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domingo, 11 de octubre de 2009

HUELLAS DE ZARATUSTRA APROXIMÁNDOSE A LA CUMBRE 1A PARTE



Por Carlos Valdés Martín

APOLOGÍA DE IZQUIERDA O DERECHA
Casi siempre entre los medios de izquierda el pensador Friederich Nietzsche recibió la peor fama. Como disculpa para esa mala fama, emerge a una desgracia casual y sumada a la manipulación de los fascistas alemanes. La desgracia casual fue una terrible enfermedad de sífilis que aniquila la salud y la mente del pensador. Además la hermana que sobrevive a Nietzsche y permanece como su albacea literaria se casó con un militante nazi, con lo cual la tarea de albacea se mezcló con una intención de nadar a favor de la corriente fascista. De por sí los textos de Nietzsche utilizan un estilo poético y fragmentario, de lo cual se vale la reinterpretación de su hermana, de tal modo las ediciones (iniciales o posteriores a partir de los manuscritos inéditos) de la obra de Nietzsche reciben recortes, selecciones y hasta alteraciones intencionadas. Así modificado, y hasta falsificado, el caudal del río poético nietzscheano se trastoca en una papilla con la falsa apariencia nacionalista y militarista. En especial, la tesis del superhombre, la aparición un ente más allá de lo humano equivocadamente se estira y altera para glorificar una eugenesia genocida fascista o para justificar los hornos crematorios. En contra de su utilización por los fascistas cabe aclarar que la belicosidad verdadera de Nietzsche consiste en puro canto y metáforas; el concepto del “superhombre” expresa una revelación antirreligiosa, la cual no es apta para políticos ni soldados, resultado de la angustia ante la decadencia (del fin del siglo XIX) y ardid teórico ante la impotencia de un individuo talentoso, quien sufriendo y aislado queda condenado a gesticular demasiado.
El autor húngaro Lukács es el detractor típico contra Nietzsche, a quien acusa de supremo adalid de la filosofía irracionalista la cual sostiene al fascismo. Con El asalto a la razón de Lukács tenemos el ejemplo más acabado de aceptación de la re-interpretación de Nietzsche como fascista, sobre la que después se descarga toda la batería de la indignación intelectual. Con ese antecedente, aparentemente tan contundente, resulta sorprendente que Henri Lefebvre, uno de los pensadores más destacados dentro de la generación francesa de posguerra, rescate a Nietzsche declarándolo completamente ajeno a las atrocidades fascistas.
Lefebvre realiza la defensa de Nietzsche ante, lo que casi levantaba una corpulenta tradición, de detractores de izquierda, que no se basaban tanto en su filosofía sino en su política, de la cual lo menos que se afirmó, es que expresaba un "anarquismo aristocrático" no apto para mortales. Pero Lefebvre lo rescata bajo dos líneas centrales: crítica de la civilización y reivindicación de la libertad. En el libro Marx, Hegel, Nietzsche sostiene que una crítica de la civilización complementa el proyecto de crítica de la economía política y que en la crítica resumida de Nietzsche sobre la moral y el lenguaje occidental están dados elementos para cumplir esa crítica desde la izquierda hacia la civilización. La apreciación misma de Nietzsche como crítico de la civilización occidental es rica en temas y merece un comentario propio, pero debemos observar que no está centrada en los temas que han desagradado al pensamiento progresista (eterno retorno, superhombre...). Dejando de lado la argumentación de esa apología general, existe un punto que nos interesa, y es la relación de Así habló Zaratustra respecto de la libertad. La trama del libro narra la aparición de un profeta en el mundo, quien lanza un mensaje difícil, que muchas veces ni él mismo comprende; un mensaje desafiante para los seres ordinarios, apto exclusivamente para oídos privilegiados; ese profeta ha de romper con las convenciones y las conveniencias, deberá alejarse del mundo y de sus rituales cotidianos, deberá escapar de sus propias trampas. A Lefebvre la exposición le parece que lo convierte en "el libro que libera", en el sentido de crear una conmoción de conciencia para otorgar libertad a los lectores y liberar define el acto sagrado por excelencia. Y entonces un libro que libera nunca resulta retrógrado o fascista.

NO SISTEMÁTICO
A la manera de su propia exposición, con el sistema de lo no sistemático, la reflexión de Así habló Zaratustra debe pasar por una recolección, un salpicarse de temas diversos, desde los cuales se reparten las metáforas coloridas y se sacan conclusiones inesperadas. La continuidad de la filosofía ha sufrido un vuelco, sobre la cual Lukács cree observar la decadencia de la razón, porque fuera de rigor del sistema Lukács estima como ya perdida cualquier coherencia. En contra de esa interpretación, resulta mejor decir con Walter Benjamín que Nietzsche abre un capítulo diferente, constitutivo de las indagaciones del pensar general adaptado a lo particular de la existencia, a modo de una tentativa filosófica de apoderarse de la vida cotidiana por medio de la verdadera experiencia[1], ofreciendo algo así como un matrimonio entre el filosofar y la existencia inmediata. Por un lado, el amor al saber escapa de sus estrechos círculos especializado (el tema académico), mientras que la vida inmediata intenta catapultar el gran salto para la universalidad pensada (intención harto difícil de cumplir). Claro, si tal enfoque se magnificara entonces podría considerase está minando la “sistematicidad” coherente de la razón. Creo que conviene observarlo en el nivel de manifestación particular del pensar, como una reflexión intensa e interesante de ciertos problemas de ese tiempo, todavía hermano del nuestro. Los méritos literarios particulares de Nietzsche no se lograrían jamás, por una imposibilidad extrema como la de lograr embarazos a medias, montado sobre un sistema estricto; así las rupturas y las grietas sirven para sacar brillantes chispas literarias, encantadoras luces, crepitando sobre el oscuro (para los no iniciados) fondo de la gran polémica del saber. Incluso en sus pliegues de inconsistencia, entre sus brillantes grietas también resulta válido valorar a Nietzsche como un autor predominantemente literario[2]. La ausencia de sistema posee méritos, al menos, en el inmenso horizonte de la expresión y quizá hasta para la roturación de las parcelas parciales (redundando) del saber.

SUPERHOMBRE: UNA BURLA DE LA POSTERIDAD
Aquí yace el tema de polémica, la piedra de escándalo que ha sido la sombra tras de Nietzsche, porque se pueden desear muchos cambios, se pueden anunciar muchas transformaciones, implicadas en la misma idea modernista de progreso, y hasta se pueden indicar saltos cualitativos de la historia (el afamado salto del reino de la necesidad al reino de la libertad de Marx), pero pronunciar una palabra más allá del ser humano aparece como una herejía mayúscula. Se trata de una visión de movimiento, así desafiante o chocante: "Lo que debemos amar en el hombre es que consiste en un tránsito y un ocaso"[3]. Pero ese movimiento no indica la transición de los procesos, donde el precedente siempre lleva a un consecuente, como en la lógica causal y en la dialéctica a ras de suelo. Ese movimiento implica un nacimiento, pero también una caída, pues entre el hoy, el ayer y el mañana aguardan los abismos: "El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el Superhombre; una cuerda sobre el abismo". No pretende el pasar de fase a fase, sino del salto[4], la transmutación, todo lo cual contiene un eco de magia, o de transformación por el embrujo del deseo. Sin embargo, el largo anuncio del superhombre, que sería el recorrido completo de Así habló Zaratustra, queda en suspenso; por los sucesivos pasajes de la obra, el anunciado nacimiento queda postergado, en un mundo donde sólo transitan los humanos[5]. Casi al final, como aproximándose a su modelo anhelado, encuentra que existen hombres superiores, pero no siente Nietzsche motivos para concretar y sigue con la miscelánea de consideraciones y de figuras[6], finalmente, la existencia de discípulos seguidores fracasa. Los discípulos de Zaratustra se convierten en charlatanes, se dejan engañar, regresan a la idolatría más absurda, así, los aparentes hombres superiores caen en la caricatura del sueño del superhombre, entonces ellos no lo darán a luz[7]. El mismo Zaratustra no resulta un súper hombre, así, el discurso desde la plaza hasta la montaña carece de su interlocutor, Dios ha muerto y el sucesor no ha nacido. Pareciera que nada del mundo engendrará a ese ser extraño y así, el camino de la inteligencia ascendiendo montañas finaliza en la parálisis.
Sin embargo, un ideal demasiado elevado, una mira exageradamente alta lleva al vacío, y esos sucede con el superhombre, porque la trascendencia es superar-se, el paso siguiente sobre las premisas dadas; en cambio, Nietzsche no gusta de la dialéctica, sino del salto, del brinco, o como él mismo lo indica, desea piernas largas para saltar de cumbre en cumbre. Así, el tema del cambio social, tema presente en el pensamiento filosófico desde la Ilustración (siglo XVII) lo vuelca hacia el tema de la caducidad de una especie humana, hacia algo sobrehumano, lo cual manifiesta un salto sobre el vacío. Encerrado, principalmente en el terreno del cambio ético y de la cultura, Nietzsche cree justificado el procedimiento del salto, pues pareciera que la obra cultural y ética flota en el aire, brota desde las cabezas de los profetas; sin embargo esa apariencia resulta falsa, pues las nubes siguen el contorno de la tierra, exactamente, las ideas van de la mano con la producción[8].
Sin embargo, en su reinterpretación laxa, como cuerda entre lo real negado y una fantasía nebulosa, el superhombre ha servido como mascarada ideológica, para esconder las impotencias reales. Así, una ideología militarista de fuerza bruta puede tomar la máscara adecuada de superhombres, sobre todo, si pensamos en los ecos ingenuos y las gigantescas posibilidades para convertir esta poesía filosófica en un cómic ilustrado. De hecho la mínima repercusión, específicamente filosófica del superhombre de Nietzsche resulta compensado por su éxito como tema de la ficción del cómic; incluso el sub-género del cómic sería impensable sin la figura de los superhéroes, los sobre-humanos. Así, el nazismo no estaba pensando en Nietzsche para apelar al superhombre, sino tejiendo sobre las caricaturas de la humanidad, porque el nazi no intentó superar lo humano, sino rebajarlo a cenizas; el fascismo es embrutecimiento y muerte, por eso pretende brutalmente distanciarse de lo humano ordinario, pero transita torpemente por el camino viejo de la barbarie.
Además, como estrella en el firmamento de Nietzsche, el superhombre está ubicado para reemplazar a Dios, y de esa forma plantea la continuación de un idealismo, únicamente más sofisticado. "¡Los dioses han muerto y ahora queremos que viva el Superhombre!"[9]. El estudio estrictamente filosófico del concepto de Nietzsche debe encarar los mismos cuestionamientos que las ideas de divinidad, pues también las ideas están sometidas a un horizonte de negaciones posteriores cual entidades mortales, pero entonces cabe preguntarse ¿el superhombre es una nueva divinidad? En el discurso de Zaratustra pareciera serlo, el advenimiento de un nuevo eje único, sin embargo, como muestro en el argumento permanece como un agujero negro, mera eventualidad perfilada dentro de un discurso, donde se ignora la naturaleza efectiva de lo venidero.

ETERNO RETORNO
Este tema de la estructura del tiempo, convertida en el círculo perfecto del regreso a lo mismo, posee raíces antiquísimas, y de hecho, define la idea común entre muchos pueblos antiguos. De forma precisa los brahmanes hindúes creyeron que el tiempo describía una rueda eterna, pues los ciclos temporales se tocaban la cola, y una repetición de lo mismo signaba el único camino posible; ellos describen una serie de círculos como engranes dentados, dentro de los cuales se mueven los sub-ciclos, de tal modo el final de universo engarza un renacimiento del tiempo mismo, llegándose a una repetición perfecta y circular, dentro de la cual también la vida humana pasaba por episodios repetitivos, de los cuales la reencarnación imprime una de sus caras[10]. Pero Nietzsche se basa más directamente en especulaciones de los griegos, algunos de los cuales creían que la temporalidad funcionaba como una noria. Esta interpretación se trata de una posición, en sí, indemostrable, pero significativa para dar sentido al devenir, otorgar sentido a la percepción de los acontecimientos y a la existencia misma. A lo fulgurante o escurridizo de una simple sucesión temporal, la idea del eterno retorno le confiere una dimensión densa, le agrega eternidad, por lo que cada dicha o desventura adquiere la densidad pétrea de lo absoluto. La repetición de todo lo que acontece en el mundo se convierte en estricta[11], y cada evento se repetirá una infinidad de veces, así se funde con el arquetipo, con la sensación de la eternidad y hasta con su nivel de dignidad. En general, la visión moderna del tiempo indica la conquista de las formas de sucesión temporal cabal, resultado en física con Newton, en filosofía con Kant, y en historia con el materialismo; respecto de ese contexto de pensamiento moderno existen muy importantes variaciones, pero Nietzsche representa como un salto hacia el tradicionalismo, hacia la visión de arquetipos intemporales basados en las ideas presocráticas, y hasta se le puede considerar como parte del "horror a la historia"[12], pero su idea más bien la interpreto como mixta, pues en yuxtaposición (casi mística) al devenir se encuentra su eco, que le confiere una dignidad meta-temporal, le confiere eternidad.

Un segundo aspecto, no menos interesante, es la relación entre el placer y la eternidad. "Pero el placer no quiere herederos ni hijos: el placer se quiere a sí mismo, quiere eternidad, quiere retorno, quiere todo-idéntico-a-sí-mismo. (...) Todo placer quiere eternidad en todas las cosas"[13]. Este tema de la repetición se relaciona con el deseo, pero no con la superficialidad del capricho sobre lo quierido arbitrariamente; se trata de la estructura del deseo, del origen de las necesidades humanas. Dando un salto, encontramos en la teoría psicoanalítica un nivel profundo de la conciencia, la fuente de las demandas de placer ubicado en la estructura que Freud denomina el “ello”, respecto del cual, también considera que está más allá de la temporalidad; la fuente de los deseos humanos no conoce el cronómetro, mantiene sus vías de deseo igualmente abiertas[14]. De tal modo, esa exigencia de eternidad (aunque pudiese caer en lo quimérico) obtiene un fundamento psíquico importante.

TODO FLUYE CONTRA EL ETERNO RETORNO
En síntesis el eterno retorno, como teoría de la repetición sobre la eternidad y "horror a la historia" tiene su reverso de la medalla, porque tampoco debe de concebirse a Nietzsche como el filósofo de la fijación, como un simple conservador. También es conocida la fuente intelectual desde Heráclito irrigando el pensamiento nietzscheano. De hecho aparecen dos influencias griegas juntas: el eterno retorno desde los pitagóricos y la dialéctica desde Heráclito. La contradicción se resuelve en dinamismo, un dinamismo que abarca la construcción poética Así habló Zaratustra, como lo muestra Bachelard, y un dinamismo como se muestra en sus conceptos relativos al tránsito humano, que es su desgracia.
Respecto del fluir entrega un pasaje notable en De las viejas y las nuevas tablas VIII, cuando juega contra quienes rechazan las ideas de "todo fluye", pues sobre el río existen puentes, después está el invierno, que predica que "todo está inmóvil". Al final llega: “¡El viento del deshielo! Un toro no uncido al arado ¡un toro furioso y destructor que rompe el hielo con astas coléricas! Y el hielo ¡rompe los puentecillos! ¡Oh, hermanos míos! ¿No fluye todo ahora? Los parapetos y los puentecillos ¿no han caído al agua?"[15]. La inmovilidad es apariencia, regresa el movimiento, triunfa, avasalla. Sin embargo, la oda al cambio parece esterilizarse (dentro de una paradoja), porque hay eterno retorno, ya que ese cambio (y cualquier otro) se convierte en eco de eternidades, copia fiel de lo mismo, noria atada al tiempo imposible de cambiar.


NOTAS:
[1]BENJAMIN, W. Ensayos escogidos, p. 8. Retomo un comentario sobre Bergson, quien sigue un camino afín al de Nietzsche, tratando de captar el sentido de la experiencia inmediata en temas como la risa, la duración, etc.
[2] BACHELARD, Gaston en La tierra y los ensueños de la voluntad, p. 337 con su típica maestría nos muestra los méritos literarios de las metáforas del alemán, por ejemplo: “Cómo hay que petrificarse –endurecer, lenta, lentamente cual piedra preciosa—y al fin permanecer allí tranquilamente, para alegría de la eternidad.” Citado de Aurora.
[3]Así habló Zaratustra (en adelante designado con la sigla Ahz), p. 29.
[4]Lo irritante que puede ser la idea de saltar sobre los demás lo reconoce en un pasaje diferente Nietzsche, pues el camino místico implica elevación solitaria: "A menudo salto los peldaños mientras subo -eso ningún peldaño me lo perdona", Ahz, p. 60.
[5]Ahz, "Al hombre más grande y al hombre más pequeños los he visto desnudos. Harto parecidos resultan. ¡Demasiado humano, incluso el más grande!", p. 248.
[6] Ahz, p. 314-326.
[7]Ahz, p. 310 "También dentro de vosotros se oculta la plebe (...) No sois sino puentes (...) NO es a vosotros a quienes yo espero (....) Es a otros a quienes espero yo aquí (...) ¡Leones rientes tienen que venir!"
[8] La producción materialista para Marx, Cf. La ideología alemana, pero una producción de Espíritu para Hegel, etc. Cf. Fenomenología del Espíritu.
[9]Ahz, p. 99.
[10]Cf. ELIADE, Mircea, El mito del eterno retorno. Además se debe observa una faceta notable del hinduismo, pues piensa al tiempo en decadencia, afirmando que el transcurso de los ciclos es siempre hacia menos, hacia una entropía inaplazable: la decadencia es ontológica. Este pensamiento precapitalista está impregnado por una imagen de los cuerpos biológicos que se debilitan y mueren, cuya fórmula extrema aparece al borde de la catástrofe mortal.
[11]Ahz, p. 181 "¿no tenemos todos nosotros que haber existido ya otra vez?"
[12] ELIADE, Mircea, El mito del eterno retorno y el Tratado de historia de las religiones.
[13]Ahz, p. 353-354
[14]FREUD, Sigmund, Más allá del principio del placer.
[15]Ahz, p. 227.

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