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viernes, 5 de enero de 2018

PENSAR CON CLARIDAD, IR A LA RAÍZ







Por Carlos Valdés Martín


El “ir a la raíz” de las cosas resulta un divisa clave y divertida para pensar. El radicalismo es un estado de ánimo juvenil o senil, entre los extremos de la vida. A veces se le llama radicalismo cuando está acompañado de un gesto descuidado y que se saltan etapas, olvidando las sutilezas. El propio Marx elaboró una frase de contenido filosófico cuando afirmó: “Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo."[1].

Ir a la raíz significa dirigirse hacia las causas y deshacerse de las ilusiones que atan el pensamiento. El filósofo cínico Diógenes se reía de cualquiera que no abandonara sus prejuicios, eso le facilitaba habitar dentro de un humilde tonel y el saltarse las etapas inútiles. Si hay “causa eficiente” que permanezca y provoque malas consecuencias entonces resulta equivocado enfocarse en las consecuencias sin atacar la causa del problema. Si unos maniáticos andan corriendo con una antorcha para iniciar incendios en el bosque y nadie se ocupa de detenerlos mientras toda la comunidad se apura en apagar los incendios provocados, entonces siempre habrá incendios… hasta que se acabe el bosque. Hoy tenemos una mayor conciencia ecológica que nos empuja a preservar el bosque y toda la naturaleza, pero hay “causas eficientes” que siguen incrementando la depredación natural y la principal es una combinación de “industrias sucias”, “urbanización caótica” y “crecimiento desmedido de la población”. A su vez, el crecimiento desmedido de la población provoca que la urbanización caótica sea creciente y las industrias sucias se multipliquen; además la población creciente en las zonas rurales suele atacar desesperadamente su entorno natural, porque no le queda de otra. Las diez mil campañas de cuidado ecológico son baldes sacados al mar mientras no exista un poderoso impulso para detener el crecimiento de la población. 

Una vez que estamos de acuerdo en que resulta indispensable acudir a la raíz de las cosas, nos encontramos que no resulta tan sencillo encontrar cuál es la “verdadera” raíz. Un exceso de dudas, por el momento, no resulta tan divertido; pero el salto mental es admirable y relajante; especie del deporte extremo de la mente.

Resulta fácil que nos enredemos con una falsa raíz, por ejemplo con un pecado original que surja de suponer que unos míticos Adán y Eva comieron el fruto prohibido, desde entonces las generaciones están malditas, por tanto, habrá poco o nada qué hacer. Esa es una variedad de argumento que manda la raíz hacia un “más allá” inaccesible, por tanto no se alcanzará a determinar nada preciso y quedaremos enredados en suposiciones.

Otra modalidad para extraviar el pensamiento es dispersar la raíz para colectivizarla hasta su disolución en otros niveles, por ejemplo, repartiéndola (la culpa es de los demás) e incluso difuminándola hacia una sociedad entera (no son las personas concretas, sino un “sistema social” capitalista o socialista o neoliberal) que nos tiene atados de manos. Resulta en una justificación fallida o expectativas globales que no proporcionan acciones claras. Esa disolución y dispersión parece más vagancia mental, ergo tampoco aporta diversión.

En lo próximo viene una explosión que no es juego pirotécnico… así que su diversión explosiva no funciona.

Se ha cuestionado a Malthus que la explosión demográfica sea un problema de simple geometría en condiciones de pobreza, cuando parece más una decisión individual y colectiva para mantener una procreación desmedida que arrastra los desequilibrios existentes, para potenciarlos (esos sí, geométricamente). En este caso, el economista inglés pretendía que la raíz de la pobreza era la sobrepoblación y a la contra salió Marx planteando que la raíz de esa raíz era el sistema social que producía pobres. La experiencia ha demostrado que ese contra-argumento de Marx es parcial,[2] cierto que una sociedad modificada implica una tasa de natalidad modificada, lo cual no desanda el argumento que el destino de la humanidad entera depende de cómo se aborde la natalidad, porque una explosión demográfica[3] provoca la catástrofe ecológica sin importar que pintemos de azul o de rojo el régimen político. Al subestimar de plano la explosión demográfica el marxismo dejó un dolor de cabeza y cuando ha gobernado terminó tomando medidas inhumanas porque ha preferido cerrar primero los ojos y, cuando ya es tarde, aplicar un freno extremo. Ante la sobrepoblación se han tomado medidas como la destrucción de las ciudades y de la sociedad misma en Camboya, o medidas tiránicas de prohibición de nacimientos en el periodo más rudo de China roja, incluyendo persecución y cárcel a los infractores.

La sana preocupación para solventar la pobreza y otorgar generosos subsidios sociales para aliviar la miseria extrema suele olvidar que la raíz del empobrecimiento está en la explosión demográfica que sucede entre poblaciones enteras. La expansión de la miseria aterradora está ligada a la suma de una mejora súbita del sistema de salud unida a la proliferación de bocas hambrientas sin educación ni empleos suficientes para enfrentar ese desequilibrio sistémico.
Si rechazas y combates a la pobreza resulta inútil tanto esfuerzo cuando no logras detener la explosión demográfica. Para ser radical debes tomar al hombre como raíz, pero únicamente terminarás con la miseria cuando clausures la fábrica de la pobreza que viene junto con la explosión demográfica.

La sobrevivencia del planeta y la existencia divertida… dependen de la separación entre el placer y la procreación. 

NOTAS: 


[1] Karl Marx, Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1844), La cita completa comienza con este razonamiento… “"Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem, y argumenta y demuestra ad hominem cuando se hace radical. Ser radical…”  Curioso que “ad hominem” es el rótulo de una de las falacias clásicas. ¿Marx pretendió una falacia de origen para materializar la teoría naciente en el cuerpo de las masas?
[2] Siendo más sutiles, ese argumento de Marx se da en el contexto de la teoría de la sobrepoblación relativa, que él denomina el “ejército industrial de reserva”, según muestra en El capital.
[3] Ocurre un salto de calidad con la “cantidad” de gente, pues la población misma implica un signo de progreso o riqueza, pero su desmedida implica un problema. Este salto hacia el opuesto por la acumulación de cantidad, aquí ejerce un buen ejemplo.

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