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viernes, 1 de enero de 2021

SOBRE EL REY DAVID Y EL SELLO DE DAVID (GEOMETRÍA DE LA ESTRELLA)


 

 


 

Por Carlos Valdés Martín

 

EL REY DAVID

 

El relato bíblico coloca a David hasta el final de un hogar irrelevante, despreciado por ser el último hijo y sobre el cual se colocan las faenas pesadas. El mismo desprecio y humildad de los orígenes son ingredientes en muchas leyendas de Poder, que están protagonizadas por algún huérfano, hermano menor, pariente pobre u olvidado.[1] Ese origen humilde apunta una ironía y Canetti sospecha que hay algo realista en tales anécdotas, más enfocado hacia un riesgo originario.[2]  

 

El vencedor de Goliat por el esfuerzo y la hazaña

La leyenda bíblica afirma que el pastor David vencedor del gigante Goliat marca el episodio de arranque en la ruta que lo convirtió en Rey, para fundar la dinastía de Judea. Ese no fue el episodio primero, antes está el llamado del profeta Samuel, que aporta una gracia gratuita enviada desde los cielos. Aunque el escepticismo y el rigor exigirán pruebas para empatar la designación de origen con el primer episodio heroico y su desenlace político. Para esa época los rigores del relato resultan imposibles.[3] Como sea a David le “sienta bien” comenzar en el papel de un héroe inesperado, como el simple pastor que salta al protagonismo mediante una hazaña de valentía milagrosa. ¿Qué importa más vencer o demostrar esa temeridad? Este relato une ambas caras: Goliat es terrible y ya ningún rival está animado; sin embargo, un soldado improvisado con un arma de orden secundario (la honda con una piedra)[4] logra derrotarlo.

 

El último de la fila

El joven David surge de un hogar humilde, donde se sustenta con sus propias manos pastoreando rebaños y resulta menospreciado ante sus mayores. Cuando el profeta Samuel se ha decepcionado del primer rey de los judíos, recibe el aviso divino de que vendrá un sucesor desde una línea ajena a su sangre. Ese profeta visita la casa familiar de David, para anunciarle al padre una dádiva divina, sin embargo, a la reunión no fue invitado el hijo menor, pues ahí lo relegaban en trabajos constantes. La visita de Samuel era para avisar que ese pequeño David, quien era un elegido y con un futuro extraordinario como fundador de la única dinastía entre los hebreos.[5]

El relato agrega varias cualidades al pretendiente David, y además de la laboriosidad, se agrega un talento musical, cual Orfeo. La capacidad de tocar el arpa le abre un sitio a David en la proximidad del rey Saúl. Aunque el primer rey lo desposa con una de sus hijas, Mical, pronto David cae de su gracia y la leyenda cuenta de una enorme hostilidad, por lo cual queda proscrito.

 

El proscrito se fortalece

El joven David resulta hostilizado por el rey, su suegro, por lo que termina huyendo y se asienta en las afueras del reino, integrando una banda armada, que se pone al servicio de diversas causas, aceptables para los lugareños judíos. La zona fronteriza del reino, para la época resultaba una geografía interesante, difícil de imaginar para los Estados modernos.[6] Había zonas fuera de la ley, regiones sin control sujetas a ataques externos y abandonadas a su suerte; un espacio adecuado para que se formen gobiernos paralelos manejados por pequeñas bandas armadas. Crece su habilidad militar y por los conflictos del reino, David logra sacar ventajas y notoriedad de jefe bélico.  

Por su parte, Saúl sufre la derrota militar y la narración afirma que, siendo herido, prefirió el suicidio ante el enemigo. Aunque el primer rey judío fue Saúl, según la propia Biblia, con David se establece una dinastía de larga sucesión.

 

El nuevo rey

Tras la muerte del rey, entonces David regresa a su tierra y ahí es aclamado como el nuevo gobernante, pues el anterior quedó sin sucesión. Para ese periodo, David ya era un guerrero y comandante experimentado,[7] que logró unir a las tribus separadas y conquistar a los vecinos reticentes en poco tiempo. Su primera capital fue Hebrón, donde se relata que gobernaba sobre las 12 tribus israelíes.

 

Nueva capital

Existía un asentamiento previo y bien defendido en la que ahora es Jerusalén, al cual logró conquistar David y lo destinó para su nueva capital. El sitio poseía ventajas estratégicas para ser defendido con facilidad, además de su relación legendaria con la historia judía, respecto del sacrificio de Isaac.

Según las mismas narraciones, el respeto de David por las tradiciones religiosas y sus relaciones con el sacerdocio, favorecieron la expansión del reino, que derrotó a sus vecinos y unificó a las tribus.  

 

La conquista del reino

David resultó un rey conquistador por excelencia, por lo tanto su trayectoria implica la legitimación de la violencia, aunque argumentada bajo designio profético. En la Biblia se afirma del rey David que ganó un inmenso imperio conquistado un territorio que se extendía desde el Nilo, en Egipto, hasta el río Éufrates, en Mesopotamia. En la escala histórica y el rigor de los arqueólogos, sin embargo, los reinos vecinos siguieron siendo los predominantes y, con el paso del tiempo, volverían a sojuzgar a la tierra de Canaán.

 

El gran pecado de David

El relato bíblico pone el acento en una falla de moralidad en el rey, cuando se apasiona por la bella Betsabeth y engaña al esposo Urías, además empujándolo a la muerte mediante ardides. La actitud ruin del monarca se censurada por el relato bíblico y a ese incidente se le atribuyen enormes repercusiones para el reino, incluso impidiendo que David logre la construcción del primer Templo para Jehová.

 

El concepto de “rey”

El pueblo judío liberado de Egipto no conoció de reyes, siendo que la jerarquía política era menos vertical, rigiéndose bajo un sistema llamado de “jueces”. Sin embargo, la debilidad militar de los judíos ante los pueblos vecinos los orilló a cambiar de sistema, siempre guiados por profetas visionarios como Samuel que los empujaron en ese sentido. Con el rey David se establece de manera duradera ese sistema de gobierno bajo un rey, el cual perduró por generaciones, y su trascendencia se considera por su efecto en Occidente, por vía de las tradiciones judeo-cristianas que legitimaron al periodo medieval. El gobierno unipersonal y perpetuo a partir este relato bíblico recibió su bendición religiosa, lo cual resultó funcional para un periodo histórico muy posterior, pues la leyenda davídica es un milenio anterior al nacimiento de Cristo y casi un milenio y medio anterior a la dominación del cristianismo en Europa.

 

Sucesión con Salomón signo de la sabiduría

La primera sucesión a un heredero consanguíneo establece el modelo dinástico de la Casa de David. Salomón sucedió a su padre, David, en el trono de Israel hacia el año 970 a. C. Su padre lo eligió como sucesor, aunque tenía otros hijos de más edad con otras mujeres.

Durante su largo reinado de 40 años, la monarquía hebrea tuvo su momento de mayor prosperidad económica. La seguridad interna y el control de las vías de comunicación facilitaron una amplia expansión del comercio. Se dice en la Biblia (1Reyes 9:28) que sus naves llegaron hasta Ofir, en algún lugar del Mar Rojo, donde cargaron 14.300 kg de oro, y el esplendor de su corte llamó la atención de la reina de Saba. De acuerdo con 1Reyes, 11:3, «tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas, y sus mujeres le desviaron el corazón» (1Reyes 11:3). Su obra más significativa fue el Templo de Salomón, aunque durante su reinado levantó muchas otras edificaciones.

 

Decadencia y fin de la dinastía

Después de Salomón de inmediato vino la decadencia del reino de Israel. Las tribus de dividieron a partir de sucesor rey Roboam. Los reinos se debilitaron y fueron menos capaces de contener a sus vecinos. El proceso terminó con la derrota del rey Sedecías, junto con el exilio de decenas de miles de judíos a manos del asirio Nabucodonosor. Con ese desenlace desapareció la llamada “casa de David” como élite gobernante del reino judío.

 

Orígenes remotos de los símbolos: Geometría Sagrada

Cambiemos un poco la perspectiva para adentrarnos en una visión de la geometría sacra.

La geometría, en el sentido de la simplificación del espacio y su estudio, se fue manifestando entre las primeras civilizaciones, aunque el propio arte y herramientas del neolítico ya revelan cierto enfoque. El avance de la agricultura exigió conquistas en la concepción geométrica y el dominio de los espacios para comprender las áreas y los resultados de las cosechas. La antigua alfarería comenzó a manifestar una decoración geométrica, así que este fenómeno resulta muy antiguo.

 

La figura del doble triángulo equilátero entrelazado formando una estrella heptagonal se remonta a reinos anteriores a Israel, aunque no hay un rastreo preciso de su ruta. Incluso del periodo de David y Salomón no se encuentran suficientes vestigios arqueológicos.

 

Según el fenomenólogo de la religión, Mircea Eliade, los pueblos antiguos miraban lo sagrado como algo por completo extendido y otros sociólogos creen que ver al mundo de manera desacralizada fue un proceso lento. Entonces el pensamiento primigenio miró al espacio en un sentido sacro, de ahí la ancestral noción de una “geometría sagrada”. El círculo, punto, línea recta, triángulo, cuadrado y estrellas poseían sentidos mìsiticos y eran utilizados en sus representaciones religiosas.

 

Alguna hipótesis señala que hay antecedentes a la “Estrella de David” entre los mesopotámicos, que a su vez, por la estirpe de Abraham, son reconocidos antecesores del pueblo de Israel.

 

Abraham con la estrella y el arquetipo de la Esperanza

En el contexto bíblico una referencia clave está en Abraham como el gran patriarca, quien estaba consternado por carecer de hijos. Al establecer el pacto Jehová le respondió en el relato: "Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas [...]. Así será tu descendencia" (Génesis 15:5).​ Las estrellas son símbolos de esperanza, aunque su lejanía también sirve para señalar otros significados como los de la guía, la ilusión, la individualidad y la sucesión infinita de causas.[8]

 

La relación de la estrella con la esperanza se ha mantenido como un símbolo consistente en diferentes contextos. Pareciera que este sentido de esperanza se reforzó con la emigración y en las comunidades exiliadas, por lo que la Estrella de David se popularizó hacia el siglo X d.C., lo que implica dos mil años después del reino davídico.

 

El triángulo equilátero

Para la visión simbólica el triángulo equilátero posee muchos significados y es muy considerado por su representación de la perfección y marcar el primer polígono regular, avocando el surgimiento del espacio plano o área. Asimismo, se relaciona este triángulo con la divina trinidad y sus múltiples significados, en especial como la integración de lo Superior que se está manifestando en la dualidad.

En especial, la Estrella de David se relaciona con el doble triángulo equilátero, ligado de una manera específica, que señala la unión de Arriba con Abajo, por tanto estimado como la unión de lo superior con lo terrestre.[9]

 

Símbolo de la unión marital

Los dos triángulos unidos se han interpretado como la unión de hombre y mujer, que poéticamente se relaciona con el pasaje del Cantar de los cantares «Yo soy de mi amado, y mi amado es mío». Al parecer este símbolo se popularizó entre las novias desde el siglo VII a. C.[10] Sin embargo, a ese sentido se le restó importancia en la modernidad, para para reforzar la representación del corazón y otros símbolos.

 

Equilibrio alquímico

Una representación alquímica se vale del triángulo para representar el concepto tradicional de los elementos,[11] por lo que también resulta sencillo relacionarlo con la Estrella de David. Debe mencionarse porque esa representación de tierra, agua, aire y fuego resulta alusiva y bastante ilustrativa.


En esta imagen alquímica el triángulo hacia arriba está en el fuego y el aire, aunque con una diferencia mediante la línea horizontal. El triángulo hacia abajo aparece el agua y la tierra, con la segunda agregada la línea horizontal. Estas representaciones además implican una continuidad entre estos cuatro elementos, como señalando que se tratan de lo mismo, con disposición a desplazarle o transmutarse, según el ensueño alquímico.

 

Cubrir las superficies: hexágono

Entre los juegos geométricos está cubrir por completo las áreas con alguna o varias figuras geométricas, a lo cual la antigüedad también le dio interesantes interpretaciones. Resulta bastante conocido el cubrir con triángulos y con cuadrados, pues ambas son las soluciones más sencillas. Cubrir los pisos y paredes con mosaicos resultó con la mejoría de la arquitectura, conforme se lograron pisos bien aplanados y paredes rectas. El piso mosaico con cuadrados blanco y negro siguió siendo muy usual incluso en arquitecturas modernistas del siglo XIX y XX.

Cubrir por entero con la misma figura una superficie tiene su implicación: se resuelve la totalidad de la superficie con una fórmula. Y esta respuesta no funciona con todos los poliedros, pero con el hexágono correspondiente a la Estrella de David sí es posible. De hecho se trata de un interesante diseño natural que se aplica en las celdillas de abejas y en tejidos celulares diversos.

 

El seis como número perfecto

Si bien al pitagorismo le resultaban más significativos los números primos, para la numerología antigua el número 6 poseía la característica de “número perfecto”. Esto implicaba una curiosa relación matemática: “Un número perfecto es un entero positivo que es igual a la suma de sus divisores propios positivos.”[12]  Para el número 6 sus divisores propios son 1, 2 y 3; y la suma del 6 es = 1 + 2 + 3. Siendo escasos los números que presentan esa propiedad, así, los siguientes números perfectos son 28, 496 y 8128.

 

Conclusiones

Resulta encantador cuando se alcanza la suficiente simplificación sin que falte intensidad, en este caso, unir al rey David —clave en la dinastía del antiguo pueblo judío— con el símbolo de la estrella de seis puntas. A la fusión de tales elementos se le homenajea con la Estrella de David (“Maguen David” entre los hebreos) que mantiene una intensidad simbólica indudable, convertida en bandera del Israel moderno y un recordatorio con varias dimensiones.

 

 NOTAS:



[1] El sentido de hundimiento originario del gobernante se subraya en el Tao Te King.

[2] Elías Canetti, Masa y Poder, señala que un trance mortal sirve de experiencia original para notables gobernantes.

[3] ¿Cuánto tarda un relato en convertirse en un mito? Según alguno, casi comienza la conversión de inmediato, y hasta un bandido salta a héroe inmortal sin más complicaciones. Hobsbawm, Rebeldes primitivos y Bandidos 1969.

[4] La simple piedra convertida en arma letal señala una alteración instantánea de las jerarquías bélicas en un periodo donde las espadas y las flechas habían revolucionado los enfrentamientos bélicos.

[5] Aunque las interpretaciones bíblicas ponen en duda que colocar a un rey sea una precepto positivos, sino una concesión al pueblo temeroso: “Señor dijo a Samuel: Escucha al pueblo en todo lo que ellos digan, porque no es a ti a quien rechazan: me rechazan a mí, para que no reine más sobre ellos (…) Por eso, escucha su reclamo. Pero les harás una solemne advertencia y les explicarás cuál es el derecho del rey que reinará sobre ellos". (Libro de Samuel I, 8:4-9). En ese sentido, colocar a un rey implica destronar a Yahvé.

[6] En especial, los pueblos pastores que movían a su ganado desplazaban su riqueza y la protegían con sus propias manos. Las ciudades de Canaán, acostumbraban amurallarse, para evitar incursiones, y las aldeas estaban a merced de las adversidades. Asimov, La tierra de Canaán.

[7] Para ese contexto que el gobernante también fuera un militar capaz resultaba casi una obviedad, pues la impericia bélica implicaba la pérdida del reino.  

[8] La conexión hacia la lejanía de las causas a través de la trascendencia de las generaciones es una idea muy interesante de esa narración y de ese pasaje concreto. Suponemos que el pensamiento del periodo patriarcal debería ser rústico, sin embargo, la conexión hacia lejanas causas ya implica un pensamiento sutil, como el que dio nacimiento a la filosofía. Aquí miramos la “causa primera” de Aristóteles proyectada hacia el futuro.

[9] La Estrella de David une dos triángulos equiláteros; uno señalando hacia abajo y otro igual señalando hacia arriba. Lo cual representa a la divinidad descendiendo y a la humanidad ascendiendo, que se encuentran en equilibrio.

[10] Cantar de los cantares, 6:3.

[11] El concepto antiguo de “elemento” se relaciona más con la idea filosófica de sustancia, como un sustrato que se sostiene por sí mismo, también concebido como esencia.

[12] Wikipedia.

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