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viernes, 29 de diciembre de 2023

PLATÓN EL OTRO MASÓN

 



Por Carlos Valdés Martín

 

 

Resulta curioso que Pitágoras quede tan destacado en los antiguos textos, mientras Platón queda marginado como raíz librepensadora, cuando la evidencia en favor del ateniense es abrumadora. Al investigarse con cuidado sale a la luz, que el legado filosófico vincula a Platón con los fundamentos del “antiguo gremio”. El primer reto llega cuando siempre a Platón lo sustituimos con su maestro Sócrates, su gran mentor. Por costumbre vamos dejando de lado a Platón el cual sí plasmó las reflexiones de ambos, reuniéndolas en un cuerpo teórico difícil de separar y donde muchos termina siendo puro Platón.

La tradición de la francmasonería acepta la herencia de Sócrates al estimar su método mayéutico,[1] conforme esa instrucción respeta el pensamiento y la personalidad de quienes aprenden y evitan inculcar cualquier doctrina de manera forzada. La visión de los constructores de ideas invita a todos —y en especial a sus miembros— a pensar por sí mismos, evitando la equivocación de forzar el razonamiento. Ese principio, de “pensar por sí mismo” es evidente en Sócrates y Platón.  

El libro de La República se asume claramente como obra original de Platón, donde se investigan grandes temas, desde una reflexión filosófica. Al menos cuatro temas clásicos de ese libro se rescatan en la masonería desde el siglo XVIII. Por ejemplo, en el Libro X de La República se describe una visión de la reencarnación tan vívida y compleja que ha inspirado. Ese relato donde un armenio llamado Er revive sin beber de las aguas del Leteo, el río del olvido, ha quedado plasmado en las interpretaciones sobre qué puede ser la inmortalidad del alma.

El interés para hacer que las personas sean virtuosas también fue altamente valorado por Platón, al cual se le dedican algunos Diálogos.[2] Sobre la virtud las respuestas de la masonería retoman el legado de siglos de historia y lo sintetizan de una manera original. En este tema fluye la inspiración de Platón, mezclada con aportaciones posteriores, como el sistema ético integrado por cuatro virtudes cardinales y tres teologales, filtrado en la Edad Media.  

Lo más importante de todo es que la masonería auténticamente se funda en un sistema de pensamiento filosófico, dicho esto en el sentido platónico del término, pero distinto del concepto ordinario. Para la inconsciencia ordinaria el ver “filosóficamente” sería mirar de modo interesante, aunque sin sustento, lo cual equivale a un capricho del alma. Para la inconsciencia ordinaria ese falso filosofar sería un gesto snob a lo Diego Ruzzarín o simpático al estilo Jordi Rosado. En cambio, para una honda reflexión, la masonería sí integra a la filosofía en un sentido clásico donde el pensamiento opera con rigor y, en ese sentido, Platón es su “Santo Patrono”.

NOTAS:

[1] El método mayéutico requiere de un amplio comentario, para empezar por su relación con el “lado femenino”, por tratarse de una especie de acción de parteras donde se vincula el diálogo con las aguas profundas de la mente humana.

[2] El asunto es que el griego algunas veces señala misteriosamente que la virtud no puede enseñarse y en otras que sí, dejando intrigado al lector. Por ejemplo, el texto “Menón o de la virtud” pone un énfasis negativo, pues rebate a un discípulo sofista; para mostrar que para enseñar virtud primero habría que asimilarla bien.

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