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domingo, 11 de octubre de 2009

HUELLAS DE ZARATUSTRA APROXIMÁNDOSE A LA CUMBRE 3a Parte y Final


Por Carlos Valdés Martín


LA MUERTE DE DIOS
El escándalo por las afirmaciones de Nietzsche sobre la muerte de Dios acompañó a su obra, y nos indica: "El diablo me dijo una vez:También Dios tiene su infierno: es su amor a los hombres. Y hace poco le oí decir: Dios ha muerto. Su compasión por los hombres lo ha matado"[1]
Me ha extrañado siempre una conjetura de muerte del ente inmortal, empotrada en el corazón de alguna filosofía pues correspondería más a una mitología. El camino radical correspondería a una filosofía atea o naturalista del nunca jamás: la inexistencia absoluta desde el principio de los tiempos, un universo máquina sin Ser Supremo para dialogar. Cualquier otra respuesta regresa Dios al mundo y juegos dramáticos y coloca las cualidades de los seres vivos en el Principio implicando la mortalidad o la multiplicación. La discusión sobre la existencia del Absoluto, abordada en Kant y Hegel no parece existir en Nietzsche, sino que él se instala en un espacio casi mítico, porque en las mitologías los dioses nacen y mueren. La idea del dios que muere corresponde a las mitologías (o dramas cosmogónicos de las religiones de revelación), incluso adquirió fama el Gottendamerung de los antiguos germanos, el momento de la venganza cuando las potencias de los Ases tome venganza contra la familia de los Vannes. Para la conciencia religiosa, creyente en la eternidad de su Dios como garantía la vida eterna de su alma particular, la idea de una muerte de dioses parece atroz, una imagen tan terrible, como resultaría la muerte del universo para el científico ateo o el filósofo panteísta. Esa súper-muerte indicaría la esencia misma de la catástrofe, del cataclismo.
Aunque de menor significado filosófico, también es muy amplia y reiterada la ironía anti-cristiana de Zaratustra, plena de provocaciones como para enardecer cualquier ánimo despierto. Por ejemplo, en alusión a la concepción de Cristo dice: "Él era un Dios oculto, lleno de misterios. En verdad, no supo procurarse un hijo más que por caminos sinuosos. En la puerta de su fe está el adulterio"[2]

VOLUNTAD DE PODER O LA SUPERACIÓN DE SÍ MISMO
Este tema, contiene una exposición completa en el parágrafo "De la superación de sí mismo". Antes ha definido a la voluntad como ese núcleo interior de la vida, que resiste cualesquiera adversidades y permanece "insepultable". Primero estima la relación entre el mandar y obedecer, respecto de lo cual considera más pesado mandar, porque se carga con los demás y se "arriesga a sí mismo"; pero el obediente, también contiene una voluntad de ser señor, al modo de permanecer entregado a una voluntad superior. Si existe dominio, débil busca introducirse en el fortín del poderoso "y le roba el poder". Hasta aquí el pasaje es parecido a la afamada dialéctica hegeliana del amo y el esclavo, basado en que el amo arriesga y el esclavo se somete. Pero no debe confundirse esta peculiar “voluntad de poder” con la ambición de dominio, que sería la grosera intensión de amo por enseñorearse, por ambicionar un poder para rebajar al humillado[3]. Para definir correctamente la voluntad de poder tenemos el siguiente matiz cuando la existencia indica que "yo soy lo que siempre debe superarse a sí mismo", y este superarse significa un revolverse de la voluntad contra la entera presencia del mundo. "Cualesquiera cosas que yo crea, y las ame como las ame, pronto tendré que ser su adversario, y el adversario de mi amor: así lo quiere mi voluntad" [4]. Esta dialéctica del sobrepasarse (con matiz distinto del trascenderse en Hegel, praxis en Marx) está peleada con sí, porque la estatura a superar se mide en el sí, el tope de la vida; rebasar ese confín para Nietzsche implica un hundimiento, por eso quiere volar más allá de lo humano, alcanzar el superhombre, un más allá de todo lo pensado y vivido. Que entonces exigiría ya una dialéctica del salto y no del proceso, un viaje por la instantaneidad de la creación y no una evolución del espíritu (Hegel) o una revolución práctica (Marx); así, la dialéctica personal de Nietzsche alaba el salto en el vacío, porque ha roto las premisas, tanto las institucionales (el lado de Hegel, la institución del espíritu convertido mundo, sus raíces en la cultura occidental, el camino del racionalismo, etc.) como las críticas (el lado de Marx, la práctica cotidiana, la relación social, el pueblo ordinario, el camino de la revolución social). La dialéctica de Nietzsche señala un heroísmo, porque combate en todos los terrenos, y hasta con él mismo, desconociendo completos sus amores, sin tregua contra este mundo. Recuerda un Quijote embravecido pues “tendré que ser su adversario, y el adversario de mi amor". Tras el salto de Zaratustra, queda el angosto camino de la soledad, y apelar uno mismo, la voluntad se ha vuelto solitaria, y en esa medida, extremadamente impotente. Por la misma dialéctica del salto, la voluntad en vacío, pobre y sin capacidades, abre sus apetitos como voluntad de poder bajo una dialéctica de las compensaciones imaginarias, la imaginación compensando la impotencia.
La voluntad se convierte en el núcleo del querer, de tal modo voluntad de poder transporta el “querer ser” realidad, convertirse en dominio sobre el mundo y sobre otros. Y cuando el anhelo resulta arbitrario y desordenado, amplio y sin cortapisas, entonces las aspiraciones de superioridad y de opresión se han eternizado. Con Nietzsche las relaciones de conflicto con el mundo natural se han incrementado, porque no lamenta una caducidad de los objetos del mundo debido a una modificación de la necesidad material, sino de una "obsolescencia programada" (frustración final), por lo que la voluntad de poder resulta ser nómada, vagando entre objetos deseados que luego han perdido interés. Quizá hermosa voluntad vagabunda entre las montañas. Ese vagar entre la imaginación de Zaratustra se convierte como un viaje sin itinerarios, pero la voluntad de poder se debe mantener en lucha, pisando cumbre borrascosas entre un mundo permanentemente perdido.

QUERER ES LIBERTAD SOBRE UN TELÓN DE AZAR
La fuente de la libertad la imagina Zaratustra en el pozo sin fondo del deseo. Entonces la específica teoría de la libertad de Nietzsche está ligada con su concepto de voluntad de poder, que ya vimos consiste en esa trascendencia viajera entre cumbres permanentemente insatisfecha, que enfrenta al mundo plantando sus creaciones. De esta forma, su idea de libertad, también crucial en su construcción, está centrada en el espíritu y en los misterios de voluntad. Desea una fuente profunda de libertad: "Mi aliento de libertad sopla también a través de los muros, y penetra hasta las cárceles y los espíritus encarcelados"[5]. Y su abismo emerge en la montaña o en el cielo, lejano al ruido del prójimo, lejano a los actos materiales, en las circunvoluciones de la conciencia libre; es el extremo de una imagen de libertad del individuo aislado, completamente desatado. Por esa vía no se consigue una libertad práctica, no se obtiene a una salvación por vía de los hechos, sino por las imágenes, los sueños, los sentimientos, la estimación... una liberación privada, de la cual digamos (con Lukács) que entrega una liberación ficticia, porque el fundamento real de la vida consciente acontece entre la totalidad social, que sigue re-definiendo sus capacidades a la espalda del individuo aislado, aunque hable por su boca individual[6]. La fórmula de Nietzsche contiene verdad por el lado de su negativa: "A las gentes les complace oír la predicación: <¡Nada merece la pena! ¿No hay que querer!> Mas esa es una predicación en pro de la esclavitud"[7]. Por eso el querer resulta superior al desquerer, al abandono, la abnegación. Falta por descubrir el sendero por el cual ha de transitar, realmente, una voluntad libre de trabas. En cambio, para Nietzsche, por su fuera poco, la voluntad se templa en un universo regido por el azar, sin legalidades fatales que encarcelen a la voluntad de poder (exceptuando su misteriosa ley de lo eterno: el retorno infinito); así, entre el querer y el ser no existe sino un abismo, y la fórmula para salvarlo resultaría un salto presurosos y sin alas.
Con una imagen de libertad tan absoluta, esa de la voluntad frente a un mundo de azar, la tentación de la caída, se reconoce como inmensa. La renuncia a la libertad, la voluntad fatigada que desea reposar, ofrece un telón de fondo, o mejor digamos un precipicio a los pies del profeta. La prisión parecería hasta un descanso: "¿Vista alguna vez cómo duermen los criminales encarcelados? ¡Duermen en paz, disfrutan de su nueva seguridad!"[8].

HACIA LOS DESTELOS DE UNA BIOGRAFÍA
Aunque esta obra filosófica y literaria desborda a la persona del autor y la vida de un autor no se termina en su obra, tampoco conviene la separación entera de ámbitos, como si presenciáramos dos órdenes ajenos de existencia. Los sellos característicos de la obra están predeterminados por la vida del autor (y tras el creador también se revela el entorno, las situaciones sociales, culturales y de época), mientras la obra justifica o condena, muestra u oculta, declara o confunde la vida particular. Digamos que la predeterminación de la obra por la vida es compleja, emana como el fruto directo pero requiere de claves para desentrañar diversos enigmas.

DESEDE LA INTENCIÓN Y LA VOLUNTAD DE LIBERTAD HASTA LA IMPOTENCIA: PRAXIS
Una libertad solitaria debe ponerse en guardia ante sus tentaciones, ante su sombra, se encarcela entre los poemas y huye de las acciones. Esta paradoja entre el aislamiento y la impotencia implica una descripción de la vida privada de Nietzsche, contradiciendo su discurso de arrojo y plenitud, de filosofía y creación, de ruptura con el pasado e innovación radical pues vive (y sufre) una historia personal de frustraciones y falta de gratificaciones, pastando sobre el lindero de lo simple y ordinario. El juicio popular siente secreta satisfacción o pena manifiesta por esta clase de grandes palabras, que simulan ser grandes hombres. La incapacidad para realizar anhelos se vuelve más atroz cuando se pueden dibujar los contornos del deseo: Así habló Zaratustra refleja una galaxia de magníficas aspiraciones. Falta el eslabón débil (esa metáfora favorita de Lenin operando como indicación de ciencia física, porque la cadena se rompe por el eslabón más débil, la tarea de zapa se dirige a tensar ese mínimo punto de ruptura), esa grieta pequeña pero eficaz donde se quiebra el hielo del invierno, para que el discurso con su intensión y voluntad se convierta en vida activa y entonces la semilla germine rompiendo la capa invernal. En definitiva Zaratustra aparece sin dar a luz acciones, no salta su idea hacia el mundo: ignora la consecuencia de la praxis y se mantiene en el sermón. Esto no me parece un desvalorar al discurso de Zaratustra, ya inicié estimando a quienes sostiene que ese discurso literario ofrece la semilla de la libertad, es decir, se mantiene en el momento de qué (una voluntad buscando su libertad, una nueva ética para un nuevo mundo) sin descubrir el cómo (paso de la crítica a la acción, salto de la teoría a la práctica). Revisando la biografía, el propio autor se mantiene en este plano, su existencia es el aislamiento, una inteligencia disgustada con las miserias de su presente, adivinando futuros promisorios, todavía nonatos.

CONTRA LA RAZÓN
Zaratustra canta que el acaso supera a la ley, es la casualidad lo que rige al mundo. Entonces tendríamos dos órdenes de calidades, por un lado el azar rigiendo el universo y por el lado humano la voluntad, como supremo esfuerzo desafiante ante todo lo existente, que al establecer sus tablas de valores dicta las leyes, pone el cause al acaso humano, a una historia cruzada por las casualidades. En primer lugar, esta línea de pensamiento de un mundo regido por el azar está enfocada en contra de las concepciones teogónicas, porque la voluntad divina para crear el mundo no existe y tampoco la humanidad está sujeta a los fines de la divinidad. En segundo lugar, también el mundo natural podría entrar en esta situación de dominio del azar. Si el universo se rige por las casualidades, entonces el intento de captar el curso racional de leyes necesarias es una ociosidad, así, "hay una sola cosa imposible entre todas las cosas: la racionalidad"[9]. No se trata de un alegato extremista contra cualquier saber, ni contra las condiciones de posibilidad del entendimiento (esa paradoja no le aflige), "Un poco de sabiduría sí es posible; mas en todas las cosas he hallado esta feliz certidumbre: prefieren bailar sobre los pies del azar"[10]. En este punto el acto racional está limitado, ya no es luz, sistemática luminosidad que desentraña el mundo (Descartes), sino un relámpago, una inspiración que parte las aguas a merced de la voluntad. A pesar de obvias fallas en este argumento (donde la razón ahorca a la razón), se puede decir en descargo de Nietzsche, que la ciencia natural desde principios del siglo XX ha recuperado un espacio importante de reflexión y teorización para el azar, como acontece con el mundo de lo infinitamente pequeño de la teoría cuántica (indeterminación...) y en el mundo de las relaciones de agregados complejos (movimientos aleatorios, juegos, probabilidad estadística...)[11]. En el lado biográfico, la locura personal de Nietzsche se ha tomado como una anécdota desgraciada, una secuela médica de la sífilis, como si las enfermedades tuvieran un corte radical respecto de las decisiones personales. Siempre la imagen de un pensador derrumbado en un oscuro rincón de un manicomio es repelente, tan desagradable que preferiríamos fuera imposible. Y acontece. Sucede en raras ocasiones pero ya ha sucedido. Bajo un fuerte sentimiento de pudor, no quisiera achacar su delirio a sus tesis, o establecer una burda ecuación entre antirracionalismo filosófico y su delirio. Sin embargo, la pregunta queda ahí ¿existe relación?

EL APÉNDICE DEL LÁTIGO: ¿EL PROFETA CON CARA DE MUJER?
La referencia del biógrafo y admirador de Lou Andreas Salomé remite la obra casi mística de Nietzsche a los tiempos compartidos con esa gran mujer de la inteligencia durante el final del siglo XIX. Una mujer, que por sí misma se hace merecedora de grandes y enaltecedores comentarios, pero por evidentes circunstancias ella primero se nos presenta como el eco de los grandes hombres de renombre, un eco reiterativo, suficiente para despertar admiración o sospecha: Nietzsche, Freud y Rilke. Combatamos las suspicacias, ella misma fue una figura intelectual de primera trinchera, inquieta, original, y hasta innovadora, Lou no representó una dama de compañía para los grandes hombres, no ofreció su suave tez a cambio del genio, sino que se trata de una elegida entre los elegidos; ella misma muy distinta a la singularidad original de Freud o la estrella oscura de Nietzsche, pero se le debe reconocer, pues produjo una obra cercana a cincuenta volúmenes. Así, este biógrafo de Luo señala que el descubrimiento de Nietzsche sobre las culturas orientales proviene de ella, pues permaneció casada con un especialista en culturas del Medio Oriente, y precisamente el Zaratustra histórico es un personaje real, el profeta persa fundador de la religión zoroastrista[12]. Ahora bien, estamos ante una fuente intelectual, donde debemos también evitar creer en una simple repetición, porque el Zaratustra original de los persas resulta diferentísimo de las floridas especulaciones filosóficas de Nietzsche. Queda todavía otra fuente de inspiración, que es la misma actitud vital de Lou contagiando a Nietzsche y a un íntimo amigo, Paul Rée, porque existen alas de imaginación y de sentimiento desbordado en Así habló Zaratustra. Al respecto Peter sugiere que producto de un enamoramiento intenso y fallido, se abona el clima sentimental adecuado para que Nietzsche conciba su obra. Quizá en la exaltación del biógrafo, brota la sugerencia que la florida palabra del profeta inventado que invita hacia una nueva vida, hacia la superación completa del presente y al delirio del superhombre, en realidad dibuja la transfiguración de la poderosa palabra femenina, y en algún pasaje indica, a modo de juego de palabras: "Así habló Salomé"[13].
Contra su entera biografái, pareciera que Nietzsche está en las cumbres de la misoginia despreciando a la mujer, despreciándola por su modo inferior de querer, pero ese desprecio parece resentimiento privado. Según una perspectiva despectiva o resentida de Zaratustra la mujer representa un enigma de solución única: el embarazo. Por lo cual se debería entender la completa puerilidad de espíritu, que se contenta con recaer en el destino biológico, como frontera final de su trascendencia. Para rematar, pero indicando que lo ha dicho una vieja, como su pequeña verdad, que es: "¿Vas con mujeres? ¡No olvides el látigo!"[14]. De forma completamente paradójica debemos recordar que existe un retrato de una pequeña carreta rústica de tiro, donde el papel de animales de carga corresponde a Nietzsche y su amigo Rée mientras como amo aparece Luo Andreas Salomé portando un corto látigo y con gesto de blandirlo hacia sus animales de arrastre. La frase literaria parecería sugerir el látigo contra la mujer, pero la anécdota indicaría el látigo en contra del filósofo. Entonces esta frase muestra una expresión de oratoria engañosa, ante la cual, insisto en insinuar, que la infelicidad personal de Nietzsche genera el impulso que lo dirige hacia la compensación en la fantasía.



NOTAS: 
[1]Ahz, p. 109. Incluso convirtiendo el tema en una anécdota, Nietzsche indica que el más feo de los hombres fue quien ha matado a Dios. Dice el más feo de los hombres: "<... Su compasión no conoció pudor: registraba mis repliegues más inmundos. Ese supercurioso, ese absoluto indiscreto, ese supercompasivo ¡tenía que morir! Me veía siempre: yo tenía que vengarme de semejante testigo, o morir yo mismo. El Dios que lo veía todo, también al hombre, ¡ese Dios tenía que morir! El hombre no soporta que semejante testigo viva.", p. 294. [2]Ahz, p. 288.
[3]Ahz, "se postra y se humilla el hombre, y cae más bajo que las serpientes y los cerdos" p. 213.
[4]Ahz, p. 135-137.
[5]Ahz, p. 233.
[6] Este resulta uno de los temas más apasionantes del conocimiento social, pues el vértice entre el individuo y su sociedad define sus capacidades y logros, bajo el aspecto de una compleja lucha. Tema que interpreta muy sutilmente Erich Fromm en El miedo a la libertad, etc.
[7]Ahz, p. 233.
[8]Ahz, p. 302.
[9]Ahz, p. 188.
[10]Ahz, p. 189.
[11]Zaratustra comenta que del cielo "tú eres el salón de baile de los azares divinos, y una mesa de dioses para los dados y los jugadores divinos", p. 189. Esto llama a contraste con la famosa frase de Einstein de que "Dios no juega a los dados", porque el notable creador de la relatividad física no creía en un verdadero azar en el diseño del universo.
[12] Peters, H. F., Lou Andreas-Salomé, mi hermana, mi esposa: una biografía, Barcelona, Editorial Paidós
[13]Este aspecto se presta a interesante polémica, según otros datos biográficos de Nietzsche existe completo el manuscrito de Ahz en 1884, así elaborado desde 1883 durante un año. El año cuando se conoce a Lou es 1884 y la separación de ambos es en 1886, fracasadas las expectativas amorosas de Nietzsche. Sin embargo, Ahz se publicó hasta 1891. Me pregunto ¿siete años para publicar la que quizá sea la obra más acabada de Nietzsche? ¿o incluye un deseo manifiesto para borrar huellas después de un fracaso sentimental?
[14]Ahz, p. 87.

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