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martes, 9 de abril de 2019

RESEÑA DE EL KYBALIÓN PARA NO FILÓSOFOS O INICIADOS





Por Carlos Valdés Martín

ORIGEN, AUTORÍA Y CONTEXTOS DE EL KYBALIÓN

Origen misterioso e impacto
Esta reseña es para quienes no requieren ser filósofos ni iniciados, sobre el famoso libro El Kybalión que apareció en 1912,[1] bajo el sello de “Tres Iniciados”, y se ha mantenido el anonimato y la especulación sobre su verdadera autoría. Resulta curioso que queden los autores en el anonimato, para un libro perteneciente al periodo de amplia difusión y propagación de las ideas, cuando el término de “autoría” era tan respetado. Con una datación de este periodo resultaría bastante viable realizar una cacería de las pistas hasta atinar en su surgimiento. El libro a su vez se refiere a que la obra origina es el antiquísimo Kybalión que ellos revelan, el cual se remite a la creación de Hermes (también bajo el nombre de Thoth) como la fuente de la sabiduría esotérica en el Antiguo Egipto.
Igual de impresionante es la popularidad que adquirió y su influencia, por ejemplo, un crítico del Kybalión señala que “el texto que más ha influido en el siglo XX y XXI para la creación de diferentes corrientes de pensamiento tan dispares que irían desde la auto ayuda, el coaching, el proceso de ventas o a la nueva concepción de los Recursos Humanos y todo ello sin ser jamás, o pocas veces citado, eliminando cualquier vestigio místico-esotérico para el que fue creado y únicamente utilizando 3 de los siete principios fundamentales que el libro plantea.”[2] Como sea, por su impacto y conexión con las nuevas tendencias El Kybalión debe estudiarse y provocar preguntas incisivas. En el sentido anterior, se trata de un bestseller con alto impacto para el nacimiento de nuevas tendencias, así que representa un generador de ideas y de prácticas nuevas para el siglo XX y XXI. ¿Cómo ha sido esto posible? 

Los autores buscados
Las opciones sobre su autoría difundidas son Michael Whitty, Paul Foster Case y William Walker Atkinson, estos dos últimos masones de alto grado. Del primero no he encontrado algún argumento relevante sino su proximidad con el segundo y el propio texto habla de un trabajo en equipo de “Tres Iniciados”. De Foster Case está el hecho de que él tradujo las primeras ediciones del texto y por su amplia obra sobre temas esotéricos. De Walker Atkinson se argumenta fue un importante autor de esoterismo, con una obra muy completa, donde hay publicaciones anteriores (del año 1909)  tituladas “The Arcane Teaching” (La Enseñanza de la Tradición Antigua)  y  The Cosmic Laws” (Las Leyes Cósmicas), que serían preparativas del Kybalión, con contenidos similares. Tanto en la obra de Foster Case como de Walter Atkinson es fácil encontrar coincidencias y discrepancias con lo planteado por El Kybalión

Antecedentes de Hermes, Thot y el Egipto Faraónico
El texto nos remite a un personaje mítico como el generador originario de la sabiduría durante el Egipto de los faraones. Ya que el Antiguo Egipto de las dinastías faraónicas perduró decenas de siglos, la datación y la comprobación históricas resultan tareas imposibles. Las reverencias por tales antigüedades retomaron fuerza tras la conquista napoleónica de Egipto que arrancó objetos preciados, y entonces se descubrió la Piedra Roseta a partir de la cual Jean-Francois Champollion comenzó a descifrar la escritura jeroglífica, la cual durante los quince siglos previos se ignoró como traducirla.
El texto identifica a Hermes del esoterismo con Thot (escrito como Thoth o Tot, y en otras investigaciones nombrado Dyehut). El dios Thot fue el regente de la sabiduría, con atributos de escritura, inventor del calendario, regulador de las aguas, creador de la música, evaluando en el juicio de los muertos, con el atributo de la Luna, etc. Esta divinidad se representaba con cuerpo humano y cabeza de pájaro Ibis, aunque a veces como babuino.[3]
Para los griegos Hermes (para los romanos Mercurio) era el dios de la comunicación, el comercio, la astucia, la velocidad, la elocuencia, el sueño, la medicina y las trasmutaciones. Se le representaba con casco o tobillos alados, su símbolo principal solía ser el caduceo, la vara alada con dos serpientes ascendiendo. La historia griega aceptaba la correspondencia entre sus principales deidades con las egipcias.[4]
El término Trimegisto significa “tres veces” grande o maestro o nacido, y de manera combinada define al legendario Hermes Trimegito. Desde el punto de vista del Kybalión a Hermes se le aprecia como un intermediario y no cual divinidad politeísta, por tanto le considera un personaje iluminado, para la sabiduría hermética “su gran fundador, Hermes Trimegisto, el «escriba de los dioses», que residió en el antiguo Egipto”[5].
La tradición hermética ha señalado a Hermes Trimegisto como su fundador, considerando que fue egipcio, que sus enseñanzas se transmitieron a Grecia, que escribió la “Tabla Esmeralda” y otros textos esotéricos. La figura mítica de este personaje ya era bien conocida y representada a final del s. XIX como lo demuestra la magnífica biografía novelada de Edouard Shure.[6] Sin embargo, no se cuenta con documentos históricos directos que confirmen tales señalamientos. 

Contexto cultural y esoterismo
El contexto cultural e intelectual de El Kybalión corresponde a la irrupción de nuevas tendencias de pensamiento en Occidente con el cambio del siglo XIX al XX. Los sorprendentes avances de progreso científico y técnico trajeron un auge en las sociedades más ricas. El crecimiento de las ciudades y sus nuevas pautas de producción y consumo resultan imparables, aunque contradictorias. En Europa y América la educación crece incesantemente, a nivel elemental y universitario, fruto de ambiciosos programas y una exigencia masiva por alcanzar más conocimientos.[7] El interés por el esoterismo a final del siglo XIX y principios del XX está representado por la popularización del espiritismo de Allan Kardec, la Hermetic Order of the Golden Dawn (Aurora o Alba Dorada), la Sociedad Rosacruz, la antroposofía de Rudolf Steiner, revaloración de la Alquimia, proliferación de los estudios de Cábala, auge de los estudios de yoguismo y de filosofía hindú, valoración de la medicina china y artes marciales con un sentido filosófico, etc.[8]  Las hipótesis sobre los autores probables de El Kybalión nos remiten de lleno a este contexto de impulsos culturales.

ENFOQUE SOBRE EL KYBALIÓN

El enfoque de esta reseña del Kybalión se basa en tres líneas de explicación: 1) la conexión con las corrientes históricas principales de la filosofía, señalando algunas afinidades y líneas explicativas, por más que sea un texto esotérico. 2) La pragmática del texto, por cuanto se conecta con las interpretaciones más materialistas (dialéctica, sistemas y holismo) y de “enfoque general” realista que favorece su aplicabilidad práctica o su adaptación a amplios contextos. 3) Su conexión con visiones de la simbología y filosofía masónicas, por cuanto se evidencia que su autoría correspondió a masones y al ambiente intelectual imperante al final del siglo XIX.

INTRODUCCIÓN Y CAPÍTULO I LA FILOSOFÍA HERMÉTICA

Remite a la fundación legendaria de la sabiduría hermética, hacia el Egipto de Hermes Trimegisto, apuntando que éste la transmitió a Abraham.[9] El argumento usual de esta especialidad señala que la sabiduría original resulta insuperable: “En el antiguo Egipto residían los grandes adeptos y maestros que nunca han sido sobrepasados”[10] Esta noción de un origen inalcanzable ha sido completamente rechazada por el pensamiento filosófico y racionalista, pues implica veneración de textos originales o situaciones irrepetibles; resulta argumento típico del pensamiento mítico, para el cual la fundación lo representa todo y la sucesión genera ecos empobrecidos.[11] Esto implica una dialéctica de lo inalcanzable, pues del pasado nos separa una barrera insalvable; por tanto, esconde una estrategia de desacreditación del camino emprendido.
Para resolver esa paradoja, el texto entero se presenta como obra derivada del texto original, un auténtico y completo Kybalión, del cual el texto publicado ofrece citas selectas y resúmenes. Este modelo de una exégesis respecto de otro texto justifica el argumento de la perfección anterior y repite un modelo de operación esotérico, por ejemplo en Blavatsky su Doctrina secreta se basa en un pergamino tibetano perdido, el Libro de Dzyan.[12] 
Pone una alerta que la “doctrina hermética” nunca debe convertirse en religión pues plantea que el velo siempre se mantiene para no colocarse en la zona de la crucifixión.[13] Establece una relación entre el esoterismo con el antiguo hebraísmo (vía de Abraham) y cristianismo (incluyendo a los gnósticos) pero que extravió la ruta tras la presión represiva de Constantino y sus sucesores.

CAPÍTULO II LOS SIETE PRINCIPIOS HERMÉTICOS

Aquí nos presenta un resumen de los principios de la doctrina, que son los siguientes:
1. El principio de mentalismo. 2. El principio de correspondencia. 3. El principio de vibración. 4. El principio de polaridad. 5. El principio de ritmo. 6. El principio de causa y efecto. 7. El principio de género.[14] Y de inmediato proporciona un breve resumen de ellos, que resulta muy útil para quien desea ahorrarse la fatiga de leer completo el libro, pero es más recomendable seguir con los resúmenes de los capítulos que vienen a continuación.

CAPÍTULO III TRANSMUTACIÓN MENTAL

El primer principio lo aborda en cinco capítulos, desde el III hasta el VII, lo cual resulta un curioso alargamiento, porque los demás se exponen mediante un capítulo por principio.
Comienza defendiendo un fondo trascendental en las viejas disciplinas de la astrología, la alquimia y la psicología de los egipcios, pues la visión moderna tiende a despreciarlos. Aclara el término trasmutación derivado de la alquimia, como conversión de los elementos bajos en lo elevados (cual plomo en oro) y de inmediato queda claro que bajo el manto hermético se esconde una intención práctica, para obtener resultados: “entonces la transmutación mental debe ser el arte de CAMBIAR LAS CONDICIONES DEL UNIVERSO, a lo largo de las líneas de materia, fuerza y mente.”[15] El objetivo conlleva a lograr efectos prácticos, según lo que entienda cada quien a ese nivel[16] y, según señalamos, en la introducción este texto sí influyó en la creación de nuevas disciplinas. Espero se me acepte la validez de una separación general entre técnicas del objeto (ciencia-ingeniería) y la técnicas del sujeto (cultura, religión, meditación, educación) donde las pretensiones de magia ocupan su lugar. Este hermetismo busca colocarse cual “magia seria”[17] (si se permite la paradoja) basado en la premisa de la identidad de lo objetivo (materia que es mental) y lo subjetivo (mente psíquica).
Afirma que mediante la trasmutación mental se alcanza a afectar la “materia grosera” como conjurar o detener tempestades,[18] pero eso no les resulta interesante a los magos herméticos; incluso la influencia sobre las personas a distancia, sugestión, modificación de los otros a lo cual considera que el público ya posee suficientes noticias por lo que no ahonda.

CAPÍTULO IV EL TODO

En esta parte comienza la presentación del principio 1 de “mentalismo”, aplicado a exponer lo que entienden por la naturaleza del cosmos, que remite a una “Sustancia”. Este término sustancia sí resulta bastante filosófico y su mejor exposición se atribuye a Spinoza, quien afirma que bajo cualquier apariencia existe una esencia unificada e inmutable.[19] Rodeando la argumentación, el texto afirma que todas las escuelas de pensamiento asumen tal sustancia, bajo cualquiera de estas máscaras: “algunos la han llamado por el término de deidad (bajo muchos títulos); otros la han llamado «la energía infinita y eterna»; otros han tratado de llamarla «materia»”[20] Afirma que es un argumento auto-evidente, pero no es así. El pensamiento filosófico de los primeros tiempos no surgió convencido de una sustancia primera única e inmutable: Parménides se fue a englobar todo en el Ser, pero resultaba más una visión que el sustrato; Heráclito afirmó una impermanencia que no garantizaba un sustrato. Siendo estrictos la unificación esa sustancia-una-eterna tardó siglos en aparecer y no resulta patrimonio compartido por todos los esoterismos filosóficos, por ejemplo, el taoísmo donde la unidad es genética y no sustancial.[21]
En el siguiente paso nos encontramos con otra afirmación que se liga con el criticismo filosófico de Kant. Se afirma que el “Todo-Sustancia” es incognoscible y esta imposibilidad está basada en lo variable de la apariencia y lo infinito de la esencia, por tanto estima como infantiles los esfuerzos por captarlo.[22] Este argumento, en buena medida, corresponde a la “cosa en sí” o noúmeno de Kant, quien estimaba que la auténtica naturaleza de las cosas nunca se alcanzaba, sino a su costra el fenómeno.[23] Emplea la metáfora de la ardilla en la rueda de juegos para señalar lo inútil de la indagación metafísica o teológica.[24] Continúa su descripción, para señalar lo que no y que sí define al “Todo” de los herméticos, para irle dando figura. Rechaza las personalizaciones excesivas de Dios con atributos hasta ridículos como celos o facilidad para caer ante los halagos. Plantea tres atributos en positivo —que suelen encontrarse en algunas teologías— que son: 1) Contiene a todos los elementos, nada ni nadie puede existir fuera del TODO (lo escribe en mayúsculas para distinguirlo). En ese sentido corresponde a la Totalidad, atributo comprendido por Hegel y afín a visiones panteístas.[25] 2) El TODO es infinito, pues nada lo debe limitar; en el tiempo es Eterno; en el espacio es Ilimitado y en poder es Absoluto (u omnipotente). Estos son atributos teológicos usuales: eternidad, omnipresencia y omnipotencia. 3) El TODO es inmutable pues no está sujeto a cambio, por cuanto nada lo puede alterar, limitar o disminuir, ni se alterará por mejorar, pues no está en ninguna situación peor que otra. En esto ofrece una paradoja, empleando el argumento del Ser de Parménides, cuando uno de sus principios es el dialéctico Cambio en el Principio del Ritmo.
Redondea el argumento señalando que cualquier cosa mudable, finita o relativa no es el TODO. Entonces se pregunta si la Materia (cúspide el materialismo) es el TODO, lo rechaza por estar delimitada; luego pregunta si la “Energía y Fuerza” lo son, rechazando esa interrogante. ¿Entonces es “Vida y Mente”?[26] Responde condicionalmente que sí y no. No lo es en el sentido material de vida biológica ni de mente individual, sino que el TODO es “Vida y Mente Infinitas”, en el sentido que el hermetismo pronuncia “Espíritu” y el tema lo desarrolla en el siguiente capítulo, con un razonamiento que parece coincidir con la ruta de la Fenomenología del Espíritu de Hegel.

Capítulo V EL UNIVERSO MENTAL

Una vez señalada la imposibilidad estricta para definir el Espíritu, entonces se lanza a su primera definición por medio de la génesis del Universo, pues deber ser una emanación del TODO. Siendo una emanación se plantea que eso no implica la absoluta identidad de lo terrestre creado con su Creador (visón panteísta simplista). La solución que ofrece el texto es que ocurrió una “creación mental” por el TODO, el cual se afirma además “su mente infinita crea innumerables universos”[27]. Esta solución implica un hipotético camino que planteó Hegel, al establecer que el Espíritu se va materializando en una especie de cosmogénesis, a partir de las oposiciones lógico-dialécticas, de tal manera que mediante un ritmo triádico de tesis-antítesis-síntesis avanza hacia la concreción material, para después formar la espiral de la historia a través de la cultura.
Partiendo de lo inconmensurable e infinito, la única conclusión es que el TODO crea en una proliferación que no está limitada, por tanto existen más universos que este conocido y en una cantidad incontable.[28] En la explicación del proceso específico de formación del Universo el texto se complica con la explicación del principio de género, para que no se piense que se ha tratado de una duplicación sexual, sino una operación distinta según la dualidad de géneros, al parecer, el texto no ahonda en la dualidad yin-yang que resulta bastante clarificadora.[29]
Otra de las líneas explicativas conduce a que la muerte es una ilusión y que todo individuo está encaminado dentro de una evolución espiritual, por tanto ligado al mega-proceso donde el TODO cicla a los muchos Universos. “Y la muerte no es real, incluso en el sentido relativo -no es sino nacimiento a una nueva vida- e iréis adelante, y adelante, y adelante, a planos de vida superiores y más altos todavía, por eones sobre eones de tiempo.”[30]  La visión global de grandes ciclos de tiempo corresponde más con la metafísica hinduista, que establece hasta calendarios para tales ciclos.

CAPÍTULO VI LA PARADOJA DIVINA

Comienza discutiendo contra el atajo (la ilusión del camino corto) del medio-sabio que pretende desentenderse de las leyes materiales (o las intermedias), cuando descubre que hay algo superior. «Los medio-sabios, reconociendo la irrealidad relativa del universo, imaginan que pueden desafiar sus leyes; tales son tontos vanos y presuntuosos, y se estrellan contra las rocas y son rotos en pedazos por los elementos en razón de su locura. Los verdaderamente sabios, conociendo la naturaleza del universo, usan la ley contra las leyes; lo superior contra lo inferior…”[31] Insiste ampliamente en que resulta erróneo intentar abordar al universo como irreal, pues su materialidad pervive y se impone con fuerza. Por eso insiste en que debe respetarse la legalidad natural, conforme se alcanza la convicción de que “el universo es mental”; lo cual resulta una paradoja. Lo llama una “ley de la paradoja” que encuadra dentro del principio de la polaridad; en concreto insiste en no olvidar el lado material, mientras se busca lo mental y espiritual. Por tanto, la premisa está desde las facultades materiales, tal como lo señala el epistemólogo que es capaz de meterse más en la materia (su aspecto fenoménico de los 5 sentidos) para elevarse al pensamiento científico; esto también aplica a la “fenomenología” de Husserl que buscando una percepción más directa, también abre un campo al pensamiento.[32]
Contra la aspiración ingenua, el texto explica que el hermetista (incluso el maestro) no escapa a la Ley (en el sentido material) por tanto respeta a las ciencias y al materialismo, pues “El principio hermético de mentalismo, mientras que explica la verdadera naturaleza del universo sobre el principio de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del universo, la vida o la evolución.”[33]
Elogia las visiones de Herbert Spencer señalando que concuerdan con los principios herméticos, pues “postula la existencia de una «energía infinita y eterna, de donde proceden todas las cosas»”[34] y aplica un sistema de evolución generalizado: natural y social.
Plantea que el único punto de diferencia con las ciencias naturales y las investigaciones empíricas radica en la aceptación del principio del mentalismo o «EL TODO es mente», de tal manera que en esa única grieta se separa en el área de lo no-probable.

CAPÍTULO VII «EL TODO» EN TODO

Esta parte del libro, en apariencia es una de las más repetitiva y funciona como dependiendo de un juego de palabras entre el TODO con mayúsculas (que es el Absoluto, la Divinidad, el Dios metafísico) y el todo con minúsculas (las manifestaciones, cualesquiera presencias). La afinación de que «Todo está en EL TODO», la desmenuza para sacarla del área de la trivialidad. Las religiones monoteístas asumen que su divinidad única es el Todo, pero no sacan suficientes conclusiones para este argumento. ¿Cómo se conectan las infinitas manifestaciones con esa emisión única? Para muchas filosofías el enfoque de la “totalidad” resulta clave; cualquier pensamiento más o menos sistemático, la definir su perspectiva de totalidad define su enfoque y “carga los dados” de sus respuestas últimas. Resulta interesante, por ejemplo, cómo el racionalismo cartesiano genera una visión deísta del Dios relojero, creador absoluto pero que evita intervenir en lo creado para no alterar las leyes que ha dado. Por su parte, el materialismo radical se enamora (en un a priori curioso) de una materia eterna (que adquiere el encanto de la divinidad), cuando Engels sueña con el retorno de las estrellas muertas en la eternidad de los universos[35], acotando aquí que es una “ensoñación” material en el sentido de Bachelard.[36]   
El texto propone que el estado mental de Dios es como una meditación, que para este texto representa la expansión máxima representada por la palabra “atención”.[37] Aquí presenta su visión de la infinita distancia, confirmada como sentido teológico, pues en la inmediato la divinidad parece inalcanzable; siendo la distancia tan inconmensurable, esa misma expansión proviene desde el Creador, por tanto, fabricante de distancia infinitas, que espolean a la mente viajera (el espíritu hermético).
La dificultad especial radica en ligar la noción de infinitud del Todo (divino) con la finitud de cada parte del todo. Una metáfora que emplea es la hindú sobre los periodos de tiempo incalculables (los llamados Eones) que compara con un breve pestañeo de Brahama (el dios supremo), para explicar esa lejanía, que (paradójicamente) “—el espíritu de cada alma no es aniquilado, sino que es infinitamente expansionado—, el creado y el creador se funden.”[38] Por un lado, la curva infinita del calendario cósmico (sobre el cual habitas exclusivamente este segundo individual) y del otro la visión de un Todo mayor, que en microsegundo crea otro Calendario Cósmico; simultáneamente señalando la fusión de cada individuo con ese Principio, sin que por ello resulta la aniquilación.
Surge una curiosidad ante la expansión del Todo «¿POR QUÉ crea universos EL TODO?»[39] Para este texto no hay una buena respuesta. Quien imagina que Dios gana algo creando el universo y al Hombre, le responde que no existe una posibles “ganancia” pues al Todo nada le hace falta desde el principio de los tiempos. La noción dialéctica del filósofo Hegel ofrece una respuesta conforme el principio absoluto define su viaje, basado en una polaridad inicial (tu Ser y Nada primigenios) para irse llenando de contenidos, convirtiendo lo potencial en realidad, como una senda hacia el Espíritu Absoluto. El Kybalión prefiere imaginar que el Todo se expande actuando Libre pues nada necesita ni nada lo obliga.[40] El texto señala que Hermes selló sus labios, pues para esta pregunta no existía respuesta.

CAPÍTULO VIII LOS PLANOS DE CORRESPONDENCIA

Aquí surge la parte que permanece como más recordada del Kybalión, con su aforismo del principio de Correspondencia: «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.» De entrada se observa que aquí funciona un pensamiento de afinidad, donde se vuelve al pensamiento pre-moderno (renacentista) de las afinidades, donde la estética de las conjunciones predomina sobre la precisión del “Ser”. El pensamiento de las afinidades lo han descrito desde los antropólogos y filósofos para oponerlo con el objetivismo racionalista. En el despertar de la antropología, James Frazer explica cómo el sistema de la magia simpática[41] establece la efectividad de lo afín; en su balance de los sistemas de pensamiento (que denomina Episteme) Foucault señala cómo antes de la modernidad funciona la empatía entre los iguales[42] para definir los modelos del pensamiento. En particular, esta obra no cede por entero a la “correspondencia”, sino que se mantiene dualista, al también insistir en la causación (más racionalista), pero aquí debería establecer qué existe en el “arriba”.
La propia masonería forma una institución jerárquica y las afinidades con este capítulo son múltiples, lo cual favorece varias enseñanzas. Se observará que en el Kybalión hay una división jerárquica como clave del concepto; una polaridad gruesa (arriba-abajo) como clave, luego una separación de una escala, que cada vez resulta más escalada; hasta procurar definir la posición del sujeto colectivo (el ser humano), en un escalón. El argumento, señala un objetivo: la elevación, alcanzar la cumbre. También señala una ruta: subir por la vía del hermetismo. La institución masónica comienza con una polaridad entre lo iniciático y lo profano, para luego mostrar un jerarquía sencilla de Grados y otra compleja de puestos de Dignidades y Oficiales, que se parangona con la noción del sistema planetario antiguo o con las familias de dioses olímpicos. El comienzo de la carrera masónica ocurre mediante el traspaso de un umbral y el acceso a una jerarquía; cuestión que promete el Kybalión pero no la garantiza, pues siempre se dirige al “adepto”, pero la lectura del texto no garantiza ese acceso. La cúspide propia de la masonería se mantiene abierta a la interpretación, por más que sí existe una exigencia básica de alcanzar el 3er grado, mientras que la acumulación de los grados filosóficos se mantiene en cierta neblina, pues no hay exigencia alguna por alcanzar en ese nivel.
Por otra parte, para la filosofía aplicada a la sociedad (en teorías de la posmodernidad) es evidente que ha predominado una fuerte tendencia hacia la des-jerarquización del pensamiento, comenzando con la democracia y siguiendo con las nociones post-estructuralistas; casi habría que señalar un “instinto anti-jerárquico”[43] en la posmodernidad. La noción que inaugura la posmodernidad en Lyotard señala como su signo el fin de los grandes relatos, donde el pensamiento adquiere una dimensión más relativista.[44] Por lo anterior, esta fundamentación del Kybalión basada en la jerarquía de lo inaccesible entronca mejor con las visiones antiguas.
El texto lo plantea que la división sea en tres planos, lo cual resulta bastante consistente con la división triple del ser humano que aparece desde Platón: “I. El gran plano físico. II. El gran plano  mental. III. El gran plano espiritual.”[45] Anotamos que aquí por “mental” se entiende la vida y sus planos anímicos, pero también una noción curiosa de “vida anímica de los minerales, plantas y animales”.
El texto señala la dificultad y la artificialidad al separar los planos,[46] pero explica el detalle de la subdivisión, que va hacia 7 niveles en cada plano físico, mental y espiritual, lo cual se resumen de esta manera: Estos siete planos físicos menores son como sigue:
I. El plano de materia (A). II. El plano de materia (B). III. El plano de materia (C). IV. El plano de sustancia etérea. V. El plano de energía (A). VI. El plano de energía (B). VII. El plano de energía (C).
Por su parte los planos “mentales” los clasifica así: “I. El plano de mente mineral. II- El plano de mente elemental (A). III. El plano de mente de planta. IV. El plano de mente elemental (B). V. El plano de mente animal. VI. El plano de mente elemental (C). VII. El plano de mente humana.” Donde surge lo claramente polémico al considerar ya una “mente mineral, elemental[47] y animal”, lo cual será rechazado por el racionalismo, pues marca una frontera del objetivismo, mediante la exigencia de des-antropomorfismo[48] para lograr alejarse de las simpatías y el fetichismo.
A su vez, cada uno de estos planos de la mente poseen 7 subdivisiones, que no analiza en detalle, pero sí afirma que el ser humano actual, solamente está colocado en un cuarto nivel de este plano, y solamente excepciones han subido al quinto subnivel: “deseamos apuntar el hecho de que el hombre corriente de hoy en día no ocupa sino la cuarta subdivisión del plano de mente humana, y sólo los más inteligentes han cruzado los límites de la quinta subdivisión. Le ha tomado a la raza millones de años alcanzar esta etapa”[49] Y, haciendo un giño hacia Nietzsche apunta que tardarán millones de años en alcanzar un “súper-hombre” y más allá.[50]
Los planos espirituales para este texto son superiores a lo humano, de tal manera, que su presencia básica está poblada por los espíritus conocidos como ángeles y demás, pero no se atreve a definir con claridad los niveles. “¿Qué puede decirse de tales seres? En los siete planos menores del gran plano espiritual existen seres de quienes podemos hablar como ángeles, arcángeles, semi-dioses. En los planos menores inferiores moran esas grandes almas a quienes llamamos maestros y adeptos. Por encima de ellos vienen las grandes jerarquías de las huestes angélicas, impensables para el hombre”.[51] Dentro de tales niveles, acepta las presencias malvadas, los ángeles caídos o demonios, que están sujetos también a una “mortalidad”, y yacen muy abajo del principio supremo de la Divinidad.

CAPÍTULO IX VIBRACIÓN

La vibración es el movimiento en la escala sutil, que simultáneamente, nos señala que el movimiento predomina de principio a fin. De esta manera, las tesis del Kybalión se representan como activas, como desenvolvimientos y transformaciones.
Con esto señalaremos el parentesco de esta visión con las filosofías del movimiento. Podemos separar las filosofías entre las que buscan la estabilidad y lo fijo contrastando con las que pretenden el movimiento y su continuidad. La fijeza queda inaugurada con la Esfera del Ser de Parménides,[52] quien establece lo fijo como la esencia, de la cual nada escapa y no acepta ninguna fisura para “lo que no es”, por tanto el cambio hacia lo que no es resulta una ilusión. El contraste surge con el Río de Heráclito, que admirando al fuego señala la no-permanencia y lo cambiante. Muchos sistemas se arman en un ambiente intermedio, como Platón que prefiere mirar hacia un Sol radiante de las Ideas, que son fijas, mientras las almas deambulan en ciclos entre la apariencia y el arquetipo resplandeciente. Mirar con fijeza al “primer motor” de Aristóteles también nos invitará a considerar que sin movimiento no hay sentido, por tanto hasta al reflexión más realista transita entre movimientos incesantes. Saltando los siglos, Hegel encuentra que el ritmo de tesis-antítesis-síntesis le sirve para explicar un flujo universal, desde el Génesis hasta la última expresión humana, así establece lo que derivó en el “método dialéctico”. De Hegel lo que admiró más Marx fue esa fórmula súper-activa que le pareció entregaba la llave del futuro, mediante un movimiento perpetuo, que a nivel de las sociedades él interpretó como la Revolución.[53] Este repaso nos indica la importancia del lado “activo” del pensamiento filosófico.
¿Qué sería la vibración sino la imaginación microscópica de un moverse en su mínima expresión? La invisible ondulación del sonido, la luz y los corpúsculos atómicos son variaciones de la misma noción, que admira y admite este capítulo.  
El tema vibración sirve para proponer una escala de lo fino contra lo burdo, espíritu versus materia ruda “todo está en vibración -cuanto más alta la vibración, más alta la posición en la escala-. La vibración del espíritu es en un rango de intensidad y rapidez infinitastal que está prácticamente en reposo -igual que una rueda moviéndose rápidamente parece inmóvil”[54]. Los polos son el espíritu en su noción divina, para descender hasta el polo de la materia bruta.
Procura relacionar la noción de vibración con las fuerzas físicas, atómicas, magnéticas, etc. Genera la imagen de la integración o destrucción por la vibración, algo así como el “rayo destructor” a distancia.
Mediante las intensidades de vibración afirma se puede manejar a voluntad los estados de la mente y controlando esto promete que la mente logra “milagros”.[55]

CAPÍTULO X POLARIDAD

El texto demuestra conocer la tradicional división en polos opuestos, pero también algo de la dialéctica más filosófica.[56] Muchas cultura tradicionales, desde la alborada de los tiempos, descubrieron las dualidad como principio básico, para su complementariedad de principios opuestos. Comienza con esta sentencia: “los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se encuentran; todas las verdades no son sino medias verdades, todas las paradojas pueden ser reconciliadas.”[57]
Discute como errónea la contraposición rígida de los polos, pues observa el desplazamiento gradual y el regreso paradójico de los contrarios. Tales polos pueden quedar representados por el TODOS y los muchos, por infinito y finito… El tránsito de un polo a otro depende de una escala, así quien baja suficiente hacia el Norte termina viajando hacia el Sur.
Señala que hay un polo dominante, que es el “positivo”, lo cual queda ejemplificado por la sugestión de una idea positiva para salir de un estado mental adverso. Vale aquí abundar ejemplo… p. 36.

CAPÍTULO XI RITMO

Bajo este rótulo tan musical, hay un planteamiento complejo “de que en todo hay manifestada una moción medida; un movimiento hacia delante y hacia atrás; un flujo y un influjo; una oscilación”[58] La medida es un concepto muy importante, que explicó Hegel, al señalar que es la unión de cantidad con calidad, para alcanzar la mesura,[59] por tanto, avanzar hacia un concepto; así, los instrumentos de medición señalan el avance el pensamiento, pues al rebasar tanto la pura abstracción cualitativa como la cantidad sin aplicación, la medida es un gran avance para el pensamiento. Así, esta explicación nos comienza remitiendo a dos polos de una escala, entre los cuales aparece la gradación. Estos extremos se demuestran en recorridos constantes, en desplazamientos de la contradicción
El principio operativo del ritmo implica un desplazamiento constante, por eso señala ese ir hacia atrás y adelante; lo cual implica la tendencia a la compensación o neutralización.  Este tema sirve para proponer una operación que llama “ley de neutralización”[60] para compensar los elementos negativos. Los estados cambiantes no se pueden evitar, pero sí operar la neutralización, no se escapa a la Ley.
“La regla es que la capacidad para el dolor y el placer, en cada individuo, están equilibradas.”[61] Señala la existencia de una “compensación” entre el tener y no tener, ejemplificado por el contraste de ricos y pobres materiales: “El millonario puede tener la inclinación hacia el festín, y la riqueza por la que asegurar todas las exquisiteces y lujos de la mesa, mientras que carece del apetito para gozar de los mismos; él envidia el apetito y digestión del obrero”[62] Señala una “ley de compensación” operando como regulador universal, especie de justicia material o natural. 

CAPÍTULO XII CAUSACIÓN

En general, resulta “El principio subyacente de causa y efecto ha sido aceptado como correcto por prácticamente todos los pensadores del mundo dignos del nombre.”[63], esto proviene del “espíritu científico” de orientación positivista, que en el siglo XIX avanzó tanto en colmar los huecos de lo “arbitrario”, terminó por tropezar con una zona muy paradójica con la microfísica cuántica. De esa manera, la insistencia en la causación suena  un positivismo aplicado al Espíritu, pues siempre rechaza cualquier azar, aunque esta causación dura la justifica Kybalión mediante la supremacía del TODO[64], en la misma medida que el principio Divino lo determina todo hasta el último detalle. Insisto que esa interpretación adquiere el matiz positivista, que anticipó Pascal[65] en su hipótesis del encapsulamiento, cuando Dios al crear el primer segundo ya tenía previsto hasta el último desenlace, lo cual haría inútil el tiempo sucesivo, clausura el indeterminismo y la libertad. La falta de causalidad le parece al texto que es una falta de análisis, una tarea que resolver, según lo creía también el materialismo ingenuo.[66]
Por etimología de casualidad este libro la retoma de “caer” como salen los dados. Sin embargo, no rechaza el libre albedrío y considera que el determinismo es complementario con el anterior. Para la filosofía, existe un antagonismo y la propuesta parece una evasión de la discusión.

CAPÍTULO XIII GÉNERO

Plantea la dualidad genérica, que para el materialismo o la visión neutral de la naturaleza resultaba sorprendente, al afirmar que “El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino”[67] Esta afirmación podría mirarse como una ingenuidad pre-científica, o como una copia de la perspectiva del taoísmo, que separó el cosmos sistemáticamente en yin y yang. En el tiempo de la publicación del texto esta afirmación resultaba más controversial, pero luego de la asimilación de la filosofía china resulta más aceptable. Señala que al polarizar en negativo y positivo debemos tener cuidado en no confundir de inmediato lo negativo con lo malo.

CAPÍTULO XIV GÉNERO MENTAL

Acá abarca el tema del género, con cierta afinidad con el modo taoísta, pero serpenteando por los vados de esta problemática, que podría comenzar remitiéndose al número y su par pitagórico.[68]
Asimismo, plantea la separación de la mente individual en su lado activo y pasivo, utilizando el mí y el yo como sus rótulos.
“El principio femenino conduce el trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos, ideas incluyendo el trabajo de la imaginación. El principio masculino se contenta con el trabajo de la «voluntad», en sus variadas fases.”[69]
Las mentes fuertes son quienes implantan su voluntad, buscan influir en los demás… Son personas magnéticas para impactar a los demás.

CAPÍTULO XV AXIOMAS HERMÉTICOS

En el último capítulo hay un resumen de los axiomas herméticos, que se pueden consultar directamente y en un resumen no merecen repetirse, nada más señalar, que de entre los muchos planteados, el que ha permeado más en la cultura popular moderna señala al principio de correspondencia: «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.»

 NOTAS:


[1] Esta es la fecha más precisa que he encontrado en Internet, aunque la mayoría de referencias señalan vagamente al siglo XIX. Para precisar conviene también añadir esto: quienes suponemos los autores vivieron entre finales del siglo XIX y principios del XX, como se analiza adelante.
[2] Por el Masón Gr 18° Jacobo Núñez en Diario Masónico https://www.diariomasonico.com/cultura/filosofia/hermetismo-y-grado-rosacruz
[3] Que un animal sea el civilizador de la humanidad resulta extraño para las mentalidades más modernas, pero los pueblos más antiguos solían creerse parientes de los animales, de ahí el totemismo y el mito de un animal civilizador, como el Oso entre los chinos o el Centauro educador entre los griegos. Cf. El pensamiento salvaje de Levi Strauss y Psicoanálisis del mito de Campbell.
[4] Herodoto, Historias.
[5] Kybalión, p. 1.
[6] Edouard Shure, Los grandes iniciados.
[7] La urbanización y la educación se describen en la historia moderna con metáforas de una explosión al comparar con las sociedades previas donde predominaba la agricultura y el analfabetismo. A diferencia de la herejía antigua, este esoterismo no pretende una rivalidad directa con la religión. Un breve resumen en Historia mundial de 1914 a 1968 de David Thomson.
[8] Puede aseverarse como un primer periodo New Age, con sincretismo cultural y espiritualidad alternativas entre finales del Siglo XIX y principios del XX; el periodo New Age propiamente surgirá en la segunda mitad del siglo XX. El Kybalión se debe considerar en ese contexto.
[9] Insinúa que Abraham recibió las enseñanzas herméticas de Hermes, sin dar detalles. Atribuir el hermetismo a personajes bíblicos era usual en el Renacimiento, luego tal argumento fue perdiendo filo sin desaparecer.
[10] Kybalión,  p 3.
[11] Lo interpreta de manera diáfana Eliade en Tratado de historia de las religiones. Las mitologías suponen una cadena decadente: humanidad de oro, plata, bronce… cada vez metales menos valiosos.
[12] Esa estructura a referencias precedentes resulta muy útil a la literatura y a los juegos mentales, pero para la ciencia implica un problema de autenticidad. Cabe mencionar que el Kybalión original nunca se ha encontrado.
[13] A diferencia de las herejías antiguas, estas disidencias New Age no suelen buscar fundar religiones, sino por excepción.
[14] Este conjunto ya se podría entresacar de algunas cosmogonías como el taoísmo o síntesis más modernas como la de Blavatsky y su teosofía.
[15] Kybalión, p 11.
[16] Algunos antropólogos señalan la orientación pragmática del “pensamiento mágico” que no se conforma con las frustraciones de la “objetividad” pues pretende salirse con la suya, sin respetar la objetividad. Cf. James Frazer, La rama dorada y Jorge Veraza en Marx y la técnica.
[17] “la transmutación mental es realmente la «magia»” Kybalión, p 11.
[18] Kybalión, p 11. Estima al acceso de alquimistas avanzados “el control de los elementos de la Naturaleza; la producción o cesación de tempestades”-
[19] Spinoza Ética. La importancia de Spinoza aportando el concepto de sustancia en la historia de la filosofía lo señala Hegel. Enciclopedia de las ciencias filosóficas.
[20] Kybalión, p 12.
[21] De manera astuta Lukács señala que mantener una separación de principios implica una “irracionalidad” del “pensamiento burgués”, que el soñó superado por el marxismo, en Historia y consciencia de clase.
[22] El mismo Kybalión detiene la enjundia de este argumento, pues él mismo está definiendo la naturaleza del “TODO”, mientras declara inútil conocerla, «Pero el dictamen de la razón debe ser hospitalariamente recibido, y tratado con respeto.».
[23] La afinidad filosófica con el dualismo kantiano es parcial. Cf. La crítica de la Razón Pura.
[24] “la teología y la metafísica parecen como cañas rotas, enraizadas” Kybalión, p 13.
[25] El panteísmo identifica al Universo entero con Dios, por cuanto todo está en Él, por tanto disuelve la división entre lo Trascendente y este mundo Profano o Terrenal, típica de la mayoría de teologías.
[26] Kybalión, p 14.
[27] Kybalión, p 16.
[28] Parece un juego, pero es un resultado obligado al que han llegado algunos herméticos y unas pocas teologías. “sin embargo, para EL TODO, la creación, desarrollo, declinación y muerte de un millón de universos es como el tiempo del parpadeo de un ojo.” Kybalión, p 16.
[29] En el Tao-Te-King y la tradición oriental queda muy bien asentada la naturaleza de una dualidad primordial, como pare que surge desde
[30] Kybalión, p 17.
[31] Kybalión, p. 18.
[32] La fenomenología implica tratar de manera más directa lo que aparece, dando una mayor intensidad a lo aparencial negándose a que la esencia difumine a los sentidos. Eso requiere intensidad como lo señaló Husserl, el primer Sartre y otros. Por ejemplo, la “duración” de Bergson también implica afianzarse en la apariencia del tiempo, no escaparse al cronómetro y mantenerse en cómo el individuo percibe el transcurrir del tiempo.
[33] En esto coincide con la doble naturaleza de la masonería, tanto esotérica como científico-materialista, en concordancia con las dos columnas básicas del Templo de Salomón, representando la fuerza material y la espiritual respectivamente.
[34] Kybalión, p. 21. El pensador inglés Herbert Spencer postuló un sistema para comprender todo como una evolución y, en particular, a la historia de la humanidad en base a ese principio de evolución, que va de lo simple y homogéneo hacia lo heterogéneo y complejo, que desde afuera se señaló cual “darwinismo social” por cierta afinidad con el fundador de la biología evolutiva.
[35] Engels en Anti Dühring y la Introducción a la Dialéctica de la naturaleza: “la materia será eternamente la misma en todas sus transformaciones, de que ninguno de sus atributos puede jamás perderse y que por ello, con la misma necesidad férrea con que ha de exterminar en la Tierra su creación superior, la mente pensante, ha de volver a crearla en algún otro sitio”
[36] Gastón Bachellard, La tierra y los ensueños de la voluntad.
[37] Plantea que la raíz gramatical de “atención” es la expansión, el estiramiento. 
[38] Kybalión, p. 24.
[39] Kybalión, p. 24.
[40] Bien señala Sartre en El ser y la nada que una definición de la divinidad es la Libertad en el grado Absoluto, cuando no hay condicionamiento posible, presentando la cara de la Omnipotencia.
[41] James Frazer en La rama dorada.
[42] En Las palabras y las cosas, que resulta un proyecto muy ambicioso al definir las posibilidades del pensamiento en cada época.
[43] Por ejemplo, La era del vacío de Lipovetsky señala en esa dirección, conforme el principio de personalización deviene en narcisismo, por tanto cualquier jerarquía fuera del ego diferente resulta aversiva.
[44] Francois Lyotard en La condición posmoderna y La posmodernidad explicada a los niños.
[45] Kybalión, p. 26. Así, Platón y la tradición clásica divide al ser humano en tres aspectos: material, alma-emoción y espíritu-pensamiento en sus Diálogos y La República.
[46] Siendo superaciones cualitativas, resulta que el transitar de una a otra presenta una enorme dificultad, que corresponde a la imposibilidad de las correspondencias cualitativas. Esta discusión está presente en la extraña lucidez de Lukács en su opúsculo “Cosificación y consciencia del proletariado”, pues retoma el aserto más de Hegel que de Marx.  
[47] Los “elementales” refieren a los llamados espíritus de la naturaleza como los gnomos, sílfides, ondinas y salamandras que conectan con el animismo y las creencias populares.
[48] La “Dialéctica de la Ilustración  de Adorno y Horkhimer plantea la importancia y paradojas del rechazo creciente al antropomorfismo de la naturaleza, que quita las características humanas al universo para establecer una visión más fría y objetiva del universo.
[49] Kybalión, p. 29.
[50] “El hombre de la sexta subdivisión será «el súper-hombre», el de la séptima será «el por
encima del hombre».” Kybalión, p. 29. En Nietzsche tan conocido el puente que señala Así habló Zaratustra.
[51] Kybalión, p. 30.
[52] Parménides, Fragmentos.
[53] Aunque los partidarios prácticos de Marx, convierten esa idea en la paradoja del Estado, por tanto en la tendencia a la momificación del pensamiento y del conjunto social, siendo conservadores pragmáticos en cuanto obtienen el Gobierno. Lo señala Marcuse en El marxismo soviético.
[54] Kybalión p. 7.
[55] Kybalión p.  34. “y ejecutan así lo que comúnmente se llaman «milagros».”
[56] Se afirma, siguiendo a Hegel que «tesis y antítesis son idénticas en naturaleza, pero diferentes en grado» Kybalión p.  34. Una buena comparación sería entre la visión global de la Dialéctica de lo concreto de Kosik, frente a este texto hermético, donde hay una serie de correspondencias entre la dialéctica de la idea con la materialista.
[57] Kybalión p.  34.
[58] Kybalión p. 37.
[59] Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas.
[60] Kybalión p. 38.
[61] Kybalión p. 39.
[62] Kybalión p. 39. Si bien esto parece un contentarse con las situaciones, también hay un desplazamiento, pues la simple comparación vuelve un más o menos, la poner una mansión entre casas humildes crece la pobreza.
[63] Kybalión p. 40.
[64] “sólo porque EL TODO es la LEY en sí. No hay sitio en el universo para algo exterior e independiente a la ley.” P. 40.
[65] Pascal, Pensamientos.
[66] Como enfrenta Sartre a Engels, en su Crítica de la razón dialéctica.
[67] P. 42.
[68] Por ese lado aborda Amelia Valcárcel en su artículo “Hágase la luz sobre la ontología” (El país, 2/03/2019) que trata del origen de esa dualidad, para interpretarla como un exceso lingüístico al dividir todo, hasta con temas que no poseen su par mental.
[69] P. 47.

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