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miércoles, 28 de agosto de 2024

ESPARTACO COMO NEÓFITO Y ANCIANO

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

El joven Espartaco se levantó de la caída como un resorte humano. Lo habían derribado entre dos rivales, mientras uno colocaba una pierna tras sus corvas y otro lo empujaba con un palo. Al caer de espaldas Espartaco saltó sin dar tiempo a que lo tundieran a golpes, como era la intención de los abusadores. Era una rencilla entre esclavos de la agricultura, una situación que no era inusual bajo el sol declinante, cuando la vigilancia de los capataces escaseaba.

Los esclavos peleaban por todo y por nada, simple reflejo del cansancio y por el instinto de apoderarse de un poco más de comida. Mientras menos esclavos, más panes, era el susurro en el campamento agrícola.

El sol había caído sobre el horizonte, pero todavía había suficiente claridad para que el capataz observara la escena. Después del brinco Espartaco, saltó hacia una pala y sin dar tiempo a que los atacantes se recuperaran de la sorpresa alcanzó un golpe sobre la cabeza que desmayó al primero. El segundo agresor retrocedió y lanzó un gemido de sorpresa.

Un capataz gritó en el idioma inconfundible de los romanos y se detuvo la pelea. Lo había visto todo con atención. En lugar del usual castigo, el ganador fue premiado. De esa manera seleccionaban a esclavos para una segunda fase: peleas privadas de esclavos. Si todo resultaba bien, serían vendidos a los dueños de gladiadores.

Una semana después Espartaco era integrado como neófito en un grupo de gladiadores. Lo vendieron bien sus amos, pues su musculatura y agilidad permanecían intactas, provenía una región llamada Tracia, de lengua griega y mentalidad vivaz. En vez de los simples maltratos de esclavo, la vida del gladiador recibía cuidados en la alimentación y hasta un maestro que puliera de su idioma, para que entendieran perfectamente las instrucciones recibidas. El combate a muerte era un arte para los romanos y solamente los mejores merecían dar un espectáculo para las masas.

Espartaco poseía las habilidades y reflejos para dominar el manejo de la espada y el tridente desde antes de ser esclavizado, así que ese aspecto le resultó favorable. También el aprendizaje del idioma le resultó sencillo, por lo que los instructores recurrían al neófito Espartaco para comunicar instrucciones a los gladiadores que provenían de distintas etnias.

La etapa inicial resultó sencilla para Espartaco, pero el primer enfrentamiento a muerte en una modesta ciudad de la península itálica, le mostró que al menos dos o tres debían morir en cada espectáculo. Un instructor le murmuró al oído: “Hay lugares donde al público le gusta que mueran todos, aunque a tu amo no le agrada perder tanta gente.”  

Cuando más de un centenar de gladiadores escaparon ahí estaba Espartaco. La leyenda cuenta que emplearon simples utensilios de cocina para dominar a guardias y soldados. De inmediato, la diosa Fortuna sonrió a esos fugitivos que tomaron por sorpresa un campamento que acumulaba armas de excelente calidad. La misma persecución de las autoridades romanas puso en alerta a la enorme masa de esclavos de Italia.

Pronto quedó claro que Espartaco era el más habilidoso y carismático líder de los prófugos. Bastaron unos meses y la impericia del cónsul romano, para que los esclavos reunieran decenas de miles de combatientes. La rebelión de esclavos sobrevivió más de dos años zigzagueando por pueblos y ciudades. Amenazaron hasta con asalta Roma, hasta que Pompeyo con más de cien mil soldados frescos los acorraló y fue diezmando.

Cuando el viento de la guerra cambió, los implacables romanos nunca jamás encontraron el cadáver de Espartaco para comprobar que habían aniquilado al espíritu más libre entre los esclavos rebeldes. A falta de otras pruebas, los legionarios colocaron miles de cruces para clavar cadáveres de los cautivos.

La rebelión murió y creció la leyenda. La derrota del ejército de Espartaco anunció el ocaso de la República romana, cuando lo que él pretendía era volver a las ciudades libres al estilo griego. El martirio masivo de los esclavos anticipó el fin del mundo grecolatino y la llegada de un tiempo dominado por el signo de la cruz.

También era posible que este héroe huyera con su amada para remontarse hacia sus praderas de la infancia en Tracia. Cuando fui adolescente, en un sueño apareció Espartaco, cuando él se alejaba de las tierras azoladas por la guerra y los árboles arrancados desde las raíces. El líder de los gladiadores se alejaba tranquilamente con la mujer embarazada, con un caballo viejo y un perro fiel. Por algún encantamiento, el rostro de Espartaco se había surcado de arrugas y el pelo encanecido en una sola noche. Ningún romano lo reconocería en ese cuerpo de anciano cansado, que le regaló un místico encantamiento. Los hombres mueren sometidos al ciclo de la mortalidad, las leyendas vuelven a vivir.

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