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martes, 2 de septiembre de 2014

SEMÁFOROS ENLOQUECIDOS, SEÑALES DE PERDICIÓN






Por Carlos Valdés Martín

Esta es la 2a parte de la serie "AUTOMOVILISTAS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN" la cual publico, con ánimo dolido tras pasarme varias horas detenido por las fallas del sistema de circulación urbano. El orden no altera este producto: fallas de planeación, caos urbano y tiempo perdido. 

Semáforos enloquecidos 
De cuando en cuando, por arte de magia o por una broma de Anonymus algún semáforo deja de operar correctamente. Reduce el lapso de luz verde a mínimos segundos, crea un nudo de tráfico; lo que era un agradable crucero cotidiano se convierte en una tortuosa fila insoportable. Otros casos más extraños acontecen, hay semáforos que tornan amarillos sin previo aviso, así, obligando a una precaución perpetua. Y el colmo: luz verde para ambos bocacalles de un crucero y el resultado es un accidente.
Durante mi infancia, los adultos culpaban de la falla de semáforos a las operaciones   del policía de crucero; luego, la autoridad reportó que sus guardianes no accederían más a los controles de las luces de tráfico y la medida pareció ser favorable. Pero en esta época de las computadores y los controles remotos, las descomposturas deben ser responsabilidad del mando súpercentralizado, en un sitio donde las computadoras centrales son más costosas que en filmes de ciencia ficción. Quedan dos opciones para la falla: o una enfermedad secreta o la enésima medida discriminatoria para recordarles a los automovilistas su condición inferior.
Para terminar el panorama, recordemos que cuando irrumpen los embotellamientos de muchas cuadras, la utilidad del semáforo termina abatida. En cada lado de un crucero los automóviles traban una pelea por ganar cada centímetro; los carros “atrasados” tapan el paso de vía mientras aparece la luz verde; el lado opuesto desespera. Viendo el panorama, un embotellamiento se extiende calle a calle, provocando inutilidad de los cruceros y una fila de automóviles atorados impide a los que intentan avanzar por el lado perpendicular.  Deja de ser útil el paso sucesivo de los colores del semáforo, mientras la masa de vehículos permanece atorada. En ese sentido, el embotellamiento es la declaración temporal de inutilidad del semáforo.

Señales de perdición 
Esto sucede en todo México y hasta en su capital: la señalización para los vehículos es deplorable. A veces un administrador piadoso, manda a colocar nuevos anuncios, más grandes en las avenidas o letreros con explicaciones sobre el prócer que da nombre a una calle. Sin embargo, el promedio de señalización sigue siendo lamentable. Por ejemplo, si uno avanza por una vía de alta velocidad encuentra el letrero que le avisa de una salida, por ejemplo muchísimo antes del sitio (lo cual es inútil) y después de que ya pasó la salida (como segunda inutilidad o ¿burla?). Con esa clase de señales, resulta necesario pasarse de la salida correcta y después encontrarse con el viacrucis de otras malas señales. Debo señalar, que esas pésimas señales urbanas se complementan con algunos efectos de la naturaleza, como árboles que crecen y tapan las señales, o actos del comercio como carteles espectaculares que bloquean la vista. Y, esos obstáculos se perdonarían en lo moral (en especial perdonamos a los árboles pues ellos crecen buscando la luz), pues son sin intención, lo que siempre resulta odioso por ser “adrede” son los grafitis que eliminan los letreros urbanos. Que los dueños de bardas privadas argumenten que no tienen dinero para limpiar los grafitis indeseables... lo entendemos, pero ¿los gobiernos no cuentan con recursos para rescatar los letreros de vialidad? Así como el petróleo tuvo a su Lázaro Cárdenas que, con un sencillo decreto, lo mexicanizó completo, todavía estamos a la espera del prócer que salve a los letreros claros y bien ubicados, los cuales nos permitan movernos para las ciudades del país sin perdernos.


Tenencias y otros impuestos especiales 
Los automovilistas sufren un régimen fiscal desfavorable, con más impuestos que al común de contribuyentes; el trato recibido es lo contrario del privilegio, es discriminación. Durante décadas (antes de la libertad comercial de importación) existió un costoso impuesto para autos nuevos. Mucho antes se inventó la “tenencia” hoy desaparecida de varios estados, pero amenazando con regresar. Además, de cuando en cuando, se inventan re-emplacamiento o tarjetas de circulación dizque mejoradas. Durante un breve y fallido intento se creó un registro nacional de automóviles, pero el proyecto abortó porque el encargado se descubrió ser un delincuente. La obligación de verificación para gases contaminantes, resulta quizá el único impuesto especial para los vehículos con evidente sentido ecológico, pero fuera de eso, lo demás son más rayas al tigre de la “discriminación” contra el automovilista. 

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