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jueves, 2 de junio de 2011

ENSAYO SOBRE EL COGNITARIADO O DISERTACIÓN HERÉTICA SOBRE EL SUJETO REVOLUCIONARIO, 1a Parte


Por Carlos Valdés Martín

0.- EL CONCEPTO DE COGNITARIADO
0) El círculo vicioso y el círculo virtuoso. La importancia de la función intelectual en el curso de la historia concreta y su trascendencia para el movimiento político general, me llevó a resaltar la figura del “intelectual orgánico” al final de la década del 70 y ahora, al concepto de cognitariado. La relación externa con una colectividad positiva, que sea la encarnación de las bondades es una tendencia tanto histórica como sociológica, pero no resulta finalmente viable sino desgastante sociológicamente y perversa políticamente (mera filantropía o un equivoco sobre el altruismo). Por desgracia la historia del socialismo, el movimiento de emancipación mejor intencionado desde el siglo XIX, se monta sobre una alianza equívoca entre las masas semiproletarias, principalmente campesinas, y una intelectualidad dinámica, pero marcada por una negatividad originaria, pues para esa intelectualidad revolucionaria el “otro” es la fuente de la libertad, pero como otro radical y no como concreción humana. Cuando la ideología socialista era directamente encarnada por el sujeto proletario mismo, entonces ocurría el circulo virtuoso, de una idea de que alimenta un sujeto colectivo que alimenta su idea materializada (ideología de clase) tal como lo señala Anderson en Tras las huellas del materialismo histórico ; además este mismo circulo virtuoso entre un sujeto colectivo y la ideología que lo afirma está diáfanamente presente también en el feminismo y otros movimientos sociales. Por círculo virtuoso entiendo esta relación entre una ideología avanzada que busca ser la forma consciente de un sujeto colectivo y ese sujeto colectivo que se fortalece o mueve conforme a esa misma ideología; el sujeto colectivo al moverse refuerza esa ideología y la vitaliza. El círculo virtuoso es un ciclo de identidad afirmada, en que las ideas encarnan en personas y las personas se alimentan de esas ideas. La virtud de esta circularidad no solamente está en la fuerza constitutiva sino en la claridad de la relación entre la teoría y la práctica, y por desgracia en la historia del socialismo marxista existe una tensión perpetua entre teoría y práctica. Esta tensión la demuestra Lukács en Historia y conciencia de clase , porque él siempre señala que debe de estar indisolublemente unida la teoría y la práctica, pero evidentemente, cuando existe el deber es porque no existe una realidad (kantismo), hasta (paradoja de paradojas) señala que con el marxismo no debe haber la separación entre realidad y deber ser, entre acción y moralidad, tal como le parece ocurría en la comunidad precapitalista).
Pero particularmente la relación histórica entre la intelectualidad revolucionaria y el proletariado en la acción política revolucionaria ha sido conflictiva, de tal modo que esa tensión se ha elevado hasta los tonos de la tragedia histórica: ausencia absoluta de dirección revolucionaria. Esta cuestión también está muy presente en los debates teóricos en torno a la teoría del partido político, desde antes de Lenin y fuertemente en los setentas, la solución leninista de que el partido es una conciencia externa que se integra al proletariado, además de contener sus problemas teóricos, también expresó su problema práctico . En su esquema la conciencia externa de los intelectuales inyectándoles saber revolucionario al proletariado es una forma de círculo vicioso, porque si un sujeto colectivo está impermeable a ciertas ideas, los portadores de estas ideas tendrán que forzarlas para justificar permanentemente su no aplicación práctica.
No es que me moleste hablar en nombre de otros o que la maldición de la pequeña burguesía me pese moralmente, sino que la acción más auténtica es la que se hace por cuenta propia y no por terceros proletarios a los que se tiene que decir constantemente lo que ellos deben ser y pensar. Incluso existe algo sicológicamente turbio en la reiteración de revelarles (los intelectuales) a “otros” (los proletarios) lo que deben hacer, ser y pensar.

0.1) Primer concepto de cognitariado. El cognitariado es la síntesis entre la intelectualidad y el proletariado, los conceptos de los grupos de avanzada del siglo XVIII y XIX, con un término que devela Alvin Toffler en El cambio del poder, aunque en esta interpretación existen diferencias respecto del concepto inaugural . La revelación del cognitariado como el corazón del proletariado, puede entenderse como un baño de pureza, sobre un concepto que antes estuviera desprestigiado injustamente, pero también contiene su verdad en el sentido de práctica: con lo que hago me identifico, el círculo de la acción afirmativa, que parece ser el único camino del trabajo que nos conduce hacia el bienestar de la vida. Cognitariado integra la unidad de la condición del trabajador y el intelectual, de tal modo que la parte dominante es el conocimiento, porque ahí está la fuerza productiva más poderosa, mientras que la parte trabajo material es la más tangible. Si se toma a la ligera, podría parecer una idea ómnibus que solamente ha pescado dos partes sin integrarlas a manera de un ornitorrinco conceptual, pero no me parece así, creo que la realidad de las fuerzas productivas ya nos ha indicado contundentemente que su vanguardia radica en el conocimiento que se aplica. El trabajo es la base de la vida, y en el sentido general el conocimiento también es un trabajo, precisamente forma el trabajo intelectual, sin embargo, en Marx lo dominante en el desarrollo de la historia es el trabajo acumulativo, su mera cantidad, su masa convertida en productos. En el fondo contuvo un acierto, pero al seguir el tiempo histórico el acento varió en un cambio de calidad, cada vez menos cantidad y más calidad, cada vez más conocimiento puro (o como calificación del trabajo) y menos cantidad de trabajo; ya no debemos pensar en la herrería y la manufactura como el eje del desarrollo sino en la escuela y el laboratorio de investigaciones. Podemos decir, que las fuerzas productivas pensadas por Marx indican a la gran industria como su máxima expresión , mientras ahora debemos enfocar el laboratorio de computación como la máxima expresión de potencias productivas materiales más que en las manualidades industriales. El técnico en computación no debe parecernos un héroe dispuesto a romper sus cadenas radicales tal como nos pareció un prospecto de héroe el proletariado industrial, pero el técnico en computación cristaliza la punta de lanza del cambio material. El curso de la historia ya no depende de laboriosas manos, y la liberación no viene de la fuerza de las masas, de una acumulación de concentración y de sudores, enojados y enajenados.
Resulta esperanzador sobremanera que el vértice del cambio, de las posibilidades y de la historia esté centrado en el conocimiento, porque esto abre un horizonte de posibilidades inmensas para humanidad entera.
El cognitariado solamente indica donde está la vanguardia del cambio objetivo de las fuerzas productivas, todavía no resuelve el tema de las cadenas radicales de los sujetos. De hecho la política sigue marcada ahora por el tema de las alianzas entre las clases que son aptas para continuar con el cambio de las fuerzas productivas.
Esto no implica dejar de lado la preocupación por la miseria de las masas proletarias y semiproletarias, pero implica un cambio importante de prioridades. La miseria misma se convierte en un tema más de justicia y no tanto de la estructura interna de la revolución en curso y por venir.

0.2) La tripolaridad de las clases fundamentales. La interpretación del cognitariado implica también que el antagonismo básico no es la relación entre capital y trabajo asalariado, de tal modo que la polaridad queda sesgada, aunque sí hay polaridades. La imagen de la oposición entre capital y proletariado dibuja una pareja dual, es una polaridad sistemática, que marca una dinámica totalizadora, que implica que el conjunto de la totalidad social está ya marcada por esa polaridad, de hecho fuera de las dos clases fundamentales de Marx las demás son intermedias, restos de estructuras agrícolas en proceso de proletarización, una pequeña burguesía condenada a caer en una de las dos clases fundamentales, clases subalternas condenadas a someterse a la lógica implacable de las clases fundamentales, etc. Es decir que la polaridad entre dos clases retotaliza a todas las clases, lo demás le resulta no esencial para la contradicción fundamental. La contradicción fundamental está primero y también al último, para que los demás grupos humanos sean peones dentro del juego esencial. La observación de la existencia de clases sociales ya la encontraron los historiadores previos a Marx, y en ese sentido, no implica un hecho específico de su concepción, sino que la historiografía materialista previa ya aceptaba la existencia de la determinación de los grupos humanos por sus intereses materiales y por su posición en la producción, con antecedentes tales como Condorcet, Michelet, etc.). En ese sentido la interpretación por clases sociales es universal y lo comparte mucho de la sociología posterior también, incluso lo comparte hasta el sentido inmediato de la realidad.
Ahora bien, la interpretación del cognitariado implica que esta definición no está basada en un antagonismo esencial como el eje de la interpretación completa de la sociedad humana, sino que se basa en la especificidad de los grupos humanos respecto de la producción. Hay un proceso de cambio esencial en curso, que es positivo pero contradictorio, ya que el incremento de trabajo intelectual en el proceso de trabajo lo altera constantemente, tanto en la naturaleza del trabajador social, sus diferenciaciones internas y en el capital social. Las fuerzas productivas mismas no son pensadas bajo el eje polar de trabajo acumulado y convertido en capital contra trabajo vivo siendo explotado, sino que se basan en su productividad inherente y su desarrollo cualitativo positivo (a mayor conocimiento menos uso de recursos, incluyendo el tiempo). Las fuerzas productivas no son pensadas como una masa de tiempo creada por una masa de sujetos sino una cualidad única y novedosa, que ha manado del trabajo en general, pero del cual solamente una parte puede hacer el milagro: el conocimiento y su aplicación. La conexión entre el trabajo en general y el conocimiento es directa, su relación con el capital es indirecta, porque el capital es una forma histórica de acumulación de trabajo, es la forma de la propiedad privada mercantil. En ese sentido, la acumulación (en el sentido de calidad y no cantidad) de conocimiento social es la premisa de la productividad general del trabajo y por tanto es la condición material que puede hacer obsoleta cierta forma social, que es la gestión de la producción por medio del mercado y del capital.
Bajo la interpretación del cognitariado, lo que está presentándose no es la variación bipolar de capital-trabajo, sino una tripolaridad, en donde el curso del desarrollo de las fuerzas productivas está marcando el curso de los acontecimientos, de tal modo que la relación es trilateral. El cognitariado se tiene que identificar con el avance del conocimiento, con la vanguardia de las fuerzas productivas, de tal manera que puede tener algunas contradicciones con el proletariado y con el capital, con ambas polaridades del contexto social, esto es claro en Toffler en El cambio... Sin embargo, la contradicción que pueda tener el cognitariado con el proletariado es dentro de un campo de continuidad, simplemente son las contradicciones entre el trabajo intelectual y el manual. Esta tripolarización es compleja, pero ¿acaso la realidad no es compleja?

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