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lunes, 5 de agosto de 2024

LUNA SEMANAL

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

La Luna llena al retornar da las evidencias de que hasta en el cielo se renuevan las energías, y que una espera de siete días no ha sido en vano. Algunos espíritus sensibles siguen llenándose de vitalidad y sienten el insomnio por la Luna llena, mientras que las mareas y las leyendas de licantropía confirman ese influjo. La explicación newtoniana de una ley matemática para las mareas del océano jamás ha desanimado a los amantes de la Luna.

Las semanas deberían recordarnos con puntualidad que la Luna se hace presente en los ciclos de la vida, sin embargo, la profusión de luces urbanas y la agitación de la modernidad nos hace olvidadizos o ingratos. Asimismo, la división del calendario en meses representa un ajuste al ritmo de la Luna que deberíamos notar.

Cuando el ojo no la vio es que ella también estaba ahí. El curioso prodigio de aparecer y desaparecer, crecer y menguar de la Luna sucede al ritmo del número siete. Olvidarla señala un dejo de ingratitud, además de una pérdida de sensibilidad.

Cuando se conserva la sensibilidad, como el poeta, la Luna sigue siendo parte de la alimentación del alma.

Dice el poeta Jaime Sabines:

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía…

Muchos antiguos admiraban tanto a la Luna que, siguiendo a Aristóteles, dividieron el comportamiento de la realidad entre “sublunar” y lo que sucedía más allá de ella, llamada supralunar. Una lejana zona supralunar dominada por el éter eterno, con el prodigio de los cielos divinos.

Basta recordar que la semana laboral comienza en lunes, el día dedicado a la Luna, para esbozar una amplia sonrisa y agradecer a la guardiana de la noche.

 

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