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miércoles, 10 de abril de 2024

LA DIPLOMACIA EXIGE TENER TACTO

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

Diplomacia es mano izquierda, habilidad en el trato, artesanía de las relaciones humanas, savoir faire, cortesía, tacto, saber callar a tiempo y conocer cuándo se debe hablar...” Enrique Rojas (Autor y catedrático español)

 

El tacto sirve para descubrir las diferencias entre la aspereza y la suavidad; así, esa cualidad física —cuando arraiga en la personalidad— permite un comportamiento sutil en las relaciones humanas. La cualidad del tacto en las actividades cara a cara permite ganar amistades y neutralizar a los hostiles. Algunos pueblos convirtieron en un arte el buen trato, a lo cual llamamos tener gentileza con el prójimo.

El empleo de guantes —cuando no se trata de protección para el trabajo ni un adorno superfluo— representaba la delicadeza en ese trato. El tacto se llamó gentileza y cortesía, que adquirió notoriedad entre los franceses, tal como lo muestra Michel de Montaigne, dejando abierto su castillo, aunque hubiera bandoleros en los alrededores[1].

El trato fino ante los semejantes integra a la excelencia diplomática.

La falta de tacto define la grosería, muestra de incivilización. El obrar con tacto importa para que nuestras propias asperezas no hieran a nuestros semejantes.[2] Quien sigue el camino de la virtud, aprende a tener tacto.

Sabia virtud la de tener tacto, con él acercarse y por su suavidad convencer.

 

 NOTAS:



[1] Montaigne, Ensayos.

[2] En el libro de Magister sobre el 2do. Grado.  

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