Por Carlos Valdés Martín
Quien agradece con sinceridad siente la alegría dos veces. La gentileza de responder “las gracias” a tiempo engalana el buen trato, aunque anuncia algo más profundo. La gratitud no representa sólo un mero formalismo ni una simple fórmula de gentileza. La gratitud sentida y pensada es una virtud que convierte hasta los tiempos: cuando son malos los atenúa hacia menos problemáticos y cuando son buenos, los eleva a doblemente buenos.
La ingratitud define al carácter del egoísta, que olvida lo recibido y a solas come el plato de su ventaja. El ingrato pierde la mitad de una posible felicidad, al devorarla en soledad.
Una fórmula de cortesía española combinaba dar las gracias, con esta respuesta: “Las que le adornan”. Aunque, a veces, la gratitud es un atributo invisible para los ojos. Cuando no se encuentra a quién agradecer por dones inesperados, siempre hay oportunidad de respirar y mirar hacia lo alto, para sentir más fuerte los latidos del corazón y llenar con un aire invisible como la gratitud.
En esta ocasión estoy con el ánimo para decir por sus visitas: "Un millón de gracias".
1 comentario:
¡Felicidades! Un millón de visitas no se logra todos los días… y menos sin venderle el alma al algoritmo ni andar subiendo gatitos en tiktok jaja
Tus letras nos quedan como prueba de que quienes te leemos, yo en lo particular, prefiero encender la luz del conocimiento antes que quedarme a oscuras en la cómoda ignorancia o en mis laureles de que soy única y detergente.
Escribir es un acto casi suicida en estos tiempos de corrección política en foros públicos como este, uno se desnuda en palabras esperando que no lo crucifiquen.
Tú lo has hecho con dignidad, con constancia, con chispa. Leer y pensar no son especies en extinción. Gracias por compartir tu voz. Porque cuando la luz se apaga, los necios siguen buscando el interruptor en la misma pared de siempre.
Publicar un comentario