Música


Vistas de página en total

sábado, 3 de abril de 2021

LA MANO DE OBREGÓN: UN EPISODIO EXTRAÑO Y SUS SECUELAS

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

Una anécdota extraña y con incalculables repercusiones históricas surge con la terrible herida de Álvaro Obregón en 1915. El general mexicano Obregón dirigió a la fracción revolucionaria que terminará por ganar sobre los campos de batalla, aunque hubo un periodo que estuvo enfrentando a la fea cara de la derrota. La anécdota de la pérdida de su mano sucede en el giro del triunfo, cuando en las batallas del año 1915 logra lo que antes pareció imposible, al derrotar a la prestigiada División del Norte de Francisco Villa. La misma Revolución Mexicana, en los años previos presentó un aspecto muy azaroso respecto de quién consolidaría el poder político. El golpe de Estado del usurpador Victoriano Huerta fue enfrentado por una confederación de caudillos revolucionarios y no estaba claro quién contaba con los méritos suficientes para hacerse del mando. Para simplificar una complicada lucha de facciones, al final de 1914 el ejército de Francisco Villa aliado con Emiliano Zapata se apoderó de la capital, mientras el grupo de Obregón, bajo el liderazgo de Venustiano Carranza, quedaba arrinconado en la región de Veracruz.

¿Cuáles “incalculables repercusiones”?

Esta es una afirmación de talante pretencioso, a menos que aceptemos que un caudillo militar y Presidente provoca grandes efectos sobre su país y esos efectos luego resultan causas que continúan con el tiempo. En el desenlace de la Revolución Mexicana el general Álvaro Obregón parece conformar el “fiel de la balanza”,[1] cuando sus capacidades de estratega logran dar la vuelta a quien parecía un huracán imbatible, el legendario Francisco Villa. Curiosamente el talento militar de Obregón resulta poco apreciado, pues los sucesos posteriores lo demeritan en la narrativa revolucionaria. El personaje resulta clave para derrotar a la facción que aparentó una aureola romántica con Villa y Zapata, y después establecer las bases institucionales del régimen mexicano del siglo XX. Como ese triunfo arrastra muchas esperanzas incumplidas y acontecimientos cuestionables, las repercusiones de ese personaje no son tan estimadas. La falta de estimación moral sobre los hechos de Obregón no reduce la importancia de quién determina el triunfo. Sin embargo, ese triunfador estuvo a punto de morir y, además de cometer suicidio, creyendo que su vida había terminado.

Un fragmento descriptivo…

En el contexto de las batallas de Celaya de 1915, que enfrentó decisivamente a las fuerzas constitucionalistas comandadas por Álvaro Obregón y a las villistas guiadas por el propio Francisco Villa, resultó en el triunfo definitivo del bando constitucionalista, sin embargo, un incidente estuvo a punto de costarle la vida al líder militar. “Esta severa derrota de Pancho Villa en abril de 1915 no significó el cese de las hostilidades, y el 3 de junio de 1915 sucedió uno de los acontecimientos más importantes para el futuro del cuerpo médico-militar, durante estas campañas del Bajío entre los constitucionalistas, al mando del general Álvaro Obregón, y la División del Norte, al mando del general Francisco Villa. En la Hacienda de Santa Ana del Conde, muy cerca de la ciudad de León, se encontraba Álvaro Obregón haciendo un reconocimiento del terreno cuando fue alcanzado por una esquirla de granada que le cercenó el tercio inferior del brazo derecho.[2] Convencido de que estaba herido de muerte, Obregón tomó con la mano izquierda su pistola e intentó quitarse la vida, pero, por fortuna, se salvó, porque el arma no tenía ningún proyectil en la recámara. De inmediato sus ayudantes le arrebataron la pistola y en ese momento llegó el coronel MC Jorge Blum, de la División Murguía, que aplicó un torniquete al muñón sangrante como medida hemostática heroica y condujo al herido a la casa de la hacienda. Después Obregón fue llevado en un catre, por más de 10 km bajo el sol y el fuego enemigo, hasta la estación ferroviaria de Trinidad. En el camino fue alcanzado por el teniente coronel MC Enrique Cornelio Osornio, que le administró un narcótico. El paciente fue trasladado al vagón de operaciones, en donde fue intervenido quirúrgicamente; se le efectuó la remodelación del muñón, fungiendo como cirujano el teniente coronel MC Senorino Zendejas y como ayudantes los tenientes coroneles MC Heberto Alcázar y Enrique C. Osornio, médico personal del general Obregón. El coronel MC Andrés G. Castro le administró la anestesia y posteriormente el paciente fue trasladado al vagón «Siquisiva», en donde cursó su convalecencia; su evolución postoperatoria tuvo en vilo a la nación entera.“[3]

La mano cortada

Durante la batalla de Celaya, un fragmento de metralla impacta con tal fuerza que destroza el brazo y arranca la mano del general Obregón. El destrozo fue tan tremendo e inmediato que el personaje se creyó herido de muerte y sin remedio. Convencido de que está herido de muerte y para precipitar su agonía, ese relato nos muestra que intenta un rápido suicidio, pero falla porque la pistola ya no contaba con balas. Los militares presentes auxilian al herido y uno aplica un torniquete tan efectivo que permite ganar suficiente tiempo hasta que un médico lo auxilia. El general Álvaro Obregón y, en la conseja popular, se le apodará “el Manco de Celaya”. La mano se conservó como un trofeo de guerra y durante muchas décadas se exhibió al público dentro de un monumento en San Ángel, Ciudad de México, inaugurado en 1935. La mano era exhibida dentro de un frasco conservador de formol y se rumoraba que, décadas después, el contenido exhibido era una imitación de la extremidad original. La explicación usual es que esa mano exhibida sí era la original y que con el transcurso de décadas la conservación en un líquido de formol era imposible, que la mano se deshilachaba lentamente,[4] por eso en 1989 se sustituyó por una mano de bronce, mientras la familia del finado cremaba los restos. La otra línea de explicación es que, simplemente, la sensibilidad de la época había cambiado y que exhibir una mano amputada en formol resultaba intolerable como espectáculo público así que se optó por sustituirla, por una escultura de bronce.

Otras reliquias e institucionalizaciones

Para terminar con el título, que Álvaro Obregón haya triunfado y sobrevivido garantizó que el villismo se fuera desdibujando como contendiente armado del poder; además, lo colocó como un contendiente al mando del país. Los éxitos militares en Celaya y León fueron los que definieron al bando ganador de la Revolución mexicana. Unos años después un grupo de generales, liderados por Obregón, se sublevó contra el Presidente Carranza, y pronto el Manco de Celaya se hizo con el gobierno. Visto en retrospectiva, él fue uno de los grandes instauradores y su anécdota luego se interpretó en el sentido de un sacrificio físico, cuando la Revolución ya estaba institucionalizada, bajo el mandato de Lázaro Cárdenas, quien levantó su monumento. Resulta típico que las grandes revoluciones se equilibren en procesos de institucionalización, como esfuerzo para fijar lo cambiado y estabilizar lo transformado, según lo marca el término de “Estado”, como sinónimo de estabilidad.[5] Entonces redondeando esta anécdota, mientras el cuerpo físico se desprende y hasta la reliquia se deteriora, el proceso colectivo genera sus instituciones, como materialidad que preserva lo sucedido.

La mano de Obregón se relaciona con su rival Francisco Villa, por lo que la anécdota de la profanación de la tumba y la desaparición de su cráneo en 1926 se ha atribuido a una venganza de Obregón o de sus amigos. Sin embargo, sobre el robo a los despojos de Francisco Villa existe un sinfín de hipótesis, sin que se haya jamás recuperado.[6] Y por esta vía nos regresamos hacia una colección de despojos, que nos llevan hacia el corazón de Melchor Ocampo y el de Agustín de Iturbide, así como la momia de Servando Teresa de Mier. Concluimos señalando que la historia de México está marcada la veneración de reliquias del cuerpo de los próceres, continuando y modificando las tradiciones católicas sobre las reliquias de los santos.[7] Si conoces otras reliquias que valga la pena mencionar o las prácticas de otros países, podemos compartir.

 

 NOTAS:



[1] En la actualidad el término “fiel de la balanza” carece de referentes, pues se originó en las balanzas de pesas que equilibraban un objeto contra las pesas en el platillo contrario, por lo que la marca intermedia se llamaba “fiel de la balanza”. La designación de “fiel de la balanza” se aplicó hacia quien poseía en una asamblea el voto decisivo o de calidad para inclinar una decisión.

[2] En una imprecisión de la memoria histórica se apodó a Obregón como el “Manco de Celaya” cuando la pérdida de la mano fue en las proximidades de León el 3 de junio de 1915. Sin embargo, como al triunfo militar de Álvaro Obregón se le conoce como las “Batallas de Celaya”, entonces la imprecisión hasta implica un halago, por lo que nunca se objetó ese apelativo.

[3] Antonio Moreno-Guzmán, “La medicina militar en México en 1915”, Escuela Médico Militar, Ciudad de México, México. A su vez el artículo cita a Gutiérrez SJL. Historia del Servicio de Sanidad Militar en México. Tomo III. Ciudad de México: Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional; 1987. p. 65.

[4] Elena Poniatowska señala (con su usual gracia que aquí es macabra), que "la mano de Obregón se pudrió, se encogió y se deshizo en espaguetis". La misma narradora relata la tragedia de su perro en el enrejado del Monumento a Obregón, en La jornada de 2012-05-02. La Jornada: Un parque con sabor a muerte

[5] Henri Lefebvre en Hegel, Marx, Nietzsche.

[6] Sobre el robo de la cabeza de Villa véase una lista de hipótesis en ¿Dónde está la cabeza de Pancho Villa? (milenio.com)

[7] Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones.

 

No hay comentarios: