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viernes, 20 de octubre de 2017

RESUMEN CAPÍTULO V DE LA REPÚBLICA DE PLATÓN








Por Carlos Valdés Martín

El más polémico en La República es el Capítulo V y, debido a esa característica, el autor muestra cautela y perspicacia al argumentar que los amigos de Sócrates son quienes lo empujan hacia esa discusión. En esta parte, Platón desarrolla opiniones sobre la posición social de las mujeres, comunidad de bienes y hembras (comunismo de propiedad y para intercambio sexual), la eugenesia (manipulación de procreación y nacimiento), empleo de la guerra, la clase especial de los Guardianes y el famoso tema de los reyes filósofos. Por más que el texto entero implica una utopía, debe considerarse que está alimentado por una revisión sobre Esparta, según la constitución atribuida a Licurgo[1], es decir, este capítulo se delineó sobre el prestigio del austero régimen espartano.  

Sobre la mujer propone su integración en todos los oficios, lo cual era un tema inquietante para la época, ya que la situación social femenina era relegada y restringida para cumplir funciones hogareñas, siempre alrededor de su papel maternal. Gran parte del capítulo lo dedica a argumentar en favor de una integración a cualquiera de las ocupaciones, aunque aceptando como evidente una diferencia de fuerza entre hombres y mujeres. Con ironía Sócrates sostiene que los varones de entonces aventajaban a las mujeres en todas las actividades, excepto en “tejer y hacer pasteles”;[2] sin embargo, eso no es obstáculo para que ellas queden integradas en todas las actividades, incluso las que exigen fuerza física y, en especial, las bélicas. Afirma Platón que: “no existe en el regimiento de la ciudad ninguna ocupación que sea propia de la mujer como tal mujer ni del varón como tal varón, sino que las dotes naturales están diseminadas indistintamente en unos y otros seres, de modo que la mujer tiene acceso por su naturaleza a todas las labores y el hombre también a todas; únicamente que la mujer es en todo más débil que el varón”[3] De hecho, ridiculiza el argumento al emplear la diferencia natural entre géneros para asignar las ocupaciones, mediante una comparación entre peludos y calvos, donde no existe objeción para que ocupen cualquier labor. 

Para lograr esa integración de las mujeres es requisito que ellas sí participen en la educación y su fortalecimiento físico en el gimnasio (anotemos que para los griegos el gimnasio era una actividad nudista), para capacitarlas en tareas vitales como medicina y hasta la guerra. Sin embargo, insiste en la inferioridad física de la mujer, pero que no estima un obstáculo absoluto sino motivo para favorecer sus funciones y participación en la polis

Para los guardianes propone que las mujeres e hijos sean tenidos en común, y que exista favorecimiento de la procreación para los selectos. Hablando de las “guardianas” estimadas como las más virtuosas y mejores mujeres, también las recomienda en un estatuto de comunidad para sus hombres: “Esas mujeres serán todas comunes para todos esos hombres y ninguna cohabitará privadamente con ninguno de ellos; y los hijos serán asimismo comunes y ni el padre conocerá a su hijo ni el hijo a su padre.”[4] Asimismo, llama poderosamente la atención que las restricciones al incesto las considera con laxitud por la integración de los hijos que se convierten en hermanos colectivamente, y Platón acepta excepciones al tabú cuando lo señalara el sorteo o alguna pitonisa, que para esa cultura difundía la voluntad divina. 

Especula sobre la ventaja de un engaño para privar a los defectuosos del reparto de las mujeres, en cambio premiar al ganador de batallas con más hembras, bajo un sistema trucado de un sorteo amañado. 

Supone que los niños serían criados en guarderías comunes a cargo de magistrados, siendo separados de sus madres en la más tierna infancia para el cuidados directo de ayas. Los niños con defectos físicos de nacimiento serían llevados a un sitio secreto para deshacerse de ellos, repitiendo la costumbre espartana. El gran cuidado en la educación será en la preparación de los guardianes-guerreros, la casta clave para la prosperidad de la polis. 

La función especial de estos guardianes será la guerra, por lo que serán educados en la valentía y castigados quienes no cumplan su tarea militar. Nótese la funcionalidad delicada y especial puesta en estos guardianes-guerreros, que rebasan al simple soldado, para convertirse en mediadores multifuncionales entre la masa (incluso, el despreciado trabajo manual) y el ideal de la polis, ellos cumplirían la compleja función asignada al partido revolucionario de vanguardia por las tesis leninistas.[5]
 
Para favorecer la unidad del Estado, deben promoverse las costumbres que favorezcan la comunidad del placer y el dolor, cuando todos se entristezcan o feliciten por lo mismo. En ese sentido Platón compara a la polis con la integración de un individuo que se mueve conjuntamente. 

En su aspecto económico, recomienda la desaparición de la propiedad privada[6] para que nadie envidie ni sea envidiado. Eso implicaría una comunidad de bienes, donde se garantizaría el acceso universal de “los libres” sobre las condiciones de su mantenimiento. Sabemos que esos “libres” representarían una comunidad, que privilegia la actividad bélica y desprecia al trabajo manual. Se justifica la esclavitud como recompensa de la guerra, pero no hacia los vecinos griegos, con vistas a una reconciliación entre las polis; de tal modo, que la base económica de este Estado sería esclavizar a los extranjeros bárbaros perfilando el modelo imperial de Roma.[7]
 
El conjunto resulta una utópica situación, pues Platón reconoce lo difícil para cumplir sus planteamientos y que en ningún sitio se ha aterrizado su esquema completo. Para alcanzarlo se debería lograr que los filósofos fueran reyes o los reyes se volviesen filósofos, con el objetivo de que la polis sea guiada por la sabiduría. Este requisito corona su sistema completo, pues el matiz idealista exige una cabeza perfecta, para encarnar la sabiduría. Tal tesis del gobernante sublime prefigura las ideas ilustradas y socialistas de una élite de saber, aunque con marcadas diferencias; en cuanto dichos “aristoi”[8] guíen a la comunidad y garanticen que el proyecto superior funcione, por difícil que pareciera. 

Para cerrar este Capítulo V se enfoca Sócrates en la diferencia entre el conocer y el opinar, dándole a esto último el sesgo de debilidad en el pensamiento. Discutiendo específicamente el tema de lo “bello en sí” que él defiende, pero quien “opina” lo rechaza, para ubicarse en un espacio medio, que únicamente lo acepta en casos particulares. Dentro de la refutación, alude a una conocida charada infantil, sobre un eunuco y un murciélago. Dicha adivinanza se usó para ejercitar la lógica entre los estoicos: “se cuenta que un hombre que no era hombre, viendo a un pájaro que no era pájaro posado en un palo que no era palo, le tiró y no le tiró una piedra que no era piedra”. La solución es esta: “un eunuco, viendo a un murciélago posado en una caña, le tiró una piedra pómez y no le dio”. A su manera, el texto platónico prepara la solución intelectual, que presenta con la visión del idealismo, para argumentar que lo bello y lo bueno sí son existencias plenas que capta el filósofo, que el ignorante jamás percibe y quien opina (doxa) se queda a medio tramo entre ser y no ser.


NOTAS:

[1] En las Vidas paralelas de Plutarco aparecen todas las instituciones de Esparta sobre las que especula este Capítulo V, con excepción del “rey filósofo”, en cambio retrata el elogio del Senado y el cuestionamiento de los jueces Éforos.
[2] El argumento de la ventaja masculina le parece tan evidente a Sócrates que no requiere sino preguntarlo para dejarlo asentado. “—¿Y conoces algún oficio ejercido por seres humanos en el cual no aventaje en todos esos aspectos el sexo de los hombres al de las mujeres? ¿O vamos a extendernos hablando de la tejeduría y del cuidado de los pasteles y guisos, menesteres para los cuales parece valer algo el sexo femenino y en los que la derrota de éste sería cosa ridícula cual ninguna otra? —Tienes razón —dijo—; un sexo es ampliamente aventajado por el otro en todos o casi todos los aspectos. Cierto que hay muchas mujeres que superan a muchos hombres en muchas cosas; pero en general ocurre como tú dices.” La República, 455b.
[3] La República, 456b. 
[4] La República, 460b y siguientes.
[5] Ernest Mandel en Teoría leninista de la organización y Lenin en Obras escogidas en 3 tomos.
[6] “que tales hombres no debían tener casa ni tierra ni posesión alguna propia, sino que, tomando de los demás su sustento como pago de su vigilancia, tienen que hacer sus gastos en común si han de ser verdaderos guardianes.” La República, 464b.
[7] En Grundrisse se muestra que Roma funciona como una comunidad bélica, que su base de propiedad privada individual es imperfecta, por tanto la gestión del Estado representa a los amos al repartir el pan y circo.
[8] El término “aristoi”  que da origen al castellano de “aristocracia” posee una raíz positiva de “los mejores”, conforme lo señala Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo y otros ensayos; pero, en el feudalismo tal ventaja de la élite, se desvía hacia un privilegio de sangre.

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