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sábado, 30 de junio de 2018

EL REY SALOMÓN: UN PERSONAJE LEGENDARIO

 



 


Por Carlos Valdés Martín

 

Salomón es un personaje célebre por su sabiduría, riqueza y poder, considerándose que su reino fue el más esplendoroso y rico de toda la historia judía. Su nombre significa etimológicamente “pacífico”, lo cual coincide con su destino personal. Fue el tercer y último rey de Israel, en el sentido que incluye a las tribus del Norte y al reino de Judá en el Sur, agrupando a todas las del Éxodo. Su narración espléndida surge de los relatos bíblicos, mientras la evidencia arqueológica y los vestigios de las culturas vecinas dejan espacio para las conjeturas más dispares.[1] Después de su reinado sufrieron la división y diez tribus se consideran perdidas después de conflictos desastrosos con sus vecinos, en especial la invasión de asirios. El rey Salomón consolidó la dinastía davídica, que se considera la legítima de ese reino legendario, definiendo una “época dorada” para un pueblo que sigue siendo clave para la historia mundial.

 

Antes del periodo llamado de reyes, el liderazgo entre los judíos se ejercía de una manera más horizontal, por lo que se denomina periodo de jueces; sin embargo, la narrativa explica que ese pueblo descubrió una desventaja ante sus vecinos belicosos por no contar con la centralización del poder en manos de un rey. El primero en quedar designado por tal función fue Saúl, sin embargo, perdió su supremacía. Lo sucedió el combativo y astuto David quien expandió rápidamente su dominio dentro del pueblo judío y derrotó a sus vecinos, por lo que expandió las fronteras del reino.

 

En esta narración David es un personaje clave pues instaura un gran reino, que adquiere un tamaño enorme para la escala del pueblo judío, aunque fue un estado enclavado entre dos súper potencias regionales: Egipto y los Mesopotámicos-persas (en ese bando fueron cambiando los imperios sucediéndose sumerios, caldeos, asirios, babilonios, hititas, mitán, persas, etc.), con la adición de otros vecinos también poderosos como los fenicios (en especial centrados en la ciudad de Tiro) y las incursiones de los griegos (conocidos como Pueblos del Mar, Filisteos y después hasta Alejandro Magno). Así que este reino estaba en un cruce de caminos muy peligroso, que repetidamente aplastaba a los contendientes regionales. Por eso, la formación de un reino importante durante los periodos de David y Salomón resultó una excepción a la regla, pues los siguientes monarcas judíos, permanecieron débiles y hasta subordinados a sus vecinos.[2]  

 

En la Biblia, el profeta Natán informa a David que Dios ordena la muerte de su primer hijo como castigo por el pecado, pues antes el rey había conspirado para la muerte de Urías, marido de Betsabé, y casarse con ella. Tras una semana de penitencia, David recibió la noticia de la muerte de su primogénito y luego acudió con Betsabé, quien de inmediato quedó embarazada.

 

Salomón fue el segundo de los hijos que tuvieron el rey David y Betsabé. Según algunas fuentes se estima nació en el año 1,000 a. C. y vivió hasta el 931 a. C. Su madre no era la única consorte de David y había un hermanastro mayor en edad que mantenía aspiraciones al trono. Salomón sucedió a su padre, David, en el trono de Israel hacia el año 970 a. C. Su padre lo eligió como heredero, aunque tenía otros hijos de más edad procreados con diferentes esposas. Salomón fue elevado al trono poco antes de la muerte de su padre, aunque su hermanastro Adonías se autoproclamó rey. Luego su rival Adonías fue vencido y en un inicio amnistiado, aunque con el tiempo reincidió en la sedición y más tarde fue ejecutado por orden de Salomón.

 

En la Biblia se afirma del rey Salomón que: Heredó un inmenso imperio conquistado por su padre el rey David, que se extendía desde el norte del Nilo, en Egipto, hasta las proximidades del río Éufrates, en Mesopotamia.

 

Según la Biblia, Dios le concedió a Salomón que pidiera cualquier bien deseable, entonces Salomón le rogó únicamente por sabiduría y Yahvé se la otorgó. El atributo de la sabiduría de Salomón resulta su cualidad más destacada y se cita como ejemplo el llamado Juicio de Salomón (1Reyes 3:16-28). Asimismo se resalta la prosperidad de su reino y esplendor de la monarquía israelita bajo su mandato. Salomón se rodeó de todos los lujos y la grandeza externa de un sátrapa oriental, sin enajenarse de la buena voluntad de su pueblo. Mantuvo la paz con los reinos vecinos, y fue aliado del rey Hiram I de Tiro, quien le auxilió en sus empresas y construcciones. Consolidó el poder político de Israel en la región contrayendo matrimonio con una de las hijas del faraón de Egipto llamado Siamón, un matrimonio el cual se interpreta como una estrategia diplomática para garantizar la paz y alianza con Egipto, la potencia militar vecina al sur. Existen dudas serias sobre si el relato del matrimonio con la hija del Faraón es real o es una metáfora que debe entenderse en otro sentido. Isaac Asimov señala un reino egipcio dividido que se asentó alrededor del delta del Nilo y pudo pactar con Salomón mediante matrimonio.[3]  Para las interpretaciones místicas el matrimonio con la hija del Faraón termina por entenderse como la iniciación de Salomón en los misterios de Egipto. También la Biblia señala que en la vejez hubo un cambio, pues las muchas mujeres inclinaron el corazón de Salomón hacia consentir desvaríos del politeísmo,[4] sin embargo, cabría reinterpretar esa afirmación como un reino tolerante en materia religiosa.  

 

Este rey emprendió numerosas obras arquitectónicas, entre las que destaca por encima de todas la construcción del Templo de Jerusalén como lugar para la permanencia del arca de la Alianza (1Reyes 6), aunque sobresale también la edificación de su fabuloso palacio, en la que invirtió trece años, y otras obras públicas. En sus construcciones participó un gran número de operarios extranjeros, como albañiles y broncistas.  De entre todos ellos destaca el legendario arquitecto Hiram Avif (1Reyes 7:13-14), quien ha sido motivo de amplias interpretaciones.

 

Durante su largo reinado de 40 años, la monarquía hebrea obtuvo su momento de mayor prosperidad y tranquilidad. La seguridad interna y el control de las vías de comunicación facilitaron una amplia expansión del comercio. Se narra en la Biblia (1Reyes 9:28) que sus naves llegaron hasta Ofir, en algún lugar del Mar Rojo, donde cargaron 14.300 kg de oro, y el esplendor de su corte llamó la atención de la reina de Saba, quien se cree denominaba algún reino de Etiopía o Arabia.

 

Sin embargo, en la segunda mitad de su reinado Salomón el relato tradicional afirma que cayó en la idolatría, inducido por sus esposas extranjeras. De acuerdo con 1Reyes, 11:3, «tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas, y sus mujeres le desviaron el corazón» (1Reyes 11:3). También existe otra interpretación filosófica sobre ese pasaje bíblico que nos invita a pensar que fue un rey tolerante, que evitó imponer una religión única al pueblo, bajo la línea que ahora llamamos laicidad. ¿Pruebas de hechos? Cuando los reyes sucesores intentaron imponer un monoteísmo estricto terminaron peleados con los vecinos y derrotados, finiquitando la orgullosa independencia de Judá.

 

Este pecado de idolatría fue, según la Biblia, la causa de que a su muerte se dividiera el reino de Israel. Aunque el Salomón de la vejez hubiese cometido una falta religiosa, según el mismo texto también se arrepintió y después escribió el Libro de Eclesiastés para aconsejar a otros. No hay una certeza verdadera sobre la autoría de Eclesiastés, pero es un texto reconocido, por ejemplo recordando «vanidad de vanidades, todo es vanidad». Se ha afirmado que Salomón escribió este libro como un testimonio y ejemplo de que las cosas terrenales no son duraderas.

 

Con lo anterior, Salomón cumple con uno de los relatos más interesantes sobre reyes de la antigüedad, siendo elogiado como el modelo de la sabiduría y el prototipo de un gobernante que mantuvo un reino en paz y prosperidad. Su figura se levantó como el modelo del “buen monarca” con el que soñaron las dinastías que recibieron el influjo de la corriente histórica judeocristiana, incluyendo pueblos con diferencias religiosas como los musulmanes. La elogiada contribución de Salomón, clave para la historia de las religiones y hasta de la arquitectura religiosa, como el patrocinador del primer templo monoteísta para Jehová, llamado el Templo de Salomón, merece un episodio especial.   

 

 

 NOTAS:



[1] La corriente llamada “minimalista” tiende a rechazar el relato de la Biblia, sugiriendo interpretaciones alternativas como que “todo fue ficción” o exageración completa, que fueron reinterpretaciones lo sucedido a faraones o a ciudades asirias de la época, las cuales se adaptaron en los siglos posteriores, en un relato retrospectivo alterado.

[2] Isaac Asimov, La tierra de Canaán.

[3] Isaac Asimov, La tierra de Canaán, p. 50. Señala al pequeño reino de Psusennes II, quien sería candidato a cubrir la veracidad del relato bíblico pues era de menor extensión y poderío que el reino de Salomón. Y el pacto matrimonial era usual en ese periodo de la historia.

[4] 1 Reyes 11:7 Entonces edificó Salomón un altar a Chêmos, abominación de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén; y á Moloch, abominación de los hijos de Ammón. 8 Y así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban perfumes, y sacrificaban a sus dioses.

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