Por Carlos Valdés Martín
Cuando éramos niños, se celebraba el Día de la Raza en México con alegría y agradecimiento. En las escuelas sse encargaba conseguir las biografías de Colón y Moctezuma, así como otros personajes. El conquistador Hernán Cortés no era popular, así que, como lado bondadoso de la vertiente hispánica, se colocaba a Cristóbal Colón.
En la escuela preparatoria me di cuenta que eso de la “Raza” fue impulsada por el famoso José Vasconcelos, un polifacético personaje, que terminó volviéndose amargado y nostálgico. Su libro más famoso se llamó La Raza cósmica y había promovido el lema de la Universidad Nacional (UNAM) como “Por mi raza hablará el espíritu”. Para entonces ya algunos objetaban que ese término de “Raza” se prestaba a interpretaciones racistas, aunque la interpretación usual era todo lo contrario: una invitación a la unión de la población de todos los orígenes. La intención era celebrar el mestizaje y el encuentro de los diversos.
Hace pocos años, la herencia hispánica cayó en una polémica y hasta surgió una movilización de “Colón-fobia”, que exigió retirar su estatua del Paseo de la Reforma, para sustituirla por otra escultura como símbolo de la mujer indígena. De manera oficial el gobierno canceló el nombre de Día de la Raza, para sustituirlo por el Día de la Nación Pluricultural. El cambio de nombre quedó establecido sin una discusión pública y sin la resonancia que merecería.
En estos últimos años está de moda una discusión sobre cómo evaluar el fenómeno de la Conquista. Los más ultras de los españoles exigen acabar con lo que ellos denominan la Leyenda Negra de la Conquista, pues afirman que la ocupación de América por los peninsulares no fue algo sangriento y malo como narran los discursos históricos reconocidos. A esa corriente se le llama revisionismo histórico y su única preocupación queda centrada en no criticar tanto a los ancestros conquistadores, mientras se ocupan de lanzar “lodo” a los aztecas caníbales y a las conquistas de otras potencias coloniales, en especial, enfilados contra los “anglos”.
En México, el gobierno está interesado en exigir disculpas al rey de España, como si nunca se hubiera disculpado algún gobierno español por las atrocidades del pasado. Otros gobernantes españoles han presentado disculpas desde el siglo XIX, pero ¿qué les cuesta otra más que sirva para efectos políticos actuales?
Además de ese tema de coyuntura en México, la polémica se centra más en reinterpretaciones de la Conquista por otros motivos. Uno de los más actuales es la revaloración de la mujer, en especial, de Malintzin. Este personaje, en la historiografía mexicana había recibido una avalancha de enojo y hasta se empleaba la palabra malinchismo para señalar la pleitesía ante el extranjero. Las últimas versiones se ocupan más de señalar el indudable talento y capacidades de esta indígena, quien, siendo una simple esclava, se convirtió en un factor tan decisivo en su época.
En lugar de la estatua de Cristóbal Colón, ahora han colocado un monumento a la Mujer Indígena, titulado "La joven de Amajac". Con esa sustitución se pretende dar un mensaje político cultural de reivindicación para los pueblos autóctonos, en especial, de sus mujeres. En lugar del Día de la Raza, establecido bajo el patrocinio de José Vasconcelos y su nacionalismo cultural, se ha instaurado un «Día de la Nación Pluricultural», que todavía no se considera una fiesta ni una protesta oficiales, que merezcan un día de asueto o desfiles multitudinarios.
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