junio de 2022

PITÁGORAS DESCONOCIDO

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

Apegados a las fuentes originales, Pitágoras resulta un personaje desconcertante y con aspectos ocultos. Esas fuentes grecolatinas integran un rompecabezas de narraciones y anécdotas surgidas en las islas del Mediterráneo, hasta integrar el tapiz del personaje y el movimiento que él creó, llamado pitagorismo. Por brevedad mostraré tres aspectos de las biografías clásicas de Pitágoras que revelarán qué tan desconocido resulta. El posicionamiento de este sabio depende por entero del orden en que propongamos sus facetas ocultas. De entrada, resulta archisabido que este griego es emblema del avance del pensamiento matemático-geométrico, fundado con el “teorema de Pitágoras”, por lo mismo, opté por utilizar la faceta más antagónica y que lo coloca como un mítico protagonista, semejante a Jesús y Buda.  

 

Hacedor de milagros

Los milagros atribuidos a Pitágoras compiten ante la biografía de Jesús y otros iluminados. Las anécdotas del griego son muchas y no menguan en brillantez, incluso, la abundancia de relatos dificulta su evaluación y cronificación.

Empecemos con el liderazgo por su don de palabras, al grado de fundar ciudades mediante un discurso elocuente, que arrastró al pueblo convencido: “Y de tal modo se atrajo la atención de todos, que, exclusivamente con una sola exposición (…) cautivó a más de dos mil con sus palabras, hasta el punto de que ya no regresaron a casa, sino que, en compañía de sus hijos y mujeres, construyeron una gran sala para reuniones comunes y fundaron la llamada por todos Magna Grecia de Italia, recibiendo de aquél leyes y normas (…) Consideraron éstos también comunes sus propiedades y a Pitágoras lo incluyeron entre los dioses.”[1] Remarco que Pitágoras hizo un solo discurso tan convincente, que dos mil personas se convencieron de fundar una nueva ciudad según sus enseñanzas y mandamientos. Lo anterior se repitió de otras maneras entre muchas ciudades, a las cuales liberó con visitarlas y hablar al pueblo: “Y a las ciudades de Italia y Sicilia que, durante sus viajes, había encontrado sometidas entre sí (…) las liberó infundiéndoles un espíritu de libertad”,[2] dejándose de victimizar entre ellas e instaurando la convivencia corresponsable y pacífica. Con lo anterior queda como líder político de palabra prodigiosa, rayano en divinidad. Al completarse este tipo de relatos, se dice que él gobernó en algunas ciudades y que luego fue odiado por los tiranos y sus pelafustanes, siendo a veces obligado a retirarse.

Por su parte, a Mahoma le interesó el gobierno terrenal, y los otros sublimes líderes religiosos evitaron el gobierno político. Cambiando de nivel a asuntos más sobrehumanos, Pitágoras descubría con facilidad las vidas pasadas de quienes encontraba: “A la mayoría de las personas con que se relacionaba les recordaba la vida pasada que sus almas habían experimentado antaño”[3] En un análisis más a fondo, una característica del pensamiento pitagórico fue la creencia en la rencarnación y las vidas pretéritas. Comentamos que a Pitágoras los animales lograban entenderlo, como el caso prodigioso de un buey al que le recomendó evitara un alimento.

Subiendo el nivel de las anécdotas de Pitágoras resulta más prodigioso el relato de un río que el respondió un discurso ante sus discípulos, con un entonado “Salve, Pitágoras”.[4] Cuando predicaba y viajaba para difundir sus enseñanzas hay testimonio de que estaba en dos sitios simultáneamente, lo cual se atribuye a un milagroso don de ubicuidad.[5] En los textos también se recuerda que este sabio predijo terremotos y tormentas sin esforzarse.

Hubo muestras de que Pitágoras poseía un control desconcertante de la naturaleza, por ejemplo, que él detuvo los oleajes para que sus discípulos viajaran con comodidad, hizo cesar vientos tempestuosos y granizadas evitando la atrición de los cultivos.[6] La naturaleza que más le importa al humano suele ser su salud, por lo que el prodigio recordado era la curación, siendo un gran médico, que “Con sus cadencias rítmicas, sus cánticos y sus ensalmos mitigaba los padecimientos psíquicos y corporales.”[7] Que con un canto o una plegaria se logre una curación, en las iglesias lo llaman milagro. No se recuerda que fallara en sus curaciones de mente y cuerpo.

Siguiendo con los prodigios, los relatos afirman que Pitágoras dominaba las distintas artes, entre las que destacaba la música, considerada al nivel más sublime, incluyendo “las voces de los siete planetas (…) eran las nueve Musas. A la mezcla, sinfonía y, por así decirlo, atadura de todas ellas”[8] Esto desemboca a la unión de todas las artes, y aunque faltan detalles de tantos prodigios artísticos, sí se confirma que Pitágoras recitaba poemas mientras tañía una lira o danzaba.[9]

Como en nuestra época no hay adeptos del pitagorismo, entonces, no se toman tan en serio los prodigios que relatan los libros antiguos, lo cual es una lástima pues habría que someter cada relato a una minuciosa investigación, tal como se aplica circunstanciadamente con las Plagas de Egipto, el Diluvio y otros relatos fantásticos de la Biblia.

La escala de los símbolos

Los admiradores de Pitágoras han insistido que es incomprendido y quizá el motivo de tal pifia sea el tipo de lenguaje que utilizó. Esto no se debe al dialecto de la región de origen, sino a un reto de comunicación, por el empleo de un lenguaje de símbolos. Intentando sintetizar empleamos lo planteado por Porfirio, para separar en cuatro partes este empleo de los símbolos y expresiones alegóricas.

Primera clase de símbolos (en sentido estricto aquí son metáforas, ya sean por alegoría o poetización). Se dice que Pitágoras “Hablaba también, en un tono misterioso, valiéndose de símbolos, de ciertos aspectos que Aristóteles, precisamente, los ha señalado con profusión. Como, por ejemplo, el llamar al mar lágrimas, a las Osas manos de Rea, a la Pléyade lira de las Musas y a los planetas perros de Perséfone. Y del ruido que se producía al ser golpeado el bronce, decía que era la voz de algún demon encerrada en él.”[10] En lo planteado hasta aquí, hay una evidente dificultad de comunicación, semejando al reto que ofrecen la poesía barroca de Pedro Calderón de la Barca o las Eddas de la antigua Islandia en donde se dificultaba la interpretación,[11] así en este pitagorismo vemos alegorías de extensión poética, al tratar al mar como lágrimas, retomando la afinidad, pero extendiéndola, lo cual dificulta.

Segunda clase de símbolos, en realidad lecciones morales mediante aplicación de éstos. Anotemos que algunos objetos en ese lejano periodo eran codiciados y poco ordinarios, como sucede con la balanza: “Había también otra clase de símbolos, del tipo siguiente: no pasar por encima de una balanza, esto es, no tener más de lo que a uno le corresponde; no atizar el fuego con el cuchillo, lo que venía a significar, no excitar con palabras aceradas a la persona hinchada de cólera; no deshojar una corona, esto es, no ultrajar las leyes, pues éstas son las coronas de las ciudades.”[12] En este caso, tres reglas morales práctica sensatas, que incitan a justicia distributiva (la balanza) que indica controlar la ambición o los apetitos; invitan al trato cauto con el prójimo al no atizar su enojo; y recomendar docilidad ante la ley, pues para el sabio pitagórico el poder no debía ser un objetivo ni la rebelión una meta. Por un momento imaginemos que en una misma representación gráfica apareciera un cuchillo y una corona, bajo una mirada exterior, esto implicaría la violencia desde o para el reino, mientras que la metáfora pitagórica implica no hacer enojar y respetar la ley.

Siguiendo la misma clase de símbolos que son recomendaciones éticas: “Otros eran de esta guisa: no comer un corazón, que equivalía a no afligirse por las penas; no sentarse en las quénices (unidad de medida), esto es, no vivir ocioso; no volverse atrás cuando se está de viaje, es decir, no aferrarse a esta vida cuando uno se está muriendo;” Como se observa las posibles enseñanzas de ética son muchas y cada protagonista del espíritu ha destilado en grandes cantidades este tipo de recomendaciones. ¿Parece adecuado no afligirse, ser laborioso y despedirse de la vida que se va? De hecho, las redes sociales se llenan de carteles motivadores con ese tipo de recomendaciones.

El legado de Pitágoras sigue por el mismo tenor: “no caminar por las vías que frecuenta el pueblo, en razón a que era contrario a seguir las opiniones de la mayoría y partidario de seguir las de las personas selectas e instruidas; no acoger golondrinas en la casa, esto es, no aceptar bajo el mismo techo a charlatanes que no pueden contener su lengua; ayudar a cargar un peso a los que lo llevaban, pero no a descargarlo, porque aconsejaba que a nadie se prestara ayuda por desidia, sino por virtud;

Si bien el pitagorismo no proponía revolucionar la religión de su época sí presenta novedades cuando recomienda: “no llevar las imágenes de los dioses en los anillos, esto es, no tener ni presentar a la multitud, sobre los dioses, opiniones y palabras corrientes o manifiestas; ofrecer a los dioses libaciones solamente por el asa de las copas, porque de ello se infería honrarlos y celebrarlos con música”[13]

Cuarta clase de símbolos, ya aparece a un nivel distinto, en una posición más profunda que implica geometría y números, justo donde esta figura histórica merece un análisis más detenido. Los relatos asumen que Pitágoras pensaba en unos “principios del cosmos” más esenciales que los admitidos por la religión habitual, por lo que encontraba dificultad para explicarlo a la población: “Al no poder, dice, transmitir de palabra con claridad las primeras formas y los primeros principios, a causa de la dificultad de concebirlos y de expresarlos, se aplicaron a los números por la claridad de su enseñanza, imitando de ese modo a los geómetras y a los maestros de escuela. (…) los pitagóricos hicieron lo mismo: como no podían explicar por la palabra las formas incorpóreas y los primeros principios, se aplicaron a la demostración por medio de los números”[14] Aquí se reúne el hecho, de que el legado pitagórico incluye las aportaciones matemáticas y geométricas, junto con una visión espiritual, de corte religioso. La visión espiritual del origen del Cosmos implica una dificultad, una falla en la explicación, la cual busca resolverse utilizando a los números y a la geometría. Este enfoque está hermanado en el Timeo de Platón, donde la cosmogénesis debe adentrarse en explicaciones geométricas que resultan problemáticas, aunque entendibles en la perspectiva del “saber de la época”.  

Habas, manía contra las dichosas habas

Aquí entramos a un anticlímax de la exposición, proponiendo una anecdótica al ras del suelo o “pedestre”. Esta argumentación sobre Pitágoras la comenzamos con el águila del espíritu, seguimos con el pelícano del símbolo y terminamos, en este párrafo, con la gallina de la nutrición. Una mención a las habas aparece recurrentemente y no falta en ninguna biografía detallada. En nuestra modernidad existe vegetarianismo, ovo-lacto-vegetarianismo y hasta veganismo radical, sin embargo, no existe un tabú contra las habas. De hecho, varios biógrafos se han intrigado y no alcanzan a dilucidar una explicación de esta regla. Como siempre el romano clásico Porfirio es quien intenta profundizar en la motivación. La explicación más sencilla de la militancia anti habas de Pitágoras apunta hacia la tradición griega entre los rituales de Eleusis (los Misterios) y del culto a Orfeo.[15] Recordemos que esas dos tradiciones son iniciáticas y de religión muy arraigada en Grecia, donde poseía una leyenda religiosa que reverencia al cereal, por el enterramiento de la semilla, que se relacionaba con el ciclo de muerte y resurrección de Perséfone, buscada por su madre Démeter. Si bien, esos rituales dan antecedentes no proporcionan una explicación de por qué no comer habas. Otra línea de explicación busca en una deficiencia clínica en la digestión de ese alimento, lo cual es harto improbable.

La abstención de las habas en el pitagorismo resulta tan relevante que, en una anécdota, Pitágoras platicó con un buey para indicarle abstenerse de ese alimento. Según este cronista, el animal se volvió longevo.[16] El biógrafo enfatiza esta enseñanza, de “abstenerse de las habas como si de carnes humanas se tratara” (nótese la fuerza de este tabú) y luego da el argumento de su origen, pues en el origen de la vida “de la misma podredumbre, surgieron los hombres y germinó el haba.”[17] Revisemos este visión de un caos originario, que para él fue un génesis, donde se unía el desorden y la vitalidad, tanto un pudrirse y nacer, desde dónde viene “el nacimiento y distinción de los animales”. Aquí, entra un argumento de afinidad, donde afirma que el humano y el haba nacen juntos, que para comprobarlo sostiene que la comprobación es harto curiosa: “si se mastica un haba; después de haberla triturado con los dientes, se expone por un momento al calor de los rayos del sol, y, a continuación, se retira uno y regresa al cabo de poco tiempo, se encontrará con que exhala el olor del semen humano.”[18] Esta prueba nunca la he hecho ni invito a lector a intentarla, y si quedaron sorprendidos, esperen al siguiente argumento. El biógrafo señala que “un haba en flor, cuando está creciendo; se pone un poco de ella, al obscurecerse, en una vasija de barro con una tapadera; se la entierra, y, al cabo de noventa días de haberla enterrado, se excava la tierra, se coge la vasija y se le quita la tapa, se encontrará uno, en lugar del haba, con una cabeza bien formada de niño”[19] El argumento parece broma, una travesura deslizada para entretener sin pretender veracidad,[20] aunque este argumento ha ido tan lejos que desdora a nuestro personaje. No creemos que Pitágoras ni sus seguidores produjeran cabezas de niño al esconder unas habas.  

A modo de última defensa, apelamos a un relato clásico, cuando el concepto de purificación (Khatarsis) resulta clave para imaginar el corazón de la doctrina pitagórica. Y las habas serían un producto impuro ante la práctica catártica.[21]

Conclusión del teorema

El elevar a Pitágoras como el primer creador de un teorema geométrico-matemático lo ha elevado y también vacunado contra el resto de sus aspectos. En algún momento, su pensamiento resultó decantado hacia una única versión, de tal manera que descartamos los testimonios antiguos como redentor religioso, simbolista moral y extremista de la alimentación. El sabio que descubrió que la suma del cuadrado de los catetos del triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa queda separado de otros méritos. El sabio no se ha valorado como hacedor de milagros ni fabricante de símbolos ni dietista.[22] Algún prejuicio no permite que un mismo personaje abarque tantos atributos. Los relatos antiguos pueden cuestionarse para comprobar si son precisos o inexactos. Sin embargo, resulta un perjuicio descartar lo afirmado por los biógrafos originales y, bajo tales prejuicios, Pitágoras sigue siendo un perfecto desconocido.

 

 NOTAS:



[1] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 35-36.

[2] “Eran éstas Crotona, Síbaris, Catania, Regio, Hímera, Acragante, Tauromenio y algunas otras” Porfirio, p. 36.

[3] Porfirio, p. 39. Esto se ligaba a que él conocía el secreto de las almas que rencarnaban y la disyuntiva entre renacer en animales o alcanzar una inmortalidad de espíritu superior.

[4] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 40, fue el río Cáucaso.

[5] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 40, al mismo tiempo en Sicilia y en territorio de Italia continental.

[6] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 41.

[7] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 41.

[8] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 42-43. Las musas Calíope, Clío, Euterpe, Erato, Melipome, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania.

[9] “Entonaba también los versos de Homero y Hesíodo que, estimaba, suavizaban el alma. Y practicaba ciertas danzas que creía proporcionaban al cuerpo agilidad y salud” Porfirio, p. 443.

[10] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 47-48. El concepto del demon parece más de socrático que pitagórico. Véase Platón, Diálogos.

[11] Véase Borges, Otras inquisiciones. Calderón de la Barca, Soledades.

[12] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 48

[13] El culto de Orfeo y Pitágoras se consideran relacionados por la música, donde el descubrimiento de la proporción de las cuerdas conforme a nota musicales los vincula a ambos.

[14] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 52. Por ejemplo, consideraban que la Década era el número perfecto, en Aristóteles, Metafísica.

[15] Prólogo de Miguel Periago Lorente a la biografía de Pitágoras por Porfirio, en p. 16.

[16] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 38. No queda claro que el buey del templo sea el mismo, o una extensión religiosa del consejo de Pitágoras.

[17] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 49.

[18] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 49-50.

[19] Porfirio, Vida de Pitágoras, p. 50.

[20] La literatura antigua desliza series fuera del rigor o de filtros racionalistas; no resulta inusual que los textos antiguos incluyan elementos de fantasía extrema. El enfoque antiguo no exige descartar cualquier elemento, con facilidad conectan elementos exóticos. Véase Deleuze en Lógica del sentido.

[21] Eduard Shuré, Los grandes iniciados, Libro VI, Pitágoras (Los misterios de Delfos).

[22] Se acepta mejor que Pitágoras, en algún momento dirigió los destinos de Crotona o Sibaris, así como que haya fundado su propia secta de sabios pitagóricos; pues tales funciones no se contraponen con el prejuicio usual del personaje sabio. De hecho, Platón proponía que los sabios gobernaran, bajo el rótulo de filósofos en La república.